Río de Janeiro (Jueves, 19-12-2013, Gaudium Press) Son tantas las situaciones de calamidad, y sin embargo, la solidaridad fraterna nos demuestra con clareza que en todos podemos minimizar las dificultades y sufrimientos. Fue lo que dijo el Arzobispo de Río de Janeiro, Mons. Orani João Tempesta, en su más reciente artículo.

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De acuerdo con el prelado, para vivir en 2014 el Año Arquidiocesano de la Caridad, conforme el Plan de Pastoral arquidiocesano, precisamos atender el pedido hecho por el Papa Francisco, en su visita a la comunidad de Varginha, durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), cuando él dio «el auténtico significado del año en que estaremos celebrando».
«La caridad cristiana, que no debe tener límites, es una fuerza tan grande que no teme enfrentar y vencer las barreras», enfatizó.

Para Mons. Orani, la Navidad no es apenas una fecha o un puro y simple recuerdo. «La Navidad es un acontecimiento, cuando renovamos en nuestras vidas la presencia de Aquel que nació para nuestra salvación: Jesús, el Cristo Señor».

«La Navidad no puede ser reducida a las compras, a las fiestas de confraternización. La Navidad es tiempo de apertura de nuestro corazón para Cristo, que por ternura y amor, vino a hacer morada en nuestro medio».

Preparar la Navidad nos enseña a rezar, según el Arzobispo, pues la Novena de Navidad tiene también este sentido educativo en la Fe, por el hecho de que ella nos enseña a «percibir que el corazón repleto de Dios siempre establece relaciones profundas entre las personas, relaciones de compartir y de anuncio del Evangelio, irradiando la bondad, la caridad y la solidaridad».

Sobre el asunto familia, Mons. Orani cree que la comunión entre los familiares, unidos rezando la Novena de Navidad, «testimonia la caridad y la bondad».

«No vamos a desanimarnos con las dificultades de la vida familiar. Delante del pesebre, que no debería faltar en nuestras casas, pidamos al Niño Jesús que proteja nuestras familias, las que son amenazadas por la violencia y por las dificultades cotidianas. Recemos para que sean curadas las decepciones y concluidos los desacuerdos. Recemos para que aquellas familias que todavía no recibieron la bendición sacramental, a ejemplo de la Sagrada Familia, sean tocadas por el camino nuevo de la bendición nupcial, buscando al padre de su parroquia y regularizando su situación».

Todavía conforme el prelado, la familia evangelizada es como una «institución sacramental enviada a evangelizar aquellos que aún no conocen a Cristo».

Sobre la Novena de Navidad, Mons. Orani resaltó que ella debe tener su gesto concreto, pues «la caridad que enviada para la Iglesia se hará llegar a los más necesitados».

Al final, el Arzobispo aconsejó: «Dentro de las celebraciones de la novena, querido hermano y querida hermana, no se olvide de buscar una buena confesión, que nos ayuda, por el perdón de nuestros pecados, a ir al encuentro de Jesús». (LMI)

De la redacción, con informaciones Arquidiócesis de Río de Janeiro.

Fuente:: Gaudium Press

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Ciudad del Vaticano (Miércoles, 18-12-2013, Gaudium Press) El Beato Pedro Fabro nació el 13 de abril de 1506, en Villaret, Alta Saboya (Francia).

Su adolescencia la pasó apacentando los rebaños de su padre en un valle de los Alpes.
Él estudió en una modesta escuela de su región y fue iniciado en las letras por un fervoroso maestro, el Padre Pierre Veillard. Una formación que, sumada a la que recibió de su católica familia, fue determinante para el florecer de su fe profunda.

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Cuando Pedro Fabro dejó su familia en Saboya y fue a París él respondía a un apelo de su corazón y de su inteligencia que no encontraban satisfacción en su pequeña aldea. Él deseaba proseguir sus estudios, pero en verdad, estaba respondiendo «sí» a un llamado de Dios. Además de maestro en humanidades, Pedro quería ser sacerdote: esta era la verdad.

En París, Pedro se sumergió en el ambiente universitario con toda la disposición posible y contó para eso con la ayuda de su tío sacerdote. Por cerca de diez años estudió en la Ciudad Luz.

En ese sumergir tuvo la posibilidad de intercambiar experiencias con estudiantes de diversos países. La época era de tensiones y cambios en el campo religioso y también en el mundo de las ideas y costumbres.

Inicialmente él ingresó al Colegio Monteigu y, más tarde, Pedro Fabro fue al Colegio Santa Bárbara. En este colegio, estando ya con 19 años, tuvo como compañero de cuarto un joven de su misma edad. Era descendiente de una familia noble de la región de Navarra y tenía pretensiones de tornarse un gran abogado. Los dos, además de compartir todo lo que tenían, compartían también la misma Fe en Dios. El nombre de su compañero era Francisco Javier.

Algún tiempo después llegó un tercer colega. Este era un poco mayor, era de origen vasco y su nombre también era vasco: Iñigo. Iñigo venía de Loyola deseoso de convertir el mundo a Dios. Deprisa se tornara amigo y Javier pasó a ser su profesor.
La amistad creció mucho entre ellos, a punto de rezar juntos, compartir sus deseos, sus dudas, sus certezas, sus esperanzas, la comida y hasta la bolsa. En verdad una convivencia entre hombres de valor y de grandes ideales. Juntos hacían sus profundizaciones en la religión y en el conocimiento de las ciencias.

De esa convivencia que conducía a los más altos páramos surgió mucho más que el embrión de una sociedad humana buena, nació una Orden Religiosa. Una orden Religiosa que se colocaba al servicio de la Iglesia y del Santo Padre y, por la gracia de Dios, se tornó la mayor y más influyente Orden del mundo – ¡la Compañía de Jesús!

El Beato Pedro Fabro fue, entonces, uno de los primeros jesuitas, amigo de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Fabro se tornó maestro en humanidades y filosofía y ordenado sacerdote, el primero de los siete compañeros de San Ignacio.

En medio al torbellino vivido en la época, el grupo de amigos fortalecía la comunión por medio de la oración y de la búsqueda de un camino común. Hicieron los Ejercicios Espirituales bajo la orientación de Ignacio de Loyola.

La vida de Pedro Fabro fue breve, murió a los 40 años. Los últimos diez años fueron de intenso servicio apostólico en el centro y norte de Italia, Francia, Bélgica, Portugal y Alemania, que comenzaba a dividirse por el protestantismo naciente y donde hizo sus conquistas San Pedro Canisio.

Pedro Fabro se consideraba «un contemplativo en la acción». Dotado de una profunda espiritualidad, ejerció gran influencia sobre muchos hombres de todas las condiciones que él fue encontrando a lo largo de su camino.

«Él tenía una dulzura alegre y una cordialidad que nunca encontré en nadie. Entraba, no sé cómo, en la intimidad de los otros, actuaba poco a poco sobre los corazones, y tan bien que por su modo de proceder y el encanto de su palabra, los llevaba al amor de Dios», dice una testigo. Uno de los trazos más característicos de su vida interior era la gran apertura a la moción del Espíritu, que lo llevó a una amplia apertura de corazón a los otros, a un universo fraternal.

Un día en que sintió que «el corazón se cerraba» con personas cuyos defectos él veía y lo inquietaban, oyó como que una respuesta interior: «Teme antes que el Señor te cierre el corazón a su alegría….Si conservares un corazón generoso para con Dios, Él deprisa te mostrará que todos se abren a ti y que tú puedes acoger a todos».

Iñigo, o mejor, Ignacio y Javier fueron canonizados y colocados, el primero como patrono de los Ejercicios Espirituales, el segundo, como patrono de las Misiones.

Ahora, recibirá la gloria de los altares, como santo, el primer sacerdote jesuita, Pedro Fabro.

Los corazones de tres hombres de Dios: Fabro, Javier y Loyola, se unieron en la Universidad de París para hacer el bien, para buscar la voluntad de Dios para sus vidas. Colocaron a Dios por encima de todo y todo lo demás consideraban como muy poco.
Sus bienes, sus inteligencias, voluntad y afecto, las propias vidas, todo fue colocado al servicio del anuncio de la buena nueva, del Reino de Cristo.

Pedro Fabro fue llamado por el Papa para participar del Concilio de Trento.

Falleció en Roma el 1º de agosto de 1546. Fue beatificado por el Beato Pío IX el 5 de septiembre de 1872. (JSG)

De la redacción, con informaciones Radio Vaticana.

Fuente:: Gaudium Press

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Miembros de la Curia Romana dedicarían tiempo a escuchar confesiones en una parroquia por indicación del Papa

Ciudad del Vaticano (Jueves, 19-12-2013, Gaudium Press) La Parroquia del Santo Spirito en Sassia, ubicada fuera de los límites de Ciudad del Vaticano, es ahora centro de atención por la posibilidad de que importantes miembros de la Curia Romana – y tal vez el Papa Francisco – lleguen al lugar para administrar el Sacramento de la Penitencia a los fieles. El anuncio de la iniciativa fue hecho por el Párroco al final de la Eucaristía de la tarde del domingo 15 de diciembre y fue reproducido por varias agencias informativas católicas alrededor del mundo.

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El Santo Padre desea dar énfasis al Sacramento de la Penitencia, según expuso el P. Jozef Barts. Foto: Andrew Wallender.

Según el Padre Jozef Bart, la llegada de algunos Obispos y Cardenales se venía preparando con anterioridad. «Se había planeado para comenzar en enero, pero esta semana llegó noticia de que el Papa deseaba comenzar de inmediato», comunicó el Párroco. La voluntad del Santo Padre es, según el sacerdote, «dar énfasis a la importancia de la Confesión y de la bondad de Dios al perdonar los pecados».

De hecho según registró CNA, el Arzobispo Konrad Krajewski, Limosnero del Papa (quien personalmente ayuda a quienes acuden a la generosidad del Santo padre), ya viene realizando esta tarea desde hace varias semanas. La elección de la parroquia también tiene un sentido especial. En este lugar se promueve especialmente el culto a la Divina Misericordia, según la espiritualidad de Santa Faustina Kowalska. Por este motivo, Mons. Krajewski imparte el sacramento de la Penitencia a las tres de la tarde, considerada la Hora de la Misericordia en memoria de la muerte de Jesucristo en la Cruz.

El Papa Francisco ha recordado en varias oportunidades la importancia de acudir al sacramento de la Penitencia en varias homilías. CNA recordó una anécdota acaecida durante el viaje del Pontífice a Brasil, cuando pidió ser atendido por un sacerdote para confesarse. El presbítero le pidió que se guardara reserva de su identidad por cuanto no deseaba llamar la atención. A esto el Santo Padre le respondió: «Usted debe llamar la atención, porque debe quedar claro que el Papa mismo acude a la Confesión».

La Parroquia del Santo Spirito en Sassia está ubicada e precisamente en la «Via dei Penitenzieri» a unos cinco o seis minutos de la Plaza de San Pedro.

Con información de CNA.

 

Fuente:: Gaudium Press

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federico-lombardi-vaticanoEn la tarde de este miércoles, día 18 de diciembre, y en la sede de la Conferencia Episcopal Española, ha tenido lugar la reunión del Jurado de los Premios ¡Bravo!, que la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social (CEMCS) concede anualmente. Presidido por Mons. Joan Enric Vives, Arzobispo de Urgel, y tras la deliberación de sus miembros, en este año 2013 se ha decidido otorgar a las personas e instituciones relacionadas a continuación los siguientes premios en las categorías previstas.

Premios ¡Bravo! 2013

Premio ¡Bravo! Especial: P. Federico Lombardi, sj.

Premio ¡Bravo! de Prensa: Revista Mundo Cristiano, en su 50º anivesario

Premio ¡Bravo! de Radio: Iglesia Noticia, dirigido por Faustino Catalina y Eva Galvache, de la Cadena COPE

Premio ¡Bravo! de Televisión: MásterChef, de TVE

Premio ¡Bravo! de Cine: Un Dios prohibido, de Contracorriente Producciones

Premio ¡Bravo! de Publicidad: Campaña de la ONCE en su 75º aniversario, de la agencia Bassat Ogilvy

Premio ¡Bravo! de Música: Monstserrat Caballé

Premio ¡Bravo! de Nuevas Tecnologías: Agencia 101, creador de la cuenta en twitter @pontifex

Premio ¡Bravo! al Trabajo Diocesano en Medios de Comunicación: ODISUR, Oficina de información de los Obispos del Sur de España

Con la concesión del estos “Premios ¡Bravo!” se reconoce, “por parte de la Iglesia, la labor meritoria de todos aquellos profesionales de la comunicación en los diversos medios, que se hayan distinguido por el servicio a la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos” (Normas, art. 2).

El Jurado para la concesión de estos “Premios ¡Bravo!” estaba constituido por el Arzobispo Monseñor Vives, como presidente, y han sido sus vocales: Carlos Granados, director de la BAC; Rafael Ortega, presidente de la Unión de Informadores y Periodistas de España (UCIP-E); Jesús de las Heras, director de la revista “Ecclesia”; Isidro Catela, director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española; Juan Orellana, director del Departamento de Cine de la CEMCS; Ulises Bellón Mena, director del Departamento de Prensa de la CEMCS; José Luis Restán, director editorial de la Cadena COPE; y Fernando Martínez Vallvey, decano de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Pontificia de Salamanca; y por José Gabriel Vera, director del Secretariado de la CEMCS, que actuó como secretario.

Fuente:: SIC

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El Jurado designado por la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social (CEMCS) y constituido en Madrid el 18 de diciembre de 2013 ha otorgado los «Premios ¡Bravo!» que concede anualmente la CEMCS, con el fin de “reconocer, por parte de la Iglesia, la labor meritoria de todos aquellos profesionales de la comunicación en los diversos medios, que se hayan distinguido por el servicio a la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos” (Normas, art. 2).

Fuente::

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Dios viene para estar con nosotros: Él es «Dios-con-nosotros». Y para que la gente fije bien en el corazón esta realidad el Papa Francisco pidió a los fieles —reunidos el miércoles 18 de diciembre, por la mañana, en la plaza de San Pedro para la habitual cita de la audiencia general— repetirlo juntos más veces: «Dios-con-nosotros». Y la plaza le seguía, repitiendo al unísono estas tres palabras.

Como uno de nosotros

La Navidad, explicó luego el Pontífice, recuerda precisamente la elección de Jesús de habitar en nuestro mundo real, marcado por «divisiones, maldad, pobreza, prepotencias y guerras». Actuando así Él se hace «como uno de nosotros». Ésta, continuó el Obispo de Roma, es «la manifestación de que Dios “tomó partido” una vez para siempre de la parte del hombre, para salvarnos, para levantarnos del polvo de nuestras miserias, de nuestras dificultades, de nuestros pecados». He aquí por qué la fiesta de Navidad es una «fiesta de la confianza y de la esperanza» que va más allá de «la incertidumbre y del pesimismo».

En este espíritu navideño tuvo lugar el último encuentro semanal del Papa con los fieles en el año que está por concluir: las audiencias generales, en efecto, se suspenden y se retoman el miércoles 8 de enero de 2014. Con este espíritu se ha de leer también el gesto de delicada atención del Papa Francisco respecto a su predecesor Benedicto XVI, con quien mantuvo ayer un coloquio telefónico, intercambiando palabras de saludos y de felicitación.

En la catequesis, el Pontífice insistió en particular en la necesidad de vivir la Navidad haciéndose «pequeños con los pequeños y pobres con los pobres». Porque es «algo feo —destacó— cuando se ve a un cristiano que no quiere abajarse, que no quiere servir». La actitud justa es, en cambio, prestar atención a quienes están solos, marginados, pasando hambre, sin techo, sufriendo o probados por la guerra, en especial los niños. A todos ellos debemos abrir «nuestro corazón de modo que participen en nuestra alegría», dijo al término de la audiencia: dejemos para ellos —ha sido su invitación para una santa Navidad— «un sitio libre en la mesa de la cena de Nochebuena».

Fuente:: News.va

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1_0_756587«Que en esta Navidad, el amor, la bondad y la generosidad entre todos sean un reflejo y una prolongación de la luz de Jesús, que desde la gruta de Belén ilumina nuestros corazones», deseó el Papa Francisco, alentando a pensar en especial en los pobres, los que tienen hambre, los probados por la guerra, con particular atención a los más pequeños. En la última audiencia general de este año 2013, celebrada en la intensidad de la Novena de la Navidad, centrando su catequesis en el nacimiento de Jesús, cuando falta precisamente una semana, el Santo Padre hizo hincapié en esta mañana del 18 de diciembre en que la Navidad es una fiesta de la confianza y de la esperanza. Recibido con grandes muestras de cariño, por los miles de peregrinos que también esta semana acudieron a la Plaza de San Pedro y que en tantos idiomas le desearon mil felicidades, también por su cumpleaños, antes de dar comienzo a su alocución, como es tradicional el Papa recorrió el recinto de la plaza y se detuvo, siempre sonriente, a saludar, acariciar y bendecir, en particular a los niños y enfermos. Incluso se detuvo para tomar un mate.

«Dios se ha puesto de parte de los hombres, con su amor real y concreto. Y este amor, que enardece nuestro corazón, nos «regala» una energía espiritual que nos sostiene en medio de las luchas y fatigas de cada día», destacó el Santo Padre, añadiendo en su catequesis que «de la gozosa contemplación del misterio del Hijo de Dios hecho carne, se desprenden dos consecuencias: La primera es que, en su natividad, Dios se abaja, se hace pequeño y pobre». Por lo que «si queremos ser como Él, no podemos situarnos por encima de los demás, sino que hemos de ponernos a su servicio, ser solidarios, especialmente con los más débiles y marginados, haciéndoles sentir así la cercanía de Dios mismo».
La segunda consecuencia, explicó también el Obispo de Roma es que «ya que Jesús, en su encarnación, se ha comprometido con los hombres hasta el punto de hacerse uno de nosotros, el trato que damos a nuestros hermanos o hermanas se lo estamos dando al mismo Jesús». Por lo que invitó a recordar que «quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve» (1 Jn 4,20). Y confiando a todos a la protección maternal de María, Madre de Dios y Madre nuestra, rogó asimismo para todos su amparo, lleno de alegría y de paz.
En sus saludos en español, el Papa Bergoglio se dirigió también al equipo de fútbol bonaerense San Lorenzo, que con una delegación llevó a la audiencia la copa recién ganada.

(CdM – RV)

Palabras del Papa en español
 
Queridos hermanos y hermanas:Cercanos ya a la Navidad, les propongo hoy una reflexión sobre el nacimiento de Jesús como expresión de la confianza de Dios en el hombre y fundamento de la esperanza del hombre en Dios.
 
El Verbo no se ha encarnado en un mundo ideal, sino que ha querido compartir nuestras alegrías y sufrimientos, y demostrarnos así que Dios se ha puesto de parte de los hombres, con su amor real y concreto. Y este amor, que enardece nuestro corazón, nos «regala» una energía espiritual que nos sostiene en medio de las luchas y fatigas de cada día.
 
De la gozosa contemplación del misterio del Hijo de Dios hecho carne, se desprenden dos consecuencias:
 
La primera es que, en su natividad, Dios se abaja, se hace pequeño y pobre. Por eso, si queremos ser como Él, no podemos situarnos por encima de los demás, sino que hemos de ponernos a su servicio, ser solidarios, especialmente con los más débiles y marginados, haciéndoles sentir así la cercanía de Dios mismo.
 
La segunda: ya que Jesús, en su encarnación, se ha comprometido con los hombres hasta el punto de hacerse uno de nosotros, el trato que damos a nuestros hermanos o hermanas se lo estamos dando al mismo Jesús. Recuerden que «quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve» (1 Jn 4,20).
 
Que en esta Navidad, el amor, la bondad y la generosidad entre todos sean un reflejo y una prolongación de la luz de Jesús, que desde la gruta de Belén ilumina nuestros corazones.
 
********
 
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Confío a todos ustedes a la protección maternal de María, Madre de Dios y Madre nuestra. Que ella los cuide y los llene de alegría y de paz. Muchas gracias.

Fuente:: SIC

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Cáritas InmigraciónEn el Día Internacional del Migrante, Cáritas quiere proclamar con voz alta un mensaje cada vez más silenciado: que las personas migrantes ya forman parte del “nosotros” y que su presencia en nuestra sociedad es un hecho incontestablemente positivo. Nuestra sociedad se ha transformado en una sociedad diversa. Y diversa quiere decir distinta, pero también quiere decir mejor.

Somos conscientes, sin embargo, de que la defensa de esta realidad se produce en un contexto de endurecimiento del discurso y las políticas públicas, que tienden a señalar y criminalizar al “otro”. Por eso, es necesario avanzar, como señala el Papa Francisco, desde “la cultura del rechazo, a la cultura del encuentro”.

En este momento, las políticas de migración, tanto a nivel europeo como a nivel nacional, siguen centradas en unos métodos de control de los flujos migratorios que, bajo el objetivo de reforzar la lucha contra las mafias –que, sin duda, hay que combatir–, no dejan de reforzar los mecanismos de acceso mediante métodos disuasorios que lo único que consiguen es infligir más dolor. Como denuncian los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones en su reciente Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2014, “a los inmigrantes les abrimos las puertas cuando los necesitamos y se las cerramos cuando su presencia choca con nuestros intereses”.

A fecha de hoy, no existen políticas orientadas a explorar otras posibilidades más flexibles de acceso al territorio, ni una apuesta por impulsar políticas de desarrollo económico y social en los países de origen. En lugar de ello, no dejamos de constatar dificultades crecientes en los procedimientos de documentación y renovación, y la persistencia en un modelo que supone encerrar a las personas migrantes en centros de internamiento.

Cáritas está acompañando a personas cuyo proyecto de vida se ve interrumpido por falta de oportunidades, familias que, empujadas al retorno a sus países de origen,  tienen que sufrir una nueva ruptura, un nuevo duelo migratorio y afrontar un regreso que, lejos de ser voluntario, se convierte en una nueva expulsión. Acompañamos también a muchas otras familias, vecinos de nuestras comunidades, que en este nuevo contexto de precariedad social caen en la irregularidad sobrevenida y, con ello, en la exclusión en el acceso a derechos tan básicos como la salud.

Se nos está olvidado integrar y no discriminar. Por eso, como sociedad y como Iglesia no podemos dejar de señalar que las razones para migrar son las mismas que buscan hoy muchos de nuestros jóvenes que emigran en busca de nuevas oportunidades y de un futuro más digno.

Como recuerda el Papa Francisco, “respetando la independencia y la cultura de cada nación, hay que recordar siempre que el planeta es de toda la humanidad y para toda la humanidad, y que el solo hecho de haber nacido en un lugar con menores recursos o menor desarrollo, no significa que vivan en menor dignidad” (Evangelii Gaudium, 190).

(Cáritas)

Fuente:: SIC

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cartel luz de belénEl próximo domingo 22 de diciembre, la Delegación de Pastoral Juvenil de la Diócesis de Teruel y de Albarracín ha organizado un acto de recepción de La Luz de Belén. El proyecto es una iniciativa de Scouts y Guías de Austria que, con la colaboración de Scouts de diferentes países de Europa y otros continentes, reparten la Luz de la Paz encendida cada año por un niño o niña austriaco en la cueva del Nacimiento de Jesús en Belén.

La distribución de la Luz de la Paz a todos los países participantes se realiza desde Viena. Allí, unas semanas antes de Navidad, se reparte la Luz a todas las delegaciones asistentes para que la hagan llegar a sus respectivos países con un mensaje de Paz, Amor y Esperanza. Posteriormente, los Scouts y las Guías la distribuyen por parroquias, hogares particulares, hospitales, residencias de ancianos, prisiones y otras asociaciones de sus respectivos pueblos y ciudades.

Mantén la llama encendida, es el lema de este año

La Luz de la Paz de Belén llegará este fin de semana a Alicante, y desde Alicante será llevada hasta Zaragoza y Teruel

El acto comenzará en la Iglesia de las Madres Carmelitas a las 17:00 horas, para a continuación trasladarla hasta la Iglesia de las Clarisas donde permanecerá todas las navidades para que cada persona pueda llevarla a su hogar.

Finalizada la oración en colaboración con Cáritas Diocesana se hará un camino de velas desde el Belén del pino de la Plaza del Torico hasta la Plaza de San Juan. Es un acto solidario cuyos beneficios íntegros se
destinarán a Cáritas. Animamos a todos los turolenses a que se sumen al mismo, colaboren colocando una vela en este camino de luz navideño y vengan con faroles para poder llevarse la luz a sus casas, familiares y amigos.

Fuente:: SIC

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perez_gonzalezMons. Francisco Pérez    El credo nos ha presentado la fe en la Santísima Trinidad atribuyendo a cada una de las divinas personas una acción propia. El Padre crea, el Hijo salva, el Espíritu Santo santifica. Todas estas acciones van dirigidas al hombre. Son para que en definitiva llegue a la resurrección y a la vida eterna. El último artículo del credo es como un broche de oro que hace que todo encaje en el poliedro de la fe. Lo que la fe propone y nos hace vivir en nuestras obras tiene como finalidad la salvación del hombre. Responde este artículo a las preguntas más trascendentales y acuciantes de la humanidad: de dónde venimos, a dónde vamos, qué es el hombre, cuál es su finalidad sobre la tierra.

Existe una necesidad personal de respuestas. Todos los hombres de todos los tiempos las han buscado desde la razón filosófica, la ciencia y la religión. Hay quienes afirman que todo termina aquí en la tierra y quienes se abren a un porvenir para el hombre después de esta vida. A lo largo de la historia todas las sociedades humanas, pueblos y culturas, han creído en la trascendencia. Lo demuestran las creencias, los monumentos arqueológicos, los ritos, especialmente los funerarios. Sin embargo, sobre todo en los últimos tiempos, el laicismo, el racionalismo y el humanismo ateo proponen una visión del mundo y de la historia sin Dios y sin trascendencia. El hombre se exalta a si mismo, se cree el centro del universo, hasta el punto de pretender sustituir a Dios. Afirma que la existencia humana se agota aquí en la tierra como la de todos los demás seres. Ésta es una visión puramente materialista y negativa de la vida. Pensar que hemos nacido para terminar en la nada es frustrante y cruel.

El saber humano no tiene respuestas satisfactorias para las grandes preguntas. Sólo la fe apoyada en la Palabra de Dios ilumina las realidades finales. En esta vida el ser humano busca la felicidad, pero se observa imperfecto, incapaz de conseguirla. Siente en su interior una tendencia hacia la plenitud, pero se ve muy limitado. Ansía el infinito. Lo expresa muy bien San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.

Dios nos llena de consuelo y esperanza cuando nos regala la fe en la resurrección. Jesucristo nos ha dado la respuesta. Hemos nacido a la vida de esta tierra para llegar a vivir un día, eternamente felices, resucitados en el cielo. Los creyentes profesamos que el hombre tiene una vida después de la muerte en la que habitará plenamente en el amor de Dios. Jesucristo resucitado de entre los muertos es nuestra garantía. La fe en la resurrección de los muertos es un elemento esencial y nuclear que nos identifica como cristianos.

Hemos nacido para el cielo. “Creemos firmemente, y así lo esperamos, que del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y que vive para siempre, igualmente los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado y que Él los resucitará en el último día” (CEC 989 y cf. Jn 6, 39-40).

El Papa Francisco en su catequesis sobre la resurrección dijo: “Es precisamente la resurrección la que nos abre a la esperanza más grande, porque abre nuestra vida y la vida del mundo al futuro eterno de Dios, a la felicidad plena, a la certeza de que el mal, el pecado y la muerte pueden ser derrotados. Y ello lleva a vivir con mayor confianza las realidades cotidianas, a afrontarlas con valentía y con empeño. ¡La resurrección de Cristo es nuestra fuerza!” (Día 3 de Abril del año 2013).

+ Francisco Pérez González

Arzobispo de Pamplona y Tudela

Fuente:: Mons. Francisco Pérez

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