Bolivia: sede de encuentro de Pastoral Juvenil que reunirá a países de la Región Andina

Cochabamba (Viernes, 17-01-2014, Gaudium Press) Un nuevo impulso a la Pastoral Juvenil es el que pretenden dar los países que se reunirán en Bolivia para el 13º Encuentro de Responsables y Coordinadores de la Pastoral Juvenil de la Región Andina. Obispos Presidentes, directores nacionales y jóvenes coordinadores de Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia, se encontrarán del 23 al 26 de enero, para plantear el rumbo de la labor pastoral con los jóvenes de los próximos años en los países latinoamericanos.

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De acuerdo con Álvaro Irigoyen, colaborador de la Sección de Pastoral Juvenil en el área de comunicaciones del Episcopado Boliviano, quien fue entrevistado por Iglesia Viva -medio de comunicación de la Iglesia en Bolivia-, el objetivo del encuentro es «seguir afianzando el trabajo de la Pastoral Juvenil, a nivel orgánico, no sólo en Bolivia, sino en Latinoamérica», así como construir las bases «para replantear el trabajo de nuestra Región Andina, reforzar la cercanía de estos países y trabajar la memoria histórica que tenemos como región».

Al respecto comentó que hoy es necesario «sembrar las bases para realizar un proceso de restructuración, recoger los datos que nos permitan reconstruir nuestra memoria histórica», y así llevar a cabo un nuevo plan pastoral a nivel Latinoamérica que está enmarcado en la Civilización del Amor.

Entre los participantes del encuentro, se contará con la presencia de Mons. Mariano Parra, quien es el Obispo responsable de la Pastoral Juvenil Latinoamericana-Región Andina; así como los responsables de la Pastoral Juvenil en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

Pastoral Juvenil Latinoamericana

La Pastoral Juvenil Latinoamericana pertenece al CELAM y tiene la misión de acompañar a los jóvenes de los países de América Latina en el descubrimiento y seguimiento de Jesucristo, para que «transformados en hombres nuevos, e integrando su fe y su vida, se conviertan en protagonistas de la construcción de la Civilización del Amor», como destaca la Pastoral Juvenil Latinoamericana.

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Este organismo del Consejo Episcopal Latinoamericano está conformado por cuatro regiones de acción pastoral: México y Centroamérica, Caribe, Andina y Cono Sur.

La pastoral presentó a mediados de 2013 el documento «Civilización del Amor. Proyecto y Misión», que reúne algunas orientaciones para la Pastoral Juvenil, inspiradas en el Documento de Aparecida, con el objeto de favorecer el acompañamiento y la formación de los jóvenes como discípulos misioneros.

Con información de Iglesia Viva y Pastoral Juvenil Latinoamericana.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Arzobispo de Abidjan, en Costa de Marfil, habla de su próxima creación como Cardenal

Abidjan (Viernes, 17-01-2014, Gaudium Press) Su primera reacción fue de escepticismo.

«Para ser honesto, mi primera reacción fue marcado escepticismo. Durante horas después del anuncio me hice miles de preguntas, traté de explicarme y me pregunté por qué eligieron mis hombros para llevar este peso, pero especialmente si voy a ser capaz de hacer frente a esta nueva misión», dijo Mons. Jean-Pierre Kutwa, arzobispo de Abidján, en Costa de Marfil, quien será creado cardenal por el Papa Francisco el 22 de febrero.

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Entretanto, ya repuesto de la sorpresa, el futuro Cardenal Kutwa ya piensa en los beneficios que su próxima honra pueden traer a su pueblo. Después de relatar la alegría de sus coterráneos con su nombramiento, Mons. Kutwa -de 68 años y el tercer cardenal de Costa de Marfil- afirma que «los marfileños ven en este nuevo llamado al servicio un honor para el país, pero también una esperanza de que la misión que se me ha confiado puede acelerar el proceso de reconciliación en el lugar y traer la paz», tras la crisis post elecciones de 2011, que concluyó con 3000 víctimas.

«En estos días de reflexión profunda he hecho una retrospectiva de mi vida. Me di cuenta que ha sido marcada por extrañas coincidencias, llamémoslas así. Bien es cierto que nada sucede por casualidad y esta vez la noticia llegada del Vaticano es un signo inesperado», concluye el Arzobispo Kutwa, en declaraciones a Misna.

Datos biográficos

Mons. Kutwsa nace hace 68 años en Blockhauss, en la región de la capital económica, y es ordenado sacerdote por el Cardenal marfileño Yago en 1971. En 2001, Juan Pablo II lo nombró Arzobispo de Gagnoa (centro-oeste), la capital del cacao. En mayo de 2006, Benedicto XVI lo trasladó a la sede Metropolitana de Abidjan para reemplazar al Cardenal Agré.

Compositor de música, Monseñor Kutwa es también presidente de la Comisión Episcopal para el Ecumenismo y el apostolado bíblico, así como vicepresidente de la Conferencia Episcopal Regional de África Occidental francófona, anglófona y lusófona ( CERAO ) y vice- rector de la Universidad Católica de ‘ África Occidental con sede en Abidján.

 

Fuente:: Gaudium Press

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En los escándalos de la Iglesia no está la Palabra de Dios”, el Papa el jueves en Santa Marta
(RV).- Los escándalos en la Iglesia ocurren porque no hay una relación viva con Dios y con su Palabra. De esta forma, sacerdotes corruptos, en vez de dar el pan de la vida, dan un alimento envenenado al santo pueblo de Dios: lo afirmó el Papa Francisco en su homilía matutina, durante la Misa presidida en la Casa de Santa Marta.
Comentando la lectura del día y el salmo responsorial, que narran una dura derrota de los israelitas por obra de los filisteos, el Pontífice observó que el pueblo de Dios en aquella época había abandonado al Señor. Se decía que la Palabra de Dios era “rara” en aquel tiempo. El viejo sacerdote Elí era un “tibio” y sus hijos “corruptos, asustaban al pueblo y lo golpeaban”. Los israelitas para combatir contra los filisteos utilizan el arca de la alianza, pero como una cosa “mágica”, “una cosa externa”. Y son derrotados: el arca es tomada por los enemigos. No hay verdadera fe en Dios, en su presencia real en la vida:
“Este pasaje de la Escritura nos hace pensar en cómo es nuestra relación con Dios, con la Palabra de Dios: ¿es una relación formal? ¿Es una relación lejana? La Palabra de Dios entra en nuestro corazón, cambia nuestro corazón, tiene este poder o no, es una relación formal, ¿todo bien? ¡Pero el corazón está cerrado a aquella Palabra! Y nos lleva a pensar en tantas cosas de la Iglesia, en tantas derrotas del pueblo de Dios simplemente porque no siente al Señor, no busca al Señor, ¡no se deja buscar por el Señor! Y luego después de la tragedia, la oración: ‘Pero, Señor, ¿qué ha pasado? Nos haces el escarnio de nuestros vecinos, todos en derredor se burlan y se ríen. Servimos de escarmiento a las naciones, y los pueblos menean la cabeza”.
El Papa reflexionó sobre los escándalos de la Iglesia:
“Pero ¿nos avergonzamos? Tantos escándalos que no quiero mencionar individualmente, pero que todos conocemos… ¡Sabemos cuáles! Escándalos, algunos que han costado tanto: ¡está bien! Se debe hacer así…. ¡La vergüenza de la Iglesia! ¿Pero nos hemos avergonzado de aquellos escándalos, de aquellas derrotas de sacerdotes, de obispos, de laicos? La Palabra de Dios en aquellos escándalos era una cosa rara; en aquellos hombres y en aquellas mujeres la Palabra de Dios ¡era rara! ¡No tenían un lazo con Dios! Tenían una posición en la Iglesia, una posición de poder, también de comodidad. ¡Pero no la Palabra de Dios! ‘Pero, yo tengo una medalla’; ‘Yo llevo la Cruz’… ¡Si, como esos llevaban el arca! ¡Sin la relación viva con Dios y con la Palabra de Dios! Me viene a la mente aquella Palabra de Jesús para aquellos por los cuales vienen los escándalos… Y aquí el escándalo ha venido: toda una decadencia del pueblo de Dios, hasta la debilidad, a la corrupción de los sacerdotes”.
El Obispo de Roma concluyó su homilía dirigiendo su pensamiento al pueblo de Dios:
“Pobre gente! Pobre gente! No damos de comer el pan de la vida; no damos de comer – en aquellos casos – ¡la verdad! Y hasta damos de comer comida envenenada, tantas veces! ‘¡Despiértate, porque duermes Señor!’. ¡Que ésta sea nuestra oración! ‘¡Despierta! ¡No nos rechaces para siempre! ¿Por qué escondes tu rostro? ¿Por qué olvidas nuestra miseria y opresión?’. Pidamos al Señor no olvidar jamás la Palabra de Dios, que es viva, que entre en nuestro corazón y no olvidar jamás al santo pueblo fiel de Dios, ¡que nos pide un alimento fuerte!”.

Fuente:: News.va

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CONFER logoLas palabras del Papa Francisco: «Quiero una Iglesia pobre para los pobres» (Evangelii gaudium, 198), enmarcan el tema elegido por el Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR) para el Encuentro de Juniores y Junioras que alcanza ya su XIV edición y que se celebrará los días 7, 8 y 9 de marzo.

A los jóvenes que profesan seguir a Jesucristo pobre, esta prioridad eclesial los invita a preguntarse: ¿cómo vivimos la pobreza?, ¿cómo nos afecta la crisis?, ¿qué respuesta damos y podemos dar?, ¿qué aprendizajes importa hacer en la etapa de formación inicial?, ¿cómo hacernos dignos de la bienaventuranza de los pobres?

El encuentro permitirá conocer las situaciones comunitarias y sociales, compartir esperanzas, reflexionar sobre las dificultades, sugerir procesos personales y proponer caminos de actuación.

El programa del encuentro es el siguiente:

Viernes, 7 de marzo

16.30. Acogida y entrega de materiales.

17.00. Oración inicial. Presentación del Encuentro. Pablo Largo cmf (Director de la ERA).

17.20. OPCIÓN DE POBREZA, OPCIÓN POR LOS EMPOBRECIDOS Y COMBATE CONTRA LAS POBREZAS. Fidel Aizpurúa Donázar, ofmcap (Facultad de Teología de Vitoria).

18.40. Dinámica grupal y diálogo con el ponente.

Sábado, 8 de marzo

10.00. Oración inicial.

10.10. ROSTROS ACTUALES DE LA POBREZA (EMPOBRECIMIENTO, DESIGUALDAD, ACCIÓN SOCIAL CARITATIVA). Juan José López Jiménez (“Equipo Estudios” de Cáritas Española).

11.30. Trabajo por grupos y puesta en común. Coordina Carlos Martínez Oliveras, cmf (Instituto Teológico de Vida Religiosa).

12.45. RELATOS (I): “ESTUVE EN LA CÁRCEL Y ME VISITASTEIS”. Paulino Alonso, o.ss.t. (Capellán del Centro Penitenciario de Soto del Real).

16.30. Oración inicial.

16.40. NUESTRO REFERENTE NORMATIVO: JESÚS POBRE Y EVANGELIZADOR DE LOS POBRES. Severiano Blanco Pacheco, cmf (Instituto Teológico de Vida Religiosa).

18.15. RELATOS (II). POBRES CON LOS POBRES Y ENTRE LOS POBRES. Una hermanita de Jesús. RELATOS (III). “ESTUVE SOLO Y ENFERMO Y ME VISITASTEIS”. Cristina Bengoa (Doctora en medicina) y Manuel Hernández (Gerente de una residencia de ancianos).

19.30. Vísperas del Primer Domingo de Cuaresma. Luis Ángel de las Heras (Presidente de CONFER Nacional).

Domingo, 9 de marzo

10.00. Oración inicial.

10.10. LA VIVENCIA DE LA POBREZA: DONES, ESTÍMULOS Y DIFICULTADES EN LA ETAPA FORMATIVA. Ana Sarabia, fma (Vicaria Provincial salesiana).

11.30. RELATOS III: “TUVE HAMBRE Y ME DISTEIS DE COMER”. Josefa Pérez, F.d.C. (Directora de “La Cocina Económica” de Logroño). 12.10. Conclusiones.

12.30. Eucaristía.

Fechas 7, 8 y 9 de marzo de 2014.

Lugar Juan Álvarez Mendizábal, 65 dupdo. (Madrid).

Inscripción 65 euros.

(CONFER)

Fuente:: SIC

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Dios Trinidad, unidad de los hombres. El monoteísmo cristiano contra la violencia
(RV).- En el quinquenio 2009-2014 la Comisión Teológica Internacional ha realizado un estudio sobre algunos aspectos el discurso cristiano acerca de Dios, confrontándose de manera particular con la tesis según la cual se daría una relación necesaria entre el monoteísmo y la violencia. El trabajo se ha desarrollado dentro de una comisión presidida por el Rev.do Philippe Vallin y compuesta por los siguientes miembros: Rev.do Peter Damian Akpunonu, P. Gilles Emery, O.P., S.E. Mons. Savio Hon Tai-Fai, S.D.B., S.E. Mons. Charles Morerod, O.P., Rev.do Thomas Norris, Rev.do Javier Prades López, S.E. Mons. Paul Rouhana, Rev.do Pierangelo Sequeri, Rev.do Guillermo Zuleta Salas.
Las discusiones generales sobre este tema se desarrollaron en varios encuentros de la Subcomisión y durante las sesiones plenarias de la misma Comisión, que tuvieron lugar en los años 2009-2013. El presente texto, titulado “Dios Trinidad, unidad de los hombres. El monoteísmo cristiano contra la violencia” fue aprobado por la Comisión “in forma specifica” el 6 de diciembre 2013 y fue después sometido a su presidente, S.E. Mons. Gerhard L. Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien autorizó su publicación.

Presentación del documento de la Comisión teológica internacional en español

Comisión Teológica Internacional
“Dios Trinidad, unidad de los hombres. El monoteísmo cristiano contra la violencia”

ÍNDICE
CAPÍTULO 1: SOSPECHAS RESPECTO AL MONOTEÍSMO
1. La experiencia religiosa de lo divino
2. Monoteísmo y violencia ¿una vinculación necesaria?
3. ¿Politeísmo tolerante? Una metáfora discutible
4. La responsabilidad establecida para nuestra fe
CAPÍTULO II: LA INICIATIVA DE DIOS EN EL CAMINO DE LOS HOMBRES
1. La alianza con Dios, destinada a todas las naciones
2. Discernimiento cristiano de la antigua revelación
3. Practicar el amor, cuidar la justicia
4. La fe en el Hijo, contra la enemistad entre los hombres
CAPÍTULO III: DIOS, PARA SALVARNOS DE LA VIOLENCIA
1. Dios Padre nos salva por la Cruz del Hijo
2. La superación de la violencia, en el Hijo
3. La carne del hombre, destinada a la gloria de Dios
4. La esperanza de los pueblos, la fe de la Iglesia
CAPÍTULO IV: LA FE CONFRONTADA CON LA AMPLITUD DE LA RAZÓN
1. La vía del diálogo y el nudo del ateísmo
2. La confrontación sobre la verdad de la existencia de Dios
3. La crítica de la religión y el naturalismo ateo
4. El compromiso de la razón: el mundo creado, el Logos de Dios
5. Trascendencia divina y relaciones en y con el Dios único
CAPÍTULO V: LOS HIJOS DE DIOS DISPERSOS Y REUNIDOS
1. La dignidad del individuo y el vínculo de la muchedumbre
2. Dios sostiene la pasión por la justicia, abre de nuevo la esperanza de la vida
3. La purificación religiosa de la tentación del dominio
4. La fuerza de la paz con Dios, misión de la Iglesia
Presentación
El texto de reflexión teológica que presentamos se propone mostrar algunos aspectos del discurso cristiano sobre Dios que, en el contexto actual, requieren una clarificación teológica específica. La ocasión para esta clarificación es la teoría, que se argumenta de diversas maneras, según la cual se da una relación necesaria entre el monoteísmo y las guerras de religión. La discusión en torno a esta conexión ha hecho que salgan a la luz no pocos motivos de malentendido de la doctrina religiosa, que oscurecen el auténtico pensamiento cristiano sobre el único Dios.
Podríamos resumir el propósito de nuestro discurso en una doble pregunta: (a) ¿de qué manera la teología católica puede confrontarse críticamente con la opinión cultural y política que establece una relación intrínseca entre monoteísmo y violencia? (b) ¿de qué manera la pureza religiosa de la fe en el único Dios puede ser reconocida como principio y fuente del amor entre los hombres?
Nuestra reflexión quiere presentarse en clave de testimonio argumentado, no de contraposición apologética. La fe cristiana reconoce en la instigación a la violencia la máxima corrupción de la religión. El cristianismo tiene esta convicción a partir de la revelación de la intimidad misma de Dios, que llega a nosotros mediante Jesucristo. La Iglesia de los creyentes es consciente del hecho de que el testimonio de esta fe debe ser correspondida con una actitud de conversión permanente: esto implica también la “parresia” (es decir la franqueza valerosa) de la necesaria autocrítica.
En el Capítulo I nos hemos propuesto clarificar el tema del “monoteísmo” religioso según la acepción que recibe en algunas orientaciones de la filosofía política actual. Somos conscientes del hecho de que tal evolución presenta hoy un espectro muy variado de posiciones teóricas, que van desde el clásico trasfondo del ateísmo denominado humanista, hasta las formas más recientes del agnosticismo religioso y del laicismo político. Nuestra reflexión querría ante todo precisar que la noción de monoteísmo, una noción que no carece de significado para la historia de nuestra cultura, resulta todavía demasiado genérica cuando se usa como punto clave para mostrar la equivalencia de las religiones históricas que confiesan la unicidad de Dios (identificadas como Hebraísmo, Islam, Cristianismo). En segundo lugar, formulamos nuestra reserva crítica frente a una simplificación cultural que reduce la posibilidad de elección a la alternativa entre un monoteísmo violento y un politeísmo presuntamente tolerante.
En esta reflexión nos anima, en cualquier caso, la convicción, que consideramos con razón compartida por muchísimos de nuestros contemporáneos, creyentes y no creyentes, de que las guerras interreligiosas, así como la guerra a la religión, son algo sencillamente absurdo.
Como teólogos católicos, hemos tratado de ilustrar, a partir de la verdad de Jesucristo, la relación entre revelación de Dios y humanismo no violento. Lo hemos hecho exponiendo algunas implicaciones de la doctrina especialmente adecuadas para dar luz en la discusión actual: tanto en lo referente a la auténtica comprensión de la confesión trinitaria del Dios único, como en lo referente a la apertura que supone la revelación cristológica para el restablecimiento de los vínculos entre los hombres.
En el Capítulo II, interrogamos al horizonte de la fe bíblica, dedicando una atención particular al tema de sus “páginas difíciles”: aquellas donde la revelación de Dios se encuentra envuelta en formas de violencia entre los hombres. Tratamos de localizar los puntos de referencia que ofrece la misma tradición escriturística – desde su interior – para interpretar de la palabra de Dios. Sobre la base de este reconocimiento, presentamos un primer esbozo que organice antropológica y cristológicamente los desarrollos de la interpretación del tema, requeridos por la condición histórica actual.
En el Capítulo III, nos proponemos profundizar en el acontecimiento de la muerte y de la resurrección de Jesús, en la clave de la reconciliación entre los hombres. La oikonomia aquí es esencial para la determinación de la theologia. La revelación inscrita en el acontecimiento de Jesucristo, que hace digna de estima para todos la manifestación del amor de Dios, permite neutralizar la justificación religiosa de la violencia sobre a partir de la verdad cristológica y trinitaria de Dios.
En el Capítulo IV, nuestra reflexión se ocupa de iluminar las aproximaciones y las implicaciones filosóficas del pensamiento sobre Dios. Aquí se tocan ante todo los puntos de discusión con el ateísmo de nuestros días, que confluye muy generalmente en las tesis de un naturalismo antropológico. Finalmente – también para ayudar a la confrontación interreligiosa sobre el monoteísmo – proponemos una especie de meditación filosófico-teológica sobre la integración entre la revelación de la íntima disposición relacional de Dios y la concepción tradicional de su absoluta simplicidad.
En el Capítulo V, finalmente, asumimos de nuevo los elementos de lo específicamente cristiano que definen el compromiso del testimonio eclesial para la reconciliación de los hombres con Dios y entre sí. La revelación cristiana purifica la religión, desde el mismo momento en el que le devuelve su significado fundamental para la experiencia humana del sentido. Por ello, en nuestra invitación a la reflexión, tenemos muy presente la especial necesidad – sobre todo en el horizonte cultural actual – de tratar siempre de modo conjunto el contenido teológico y el desarrollo histórico de la revelación cristiana sobre Dios.
(ER RV)

Fuente:: News.va

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La CEE ha estado representada por Mons. D. Enric Vives i Sicilia

El Arzobispo de Urgell, Mons. D. Joan-Enric Vives i Sicilia, ha participado, en representación de la Conferencia Episcopal Española (CEE), en el encuentro anual que ha mantenido una delegación de Obispos representantes de diversas Conferencias Episcopales Europeas y de las Conferencias de Obispos Católicos de Estados Unidos y de Canadá con la Asamblea de Ordinarios de Tierra Santa.

El encuentro de este año ha tenido lugar del 11 al 16 de enero. Ofrecemos el comunicado final.

Fuente::

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Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de oración por las vocaciones
(RV).- Con ocasión de la 51ª Jornada Mundial de oración por las vocaciones que se celebrará el domingo 11 de mayo, se hizo público el mensaje del Santo Padre Francisco, titulado “Vocaciones, testimonio de la verdad”.
(MFB – RV).
Texto completo del Mensaje del Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas:
1. El Evangelio relata que «Jesús recorría todas las ciudades y aldeas… Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas “como ovejas que no tienen pastor”. Entonces dice a sus discípulos: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”» (Mt 9, 35-38). Estas palabras nos sorprenden, porque todos sabemos que primero es necesario arar, sembrar y cultivar para poder luego, a su debido tiempo, cosechar una mies abundante. Jesús, en cambio, afirma que «la mies es abundante». ¿Pero quién ha trabajado para que el resultado fuese así? La respuesta es una sola: Dios. Evidentemente el campo del cual habla Jesús es la humanidad, somos nosotros. Y la acción eficaz que es causa del «mucho fruto» es la gracia de Dios, la comunión con él (Cf. Jn 15,5). Por tanto, la oración que Jesús pide a la Iglesia se refiere a la petición de incrementar el número de quienes están al servicio de su Reino. San Pablo, que fue uno de estos «colaboradores de Dios», se prodigó incansablemente por la causa del Evangelio y de la Iglesia. Con la conciencia de quien ha experimentado personalmente hasta qué punto es inescrutable la voluntad salvífica de Dios, y que la iniciativa de la gracia es el origen de toda vocación, el Apóstol recuerda a los cristianos de Corinto: «Vosotros sois campo de Dios» (1 Co 3,9). Así, primero nace dentro de nuestro corazón el asombro por una mies abundante que sólo Dios puede dar; luego, la gratitud por un amor que siempre nos precede; por último, la adoración por la obra que él ha hecho y que requiere nuestro libre compromiso de actuar con él y por él.
2. Muchas veces hemos rezado con las palabras del salmista: «Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño» (Sal 100,3); o también: «El Señor se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya» (Sal 135,4). Pues bien, nosotros somos «propiedad» de Dios no en el sentido de la posesión que hace esclavos, sino de un vínculo fuerte que nos une a Dios y entre nosotros, según un pacto de alianza que permanece eternamente «porque su amor es para siempre» (Cf. Sal 136). En el relato de la vocación del profeta Jeremías, por ejemplo, Dios recuerda que él vela continuamente sobre cada uno para que se cumpla su Palabra en nosotros. La imagen elegida es la rama de almendro, el primero en florecer, anunciando el renacer de la vida en primavera (Cf. Jr 1, 11-12). Todo procede de él y es don suyo: el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, pero asegura el Apóstol «vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios» (1 Co 3,23). He aquí explicado el modo de pertenecer a Dios: a través de la relación única y personal con Jesús, que nos confirió el Bautismo desde el inicio de nuestro nacimiento a la vida nueva. Es Cristo, por lo tanto, quien continuamente nos interpela con su Palabra para que confiemos en él, amándole «con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser» (Mc 12,33). Por eso, toda vocación, no obstante la pluralidad de los caminos, requiere siempre un éxodo de sí mismos para centrar la propia existencia en Cristo y en su Evangelio. Tanto en la vida conyugal, como en las formas de consagración religiosa y en la vida sacerdotal, es necesario superar los modos de pensar y de actuar no concordes con la voluntad de Dios. Es un «éxodo que nos conduce a un camino de adoración al Señor y de servicio a él en los hermanos y hermanas» (Discurso a la Unión internacional de superioras generales, 8 de mayo de 2013). Por eso, todos estamos llamados a adorar a Cristo en nuestro corazón (Cf. 1 P 3,15) para dejarnos alcanzar por el impulso de la gracia que anida en la semilla de la Palabra, que debe crecer en nosotros y transformarse en servicio concreto al prójimo. No debemos tener miedo: Dios sigue con pasión y maestría la obra fruto de sus manos en cada etapa de la vida. Jamás nos abandona. Le interesa que se cumpla su proyecto en nosotros, pero quiere conseguirlo con nuestro asentimiento y nuestra colaboración.
3. También hoy Jesús vive y camina en nuestras realidades de la vida ordinaria para acercarse a todos, comenzando por los últimos, y curarnos de nuestros males y enfermedades. Me dirijo ahora a aquellos que están bien dispuestos a ponerse a la escucha de la voz de Cristo que resuena en la Iglesia, para comprender cuál es la propia vocación. Os invito a escuchar y seguir a Jesús, a dejaros transformar interiormente por sus palabras que «son espíritu y vida» (Jn 6, 63). María, Madre de Jesús y nuestra, nos repite también a nosotros: «Haced lo que él os diga» (Jn 2, 5). Os hará bien participar con confianza en un camino comunitario que sepa despertar en vosotros y en torno a vosotros las mejores energías. La vocación es un fruto que madura en el campo bien cultivado del amor recíproco que se hace servicio mutuo, en el contexto de una auténtica vida eclesial. Ninguna vocación nace por sí misma o vive por sí misma. La vocación surge del corazón de Dios y brota en la tierra buena del pueblo fiel, en la experiencia del amor fraterno. ¿Acaso no dijo Jesús: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13, 35)?
4. Queridos hermanos y hermanas, vivir este «“alto grado” de la vida cristiana ordinaria» (Cf. Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 31), significa algunas veces ir a contracorriente, y comporta también encontrarse con obstáculos, fuera y dentro de nosotros. Jesús mismo nos advierte: La buena semilla de la Palabra de Dios a menudo es robada por el Maligno, bloqueada por las tribulaciones, ahogada por preocupaciones y seducciones mundanas (Cf. Mt 13, 19-22). Todas estas dificultades podrían desalentarnos, replegándonos por sendas aparentemente más cómodas. Pero la verdadera alegría de los llamados consiste en creer y experimentar que él, el Señor, es fiel, y con él podemos caminar, ser discípulos y testigos del amor de Dios, abrir el corazón a grandes ideales, a cosas grandes. «Los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para pequeñeces. Id siempre más allá, hacia las cosas grandes. Poned en juego vuestra vida por los grandes ideales» (Homilía en la misa para los confirmandos, 28 de abril de 2013). A vosotros obispos, sacerdotes, religiosos, comunidades y familias cristianas os pido que orientéis la pastoral vocacional en esta dirección, acompañando a los jóvenes por itinerarios de santidad que, al ser personales, «exigen una auténtica pedagogía de la santidad, capaz de adaptarse a los ritmos de cada persona. Esta pedagogía debe integrar las riquezas de la propuesta dirigida a todos con las formas tradicionales de ayuda personal y de grupo, y con las formas más recientes ofrecidas en las asociaciones y en los movimientos reconocidos por la Iglesia» (Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 31).
Dispongamos por tanto nuestro corazón a ser «terreno bueno» para escuchar, acoger y vivir la Palabra y dar así fruto. Cuanto más nos unamos a Jesús con la oración, la Sagrada Escritura, la Eucaristía, los Sacramentos celebrados y vividos en la Iglesia, con la fraternidad vivida, tanto más crecerá en nosotros la alegría de colaborar con Dios al servicio del Reino de misericordia y de verdad, de justicia y de paz. Y la cosecha será abundante y en la medida de la gracia que sabremos acoger con docilidad en nosotros. Con este deseo, y pidiéndoos que recéis por mí, imparto de corazón a todos la Bendición Apostólica.
Vaticano, 15 de Enero de 2014

Fuente:: News.va

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Hacia un mundo mejorMons. Casimiro López Llorente      Queridos diocesanos:

El domingo, 19 de enero, celebramos la “Jornada mundial de las migraciones”. Se trata de una Jornada para sensibilizarnos ante el fenómeno de la emigración, que afecta a millones de personas y a muchos miles entre nosotros. De otro lado, si antes de la crisis económica actual nuestra tierra era destino de inmigrantes, hoy son muchos, también nativos, los que tienen emigrar fuera de España en busca de trabajo. Quizá esta situación nos ayude a mirar a los emigrantes no con recelo sino con una actitud de acogida. En cualquier caso, como creyentes y como Iglesia no podemos ser indiferentes ante este fenómeno y, sobre todo, ante los emigrantes y refugiados. Los cristianos, comunidades parroquiales y grupos eclesiales hemos de tomar mayor conciencia del fenómeno de la emigración, conocer sus causas y problemas tanto desde el punto de vista humano y social, como cristiano y pastoral. Nos urge seguir revisando nuestras actitudes y nuestro compromiso con las personas de los emigrantes y de sus familias, para dar respuestas acordes con el Evangelio. Apunto algunos criterios en este sentido.

La inmigración es un fenómeno que afecta ante todo a personas. Los emigrantes no son peones en el ‘tablero de la humanidad’.”En el rostro de cada persona está impreso el rostro de Cristo. Aquí se encuentra la raíz más profunda de la dignidad del ser humano, que debe ser respetada y tutelada siempre. El fundamento de la dignidad de la persona no está en los criterios de eficiencia, de productividad, de clase social, de pertenencia a una etnia o grupo religioso, sino en el ser creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26-27) y, más aún, en el ser hijos de Dios” (Papa Francisco, Mensaje). Los emigrantes son personas con la misma dignidad que los nativos; merecen el mismo respeto, la misma estima y el mismo trato. Hay que evitar todo comportamiento racista, xenófobo o discriminatorio.

 

Emigrantes y refugiados salen de su tierra con el deseo de un futuro mejor, no sólo para ellos, sino también para sus familias y personas queridas; abandonan o son obligados a abandonar sus casas por muchas razones, pero comparten el mismo deseo legítimo de conocer, de tener, pero sobre todo de ser “algo más”. Para que no se vea truncada su esperanza, entre todos hemos de trabajar para crear un “mundo mejor” para todos. Esto significa trabajar por el desarrollo auténtico e integral de todos los hombres y de todo el hombre, para que haya condiciones de vida dignas para todos, y para que sea respetada, custodiada y cultivada la creación que Dios nos ha entregado. Nuestro corazón desea “algo más”, que no es simplemente conocer más o tener más, sino que es sobre todo ser más. No se puede reducir el desarrollo al mero crecimiento económico. El mundo sólo puede mejorar si en el centro de nuestra atención está la persona, su desarrollo integral en todas sus dimensiones, incluida la espiritual, si no se abandona a nadie, comprendidos los pobres, los enfermos, los presos, los necesitados, los forasteros (cf. Mt 25,31-46), y si somos capaces de pasar de una cultura del rechazo a una cultura del encuentro y de la acogida (Papa Francisco), de la integración y de la comunión.

Por ello es necesario tener y fomentar actitudes y comportamientos basados en la justicia, la solidaridad y la fraternidad. Recordemos las palabras de Jesús: “fui extranjero y me acogisteis” (Mt 25,35). Jesús se identifica con la persona del emigrante y nos pide acogerlo y amarlo, como si de Él mismo se tratara. Así difundimos también el Evangelio y caminamos hacia un mundo mejor.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón

Fuente:: Mons. Casimiro López Lorente

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Mons. Saiz MenesesMons. Àngel Saiz Meneses     Nos encontramos ya dentro de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que se celebra cada año del 18 al 25 de enero y que concluye en la fiesta de la Conversión de San Pablo. Este año el lema de la Semana es muy expresivo: “¿Es que Cristo está dividido?” Una pregunta muy interpeladora de Pablo en la primera Carta a los Corintios (1,13).

De nuevo invito, pues, a las comunidades cristianas a vivir estos días un “ecumenismo espiritual” con la plegaria y un “ecumenismo fraternal”, con unas actitudes de respeto y aprecio a nuestros hermanos cristianos de otras Iglesias, confesiones o denominaciones. Nuestra diócesis tiene una muy notable tradición de ecumenismo.

De hecho se han vivido y se viven encuentros, diálogos, plegarias ecuménicas y, sin embargo, cabe preguntarse: ¿qué queda de todo ello? El esfuerzo y el camino hacia la unidad, ¿no está acaso parado? Mi respuesta es que no lo está. Se trata de un camino largo y no siempre fácil, pero en el que se está avanzando. Cuando me preguntan: “¿Qué queda de los esfuerzos hechos hasta ahora?”, respondo: “queda el respeto, el diálogo y la amistad”.

Ciertamente hemos de ser conscientes de lo que hemos progresado. El beato Juan Pablo II, en torno al jubileo del año 2000, habló de la necesaria “purificación de la memoria”. Ahora bien ¿cómo hemos de seguir avanzando? Intentaré contestar con algunas afirmaciones que hizo el Papa Pablo VI en Belén, el día 6 de enero de 1964; precisamente este mes se han cumplido cincuenta años de aquella histórica visita.

Pablo VI, desde Belén, quiso dirigir una palabra a Cristo, a la Iglesia y al mundo. Al dirigirse a Jesucristo lo hizo con una oración:”Te prometemos, Señor, vivir como cristianos, en un esfuerzo continuo de docilidad a tu gracia y de renovación de nuestras actitudes. Todos nosotros queremos esforzarnos para hacer presente en el mundo tu mensaje de salvación y de amor”. Y añadió: “Esto que decimos a los católicos, no podemos dejar de decirlo a los hermanos cristianos que no están en comunión perfecta con nosotros. A todos se nos plantea con claridad que no se puede eludir el problema de la unidad. Estamos dispuestos a tomar en consideración cualquier medio razonable, que sea capaz de abrir los caminos del diálogo, en el respeto y la caridad, en orden a un futuro encuentro –Dios quiera que sea cercano- con los hermanos cristianos todavía separados de nosotros. La espera es leal y cordial”.

Refiriéndose a la Iglesia, el Papa  dijo unas palabras muy destacadas por los medios informativos: “No tenemos otro interés que el de anunciar nuestra fe. No pedimos nada, sino la libertad de profesar y de proponer a quien quiera, con toda libertad, acoger esta religión, este vínculo nuevo instaurado entre los hombres y Dios por Jesucristo, nuestro Señor”.

Al dirigir una palabra al mundo, Pablo VI se hizo intérprete del Concilio Ecuménico Vaticano II. “Nosotros –dijo- miramos el mundo con una inmensa simpatía. Si el mundo se siente extraño al cristianismo, el cristianismo no se siente en modo alguno extraño al mundo”. Y añadió que la misión del cristianismo era “una misión de amistad entre los pueblos de la tierra, una misión de comprensión, de ánimo, de promoción, de elevación y de salvación. Y todo ello con un mensaje que los cristianos creemos que es liberador”.

Si nos esforzamos en el cumplimiento de estas tres propuestas de Pablo VI, podemos esperar que la gracia de Dios generará nuevos avances en el camino hacia la plena unidad de los cristianos.

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa

 

 

Fuente:: Mons. Josep Àngel Saiz Meneses

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Mons. Carlos OsoroMons. Carlos Osoro    Cuando vamos a celebrar la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, y el Papa Francisco nos ha regalado para este día un mensaje lleno de realismo y esperanza, “Emigrantes y refugiados: hacia un mundo mejor”, me ha parecido proponeros en este día a la maestra que el Señor eligió para devolvernos siempre la mirada hacia Jesucristo, la Virgen María, que aquí en Valencia invocamos con un título entrañable y que nos recuerda siempre a los más necesitados, Mare de Déu dels Desamparats. Cada vez que voy a la Basílica, tengo un especial interés por observar a todos los que llegan, me fijo en las personas que entran, en sus rostros que revelan también sus situaciones y preocupaciones.
En esta observación general, veo muchos rostros procedentes de otros lugares de la tierra que vienen buscando mejorar sus condiciones de vida. Y una de las visitas que hacen es a la Virgen. Ella es la Madre de los Desamparados y todos encuentran a su lado, en su cercanía y en la invocación que le hacen para que interceda ante su Hijo, amparo, compresión y esperanza en un mundo mejor y en unas condiciones de vida para ellos más humanas y más respetuosas con su dignidad de hijos de Dios. En el año 2006, el entonces Papa Benedicto XVI nos recordaba que el creciente fenómeno de la movilidad humana emerge como un “signo de los tiempos”. Un signo que, es cierto, tiene dos vertientes: 1) nos hace ver las carencias y lagunas de los Estados y de la comunidad internacional; y 2) nos revela las aspiraciones de una humanidad que quiere y busca la unidad, el respeto de las diferencias, la acogida, la hospitalidad, el que todos puedan participar de las riquezas de la tierra y la dignidad que todo ser humano tiene, regalada por Dios y que Dios quiere que se respete, se promueva y se viva según la misma.

El domingo pasado cuando entraba en la Basílica salía una familia, esposos e hijos, que eran de otro continente. Me entretuve con ellos interesándome por su vida. Al entrar en la Basílica, tuve necesidad de hablar a la Mare de Déu dels Desamparats. No podía dejar de hablarle de ellos y de todos los que vienen buscando mejorar sus condiciones de vida. Ante la Mare de Déu me vino el recuerdo de aquella advertencia de Jesucristo, de cómo en el juicio final considerará referido a Él mismo todo lo que se ha hecho o dejado de hacer “con uno solo de estos más pequeños” (cf. Mt 25, 40-45). El encuentro con María siempre nos remite a Jesucristo, según aquellas palabras suyas, “haced lo que Él os diga”.

Por ello, en esta Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado, os propongo a María como “maestra del nuevo “ardor”, “método” y “expresión”. Ante Ella, sentí el deseo de llamar a todos sin ningún recato a cambiar este mundo con la fuerza de Jesucristo, tal y como nos lo enseña María. Porque, en aquella expresión de María “haced lo que Él os diga”, nuestra Madre nos manifiesta que es Él quien hace brotar la alegría y la confianza incluso en los días oscuros que llegan a la existencia diaria. Él es quien hace posible un mundo mejor, que consiste, fundamentalmente, en que busquemos todos un desarrollo auténtico e integral para que haya condiciones de vida dignas para todos, y para que la vida de todos alcance las medidas que Dios mismo puso. El desarrollo no se puede reducir al mero aspecto económico sino tiene que hacer posible que crezcan todas las dimensiones de la persona, en la que está también la dimensión trascendente.

La Iglesia quiere caminar con todos los emigrantes y refugiados. Así lo hizo el Señor cuando Él mismo, casi a los pocos días de poner su vida entre nosotros, tuvo que emigrar. La Iglesia, que ha aprendido de Él, comprende las causas de las migraciones y trabaja para superar y vencer lo que no ensalza y promueve a la persona. La cultura del encuentro y de la inclusión, que es la que comenzó Nuestro Señor al hacerse presente en este mundo, es la que deseamos hacer nosotros. De ello os he hablado desde que vine en muchas de mis cartas semanales. Como María, nuestra Madre, prestamos la vida, lo que somos y tenemos para esa cultura del encuentro y la inclusión. Él es quien entrega el nuevo “ardor”, el “método” y la “expresión” necesaria para cambiar este mundo y hacerlo humano con la “humanidad verdadera” manifestada en Jesucristo. Lo hizo con María y Ella es maestra experta en esta novedad. Acudamos a Ella para aprender cómo hacer un mundo mejor.

¿Por qué acercarse a María para aprender a vivir con nuevo “ardor”, “método” y “expresión”? Porque Ella nos enseña, desde su confianza absoluta en Dios, que esto no se encuentra en ninguna de las orillas de la vida o de la historia humana, sino que hay que encontrarlo y aprenderlo en el origen mismo que tiene la vida, Dios, que se nos manifestó en Jesucristo. Este modo de aprender que nos enseña María, trae a los hombres como se lo trajo a Ella: 1) Una profunda libertad y espontaneidad, sabemos que todo viene de Dios; 2) Una alegría y actitud festiva que se manifiesta en todas las situaciones de la vida, desde el reconocimiento de sabernos queridos por Dios y escogidos especialmente por Él para formar parte de su Pueblo; 3) Una apertura total a la trascendencia, ya que el ser humano, desde la fe, asume gustoso la presencia de Dios humanamente percibida; y 4) Una apertura total a todos los hombres y una capacidad de acoger a todos, aprendida en la justicia de Dios que es su misericordia y su ternura.

¿Cómo vivir e ir hacia un mundo mejor? ¿Cómo transformar la historia? ¿Sólo desde tus fuerzas? ¿Con los proyectos que nacen de ti? La vida de María, nos enseña que hay dos tentaciones a las que está sometido el ser humano siempre: 1) el vivir desde una confianza temeraria en lo que hace uno mismo y desde sí mismo; y 2) el vivir sin imaginación y sin capacidad creativa, que siempre se engendra en la vida humana cuando ésta se clausura en sí misma y se olvida de Dios. Retirar y olvidar la sabiduría que viene de Dios es un atentado contra la vida misma, es fuente de profundas decepciones y de falta de motivaciones, de violencias, de convulsiones, recelos, desinterés por los otros. El que se fía de Dios aprende que su vida es para entregarse a los demás, como Dios mismo lo hace. El que confía en Dios y pone la vida en sus manos, al estilo de María, se desborda en caridad. Atrévete a decir “hágase en mi según tu palabra” como María y acompañado de María.

Para que tengas como María nuevo “ardor, “método” y expresión”, me atrevo a proponerte a vivir y a construir un mundo mejor como Ella lo hizo: 1) en actitud de oyente: acogiendo con fe la Palabra de Dios, Dios me habla, conversa conmigo y me llama; 2) en actitud de orante: abriéndote plena y totalmente a Dios, sin dejar un resquicio de tu vida guardado para ti y dejando que Dios te ame, te mire y te cuide; 3) en actitud de oferente: dando todo lo que tienes, eres y haces para que el Señor sea conocido y se manifieste a través de ti; y 4) en actitud de testigo: ya que has de hacer de tu vida un culto a Dios y de éste tiene que salir un compromiso de vida para todos los que te encuentres en el camino, con la seguridad del respeto de su dignidad.

Con gran afecto y mi bendición

+ Carlos Osoro,

Arzobispo de Valencia

Fuente:: Mons. Carlos Osoro

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