No es un problema, es un hermano

Mons. Jaume Pujol

Mons. Jaume PujolMons. Jaume Pujol      Hace años, cuando viajábamos por algunas capitales europeas o americanas, nos llamaba la atención la variación de razas que se veían por las calles. Hoy la emigración es un fenómeno normal. Se habla de extranjeros, para entendernos, pero en cambio se ha desterrado prácticamente la palabra “forasteros”. Creo que en un mundo global nadie puede ser considerado “de fuera”, y esto es positivo.

A pesar de todo, sigue habiendo discriminaciones no sólo por razón de raza, sino también de pobreza, de género y de otras clases. Basta considerar que el número de personas emigrantes y refugiadas ha aumentado en los últimos años, consecuencia de las hambrunas y de las guerras.

El papa Francisco pone de relieve esta realidad en su Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado que celebramos este domingo.

Es una realidad con dos caras: por una parte, el tráfico de personas, la explotación, el dolor y la muerte; por otra, la solidaridad, la comprensión, la acogida, la fraternidad. Estos últimos son valores cristianos, de quienes ven en el rostro de cada persona el rostro de Cristo.

Europa es un continente que durante siglos no fue ajeno a la explotación de recursos del Tercer Mundo; su tráfico de esclavos se inscribe en las horas más negras de su historia. A la vez es hoy, pese a la situación de crisis, el paraíso en el que sueñan muchas personas, africanos, asiáticos y latinoamericanos.

La “cultura del encuentro” de que habla el Papa, debe luchar contra la “cultura del rechazo” que con frecuencia se instala también en nuestras sociedades. Hay grupos, por fortuna pequeños, de extrema derecha o de otras ideologías xenófobas, que ven al emigrante o refugiado como alguien que viene a disputarnos el pan que necesitamos.

En un mundo cada vez más sin fronteras, perduran las fronteras mentales. Para cambiar esta percepción, el lema de la Jornada es: “Emigrantes y refugiados, hacia un mundo mejor”.  La experiencia de muchos países muestra que la emigración es al fin una riqueza en todos los sentidos.

Pero no podemos valorar el fenómeno migratorio con parámetros de riqueza material y beneficio, sino de acogida fraternal al otro. El necesitado no es un problema, es un hermano, y hemos de acogerlo en el amor con que amamos a Jesucristo, quien resumió los mandamientos en el doble mandato del amor.

+ Jaume Pujol Bacells

Arzobispo de Tarragona y primado

Fuente:: Mons. Jaume Pujol

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