Obispo de Zamora, España: «No os acomplejéis si os llaman reaccionarios por defender la vida humana»

Zamora (Martes, 31-12-2013, Gaudium Press) En la eucaristía en que se conmemoraba la fiesta de la Sagrada Familia, el obispo de Zamora, España, Mons. Gregorio Martínez Sacristán, se mostró ufano de la defensa de la vida humana que hace la doctrina de la Iglesia Católica: «No os acomplejéis si os llaman reaccionarios por defender la vida humana, porque estáis haciendo una aportación fundamental a la verdad y la dignidad del hombre».

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El prelado acompaña tradicionalmente la celebración que la iglesia parroquial de San Torcuato hace, donde participan matrimonios que celebraron en el año que concluye sus bodas de plata y oro.

Al final de la celebración los matrimonios vieron reconocido su compromiso y fidelidad con una flor de pascua y un diploma, ante una iglesia abarrotada de fieles. En la homilía, el obispo invitó a estas parejas a «dar gracias a Dios y alabar su nombre por este don que os ha dado de permanecer fieles, de vivir la fidelidad y la entrega a los hijos».

De forma a que no quedara duda del sentido de sus palabras, en un segundo momento de su predicación el prelado señaló que una jornada como ésta «no sólo tiene por fin dar gracias a Dios por el don de la familia, sino también recordarnos los principios fundamentales de nuestra fe en torno al matrimonio y a la familia». Y aprovechó para hacer hincapié en el mensaje de los obispos españoles para este día, en torno a la complementariedad del varón y la mujer en el matrimonio.

Monseñor Martínez Sacristán añadió que «ese matrimonio está abierto a la vida, y la vida es intocable, desde su concepción hasta su término natural». Se refirió a esta cuestión, la del valor de la vida humana, como «una verdad innegociable, algo de lo que no se puede opinar».

Por eso, en el contexto actual insistió a los fieles: «no os acomplejéis si os llaman reaccionarios por defender la vida humana, porque estáis haciendo una aportación fundamental a la verdad y la dignidad del hombre». Y afirmó: «y en este sentido, yo también me siento reaccionario, si llaman reaccionario a defender la vida humana».

Un momento anecdótico de la celebración tuvo lugar cuando, ante el lloro continuado de un niño pequeño, el obispo dijo que eso le recordaba «a los cantos de los ángeles», y señaló que le alegraba que «haya esos llantos en las iglesias, que no molestan».

Con información de Infocatolica

Fuente:: Gaudium Press

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Redacción (Martes, 31-12-2013, Gaudium Press) En el orden puramente natural, Dios Creador nos comunica, a través de nuestros padres, el ser y la naturaleza específica del hombre, pero no su propio ser y su naturaleza divina. El hombre fue creado a imagen de Dios, según el Génesis: «Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, creó el hombre y la mujer» (Gn 1,27), pero no le fue dada la naturaleza divina en el momento de la creación. Es una simple criatura salida de las manos de Dios, aunque muy perfecta; inferior apenas a los ángeles.

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Conforme explica el padre Royo Marín, «toda verdadera filiación -sea de que orden fuere- consiste en recibir, por vía de generación natural, la vida y la naturaleza específica del propio padre. No hay otro procedimiento posible para establecer la relación padre-hijo -hablando propiamente y en sentido estricto- que la vía de causalidad generadora».1

Es la gracia que da al ser humano la condición de hijo de Dios. Desde el principio Dios elevó al hombre al orden sobrenatural, constituyéndolo fundamentalmente por la gracia y justicia original, sin que jamás haya existido para el hombre un estado de simple naturaleza. Desde el primer instante de su existencia, nuestro primer padre, Adán, «recibió de Dios la santidad y la justicia» (D 788), o sea, fue creado en el estado de gracia santificante. Es lo que expresa el Concilio Vaticano I: «Dios, por su infinita bondad, ‘ordenó al hombre a un fin sobrenatural’, esto es, a participar de los bienes divinos que sobrepujan totalmente la inteligencia de la mente humana, pues, en verdad, ‘ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre probó lo que Dios preparó para los que lo aman’ (1 Cor 2,9; Can. 2 e 3)» (D 1786).

De manera clara y simple se puede decir, entonces, que la gracia es, pues, un don divino, que Dios infunde en el alma humana, dándole una participación en su propia naturaleza divina, haciendo al hombre semejante a Él en su propia divinidad. Lo que quiere decir, tornándolo hijo, por esta participación en su propia naturaleza. Divinizando a cada uno, con «d» minúscula.

Un ejemplo muy ilustrativo, basado en San Buenaventura y presentado en una conferencia por Mons. João Clá Dias, EP, fundador de los Heraldos del Evangelio, permite comprender bien lo que sería la naturaleza en estado puro o tomada por la gracia: sería el de una catedral, llena de vitrales, pero a la medianoche y sin ninguna iluminación. Todo oscuro. Se entra a tientas y se van acostumbrando a las vistas. Se consigue divisar un pequeño punto de luz roja brujuleando al fondo, y es la pequeña lamparita del Santísimo, única y tenue iluminación visible. Pasa el tiempo, comienza a amanecer el día y a iluminarse los vitrales.

«Llega una cierta hora en que el sol bate fuerte en los vitrales y aquella luz toda se extiende por el piso con colores y más colores. Es una feria que eleva el alma y la persona queda extasiada por ver los magníficos vitrales iluminados por el sol. ¿Qué es el vitral a la medianoche? Es el alma humana sin la gracia. El vitral bañado por el sol es el alma bañada por la gracia. Es el vitral que, sin ser luz, pasa a iluminar, por la luz del sol que él incorpora. Así es el alma humana que, sin ser Dios, incorpora la vida divina en sí misma y ve las cosas, las comprende de dentro de la vida de Dios, por la gracia».2

Pero el hombre, infelizmente, no fue fiel a las exigencias que le fueron impuestas por esta elevación gratuita al orden sobrenatural. El hombre transgredió el mandamiento de Dios y pecó. Aclara Royo Marín que «por el pecado original, nuestros primeros padres perdieron, para sí y para todos sus descendientes, el inmenso tesoro sobrenatural que habían recibido de Dios, y que habrían heredado todos sus hijos, si no lo perdiesen irremediablemente por el pecado». 3

Todas las gracias, virtudes y dones que había recibido de Dios fueron perdidos. La filiación divina quedó manchada, pues no puede un hijo de Dios, en el sentido más exacto del término, desobedecer a las leyes prescritas por Él mismo. Quedó manchada toda la creación humana.

El Concilio de Trento definió así esta doctrina:

«Si alguien no cree que el primer hombre, Adán, al transgredir el mandamiento de Dios en el Paraíso, perdió inmediatamente la santidad y justicia en que había sido constituido (…), sea anatema (D 788).

Si alguien afirma que la prevaricación de Adán solo perjudicó a él, y no a su descendencia; o que la santidad y justicia recibida de Dios, perdida por él, la perdió solo para sí, y no también para todos nosotros; o todavía que, manchado él por el pecado de la desobediencia, transmitió al género humano solamente la muerte y las penas del cuerpo, pero no el pecado, que es la muerte del alma, sea anatema, pues contradice al Apóstol que declara: ‘Por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y, por el pecado, la muerte, por tanto todos pecaron'». (Rom 5,12) (D 789)

El Pecado Original trajo consecuencias desastrosas para la humanidad. El hombre quedó con su naturaleza desordenada, con sus pasiones desenfrenadas, con un egoísmo desmedido y fue capaz de cometer muchos otros actos malos, o sea, otros pecados personales.

Se define, pues, el pecado, según la Suma Teológica:

El pecado, según fue dicho, es el acto humano malo. Un acto es humano desde que sea voluntario, o de modo elícito, como el querer y el escoger; o de manera imperada, como los actos exteriores de la palabra o de la acción. Un acto humano es malo porque le falta la debida medida. Toda medida de una cosa se toma por comparación a una regla, de la cual, si ella se aleja, será sin medida. Para la voluntad humana hay dos reglas. Una, bien próxima y homogénea, que es la propia razón humana. La otra, que sirve de regla suprema, es la ley eterna, de cierto modo la razón de Dios. Es ahí que Agustín afirmó dos cosas en la definición de pecado. Una dice respecto a la substancia del acto humano, y es por así decir la materia del pecado, al decir: ‘dicho, hecho, deseado’. La otra se refiere a la razón de mal, y es por así decir la forma en el pecado al decir: ‘contra la ley eterna’.4

El pecado es, por tanto, la violación consciente y voluntaria de la ley de la razón, de la consciencia y de la ley de Dios.

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Perdida la vida divina sobrenatural con el pecado, el hombre quedó reducido a sus propias fuerzas, que de sí mismas jamás podrían reparar la catástrofe producida por el pecado original o por sus pecados personales, por el abismo infinito que existe entre Dios y el hombre. Era imposible cubrir esta distancia por las potencias humanas, tan debilitadas por las consecuencias del pecado.

Así como la gracia fue dada gratuitamente por Dios, también la reparación del pecado lo fue. Dice el Apóstol Pablo, revelando el gran misterio de nuestra redención y reconciliación con el Creador:

Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por nuestros delitos, nos dio la vida por Cristo -gratuitamente fuimos salvados – y nos resucitó y nos dio asiento en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la excelsa riqueza de su gracia por su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús. Pues gratuitamente fuisteis salvados por la fe; y esto no viene de vosotros, es don de Dios (Ef 2,4-8).

De ese modo, Cristo pasó a ser, después del pecado, la única fuente de la vida sobrenatural, por tanto de la gracia. Aclara además Royo Marín que «No se concedió, ni se concederá jamás al género humano una sola gracia sobrenatural a no ser por Cristo o en atención a Él, pues de ‘su plenitud recibimos, todos, gracia sobre gracia’ (Jo 1,16). El mismo Cristo manifestó expresamente, con inefable amor y misericordia, que vino al mundo ‘para que los hombres tengan vida, y la tengan en abundancia’ (Jo 10,10)».5

Con la redención, el hombre no solo puede seguir siendo hijo de Dios, a través del bautismo, recuperando la gracia perdida con el pecado, sino que se puede tornar todavía más semejante a Él en la hermandad con Jesucristo encarnado.

Por la Hna. Juliane Campos, EP

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1ROYO MARÍN, Antonio. Teología de la Salvación. 4. ed. Madrid : B.A.C., 1997. p. 3
2CLÁ DIAS, João S. Conferencia. São Paulo, 25 nov. 1996.
3ROYO MARÍN, António. Op. cit. p. 10
4SANTO TOMÁS DE AQUINO. S.Th. I-II, q.71, a.6
5ROYO MARÍN, António. Op. cit. p. 11.

 

 

Fuente:: Gaudium Press

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Redacción (Martes, 31-12-2013, Gaudium Press) Este 1º de enero miles de fieles mexicanos celebrarán una hermosa tradición, que es signo de fe y confianza en Dios al comenzar un nuevo año; ella es la bendición de las velas de la Divina Providencia.

La tradición, vivida con fe entre los fieles católicos, consiste en acudir al templo durante el primer día del año para bendecir 12 velas, que luego, en oración, serán encendidas cada primer día de los 12 meses del año, como un signo de confianza en la Divina Providencia.

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Con esta expresión de fe, que está lejos de ser un ritual más del nuevo año, los fieles manifiestan su confianza en Dios, quien dará, si es su voluntad, salud, alimento, techo y trabajo.

Antes de bendecir las velas es costumbre hacer una reflexión en familia, o a solas, sobre el significado de la confianza en Dios, y con el propósito de acogerse a su voluntad, para que sea Él quien guie el caminar del año que inicia.

«Confiar en la Divina Providencia es poder decir: ‘Creo y espero en Dios’. Es tener conciencia de que Dios, como papá bueno y lleno de amor proporciona lo necesario en el momento preciso, sin necesidad de pedirlo y si Él sabe que no hará daño», expone el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME), sobre la tradición.

Tras la reflexión, los fieles llevan los velones a la celebración Eucarística de Año Nuevo, donde, luego de la comunión y antes de la bendición final, el sacerdote bendice las 12 velas que luego serán encendidas en lo corrido del año.

De esta manera -como ocurre con el Cirio Pascual que significa a Cristo Resucitado, quien pasó de la muerte a la vida y es luz de salvación-, las velas de la Divina Providencia se convierten en signo de la luz que Jesucristo trae para iluminar las tinieblas del pecado y de la muerte, así como signo de fe, de servicio y de acción de gracias a Dios.

«Para darle un mayor realce al verdadero sentido a esta tradición, se puede realizar una reunión familiar de oración el primer día del mes para encender la vela y dar gracias por todo lo recibido, así como pedir por el bienestar de todos o por la persona más necesitada de la familia», concluye SIAME.

Con información de SIAME.

 

Fuente:: Gaudium Press

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En una escuela de los EE. UU. los alumnos de enseñanza media están encantados con el latín

Lincoln (Martes, 31-12-2013, Gaudium Press) En Hasting, Nebraska, en los EE.UU., el Padre Joseph Faulkner está satisfecho con los resultados de su particular técnica de enseñanza del latín. Efectivamente, en el marco del curso «Lenguas Clásicas», de la Escuela Santa Cecilia de la ciudad, él enseña Latín, de una manera especial.

Es el segundo año en que da esta clase. Antiguamente ella se limitaba a investigar sobre etimologías y las raíces de las palabras en el Latín y el Griego, pero «el año pasado me di cuenta que usted tiene que entender esas ‘pequeñas cosas locas’ llamadas declinaciones para entender por qué el nombre [latino] para rey es ‘rex’, pero el adjetivo en inglés [real] es ‘regal’ «, dice el sacerdote.

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Las declinaciones son las terminaciones de las palabras en el latín -terminaciones post-raíz, el sufijo añadido a la raíz de las palabras-, que indican cuál es el uso gramatical que esa palabra está cumpliendo en la frase. Siendo un elemento extraño a muchas lenguas, no es tan fácil de asimilar.

El método de enseñanza del Padre incluye órdenes sencillas en el salón de clase: Él señala, gesticula, hace que un muchacho lance una bola a otro, poco a poco agrega sencillas comprensiones de lectura, usando gráficos y frases en Inglés.

El método del P. Faulkner es pensado como una aproximación a ese tipo de intuición de la primera infancia, con la cuál los niños aprenden el lenguaje materno. Dice el sacerdote que así es como los niños aprenden el lenguaje: «Los niños adquieren primero los nombres [sustantivos]; entonces ellos comienzan a obtener posesión: ‘mi bola’; luego ‘mi hago (alguna cosa)’; y finalmente ‘yo hago (alguna cosa)’. Ellos adquieren eso poco a poco, y usted lentamente agrega más».

«Y yo generalmente no los corrijo en este punto. Nosotros no corregimos a los niños de tres años cuando ellos usan una gramática incorrecta, nosotros los aplaudimos por usar las palabras correctas, y eventualmente les damos algo de gramática», afirma.

Los resultados en los chicos están a la vista.

Ellos han comenzado a hacer árboles familiares, y a componer pequeñas oraciones en Latín, que expresan relaciones familiares. Ellos han aprendido no solo a traducir, sino a escuchar y a hablar, tal como hacen los niños. Ellos no van traduciendo palabra por palabra, sino que han ido adquiriendo el sentido de cada palabra en los contextos de las frases.

«El cerebro capta mejor un idioma cuando se habla, se lee y se escribe».

El prelado del cuál depende el Padre Faulkner, Mons. James Conley, obispo de Lincoln, no solo conoce la iniciativa sino que la quiere difundir. Para él, es muy clara la gran ventaja para la formación general de un joven, el que él tenga conocimiento del latín, y de esa manera.

«La educación se está convirtiendo en la memorización y está mecanizada… Las escuelas católicas pueden hacer participar la imaginación y la creatividad de los estudiantes».

«Las escuelas católicas pueden involucrar el alma. [La Escuela] Santa Cecilia está haciendo eso. Así son todas las escuelas católicas de nuestra diócesis. La educación católica ofrece visiones del mundo y oportunidades que no puedes encontrar en ningún otro lugar», dice Mons. Conley. El prelado también recuerda que el latín puede abrir la puerta a «las piedras angulares de la cultura occidental».

«He escuchado que a los niños les encanta ir a casa y presumir junto a sus mamás que pueden hablar latín -dice el P. Faulkner. Eso es bueno. Si usted está presumiendo de su Latín en casa, me siento bien acerca de esta clase». También él ha escuchado que los chicos envían ‘tuits’ en latín. Eso es un incentivo para continuar y perfeccionar su labor.

Con información del National Catholic Register

 

Fuente:: Gaudium Press

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Palencia (Martes, 31-12-2013, Gaudium Press)

Ea que eres como una perla
Ola que los niños te adoran
Oye que te rondan pastores
Vaya que eres sol refulgente,
Niño del Alma, Niño del Alma.

Con este bello villancico miles de fieles de Palencia, y de diversos lugares de España y el mundo, celebrarán este 1º de enero el tradicional Bautizo del Niño Jesús, conmemoración de más de cinco siglos de tradición, que ocurre al comenzar el año en la ciudad española.

Organizada por la Cofradía del Dulce Nombre del Niño Jesús, la celebración, de origen italiano, tiene lugar cada año en la Iglesia San Miguel en varios actos que se desarrollan en el interior y los alrededores del templo.

Debido a la gran afluencia de fieles y visitantes que llegan a Palencia con motivo de este acontecimiento, la celebración del Bautizo del Niño Jesús fue reconocido en el año 1999 como Fiesta de Interés Turístico Regional.

Como es la costumbre cada primer día del año, la conmemoración del Bautizo del Divino Infante, que ocurre en torno a una preciosa talla barroca vestida de Rey, comenzará a las 12:00 del mediodía con la Santa Misa en la Iglesia de San Miguel, que en esta oportunidad presidirá Mons. Esteban Escudero Torres, Obispo de Palencia. En la ocasión los niños del Coro Parroquial entregarán a la imagen del Niño Jesús una Ofrenda Floral.

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Tras la celebración Eucarística, las conmemoraciones del Bautizo del pequeño infante, continuarán a las 16:30 horas con la salida procesional de la talla del Niño Dios que, como ocurre cada año, portarán las autoridades locales y algunos miembros de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús.

La procesión será ocasión para rezar el Santo Rosario y renovar las promesas del Bautismo. Ésta iniciará dentro del templo y será encabezada por el estandarte de la Cofradía y seguida por los hermanos cofrades, quienes abrirán paso a la imagen del Niño Jesús y mecerán al Divino Infante al son del villancico «Ea», que cantarán los Coros de San Miguel, la Banda Municipal de Música, los Dulzaineros y los fieles presentes.

Tras el canto del villancico, la procesión saldrá por las calles y finalizará en la Casa Rectoral, donde tendrá lugar la llamada «Pedrea» de golosinas, caramelos y confites. Acto con el que se clausura cada año esta conmemoración.

Con información de la Diócesis de Palencia y de la Cofradía del Dulce Nombre del Niño Jesús.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Ciudad del Vaticano (VIS).- La intención general del apostolado de la oración del Santo Padre para el mes de enero de 2014 es :”Para que se promueva un desarrollo económico auténtico,respetuoso de la dignidad de todas las personas y todos los pueblos”.
 
Su intención evangelizadora es: “Para que los cristianos de las distintas confesiones caminen hacia la unidad deseada por Cristo”.

Fuente:: News.va

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familias2013La Festividad de la Sagrada Familia hizo de ambas capitales españolas sendos centros neurálgicos de la defensa de la familia y la proclamación de su vocación misionera. 

Madrid: La Familia, un lugar privilegiado

La plaza de Colón de Madrid  se convirtió, un año más, en una inmensa catedral al aire libre que reunió a millares de personas llegadas de todos los puntos de España y varios países europeos para participar en la fiesta de las Familias y la Santa Misa presidida por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela y concelebrada por varios obispos, entre los que se encontraba Mons. Juan Antonio Reig Pla, presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Vida.

Durante la homilía, el cardenal de Madrid señaló que “hoy es el día para proclamar y testimoniar con gozo la alegría de la Familia como lugar privilegiado para el anuncio del Evangelio a todas las naciones! Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, nos ha invitado a emprender la nueva etapa evangelizadora de la Iglesia marcándola con el sello de la alegría que brota de las entrañas mismas del Evangelio, porque “con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG, 1) ?nos dice?. Y no cabe ninguna duda: a ese Evangelio de la alegría, que es Jesucristo, pertenece como nota esencial la Buena Noticia de la Familia: ¡de la familia cristiana!”.

Mons. Rouco Varela animó vivamente a las familias a testimoniar su fe en medio de lo que el papa Francisco ha calificados como la “cultura de la tristeza”. En este sentido, el Cardenal destacó que hoy día es posible y necesaria la presencia de la familia cristiana en la sociedad “¡No! No se ha hecho imposible el modelo de la familia cristiana. Esa luz y esa fuerza de la gracia de una madura fe cristiana la hace invencible y capaz de sobreponerse y superar cualquier desafío del Maligno y cualquier debilidad nacida del pecado. Esta fe viva está al alcance de la familia cristiana cuando en la escucha de la Palabra de Dios, en la oración compartida y en la acción de gracias eucarística se abre a la gracia de la presencia y del ejemplo de la Sagrada Familia de Nazareth (…) La Iglesia y el mundo de nuestros días os necesitan ?como muy pocas veces ha sucedido en el pasado? para llevar el Evangelio al corazón del hombre y de la cultura contemporáneas. Habéis recibido de Dios un don precioso de incalculable valor: el de la fe y el de ser familia cristiana. “Redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe” (Benedicto XVI, Porta Fidei). ¡Comunicadla y transmitidla en familia y familiarmente a todas las personas y a todas las familias vecinas y lejanas, incluso más allá de vuestras fronteras. ¡Sed familias misioneras!”

 Tras la celebración de la Eucaristía, un centenar de familias fueron enviadas, como misioneros a diversos puntos de la geografía mundial. Durante al menos tres años, estas familias compartirán su vida diaria y serán ejemplo de familias cristianas en diversos lugares.

Descarga la Homilía del Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal-Arzobispo de Madrid en la Fiesta de las Familias

Barcelona: En la familia el amor  nos impulsa a superar nuestros límites

PagliaLa capital catalana celebró asimismo una solemne Eucaristía en la catedral de la Sagrada Familia en esta festividad. Mons.  Vicenzo PagliaPresidente del Pontificio Consejo para la Familia fue el encargado de presidir esta celebración que uso el broche de oro a una semana dedicada a profundizar sobre los  “Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización”.

En su homilía Mons. Paglia señaló que, con la convocatoria del Sinodo de la Familia, el papa Francisco “Quiere que todas las comunidades cristianas dediquen una mayor atención a las familias. No se pueden dejar solas las familias, sobre todo las que pasan más dificultades. Y también hay que ayudar a nuestros jóvenes para que entiendan la belleza de casarse y formar una familia. La fiesta de hoy nos dice que también Jesús necesitó la familia”.

El presidente del Pontificio Consejo para la Familia señaló la necesidad de un padre y una madre para cada hijo y realizó, asimismo, una llamada a la generosidad destacando que” el Evangelio nos dice que los niños, empezando por Jesús, necesitan un padre y una madre para poder nacer y crecer. Desgraciadamente a veces los adultos olvidan esta verdad tan obvia, quizás porque quieren satisfacer sus deseos sin tener en cuenta la necesidad que tienen los más pequeños de tener un padre y una madre cerca. Es difícil crecer en la salud del cuerpo y del corazón sin tener una familia. Sólo hay que ver los numerosos niños abandonados, sin afecto y compañía! La familia por sí sola, lo sabemos, no es suficiente. Es necesario que las familias se encuentren entre ellas y se ayuden. Esto mismo es lo que ocurrió con aquella joven familia. Ya en Belén acudieron los pastores y después los magos. Es indispensable que también hoy se vuelvan a crear lazos más amplios. Podríamos decir que cada familia necesita que lleguen pastores que lleven alegría y magos que lleven regalos”.

En esta línea, realizó además una segunda consideración: “Si bien es cierto que Jesús necesitó a María y a José, también es cierto que ellos necesitaron a Jesús. Sin él, aquella familia ni siquiera habría empezado. ¿Qué significa eso para nosotros? Significa que no es suficiente un amor circunscrito entre dos personas. En la familia el amor es una energía que genera hijos, que nos hace salir de los límites de nuestro recinto, que nos impulsa a superar nuestros límites. El amor que se debe vivir en nuestras familias no queda limitado a las paredes de casa”.

Descarga la Homilía del Arzobispo Vincenzo Paglia

(Agencia SIC)

Fuente:: SIC

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Mons. Juan del RíoEl Mensaje para la Jornada Mundial del 1 de enero de 2014,  lleva por título: La fraternidad, fundamento y camino para la paz. El Papa Francisco recupera con él una noción básica, que estaba algo olvidada a la hora de abordar el tema de la paz entre los pueblos. Se trata de una proposición ineludible para vencer la pobreza, extinguir la guerra, oponerse al crimen organizado, y proteger y cultivar la naturaleza. Es necesario pues, que “la fraternidad sea descubierta, amada, experimentada, anunciada y testimoniada”.

El punto de partida del documento es el hombre como ser relacional, presentando a la familia como fuente de toda fraternidad. Las nuevas intercomunicaciones hacen más palpable la conciencia de que todas las naciones de la tierra tienen un destino común, que se ve amenazado por la “globalización de la indiferencia”. La indolencia conlleva la violación continua de los derechos fundamentales, sobre todo del derecho a la vida y a la libertad religiosa. De forma análoga, el crecimiento de la pobreza y de las injusticias sociales, revela una mentalidad del “descarte, que acarrea el desprecio y el abandono de los más débiles, de cuantos son considerados inútiles”. Sin embargo, el respeto absoluto a la dignidad de la persona se basa en la común paternidad y filiación que todos poseemos. El humanismo sin Dios llega a la negación teórica y práctica del hombre y de su capacidad para crear un mundo más fraternal.

El relato de Caín y Abel (cf. Gen 4-16) nos enseña que la humanidad lleva inscrita en sí una vocación a la fraternidad, pero también la dramática posibilidad de su traición. De ello da testimonio el egoísmo cotidiano, que está en el fondo de todas las guerras e injusticias. Con la venida de Jesús,  la fraternidad recupera su fuerza original, debilitada por el pecado, porque Él ha creado en sí mismo un solo pueblo, un solo hombre nuevo, una sola humanidad (cf. Flp2,8-16). Desde entonces, la fraternidad es la afirmación y el compromiso decidido de hacer de la historia del hombre una historia de amor y de paz. Su deterioro trae como consecuencia la pobreza y el hambre en el mundo. En las actuales circunstancias de crisis económicas y financieras, deberíamos pensar en “las oportunas revisiones de los modelos económicos y a un cambio en los estilos de vida”.

Si hay algo que no hace falta demostrar es la perpetuación de la violencia y de las guerras entre las naciones, a pesar de que mantenemos las aspiraciones y sentimientos de paz. ¿Cómo pueden darse ambas a la vez? El origen está en la ambivalencia de la naturaleza humana, herida por el pecado, que  “hace lo que no desea y deja de hacer aquello que desea” (Rom7, 14-25). Dice el Papa que, ante ello, “se necesita una conversión de los corazones que permita a cada uno reconocer en el otro un hermano del que preocuparse, con el que colaborar para construir una vida plena para todos”. Ello exigirá siempre: el diálogo, el perdón y la reconciliación como expresión de fraternidad. Este es el camino a transitar para superar los conflictos armados entre los hombres.

La tarea educativa es muy importante para progresar hacia la fraternidad. Es en la familia, escuela e instituciones sociales, donde la persona aprende a no considerar al prójimo como un enemigo o adversario al que eliminar o utilizar. Será mediante la intensificación de un auténtico espíritu de fraternidad, como se vencerá las lacras sociales tales como: el crimen organizado, la droga, la prostitución, el blanqueo de capitales, y otros tipos de corrupciones. El Papa recuerda la labor callada de la Iglesia, en estos ámbitos, para liberar al hombre de estas esclavitudes modernas que tanta violencia y dolor produce a la sociedad.

Por último, el Obispo de Roma termina su Mensaje haciéndonos ver cómo la fraternidad ayuda a proteger y cultivar la naturaleza, administrándola responsablemente. Recuerda “a todos el necesario destino universal de los bienes, que es uno de los principios clave de la doctrinas social de la Iglesia”. En efecto, si no se tiene acceso a los bienes básicos de la subsistencia, no habrá fraternidad. Las organizaciones sociales han de buscar los modos para que todos los hombres y mujeres  puedan beneficiarse de los frutos de la tierra.

 

+ Juan del Río Martín

Arzobispo Castrense de España

Fuente:: Mons. Juan del Río

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taizeEuropa “tiene necesidad de su empeño, de su coraje y de su fe” para superar los momentos difíciles que aún vive. Es cuanto afirma el Papa Francisco en su mensaje a los jóvenes que se reunirán a partir del 28 de diciembre en Estrasburgo, con ocasión del 36° encuentro europeo organizado por la Comunidad ecuménica de Taizé. En efecto, estos jóvenes, procedentes de toda Europa, son acogidos por las familias y hasta el próximo 1° de enero vivirán diversos momentos de oración y de reflexión.

El Santo Padre define fuertemente simbólico el encuentro de este año que se celebra simultáneamente en Francia y en Alemania, en las regiones de Alsacia y de Ortenau: “Una tierra lacerada por las guerras que causaron numerosas víctimas, pero también una tierra que lleva una gran esperanza, la de la construcción de la familia europea”. El Papa Bergoglio recuerda a estos jóvenes que la misión que se han prefijado para todo el 2014 es la de “buscar la comunión visible entre todos aquellos que aman a Cristo”. Y “ustedes – afirma Francisco – son concientes de que la división entre los cristianos representa un gran obstáculo para la realización de la misión encomendada a la Iglesia y que la credibilidad del anuncio cristiano sería mucho más grande si los cristianos lograran superar sus divisiones”.
El Papa – se lee en el mensaje – “comparte con ustedes la convicción de que unos de otros pueden aprender mucho, en cuanto las realidades que se unen son numerosas”. Al concluir su mensaje a los jóvenes de Taizé, Francisco les desea que su testimonio y el espíritu de paz y de reconciliación evangélicos se difundan entre sus coetáneos.

(RV)

Fuente:: SIC

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angelus_papa_navidadLa fiesta de la Sagrada Familia tuvo en Roma especial presencia en las palabras que el papa Francisco dirigió a los fieles congregados en San Pedro para el rezo del Ángelus. Evocando el pasaje evangélico de esta festividad  el Ppaa destacó: “mientras fijamos la mirada en la Santa Familia de Nazaret en el momento en que está constreñida a hacerse prófuga, pensamos en el drama de aquellos migrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación. Pero también pensamos en los “exiliados” que puede haber dentro de las mismas familias: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias molestas”.

El Santo Padre se dirigió además a los participantes en los diversos encuentros y Misas celebradas con motivo de la Sagrada Familia como la que tuvieron lugar en Madrid y Barcelona que reunieron a miles de personas en ambos lugares. 

Alocución del Santo Padre antes del Ángelus:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este primer domingo después de Navidad, la Liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. En efecto, cada pesebre nos muestra a Jesús junto a la Virgen y a San José, en la gruta de Belén. Dios ha querido nacer en una familia humana, ha querido tener una madre y un padre. Como nosotros.

Y hoy el Evangelio nos presenta a la Sagrada Familia en el camino doloroso del exilio, en busca de refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los prófugos, marcada por el miedo, la incertidumbre y las estrecheces (Cfr. Mt 2, 13-15.19-23).

Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad. Casi cada día la televisión y los periódicos dan noticias de prófugos que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para ellos y para sus propias familias.

En tierras lejanas, incluso cuando encuentran trabajo, no siempre, no siempre los prófugos y los inmigrados encuentran acogida verdadera, respeto, aprecio de los valores de los que son portadores. Sus legítimas expectativas chocan con situaciones complejas y dificultades que parecen, a veces, insuperables. Por esta razón, mientras fijamos la mirada en la Sagrada Familia de Nazaret en el momento en que está obligada a hacerse prófuga, pensemos en el drama de aquellos migrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación. Que son víctimas de la trata de personas y del trabajo esclavo. Pero también pensemos en otros “exiliados”, yo los llamaría “exiliados escondidos”, aquellos “exiliados” que puede haber dentro de las mismas familias: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias molestas. Muchas veces pienso que un signo para saber cómo va una familia es ver cómo se tratan en ella a los niños y a los ancianos.

Jesús ha querido pertenecer a una familia que ha experimentado el exilio, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La fuga en Egipto a causa de las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde escapa, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero Dios también está allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en la libertad, proyecta y elige para la vida y la dignidad suya y de sus familiares.

Hoy nuestra mirada sobre la Sagrada Familia nos deja atraer también por la sencillez de la vida que ella conduce en Nazaret. Es un ejemplo que hace tanto bien a nuestras familias, las ayuda a convertirse cada vez más en comunidad de amor y de reconciliación, en la que se experimenta la ternura, la ayuda recíproca, el perdón recíproco.

Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: “permiso”, “gracias”, “perdón”. Cuando en una familia no se es entrometido, cuando en una familia no se es entrometido y se pide permiso, cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir gracias, gracias, y cuando en una familia uno se da cuenta de que ha hecho algo malo y sabe pedir perdón, ¡en esa familia hay paz y hay alegría!

Recordemos estas tres palabras. Pero podemos repetirlas todos juntos. Permiso, gracias, perdón. Todos: Permiso, gracias, perdón.

Pero también quisiera animar a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad. En efecto, el anuncio del Evangelio pasa ante todo, a través de las familias, para alcanzar después los diversos ámbitos de la vida cotidiana.

Invoquemos con fervor a María Santísima, la Madre de Jesús y Madre nuestra, y a San José, su esposo. Pidamos a ellos que iluminen, consuelen, guíen a toda familia del mundo, para que se pueda cumplir con dignidad y serenidad la misión que Dios le ha encomendado.

(RV/AgenciaSIC)

Fuente:: SIC

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