Haití (Viernes, 10-01-2014, Gaudium Press) A cuatro años del terremoto que sacudió a Haití el 12 de enero de 2010, particularmente la capital, Puerto Príncipe, la isla sigue siendo uno de los lugares más pobres del mundo, pero con el apoyo de varias organizaciones caritativas de la Iglesia, la población se ha venido involucrando en las labores de reconstrucción hallando en ello una luz de esperanza.

Una de estas instituciones es Cáritas Italiana que, junto a las Cáritas de otros países, continúa en el empeño de contribuir con el resurgimiento de la población haitiana. La institución europea presentó recientemente un reporte de su labor en la isla caribeña a lo largo de estos cuatro años.

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Una de las labores de Cáritas en Haití es la reconstrucción de escuelas que han beneficiado a miles de niños / Foto: Cáritas Czech.

De acuerdo con el informe, al día de hoy son 146 los programas de desarrollo que adelanta Cáritas Italiana a favor de la población local, de los cuales 86 ya han sido concluidos, y con los que se pretende dar las bases para la recuperación.

De todos estos proyectos, Cáritas Italiana ya ha comprometido el 80% de los fondos recaudados gracias a una colecta extraordinaria que promovió la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) el 24 de enero de 2010, y que han traído beneficios en varias áreas, entre ellas la asistencia de los desplazados internos, el sostenimiento de proyectos educativos y formativos, así como la atención sanitaria e iniciativas hídricas, que son parte importante para el desarrollo socio-económico y agrícola local.

Actualmente, la labor de Cáritas se viene enfocando en cinco líneas prioritarias: el sostenimiento de los organismos de la Iglesia locales, como una visión de cooperación y solidaridad con la Iglesia hermana que también sufrió las consecuencias del fuerte sismo; el sostenimiento del desarrollo socio-económico, promoviendo la progresiva autonomía de las comunidades; el fortalecimiento de las estructuras organizativas de los socios locales; el sostenimiento de la educación, no sólo en la formación de niños, jóvenes y educadores, sino también en la generación de recursos que favorezcan el acceso a la educación a la comunidad; y la atención continua a las necesidades urgentes, puesto que en Haití es prioridad mantener los servicios esenciales para la población.

La misión de Cáritas Italiana se viene desarrollando en unión con Cáritas Haití y con la coordinación de la Red Cáritas Internacional, que en conjunto han ayudado a más de millón y medio de personas.

Con información de Cáritas Italiana y CEI.

 

Fuente:: Gaudium Press

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«La estabilidad de la familia se construye con el compromiso y responsabilidad con el ser amado», dijo Obispo de Magallanes frente a la discusión sobre el APV en Chile

Magallanes (Viernes, 10-01-2014, Gaudium Press) «Acerca de la discusión del proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja», se titula la declaración pública de monseñor Bernardo Bastres Florence, Obispo de Magallanes y Presidente de la Comisión Nacional de la Familia de la Conferencia Episcopal de Chile, que se ha dado a conocer esta semana y en la que el pastor critica la «liviandad» del debate en esta materia y la forma como se ha dirigido.

Transcribimos a continuación la declaración:

El Ejecutivo ha puesto una vez más, urgencia a la discusión y aprobación del «proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja», y nos sorprende, que una ley que implica el futuro de la familia de nuestra nación, sea tratada con una liviandad y rapidez que no deje tiempo a reflexionar y profundizar los problemas que actualmente aquejan a las familias chilenas.

El Papa Francisco en su reciente Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium nos dice que «el individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares», y nos preguntamos si esto no es lo mismo que está ocurriendo con la tramitación apurada y descuidada de este proyecto de ley.

Se trata de un proyecto inconsulto a la mayoría de los chilenos y que, sin embargo, afectará la vida de una proporción importante de familias y lo que es más grave aún, será un hito indiscutible de debilitamiento de la misma.

Se ha impulsado su aprobación, como si de ello, dependiera la felicidad de los chilenos y lamentablemente su discusión ha estado exenta del espacio necesario para la reflexión honesta y sensata respecto de su sentido y alcance.

Que se discuta esto, «con máxima urgencia», nos revela lo poco que pareciese interesar la familia con sus reales necesidades y los deseos verdaderos de los chilenos en esta materia. El creer que legislar esta materia de convivencia en pareja, significa la solución a la causa de la infelicidad, es un error, pues, la estabilidad de la familia se construye con el compromiso y responsabilidad con el ser amado.

Es lamentable que en Chile se esté más preocupado de dar salidas alternativas a quien no desea comprometerse «para siempre» en vez de fortalecer el único vínculo que es adecuado a la exclusividad y totalidad del amor humano: el matrimonio.

El Papa Francisco en Evangelii Gaudium nos interpela sosteniendo que «la familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros, y donde los padres transmiten la fe a sus hijos. El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja. Como enseñan los Obispos franceses, no procede «del sentimiento amoroso, efímero por definición, sino de la profundidad del compromiso asumido por los esposos que aceptan entrar en una unión de vida total».

En estas materias, todos los cristianos esperamos una conducta madura y prudente de nuestras autoridades, los ciudadanos católicos como dice el Papa «debemos mostrar que, cuando planteamos otras cuestiones que despiertan menor aceptación pública, lo hacemos por fidelidad a las mismas convicciones sobre la dignidad humana y el bien común» y no podemos, no debemos observar impávidos cómo las cosas suceden sin tener nada que decir al respecto.

Fuente:: Gaudium Press

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Redacción (Viernes, 10-01-2014, Gaudium Press) Dios está siempre atento, esperando el momento para llevar las almas de los pecadores a la conversión. «Es por eso que estoy a la puerta y golpeo: si alguien oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos, yo con él y él conmigo» (Ap 3,20).

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Dios creó al hombre en la total contingencia, en la dependencia de Él, pero quiere la cooperación humana en el proceso de su salvación. Quiere que el hombre coloque su amor para que fructifique la gracia divina.

Aunque Dios conceda la gracia suficiente a las almas, muchas veces espera que estas lleguen a lo más hondo de la miseria para hacerles ver, con una gracia fulminante, la enormidad de sus errores y pecados, pues el hombre, por sí mismo, no puede salir del pecado.

Fue solo cuando descendió tanto, al punto de querer alimentarse con las bellotas de los cerdos, que el hijo pródigo de la parábola, movido por una gracia, cayó en sí y quiso volver a la casa paterna.

Por tanto, la gracia para el resurgimiento del pecado es una iniciativa de Dios. Toda conversión es fruto de una gracia, de la acción del Espíritu Santo. Él habla a cada uno según sus necesidades; a veces con majestuosa severidad, a veces con una suavidad materna. Pero, nunca miente; siempre auxilia.

«El Señor no retarda el cumplimiento de su promesa, como algunos piensan, mas usa de la paciencia para con vosotros. No quiere que alguien perezca, al contrario, quiere que todos se arrepientan» (2Pd 3,9).

Por la Hna. Juliane Campos, EP

 

Fuente:: Gaudium Press

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Ponencias del Congreso Internacional de San Juan de Ávila celebrado en Córdoba, ahora presentes en un libro

Córdoba (Viernes, 10-01-2014, Gaudium Press) Con casi 600 páginas que recogen íntegras las 20 ponencias que se desarrollaron en abril de 2013 durante el Congreso Internacional de San Juan de Ávila, celebrado en Córdoba, España, fue presentado esta semana un libro sobre el santo y Doctor de la Iglesia Universal.

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Mons. Demetrio Fernández durante la presentación del libro / Foto: Obispado de Córdoba.

El lanzamiento del libro «San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia … Actas del Congreso Internacional», tuvo lugar el pasado miércoles 8 de enero en el Palacio Episcopal del Obispado de Córdoba y contó con la presencia del Obispo de la ciudad española, Mons. Demetrio Fernández, además de Salvador Fuentes, Vicepresidente de la Diputación, y de los coordinadores académicos del Congreso, Juan Aranda Doncel y Antonio Llamas.

Durante su intervención, el Obispo de Córdoba destacó las actas del Congreso, ahora contenidas en el libro: «Presentar las actas del Congreso Internacional de San Juan de Ávila (…) es para mí una gran satisfacción, es una primicia en este año que comienza y es una alegría, porque contiene no sólo las ponencias del Congreso Internacional, sino mucho más de lo que en el Congreso se dijo o salió a la luz».

Por su parte, Salvador Fuentes, destacó el «esfuerzo y trabajo para sacar adelante esta publicación por parte del Obispado y de la Diputación, con el objeto de dar a conocer una personalidad tan insigne como la del Maestro Ávila».

Entre los contenidos del libro, del que fueron editados unos mil ejemplares que van acompañado por un DVD con videos de las conferencias, se destaca el prólogo escrito por Mons. Fernández.

El Congreso Internacional de San Juan de Ávila se celebró en Córdoba y Montilla entre el 25 y 28 de abril del año pasado, como parte de las actividades organizadas por el Obispado de Córdoba para conmemorar el Año Jubilar de San Juan de Ávila. Este tiempo de gracia celebrado en España tuvo lugar con motivo de la declaración del santo español como Doctor de la Iglesia Universal, acontecimiento que ocurrió en Roma el 7 de octubre de 2012.

Con información del Obispado de Córdoba.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Madrid (Viernes, 10-01-2013, Gaudium Press) En medio de la presión en contra de la actual legislación que permite el aborto en España (rechazo impulsado principalmente por la opinión pública católica), un fenómeno despierta preocupación: el progresivo aumento de expresiones anticlericales entre los opositores a la defensa de la vida y la familia. En este sentido se expresó el doctor en Periodismo y profesor emérito de la Universidad Internacional de Catalunya, Salvador Aragonés, en un artículo divulgado por la plataforma Aleteia.

Un regreso al pasado

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La reciente beatificación de 522 mártires españoles del siglo XX en la ciudad de Tarragona recordó las duras circustancias que atravesó la Iglesia durante la Guerra Civil. Foto: Parroquia San Lorenzo.

España tiene antecedentes desafortunados relacionados con el rechazo e incluso persecución de la Iglesia, expuso Aragonés. Desde la marginación de la Iglesia de las funciones sociales como la salud y la educación en el siglo XIX – y la expropiación de los bienes eclesiásticos relacionados con estas actividades para hacer efectivo el reemplazo por parte del estado – hasta los numerosos actos de violencia durante el siglo XX, el anticlericalismo en el país llegó a límites insospechados.

«Se llegó a la quema de conventos y de riquísimas obras de arte religiosas, así como a la matanza de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, por odio a la fe», recordó Aragonés, «un hecho prácticamente único en la historia, pues habría que remontarse el Imperio Romano para encontrar algo parecido».

Pese a que las acusaciones más comunes contra la Iglesia carecen de fundamento, como una pretendida búsqueda de poder temporal o el disfrute de supuestos privilegios, «el anticlericalismo y el odio a la religión se manifiestan de nuevo aquí y allá en España, con insultos barriobajeros como se puede ver en las redes sociales y en algunos medios de comunicación, y también con violencia», denunció el profesor.

Los autores de dichos comentarios prestan poca atención a la extendida labor social de la Iglesia y el servicio pastoral incluso a quienes consideran sus víctimas, como sería el caso de las madres que enfrentan situaciones difíciles durante su embarazo. En su lugar, su posición significa en opinión del autor «una vuelta al pasado, un pasado que ya se creía superado por la historia y por la praxis actual de la Iglesia».

Expresiones anticlericales y aborto

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El ataque con explosivos caseros a la Basílica del Pilar fue respondido espontánemente en redes sociales con el lema #elpilarnosetoca y la difusión de imágenes que ilustran la belleza del templo. Fotos: Instagram

«Así se han llegado a interrumpir Misas del Gallo en la pasada Nochebuena por parte de manifestantes abortistas», denunció Aragonés. «Mujeres abortistas gritaron en las Cortes y en los templos a favor del aborto, e incluso se han colocado sendos artefactos explosivos o incendiarios en iglesias y basílicas dedicadas a la Virgen María (todo un símbolo), como la catedral de la Almudena en Madrid, el templo del Pilar de Zaragoza y el de la Virgen de Misericordia en Reus, y también en la iglesia más antigua de Sevilla, Santa Marina, del S. XIII, que ya fue completamente incendiada el año 1936 y reconstruida 30 años más tarde».

Al recuento de afrentas podrían sumarse otras que no entran en el análisis del autor, quien se limita a España. La dolorosa escalada de profanaciones registrada en Argentina, que incluyó la pintura de mensajes en favor del aborto en el interior de varios templos, graves actos en contra de los símbolos sagrados y agresiones a fieles que pretendían defender el patrimonio sagrado, y actos análogos a los de España en varias ciudades europeas expresan un mismo sentir en grupos radicales en otras latitudes.

Aragonés lamentó que las opiniones radicales hayan encontrado eco en un sector de la opinión pública: «Estos días se ve como personas, incluso cultas, se dejan llevar por la pasión y la intolerancia con insultos a la Iglesia y a sus representantes» a causa de la propuesta de límites a la aborto en la ciudad de Madrid. «¿Por qué insultan a sus contrarios quienes defienden el aborto?», cuestionó.

El autor recordó que se ha respetado la libertad de expresión de quienes han promovido el supuesto derecho al aborto, pero que los católicos han enfrentado discriminación en este mismo campo. «Los que están a favor de la vida por el contrario, reciben críticas amargas, insultos e improperios de todo tipo por defender sus ideas». Ante esta situación, Aragonés revirtió la calificación de «retrógrados» de quienes buscan preservar el derechoa a la vida, puesto que el anticlericalismo es auténticamente regresivo. «¿Quién vuelve al pasado, los que quieren más aborto o los que defienden la vida?»

«La Iglesia siempre ha estado a favor de la vida y contra el aborto, al igual que la gran mayoría de las grandes religiones», concluyó el autor. «¿A qué viene ahora tanto anticlericalismo y tanta intolerancia para quien piensa lo contrario que yo?».

Con información de Aleteia.

 

Fuente:: Gaudium Press

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«Nosotros en Dios y Él en nosotros: esta es la vida cristiana», homilía del Papa en la Casa Santa Marta

Ciudad del Vaticano (Viernes, 10-01-2014, Gaudium Press) En la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco presidió ayer la Misa guiándose por las palabras de la Primera Carta de San Juan, cuando el Apóstol insiste en decir que «si nosotros nos amamos los unos a los otros, Dios permanecerá en nosotros y el amor de Él será perfecto en nosotros».

El Pontífice afirmó que el amor de Dios es altruista y solícito, dando especial atención a los menos favorecidos, siempre prefiriendo dar que recibir, pues de lo contrario, no sería un amor cristiano.

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«Nosotros en Dios y Él en nosotros: esta es la vida cristiana. No permanecer en el espíritu del mundo, no permanecer en la superficialidad, no permanecer en la idolatría, no permanecer en la vanidad. Él permanece en nosotros».

Según el Papa, «el amor cristiano tiene siempre una cualidad», por el hecho de ser concreto, pues el propio Jesús, «cuando habla del amor, nos habla de cosas concretas», como dar de comer a los hambrientos, visitar a los enfermos y tantas cosas concretas».

Sin embargo, continuó, cuando no hay esta «consistencia cristiana», vivimos un cristianismo de ilusiones, porque no percibimos dónde está el centro del mensaje de Jesús.

El Santo Padre además apuntó dos criterios principales que todos los cristianos deben tener en mente: amar con las obras y el dar siendo más importante que el recibir.

«El Primer criterio: amar con las obras, no con las palabras. Segundo criterio: en el amor es más importante dar que recibir. Aquel que ama da. Da cosas, da vida, se da a Dios y a los otros.

Al final, el Papa aconsejó a todos: «Permanecer con el corazón abierto, no como aquellos de los discípulos, cerrado, que no percibían nada: permanecer en Dios y Él permanecerá en nosotros». (LMI)

Fuente:: Gaudium Press

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El amor cristiano es concreto y generoso, no es el de las telenovelas, dijo el Papa en su homilía
(RV).- (Con audio y video) El amor cristiano es concreto y generoso, no es el de las telenovelas, dijo el Papa en su homilía El amor cristiano tiene siempre la característica de ser “concreto”. Por tanto, es un amor que “está más en las obras que en las palabras”, está “más en el dar que en el recibir”. Lo dijo esta mañana el Papa Francisco en la homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Ninguna sensiblería: o es un amor altruista y solícito, que se arremanga y mira a los pobres, que prefiere dar más que recibir, o no tiene nada que ver con el amor cristiano. El Papa Francisco fue neto sobre la cuestión y se dejó guiar en su reflexión ante todo por las palabras contenidas en la primera Carta de Juan, en la que el Apóstol insiste en repetir: “Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y el amor de él es perfecto en nosotros”. A la vez que observó que la experiencia de la fe, está precisamente en este “doble permanecer”:
“Nosotros en Dios y Dios en nosotros: ésta es la vida cristiana. No permanecer en el espíritu del mundo, no permanecer en la superficialidad, no permanecer en idolatría, no permanecer en vanidad. No, no: permanecer en el Señor. Y Él retribuye esto: Él permanece en nosotros. Pero, primero, permanece Él en nosotros. Tantas veces lo echamos y nosotros no podemos permanecer en Él. Es el Espíritu el que permanece”.
Una vez aclarada la dinámica del espíritu que mueve el amor cristiano, el Papa Francisco pasó a considerar la carne. “Permanecer en el amor” de Dios, afirmó, no es tanto un éxtasis del corazón, “una cosa bella que sentimos”:
“¡Miren que el amor del que habla Juan no es el amor de las telenovelas! No, es otra cosa. El amor cristiano tiene siempre una cualidad: la concreción. El amor cristiano es concreto. El mismo Jesús, cuando habla del amor, nos habla de cosas concretas: dar de comer a los hambrientos, visitar a los enfermos y tantas cosas concretas. El amor es concreto. La concreción cristiana. Y cuando no existe esta concreción, se puede vivir un cristianismo de ilusiones, porque no se comprende bien dónde está el centro del mensaje de Jesús. Este amor no llega a ser concreto: es un amor de ilusiones, como estas ilusiones que tenían los discípulos cuando, viendo a Jesús, creían que era un fantasma”.
El “fantasma” es aquel que precisamente – en el episodio del Evangelio – los discípulos vislumbran maravillados y temerosos que va hacia ellos caminando sobre el mar. Pero su estupor nace de una dureza del corazón, porque – como dice el mismo Evangelio – “no habían comprendido” la multiplicación de los panes que había tenido lugar poco antes. “Si tú tienes el corazón endurecido – comentó el Papa Francisco –no puedes amar y piensas que el amor es eso de figurarse cosas. No, el amor es concreto”. Y esta concreción, añadió, se funda en dos criterios:
“El primer criterio: amar con las obras, no con las palabras. ¡A las palabras se las lleva el viento! Hoy estoy, mañana no estoy. El segundo criterio de concreción es que en el amor es más importante dar que recibir. El que ama da, da… Da cosas, da vida, se da a sí mismo a Dios y a los demás. En cambio quien no ama, quien es egoísta, siempre trata de recibir, siempre trata de tener cosas, tener ventajas. Permanecer con el corazón abierto, no como era el de los discípulos, que estaba cerrado, que no entendían nada: permanecer en Dios y Dios permanece en nosotros; permanecer en el amor”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

Fuente:: News.va

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El Capítulo extraordinario de los Legionarios de Cristo: un camino de profunda renovación.
(RV).- Con ocasión de la apertura del Capítulo Extraordinario de los Legionarios de Cristo, el Cardenal Velasio De Paolis, Delegado Pontificio, aceptó conceder una amplia entrevista al P. Federico Lombardi para la Radio Vaticana. La finalidad de la entrevista ha sido presentar el camino recorrido en el transcurso de tres años y medio de mandato del Delegado y de sus colaboradores, de manera que se pueda comprender bien cuál ha sido la preparación del Capítulo, cuáles son sus objetivos y las expectativas.
Ante todo, el card. De Paolis recuerda que su mandato fue precedido por la Visita Apostólica, que había afrontado el asunto del Fundador y había concluido con un severo juicio sobre sus acciones. La tarea del Delegado, nombrado por el Papa Benedicto XVI, ha sido más bien guiar la renovación de la Legión de Cristo, contando con el genuino compromiso religioso de la mayor parte de sus miembros.
La renovación requería principalmente la revisión de las Constituciones y la alternancia de los Superiores, pero para que fuera profunda y duradera ha tenido que involucrar en el modo más amplio posible a los miembros de la Legión en las diversas Provincias y comunidades.
Por lo que ve a las Constituciones, los puntos centrales de la revisión trataron sobre la autoridad y su ejercicio en el gobierno y en la vida de la Congregación religiosa.
También ha sido muy importante la reflexión sobre el “patrimonio del Instituto”, es decir, sobre los elementos institucionales que lo caracterizan e identifican en su realidad espiritual y eclesial. Así se perfila una vocación a vivir el Misterio de Jesús que anuncia el Reino, con la espiritualidad típica de la realeza de Cristo que reina desde la Cruz, acompañada por una viva piedad eucarística y mariana y por una orientación apostólica. Esta vocación se articula en formas específicas para los religiosos sacerdotes, los laicos consagrados y los laicos. En esta perspectiva es muy importante ver la Legión (compuesta de sacerdotes religiosos) no como una realidad aislada, sino insertada – según unas modalidades aún por definir posteriormente- en el contexto más amplio del gran “Movimiento” del Regnum Christi.
El Capítulo que apenas se ha inaugurado se articulará en tres momentos principales. Ante todo, un “examen de conciencia” sobre el pasado, con la verificación del camino recorrido, no sin una dimensión penitencial; después el nombramiento de los nuevos Superiores, y finalmente el trabajo sobre la revisión de las Constituciones. Es necesario tener presente que de todos modos el nuevo texto de las Constituciones tendrá que ser aún presentado al Papa para una aprobación definitiva.
La transición del Pontificado acaecida en el transcurso de este año no ha retrasado el camino iniciado, porque el Papa Francisco ha sido puntualmente informado y ha aprobado su continuación, incluida la convocación del Capítulo, al cual se puede mirar con la confianza de que aporte los frutos deseados.
Texto completo de la entrevista concedida por el cardenal Velasio de Paolis al padre Federico Lombardi

P. – Eminencia, el próximo 8 de enero inicia el Capítulo de los Legionarios di Cristo; representa un paso ulterior y fundamental del largo camino de renovación que usted ha guiado por encargo del Santo Padre. Quiere resumirnos brevemente los pasos y los eventos principales de este camino de preparación, de su nombramiento hasta el Capítulo…
R. – Quisiera ante todo especificar que este camino no es el inicio del asunto de la Legión y del Regnum Christi, sino una etapa. La primera etapa es el asunto del Fundador; la segunda la visita de los cinco obispos enviados por el Santo Padre para darse cuenta de esta realidad; y la tercera etapa, precisamente, el nombramiento del Delegado Pontificio. Es importante subrayar esto, ¿por qué? Porque la visita de los cinco Visitadores aportó un resultado de reflexión, de evaluación y también de ponderación sobre el futuro. Cuando el Santo Padre nombró al Delegado Pontificio había ya emitido en el Boletín oficial un juicio severo sobre las acciones del Fundador de la Legión, pero no de tal modo que destruyera la realidad misma de la Legión: si el Papa nombra un Delegado, implícitamente niega que se deba dar un juicio sustancialmente negativo sobre la Legión misma. Él, al inicio de la Bula de nombramiento, dice: “Hay un gran número de sacerdotes con celo y comprometidos en el camino de santidad”. Precisamente porque estaba esta premisa de confianza, esta etapa – que comenzó con el nombramiento del Delegado Pontificio – era más un nombramiento positivo, es decir, quería volver a trazar el camino junto a los Legionarios para llevarlos, a través de un periodo de reflexión, de renovación, también penitencial, a revisar el proprio carisma, a reescribir las propias Constituciones y por tanto a retomar el propio lugar positivo en el seno de la Iglesia. Es necesario decir esto porque se consideraba cerrado, de algún modo, el examen sobre el Fundador; se consideraban también cerradas las visitas en los distintos lugares. Era necesario entonces actuar en el interior del Instituto para hacer reflexionar a las personas y ayudarlas a superar las dificultades. Esta ha sido precisamente nuestra tarea. El Papa dice que, entre tantas tareas, la principal es la revisión de las Constituciones. Tenían unas Constituciones que no habían sido redactadas según los criterios del post-Concilio, sino que tenían aún los criterios tradicionales: un texto muy largo, pesado, también farragoso, donde no se distinguían las normas constitucionales de las otras y se reflejaba también una mentalidad que – a nivel disciplinar – no distinguía tampoco la gradualidad de las leyes, la importancia de las leyes y por lo tanto, tampoco la sustancia de la disciplina, de otras leyes que son útiles, quizás también necesarias, pero no características. Un mar de normas dentro del cual el mismo carisma se diluía, o se hacía al menos difuso y era difícil concentrarlo. Esta era la tarea principal.
P. – ¿Y cómo procedió con sus colaboradores para afrontar la situación?
R. – Se comenzó precisamente recordando a los mismos Legionarios lo que dijeron los Visitadores, porque debíamos empezar desde ahí. De hecho presentamos en varias conferencias a todos los que se encontraban en Roma – en Roma había 400-500, entre estudiantes y sacerdotes – las observaciones que habían hecho los Visitadores. Ellos grababan estas conferencias, que luego eran enviadas a toda la Legión. Cuando empezamos, hubo –podemos decir- una división en dos grupos: uno que acentuaba el hecho de que se había contaminado el gobierno del Instituto, por lo cual –de algún modo–, no se podía esperar nada nuevo; y otro grupo, en cambio, que no lograba captar la novedad porque veían casi todo positivamente, es más, pensaban que su característica que les había impedido caer en los defectos de otros Institutos religiosos, era precisamente la de ser un realidad bien unida. En realidad ellos habían caído en una trampa mucho más peligrosa, que era la del Fundador mismo. Recorrimos este camino encontrando los problemas relativos a las consecuencias del comportamiento del Fundador respecto a las víctimas. Encontramos problemas de orden económico, porque los Legionarios no son tan ricos como se piensa: la situación económica había empeorado, tanto a nivel mundial por la crisis financiera como a nivel institucional para ellos, porque la fama perdida había disminuido los estudiantes en sus colegios y por tanto sus ingresos económicos. Después hubo, sobre todo, el problema de las Constituciones, sobre el cual se trabajó más. La cuestión principal era revisarlas, principalmente en algunos puntos centrales. ¿Cuáles eran? La distinción clara, más clara y precisa, del fuero interno y fuero externo, fuero sacramental y fuero, -digamos- disciplinar, externo. Era necesario, en modo particular, reafirmar que la autoridad no es arbitraria, sino que debe actuar en el marco de un Consejo; tenían una cierta constitución de autoridad muy difusa y fraccionada, con muchos elementos de incertidumbre. En suma, recondujimos todo el problema a la elaboración de las Constituciones según las indicaciones del Concilio, del post-Concilio y del Código de Derecho Canónico. Y el trabajo más grande fue precisamente en torno a este tema. Después hubo todo el trabajo para renovar a los superiores, que era muy importante: al inicio dejamos que los superiores permanecieran en su puesto. Esta era una exigencia necesaria, porque nosotros que entrábamos no podíamos actuar ni gobernar sin conocer la realidad. Nos pareció más útil y más eficaz dejar a los superiores, pero bajo el seguimiento de nuestra presencia; por ello nos esforzamos por estar siempre presentes en las reuniones del Consejo general. Ellos podían disponer de su gobierno, pero no podían decidir nada sin nuestra presencia. Por lo tanto, se dio esta ósmosis de diálogo continuo; teníamos al menos una vez a la semana la reunión de los dos Consejos; yo tenía mi Consejo y ellos tenían su Consejo. Así iniciamos este diálogo, en el que tratamos todos los grandes problemas: los problemas del Fundador, los problemas de la formación, los problemas del Regnum Christi y también los problemas disciplinares, porque si bien no eran muy numerosos los casos de sacerdotes que se habían manchado con delitos en la Iglesia, también los había en la Legión, como los hay también en otros Institutos. Este es el cuadro general de cómo actuamos.
P. – Creo que el Capítulo ahora tiene fundamentalmente dos tareas: renovar el gobierno con elecciones y la aprobación de las Constituciones. Pero si el trabajo de las Constituciones se ha ya llevado a cabo, ¿en qué cosa debe aún intervenir el Capítulo en lo que a ellas se refiere?
R. – Hemos distinguido tres grandes etapas en el Capítulo. La primera etapa es una verificación del camino recorrido; un examen de conciencia –lo hemos llamado así- hecho ante las acusaciones que han sido dirigidas, cómo las hemos verificado y cuál es el compromiso que tenemos que asumir para superar estas dificultades. Se reconoció también un compromiso penitencial, que debería llevarnos a reconocer, también públicamente, estas responsabilidades, pero como compromiso de cada uno a saber asumir el sufrimiento que deriva de esta situación, como expiación para renovar la Legión y por lo tanto encontrar el lugar adecuado dentro de la Iglesia. El segundo momento debería ser el nombramiento de nuevos superiores que deberán después gobernar el Instituto. El tercer momento es la revisión de las Constituciones, que debería ser sencillo, precisamente porque hemos trabajado en ello durante estos tres años y medio. Fue consultada toda la Congregación y presentamos a los capitulares un texto de las Constituciones, con el auxilio de las fuentes y del camino recorrido. Es de esperar que ahora no lleve mucho tiempo, aun si el camino –conociendo las situaciones- podría presentar también obstáculos porque todos tienen un poco el deseo de hacer propuestas adicionales. Pero también es cierto que el texto emanado por el Capítulo no será el texto definitivo, porque deberá después presentarse al Santo Padre para la revisión y por tanto, también para la ulterior aprobación definitiva.
P. – Un punto que es muy importante en este asunto es la relación entre el Fundador y el carisma. Normalmente en los institutos religiosos el carisma está vinculado estrechamente a la experiencia y a la figura del Fundador; en cambio en este caso, se necesitaba separarlos radicalmente. A su modo de ver, ¿se ha logrado esto, de tal modo que se pueda identificar un carisma autónomo, distinto respecto a la figura del Fundador?
R. – Este tema en sí nos tocaba solo en parte, porque implícitamente ya había sido juzgado a partir de las conclusiones de los Visitadores y de los actos efectuados sucesivamente. Si hubieran identificado una inseparabilidad entre Fundador e Instituto, el tema se habría concluido; en cambio, el prever que la Congregación continuara adelante su camino con el carisma, admitía implícitamente que tal vez hubiera ya un carisma válido. Pero también es cierto que el Santo Padre en la Bula de nombramiento habla de revisar en profundidad el carisma, cosa que nosotros intentamos hacer. Insertamos este carisma dentro de una realidad más grande que existía en torno al Fundador: el Regnum Christi. Se identificó un carisma del Regnum Christi, vivido de modo diferente según cada vocación: como laicos, como laicos consagrados y como religiosos sacerdotes. Y nos parece que la identificación sea bastante precisa. Solo que nosotros hemos preferido – yo principalmente – que más que hablar de “carisma”, que es una palabra un poco problemática, se siga el Código que habla de “patrimonio”, del “patrimonio del Instituto”, es decir, de los elementos institucionales, porque si nos detenemos en el carisma en cuanto momento fontal y espiritual, nos encontramos con dificultades. Pero si nosotros pensamos en los aspectos institucionales, es decir, a un carisma entregado a la Iglesia y aprobado por la Iglesia, se puede identificar: son los religiosos sacerdotes, los laicos, los laicos consagrados quienes quieren vivir el Misterio de Jesús que anuncia el Reino con la espiritualidad típica de la realeza de Cristo – realeza de Cristo no bajo el aspecto triunfalista, sino bajo el aspecto de Jesús que triunfa desde la Cruz – y con la piedad eucarística muy acentuada, con la piedad mariana y con el apostolado – es decir, con el anuncio del Reino de Cristo, particularmente a través de la inserción en las universidades y estudios superiores. Si pensamos en todo esto, nos pareció que la fisonomía, la espiritualidad de este Instituto es bastante clara y precisa.
P. – En todo este camino, su evaluación es que el cuerpo de la Legión y del Movimiento Regnum Christi en sus aspectos esenciales haya reaccionado positivamente, con disponibilidad para este camino de renovación, de modo que ahora se pueda tener confianza verdaderamente, o estamos aún un poco en camino…
R. – Quisiera dar como premisa que nuestro trabajo ha sido preponderantemente sobre los superiores, porque este era el tema principal y sobre el cual se había articulado toda la discusión sobre la Legión misma, que se centró en su Fundador, que era superior y ¡superior absoluto! Baste pensar que él –así afirman- que él hacía y deshacía y que ¡ni siquiera se auxiliaba con el Consejo! Por lo tanto el problema era precisamente educarlos en una forma de gobierno donde los superiores fueran transparentes y los superiores fueran observantes del ordenamiento de la Iglesia y respetuosos de las reglas. Bajo esta perspectiva, no pudiendo nosotros tampoco estar en tan poco tiempo presentes en todos los territorios de la Legión y estando ocupados en tantas cuestiones por afrontar, seguimos el camino de cooperar con los superiores, o mejor, de buscar que los superiores cooperaran con nosotros para la renovación, particularmente acerca del ejercicio de la autoridad. Convencidos de que el camino estaría en marcha una vez que la Legión estuviera dotada de superiores idóneos, y por lo tanto se podría proseguir. Me parece que esto dice también lo que ha sucedido. Se superaron también tensiones internas, que las hubo; ciertamente no han desaparecido, pero la gran mayoría es compacta. Me parece que el Capítulo inicia bajo buenos auspicios, porque habrá aún tendencias de apertura y de cerrazón de algunos, pero la tendencia fundamental es de aceptación del esquema de las Constituciones que se presenta. La característica que hay que subrayar es la de la absoluta obediencia a la Iglesia. Yo recuerdo, desde el inicio, que escribí en una carta que si ellos conservaban esta fidelidad y obediencia a la Iglesia, el camino no podía ser no positivo. A mí me parece que efectivamente ha habido obediencia a la Iglesia: no les he escuchado jamás quejarse contra la autoridad de la Iglesia ni contra nosotros que fuimos puestos ahí. Ciertamente, alguno, pero es normal… Bajo este aspecto podemos esperar que efectivamente estas Constituciones puedan ser adecuadas a su objetivo, sigan la renovación y den buen fruto. Constituciones que, por otro lado, deberán ser aprobadas por la Santa Sede cuando serán emanadas por el Capítulo general.
D. – ¿Con este Capítulo se afrontan los problemas de la renovación de la Legión o también del más amplio conjunto Regnum Christi, que es una muy grande realidad?
R. – Pienso que nuestro camino, bajo este aspecto, haya sido un camino nuevo porque antes el Regnum Christi era como un apéndice de la Legión: en cambio ha crecido la conciencia de que cada grupo tiene su autonomía, su identidad y también su disciplina, pero todos juntos forman –llamémoslo así porque hoy se habla de “movimiento” – un Movimiento, aun cuando es difícil definirlo con la palabra “movimiento”, porque se trata de un conjunto de personas que quieren dedicarse al Regnum Christi en la Iglesia según la propia vocación. Por lo tanto esta gran unidad entre laicos, laicos consagrados y religiosos sacerdotes comprometidos en estrecha colaboración son cosas que hay que definir ulteriormente. Es importante, sin embargo, subrayar que aquello que ha abrumado en cierto modo a la Legión por los escándalos acaecidos no ha tocado a este gran Movimiento del Regnum Christi. Por lo cual hay una gran porción, una gran realidad eclesial que queda intacta y que está sirviendo a la Iglesia, particularmente en el campo de la cultura religiosa, de las universidades católicas y pontificias y que es prometedor.
P. – Una última pregunta. Este asunto dio inicio con un mandato del Pontífice Benedicto XVI; ahora bien, durante este tiempo, aconteció también un cambio de Pontificado y ahora tenemos al Papa Francisco. El Papa Francisco ha entrado en pleno conocimiento de este asunto: ¿os sentís acompañados por él? ¿está bien informado de los que sucede?
R. – En estos tres años y medio me referí varias veces al Santo Padre Benedicto XVI e hice informes puntuales. El último informe, sin embargo, nos tomó fuera de lugar porque el Papa renunció poco después de que yo lo entregara. Cuando fue nombrado el nuevo Papa, sentí el deber de presentarle este informe a él, quien me llamó inmediatamente y después de algunos días me escribió también una carta, en la cual me confirmaba en mi trabajo, aprobaba el programa que le presentaba, que era precisamente el programa de las del Capítulo General, y me pedía que lo informara sobre el camino de preparación del Capítulo. Al final del mes de noviembre, a inicios de diciembre, entregué al Santo Padre el material de preparación. El Papa estuvo muy atento, muy cercano y quiere justamente seguir el camino que estamos recorriendo, porque – estas son sus palabras – “siente la gran responsabilidad, como Sucesor de Pedro, de dar seguimiento a la vida religiosa y consagrada”.
P. – Con el Capítulo se prevé que se elija un nuevo gobierno del Instituto. ¿Se puede ya prever que si todo se desarrolla como se desea, se concluya después el mandato del Delegado, o es posible que el Delegado deba acompañar ulteriormente el camino?
R. – El mandato del Delegado, dado por Benedicto XVI, no tenía tiempos, pero el término estaba vinculado a la celebración del Capítulo extraordinario. Celebrado el Capítulo extraordinario, el mandato habría terminado.

Fuente:: News.va

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martorell7Mons.  Julián Ruiz Martorell      Queridos hermanos en el Señor:

Os deseo gracia y paz.

La Exhortación apostólica “Evangelii gaudium” del Papa Francisco tiene como objetivo invitarnos a una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años (cf. nº 1).       También los creyentes corremos el riesgo de convertirnos en “seres resentidos, quejosos, sin vida” (nº 2). Por ello, el Papa nos invita a renovar nuestro encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarnos encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso (cf. nº 3).

La alegría, vivida en ocasiones en etapas y circunstancias vitales muy duras, “se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo” (nº 6). El amor de Dios no se acaba; no se agota su ternura, sino que se renuevan mañana tras mañana.

Recordando una expresión de Pablo VI, el Papa Francisco afirma que el mundo actual necesita recibir la Buena Nueva “no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo” (nº 10).

Entre otras muchas afirmaciones valiosas, se pronuncia un rotundo “no a la acedia egoísta”. Podemos definir la acedia como pereza, flojedad, tristeza, angustia, negligencia, acidez, desabrimiento, aspereza de trato, desazón, disgusto. Leemos: “El problema no es siempre el exceso de actividades, sino sobre todo las actividades mal vividas, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable. De ahí que las tareas cansen más de lo razonable, y a veces enfermen. No se trata de un cansancio feliz, sino tenso, pesado, insatisfecho y, en definitiva, no aceptado” (nº 82).

De esta manera se va gestando una gran amenaza que J. Ratzinger definía con estas palabras: “es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad” (nº 83). Así se desarrolla “la psicología de la tumba, que poco a poco convierte a los cristianos en momias de museo” (nº 83).

Una de nuestras tentaciones más serias es “la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre” (nº 85). Debemos recordar que “el triunfo cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria” (nº 85).

También se enuncia un “sí a las relaciones nuevas que genera Jesucristo”, puesto que “sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de participar de esa marea algo caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación” (nº 87).

Decimos confiados a la Virgen María: “Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz” (nº 288).           Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell,

Obispo de Jaca y de Huesca

Fuente:: Mons. Julián Ruiz Martorell

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Mons. Salvador Gimenez VallsMons. Salvador Giménez Valls    Recordaba hace unos domingos que esta comunicación semanal con todos vosotros tenía varias finalidades. Una de ellas era la de informar sobre documentos de la Iglesia. Y quiero continuar en esta línea para presentaros ahora la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium del papa Francisco, que se dio a conocer durante los primeros días del pasado mes de diciembre. El comentario sobre La luz de la fe, su primera carta encíclica, apareció en el diario MENORCA (12.julio.2013) porque estaba diseñada la programación del FULL para todo el verano.

No deseo llamar costumbre al hecho de informaros sobre estos textos papales tan importantes. Prefiero decir que es una beneficiosa obligación personal porque su lectura me permite interiorizar su contenido y, al mismo tiempo, pensar en una explicación para los demás con el fin de suscitar interés para acercarse a su conocimiento.

Esta breve presentación no puede sustituir la lectura del citado documento papal. Os la aconsejo vivamente. Enriquecerá vuestra cultura religiosa y os dará razones para seguir al Señor y para colaborar en las diversas tareas eclesiales.

El mismo título La alegría del evangelio ya es significativo y encierra una actitud básica que todo cristiano ha de pretender poseer, la alegría, para su propio interior y su vivencia personal de la fe y también para anunciar al mundo el evangelio. En las primeras líneas podemos leer lo siguiente: “El gran riesgo del mundo actual… es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada”, para invitarnos a la alegría del encuentro con Cristo. Alude a varios textos bíblicos que fundamentan la referida actitud con personajes que la han sabido vivir para llegar a esta primera conclusión:”Es la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana como respuesta a la afectuosa invitación de nuestro Padre Dios”

Algunos comentaristas afirman que este documento es una especie de programa del pontificado que el papa Francisco ha comenzado hace unos meses. Y quiere compartir con todos su experiencia de fe y de servicio a la Iglesia en una perspectiva alegre y confiada. Por otra parte atrae el Papa hacia sí las simpatías de millones de personas, creyentes o no, por sus palabras y gestos que son comentados con admiración y respeto.

Desearía que los cristianos de Menorca no se quedaran en esa inicial simpatía sino que leyeran sus escritos para conocer más de cerca su pensamiento y su ministerio. La prosa del papa Francisco es tersa, directa y muy fácil de entender. Requiere un pequeño esfuerzo que todo cristiano debe intentar realizar para sí y para trasladar a los demás componentes de su familia o de su grupo parroquial una admiración mejor fundamentada.

No da para más este espacio. Sólo aconsejaros vivamente la lectura de este texto que contiene los siguientes capítulos, tras una breve presentación-motivación:
1.- La transformación misionera de la Iglesia.
2.- En la crisis del compromiso comunitario.
3.- El anuncio del evangelio.
4.- La dimensión social de la evangelización.
5.- Evangelizadores con espíritu.

† Salvador Giménez Valls,

Obispo de Menorca

Fuente:: Mons. Salvador Giménez Valls

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