Una Iglesia solidaria
Mons. Jaume Pujol La Iglesia, fundada por Jesucristo, tiene un origen y un fin sobrenatural, pero ello no le distrae de atender las necesidades sociales básicas de las personas. A imitación de su Fundador, se preocupa de los pobres, los enfermos, los que sufren por cualquier motivo, y ello no como un complemento de su actividad propia, sino como objetivo principal de la caridad.
En el contexto de la pobreza que azota a amplias zonas del mundo, y de los que sufren también entre nosotros, como consecuencia de la crisis, la Iglesia desarrolla su acción solidaria a través de las diversas instituciones u organizaciones que promueve y alberga.
Hace unas semanas participé, como tengo por costumbre, en el “berenar de la fam” que organiza Manos Unidas en Tarragona. Cada año se esfuerza en recaudar donaciones que van destinadas a proyectos concretos del Tercer Mundo. Son medios económicos que nunca se pierden por el camino. La última campaña tiene como destino una zona de Cisjordania, próxima a Belén, muy necesitada.
Con anterioridad, Cáritas había presentado la memoria de su actividad en nuestra Archidiócesis del año 2012. En este año fueron 16.000 las personas atendidas en sus necesidades de alimentación, ropa, higiene, vivienda y trabajo principalmente. No sólo se las atiende, sino que se las ayuda en muchos casos a organizarse y a administrar del mejor modo posible su hogar.
A través de sus comedores, como Café i Caliu, en Tarragona, o los de Reus y Montblanc, por citar algunos, Cáritas atiende diariamente a cientos de personas en sus necesidades alimenticias básicas, ofreciendo, además, una zona en la que pueden relacionarse y beneficiarse de un tratamiento personal.
Este año hemos tenido el gozo de inaugurar las nuevas dependencias de Cáritas Diocesana de Tarragona en la calle Armanyà, y de fortalecer la colaboración de la Cáritas Interparroquial de Tarragona con la Fundación Bonanit cediéndole el uso de dos plantas de la Casa de Sant Auguri que la Fundación de Arzobispado Obra Pía Montserrat, para que le otorgue una utilización social. Gracias a ello, han entrado en servicio otras quince camas diarias para las personas “sin techo”, aumentando el número de las atendidas el curso pasado, que fue de 357.
Estas pinceladas de la labor social de la Iglesia son sólo un botón de muestra de las muchas iniciativas que se realizan y que pasan desapercibidas, como ayudas parroquiales a tantas familias para necesidades muy variadas: desde pagar una deuda de alquiler para no ser desahuciadas, hasta el auxilio necesario para evitar que se les corte la luz, pasando por la compra de libros de texto para los hijos o la posibilidad de ir de colonias en verano.
Gracias, por otra parte, a la colaboración con el Banco de Alimentos, y a las aportaciones en especie de los fieles de las parroquias, son muchas las familias que se benefician de la solidaridad de quienes dan a veces de lo poco que tienen, para ayuda de otros aún más necesitados.
Esta solidaridad de la Iglesia es expresión de la caridad evangélica, que no distingue entre personas, porque en todas ve el rostro de Cristo necesitado.
† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado
Fuente:: Mons. Jaume Pujol
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