Alegraos: ¡El Señor está cerca!

Mons. Juan José Omella

Mons. Juan José OmellaMons. Juan José Omella      Comenzamos el tiempo de Adviento, es decir, el tiempo de preparación para la gran fiesta de la Navidad, de la venida del Señor a nuestro mundo haciéndose uno de nosotros. Decían bellamente los santos Padres de la Iglesia: “Dios se ha hecho hombre para hacer del hombre hijo de Dios, para hacerlo dios” .

La melodía de fondo que debería acompañarnos durante este tiempo de espera es la que nos ofrece la liturgia del 3º domingo: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad siempre alegres” .

Sí, la alegría es como el primer fruto, más visible y atractivo, del Año de la Fe que clausurábamos el domingo pasado. La fe nos lleva a la alegría y la alegría nos hace fuertes en la fe.

Sorprende, pero se entiende, que normalmente los niños no se acercan a las personas tristes y aburridas. Jesús, el Dios hecho hombre, sentía cómo los niños se acercaban a Él precisamente porque su rostro traslucía paz, serenidad, acogida, hasta el punto de que, no sólo los niños, si no que “todos se alegraban viendo las maravillas que hacía” . Las mismas maravillas que hoy -a través de la fe- se perciben en nosotros y en el resto de esa gran familia que es la Iglesia. Y, un ejemplo bien elocuente, lo tenemos en los mártires que entregaron la vida por Cristo, en esos 14 mártires riojanos del siglo XX, conciudadanos nuestros que ofrecieron su vida por Cristo perdonando a quienes les arrebataban la vida en esta tierra.

¿De dónde brota esa alegría? De la fe, de la convicción de que Dios está cerca, nos acompaña y nos ama. Y este es precisamente el mensaje de este tiempo de Adviento: ¡Dios está cerca!, si, tan cerca, que hasta se hace uno de nosotros por amor.

El Adviento hace referencia a las dos venidas de Cristo: la primera, la venida en la humildad de nuestra carne, su nacimiento en Belén, la Navidad. La segunda, su venida al final de los tiempos en gloria y majestad, como Señor de los hombres y de la historia. El Catecismo de la Iglesia Católica lo expresa de una forma precisa y estimuladora: “Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda venida” .

Mirad qué hermosas palabras nos ofrece san Bernardo en un sermón pronunciado sobre el Adviento: “Hermanos, a vosotros, como a los niños, Dios revela lo que ha ocultado a los sabios y entendidos: los auténticos caminos de la salvación. Meditad en ellos con suma atención. Profundizad en el sentido de este Adviento. Y, sobre todo, fijaos quién es el que viene, de dónde viene y a dónde viene; para qué, cuándo y por dónde viene. Tal curiosidad es buena. La Iglesia universal no celebraría con tanta devoción este Adviento si no contuviera algún gran misterio”.

¿De dónde viene? De la casa del Padre. Ha sido capaz de abajarse y tomar la condición de esclavo, nos dice san Pablo ¿Por dónde viene? Por el camino de la pobreza y de la humildad ¿Para qué viene? Para hacernos hijos suyos y hermanos de todos los hombres.

Pidamos a la Virgen de la Esperanza, a la que es causa de nuestra alegría, que nos ayude a vivir este tiempo de Adviento tratando de enderezar nuestras conductas y viviendo en la verdadera esperanza del retorno del Señor. Que nuestros pensamientos, afectos y deseos se dirijan a Jesús que nació en Belén, y que unidos a Ella, centremos nuestra atención en los pequeños y humildes pues, no lo olvidemos nunca, en ellos nace el Señor.
Con mi afecto y bendición,

+ Juan José Omella Omella
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño

Fuente:: Mons. Juan José Omella

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