Los frutos del movimiento ecuménicoMons. Lluís Martínez Sistach     Comentaba el pasado domingo la esperanza que suscitó en el mundo cristiano el encuentro en Jerusalén, en enero de 1964 -hace ahora cincuenta años -, de Pablo VI y el patriarca ecuménico de Constantinopla Atenágoras I, que inició una nueva era en las relaciones entre las Iglesias de Oriente y la Iglesia latina. Se iniciaba con aquel hecho un ecumenismo al más alto nivel que ha continuado y está dando frutos muy valiosos. Es bueno que lo recordemos ante la próxima Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que comienza el día 18 de enero con el lema: “Es que Cristo está dividido?” (1Co 1,13)

Todos desearíamos más frutos visibles del ecumenismo institucional y nos podemos preguntar: ¿qué queda de lo que se ha hecho y se hace en estos últimos años? Queda mucho y en lo mucho que queda está el fundamento del cristianismo del siglo XXI. Debemos ver la situación actual con perspectivas de futuro.

Queda la amistad, la amistad y el respeto, el verdadero conocimiento del otro. En el campo ecuménico este aspecto es fundamental porque a través de la amistad se producen muchos intercambios. Y debemos reconocer que, sobre todo en algunos lugares, era necesario un tiempo largo -en el que estamos todavía- de lo que Juan Pablo II, con mucho acierto, calificó como “purificación de la memoria”.

Sí, en medio de un número considerable de iniciativas, oraciones y encuentros, se han deshecho estereotipos y se ha ido consolidando una red de amistad entre los cristianos de diversas confesiones e incluso -en una etapa aún inicial- entre los seguidores de las diversas religiones.

Con la amistad, queda el diálogo y la paz. La unidad de los cristianos debe tener una función profética y constructora de paz y de convivencia en la diversidad. Según el patriarca Atenágoras, la unidad entre los cristianos debe ser fermento de la unidad humana. “Las Iglesias hermanas -decía- harán pueblos hermanos”.

No podemos caer en la tentación del desencanto en el largo camino del ecumenismo. El movimiento ecuménico no ha dejado de dar frutos y todavía los está dando. El ecumenismo -especialmente entre nosotros- ha contribuido a preparar a nuestra Iglesia y nuestra sociedad para afrontar el gran flujo de migración de las últimas décadas. Debemos valorar la actual convivencia y la falta de conflictos con los recién llegados, de culturas y religiones diversas, muchos de ellos miembros de las Iglesias orientales u ortodoxas. También son numerosas las personas de cultura y religión musulmanas.

En el ecumenismo intercristiano y en el diálogo interreligioso se han alcanzado entre nosotros metas importantes de convivencia en una sociedad plural. Necesitamos continuar trabajando con esperanza en aquellos objetivos que, hace cincuenta años, nos propuso el Concilio Vaticano II en el decreto de ecumenismo y en la declaración sobre las religiones no cristianas.

+ Lluís Martínez Sistach

Cardenal arzobispo de Barcelona

Fuente:: Mons. Lluís Martínez Sistach

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DemetrioMons. Demetrio Fernández      Termina el ciclo litúrgico de Navidad con la fiesta del Bautismo de Jesús, una escena de la vida de Jesús llena de significado. Jesús se pone en la fila de los pecadores para ser bautizado por Juan, significando que él no hace asco de los pecadores, sino que viene a juntarse con ellos, viene a buscarlos.

Entiende su vida como entrega por ellos, por eso se acerca a los pecadores. Así lo presenta Juan el Bautista: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Una de las acusaciones que después le hacen es esa: «Los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: “Este acoge a los pecadores y come con ellos”» (Lc 15,2).

Este es el título de nuestra cercanía con Jesús, que ha venido a buscar a los pecadores: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero” (1Tm 1,15), decía san Pablo. Esta cercanía de Jesús a los pecadores se llama misericordia.

Todos los humanos hemos nacido en pecado, es decir, apartados de Dios (excepto María que ha sido librada antes de contraerlo). Y sólo podemos acercarnos a Dios, si Dios viene hasta nosotros. Es lo que ha hecho Dios con su Hijo Jesucristo: enviarlo a buscar a los pecadores. Y no los buscará por fuera ni desde fuera, sino compartiendo el dolor que supone el alejamiento de Dios por el pecado. Siendo inocente, Jesús ha probado el dolor de la lejanía, ha recorrido los caminos que alejan a los hombres de Dios, para acercarlos a Él. “Al que no conocía pecado, Dios lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él” (2Co 5,21). El bautismo de Jesús en el Jordán prolonga el admirable intercambio de la Navidad: Dios se ha hecho hombre para que los hombres lleguen a ser hijos de Dios por Jesucristo.

Y la escena del bautismo de Jesús en el Jordán es una gran epifanía de Dios. Aparece Dios Padre como una voz del cielo, diciendo: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto”. Y ese amor del Padre a su Hijo divino, que se ha hecho hombre, se expresa envolviéndolo con el Espíritu Santo, que aparece en forma de paloma. Es una escena, por tanto, en la que el Espíritu Santo desciende sobre Jesús, ungiendo su carne humana y haciéndola capaz de la gloria. El ser humano es incapaz por sí mismo de ver a Dios. En esta escena del Jordán, el Espíritu desciende sobre la carne humana de Jesús, le envuelve con su amor, le unge con su toque y le hace capaz de la gloria. Es lo que se conoce como la unción del Verbo en su carne humana por parte del Espíritu Santo.

Jesús irá después a su pueblo y en la sinagoga de Nazaret dirá con palabras del profeta: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado a evangelizar a los pobres” (Lc 4,18). Es el Espíritu Santo el que lo conducirá en su misión por los caminos de Palestina hasta el Calvario, hasta la cruz y la resurrección. Todo había comenzado en el bautismo del Jordán, donde Jesús comienza su vida pública y su ministerio.

¿Qué sucede cuando el fuego entra en el agua? –Que el agua sofoca al fuego y lo apaga. En esta escena, sin embargo, ocurre algo sorprendente. Jesús, lleno del fuego del Espíritu Santo (“Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego” Lc 3,16), entra en el agua del Jordán y no se apaga en él el Espíritu Santo, sino que, entrando en el agua, enciende en el agua la capacidad de transmitir el Espíritu Santo. A partir de este momento, el agua se convierte en transmisora del Espíritu Santo para todos los que se acerquen a recibir el bautismo.

“Él que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5). Por eso, en esta escena del bautismo de Jesús en el Jordán tiene origen nuestro propio bautismo, por el que somos hechos hijos de Dios. Porque esa agua ha recibido de Cristo el poder de transmitir el Espíritu Santo, y en el bautismo también nosotros, como Cristo, recibimos el Espíritu Santo, que nos hace hijos y coherederos con Cristo de la gloria preparada. El bautismo es la unción con el Espíritu Santo de cada uno de los bautizados, en orden a capacitarlo para la gloria. En el bautismo de Jesús en el Jordán tiene origen nuestro propio bautismo. Jesús se acerca hasta cada uno de nosotros pecadores, carga con nuestros pecados en su propia carne, nos lava los pecados y, ungiéndonos con su Espíritu santo, nos hace hijos del Padre, hermanos de los demás hombres y herederos del cielo.

Bautismo de Jesús, bautismo de los cristianos. No se trata de simple agua natural, se trata de un agua que lleva dentro el fuego del Espíritu Santo, que nos transfigura haciéndonos hijos de Dios.

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández González,

Obispo de Córdoba

@ObispoDemetrio

Fuente:: Mons. Demetrio Fernández

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Taketa (Sábado, 11-01-2014, Gaudium Press) Un descendiente de los cristianos que padecieron persecución en Japón, Goto Atsusi, descubrió hace tres años una expresión particular de la fe en medio de las dificultades. Los creyentes que protagonizarían el llamado milagro de oriente en 1865, por haber conservado su fe sin presencia de la Iglesia por más de 200 años, tallaron verdaderas catacumbas a cielo abierto en medio de los bosques de la región. Hasta el día de hoy se han hallado ocho capillas excavadas en la roca sólo en la región de Taketa y se sospecha la existencia de un centenar, según destacó el diario de la Santa Sede, L’Osservatore Romano.

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Catacumba cristiana en la Prefectura Miyagi, Tome Towa, Japón.

La fe católica llegó a Japón con la llegada del heroico misionero San Francisco Javier, en 1549. 60 años más tarde el florecimiento de la Iglesia fue detenido con brutalidad por la persecución del Shogun (jefe militar del país) que resultó análoga en crueldad con la llevada a cabo en el imperio romano contra los primeros cristianos. La terrible violencia desatada se sumó a lo que parecería poner fin a la fe en el país: el aislamiento total del territorio, que impidió efectivamente la llegada de sacerdotes u Obispos y la predicación del Evangelio.

Muchos creyentes dieron su vida o se vieron obligados a apostatar de manera pública, mientras otros consiguieron ocultarse y mantener su fe, comunicándola de padre a hijo a pesar de las graves limitaciones. La comunidad de creyentes, conocidos como Kakure Kirishitan (cristianos ocultos), consiguió preservar su conocimiento de la fe orando en secreto, representando a Cristo y la Santísima virgen en imágenes de apariencia estética budista y, como lo revelan los descubrimientos recientes, creando lugares de culto en cuevas en medio de los bosques. Las oraciones cristianas tomaron la forma de cantos parecidos a los budistas, mientras que sus letras conservaban palabras del latín, español y portugués directamente preservadas de los primeros evangelizadores.

Lamentablemente sólo unos 300 cristianos habitan hoy en Taketa, de quienes sólo unos cuantos son católicos y deben viajar más de una hora entre las montañas para participar en la Eucaristía en la último templo de la región. La comunidad católica más numerosa estuvo presente en la ciudad de Nagasaki, donde habitaban dos tercios de los fieles de todo el país para 1945. A causa del estallido de la bomba atómica precisamente en esa ciudad, la presencia católica fue reducida de forma severa nuevamente. Actualmente los católicos japoneses suman más de medio millón de personas, en medio de una población total de 126 millones de habitantes.

Con información de L’Osservatore Romano y Zenit.

 

Fuente:: Gaudium Press

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El extremismo islámico en Nigeria podría causar un desastre humanitario inimaginable, advierte Obispo

Lagos (Sábado, 11-01-2014, Gaudium Press) El Obispo Hyacinth Egbebo, Vicario Apostólico de Bomadi, Nigeria, hizo un fuerte llamado para controlar las acciones del grupo terrorista radical islámico Boko Haram, responsable de numerosos ataques a los cristianos y causante de un clima de violencia en el país. «No se queden sentados mientras Nigeria se desintegra», exhortó el prelado en entrevista a Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Mons. Egbebo alertó sobre las ambiciones del movimiento terrorista y el avance de su ideología en la región. Si esta amenaza no es controlada en Nigeria, «el resto de África puede caer presa de ellos con facilidad». Para el obispo esto constituiría «un desastre humanitario inimaginable».

En Nigeria habitan unos 30 millones de católicos, principalmente en el sur del país, mientras que el norte es mayoritariamente musulmán. La convivencia pacífica en el norte del país se vio atacada por el grupo terrorista, cuyo nombre significa «la educación occidental es pecaminosa».

Según explicó el Vicario Apostólico, Boko Haram «desea un estado islámico en el norte, que imponga la ley sharia a todos». Cualquier obstáculo a la imposición de la ideología radical es manejado con medios violentos. Las instituciones de inspiración cristiana como las escuelas y, sobre todo, los templos han sido víctimas de ataques terroristas, justificados en la supuesta asociación de la religión cristiana con los poderes de los países occidentales.

Para Mons. Egbebo, los extremistas no quedarán satisfechos incluso si consiguen expulsar el cristianismo en el norte del país, ya que entonces «pondrían sus ojos en el sur». Mientras que el grupo terrorista es culpable de casi dos mil muertes de cristianos, la Iglesia Católica ha contenido los deseos de venganza, «condenando fuertemente el asesinato de musulmanes a manos de cristianos».

El Obispo comentó que esta situación es uno de los más grandes desafíos de la nación, junto con la generación de mejores condiciones de vida que evitarían que muchas personas optaran por la pertenencia a grupos violentos. Sobre todo en el sur del país, y por ejemplo en el Vicariato Apostólico de Bomadi, «estamos muriendo por falta de comida, por falta de cosas muy básicas», denunció.

Con información de Ayuda a la Iglesia Necesitada.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Juez en Argentina defiende libertad religiosa y se niega a retirar la Cruz de la sala de audiencias

Buenos Aires (Sábado, 11-01-2014, Gaudium Press) En medio de lo que lo que ha sido señalado como una «campaña nacional destinada al retiro de los símbolos religiosos» de las instituciones judiciales en Argentina, un juez, el Dr. Luis María Rizzi, se negó a retirar el crucifijo presente en la sala de audiencias. A través de una carta, el jurista expuso sus motivos: «La Cruz no ofende a nadie, sea o no creyente, ni nadie puede sentirse agredido, inquieto, molesto y menos discriminado por su presencia».

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«La Cruz es símbolo de piedad, de consuelo, y de misericordia», afirmó el juez Luis María Rizzi. Imagen: Cristo de la Iglesia de Santa María Novella, en Florencia, Italia. Foto: Eric Parker.

La comunicación fue dirigida al Dr. Mario Juliano, presidente de la Asociación Pensamiento Penal, organismo que junto a la Asociación por los Derechos Civiles ha liderado el retiro de símbolos religiosos como una pretendida defensa de la neutralidad religiosa del estado. «Acuso recibo de su nota y de la del doctor Onaindia y mi respuesta a vuestra pretensión es la siguiente: no voy a descolgar ninguna Cruz», aseguró el juez.

La Cruz no ofende a nadie

«Tampoco voy a disponer que otro lo haga», advirtió el jurista. «Porque creo en Dios y porque soy católico. Porque tengo reverencia por la Cruz de Cristo, el inocente crucificado por los hombres y el más inocente de los condenados, que representa, además, la fe mayoritaria y la identidad de nuestro pueblo», agregó.

A continuación, el juez desmintió que la presencia de la Cruz pueda significar la violación de algún derecho a los ciudadanos: «La Cruz no ofende a nadie, sea o no creyente, ni nadie puede sentirse agredido, inquieto, molesto y menos discriminado por su presencia», explicó. «Porque contrariamente a lo que ustedes suponen o creen, la presencia de la Cruz es símbolo de piedad, de consuelo, y de misericordia; es símbolo de que quienes se desempeñan frente a ella, tienen temor de Dios, y por ello mismo, inspiran más confianza en que actuarán de acuerdo a la justicia y a la verdad, con buena voluntad y con la máxima imparcialidad».

Auténtica libertad religiosa

El Juez Rizzi pidió, además, interpretar de forma correcta el derecho a la libertad religiosa: «La libertad religiosa que ustedes dicen pregonar y defender, es precisamente para que quienes quieran hacerlo, cuelguen, lleven o exhiban la Cruz, y no para que nos obliguen a quitarla, ocultarla o disimularla», declaró.

«Soy consciente no obstante, de que ustedes están embarcados en una triste misión en la que muy probablemente lograrán los fines que los desvelan», agregó el jurista. Como motivo de su escepticismo destacó la incompatibilidad de la fe cristiana con «este mundo en el que se confunde el bien con el mal, en el que se privilegian supuestos derechos de la mujer a costa del derecho a la vida de los niños; en el que impera la deslealtad, la mentira, la corrupción; en el que ya no interesa la protección de la familia y de la infancia, y se las supone independientes de la protección del matrimonio».

El Juez concluyó su comunicación con un diagnóstico crítico sobre la situación actual del país. «En fin, la Cruz parece no tener más lugar en una nación desolada, ciega y sorda a las leyes eternas que no son de hoy ni de ayer, que huye de la Verdad y de la Belleza, y que se empeña en ignorar y abandonar a Cristo», denunció. «Pero Cristo no nos abandonará, aun cuando repudien y quiten su Cruz».

Con información de AICA.

 

Fuente:: Gaudium Press

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La fe puede todo, y los cristianos convencidos a medias son cristianos vencidos, dijo el Papa en su homilía
(RV).- (Con audio y video) La fe puede todo, y los cristianos convencidos a medias son cristianos vencidos, dijo el Papa en su homilía “La Iglesia está llena de cristianos vencidos”, cristianos “convencidos a medias”. En cambio “la fe todo lo puede” y “vence al mundo”, pero se requiere el coraje de encomendarse a Dios. Así lo afirmó esta mañana el Papa Francisco en su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El Papa centró su homilía en el pasaje de la primera Carta de San Juan, en la que el Apóstol “insiste” sobre “aquella palabra que para él es como la expresión de la vida cristiana”: “Permanecer en el Señor”, para amar a Dios y al próximo. Y este “permanecer en el amor” de Dios es obra del Espíritu Santo y de nuestra fe y produce un efecto concreto:
“Quienquiera permanece en Dios, todos han sido generados por Dios, el que permanece en el amor vence al mundo y la victoria es nuestra fe. De nuestra parte, está la fe. De parte de Dios – por esto ‘permanece – el Espíritu Santo, que hace esta obra de gracia. De nuestra parte, está la fe. ¡Es fuerte! Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe! ¡Nuestra fe puede todo! ¡Es victoria! Y esto sería bello que lo repitiéramos, también a nosotros, porque tantas veces somos cristianos derrotados. Pero la Iglesia está llena de cristianos vencidos, que no creen en esto, que la fe es victoria; que no viven esta fe, porque si no se vive esta fe, está la derrota y vence el mundo, el príncipe del mundo”.

Jesús – recuerda el Papa – ha alabado mucho la fe de la hemorroísa, de la cananea o del ciego de nacimiento y decía que quien tiene fe como una semilla de mostaza puede mover montañas. “Esta fe – dijo Francisco – nos pide a nosotros dos actitudes: confesar y encomendarnos”. Pero, ante todo, “confesar”:
“La fe es confesar a Dios, pero al Dios que se ha revelado a nosotros, desde el tiempo de nuestros padres hasta ahora; al Dios de la historia. Y esto es lo que todos los días rezamos en el Credo. Y una cosa es rezar el Credo desde el corazón y otra como papagayos, ¿no? Creo, creo en Dios, creo en Jesucristo, creo… ¿Yo creo en lo que digo? Esta confesión de fe ¿es verdadera o yo la digo un poco de memoria, porque se debe decir? ¿O creo a medias? ¡Confesar la fe! ¡Toda, no una parte! ¡Toda! Y a esta fe custodiarla toda, tal como ha llegado a nosotros, por el camino de la tradición: ¡toda la fe! ¿Y cómo puedo saber si confieso bien la fe? Hay un signo: quien confiesa bien la fe, y toda la fe, tiene la capacidad de adorar, adorar a Dios”.

“Nosotros sabemos cómo pedir a Dios, cómo agradecer a Dios – prosiguió diciendo el Papa Bergoglio – pero adorar a Dios, ¡adorar a Dios es algo más! Sólo quien tiene esta fe fuerte es capaz de la adoración”. Y el Santo Padre añadió: “Yo oso decir que el termómetro de la vida de la Iglesia está un poco bajo en esto”: hay poca capacidad de adorar, “no tenemos tanta, algunos sí…”. Y esto “porque en la confesión de la fe nosotros no estamos convencidos o estamos convencidos a medias”. Por tanto – subrayó – la primera actitud es confesar la fe y custodiarla. La otra actitud es “encomendarse”:
“El hombre o la mujer que tiene fe se encomienda a Dios: ¡se encomienda! Pablo, en un momento oscuro de su vida, decía: ‘Yo sé bien a quién me he encomendado’. ¡A Dios! ¡Al Señor Jesús! Encomendarse: y esto nos lleva a la esperanza. Así como la confesión de la fe nos lleva a la adoración y a la alabanza de Dios, el encomendarse a Dios nos lleva a una actitud de esperanza. Hay tantos cristianos con una esperanza con demasiada agua, no fuerte: una esperanza débil. ¿Por qué? Porque no tienen la fuerza y el coraje de encomendarse al Señor. Pero si nosotros los cristianos creemos confesando la fe, y también custodiando la fe, y encomendándonos a Dios, al Señor, seremos cristianos vencedores. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe!”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

Fuente:: News.va

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El Papa recibiendo a gentiluomini y sediari pontificios, les exhorta a proseguir su servicio a la Iglesia sin macharlo con posturas de mundanidad
(RV).- (audio) El Papa recibiendo a gentiluomini y sediari pontificios, les exhorta a proseguir su servicio a la Iglesia sin macharlo con posturas de mundanidad En torno al mediodía en la sala del Consistorio el Papa, en los tradicionales encuentros a principios de año con el personal que trabaja a su lado para el intercambio de felicitaciones, recibió, primero, a los “gentiluomini” de Su Santidad, es decir, a los que dan la bienvenida y acogen a las distintas personalidades que vienen a encontrarse con el Sucesor de Pedro, y asisten, asimismo, a las ceremonias y recepciones oficiales. Y seguidamente el Papa recibió a los “sediari”, es decir, a los encargados de atender y servir las visitas de las personas que vienen a hablar con el Papa.
Hablando a los “gentiluomini” y sus familiares, el Papa ha explicado que a través de ellos las diversas autoridades y personalidades que vienen a visitar la Sede de Pedro tienen su primer contacto con esta Casa y reciben sus primeras impresiones. Como dice su nombre, sirven a este propósito cualidades de gentileza y amabilidad útil para poner a la gente a gusto. Estas cualidades humanas tienen sus raíces más auténticas en una vida animada por la fe, que da testimonio de la coherencia evangélica, sin mancharla con actitudes mundanas.
Ahora que estamos en el final del tiempo de Navidad, dijo el Pontífice, y todos fuimos tocados por el prodigio de Dios hecho Niño en la cueva de Belén, seamos cuidadosos y recemos para que esta luz interior no se disuelva y nos pueda traer a nuestra vida diaria, familiar y laboral, la alegría de la fe, que se expresa en la caridad, en la bondad, en la ternura.
Saludando a continuación a los “sediari” y sus familiares, el Santo Padre ha dicho que “el misterio del nacimiento de Jesús nos llama a ser testigos en nuestra vida de la humildad, la sencillez y el espíritu de servicio que el Señor nos ha enseñado. “Incluso en su trabajo diario, ustedes tienen la posibilidad de imitar estas características del Hijo de Dios, «que no vino a ser servido sino para servir». Vivido con esta actitud, el trabajo -ha proseguido el Papa- puede convertirse en apostolado, una valiosa oportunidad para transmitir, a todos los que encuentran, la alegría de ser cristianos. Esto es posible si mantenemos vivo el diálogo con el Señor en la oración, para crecer en su amistad y aprender de Él la disposición a la acogida”.
“En los últimos meses, me he podido dar cuenta ha terminado diciendo el Papa, de los ideales que inspiran su trabajo. El amor a la Iglesia y la Santa Sede, la cordialidad acogedora, la paciencia, la calma y la serenidad de su conducta que son una bella tarjeta de visita para los que acceden al Palacio Apostólico para encontrarse con el Sucesor de Pedro. Por todo esto les doy las gracias cordialmente y me siento en deuda con ustedes”.
ER RV

Fuente:: News.va

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migracionesLa campaña con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado ha sido presentada este mediodía en la sede de la Conferencia episcopal Española. Mons. Ciriaco Benavente, presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones, junto al Director del Secretariado, José Luis Pinilla Martín, S.J. e Isidro Catela, Jefe de prensa de la CEE han sido los encargados de presentar los materiales de esta Jornada que este año cumple su primer centenario y que, en España, ha contado con un “redoble de esfuerzos” como ha destacado José Luis Pinilla en la presentación. Un vídeo, titulado “Un sólo corazón” grabado en la valenciana playa de la Malvarrosa se une en esta edición a los materiales habituales para esta campaña.

100 años de la primera Jornada Mundial de Migraciones

En 1914, bajo el pontificado de Benedicto XV tuvo lugar la primera Jornada Mundial de Migraciones. Una efeméride que en nuestro país, debido a su situación de receptora clave de inmigrantes, supone en palabras del Director del Secretariado de Migraciones  ”una alegría y un desafío. Alegría porque muestra la presencia, esfuerzo y acompañamiento de la Iglesia a las personas con este tipo de exclusión y un desafío permanente ya que, la Iglesia reconoce en el emigrante una fuente de enriquecimiento”, que hay que alentar y respetar y “el desafío de llevar hoy también el mensaje liberador de Cristo” a estas situaciones.

La celebración de este centenario tiene especial incidencia en España no sólo por su condición de receptora sino porque hoy volvemos a vivir la salida de españoles al exterior, lo que supone “un reconocimiento también de los esfuerzos de la Iglesia española para estar presente en otros países”.

El obispo de Albacete y presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones ha destacado el “ejemplo del papa Francisco que con la visita a Lampedusa dijo más a la sociedad europea que muchos discursos”.

Los obispos españoles advierten contra  «la globalización de la indiferencia»

En el Mensaje de la Comisión Episcopal de Migraciones, los obispos españoles han destacado aspectos tan actuales como las vallas cortantes de la frontera melillense o las políticas restrictivas de la Unión Europea ”en un mundo rico, que se defiende impidiendo la entrada de los pobres, se necesitan, más que las “vallas” , la solidaridad, la acogida, la fraternidad y la comprensión (…) Da la impresión de que incluso en la Unión Europea, la adelantada de los derechos humanos, las políticas migratorias ponen el acento en el control de fronteras con medidas de protección y seguridad cada vez más duras y costosas. Las vallas cortantes, que en otros gobiernos fueron presentadas como elementos disuasorios para la inmigración ilegal, han vuelto a estar de actualidad. En este mundo de la globalización, ¿caeremos en «la globalización de la indiferencia», como dijo el papa en Lampedusa?

Los obispos españoles señalan la evidente necesidad de regular los flujos migratorios pero subrayan que “las solas medidas de control no están dando resultados. Como decía un inmigrante rescatado de las aguas, «el hambre no conoce fronteras ». Sabemos que la solución al fenómeno migratorio es muy compleja. Permítasenos abogar por las medidas más generosas posibles y, sobre todo, por un compromiso de los países desarrollados en favor de los países pobres, con los que, en no pocos casos, ha habido vínculos históricos fuertes”.

La Conferencia Episcopal Española ha editado, a través de la Comisión Episcopal de Migraciones, una serie de materiales de preparación a esta Jornada. Además del vídeo, los materiales incluyen el Mensaje del Santo Padre con motivo de esta Jornada, una guía para la Vigilia de Oración, materiales de dinámica de encuentro destinados a los más pequeños y el relativo al subsidio litúrgico”.

 

Foto: Mons. Ciriaco Benavente y Jose Luis Pinilla

Fuente:: SIC

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Mons. Joan PirisMons. Joan Piris    En la Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” el Papa Francisco nos llama a los bautizados a vivir en un estado permanente de misión recuperando la frescura original del Evangelio, encontrando nuevos caminos y métodos creativos y no dejando las cosas como están, sino procurando crecer pastoralmente con prudencia y audacia.

He encontrado especialmente brillante un principio que el Obispo de Roma proclama pidiendo trabajar con luces largas: dice que “el tiempo es superior al espacio” y que hay que trabajar a largo plazo sin obsesionarse por resultados inmediatos. Invita a entregarse generosamente ya no desanimarse ante los posibles fracasos o los frutos escasos porque la fecundidad es muchas veces invisible, inalcanzable, y no siempre puede ser contabilizada.

En esta misma línea, cuando en la Iglesia de Lleida, hemos hecho la opción de preparar a losllamados agentes de pastoral y animadores de la comunidad, tenemos muy presente que la evangelización a la que nos envía Jesús es una carrera de fondo con un componente vocacional que debe traducirse en disponibilidad para la Misión. Pero también hace falta una formación esmerada que posibilite leer la vida desde la fe, ordinariamente proclamada, vivida y celebrada con otros: porque lo que hemos de transmitir de palabra y de obra es la fe de la Iglesia. Para este aprendizaje y experiencia en un espacio comunitario y con la necesaria profundidad teológica y pastoral, tenemos en Lleida, desde hace más de 25 años, el inestimable servicio de nuestro Instituto de Ciencias Religiosas (IREL), un servicio que nunca agradeceremos lo suficiente.

Se precisa una buena preparación para la evangelización -dice el Papa Francisco- implica un camino de diálogo y colaboración con realidades políticas, sociales, religiosas y culturales. Pide evangelizadores capaces de abrirse a la acción del Espíritu y, con su fuerza, anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar y, muchas veces, contracorriente. Está claro que esto no se improvisa sino que pide formación. Como apunta la Exhortación a la que estamos haciendo referencia desde el principio, se trata de evangelizadores que recen y trabajen, conscientes de que la misión que se nos encomienda es una pasión por Jesús y, al mismo tiempo, una pasión por los hermanos, sobre todo por los más necesitados. En nuestras relaciones humanas hay que dar razón de nuestra esperanza, pero siempre buscando el bien de los demás, la felicidad de los demás.

Como os comuniqué el pasado noviembre, hay un grupo de dieciséis personas que han hecho este camino durante un tiempo y, ahora, queremos iniciar una segunda promoción con personas que estén dispuestas a revitalizar su fe y ponerse al servicio de los hermanos, enviados por el Obispo. Como dice el Papa: “si consigo ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida”.

Confiemos en que nuestras comunidades parroquiales, delegaciones o movimientos presenten a alguno de sus miembros, tras el correspondiente discernimiento compartido.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola,

Obispo de Lleida

Fuente:: Mons. Joan Piris

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Mons. MurguiMons. Jesús Murgui     Queridos diocesanos:

En este año que se conmemora el centenario de las Jornadas de Migraciones, la Iglesia nos convoca de nuevo a celebrarla el próximo 19 de enero con el lema “Emigrantes y refugiados: hacia un mundo mejor”. En nuestra Diócesis, siguiendo las indicaciones, que nos ha expresado en el mensaje para este año el Papa Francisco, queremos reconocer y vivir que la presencia de extranjeros, tan numerosa en nuestra tierra, nos ayuda a todos a propiciar un mundo mejor. La realidad nos habla, según los datos del I.N.E., que desde el año 2008 el número de extranjeros en nuestra provincia, se ha estabilizado, en torno a 460.000; continúa siendo el 24 por cien de la población total.

Alrededor de ese día, en vuestras Comunidades, celebraréis la Jornada con voluntad de promover no solo la acogida y la integración, sino también y fundamentalmente la comunión entre todos, voluntad que debemos reforzar al principio del año, para llenarnos y poder trabajar en esa dirección todos los días. La comunión es un concepto que expresa mejor nuestra pretensión de realizar, con la ayuda del Señor, aquello que observamos desde la fe en la realidad de nuestro Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así lo pedía Jesús: ¡Padre que sean uno como tú y yo somos uno.! Jn. 17, 21. Una comunión en la que sin suplantarnos y respetando las propias identidades, el Espíritu nos impulsa a ir “haciendo un mundo mejor”.

El objetivo Diocesano para el presente curso nos invita a valorar y potenciar el carácter evangelizador de toda acción pastoral. En esta realidad de movilidad humana que vivimos en nuestra tierra, este objetivo, debe promover en nosotros un cambio serio de algunas actitudes de rechazo, exclusión, competencia…., presentes incluso en nuestras comunidades, y cambiarlas por una mirada que observe en el otro, sea de la nación que sea, la imagen de Dios, su rostro. Imagen que debemos mirar y al tiempo cuidar como un rostro al que ofrecer el Evangelio y que también a nosotros nos evangeliza, nos anuncia la buena nueva del amor de Dios.

Junto con el Papa Francisco, os quiero impulsar, a ver y ayudar a ver “en el emigrante y refugiado no sólo un problema que debe ser afrontado, sino un hermano y una hermana que deben ser acogidos, respetados, amados, una ocasión que la Providencia nos ofrece para contribuir a la construcción de una sociedad más justa, una democracia más plena, un país más solidario, un mundo más fraterno y una comunidad cristiana más abierta, de acuerdo con el Evangelio. Las migraciones pueden dar lugar a posibilidades de una nueva evangelización.”(Mensaje Jornada 2014). A veces analizamos la movilidad humana sólo como un problema, y no como una gracia providencial que nos ayuda a abrir nuestra Iglesia y nuestra sociedad a realidades nuevas y a enriquecernos de la pluralidad de experiencias en la vivencia cultural y sobre todo religiosa de nuestros hermanos, en fin, a construir un mundo mejor.

No quisiera terminar esta carta sin hacer un reconocimiento y un encargo. Un reconocimiento a todos los que nos ayudáis a vivir desde la fe la realidad migratoria en nuestra Diócesis: Voluntarios, Agentes de Pastoral Parroquial de Migraciones, Personal del Secretariado Diocesano de Migración.

Y un encargo a nuestro secretariado Diocesano de Migraciones: Acercaos a la realidad de las personas, sobre todo jóvenes y padres de familia, que debido a la crisis o a otras circunstancias, han tenido que emigrar desde nuestras tierras a otros lugares y proponed líneas de acción pastoral, en contacto con las Diócesis de destino. Es necesario que también nos preocupemos desde nuestra fe por aquellos que han tenido que marchar a otros países, para que puedan llegar a la comunión que nosotros queremos propiciar con los que han venido y vienen a nosotros.

Deseándoos a todos una buena jornada los días 18 en San Pedro de Novelda y 19 de enero en vuestras parroquias, os llamo a ponernos todos bajo el amparo, protección e impulso de María de Nazaret, ella que emigró y fue refugiada con su Hijo y con José en Egipto y que es, Madre de las Migraciones.

Con mi bendición y afecto

+ Jesús Murgui Soriano
Obispo de Orihuela-Alicante

Fuente:: Mons. Jesús Murgui Soriano

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