Sagrada Familia

Infancia misioneraMons. Ángel Rubio     Se celebra en este último domingo de enero la Jornada de la Infancia Misionera con el lema “los niños ayudan a los niños” y un colorista cartel de dos niños cogidos de la mano. La animación misionera, brota de la radical novedad de vida traída por Cristo y vivida por sus discípulos que tienen la obligación de trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo.

La Iglesia es misionera por su propia naturaleza. Por eso, toda Iglesia es enviada a las gentes para evangelizar y dar la gracia, reconciliar a los hombres con Dios y perpetuar el sacrificio de Cristo, memorial de su muerte y resurrección.

Todos los bautizados deben tener “espíritu misionero” y llevar a Cristo a los ambientes y circunstancias en que vive. Deben, además, sentirse implicados y responsables con la misión, colaborar y cooperar “desde aquí”, en la retaguardia de la misión.

La acción misionera específica se distingue de las demás actividades eclesiales porque se dirigen a grupos y ambientes no cristianos, debido a la ausencia o insuficiencia del anuncio del evangelio y de la presencia eclesial.

Es necesario suscitar vocaciones misioneras, que por amor a Cristo y en comunión con la Iglesia entreguen su vida en un acto de generosidad al servicio de los marginados y de los más necesitados a quienes debe alcanzar la buena noticia del Evangelio. Los misioneros y misioneras dejan casa, seguridades y comodidades para marcharse lejos y adaptarse generosamente a las costumbres y variadas condiciones de los pueblos, en la mayoría de los casos situaciones complejas.

La oración y el sacrificio por los misioneros son imprescindibles. Para obtener resultados sobrenaturales y la conversión de los corazones; se necesita la gracia del Espíritu, para que conduzca a los misioneros por los caminos arduos y nuevos, siguiendo sus inspiraciones.

Las aportaciones materiales y económicas ayudan a las misiones a edificar capillas, escuelas, seminarios, viviendas y sostener las obras de caridad de educación y formación humanas. La cuota misional comunitaria y otras colectas imperadas tienen esta finalidad.

Los niños pueden y deben ser misioneros. Con esta jornada se pretende ayudar a los educadores para que despierten progresivamente en los niños una conciencia misionera universal; animar a los más pequeños a desarrollar su protagonismo misionero; mover a los niños a compartir la fe y los medios materiales, especialmente, con los niños de las regiones y de las Iglesias más necesitadas; promover las vocaciones misioneras e integrarse en la pastoral de conjunto de la educación cristiana, a la que aportará su proyección misionera.

+ Ángel Rubio Castro

Obispo de Segovia

Fuente:: Mons. Ángel Rubio Castro

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