SagradaFamiliaNota de los obispos para la Jornada de la Sagrada Familia

29 de diciembre de 2013

Con el lema “Esposo y esposa, padre y madre por la gracia de Dios”, los obispos de la Subcomisión Episcopal de la Familia y Defensa de la Vida queremos llamar la atención de todos los fieles cristianos ante la situación preocupante del momento que vivimos en nuestra sociedad.

Asistimos perplejos a un cambio sustancial en nuestra legislación que afecta gravemente a la familia. Este cambio viene promovido por la irrupción de la llamada “ideología de género”, que toma carta de ciuda­danía en nuestro ordenamiento jurídico. Esta forma de pensar utiliza un lenguaje propio con términos de gran contenido ideológico que llevan a una verdadera deformación lingüística con la consiguiente disolución de significados –parece perderse el sentido o significado original y au­téntico de los términos–; tal es el caso de la utilización del término “progenitor” en lugar de los de “padre o madre”. Esta ideología pretende impregnar todo el ámbito social, especialmente el educativo, para llevar a la sociedad a una situación de permisivismo radical; en último término a una cultura que no genera la vida y que vive la tendencia cada vez más acentuada de convertirse en una cultura de muerte (1).

«La legislación actualmente vigente en España ha ido aún más allá. La Ley de 1 de julio de 2005, que modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio, ha redefinido la figura jurídica del matrimonio. Este ha dejado de ser la institución del consorcio de vida en común entre un hombre y una mujer en orden a su mutuo perfeccionamiento y a la procreación y se ha convertido en la insti­tución de la convivencia afectiva entre dos personas, con la posibi­lidad de ser disuelta unilateralmente por alguna de ellas, solo con que hayan transcurrido tres meses desde la formalización del con­trato de “matrimonio” que dio inicio a la convivencia. El matrimonio queda así transformado legalmente en la unión de dos ciudadanos cualesquiera para los que ahora se reserva en exclusiva el nombre de “cónyuges” o “consortes”. De esa manera se establece una «in­sólita definición legal del matrimonio con exclusión de toda referen­cia a la diferencia entre el varón y la mujer. Es muy significativa al respecto la terminología del texto legal. Desaparecen los términos “marido” y “mujer”, “esposo” y “esposa”, “padre” y “madre”. De este modo, los españoles han perdido el derecho de ser reconocidos expresamente por la ley como “esposo” o “esposa” y han de inscri­birse en el Registro Civil como “cónyuge A” o “cónyuge B”» (2).

Esto nos obliga a considerar las consecuencias de esta situación para nuestra sociedad y nuestra responsabilidad, ya no solo como creyen­tes, sino también como ciudadanos, pues asistimos a la destrucción del matrimonio por vía legal (3). Dado que los términos suprimidos en las le­yes promulgadas hacen referencia a los papeles del hombre y la mujer en el matrimonio y la familia, no pueden ser superados ni sustituidos dichos papeles sin afectar esencialmente a estas instituciones, incluso al nivel meramente natural, así como al bien común de la sociedad.

Desde el punto de vista de la fe es importante reflexionar sobre el lema de esta Jornada, “Esposo y esposa, padre y madre por la gracia de Dios”, reconociendo el profundo significado que tienen en la Sagrada Escritura los términos de “esposo” y “esposa”, a modo de parangón, a las relaciones que mantiene Dios con su Pueblo, con su Iglesia. De igual modo los términos relativos a la paternidad, “padre” y “madre”, evocan, en un paralelismo intrínseco –propio de su ser–, a las relaciones que Dios mantiene con los hombres desde el principio. Sin esta referencia al significado profundo que estos términos tienen quizás no se acierte a reconocer el enorme calado del efecto que en la cultura y en la sociedad puede derivarse de la aplicación de estos cambios.

El término “esposos”, que originalmente no significaba “casados”, sino “prometidos”, deriva del latín sponsus, del verbo spondere, que significa “prometer”.

Sponsus y sponsa (esposo y esposa) eran quienes habían realizado la sponsalia, es decir, la ceremonia de esponsales. Se trataba de un ritual mediante el cual el novio pedía la mano de su amada, y estos, en ese momento, tenían permiso para comenzar a verse. En este sentido es muy sugerente y orientativa del contenido amoroso de los términos “esposos” la lectura del Cantar de los Cantares.

La palabra cónyuge viene del latín coniux-coniugis, que designa a cual­quiera de los dos miembros de un matrimonio en su relación jurídica para con el otro. La utilización del término “cónyuge” para ambos miem­bros del “matrimonio”, además de llevar a utilizar el mismo término para ambos, induciendo a entender que son indiferentes los sexos de cada uno, se utiliza como un vocablo que se refiere fundamentalmente a la unión y a la relación jurídica entre ambos.

Análoga consecuencia se deriva de la utilización del término “progeni­tor” en lugar de los de “padre” y “madre”, teniendo el término “proge­nitor” un contenido esencialmente biológico. Los ideólogos de género saben que la familia con padre y madre infunde a los hijos la noción –tan natural, por lo demás– de que hombres y mujeres somos diferen­tes. Toda paternidad procede de Dios.

«Cuando, junto con el Apóstol, doblamos las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad y maternidad (cf. Ef 3, 14-15), somos conscientes de que ser padres es el evento mediante el cual la familia, ya constituida por la alianza del matrimonio, se realiza “en sentido pleno y específico”. La maternidad implica necesariamente la paternidad y, recíprocamente, la paternidad implica necesariamente la maternidad: es el fruto de la dualidad, concedida por el Creador al ser humano desde “el principio”»(4).

Esta relación de hijo y la filiación en último extremo del Padre Dios se muestra plásticamente en el cuadro de Jerónimo Jacinto de Espinosa, que hemos propuesto como cartel de la Jornada, donde se presenta en primer término al Niño Jesús rodeado por san Joaquín y santa Ana, los padres de la Virgen, además de esta y san José en un segundo plano; y por encima de todo el Padre Eterno infundiendo su espíritu sobre ellos y el mundo en general.

La genealogía de la persona está, pues, unida, ante todo y en primer lu­gar, con la eternidad de Dios, y, en segundo término, con la paternidad y maternidad humana, que se realiza en el tiempo. Desde el momento mismo de la concepción el hombre está ya ordenado a la eternidad en Dios (5). De esta manera se expresa con estos términos la profunda inten­sidad del amor de Dios a los hombres y nos permite también descubrir que la gracia de Dios ayuda, en el matrimonio, a los esposos a vivir y fortalecer su vocación al amor.

Pidamos a santa María, la Virgen, Esposa y Madre, que nos ilumine, ayude y fortalezca para que desde el puesto de cada uno en la sociedad defendamos y promovamos el matrimonio y la familia y su adecuado tratamiento por las leyes.

? Juan Antonio Reig Plà Obispo de Alcalá de Henares Presidente de la Subcomisión para la Familia y Defensa de la Vida

? Francisco Gil Hellín Arzobispo de Burgos

? Gerardo Melgar Viciosa Obispo de Osma-Soria

? Mario Iceta Gavicagogeascoa Obispo de Bilbao

? José Mazuelos Pérez Obispo de Jerez de la Frontera

? Carlos Manuel Escribano Subías Obispo de Teruel y Albarracín

? Juan Antonio Aznárez Cobo Obispo Auxiliar de Pamplona y Tudela

___________

(1) Conferencia episcopal española, La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar, (26.IV. 2012), n. 57.

(2) Ibíd., n. 109.

(3)  Ibíd., n. 111.

(4) Juan pablo ii, Carta a las familias (1994), n. 7.

(5) Ibíd., n. 9.

Fuente:: SIC

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«Hay que meterse en la realidad del Belén, ahí no hay discusión, ahí no hay egoísmos»: Cardenal Cipriani

Lima (Lunes, 23-12-2013, Gaudium Press) «Lo más grande que ha ocurrido en la historia de la humanidad es el nacimiento del hijo de Dios, no hay nada más grande. Dios, el autor del mundo, el dueño de la humanidad; ese ser que para algunos será el desconocido, para nosotros los católicos es nuestro padre, para tantos que somos hijos de Dios, bautizados», afirmó el Cardenal Juan Luis Cipriani Torne, Arzobispo de Lima, el pasado sábado 21 de diciembre durante el programa ‘Diálogo de Fe’, donde habló sobre el verdadero sentido de la Navidad.

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Foto: Arzobispado de Lima.

Recordó que Dios se hizo hombre e irrumpió en la historia de la humanidad, una historia que -como afirmó- «podemos revivirla porque sabemos que para Dios no hay pasado ni presente. El hijo de Dios nació en ese momento, pero ese nacimiento de Dios en el alma de cada uno se repite hoy y se repetirá el día 25».

En este sentido, manifestó con tristeza que el mundo de hoy no está reconociendo que en Navidad ocurre el hecho más grande, un acontecimiento que en no pocas ocasiones se vive en un clima de silencio. Por lo que llamó a descubrir lo grandioso que hay en cada instante de la vida. «En lo pequeño de cada día se esconde algo grandioso que le toca a cada uno descubrir (…) Jesús ha querido venir también para resaltar no solo lo divino, también le interesa mucho lo humano, tu vida, tu familia, tu trabajo. Esa mezcla en Navidad hay que rescatarla», continuó.

También dijo que si algo está en crisis hoy es la verdad, y que Jesús nace y viene para justamente decir: «Traigo la alegría en la verdad, traigo ese silencio para que meditemos estos días con mayor franqueza, traigo la pobreza, en este mundo tan materialista en que todo es regalo».

Al respecto el purpurado añadió: «Veo a los chicos que si no hay un buen regalo están muy tristes; si no hay una fiesta que acaba a las 4 de la mañana es una pésima fiesta; si los papás no les ponen unos vestidos o ropas que faltan el respeto a sus cuerpo, están tristes; los estamos malcriando. Tenemos que ser valientes y darnos cuenta que ese niño no es puro regalo, también es amor, cariño, besos; y también un detalle material».

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Foto: Arzobispado de Lima.

Asimismo, señaló que ve con gozo cómo muchos jóvenes participan de iniciativas solidarias durante Navidad llevándole alegría a los niños, a los enfermos y necesitados; y llamó a todos para que se fortalezca el clima navideño desprendiéndose de cóleras y preocupaciones, y metiéndose «en la realidad del Belén, ahí no hay egoísmos, no hay excusa, déjate estar y que Dios te posea, deja que Jesús de mire».

Finalmente, elevó una oración a Jesús para que bendiga todos y haga a cada quien un poco más sencillo y cercano a la Familia de Nazaret.

Con información del Arzobispado de Lima.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Durante último domingo de Adviento, Iglesia de San Bernardo celebró ordenación sacerdotal y diaconal, en Chile

San Bernardo (Lunes, 23-12-2013, Gaudium Press) Con la presencia de sacerdotes, religiosos, familiares y comunidades eclesiales, se llevó a cabo la tarde del domingo 22 de diciembre, la Santa Misa en la que el diácono Álvaro Aedo recibió la sagrada orden del presbiterado y el seminarista Matías González la sagrada orden del diaconado respectivamente.

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La celebración se desarrolló en la Iglesia Catedral de San Bernardo y fue presidida por el obispo diocesano, monseñor Juan Ignacio González. En su homilía el prelado instó a los presentes a «mirar a Jesús y dejarse mirar por Él», y destacó que en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, el Papa Francisco nos invita a «mantener un ideal misionero que se funda en una entrega sin límites».

«Nadie camina sólo, necesitamos de la comunidad cristiana y de nuestros hermanos sacerdotes… Mirar al pueblo y a los que más sufren… Dar ejemplo de una vida santa y entregada…», citó el pastor. Por eso, hizo un llamado a los asistentes a rezar con fervor por las vocaciones al sacerdocio y especialmente por los nuevos ordenados.

Tras las palabras del obispo, Álvaro Aedo y Matías González se postraron en el piso del altar y entonaron las Letanías de los Santos. Luego monseñor González impuso sus manos a los ordenados para finalmente presentarlos a la comunidad, quien los acogió con un prolongado y entusiasta aplauso.

 

 

Fuente:: Gaudium Press

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Santos (Lunes, 23-12-2013, Gaudium Press) Desde el día 8 de diciembre, el Santuario de San Antonio de Valongo, localizado en la ciudad de Santos, en el litoral de San Pablo, Brasil, recibe la 20º Exposición de Pesebres Internacionales.

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Hechos con materiales como cristal, madera, papel, mármol y concha, las cerca de 50 obras de la muestra, venidas de países como Bélgica, Francia, Jordania, Perú y Angola, retratan de diversas formas el nacimiento del Niño Jesús.

Considerada una de las principales atracciones de la exposición, el pesebre de aproximadamente 100 piezas retrata la historia de la salvación, desde la concepción hasta el nacimiento de Jesús en Belén, representando una catequesis.

Además de eso, otras obras en destaque son «Eterna Luz de los Hombres», de Irlanda, hecho en cristal; «Sin Fronteras», de Angola, hecho en madera; «De las tinieblas de la noche surge la luz», de España; y «A Dios, quien busca, él se deja encontrar», de Italia.

La expectativa de la organización es que cerca de 20 mil personas pasen por el lugar hasta el día 26 de enero del próximo año. (LMI)

Fuente:: Gaudium Press

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Ciudad del Vaticano (Lunes, 23-12-2013, Gaudium Press) Rezando la oración mariana del Ángelus en este domingo 22, desde la ventana de la residencia pontificia, en el Vaticano, el Papa Francisco habló sobre el verdadero sentido del 4º Domingo del tiempo de
Adviento para los millares de fieles presentes en la Plaza de San Pedro.

De acuerdo con el Santo Padre, en este período, «el Evangelio nos cuenta los acontecimientos que precedieron el nacimiento de Jesús, y el evangelista Mateo presenta esos hechos desde el punto de vista de San José».

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Foto: Radio Vaticano

El Evangelio, dijo el Papa, no explica cuáles fueron sus pensamientos, pero «él procura hacer la voluntad de Dios y está listo para la renuncia más radical», lo que muestra la grandeza de San José. Él seguía un buen proyecto de vida, entretanto, «Dios reservó para él otro proyecto, una misión mayor», que era ser custodio de su propio Hijo.

«José era un hombre que escuchaba siempre la voz de Dios, profundamente sensible a su secreto deseo, un hombre atento a los mensajes que le llegaban de lo profundo del corazón y de lo alto. No se obstinó en perseguir su proyecto de vida, no permitió que el rencor le envenenara el ánimo, sino que estuvo listo para ponerse a disposición de la novedad que se le presentaba de modo desconcertante. (…) Y de este modo José se volvió más libre y grande aún», destacó el Papa.

El Pontífice invitó a los fieles a celebrar la Navidad contemplando las imágenes de la Virgen María y San José. «María, la mujer llena de gracia que ha tenido el coraje de encomendarse totalmente a la Palabra de Dios; José, el hombre fiel y justo que ha preferido creer al Señor en lugar de escuchar las voces de la duda y del orgullo humano. Con ellos, caminamos juntos hacia Belén».

El Papa Francisco concluyó el Ángelus deseando a todos un buen domingo y una «Navidad de esperanza, justicia y fraternidad». (LMI)

 

 

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En el seno de la Virgen María nos encontramos con Dios, afirma Obispo de Córdoba, España

Córdoba (Lunes, 23-12-2013, Gaudium Press) En su carta pastoral semanal, el Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, resaltó que «el misterio de la Navidad consiste en la proximidad de Dios que entra en nuestras vidas».

«El niño que nacerá no es un niño cualquiera. Es el Hijo eterno de Dios. Él existe desde siempre, con el Padre y el Espíritu Santo», explicó el prelado destacando que nuestra primera actitud delante de este niño es de adoración. «Nos prostramos profundamente delante de aquel que nos supera y nos transborda, porque él es el creador de todo y en él fuimos pensados y creados desde toda la eternidad».

«¿Cómo iríamos imaginar que Dios se aproximaría tanto, al punto de hacerse uno de nosotros, para que lo pudiésemos acoger en nuestros brazos?», dijo.

Recordando las palabras de San León Magno, Mons. Demetrio Fernández explicó que la Navidad «es el misterio del Hijo de Dios que se hizo hombre, para que los hombres sean hechos hijos de Dios. He aquí la raíz más profunda de toda la dignidad humana y de todos los derechos humanos. La persona vale porque está hecha a imagen y semejanza de Dios».

El Obispo de Córdoba afirmó también que «el lugar del encuentro de Dios con los hombres y de los hombres con Dios es realizado en el seno virginal de María».

Al final del mensaje, el prelado pidió a los fieles para que vivan la Navidad con la alegría y sorpresa de los niños, aproximándose al Hijo de Dios que se hizo hombre. (EPC)

Con informaciones de ACI.

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«En la vida del Niño de Belén, la Fe celebra la manifestación de la propia vida y de su sacralidad», afirma Arzobispo de Porto Alegre, Brasil

Puerto Alegre (Lunes, 23-12-2013, Gaudium Press) «Tiempo de expectativa». Este es el título del último artículo de Mons. Jaime Spengler, Arzobispo metropolitano de la Arquidiócesis de Puerto Alegre, en el Estado de Río Grande del Sur, Brasil. En su reflexión, el prelado afirma que nos estamos aproximamos a la fiesta de Navidad, y el tiempo que antecede a la fiesta está marcado por empeños, preparación, organización y programación, además del deseo de encontrar y re-encontrar familiares, amigos y conocidos.

De acuerdo con el Arzobispo, tales actitudes se hacen presentes de forma más intensa y vigorosa en el tiempo que antecede a la Navidad. Para él, son actitudes que, de cierto modo, vienen al encuentro de nuestros anhelos por un mundo de fraternidad, de ternura, de reconciliación y de paz.

Mons. Jaime explica que el período de la Navidad nos recuerda el valor de la convivencia, de la necesidad de cultivar relaciones de familiaridad, de amistad, de ternura; nos recuerda la posibilidad de un mundo marcado por la armonía, por la belleza, por el encanto, por la simplicidad; por el cultivo de la dimensión del encuentro; encuentro entre familiares, amigos y vecinos. «Todo esto se expresa en las tantas cenas navideñas, en el intercambio de regalos, en las visitas, e incluso por las vacaciones», completa.

Pero la Navidad es, sobre todo, una celebración de Fe en la encarnación de Dios, enfatiza el prelado, que además subraya que este es el mayor evento de la historia.

Según él, el acontecimiento del nacimiento de Cristo fue marcado por varios símbolos: las velas, las luces, los ornamentos, el árbol, el buey, el burro, los pastores, la dama María, el varón José y el niño Jesús. «Por atrás de todos estos símbolos está una comprensión velada en torno a la sacralidad de la vida. Ahora, toda vida es sagrada. Por eso, en la vida del Niño de Belén, la Fe celebra la manifestación de la propia vida y de su sacralidad», expresa.

El Arzobispo también resalta que durante ese tiempo, nuestros ojos están dirigidos a la pequeña ciudad de Belén, y con la mirada vuelta hacia allá, recordamos el camino recorrido por el pueblo de Israel.

Conforme Mons. Jaime, este camino fue marcado por la expectativa, por la súplica, por la esperanza de que los Cielos derramasen desde las alturas su rocío, y las nubes lloviesen al Justo.

«¡Y la esperanza no decepcionó! El Justo no solo se hizo carne de nuestra carne, sino pasó a caminar con nosotros; pasó a participar en primera persona de la condición y de la historia humana: ¡él se hizo el Dios con nosotros! No estamos solos», destaca.

Por último, el prelado afirma que somos invitados a hacer el camino de Belén y allí entrar, pues el lugar nos recuerda nuestra humanidad y fragilidad. Él evalúa que es por eso que las festividades navideñas, con su preparación, nos hablan de la condición humana, marcada por nobleza, dignidad, fragilidad y posibilidades, que resucitan la esperanza de un mundo mejor.

«A través de la misma, somos invitados a preparar los caminos del Señor e ir a su encuentro. De Él que se hace carne de nuestra carne, dejándose revestir de los paños de nuestra fragilidad, para mostrarnos siempre y de nuevo, que en la vida de un niño se manifiesta la propia Vida y la comunicación del propio Misterio», concluye. (FB)

 

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Redacción (Lunes, 23-12-2013, Gaudium Press) La curación inexplicable de un niño ciego será el milagro que llevará a la hermana Miriam Teresa Demjanovich, religiosa estadounidense de las Hermanas de la Caridad de Santa Elizabeth, a la Beatificación. Así lo confirmó el Papa Francisco, quien el pasado 17 de diciembre aprobó el milagro atribuido a la venerable religiosa.

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Según informó Radio Vaticano, el niño que fue curado milagrosamente por mediación de la Hermana Miriam Teresa, recuperó la visión que había perdido por causa de la enfermedad llamada degeneración macular. «Todos los oftalmólogos saben que esta condición no tiene cura. Puede frenarse su avance, pero no se puede curar completamente (…) La decisión en cuanto a la naturaleza milagrosa de esta curación fue unánime por todos los comités», comentó Silvia Correale, postuladora de la Causa de la religiosa en Roma, quien fue citada por el medio vaticano.

De acuerdo con la información suministrada, el milagro tuvo lugar en 1964. Solo resta que se determine la fecha para la Beatificación, que será establecida por la diócesis de Paterson, en New Jersey, que abrió la causa de beatificación y debe contactar a la Santa Sede para fijar la fecha, que se prevé será pronto.

Miriam Teresa Demjanovich

La hermana Miriam Teresa Demjanovich, nació en 1901 en New Jersey, fue bautizada y confirmada por el Rito Católico Bizantio, y fue educada en el contexto de una familia católica oriental, siendo la menor de siete hijos. Sus padres habían llegado a Estados Unidos procedentes de Eslovaquia.

Tras la muerte de su madre, Miriam inicia su camino vocacional, primero uniéndose en 1924 a las Carmelitas, donde es rechazada por causa de algunos problemas de salud. Luego, en 1925, a las Hermanas de la Caridad, tras un periodo de discernimiento y la muerte de su Padre.

Allí, como postulante y novicia, dedica gran parte de su servicio a la enseñanza, llegando a escribir 26 conferencias que luego fueron publicadas en el libro «Gran Perfección». También fue considerada una gran mística, puesto que desarrolló una profunda espiritualidad Trinitaria.

En enero de 1927 cae gravemente enferma, realizando su profesión religiosa el 2 de abril de 1927 por peligro de muerte. Muere poco tiempo después con tan solo 26 años de edad.

Con información de Radio Vaticano.

 

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Bogotá (Lunes, 23-12-2013, Gaudium Press) En estos días Holanda está conmocionada por un bello ‘huracán’ de apenas 9 años, realmente un encanto de ser humano, llamado Amira Willighagen. Amira participa actualmente del concurso «Holland’s Got Talent», interpretando con su pura y extraordinaria voz arias clásicas como ‘O mio babbino caro’ de Puccini o el ‘Ave Maria’ de Gounod. Personalmente, y sabiendo que con frecuencia las comparaciones son odiosas, consideramos que Amira tiene dotes naturales superiores a la muy talentosa y hoy mundialmente famosa Jackie Evancho.

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Amira no es solo voz, sino también inocencia y mirada. Creemos que no hay corazón, por más endurecido que se encuentre, que no se deje entusiasmar por esta extraordinaria niña. Ella une un talento realmente excepcional -como ya va siendo reconocido por los expertos- a un alma de viva candidez que se manifiesta también en las muchas entrevistas y reportajes que de ella ya se han realizado, en su cortísima carrera de «estrella musical».

«Estrella musical»… Corre por nuestro interior un vivo temor de que el brillante cristal de su inocencia sea manchado, por el fuerte contacto con el mundo que ahora tiene. Lamentablemente son no pocos los casos de esos los que se han deparado con un final no feliz. Ciertamente las almas generosas no dejarán de elevar una oración al cielo por la protección espiritual de esta niña.

Porque al final de cuentas, la inocencia que se expresa en la mirada de Amira con especial fulgor, es en esencia la misma que viven todos los hombres en la aurora primaveril de su vida terrenal. Entretanto, cuán pocos la conservan…

Y es que no nos podemos engañar, ni siquiera con la refulgente mirada de Amira: al tiempo que hay en el ser humano una poderosísima tendencia hacia Dios, y todos sus bellos reflejos en esta tierra, hay también en él incubado el germen de todos los males, el pecado original, que lamentablemente y con mucha frecuencia arrastra a los hombres hacia el abismo.

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Sin embargo, y más en esta época de Navidad, hay para todos la Buena Noticia por excelencia: para el que hombre se re-yerga de su mal o se preserve de él, fue para eso el propio Dios se hizo hombre, y nos dejó su Iglesia y su propia vida divina presente en los sacramentos, en la oración de la Iglesia.

Sí: para que los puros ojos azules de Amira (y los de todos los niños del mundo) sigan siendo cristalinos, nada hay mejor que instruirla en la doctrina cristiana, que enseñarle a hacer oración, enseñarle a amar a la Virgen y acercarla cuanto antes a los Sacramentos.

Así, no solo se preserva la inocencia bautismal, sino que el ser humano es elevado a un grado de dignidad inimaginable, el de verdadero Hijo de Dios, hermano del Niño Dios.

Esa fuerza que así nos viene de la gracia, nos fortalece contra nuestros enemigos espirituales internos y externos, y permite vivir en el mundo encantado de la inocencia, sin la cual nadie entrará al Reino celestial. Esa fuerza es tan poderosa, que incluso restaura, aquello que se ha perdido.

Por Saúl Castiblanco

 

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Redacción (Lunes, 23-12-2013, Gaudium Press) Muchos de los testimonios de su época resaltan cómo Santo Tomás practicó eximiamente la virtud de la amistad. En la Suma Teológica él no dudó en afirmar que un buen amigo «vale más que la honra, y ser amado es mejor que ser honrado».[1] En ese sentido, es digno de nota recordar el gran afecto que él manifestaba a Fray Reginaldo de Piperno, su secretario privado.

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Al escribir el Compendio de Teología, en un gesto de profunda amistad, Santo Tomás dedicó esa obra a su devotado compañero de trabajo: el «hijo queridísimo Reginaldo».[2]

Otro ejemplo de amistad que perduró a lo largo de toda la vida fue aquella entre Santo Tomás y San Buenaventura. Tenían prácticamente la misma edad y recibieron juntos el título de ‘Magister’, en la Universidad de París. Chesterton los caracterizaba como «discordantes amigos»,[3] pues, aunque luchasen a favor de la misma Verdad, muchas veces presentaron puntos de vista diferentes, sin, entretanto, olvidar las reglas de la caridad.

Dios los quiso juntos tanto en la tierra como en el Cielo, pues ambos partieron para la eternidad en el año 1274. Dante, en su obra La divina comedia, al describir el Paraíso, presenta a Santo Tomás alabando las glorias de San Francisco, y San Buenaventura, a su vez, en un gesto de santa retribución, exaltando las virtudes de Santo Domingo.

Un hecho que atestigua la mutua estima entre esos dos santos se dio cuando el Angélico fue al convento de los franciscanos, a fin de hacer una visita a su amigo San Buenaventura. Como de costumbre, Santo Tomás entró directamente en la celda del fraile y lo encontró sentado, absorto en la tarea de escribir una biografía de su fundador, San Francisco de Asís.

Santo Tomás contempló por algún tiempo la edificante escena y, en una manifestación de profunda delicadeza, se retiró silenciosamente a fin de no interrumpirlo. Uno de los frailes quiso alertar a San Buenaventura sobre la presencia de su amigo Tomás, mas este no permitió. Y, mientras se retiraba, el Angélico comentó: «Dejemos que un santo escriba la vida de otro santo…»[4]

Por el Diác. Inácio de Araújo Almeida
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[1] Summa Theologiae, II-II, q. 74, a. 2.
[2] Compendium Theologiae, I, cap. I.
[3] Chesterton, G.K. Op. Cit., p. 109.
[4] Spiazzi, Raimondo. San Tommaso D’Aquino. Biografia Documentata di un uomo buono, inteligente, veramente grande. Bologna: ESD, 1995, p. 96.

 

 

Fuente:: Gaudium Press

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