Atender a los inmigrantes
Mons. Ángel Rubio Es una realidad en España que ha pasado, en solo treinta años, de ser un país de emigrantes a convertirse en un destino a alcanzar por miles de personas inmigrantes que buscan condiciones dignas de vida. Este domingo día 19 de enero se celebra la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado con el lema: “Con los emigrantes y refugiados: hacia un mundo mejor”.
En nuestra diócesis ha crecido notablemente el campo de la inmigración y hemos tomado conciencia de ello. Así Cáritas, tanto diocesana como parroquiales, las Religiosas de María Inmaculada, las Asociaciones Vicencianas, y otras instituciones eclesiales asisten a este grupo numeroso de inmigrantes de múltiples maneras: atención primaria, tramitación de documentación, bolsas de empleo, clases de español, etc. En este sentido, existe una buena coordinación con otros organismos sensibles a esta realidad, como son Cruz Roja, Servicios Sociales de los Ayuntamientos, Diputación, Comisaría, Subdelegación del Gobierno, etc.
Cáritas intenta preparar, a través de diversos cursos y talleres, a las personas con las que se lleva a cabo un seguimiento personal para que puedan conseguir un trabajo digno. Así mismo, no podemos olvidar, que los inmigrantes son personas que también tienen necesidades espirituales, por ello en la acogida cristiana se ha de contemplar la integración en nuestras parroquias y comunidades de aquellos inmigrantes cristianos que son de nacionalidades y culturas distintas. Esta integración eclesial contribuye a favorecer la creación de una sociedad justa, pacífica y fraterna. Entre los inmigrantes una categoría que se ha de tener muy en cuenta son los estudiantes de otros países, que por motivos de estudio se encuentran lejos de su casa.
La solución verdadera al problema de la inmigración es procurar que en su patria haya suficientes puestos de trabajo y un entramado social apto de modo que nadie necesite emigrar. Por tanto, todos deberíamos trabajar para lograr este objetivo y promover un desarrollo social que permita ofrecer a estas personas un futuro en su tierra de origen.
Es muy importante también ayudar a las familias para que se sientan protegidas y que no queden destruidas. Se debe hacer todo lo que se pueda. Después naturalmente hay que trabajar todo lo posible contra la precariedad laboral y contra la violencia y ayudar para que puedan llevar una vida digna.
Actualmente los poderes públicos se encuentran en este tema con serios problemas; para evitar tensiones y conflictos graves han de ordenar y hacer una legislación justa y sobre todo humana. Los ciudadanos han de acoger a los inmigrantes con respeto. La humanidad de un hombre o una mujer se prueba precisamente en el respeto y consideración al extraño. No se pueden tener recelos ni odio a los inmigrantes, no se les puede explotar con mano de obra barata en trabajos que nadie quiere. Los cristianos, las comunidades cristiana, las diócesis no podemos permanecer ajenos y como espectadores más o menos inquietos ante este asunto capital. Es necesario interesarnos por él y trabajar. No podemos desentendernos del hecho lacerante de que haya gente todavía que se muere de hambre, que esté condenada al analfabetismo, que carece de la asistencia médica más elemental o que no tiene techo donde cobijarse. Esa es la raíz de las migraciones.
Los cristianos deben haber aprendido de Jesús en su parábolas del Buen samaritano que el prójimo a quien debemos amor es el extraño a quién nos acercamos en su necesidad.
+ Ángel Rubio Castro
Obispo de Segovia
Fuente:: Mons. Ángel Rubio Castro
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