Fuente:: News.va
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Durante la conversación cordial de casi media hora mantenida entre el Santo Padre Francisco y el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, hoy lunes 2 de diciembre, se ha abordado la compleja situación política y social en el Medio Oriente, con especial referencia a la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos, con la esperanza de que se pueda llegar a la mayor brevedad posible a una solución justa y duradera, respetando los derechos de ambos partes.
Además de mencionar el proyecto de la peregrinación del Santo Padre a Tierra Santa, se han abordado una serie de cuestiones relativas a las relaciones entre las autoridades del Estado y de las comunidades católicas locales, y entre el Estado de Israel y la Santa Sede, con la esperanza de que concluyan de manera satisfactoria tras un largo tiempo de preparación.
Fuente:: SIC
Mons. Braulio Rodríguez Cuando los hombres y mujeres viven en un clima tan enrarecido como para que los “placeres” de este mundo les parezcan suficientes para anestesiar el anhelo de la vida eterna, entonces la situación hace que el compromiso radical de tantos cristianos resulte inexplicable. De manera que Cristo, su misericordia, pero también su justicia, el comportamiento moral normal de los cristianos, que no quieren que les oprima la cultura dominante, resultan peligrosas para la sociedad que nos rodea. Pero con eso tenemos que contar.
La elección por parte de los cristianos de la vida según el Espíritu, de la que tanto nos habla san Pablo en Rom 8, fácilmente se convertirá en ocasión de bromas e ironías, e incluso motivo de llevar a los tribunales. También el fin de la vida cristiana –bien sea el paraíso o el infierno- será tenido por quimera, mito o puro fruto de la fantasía. Pero también al revés: cuando se sabe quién es Dios, entonces, el permanecer lejos de Él resulta insufrible, de manera que nace en nosotros una decisión: apartarme, como sea, de lo que me distraiga o me aleje de Dios, de su Jesucristo.
Pero Cristo viene. Vino y vendrá. Pero viene. He aquí la esperanza. La Navidad hay que enfocarla, en el tiempo de preparación, en este Adviento/Venida, como la venida decisiva de Jesús a mi persona, a mi familia, a mi entorno, a mi parroquia, a mi Iglesia, a la sociedad donde vivo. Hay, pues, horizontes; hay futuro; hay salvación para esta humanidad, a los hombres y mujeres que ama el Señor. Hay venida última del Señor, con la que acabará la historia en este mundo.
Seamos nosotros los que en el Adviento alaban y sirven a Dios, y no a los impíos. Yo mismo, aunque sea un gran pecador y no haya logrado todavía superar la tentación ni las insidias del diablo, me esfuerzo en practicar el bien y, por temor al juicio futuro, trato al menos de irme acercando al Señor, que es la perfección. Después de haber escuchado de verdad la palabra del Dios, podemos obtener la salvación, la vida; pues la vida en este mundo tiene un fin, pero se abre a otra vida que eterna. Arrepintámonos, y así serviremos de modelo a aquellos jóvenes, que porque se ha hecho desaparecer todo horizonte de vida que trasciende ésta, no quieren consagrarse a la bondad y el amor de Dios.
Practiquemos el bien, para que nos salvemos. Bienaventurados los que obedecen los preceptos de Dios; aunque por un poco de tiempo hayan de sufrir en este mundo, cosecharán el fruto de la resurrección incorruptible. Por eso, no ha de entristecerse el justo si en el tiempo presente sufre contrariedades: le aguarda un tiempo feliz; volverá a la vida junto a sus antecesores y gozará de una felicidad sin fin y sin mezcla de tristeza. Tampoco ha de hacernos vacilar el ver que los amos y los pillos se enriquecen, mientras los siervos de Dios viven en la estrechez. Sostenemos el combate del Dios vivo y lo ejercitamos en esta vida presente, con miras a obtener la corona de la vida futura.
Acuérdate de mí Señor, “en la hora de nuestra muerte y en el día del juicio”, dice una vieja oración. ¿Quién habla de la hora de su muerte? ¿Quién recuerda el día del juicio? Solamente quien sabe que Dios puede salvarnos y salvar nuestra vida con sus avatares y disparates: Y esto por la venida de Cristo, y “por su preciosa muerte y sepultura; por tu gloriosa resurrección y ascensión y por la venida del Espíritu Santo”.
X Braulio Rodríguez Plaza
Arzobispo de Toledo
Primado de España
Fuente:: Mons. Braulio Rodríguez
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Mons. José Manuel Lorca Comenzamos el tiempo litúrgico del Adviento y durante cuatro semanas se nos expondrán las razones de por qué debemos convertirnos. Esto sólo depende de ti, porque nadie recibe el Misterio de Dios, si no lo desea de corazón. El caso es que jugamos con ventaja, porque Dios no se cansa de esperar para darnos el abrazo de la paz e invitarnos al banquete de la fiesta, pero también es cierto que insiste en advertirnos que estemos en vela, porque no sabemos ni el día, ni la hora. Las lecturas de este domingo nos preparan para la vigilia, para que andemos como hijos de la luz, como en pleno día, por el camino de la salvación y tengamos el coraje de dejar atrás las obras de las tinieblas. Nadie se extrañará de las advertencias que nos hace la Iglesia en Adviento, para librarnos de la monotonía y para que reaccionemos a tiempo. El Adviento es un grito que nos espabila: “¡Estás vivo!, ¡despierta!, ¡vigila!, ¡toma conciencia!…”. Oiremos también hablar de esperanza, de vigilancia, de preparación interior y de humildad.
La liturgia nos hace una llamada a los ‘viatores’, a todos los que peregrinamos en la vida, para que vaciemos nuestras mochilas y eliminemos los pesos muertos, para que dejemos atrás lo inútil, lo que nos impide caminar con soltura. Este ejercicio es siempre conveniente, porque nos centra en lo esencial y nos libra de la pereza, para sacudirnos la negligencia, olvidarnos de las presiones de los señores de este mundo que nos fuerzan al egoísmo, al poco respeto a los otros, a la injusticia y falsedad, a vender humo. Poco a poco irás descubriendo como Dios quiere tu libertad, para que puedas disfrutar de la salvación, que está más cerca que cuando empezaste a creer. Si podemos resumirlo todo, diremos: ¡Revestíos de Cristo!
Se trata de preparar bien la Navidad, las velas de Adviento nos lo recuerdan pedagógicamente, así que, cada vez que entremos a la Iglesia este signo nos está catequizando. Vosotros a lo esencial, a la verdadera conversión, sin caer en las trampas de hacer desaparecer los signos cristianos de la Navidad, la gente felicita las fiestas y no menciona la palabra Navidad; se distrae en la marabunta de la publicidad y de los regalos, turrones, cavas, músicas, colonias, loterías y juguetes… con demasiado ruido exterior, cuando lo importante es serenar y poner paz en el interior, para fijar dentro lo esencial, para contemplar el Misterio.
Recuperad el verdadero sentido de este tiempo litúrgico con el deseo de recibir a Jesús y preparaos bien en este Adviento; participad en familia en la Eucaristía dominical y en las celebraciones penitenciales de las parroquias; vivid estos días de Adviento con austeridad, no es bueno derrochar cuando hay tanta necesidad, es mejor compartir, participar en las diversas campañas que se tengan más cerca para ayudar a los necesitados.. Pero, sobre todo, compartid en familia, el gozo y la alegría, que este es también el tiempo de la familia unida en la fe.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena
Fuente:: Mons. José Manuel Lorca
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Mons. Alfonso Milián Estoy convencido que el Año de la fe ha proporcionado un gran bien a cada uno
de nosotros y a toda la Iglesia. Hemos renovado y fortalecido la fe, hemos enriquecido nuestra formación repasando los documentos del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia, hemos participado en celebraciones de mucha profundidad en las que hemos vivido la alegría que nos proporciona el creer: basta recordar la reciente peregrinación de nuestras diócesis de Aragón al Pilar. Fue evidente que el gozo del
encuentro afloraba en nuestros rostros, y la hondura del sentimiento, en los tres momentos de una fe profesada, celebrada y testimoniada.
El Año de la fe nos introduce en el Adviento, tiempo de preparación para encontrarnos con Jesús, que nace niño como nosotros. El Adviento produce una sacudida en nuestro espíritu para que no caigamos en la rutina: «Estad en vela, estad preparados», nos dice Jesús. «Daos cuenta del momento en que vivís», nos exhorta el
apóstol san Pablo. Tanto el profeta como el salmista invitan a caminar a la luz del Señor buscando la paz y la fraternidad.
El Adviento nos conduce, durante sus cuatro semanas, a la conversión, que ha de ser una actitud permanente en la vida del cristiano. La liturgia, con sus textos escogidos en la Sagrada Escritura, en los Santos Padres, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia, nos incita a prepararnos para el encuentro con el Señor que viene.
Existe un símbolo, la corona del Adviento, que hace visible el transcurso de las cuatro semanas que anteceden al nacimiento de Jesús. Cada domingo se enciende una de las cuatro velas al comienzo de la Eucaristía. Es un signo que habla por sí mismo y nos predispone a tomar conciencia de que el tiempo que vivimos es para ponernos a punto, es tiempo de conversión.
El evangelio de este primer domingo del Adviento nos recuerda que hemos de «estar en vela», vigilantes, despiertos. Los primeros cristianos daban mucha importancia a la vigilancia, pues querían prevenirse contra el riesgo de olvidar que Jesús había de volver, y no querían que los encontrara dormidos.
Ha pasado mucho tiempo. ¿Cómo vivimos hoy los cristianos: despiertos o nos hemos ido durmiendo poco a poco? ¿Vivimos atraídos por Jesús o distraídos por tantas cosas como abarrotan nuestras casas? ¿Le seguimos con pasión o vivimos como todos?
El papa Francisco nos llama a despertarnos y estar en vela.
Vigilar es vivir atentos a lo que Jesús nos dice y a la realidad que nos rodea, escuchar los gemidos de los que sufren, sentir el amor del Dios de la vida, esperar su venida a nuestra vida, a nuestra sociedad, a la tierra entera. Sin esta sensibilidad no es posible caminar tras los pasos de Jesús.
Despertemos para no tener que decir un día: «Señor, ¿cuando te vimos hambriento o sediento o extranjero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?»
Con mi afecto y bendición.
+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón
Fuente:: Mons. Alfonso Milián Sorribas
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Mons. Jesús Garcia Burillo Queridos diocesanos:
Hoy comienza el Adviento, tiempo de preparación para la Navidad. En pocos días, las calles se llenarán de luces, los villancicos comenzarán a sonar, las casas se llenarán de bellos adornos. Por eso, hoy quiero poner con vosotros el Nacimiento, parándonos a reflexionar sobre cada una de sus escenas:
El Portal de Belén. El Hijo de Dios, pese a su grandeza, ha venido al mundo en medio de la más absoluta pobreza, en el silencio y la soledad del campo, en la humildad de un sitio destinado para los animales. La celebración de la Navidad no nos propone sólo ejemplos a imitar, como la humildad y la pobreza del Señor, su benevolencia y amor a los hombres; sino que más bien es la invitación a dejarse transformar por el mismo Dios hecho carne. En este
Niño, Dios se ha hecho tan próximo a cada uno de nosotros, tan cercano, que podemos tratarlo de “Tú” y mantener con Él una relación confidencial de profundo afecto, como hacemos cuando nos encontramos con un recién nacido. Porque, quien no acoge a Jesús con el corazón de niño, no puede entrar en el Reino de los Cielos
El anuncio del Ángel a los pastores. Aquellos trabajadores del campo recibieron el anuncio del Ángel de que había nacido su Salvador. En la noche oscura, la luz les ilumina, comunicándoles la Buena Nueva. Tras el miedo inicial y el temor de Dios, los pastores escuchan las palabras de su mensajero. Tras esto, un coro del ejército celestial entona el Gloria, alabando a Dios en las alturas, y deseando la paz entre los hombres. Los pastores
comprenden así que el Mesías tanto tiempo deseado, por fin había llegado. Y estaba allí, entre
ellos, los más humildes. ¿Sentimos nosotros necesidad de un Salvador?
Los pastores van a adorar al Niño. Después de las palabras del Ángel, aquellos mismos pastores emprenden raudos una marcha para ver a su Mesías. Quieren contemplarlo con sus ojos, pero también quieren servirle, adorarle, ponerse a sus pies. Esta marcha de los pastores a Belén para encontrarse con su Salvador puede entenderse también como la primera peregrinación de millones de almas. Al final del camino, siempre está María con el Niño sobre su regazo. Ella de verdad es “refugio de los pecadores”. Ahora todos somos pastores.
+ Jesús García Burillo
Obispo de Ávila
Fuente:: Mons. Jesús García Burillo
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Mons. Juan José Omella Comenzamos el tiempo de Adviento, es decir, el tiempo de preparación para la gran fiesta de la Navidad, de la venida del Señor a nuestro mundo haciéndose uno de nosotros. Decían bellamente los santos Padres de la Iglesia: “Dios se ha hecho hombre para hacer del hombre hijo de Dios, para hacerlo dios” .
La melodía de fondo que debería acompañarnos durante este tiempo de espera es la que nos ofrece la liturgia del 3º domingo: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad siempre alegres” .
Sí, la alegría es como el primer fruto, más visible y atractivo, del Año de la Fe que clausurábamos el domingo pasado. La fe nos lleva a la alegría y la alegría nos hace fuertes en la fe.
Sorprende, pero se entiende, que normalmente los niños no se acercan a las personas tristes y aburridas. Jesús, el Dios hecho hombre, sentía cómo los niños se acercaban a Él precisamente porque su rostro traslucía paz, serenidad, acogida, hasta el punto de que, no sólo los niños, si no que “todos se alegraban viendo las maravillas que hacía” . Las mismas maravillas que hoy -a través de la fe- se perciben en nosotros y en el resto de esa gran familia que es la Iglesia. Y, un ejemplo bien elocuente, lo tenemos en los mártires que entregaron la vida por Cristo, en esos 14 mártires riojanos del siglo XX, conciudadanos nuestros que ofrecieron su vida por Cristo perdonando a quienes les arrebataban la vida en esta tierra.
¿De dónde brota esa alegría? De la fe, de la convicción de que Dios está cerca, nos acompaña y nos ama. Y este es precisamente el mensaje de este tiempo de Adviento: ¡Dios está cerca!, si, tan cerca, que hasta se hace uno de nosotros por amor.
El Adviento hace referencia a las dos venidas de Cristo: la primera, la venida en la humildad de nuestra carne, su nacimiento en Belén, la Navidad. La segunda, su venida al final de los tiempos en gloria y majestad, como Señor de los hombres y de la historia. El Catecismo de la Iglesia Católica lo expresa de una forma precisa y estimuladora: “Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda venida” .
Mirad qué hermosas palabras nos ofrece san Bernardo en un sermón pronunciado sobre el Adviento: “Hermanos, a vosotros, como a los niños, Dios revela lo que ha ocultado a los sabios y entendidos: los auténticos caminos de la salvación. Meditad en ellos con suma atención. Profundizad en el sentido de este Adviento. Y, sobre todo, fijaos quién es el que viene, de dónde viene y a dónde viene; para qué, cuándo y por dónde viene. Tal curiosidad es buena. La Iglesia universal no celebraría con tanta devoción este Adviento si no contuviera algún gran misterio”.
¿De dónde viene? De la casa del Padre. Ha sido capaz de abajarse y tomar la condición de esclavo, nos dice san Pablo ¿Por dónde viene? Por el camino de la pobreza y de la humildad ¿Para qué viene? Para hacernos hijos suyos y hermanos de todos los hombres.
Pidamos a la Virgen de la Esperanza, a la que es causa de nuestra alegría, que nos ayude a vivir este tiempo de Adviento tratando de enderezar nuestras conductas y viviendo en la verdadera esperanza del retorno del Señor. Que nuestros pensamientos, afectos y deseos se dirijan a Jesús que nació en Belén, y que unidos a Ella, centremos nuestra atención en los pequeños y humildes pues, no lo olvidemos nunca, en ellos nace el Señor.
Con mi afecto y bendición,
+ Juan José Omella Omella
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño
Fuente:: Mons. Juan José Omella
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La Conferencia Episcopal Española ha confirmado a Sebastián Mora Rosado como secretario general de Cáritas Española para un nuevo cuatrienio. El nombramiento se hace efectivo después de que la Comisión Permanente de la CEE ratificase el nombramiento decidido por la Comisión Episcopal de Pastoral Social.
Sebastián Mora asumió la Secretaría General de Cáritas Española el 30 de noviembre de 2009, siendo coordinador del Área de Acción en los Territorios de los Servicios Generales de Cáritas.
Vinculado a Cáritas desde 1993
Casado y padre de tres hijos, Sebastián Mora nació el 18 de mayo de 1966 en Málaga. Licenciado en Filosofía por la Universidad Pontifica de Comillas, posee una larga experiencia de trabajo en el campo de la acción social. En 1993 se vincula a Cáritas Diocesana de Madrid, donde desarrollaría, en los quince años siguientes, diversas responsabilidades en los programas de VIH/Sida, Voluntariado, Drogodependencias, Coordinación Institucional, y Comunicación y Relaciones Externas.
Dos años antes de su nombramiento como secretario general, Sebastián Mora se incorporó a los Servicios Generales de Cáritas Española.
Sólida formación
Sebastián Mora posee una sólida formación académica en temas de dirección de centros de servicios sociales y en gestión directiva de entidades no lucrativas, así como en cuestiones relacionadas con su trayectoria profesional.
Autor de innumerables artículos en revistas especializadas y de dos títulos sobre el tema del voluntariado, ha participado como consultor y asesor de diversos equipos de trabajo en el ámbito de la exclusión social.
Como secretario general de Cáritas Española, ha desarrollado un activo papel tanto en los espacios de la confederación internacional de Cáritas como en los organismos estatales de coordinación en acción social (Plataforma del Tercer Sector y la Plataforma de Organizaciones de Acción Social, entre otras).
En calidad de secretario general de Cáritas, Sebastián Mora desempeña también el cargo de director ejecutivo de la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada), constituida en 1965 con el impulso de Cáritas Española.
A lo largo de estos cuatro años al frente de la Secretaría General, Sebastián Mora ha dado prioridad al acompañamiento personal de las Cáritas Diocesanas que integran la Confederación Cáritas en España y al apoyo, con visitas al terreno, al trabajo de cooperación fraterna con las Cáritas del Sur.
En este cuatrienio, en el que el impacto de los efectos sociales de la crisis ha sido especialmente intenso, el secretario general se ha involucrado a fondo en el impulso de los análisis sociales de Cáritas, en la adecuación de las respuestas a las nuevas pobrezas y al incremento de la precariedad mediante la puesta en marcha del Modelo de Acción Social de Cáritas, y en la denuncia y propuestas de nuevos marcos de relaciones sociales y económicas centrados en la dignidad de las personas más desfavorecidas.
Fuente:: SIC
El Obispo de Málaga, en su visita pastoral a Melilla, ha hecho un llamamiento a los gobiernos sobre el drama de la inmigración. Mons. Jesús Catalá, durante su Visita Pastoral a Melilla, ha participado en una rueda de prensa, convocada por la Vicaría Episcopal de la ciudad, en la que ha realizado un balance de la Visita y ha explicado las prioridades pastorales. Durante la misma, le han preguntado sobre la valla de la frontera y las famosas “cuchillas”.
El Obispo no ha querido entrar en el debate político, que se ha creado en torno a este tema, y ha respondido lo siguiente: «Ustedes saben que la valla en la frontera de Melilla no es el problema. El problema de fondo es el drama humano de tantas personas, que desean salir de la miseria y buscan unas condiciones de vida más digna. África tiene abundantes riquezas naturales; y desde hace siglos ha sido expoliada por colonizadores. Incluso actualmente sigue habiendo aprovechamiento de sus recursos, que no inciden en una mayor calidad de vida de sus ciudadanos. Un servidor tuvo la suerte de acompañar al Papa Juan Pablo II en tres de sus viajes a África. Este Papa ya denunció hace años este drama, que acabo de comentar. El problema de fondo, por tanto, que hay que resolver es la cooperación internacional y la ayuda a los países de origen de los inmigrantes. Cuando los inmigrantes llegan a Melilla se les atiende lo mejor posible; pero sigue el problema de fondo. Hago un llamamiento a los gobiernos y a los que tiene responsabilidad en este campo».
Fuente:: SIC
Asociación de seglares, que se dedica a trabajar en la Nueva Evangelización, en estrecha comunión con el Santo Padre, los Obispos y Sacerdotes de la Iglesia Católica Apostólica y Romana.
Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima
C/ Balbina Valverde, 23 – Local
28002 Madrid – España
Tel. +34 912 770 770
Whatsapp +34 667996265
correo@salvadmereina.org
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