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Santa Sede agradece nuevo Día Internacional de la Caridad en memoria de la Beata Madre Teresa de Calcuta
Nueva York (Martes, 10-09-2013, Gaudium Press) La Misión del Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas publicó un mensaje de agradecimiento a la comunidad internacional por la reciente designación del Día Internacional de la Caridad. La fecha seleccionada fue el 05 de septiembre, memoria de la Beata Madre Teresa de Calcuta. En el mensaje, la Santa Sede recuerda el sentido espiritual de las obras de caridad que la Iglesia desarrolla alrededor del mundo.
«Estamos orgullosos de conmemorar este día como un acto de reconocimiento y estima de parte de la comunidad internacional al servicio y dedicación de incontables individuos, organizaciones, religiosos y religiosas quienes, como la Beata Madre Teresa, han traído la luz de su amor desinteresado a los necesitados», declaró el documento. El texto titulado «Sobre la noción cristiana de la caridad», ofreció una enseñanza sobre el sentido e inspiración detrás de dichas labores.
La originalidad de la caridad cristiana
El documento señala que el cristianismo ha hecho grandes aportes a la cultura de la humanidad «con su más profunda comprensión del amor». La certeza de recibir el amor de Dios y la subsecuente necesidad de dar este amor en servicio y entrega del propio ser a los demás supera la búsqueda de la satisfacción personal o incluso la reciprocidad, y «demanda una verdadera preocupación por el otro, incluso la voluntad de sacrificar el propio yo por el otro». Este amor novedoso es expresado en su plenitud por Cristo en su muerte de cruz y es conocido por la Iglesia bajo el concepto de Caridad.
Desde sus inicios la Iglesia, «siguiendo la instrucción y el ejemplo de su Fundador», expresó esta caridad en su interés por el bienestar de los pobres y sufrientes. Pero «más allá del aspecto pragmático o filantrópico de ayudar a su prójimo, la Iglesia busca más profundamente manifestar el perenne amor de Dios por la humanidad», explicó la declaración. Según la Misión Permanente, no todas las personas pueden apreciar la profundidad de esta entrega, que «manifiesta un sentido más verdadero del cuidado y la compasión, comunicando un amor auténtico al pobre y sufriente, porque no nace del exceso o del retorno, sino del sacrificio mismo de la persona».
Por este motivo, la Iglesia está «auténticamente al servicio del desarrollo humano integral», y procura tanto ofrecer una ayuda de alto nivel de profesionalismo como ser consciente de relacionarse con seres humanos trascendentes «que necesitan algo más que la mera asistencia técnica o el cuidado filantrópico». Según la Santa Sede, las dimensiones de la persona no pueden dividirse en categorías aisladas (pública o privada, física o psicológica, terrenal o celestial, secular o religiosa). «En su lugar, cada persona sólo puede ser vista verdaderamente en su plenitud e integridad. Sólo una aproximación holística a la persona permite soluciones a la raíz de los problemas y le ayuda a desarrollarse plenamente en sus dimensiones corpóreas e incorpóreas».
La Beata Madre Teresa, testimonio de caridad
«Incontables hombres y mujeres a través de la historia de la Iglesia han dado testimonio de amor desinteresado a sus prójimos en un grado heroico», recordó el documento, que honró el «extraordinario testimonio de caridad ejemplificado en los tiempos recientes por la Beata Madre Teresa de Calcuta». La gran labor internacionalmente reconocida tuvo en Cristo su origen y motivación, y ella misma explicó esta realidad en su discurso al recibir el Premio Nobel de la Paz en 1979: «No somos solo trabajadoras sociales. Podemos estar haciendo trabajo social a los ojos de la gente, pero somos en realidad contemplativas en el corazón del mundo, porque estamos tocando el Cuerpo de Cristo veinticuatro horas al día», afirmó la Beata.
Según la Misión de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, celebrar el Día Internacional de la Caridad en la memoria de la admirada religiosa es «honrar la persona, vida y legado» de la Beata y «también significa reconocer los innumerables trabajos de caridad que la Iglesia Católica lleva a cabo cotidianamente en favor de los más pobres entre los pobres, siempre fiel al mandato y ejemplo de su Fundador». La declaración recordó que la Iglesia sigue siendo el proveedor no gubernamental de educación y salud más grande del mundo y que numerosas organizaciones caritativas católicas trabajan sin descanso en favor del alivio del sufrimiento y el desarrollo integral de los más necesitados en todo el planeta.
Con información de la Misión del Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas.
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(RV).- La virtud de la esperanza – quizás menos conocida que aquella de la fe y de la caridad – no tiene que ser jamás confundida con el optimismo humano, que es una actitud que depende de nuestro humor. Para un cristiano, la esperanza es Jesús en persona y su fuerza de liberar y rehacer cada vida. Lo afirmó el Papa Francisco esta mañana durante su homilía en la Misa presidida en la Casa de Santa Marta.
La esperanza es “un don” de Jesús, la esperanza es el mismo Jesús, lleva su “nombre”. La Esperanza no es aquella de quien normalmente mira el “vaso medio lleno”: aquello es simplemente “optimismo”, y “el optimismo es una actitud humana que depende de tantas cosas”. Esta fue la base de la homilía matutina del Papa Francisco, haciendo bien clara aquella distinción. El motivo de su meditación vino de la Carta en la que Pablo escribe a los Colosenses “Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria”. Sin embargo, constató el Papa, “la esperanza es una virtud de ‘segunda clase’”, la “virtud humilde” si es comparada a las más conocidas fe y caridad. Por esto puede ser que la esperanza se confunda con un sereno buen humor:
“Pero la esperanza es otra cosa, no es optimismo. La esperanza es un don, es un regalo del Espíritu Santo y por esto Pablo dirá: ‘Jamás desilusiona’. La esperanza jamás desilusiona, ¿por qué? Porque es un don que nos ha dado el Espíritu Santo. Pero Pablo nos dice que la esperanza tiene un nombre. La esperanza es Jesús. No podemos decir: ‘Tengo esperanza en la vida, tengo esperanza en Dios’, no: si tú no dices: ‘Tengo esperanza en Jesús, en Jesucristo, Persona viva, que viene en la Eucaristía, que está presente en su Palabra’, aquella no es esperanza. Es buen humor, optimismo…”.
El Papa Francisco tomó del Evangelio del día otro tema de reflexión: el episodio en el que Jesús sana el sábado la mano paralizada de un hombre, suscitando la reprobación de escribas y fariseos. Con su milagro, dijo el Pontífice, Jesús libera la mano de la enfermedad y demuestra “a los rígidos” que el de ellos “no es el camino de la libertad”. “Libertad y esperanza van juntas: donde no hay esperanza no puede haber libertad”, afirmó el Santo Padre.
“Jesús, la esperanza, rehace todo. Es un milagro constante. No solo ha hecho milagros de curación, tantas cosas: esos eran solo signos, señales de aquello que está haciendo ahora, en la Iglesia. El milagro de rehacer todo: aquello que hace en mi vida, en tu vida, en nuestra vida. Rehacer. Y aquello que Él rehace es precisamente el motivo de nuestra esperanza. Es Cristo quien rehace todas las cosas de la Creación de forma maravillosa, es el motivo de nuestra esperanza. Y esta esperanza no desilusiona, porque Él es fiel. No puede renegar a sí mismo. Esta es la virtud de la esperanza”.
A este punto, el Obispo de Roma dirigió una mirada particular a los sacerdotes. “Es un poco triste -admitió- cuando uno encuentra un sacerdote sin esperanza”, mientras es bello encontrar uno que llega al final de la vida “no con el optimismo sino con la esperanza”. “Este sacerdote – continuó – está unido a Jesucristo, y el pueblo de Dios tiene necesidad que nosotros sacerdotes demos este signo de esperanza, vivamos esta esperanza en Jesús que rehace todo”:
“ Que el Señor que es la esperanza de la gloria, que es el centro, que es la totalidad, nos ayude en este camino: dar esperanza, tener pasión por la esperanza. Y, como he dicho, no siempre es optimismo sino es aquello que la Virgen, en Su corazón, tuvo en la oscuridad más grande: desde la tarde del Viernes hasta el alba del Domingo. Aquella esperanza: Ella la tenía. Y aquella esperanza ha vuelto a hacer todo. Que el Señor nos dé esta gracia”. (RC-RV)
Fuente:: News.va
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(RV).- (Con audio) El próximo día 14 será beatificado en el predio del “Cristo Blanco” en Villa Cura Brochero, Córdoba, Argentina, el sacerdote José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914), originario de Santa Rosa de Río Primero, localidad que se encuentra a los pies de la cadena montañosa de las Sierras Chicas, por el representante del Papa Francisco, el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Cedemos los micrófonos al jesuita Guillermo Ortiz quien se encuentra en Argentina como enviado especial de nuestra emisora:
¿Quien fue el Cura Brochero?
Para saber quien fue el cura Brochero, decía el serrano Hugo Antonio, hay que subirse al cerro Champaquí que es lo mas alto tras la sierra grandes de Córdoba, en Argentina, a 2800 metros de altura, y desde allí contemplar la extensión hasta los llanos de la rioja, por que el corazón del cura Brochero, sacerdote abnegado y evangelizador incansable, recorrió todo ese territorio a lomo de mula. Brochero era un cura pobre de cosas, pero muy rico de cariño por la gente, como Jesús. Las sierras son muy lindas pero también muy duras para sus habitantes y, como ahora, cuando Brochero recorrió estos parajes donde se mezclan el verde y el desierto, había mucha miseria material y espiritual. Aunque no tenían caminos el cura los hizo con su mula malacara, visitando a todos lo que vivían en su inmensa parroquia. Les enseñaba el catecismo, acompañaba a los enfermos y animaba a todos al trabajo y a la vida cristiana. Juntos con lo callos que le levanto la montura, también se levantaban firme las escuelas, las iglesias y las familias cristianas, en el camino del cura Brochero, como pedazos queridos de su corazón de pastor.
Cura bueno y ejemplar murió ciego y leproso. Por eso -decía el serrano Hugo Antonio-, quien quiera conocerlo bien tiene que subirse a la punta del Champaquí y extender la piel del corazón lleno de fe sobre todos los hombres y mujeres, niños y jóvenes del extenso Valle de Traslasierra, hasta el límite con La Rioja. ¿Qué pensás de este hombre, que la Iglesia declara Beato?
Reflexiones en Frontera
jesuita Guillermo Ortiz
Fuente:: News.va
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Belén (Lunes, 09-09-2013, Gaudium Press) El Arzobispo de Belén de Pará, Mons. Alberto Taveira Corrêa, en reciente artículo, escribió sobre las elecciones que debemos hacer en nuestras vidas, al mismo tiempo agradando la voluntad de Nuestro Señor y siendo felices consigo mismos.
Mons. Alberto explicó que «desde toda la eternidad, fuimos amados y escogidos por Dios para ser felices y santos (Cf. Ef 1,4). Su plan de amor está descrito en las primeras páginas del Libro del Génesis (Cf. Gn 1,1-2,25) de forma magnífica, llegando a la conclusión cargada de optimismo, de que ‘Dios vio todo lo que había hecho, y era muy bueno’ (Gn 1,31)».
Según el prelado, el hombre y la mujer no fueron pensados por Dios como automáticos, «a ser controlados por cualquier tipo de control remoto», pero sí, «para ser participantes y socios en la construcción de la propia aventura de felicidad».
Ilustrando un poco más su artículo, Mons. Alberto contó sobre la experiencia que tuvo cuando conoció a un joven interno que formaba parte del proyecto de rehabilitación de la Hacienda de la Esperanza [centro de rehabilitación de farmacodependientes]. Él narró el momento en que el joven le mostraba que deseaba vivir la libertad, y entonces, «escogió recorrer la estrada más exigente, tornándose después una persona integrada en la Iglesia y la Sociedad».
«De la misma forma, todos los discípulos y discípulas de Jesucristo, sin excepción, deben enfrentarse, más temprano o más tarde, con el Señor que les pregunta respecto a sus opciones más profundas, cuyas consecuencias condicionan las decisiones cotidianas a ser tomadas. Lo mejor es decidirse en seguida, aprender a usar el magnífico don de la libertad para buscar lo que es digno de los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios», resaltó.
El Arzobispo de Belén afirmó que el testimonio de San Lucas le llamaba mucho la atención debido a la exigencia del Evangelista dirigida a muchas personas, incentivándolas a buscar a Dios y a renunciar a todo lo que tenían para seguir el camino del Padre.
«Todos serán puestos delante de la elección a ser hecha, como respuesta de amor a quien nos escogió, nos concedió el regalo de la vida, de la libertad y del camino de realización y felicidad», explicó.
Luego, indagó a los lectores si «es posible pasar la vida entera en esta tierra sin hacer esta opción fundamental de la existencia, escogiendo migajas, cuando fuimos hechos para la plenitud de Dios y con Dios, que no excluye la convivencia con las otras personas y el valor a ser atribuido a todo lo que Dios hizo».
La respuesta para esta pregunta, Mons. Alberto reveló: «Cuando no se hace esta elección, la vida parecerá una construcción mal planeada y realizada. Las frustraciones no son necesariamente resultados de las eventuales fallas en el proceso de edificación de la existencia, sino de la falta de claridad en los objetivos a ser alcanzados. La burla puede venir de dentro o de afuera. La nota baja dada por la propia persona acostumbra a tornarse un espectro que acompaña años y años de una vida».
Al hacer una pequeña comparación, usando el ejemplo de la parábola de la sal contenida en el Evangelio de San Lucas, el prelado afirmó: «La sal es buena. ¿Pero si hasta la sal pierde el sabor, con qué se ha de salar? No sirve ni para la tierra, ni para el estiércol, sino solo para ser arrojada afuera. Quien tiene oídos para oír, que oiga» (Lc 14,35)».
«¡O somos aquello que corresponde a nuestra vocación, o entonces no serviremos para nada, ni para abono! Que la pequeña parábola nos ponga en una crisis fecunda, para que no falte al mundo la presencia de quien fue llamado a ser sal, luz y fermento del Reino de Dios», exhortó.
De acuerdo con Mons. Alberto, la edificación de la existencia llevará en cuenta a las otras personas, pero también, llevará a buscar el bien de los otros. «Si Dios es amado por encima de todas las cosas, estas tendrán su importancia, ¡sin exageraciones! Los bienes materiales serán buscados y al mismo tiempo compartidos. Quien haga la opción por Dios no temerá a los desafíos, las crisis o persecuciones».
De esta forma, como explicó el Arzobispo, sabiendo lo que fue escogido para nuestra propia vida, podemos madurar, teniendo «la necesaria serenidad para buscar nuevos caminos», buscando orientación y apoyo en quien pueda oírnos, aconsejarnos y acompañarnos, pues «esta es una forma para entender los llamados ‘consejos evangélicos’ de la castidad, pobreza y obediencia, proclamados por Jesús para todos sus discípulos».
Finalizando su artículo, Mons. Alberto enfatizó: «Quien tenga el coraje de rehacer, a la luz del Evangelio, sus opciones de vida, experimentará que un mundo diferente y nuevo es posible. Solo que precisa comenzar aquí, dentro de lo más íntimo del corazón y de las elecciones de cada hombre y cada mujer, discípulos de Jesucristo, que aguarda a todos como misioneros del Reino de Dios». (LMI)
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Ciudad del Vaticano (Lunes, 09-09-2013, Gaudium Press) El Ángelus de este domingo 08 de septiembre, fue rezado aún dentro del espíritu con que se realizó la Vigilia de oración y ayuno del sábado anterior, también en la Plaza de San Pedro. Decenas de millares de peregrinos oyeron al Papa Francisco decir: «No al odio fratricida y a las mentiras de que se sirve».
El Papa enfatizo: «¿Para qué sirve hacer guerras, tantas guerras, si no se es capaz de hacer esa guerra profunda contra el mal? ¡No sirve para nada! No está bien… Eso comporta, entre otras cosas, esa guerra contra el mal comporta decir no al odio fratricida y a las mentiras de que se sirve. Decir no a la violencia en todas sus formas. ¡Decir no a la proliferación de armas y a su comercio ilegal!»
El Santo Padre apelo nuevamente a la consciencia de los cristianos y pueblos de todo el mundo a fin de que asuman la opción de la «lógica del servicio», «no siguiendo otros interesses sino los de la paz y del bien común» y afirmó: «¡Continuemos con la oración y con las obras de paz! Os invito a continuar rezando para que cese inmediatamente la violencia y la devastación en Siria y se trabaje en un esfuerzo renovado por una justa solución del conflicto fratricida».
Antes de despedirse de los millares de fieles y peregrinos reunidos em la Plaza de San Pedro, el Pontífice recordó la Beatificación de Maria Golognesi, ocurrida en este sa´bado enla localidad italiana de Rovigo. «Vivió toda su vida al servicio de los demás, especialmente de los pobres y enfermos, soportando grandes sufrimientos en profunda unión con la pasión de Cristo. Demos gracias a Dios por este testimonio del Evangelio».
En la alocución que precedió el Ángelus, el Papa recordó que «seguir a Jesús ¡no significa participar de un cortejo triunfal! Significa compartir su amor misericordiosos, entrar en su gran obra de misericordia por cada hombre y por todos los hombres». (JSG)
Fuente:: Gaudium Press
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Procesión acuática marca festejos por 500 años de la primera diócesis en tierra firme de América
Ciudad de Panamá (Lunes, 09-09-2013, Gaudium Press) Las costas de la Bahía de Panamá fueron este domingo 8 de septiembre escenario de la procesión acuática con la imagen peregrina de Santa María de la Antigua, Patrona de Panamá. La procesión marcó el inicio de los festejos por los 500 años de la primera diócesis en tierra firme de América, aniversario que conmemora hoy, 9 de septiembre, la Iglesia panameña.
Procesión acuática con Santa María La Antigua / Foto: Conferencia Episcopal de Panamá. |
La imagen peregrina de la patrona del país centroamericano fue recibida por la Arquidiócesis de Panamá el pasado sábado 7 luego de peregrinar por las diócesis locales, un recorrido que tuvo lugar precisamente con motivo del 5º centenario de la Diócesis de Santa María La Antigua que pasó por las jurisdicciones de Darién, Colón-Kuna Yala, Bocas del Toro, David, Santiago y Chitré.
La procesión acuática transcurrió cerca de la Cinta Costera en la capital panameña, continuó por varias de las vías principales de Ciudad de Panamá hasta llegar a la Catedral, donde tuvo lugar una solemne celebración Eucarística a la que asistieron miles de fieles.
Durante la Santa Misa, que fue presidida por Mons. José D. Ulloa Mendieta, Arzobispo Metropolitano de Panamá y Presidente de la Conferencia Episcopal Panameña, el prelado resaltó: «Con gozo hemos llegado hasta el atrio de la Catedral Metropolitana, luego de participar de la procesión acuática, que nos ha recordado cómo nos llegó la fe bajo la advocación de Santa María la Antigua, a través del mar (…) Hemos caminado por la Cinta Costera rezando y alabando a nuestra Madre Celestial, como peregrinos que caminan hacia el encuentro del Señor».
Foto: Conferencia Episcopal de Panamá. |
Luego continuó: «Ahora aquí nos congregamos entorno a la mesa eucarística (…) que este año se reviste de una particularidad muy especial: Hace 500 años -el 9 de septiembre de 1513- la fe cristiana católica llegó oficialmente a este pequeño Istmo Panameño, mediante un acto jurídico de la Suprema autoridad de la Iglesia Católica en la persona de Su Santidad el Papa León Décimo, quien firmó la Bula Pontificia, con la que creó la Diócesis de Santa María la Antigua del Darién, la primera en tierra firme».
En otro momento Mons. Ulloa Mendieta recordó cómo la Virgen María es parte importante de la identidad panameña: «Sin saberlo, la primera advocación que llegó a América, Santa María la Antigua, fue penetrando en la cultura panameña en su esencia misma, de allí ese amor a la Virgen María, que se ha convertido en parte fundamental de nuestra identidad religiosa y católica».
Los festejos por la primera diócesis en tierra firme de América han continuado hoy con la serenata a la Virgen, que se celebró en el atrio de la Catedral a las 5:00 horas, luego con el rezo del Santo Rosario y una solemne celebración Eucarística, también en la Catedral, que inició a las 10:30 horas.
Con información de la Conferencia Episcopal Panameña.
Fuente:: Gaudium Press
Asociación de seglares, que se dedica a trabajar en la Nueva Evangelización, en estrecha comunión con el Santo Padre, los Obispos y Sacerdotes de la Iglesia Católica Apostólica y Romana.
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