Hace cincuenta añosMons. Lluís Martínez Sistach     Era el día 4 de diciembre de 1963, cuando estaba reunido el Concilio Vaticano II. Pablo VI presidía la clausura de la segunda sesión conciliar y la nave central de la basílica de San Pedro acogía a los obispos de todo el mundo. Acababa de leer el último folio de su discurso, ya impreso previamente, pero, con un gesto de la mano, detuvo los aplausos y anunció la que sería la noticia de aquel día: el Papa había decidido hacerse peregrino en la tierra del Señor.

El nuevo aplauso fue aún más fuerte que el anterior. El papa Montini, ya antes de serlo, se había convertido en un gran intérprete de lo que debía ser el Concilio Vaticano II, iniciado por Juan XXIII. Destacaban tres objetivos: el retorno a las fuentes, la reforma de la Iglesia y la unidad de los cristianos. Los tres ejes conciliares -sobre todo el del retorno a las fuentes de la fe- quedaban simbolizados en el gesto del Papa de ir como peregrino a Tierra Santa del 4 al 6 de enero de 1964.

Ahora -pasados ??cincuenta años- no es fácil hacernos cargo de la novedad que representaba aquel anuncio. Nunca, hasta ese momento, un Papa había puesto los pies en la tierra de Jesús; nunca un sucesor de San Pedro había pisado los caminos que recorrió el primero de los apóstoles. Sería la primera vez que un Papa subía a un avión para hacer un viaje fuera de Roma. La compañía Alitalia, consciente de estas novedades, desde entonces y para los siguientes viajes papales, puso a disposición del Papa el DC-8 que llevó a Montini de Roma a Amman el 4 de enero de 1964. El joven rey Hussein de Jordania hizo mucho más de lo que exigía el protocolo para recibir y acompañar al Santo Padre. Lo mismo hizo el presidente de Israel, Zalman Shazia, y también lo hicieron los respectivos gobiernos. Aquel viaje tuvo también un mensaje interreligioso y fue una expresión de respeto y estimación entre judíos, musulmanes y cristianos.

Aquel viaje tuvo también una gran dimensión ecuménica, sobre todo para la Iglesia católica y sus relaciones con las Iglesias de Oriente. Su momento culminante fue, en este sentido, el histórico encuentro, en Jerusalén, entre Pablo VI y Atenágoras I, el patriarca ecuménico de Constantinopla y jefe de las Iglesias ortodoxas.

El lugar elegido para el encuentro no podía ser más emblemático: el Huerto de los Olivos, que fue testigo de la agonía espiritual de Cristo. Era el primer encuentro al más alto nivel eclesial después de 500 años. Un abismo separaba Roma de Bizancio desde hacía cinco siglos. La unidad de la cristiandad parecía definitivamente rota desde aquel 16 de julio de 1054, cuando el cardenal Humbert, legado del papa León IX, en el curso de una misa pontifical, dejó la bula de excomunión sobre el altar de Santa Sofía de Constantinopla.

El abismo todavía parecía más grande después del fracaso del intento de rehacer la unidad de los concilios de Ferrara y de Florencia, en el siglo XV. Pero el encuentro de la montaña de los Olivos -hace cincuenta años- abrió el camino hacia una de las decisiones ecuménicas del tiempo del último Concilio en cuanto a las relaciones con las Iglesias ortodoxas: el Vaticano II acabó con el gesto recíproco de levantar las excomuniones entre Roma y Constantinopla, vigentes desde hacía cinco siglos. Un gesto que abría nuevamente los caminos hacia la plena unidad. Es de esperar que estos caminos avancen gracias al viaje previsto a Tierra Santa del papa Francisco.

+ Lluís Martínez Sistach

Cardenal arzobispo de Barcelona

Fuente:: Mons. Lluís Martínez Sistach

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El Papa visitará pesebre viviente romano en la Epifanía
(RV).- En la Solemnidad de la manifestación del Señor, el Papa Francisco visitará la parroquia romana de San Alfonso María de Ligorio, para ver el pesebre viviente preparado por los feligreses, que invitaron al Obispo de Roma, escribiéndole una carta. El Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Padre Federico Lombardi, señaló que la visita, de forma estrictamente privada, será a las cuatro y media de la tarde. La iglesia se encuentra en la calle Giustiniana, del barrio Prima Porta, en la zona norte de la capital italiana.
(CdM – RV)

Fuente:: News.va

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El Papa manifestó a los jesuitas su profunda fraternidad espiritual, señala el Padre Lombardi
(RV).- (con audio) El Papa manifestó a los jesuitas su profunda fraternidad espiritual, señala el Padre Lombardi Más de 350 jesuitas participaron en la Misa que presidió el Papa Francisco en la Chiesa del Gesú, entre ellos, también el Prepósito General de la Compañía de Jesús, el Padre Adolfo Nicolás. Sobre el clima en el que se celebró la Misa, Sergio Centofanti entrevistó al director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y de nuestra emisora, Padre Federico Lombardi, uno de los jesuitas que participaron en este evento:
La Misa se celebró en un ambiente muy sereno, tranquilo y alegre. Hay que pensar que es la fiesta del Nombre de Jesús, es decir la fiesta ‘titular’ de la Compañía, dedicada precisamente al Nombre de Jesús, y fue muy lindo poderla vivir junto con el Santo Padre, en particular en esta ocasión, pocos días después de la canonización de San Pedro Fabro, que es el primer compañero de San Ignacio. Ello nos ayudó a revivir la inspiración original de la Compañía de Jesús, su dedicación al apostolado, un apostolado profundamente motivado por el amor personal de Cristo.

El Nombre de Jesús y San Pedro Fabro, centraron la homilía del Papa Francisco, como destaca el Padre Lombardi, haciendo hincapié en el amor de Dios y en la reconciliación:
Dos temas: el Nombre de Jesús, como tal, y la figura de San Pedro Fabro como una persona con grandes anhelos. El espíritu de San Pedro Fabro es de cultivar el verdadero gran anhelo de dar a conocer no sólo el Nombre de Jesús, sino el amor de Dios hacia todos, aun en situaciones difíciles, como aquella en la que él obraba, en el tiempo de la división entre los cristianos. Por lo tanto, con un sentido de reconciliación, de dulzura: un rasgo muy característico de la personalidad de este santo, que no hizo cosas grandes desde un punto de vista exterior, pero sí grandes cosas desde un punto de vista espiritual, en los corazones, para dar a conocer el amor de Dios y reconciliar a las personas divididas precisamente por este amor.

El Papa se refirió a la inquietud en los jesuitas:
Así es. Es el dinamismo característico de la espiritualidad de la Compañía de Jesús: buscar y encontrar al Señor y su voluntad, no para detenerse, sino para seguir buscándola aún más. Una vez que se ha encontrado al Señor, el Señor te sorprende y te llama incluso más allá, de donde hayas llegado. Así es, este Dios rico de sorpresas, de las que el Papa habla a menudo, es verdaderamente un conocimiento de Dios, que es muy característico de una espiritualidad dinámica, de camino, como la de la Compañía de Jesús y también de Pedro Fabro, que era, de hecho, un peregrino del servicio del Señor, en la Europa de su tiempo.

Luego, el Papa fue saludando a los jesuitas que estaban en la Chiesa del Gesú
Sí, ya sabemos que es característico del Papa tener esta atención y paciencia, incluso de saludar a todos, uno por uno. Había tantos hermanos, sus hermanos, reunidos en esta hermosa ocasión: quiso saludarlos a todos y manifestar su profunda fraternidad espiritual.

(CdM – RV)

Fuente:: News.va

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Mons. VivesMons. Joan E. Vives    Ahora que acabamos de pasar página del mes y del año del calendario, cuando se abre ante nosotros un Nuevo Año, un tiempo de gracia y de novedad, debemos pedir con el salmista: “Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato” (Sal 90,12). Aprender a ver los días del año a la luz del amor misericordioso de Dios Padre, que todo lo llena de vida, y al mismo tiempo verlo desde nuestra debilidad y brevedad (cf. Sal 39,5). La forma en que se debería evaluar un año tiene mucho que ver con si fuimos capaces de amar, de perdonar, de experimentar la alegría, de aprender cosas nuevas, de doblegar nuestros egoísmos, de compartir gratuitamente con alguien… sin tener miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje. Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar alguna estrategia para cambiarla. Ser feliz es una decisión, no lo olvidemos.

Con estos criterios, cabe preguntarse qué hacer para poder construir un buen año 2014, ya que todos estamos en el camino de superar las dificultades, de aprender cada día a ser mejores y de entender que vinimos a la existencia para amar, dejar huella, y ser felices.

Amar a Dios y al prójimo todos los días del nuevo año y de nuestra vida. La Escritura nos dice que “el principio de la sabiduría es el temor del Señor” (Sal 111,10). Venerar, amar, rezar, acoger su Palabra… y ser buenos samaritanos hacia todos aquellos que encontremos por el camino de la vida. ¡Todo está abierto para el amor!

Dejar huella, es como decir que tendremos que aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento personal y social. El trabajo, sea remunerado o no, dignifica el espíritu y nos hace bien en nuestra salud. Por eso debemos esperar ardientemente que la economía se recupere y que muchos más puedan encontrar el trabajo que los dignifique, sin depender de ayudas. Tenemos que poder cansarnos porque eso quiere decir que estamos entregando lo mejor de nosotros. A esta tierra vinimos a cansarnos, pues para dormir, tendremos siglos después.

Ser felices, libres, desplegar todas las potencialidades que llevamos dentro… Valoremos la libertad como una forma de vencerse a uno mismo y entender que ser libre no es hacer lo que yo quiero. Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que tenemos que hacer, con alegría, y cultivar la fuerza de voluntad, el espíritu de sacrificio y abnegación, este maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas ante cosas mejores por venir. Tratemos de crecer en la dimensión espiritual. La apertura a la trascendencia y dar sentido a lo que hacemos, tiene que ver con “la inteligencia espiritual ” (F. Torralba). Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso al diálogo, a los encuentros familiares y con amigos, dentro y fuera de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de la familia. Seremos felices no porque desaparezcan los problemas (estar vivo es siempre tener nuevos problemas…) sino porque aprenderemos a enfrentarlos “con la sabiduría del corazón”. Las alegrías, cuando se comparten, se hacen más grandes, y en cambio, con las penas pasa al revés, se hacen más pequeñas. Quizá lo que ocurre es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Para el 2014 pidamos un corazón grande, lleno de fe, para disfrutar de las alegrías y porque las penas no nos hagan daño. ¡Un Feliz Año 2014!

+ Joan E. Vives

Arzobispo de Urgell

Fuente:: Mons. Joan E. Vives

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Dios se esconde en un niñoMons. Braulio Rodríguez     Dios se hizo hombre. Se hizo niño. Así cumple su promesa de que Él mismo será “Emmanuel”, un “Dios con nosotros”. Al hacerse niño, Dios nos ofrece un trato de tú: todos pueden tratarle de tú, pues ha alejado toda lejanía. Para nadie es ya inalcanzable, salvo para los que se hayan vuelto tan altivos, que en su vida no pueda ya entrar un niño. Hay una historia rabínica que narra un famoso escritor contemporáneo. Cuenta el relato que Jeshiel, un muchacho pequeño, entró llorando en la habitación de su abuelo, célebre rabí. Decía: “Mi amigo me ha abandonado. Ha sido muy injusto y se ha portado mal conmigo”. El abuelo le pidió que le explicara mejor lo sucedido. “Estábamos jugando al escondite –dijo el niño-, y yo me escondí tan bien que no pudo escucharme y se marchó”. El otro había interrumpido el juego. El maestro acarició al pequeño y le dijo: “Sí, no hay duda de que es muy feo. ¿Ves?, con Dios es exactamente lo mismo. Él se ha escondido, y nosotros no lo buscamos. Piensa: Dios se esconde, y los hombres ni siquiera lo buscamos”.

El misterio de la Navidad es también que Dios se esconde. El no se impone: quiere que entre Él y nosotros se suscite el misterio del amor, que presupone libertad. Dios se esconde a fin de que seamos a su imagen y semejanza, para que pueda darse en nosotros la libertad de encontrarle. A Herodes no se le ocurrió que ese niño pudiera ser Dios y no lo encontró. Y nosotros, ¿lo encontramos realmente? ¿O no será que, como impaciente compañero de juego, hace mucho ya que, en lo más hondo, nos hemos marchado de aquel juego que sería la auténtica verdad de nuestra vida? Mil disculpas, mil razones somos capaces de encontrar en contra de ello. Es verdad, Dios se esconde, pero no es solo ocultamiento. La Navidad es su escondite, si se quiere, pero es al mismo tiempo, junto con la Pascua, la mayor revelación de Dios. Él no nos deja solos en este juego que es la verdad: Él mismo lo ha organizado e iniciado. Él nos sigue constantemente. A través de la creación nos dirige de continuo la palabra siempre que queramos oír y ver, y nos dice: “¡Buscadme!” En la historia sagrada de Abrahán nos ha dejado las reglas, nos ha interpretado los signos para que podamos encontrarlo. Él ha descendido la escala entera de la distancia entre Él y nosotros hasta llegar a la condición de niño, pero no estamos dispuestos a aceptar ese escándalo, siendo nosotros tan sabios. Pero quien comienza a entenderlo cae de rodillas y se llena de la gran alegría que anunció el ángel en la Nochebuena.

“Vayamos a Belén”, se dijeron unos a otros los pastores. Esta invitación quiere dirigir la Iglesia en esta Navidad. Quiere invitarnos a ponernos en marcha, a trasladarnos. De hecho, para encontrar a Dios, es necesario pasar a otro sitio, pues Dios es diferente de nosotros. Si queremos encontrarlo, tenemos que pasar al otro lado, cruzar con nuestro corazón la calle de las contradicciones y encontrar el camino de la transformación, hasta que Él se torne visible. Y para esto no hay que subir al cielo. Dios, dice san Pablo, está muy cerca de ti. Está en tu boca y en tu corazón (Romanos 10, 8-10). Necesitamos esta excursión hacia lo que está bien cerca de nosotros. Tenemos que buscarlo a Él para encontrar el escondite que es su revelación. “Vayamos a Belén”. Con nuestro caminar tenemos que entrar en aquella sencillez de corazón que es capaz de percibir a Dios. Pidamos al Señor que nos dé el impulso, como lo hizo con los pastores. Que nos haga capaces de ponernos en marcha, para que también a nosotros se nos dé la gran alegría que está reservada a todo pueblo: “He aquí que en la ciudad de David os ha nacido el Salvador, Cristo, el Señor”.

¡Feliz Navidad!

X Braulio Rodríguez Plaza

Arzobispo de Toledo

Primado de España

Fuente:: Mons. Braulio Rodríguez

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Hagamos balanceMons. Atilano Rodríguez       El fin de año suele ser un buen momento para hacer balance del año que se nos va. Al revisar nuestros comportamientos, descubriremos muchos aspectos positivos. Comprobaremos que Dios ha estado grande con nosotros y que la experiencia de su amor nos ha ayudado a salir de nosotros mismos y de nuestras preocupaciones para brindar amabilidad, dulzura, comprensión y servicio a nuestros semejantes.

Pero, si somos sinceros con nosotros mismos, también descubriremos que no todo es trigo limpio en nuestra vida y que la cizaña, en ocasiones, ha crecido juntamente con la buena semilla. Cuando nos miramos por dentro, descubrimos que el egoísmo, la envidia, la pereza, el desánimo y los celos también han ocupado espacios de nuestra vida en las relaciones con nuestros semejantes.

La constatación de estos aspectos negativos, además de movernos a pedir perdón a Dios y a los demás por nuestras actuaciones erradas, tendría que ayudarnos a desechar de nuestra vida aquellos comportamientos que nos entristecen y que no nos dejan satisfechos con nosotros mismos y con nuestras convicciones religiosas.

Hemos sido creados por Dios para ser felices y para hacer partícipes a los demás de nuestra felicidad, pero, en ocasiones, buscamos la felicidad donde no está. Por eso es necesario que pensemos con frecuencia en aquellas cosas que no nos hacen felices y que deberíamos cambiar en las relaciones con nuestros hermanos.

Si tenemos cosas que perdonar a los demás, no dejemos de hacerlo ahora, para que la «puesta del sol no nos sorprenda enojado con tu hermano». No permitamos que se apodere de nosotros el rencor y el resentimiento al descubrir el desamor en los comportamientos de nuestros semejantes y no olvidemos nunca que para estar bien con los demás, antes debemos sentirnos bien con nosotros mismos.

El Señor nos concede la dicha de comenzar un nuevo año. ¿Cómo será este nuevo año? Sin duda el recorrido del mismo dependerá en gran medida de lo que cada uno quiera hacer con él. El año nuevo nos ofrece la posibilidad de crecer como personas, de profundizar en nuestra fe, de hacer el bien y de amar a nuestros semejantes.

Cada día del nuevo año es un regalo de Dios para que los talentos que Él pone en nuestras manos los utilicemos con responsabilidad y eficacia. La vida de cada uno está hecha de momentos sencillos que compartimos con los hermanos en el trabajo, en la familia, en el estudio y en las diversiones. Procuremos vivir cada instante de la vida con intensidad, amor y paz, pues ahí también está el Señor. No hay tiempos vacíos. Todos los tiempos son momentos de gracia porque están habitados por Dios.

Para que todo transcurra por buen camino, pidamos al Señor que nos bendiga y proteja, que nos ilumine y fortalezca. Que Él nos ayude a crecer cada día en fe y caridad, en libertad y verdad, para que nunca cerremos nuestro corazón a los hermanos y encontremos el camino de la verdadera felicidad. Suceda lo que suceda, si Dios está con nosotros, seremos felices.

Que el Señor te guarde en tus caminos y te colme de felicidad.

+ Atilano Rodríguez

Obispo de Sigüenza-Guadalajara

Fuente:: Mons. Atilano Rodríguez

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Mons. Jaume PujolMons. Jaume Pujol     El Nuevo Testamento, poniendo de relieve la lejanía de la que procedían los Reyes Magos que acudieron a adorar al Niño, da a entender que la Epifanía es, ante todo revelación de Jesucristo a todos los pueblos. Ya no hay fronteras de la Tierra Prometida, ni de familias o clanes, ni el Hijo de David ha nacido para continuar la estirpe, ni para fortalecer la tribu de Judá o el territorio de Israel. Dios se encarnó para salir al encuentro de la humanidad entera.

Benedicto XVI, releyendo los textos del concilio Vaticano II, señaló que en nuestro mundo moderno y globalizado, los nuevos Magos podrían ser los políticos, los científicos y los líderes religiosos.

Los políticos, ya que a los gobernantes toca en primer lugar promover la paz y el orden social entre los hombres, sin olvidar que Dios es el padre de todos; los científicos, hombres del pensamiento y la ciencia, porque deben buscar sin cansancio la verdad, y Cristo es la Verdad suprema; y finalmente los líderes de las distintas religiones, en cada una de las cuales se encuentran estas semillas de verdad esparcidas en el mundo que Dios creó.

Y bien, podemos pensar ¿qué hay de nosotros, los que no tenemos capacidad de gobierno, ni destacamos por la ciencia ni somos líderes de nada?

Podemos encontrar a Cristo en su manifestación -Epifanía- incluso antes que aquellos personajes, del mismo modo que los pastores que cuidaban sus rebaños en Belén llegaron antes que los Magos a adorar al Niño.

Hemos comenzado un año nuevo. Cualquiera que sea nuestra posición en la sociedad, trabajadores, intelectuales, amas de casa, jóvenes, ancianos, padres de familia, profesionales, parados…Estamos llamados a seguir la estrella que nos conducirá al Mesías. No adoremos a otros dioses: al dios-placer, al dios-egoísmo, al dios-dinero, al dios-éxito. Ninguno es el Dios verdadero.

A él lo encontraremos siguiendo la estrella a través de la oración, de la caridad con todos, de las alegrías sanas, de la solidaridad con los más necesitados. Es en nuestro corazón donde podemos hallar a Dios, conversar con él y descansar de nuestras preocupaciones. Y esto podemos vivirlo en nuestras casas o en el lugar de trabajo o en plena calle, aunque también, y es mi recomendación, acercándonos a esta luz titubeante que acompaña en una lamparita a los sagrarios de nuestras iglesias y que, como la estrella de los Magos, se ha detenido allí señalando la presencia de Jesucristo.

+ Jaume Pujol Bacells

Arzobispo de Tarragona y primado

Fuente:: Mons. Jaume Pujol

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DemetrioMons. Demetrio Fernández      El Hijo de Dios, sin dejar de ser Dios, se ha hecho hombre completo, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado. Y ha nacido de María virgen en un momento concreto de la historia para transformar la historia desde dentro y llevarla a su plenitud, convirtiéndose en un ciudadano de nuestro mundo, uno de nosotros. El se ha hecho hombre para que el hombre sea hecho hijo de Dios. ¡Qué admirable intercambio!

A este acontecimiento histórico misterioso y trascendente se acercan los pastores, después del anuncio del ángel: “Os traigo una buena noticia. Hoy en la ciudad de Belén os ha nacido un Salvador… Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz” (Lc 2,11). Y los pastores corren a ver al Niño, con la sencillez de la piedad popular. Han sido tocados por Dios y por su gracia, y responden con la fe de los sencillos: se llenaron de alegría y le llevaron al Niño de lo que tenían. Su pobreza les dispuso a recibir la buena noticia e hicieron fiesta aquella noche. Por su parte, ellos se convirtieron en testigos y pregoneros de lo que habían visto. “Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores” (Lc 2,18).

La actitud de los pastores nos enseña mucho. En primer lugar, que Dios no se revela a los soberbios, a los que están liados en sus problemas, a los que piensan que no necesitan de él. Dios prefiere revelarse a los sencillos, a los humildes de corazón, a los pobres. Dios se complace en comunicarse con los que tienen el corazón abierto a la buena noticia de la salvación y lo esperan todo de Él. Pero además, la sencillez de corazón les hace ir aprisa a ver al Niño del que les ha hablado el ángel. Un corazón dispuesto responde con prontitud al toque de Dios. Y por eso, se convierten en pregoneros y evangelizadores ellos mismos de lo que han visto y experimentado.

A este misterio de la Navidad se acercan también los magos de Oriente, los que traen regalos para Jesús y para todos nosotros. Ellos son modelo en la búsqueda de Dios. Son sabios que en la ciencia de su investigación, están abiertos a la sorpresa de Dios, y siguiendo esas mismas investigaciones descubren una señal que les pone en camino de una búsqueda ulterior. “Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2,2). Preguntan y Herodes comido por la envidia les despista, pero la estrella vuelve a brillar y los deja a las puertas del misterio. “Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (ib. 10-11).

Los magos son hombres sabios, científicos, que siguiendo su investigación descubren a Dios. La ciencia no está reñida con la fe ni la fe con la ciencia, y cuando la ciencia se cierra a la fe, deja de ser verdadera ciencia. La ciencia tiene su campo propio y sus límites. Cuando el científico, por mucho que sepa, pretende abarcar con su especialidad todas las dimensiones de la persona, se pasa de listo. Ser científico y ser humilde no es fácil. Los magos de Oriente son científicos y son humildes, y desde el campo propio de su ciencia, abiertos a otras dimensiones, descubren señales que les conducen a la verdad completa.

Dios se revela a los sencillos y a los sabios, con tal que éstos sean también sencillos de corazón. La Navidad la entienden especialmente los niños y quienes se hacen niños como ellos. Y no porque en torno a la Navidad haya cuentos, fábulas y mitos que sólo los niños en su ingenuidad pueden alimentar, sino porque el misterio de Dios en su más profunda realidad, la cercanía de Dios hecho hombre en un niño indefenso, sólo la pueden captar quienes tienen un corazón sencillo y humilde como el de un niño. La Navidad nos trae un acontecimiento y un estilo. Dios hecho hombre con estilo de sencillez, entrando discretamente en nuestras vidas. “Si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los cielos” (Mt 18,3).

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández,

Obispo de Córdoba

Fuente:: Mons. Demetrio Fernández

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Il y a cinquante ans, le 4 janvier 1964, commençait la visite de Paul VI en Terre Sainte, qui se concluait le soir de l’Epiphanie par le salut chaleureux et les lumières de l’accueil enthousiaste et émouvant d’un million de romains à leur évêque. Ce ne furent que quelques heures, mais elles ont changé le visage du Pontificat. Depuis lors, en effet, les successeurs de l’apôtre Pierre ont repris, de façon nouvelle et dans le monde entier, le chemin que le pêcheur de Galilée et les premiers disciples du maître de Nazareth avaient commencé sans comprendre, se fiant uniquement à sa parole.

Comme un coup de charrue

L’idée remonte au début même du Pontificat, dans le silence actif du premier été passé à Castel Gandolfo, et fut transcrite dans une note du 21 septembre, qui décrit l’itinéraire « très rapide », avec un « caractère de simplicité, de piété, de pénitence et de charité ». Pour le préparer, deux étroits collaborateurs du Pape partent incognito pour le Moyen-Orient, en se rendant également à Damas, où ils constatent toutefois l’impossibilité d’y accomplir une étape, comme Paul VI l’aurait désiré pour honorer la mémoire de l’apôtre dont il avait choisi le nom.

L’annonce, véritablement éclatante, fut ensuite donnée de façon inattendue par le Pape lui-même le 4 décembre aux évêques réunis pour la conclusion des travaux de la seconde période du Concile. « Nous verrons cette terre bénie, d’où Pierre partit et où aucun de ses successeurs ne retourna plus », dit Montini. Et un mois plus tard, se réalise l’impensable, en cinquante-sept heures au cours desquelles Paul VI va d’Amman au Jourdain et arrive à Jérusalem, puis à Nazareth et sur le lac de Tibériade, pour retourner ensuite dans la ville sainte et visiter Bethléem, repartant enfin d’Amman.

Un demi-siècle plus tard, ce n’est qu’en lisant les textes, les chroniques, et les commentaires d’alors que l’on réussit à percevoir la nouveauté d’un voyage qui, quelques mois auparavant seulement, aurait semblé impossible et que les interprétations mêmes des historiens, concentrées sur son contexte politique ou sur les dynamiques conciliaires, ne semblent pas encore avoir saisi dans ses implications les plus authentiques et importantes. A la différence, en revanche, de témoins de l’époque, journalistes et écrivains, mais surtout de deux protagonistes.

C’est en effet dans les paroles improvisées « en présence de Dieu » et dans les gestes de Paul VI et d’Athénagoras, le patriarche de Constantinople rencontré à Jérusalem après des siècles de division, que l’on perçoit la signification de ce véritable « retour aux sources de l’Evangile », qui ouvre à un avenir qui n’est pas encore achevé. Dans un voyage que le Pape de Rome définit « comme un coup de charrue, qui a remué un terrain désormais endurci et inerte ».

Giovanni Maria Vian

Fuente:: News.va

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El trasfondo de la lucha de los Obispos en E.E.U.U. por la libertad religiosa tiene alcances globales

Redacción (Sábado, 04-01-2014, Gaudium Press) La Iglesia Católica lidera la defensa de la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural alrededor del mundo. En cada país, las diferentes amenazas dan lugar a movimientos, actividades y expresiones particulares. Desde las marchas y recolección de firmas contra la legalización del aborto en América Latina hasta el proyecto pionero para promover un acto legislativo en favor de la vida en el Parlamento Europeo con participación de ciudadanos de todos los países de la Unión, cada comunidad deja una enseñanza que tiene un alcance global. La firme oposición de la Iglesia de Estados Unidos al llamado mandato antinatalista también tiene un trasfondo presente en otros países que podrían beneficiarse positivamente si su lucha tiene éxito.

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El Cardenal Sean O’Malley muestra la invitación  a la primera Quincena por la Libertad, convocada por los Obispos para frenar la implementación del mandato antnatalista. Foto: Arquidiócesis de Boston.

El fuerte enfrentamiento entre la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) y el Presidente Obama, quien ha promovido activamente la inclusión obligatoria de fármacos abortivos, esterilización y contraceptivos en los planes de salud que los empleadores deben suministrar a su personal, motiva una seria reflexión sobre el significado y aplicación de la libertad religiosa en todos los aspectos de la vida, incluyendo los laborales y tributarios.

La libertad religiosa es mucho más que libertad de culto

Con habilidad, los prelados de Estados Unidos evitaron entrar en controversia sobre la inmoralidad de la anticonceptivos en la doctrina católica. Las razones para la objeción de la Iglesia ya fueron expuestas de forma completa por el Papa Pablo VI en la profética Carta Encíclica Humanae Vitae. En su lugar, la Conferencia de Obispos aclaró que no era ese el tema en discusión: «Se trata de si las personas e instituciones religiosas deben ser forzadas por el gobierno a proveer cobertura de anticonceptivos o esterilización, aun cuando estas prácticas violen sus creencias religiosas».

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Ciudadanos exigiendo el respeto de la libertad religiosa en Estados Unidos. Foto: Arquidiócesis de Boston.

En la primera parte de la controversia, se prometió por parte del gobierno norteamericano una «acomodación» para satisfacer los reclamos de las instituciones religiosas. Pero los ajustes, que eximían a la Iglesia como tal pero dejaron por fuera a las instituciones de inspiración católica como hospitales, centros educativos y agencias benéficas, y completamente desprotegidos a los empleadores católicos propietarios de empresas con ánimo de lucro. «El gobierno federal está permitiéndole graciosamente a su parroquia considerarse católica», afirmó con ironía el Cardenal Timothy Dolan en agosto de 2012, cuando era Presidente de la Conferencia de Obispos. «Pero no mucho más que eso podría clasificar. ¡No hay libertad religiosa aquí!»

El argumento que los Obispos han defendido es que la práctica religiosa se extiende más allá de los actos de culto realizados en los templos y se proyecta en todos los aspectos de la vida. Un católico no sólo profesa su fe y asiste a los actos litúrgicos, sino que está llamado a vivir de acuerdo a la enseñanza de su fe. «Si no tenemos libertad de conciencia para practicar la religión, todas las demás libertades se vuelven frágiles», declaró la USCCB en un boletín distribuido a nivel nacional. «Si nuestras obligaciones y deberes para con Dios son impedidos, o peor aún, contradichos por el gobierno, entonces no podremos seguir afirmando que ésta es la tierra de la libertad».

Un desafío global

La lucha de la Iglesia en Estados Unidos, aunque relacionada a un evento específico, puede identificarse con desafíos similares en otras naciones. En la vecina Canadá, las organizaciones provida denuncian que el aborto es financiado con dinero de los impuestos, con un gasto de por lo menos 80 millones de dólares para este fin. Los activistas reclaman que mientras servicios vitales no son cubiertos con dineros públicos, el aborto, que no es un procedimiento necesario (ni deseable), es financiado incluso por sus objetores.

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Miles de personas se reunen en Manila, Filipinas, para rechazar la Ley de Salud Reproductiva en 2012. Foto: CBCP News.

Un reclamo similar expresó el delegado de la organización Derecho a Vivir en Valladolid, España, Pablo Santana, el día 04 de enero. Según el activista, es «injusto» que los ciudadanos paguen impuestos que generan riqueza a los «magnates del aborto». Ante la oposición a la iniciativa de reforma de la ley sobre aborto que podría limitar esta práctica, Santana denunció que la práctica es «un negocio multimillonario y por eso este país está en contra de la norma». Los grupos convocados rechazaron que se les descalifique como «extremistas»: «Somos gente normal, de la calle, jóvenes, abuelos que hemos venido aquí a defender nuestras opiniones».

La Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas, estrechamente relacionada a la de Estados Unidos por lazos de amistad y cooperación, libró su propia batalla contra la ley de Salud Reproductiva que significó la agresiva promoción de la anticoncepción y su imposición al sistema educativo. La gran controversia en el país asiático marcó la agenda de la opinión pública durante 2012 y, pese a que la ley fue finalmente aprobada con un gran descontento de los católicos (que son mayoría absoluta en el país), las enseñanzas de la Iglesia sobre la sacralidad de la vida humana y el sentido cristiano de la sexualidad dejaron una profunda huella en la población.

Iniciativas similares a la emprendida en Estados Unidos ciertamente traería sorpresas algunos gobiernos que han implementado políticas similares sin una mayor conciencia por parte de la población. Países mayoritariamente católicos como Colombia, donde el sistema de salud incluye la financiación pública de los abortos legales o a través de los planes obligatorios pagados por empleadores e independientes, o como México, donde el concepto de estado laico impone límites notables a la manifestación de la fe en la vida pública, podrían estar enfrentando sus propias batallas por la libertad religiosa en los próximos años.

Con información de USCCB, CBCP News, ACI y 20minutos.

Gaudium Press / Miguel Farías.

 

Fuente:: Gaudium Press

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