La Pastoral Vocacional: Una prioridad diocesana

Mons. Carlos Escribano

Mons. Carlos EscribanoMons. Carlos Escribano     El final del año litúrgico, en el que celebramos la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, tiene en esta ocasión una connotación especial: la clausura de Año de la Fe, al que nos convocó en su momento el Papa Benedicto XVI. Ha sido un año de gracia y una oportunidad de conversión para cada uno en particular y para la Iglesia en general (cfr. Porta Fidei nº 6), también para nuestra comunidad diocesana.

El final del Año de la Fe, enlaza, cronológicamente, con el arranque del tiempo litúrgico del Adviento y, pastoralmente, con el reto de seguir desarrollando nuestra tarea ordinaria, pero sintiéndonos renovados por el entusiasmo de una fe reverdecida. Dentro de ese trabajo ordinario, destaca de un modo especial el Plan Diocesano de Pastoral que, en este curso, nos invita a profundizar en dos objetivos: la pastoral de los pueblos pequeños y la pastoral juvenil.

Cuando nos asomamos al modo de concretar nuestro apoyo a los más jóvenes de nuestra Iglesia, nos encontramos, entre los objetivos marcados, con la propuesta de acompañar a los jóvenes de nuestras comunidades y parroquias para que descubran su vocación en la Iglesia (objetivo operativo 2.1.1). La delegación diocesana de Pastoral Vocacional se propone animar a toda la comunidad diocesana a desarrollar este objetivo. Todos, sacerdotes, religiosos y seglares, fieles de la ciudad y de los pueblos, somos conscientes de que este empeño es, en este momento de nuestra diócesis, absolutamente prioritario.

Las vocaciones sacerdotales del futuro serán el fruto de una confianza eclesial que se apoya en la promesa de Dios, como su fundamento. Nuestra Iglesia confía en las mediaciones en las que el Señor actúa y que deben ir surgiendo como respuesta a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades. Mediaciones que exigen mucho trabajo en las parroquias, mucha implicación en los párrocos, en las familias y en las comunidades cristianas y una esperanzada y confiada creatividad en nuestras acciones y en nuestro acompañamiento a los jóvenes.

La plegaria por las vocaciones sacerdotales, que nunca debe faltar, es una manera inequívoca de expresar que no somos nosotros, sino Dios, la fuente de las vocaciones. Pero la iniciativa de Dios no excluye, sino que postula, la intervención de la comunidad eclesial. Ella es la mediación fundamental de Dios para toda vocación presbiteral. Por ello el deber de fomentar las vocaciones afecta a toda la comunidad cristiana y no puede, por tanto,  concebirse exclusivamente como una actividad específica de algunos organismos o presbíteros “encargados”. Del mismo modo la pastoral vocacional no es separable de la pastoral general de la Iglesia, sino una dimensión ineludible y central de toda actividad pastoral.

Estamos ante una tarea inexcusable, que sentimos que nos supera y que en ocasiones nos frustra. Pero estoy convencido de que con el vigor creativo surgido del Año de la Fe, seguro que encontramos caminos y modos que nos permitan acompañar a nuestros jóvenes para que descubran la llamada de Dios. Se lo pedimos de un modo especial a nuestros mártires, testigos valientes del evangelio, recientemente beatificados en Tarragona.

+ Carlos Escribano Subías,
Obispo de Teruel y de Albarracín

Fuente:: Mons. Carlos Escribano Subías

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