Manos Unidas recuerda a los desplazados en el día Internacional del Migrante
Hoy, 18 de diciembre es el día Internacional del Migrante. Por este motivo, Manos Unidas quiere recordar a esos millones de personas que, por diversas causas, han dejado atrás toda una vida para empezar de nuevo en otro lugar.
Las rutas de los sueños rotos.
Por tierra, mar o aire, los caminos para alcanzar el sueño de una vida mejor son tan infinitos como el propio mundo. Y las personas que los transitan se cuentan por millones. A día de hoy, existen más de 200 millones de motivos por los que dejar atrás toda una vida, tantos como “migrantes”, esas personas que abandonan sus países en busca de una vida más segura o mejor; en pos de un sueño.
«Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». (Mt 2: 13)
Impulsados por el deseo de huir del hambre, la pobreza, la guerra, los desastres naturales, la persecución o la violencia, y con la mente puesta en un futuro mejor, la mayoría de estos sueños terminan sin llegar a esa meta casi inalcanzable, e incluso, antes de emprender la travesía. Muchos se quedan, literalmente, en el camino. La debilidad, la falta de recursos y la sed, como hemos visto recientemente, se encargan de poner fin a sus sueños de libertad. Otras veces, estos deseos se ahogan en las aguas de unos mares que engullen las destartaladas embarcaciones sobrecargadas de mercancía humana. Y otros, los que consiguen llegar a su destino, se dan de bruces con barreras infranqueables y muros donde lamentar su mala suerte. Y la mayoría, tarde o temprano, vuelve a intentarlo, porque el deseo de vivir mejor es más fuerte que la propia vida.
Traficar con la desgracia humana
Manos Unidas lleva tiempo apoyando proyectos encaminados a mejorar las condiciones de vida de miles de personas retenidas a las puertas de los países destino de sus esperanzas. En los últimos años, este apoyo nos ha llevado a conocer los las terribles condiciones del viaje que emprenden, atravesando el desierto del Sinaí, miles de eritreos, somalíes y sudaneses en su afán por llegar a Israel.
Allí, amparados por la inmensidad del desierto y por la falta de acción del gobierno egipcio, operan, con total impunidad, las mafias de traficantes de seres humanos. Personas sin escrúpulos, que hacen negocio de la desesperación ajena y violan sistemáticamente los derechos humanos de quienes se juegan la vida huyendo de sus países. El Sinaí es ruta obligada para miles de personas, que no llegan a imaginar los peligros que esconde, más allá de las condiciones climáticas o las alimañas. Tortura, extorsión, violaciones… El calvario que sufren las víctimas de las bandas de traficantes beduinos es inimaginable. El pago del rescate se exige a los familiares de los secuestrados o a sus compatriotas en la diáspora por medio de teléfonos móviles. Los gritos de sufrimiento que acompañan a las llamadas son el reclamo más doloroso para conseguir lo que se pide. Las cabañas y cobertizos edificados a lo largo de este desierto, se han convertido en verdaderas cámaras de tortura.
Médicos por los derechos humanos en Israel
A poco menos de cinco kilómetros de la Estación Central de Autobuses de Tel Aviv, se encuentran la “Clínica Abierta” y el Departamento para Emigrantes de la Organización “Médicos por los Derechos Humanos-Israel”. La clínica cuenta con 800 voluntarios, médicos y administrativos, que han dedicado miles de horas de atención gratuita a los pacientes, muchos de los cuales han sido referidos a sus clínicas particulares.
Desde 1988 este centro médico da respuesta a la falta de acceso a los servicios sanitarios de un número cada vez mayor de trabajadores emigrantes, reclutados principalmente en Asia y Africa, para suministrar mano de obra barata. Entre ellos, muchos eritreos y somalíes que procedentes de la ruta del Sinaí. Las cicatrices y heridas que presentaban muchos de ellos, levantó la voz de alarma.
En septiembre de 2010, comenzaron a conocerse las atrocidades cometidas en el Sinaí por las mafias beduinas. Entre el personal médico de la “Clínica Abierta” se encuentra la hermana Aziza, una religiosa eritrea que ante lamagnitud de las denuncias que escuchaba cada día, decidió documentarlas y hacerlas públicas. Desde entonces, son cientos los refugiados y las personas en busca de asilo que han contado sus historias al departamento médico lo que está permitiendo conocer esta terrible situación y buscar remedio a la misma.
Manos Unidas, que ya había ayudado a ampliar el edificio de la “Clínica Abierta”, está colaborando ahora para hacer frente a otras necesidades del centro médico: compra de medicinas, ayuda para poder proporcionar la atención médica básica y servicios de especialistas, como ginecología, pediatría, fisioterapia, ortopedia, atención a pacientes de HIV/sida…
Además, apoyamos las campañas de defensa jurídica para los refugiados y personas en búsqueda de asilo, y victimas de torturas en el Sinaí y otras campañas de denuncia y sensibilización de la opinión pública sobre esta situación.
(Manos Unidas)
Fuente:: SIC