La palabra de Dios en música – I Parte
Redacción (Viernes, 24-01-2014, Gaudium Press) Inmersos en la agitación del mundo actual, siempre absorbidos por la prisa, la velocidad y el ruido, tal vez no nos sea tan fácil concebir un ambiente diferente. Entretanto, invitamos al lector a parar un poco ahora, e imaginar…
Imaginar un monasterio, con un claustro austero, silencioso, acogedor y elevado, por donde circulan algunos monjes, sin prisa y recogidos, dirigiéndose a una capilla iluminada apenas por la luz tamizada por unos bellos vitrales coloridos.
Estos valientes hombres, habiendo abandonado todo para el servicio de la Religión, dedican su vida al trabajo, al estudio y a la oración. Y como forma de exteriorizar el amor desbordante de sus corazones, habitados por la gracia, se unen en una sola voz para dirigirse a Dios. En unísono, entonan himnos y cánticos que llenan el templo sagrado de melodías suaves y tranquilizantes…
Ya estará nuestro lector con el estado de espíritu listo para comprender cuál es este estilo de canto y sus orígenes, para admirar la misteriosa riqueza y la elevada calidad que hicieron de él el cántico sacro por excelencia.
El canto gregoriano
El canto gregoriano es una forma de música diferente de cualquier otra ejecutada, hoy, en Occidente. Distinto de la polifonía, él es unísono y su perfección es alcanzada cuando una única voz se hace oír, incluso siendo grande el conjunto que lo entona.
En contraste con otros estilos musicales, en los cuales un compás regular y ritmado puede ser luego percibido, el canto gregoriano es caracterizado por su ritmo libre, pareciendo fluctuar en el aire, liberado del tiempo, en un movimiento ascendente y descendente que convergieron rumbo a la perfección asemejado a las olas del mar.
Mientras la música común y corriente, de modo general, está compuesta en una escala mayor o menor, dándole características distintas de tristeza o alegría, los ocho modos del gregoriano transmiten una gama más sutil de expresión, en un equilibrio perfecto, pareciendo siempre evitar los extremos emocionales dramáticos.
Estas son apenas algunas de las razones por las cuales, para oídos poco acostumbrados a él, el canto gregoriano puede dar, a primera vista, la impresión de ser monótono. Con todo, al dejarse llevar por su armonía, la persona es tocada por la fuerza singular de una forma de canto que trae consigo siglos de sabiduría y refleja generaciones de talentos religiosos que convergieron rumbo a la perfección de sus melodías – sus «inspiradas modulaciones», 1 en la expresión del Papa Juan Pablo II.
Así, a pesar de una apariencia simple, carga dentro de sí, como observa el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, una formidable riqueza, «una potencialidad casi inagotable de generar civilizaciones y maravillas en cualquier parte del mundo. Es la fuerza de la inocencia aliada a la gracia, que transformó, por ejemplo, los pantanos y valles mefíticos de la antigua Europa en jardines salpicados de vida y de color, donde, entre matorrales y lagos lindísimos, sobresalen grandiosas abadías, imponentes castillos y majestuosas catedrales. Una Europa ‘gregorianizada’ «. 2
Poder de mover las almas
Uno de los más ilustrativos ejemplos del poder transformador de este canto lo tenemos en la conversión de los anglos. La iniciativa del Papa San Gregorio I, el Magno, de penetrar en la isla dominada por estos bárbaros fue marcada por las siguientes palabras: «la alabanza de Dios Creador debe ser cantada en aquellas tierras». 3 Bajo su dirección, San Agustín de Canterbury entró a Gran Bretaña, en cortejo con 40 otros benedictinos, entonando las «solemnes y emocionantes melodías que les había enseñado Gregorio, su padre espiritual y padre de la música religiosa». 4 El celestial canto de los recién llegados fue decisivo para la conversión del pueblo, en poco tiempo.
Tal episodio, uno entre tantos en el proceso de «gregorianización» de Europa Occidental, muestra que el Papa -cuyo nombre dio origen a la denominación de este estilo musical- poseía una profunda comprensión de cómo la música puede mover las almas con más eficacia de lo que consiguen las simples palabras. Aquellos cantos eran la más sobrenaturalizada de las músicas y, entretanto, fueron capaces de cautivar bárbaros y campesinos completamente ignorantes en cosas espirituales y no habituados a refinados sonidos.
Es lo que quedó registrado en la Historia: Gregorio I «compuso con gran trabajo y destreza musical los cantos que son cantados en nuestra Iglesia y por todas partes. Por este medio, él influenciaba más efectivamente los corazones de los hombres, elevándolos y animándolos; y, en verdad, el sonido de sus dulces melodías condujo no apenas hombres espirituales a la Iglesia, sino hasta incluso los rudos e insensibles». 5
Por la Hna. Kyla Mary Anne MacDonald, EP
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1 BEATO JUAN PABLO II. Lettera agli artisti, 04/04/1999, n.7.
2 CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Cântico da alma inocente. In: Dr. Plinio. São Paulo. Ano V. N.57 (Dez., 2002); p.34.
3 SAN BEDA. Historiam Ecclesiasticam Gentis Anglorum. L.II, c.1. In: Opera Historica. London: Oxford University, 1896, p.80.
4 CONDE DE MONTALEMBERT. Les moines d’Occident depuis saint Benoît jusq’à Saint Bernard. Paris: J. Lecoffre, 1866, v.III, p.363.
5 LEÓN IV. Letter to the Abbot Honoratus. Collectio Britannica, apud BÄUMER, OSB, Suitbert. Histoire du Bréviare.Paris: Letouzey et ané, 1905, t.I, p.345, nota.
Fuente:: Gaudium Press