Zamora La CaixaEl director de Área de Negocio de La Caixa en Valladolid y Zamora, Ignacio Rivas, y el director del Centro Menesiano Zamora Joven, Justino Santiago, firmaron un convenio por el cual la Obra Social de esta entidad financiera, dentro de su convocatoria de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, ha concedido al centro una ayuda de 18.760 euros para la Inserción Sociolaboral de Jóvenes de Zamora.

Rivas destacó que la Obra Social de La Caixa financiará acciones formativas, de orientación y mediación que el Centro Menesiano realiza con jóvenes de Zamora y localidades próximas que están logrando buenos resultados en el campo personal y laboral.

El director del Centro Menesiano, Justino Santiago, ha presentado las líneas básicas del programa formativo, por el cual a los jóvenes de los Programas de Educación de Calle que han cumplido 15 años y no están en situación de conseguir el título de ESO se les ofrecerá la posibilidad de cursar un Programa de Cualificación Profesional Inicial (PCPI).

Por otra parte, a través del Punto de Información Juvenil y de las tres Antenas de Información para jóvenes se ofrecerá a los jóvenes las posibilidades de empleo y se les acompañará en la realización de los trámites necesarios.

Gracias a la base de datos del Centro Menesiano se atenderán las demandas de empleo de las empresas con las que tienen firmados convenios de colaboración. Y el programa servirá también para los jóvenes que están en el Sistema de Protección o que cumplen medidas de Reforma en el centro regentado por los religiosos.

Fuente:: SIC

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sembradores_de_estrellasDesde hoy hasta el 24 de diciembre, miles de niños de toda España saldrán a las calles para felicitar la Navidad a los viandantes en nombre de los misioneros. Siete millones de estrellas adhesivas están preparadas para esta iniciativa, conocida como Sembradores de Estrellas, que lleva desde 1977 educando a los niños en la solidaridad y en el agradecimiento. Xavier Ilundain SJ, padre de la idea, recuerda cómo de un pequeño grupo de niños madrileños surgió una iniciativa que cada año inunda las calles.

Miriam Moreno Yagüe tiene 13 años, y ha salido en tres ocasiones a sembrar estrellas con la parroquia Verbo Divino de Leganés (Madrid). “Vamos felicitando la Navidad a la gente, y pegamos estrellas de colores… ¡Es muy divertido!”, explica Miriam. “Animaría a todos mis compañeros a venir conmigo”, afirma esta niña, que también visita residencias de ancianos en Navidad con el colegio Salesianos San Miguel Arcángel de Madrid.Y es que esta iniciativa completa la educación de los niños en la solidaridad.

“Andaba yo dándole vueltas a cómo decir a los chicos que se puede dar algo a cambio de nada”, recuerda el Padre Xavier Ilundain. En 1977, movido por este deseo, se inventó la idea de salir a las calles de Madrid a regalar estrellas sin esperar nada a cambio, y agradecer a la gente los donativos del Domund. “Sembradores de Estrellas es lo contrario a la campaña comercial de Navidad. ¡No es común que alguien regale algo sin esperar nada a cambio!”, explica este jesuita, que recuerda con cariño los inicios. “Copábamos Madrid. Pusimos niños en todas las bocas de metro, en las estaciones, en el aeropuerto para que todo el que pasara se llevara su estrella”. Estos niños misioneros llegaron incluso a ponerle la estrella a Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid, que les recibió en audiencia 15 días antes de fallecer. “Nada más entrar, nos dijo: ‘Un alcalde no tiene tiempo para pensar nada más que en lo que va a hacer en las dos horas siguientes, y no puede detenerse en las cosas del espíritu que son las importantes. Vosotros me vais a ayudar”.

La iniciativa, que pronto se extendió por todas las diócesis españolas, continúa viva 36 años después. La delegación de misiones Tarragona comienza hoy a sembrar estrellas, y en los próximos días se sumarán el resto de diócesis españolas.

(OMP)

Fuente:: SIC

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MENSAJE DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA
XLVII JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

1 DE ENERO DE 2014

LA FRATERNIDAD, FUNDAMENTO Y CAMINO PARA LA PAZ

pppaparezando1.En este mi primer Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, quisiera desear a todos, a las personas y a los pueblos, una vida llena de alegría y de esperanza. El corazón de todo hombre y de toda mujer alberga en su interior el deseo de una vida plena, de la que forma parte un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer.

De hecho, la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar a cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera. Y es necesario recordar que normalmente la fraternidad se empieza a aprender en el seno de la familia, sobre todo gracias a las responsabilidades complementarias de cada uno de sus miembros, en particular del padre y de la madre. La familia es la fuente de toda fraternidad, y por eso es también el fundamento y el camino primordial para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor.

El número cada vez mayor de interdependencias y de comunicaciones que se entrecruzan en nuestro planeta hace más palpable la conciencia de que todas las naciones de la tierra forman una unidad y comparten un destino común. En los dinamismos de la historia, a pesar de la diversidad de etnias, sociedades y culturas, vemos sembrada la vocación de formar una comunidad compuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros. Sin embargo, a menudo los hechos, en un mundo caracterizado por la “globalización de la indiferencia”, que poco a poco nos “habitúa” al sufrimiento del otro, cerrándonos en nosotros mismos, contradicen y desmienten esa vocación.

En muchas partes del mundo, continuamente se lesionan gravemente los derechos humanos fundamentales, sobre todo el derecho a la vida y a la libertad religiosa. El trágico fenómeno de la trata de seres humanos, con cuya vida y desesperación especulan personas sin escrúpulos, representa un ejemplo inquietante. A las guerras hechas de enfrentamientos armados se suman otras guerras menos visibles, pero no menos crueles, que se combaten en el campo económico y financiero con medios igualmente destructivos de vidas, de familias, de empresas.

La globalización, como ha afirmado Benedicto XVI, nos acerca a los demás, pero no nos hace hermanos[1]. Además, las numerosas situaciones de desigualdad, de pobreza y de injusticia revelan no sólo una profunda falta de fraternidad, sino también la ausencia de una cultura de la solidaridad. Las nuevas ideologías, caracterizadas por un difuso individualismo, egocentrismo y consumismo materialista, debilitan los lazos sociales, fomentando esa mentalidad del “descarte”, que lleva al desprecio y al abandono de los más débiles, de cuantos son considerados “inútiles”. Así la convivencia humana se parece cada vez más a un mero do ut des pragmático y egoísta.

Al mismo tiempo, es claro que tampoco las éticas contemporáneas son capaces de generar vínculos auténticos de fraternidad, ya que una fraternidad privada de la referencia a un Padre común, como fundamento último, no logra subsistir[2]. Una verdadera fraternidad entre los hombres supone y requiere una paternidad trascendente. A partir del reconocimiento de esta paternidad, se consolida la fraternidad entre los hombres, es decir, ese hacerse «prójimo» que se preocupa por el otro.

«¿Dónde está tu hermano?» (Gn4,9)

2. Para comprender mejor esta vocación del hombre a la fraternidad, para conocer más adecuadamente los obstáculos que se interponen en su realización y descubrir los caminos para superarlos, es fundamental dejarse guiar por el conocimiento del designio de Dios, que nos presenta luminosamente la Sagrada Escritura.

Según el relato de los orígenes, todos los hombres proceden de unos padres comunes, de Adán y Eva, pareja creada por Dios a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26), de los cuales nacen Caín y Abel. En la historia de la primera familia leemos la génesis de la sociedad, la evolución de las relaciones entre las personas y los pueblos.

Abel es pastor, Caín es labrador. Su identidad profunda y, a la vez, su vocación, es ser hermanos, en la diversidad de su actividad y cultura, de su modo de relacionarse con Dios y con la creación. Pero el asesinato de Abel por parte de Caín deja constancia trágicamente del rechazo radical de la vocación a ser hermanos. Su historia (cf. Gn 4,1-16) pone en evidencia la dificultad de la tarea a la que están llamados todos los hombres, vivir unidos, preocupándose los unos de los otros. Caín, al no aceptar la predilección de Dios por Abel, que le ofrecía lo mejor de su rebaño –«el Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, pero no se fijó en Caín ni en su ofrenda» (Gn 4,4-5)–, mata a Abel por envidia. De esta manera, se niega a reconocerlo como hermano, a relacionarse positivamente con él, a vivir ante Dios asumiendo sus responsabilidades de cuidar y proteger al otro. A la pregunta «¿Dónde está tu hermano?», con la que Dios interpela a Caín pidiéndole cuentas por lo que ha hecho, él responde: «No lo sé; ¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn4,9). Después –nos dice el Génesis–«Caín salió de la presencia del Señor» (4,16).

Hemos de preguntarnos por los motivos profundos que han llevado a Caín a dejar de lado el vínculo de fraternidad y, junto con él, el vínculo de reciprocidad y de comunión que lo unía a su hermano Abel. Dios mismo denuncia y recrimina a Caín su connivencia con el mal: «El pecado acecha a la puerta» (Gn 4,7). No obstante, Caín no lucha contra el mal y decide igualmente alzar la mano «contra su hermano Abel» (Gn 4,8), rechazando el proyecto de Dios. Frustra así su vocación originaria de ser hijo de Dios y a vivir la fraternidad.

El relato de Caín y Abel nos enseña que la humanidad lleva inscrita en sí una vocación a la fraternidad, pero también la dramática posibilidad de su traición. Da testimonio de ello el egoísmo cotidiano, que está en el fondo de tantas guerras e injusticias: muchos hombres y mujeres mueren a manos de hermanos y hermanas que no saben reconocerse como tales, es decir, como seres hechos para la reciprocidad, para la comunión y para el don.

«Y todos ustedes son hermanos» (Mt 23,8)

3. Surge espontánea la pregunta: ¿los hombres y las mujeres de este mundo podrán corresponder alguna vez plenamente al anhelo de fraternidad, que Dios Padre imprimió en ellos? ¿Conseguirán, sólo con sus fuerzas, vencer la indiferencia, el egoísmo y el odio, y aceptar las legítimas diferencias que caracterizan a los hermanos y hermanas?

Parafraseando sus palabras, podríamos sintetizar así la respuesta que nos da el Señor Jesús: Ya que hay un solo Padre, que es Dios, todos ustedes son hermanos (cf. Mt 23,8-9). La fraternidad está enraizada en la paternidad de Dios. No se trata de una paternidad genérica, indiferenciada e históricamente ineficaz, sino de un amor personal, puntual y extraordinariamente concreto de Dios por cada ser humano (cf. Mt 6,25-30). Una paternidad, por tanto, que genera eficazmente fraternidad, porque el amor de Dios, cuando es acogido, se convierte en el agente más asombroso de transformación de la existencia y de las relaciones con los otros, abriendo a los hombres a la solidaridad y a la reciprocidad.

Sobre todo, la fraternidad humana ha sido regenerada en y por Jesucristo con su muerte y resurrección. La cruz es el “lugar” definitivo donde se funda la fraternidad, que los hombres no son capaces de generar por sí mismos. Jesucristo, que ha asumido la naturaleza humana para redimirla, amando al Padre hasta la muerte, y una muerte de cruz (cf. Flp 2,8), mediante su resurrección nos constituye en humanidad nueva, en total comunión con la voluntad de Dios, con su proyecto, que comprende la plena realización de la vocación a la fraternidad.

Jesús asume desde el principio el proyecto de Dios, concediéndole el primado sobre todas las cosas. Pero Cristo, con su abandono a la muerte por amor al Padre, se convierte en principio nuevo y definitivo para todos nosotros, llamados a reconocernos hermanos en Él, hijos del mismo Padre. Él es la misma Alianza, el lugar personal de la reconciliación del hombre con Dios y de los hermanos entre sí. En la muerte en cruz de Jesús también queda superada la separaciónentre pueblos, entre el pueblo de la Alianza y el pueblo de los Gentiles, privado de esperanza porque hasta aquel momento era ajeno a los pactos de la Promesa. Como leemos en la Carta a los Efesios, Jesucristo reconcilia en sí a todos los hombres. Él es la paz, porque de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando el muro de separación que los dividía, la enemistad. Él ha creado en sí mismo un solo pueblo, un solo hombre nuevo, una sola humanidad (cf. 2,14-16).

Quien acepta la vida de Cristo y vive en Él reconoce a Dios como Padre y se entrega totalmente a Él, amándolo sobre todas las cosas. El hombre reconciliado ve en Dios al Padre de todos y, en consecuencia, siente el llamado a vivir una fraternidad abierta a todos. En Cristo, el otro es aceptado y amado como hijo o hija de Dios, como hermano o hermana, no como un extraño, y menos aún como un contrincante o un enemigo. En la familia de Dios, donde todos son hijos de un mismo Padre, y todos están injertados en Cristo, hijos en el Hijo, no hay “vidas descartables”. Todos gozan de igual e intangible dignidad. Todos son amados por Dios, todos han sido rescatados por la sangre de Cristo, muerto en cruz y resucitado por cada uno. Ésta es la razón por la que no podemos quedarnos indiferentes ante la suerte de los hermanos.

La fraternidad, fundamento y camino para la paz

4. Teniendo en cuenta todo esto, es fácil comprender que la fraternidad es fundamento y camino para la paz. Las Encíclicas sociales de mis Predecesores aportan una valiosa ayuda en este sentido. Bastaría recuperar las definiciones de paz de la Populorum progressio de Pablo VI o de la Sollicitudo rei socialis de Juan Pablo II. En la primera, encontramos que el desarrollo integral de los pueblos es el nuevo nombre de la paz[3]. En la segunda, que la paz esopus solidaritatis[4].

Pablo VI afirma que no sólo entre las personas, sino también entre las naciones, debe reinar un espíritu de fraternidad. Y explica: «En esta comprensión y amistad mutuas, en esta comunión sagrada, debemos […] actuar a una para edificar el porvenir común de la humanidad»[5]. Este deber concierne en primer lugar a los más favorecidos. Sus obligaciones hunden sus raíces en la fraternidad humana y sobrenatural, y se presentan bajo un triple aspecto: eldeber de solidaridad, que exige que las naciones ricas ayuden a los países menos desarrollados; el deber de justicia social, que requiere el cumplimiento en términos más correctos de las relaciones defectuosas entre pueblos fuertes y pueblos débiles; el deber de caridad universal, que implica la promoción de un mundo más humano para todos, en donde todos tengan algo que dar y recibir, sin que el progreso de unos sea un obstáculo para el desarrollo de los otros[6].

Asimismo, si se considera la paz como opus solidaritatis, no se puede soslayar que la fraternidad es su principal fundamento. La paz –afirma Juan Pablo II– es un bien indivisible. O es de todos o no es de nadie. Sólo es posible alcanzarla realmente y gozar de ella, como mejor calidad de vida y como desarrollo más humano y sostenible, si se asume en la práctica, por parte de todos, una «determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común»[7]. Lo cual implica no dejarse llevar por el «afán de ganancia» o por la «sed de poder». Es necesario estar dispuestos a «‘perderse’ por el otro en lugar de explotarlo, y a ‘servirlo’en lugar de oprimirlo para el propio provecho. […] El ‘otro’ –persona, pueblo o nación– no [puede ser considerado] como un instrumento cualquiera para explotar a bajo coste su capacidad de trabajo y resistencia física, abandonándolo cuando ya no sirve, sino como un ‘semejante’ nuestro, una ‘ayuda’»[8].

La solidaridad cristiana entraña que el prójimo sea amado no sólo como «un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental con todos», sino como «la imagen viva de Dios Padre, rescatada por la sangre de Jesucristo y puesta bajo la acción permanente del Espíritu Santo»[9], como un hermano.«Entonces la conciencia de la paternidad común de Dios, de la hermandad de todos los hombres en Cristo, ‘hijos en el Hijo’, de la presencia y acción vivificadora del Espíritu Santo, conferirá –recuerda Juan Pablo II– a nuestra mirada sobre el mundo un nuevo criteriopara interpretarlo»[10], para transformarlo.

La fraternidad, premisa para vencer la pobreza

5. En la Caritas in veritate, mi Predecesor recordaba al mundo entero que la falta de fraternidad entre los pueblos y entre los hombres es una causa importante de la pobreza[11]. En muchas sociedades experimentamos una profundapobreza relacional debida a la carencia de sólidas relaciones familiares y comunitarias. Asistimos con preocupación al crecimiento de distintos tipos de descontento, de marginación, de soledad y a variadas formas de dependencia patológica. Una pobreza como ésta sólo puede ser superada redescubriendo y valorando las relaciones fraternas en el seno de las familias y de las comunidades, compartiendo las alegrías y los sufrimientos, las dificultades y los logros que forman parte de la vida de las personas.

Además, si por una parte se da una reducción de la pobreza absoluta, por otra parte no podemos dejar de reconocer un grave aumento de la pobreza relativa, es decir, de las desigualdades entre personas y grupos que conviven en una determinada región o en un determinado contexto histórico-cultural. En este sentido, se necesitan también políticas eficaces que promuevan el principio de la fraternidad, asegurando a las personas –iguales en su dignidad y en sus derechos fundamentales– el acceso a los «capitales», a los servicios, a los recursos educativos, sanitarios, tecnológicos, de modo que todos tengan la oportunidad de expresar y realizar su proyecto de vida, y puedan desarrollarse plenamente como personas.

También se necesitan políticas dirigidas a atenuar una excesiva desigualdad de la renta. No podemos olvidar la enseñanza de la Iglesia sobre la llamada hipoteca social, según la cual, aunque es lícito, como dice Santo Tomás de Aquino, e incluso necesario, «que el hombre posea cosas propias»[12], en cuanto al uso, no las tiene «como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás»[13].

Finalmente, hay una forma más de promover la fraternidad –y así vencer la pobreza– que debe estar en el fondo de todas las demás. Es el desprendimiento de quien elige vivir estilos de vida sobrios y esenciales, de quien, compartiendo las propias riquezas, consigue así experimentar la comunión fraterna con los otros. Esto es fundamental para seguir a Jesucristo y ser auténticamente cristianos. No se trata sólo de personas consagradas que hacen profesión del voto de pobreza, sino también de muchas familias y ciudadanos responsables, que creen firmemente que la relación fraterna con el prójimo constituye el bien más preciado.

El redescubrimiento de la fraternidad en la economía

6. Las graves crisis financieras y económicas –que tienen su origen en el progresivo alejamiento del hombre de Dios y del prójimo, en la búsqueda insaciable de bienes materiales, por un lado, y en el empobrecimiento de las relaciones interpersonales y comunitarias, por otro– han llevado a muchos a buscar el bienestar, la felicidad y la seguridad en el consumo y la ganancia más allá de la lógica de una economía sana. Ya en 1979 Juan Pablo II advertía del «peligro real y perceptible de que, mientras avanza enormemente el dominio por parte del hombre sobre el mundo de las cosas, pierda los hilos esenciales de este dominio suyo, y de diversos modos su humanidad quede sometida a ese mundo, y él mismo se haga objeto de múltiple manipulación, aunque a veces no directamente perceptible, a través de toda la organización de la vida comunitaria, a través del sistema de producción, a través de la presión de los medios de comunicación social»[14].

El hecho de que las crisis económicas se sucedan una detrás de otra debería llevarnos a las oportunas revisiones de los modelos de desarrollo económico y a un cambio en los estilos de vida. La crisis actual, con graves consecuencias para la vida de las personas, puede ser, sin embargo, una ocasión propicia para recuperar las virtudes de la prudencia, de la templanza, de la justicia y de la fortaleza. Estas virtudes nos pueden ayudar a superar los momentos difíciles y a redescubrir los vínculos fraternos que nos unen unos a otros, con la profunda confianza de que el hombre tiene necesidad y es capaz de algo más que desarrollar al máximo su interés individual. Sobre todo, estas virtudes son necesarias para construir y mantener una sociedad a medida de la dignidad humana.

La fraternidad extingue la guerra

7. Durante este último año, muchos de nuestros hermanos y hermanas han sufrido la experiencia denigrante de la guerra, que constituye una grave y profunda herida infligida a la fraternidad.

Muchos son los conflictos armados que se producen en medio de la indiferencia general. A todos cuantos viven en tierras donde las armas imponen terror y destrucción, les aseguro mi cercanía personal y la de toda la Iglesia. Ésta tiene la misión de llevar la caridad de Cristo también a las víctimas inermes de las guerras olvidadas, mediante la oración por la paz, el servicio a los heridos, a los que pasan hambre, a los desplazados, a los refugiados y a cuantos viven con miedo. Además la Iglesia alza su voz para hacer llegar a los responsables el grito de dolor de esta humanidad sufriente y para hacer cesar, junto a las hostilidades, cualquier atropello o violación de los derechos fundamentales del hombre[15].

Por este motivo, deseo dirigir una encarecida exhortación a cuantos siembran violencia y muerte con las armas: Redescubran, en quien hoy consideran sólo un enemigo al que exterminar, a su hermano y no alcen su mano contra él. Renuncien a la vía de las armas y vayan al encuentro del otro con el diálogo, el perdón y la reconciliación para reconstruir a su alrededor la justicia, la confianza y la esperanza. «En esta perspectiva, parece claro que en la vida de los pueblos los conflictos armados constituyen siempre la deliberada negación de toda posible concordia internacional, creando divisiones profundas y heridas lacerantes que requieren muchos años para cicatrizar. Las guerras constituyen el rechazo práctico al compromiso por alcanzar esas grandes metas económicas y sociales que la comunidad internacional se ha fijado»[16].

Sin embargo, mientras haya una cantidad tan grande de armamentos en circulación como hoy en día, siempre se podrán encontrar nuevos pretextos para iniciar las hostilidades. Por eso, hago mío el llamamiento de mis Predecesores a la no proliferación de las armas y al desarme de parte de todos, comenzando por el desarme nuclear y químico.

No podemos dejar de constatar que los acuerdos internacionales y las leyes nacionales, aunque son necesarias y altamente deseables, no son suficientes por sí solas para proteger a la humanidad del riesgo de los conflictos armados. Se necesita una conversión de los corazones que permita a cada uno reconocer en el otro un hermano del que preocuparse, con el que colaborar para construir una vida plena para todos. Éste es el espíritu que anima muchas iniciativas de la sociedad civil a favor de la paz, entre las que se encuentran las de las organizaciones religiosas. Espero que el empeño cotidiano de todos siga dando fruto y que se pueda lograr también la efectiva aplicación en el derecho internacional del derecho a la paz, como un derecho humano fundamental, pre-condición necesaria para el ejercicio de todos los otros derechos.

La corrupción y el crimen organizado se oponen a la fraternidad

8. El horizonte de la fraternidad prevé el desarrollo integral de todo hombre y mujer. Las justas ambiciones de una persona, sobre todo si es joven, no se pueden frustrar y ultrajar, no se puede defraudar la esperanza de poder realizarlas. Sin embargo, no podemos confundir la ambición con la prevaricación. Al contrario, debemos competir en la estima mutua (cf. Rm 12,10). También en las disputas, que constituyen un aspecto ineludible de la vida, es necesario recordar que somos hermanos y, por eso mismo, educar y educarse en no considerar al prójimo un enemigo o un adversario al que eliminar.

La fraternidad genera paz social, porque crea un equilibrio entre libertad y justicia, entre responsabilidad personal y solidaridad, entre el bien de los individuos y el bien común. Y una comunidad política debe favorecer todo esto con trasparencia y responsabilidad. Los ciudadanos deben sentirse representados por los poderes públicos sin menoscabo de su libertad. En cambio, a menudo, entre ciudadano e instituciones, se infiltran intereses de parte que deforman su relación, propiciando la creación de un clima perenne de conflicto.

Un auténtico espíritu de fraternidad vence el egoísmo individual que impide que las personas puedan vivir en libertad y armonía entre sí. Ese egoísmo se desarrolla socialmente tanto en las múltiples formas de corrupción, hoy tan capilarmente difundidas, como en la formación de las organizaciones criminales, desde los grupos pequeños a aquellos que operan a escala global, que, minando profundamente la legalidad y la justicia, hieren el corazón de la dignidad de la persona. Estas organizaciones ofenden gravemente a Dios, perjudican a los hermanos y dañan a la creación, más todavía cuando tienen connotaciones religiosas.

Pienso en el drama lacerante de la droga, con la que algunos se lucran despreciando las leyes morales y civiles, en la devastación de los recursos naturales y en la contaminación, en la tragedia de la explotación laboral; pienso en el blanqueo ilícito de dinero así como en la especulación financiera, que a menudo asume rasgos perjudiciales y demoledores para enteros sistemas económicos y sociales, exponiendo a la pobreza a millones de hombres y mujeres; pienso en la prostitución que cada día cosecha víctimas inocentes, sobre todo entre los más jóvenes, robándoles el futuro; pienso en la abominable trata de seres humanos, en los delitos y abusos contra los menores, en la esclavitud que todavía difunde su horror en muchas partes del mundo, en la tragedia frecuentemente desatendida de los emigrantes con los que se especula indignamente en la ilegalidad. Juan XXIII escribió al respecto: «Una sociedad que se apoye sólo en la razón de la fuerza ha de calificarse de inhumana. En ella, efectivamente, los hombres se ven privados de su libertad, en vez de sentirse estimulados, por el contrario, al progreso de la vida y al propio perfeccionamiento»[17]. Sin embargo, el hombre se puede convertir y nunca se puede excluir la posibilidad de que cambie de vida. Me gustaría que esto fuese un mensaje de confianza para todos, también para aquellos que han cometido crímenes atroces, porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cf. Ez 18,23).

En el contexto amplio del carácter social del hombre, por lo que se refiere al delito y a la pena, también hemos de pensar en las condiciones inhumanas de muchas cárceles, donde el recluso a menudo queda reducido a un estado infrahumano y humillado en su dignidad humana, impedido también de cualquier voluntad y expresión de redención. La Iglesia hace mucho en todos estos ámbitos, la mayor parte de las veces en silencio. Exhorto y animo a hacer cada vez más, con la esperanza de que dichas iniciativas, llevadas a cabo por muchos hombres y mujeres audaces, sean cada vez más apoyadas leal y honestamente también por los poderes civiles.

La fraternidad ayuda a proteger y a cultivar la naturaleza

9. La familia humana ha recibido del Creador un don en común: la naturaleza. La visión cristiana de la creación conlleva un juicio positivo sobre la licitud de las intervenciones en la naturaleza para sacar provecho de ello, a condición de obrar responsablemente, es decir, acatando aquella “gramática” que está inscrita en ella y usando sabiamente los recursos en beneficio de todos, respetando la belleza, la finalidad y la utilidad de todos los seres vivos y su función en el ecosistema. En definitiva, la naturaleza está a nuestra disposición, y nosotros estamos llamados a administrarla responsablemente. En cambio, a menudo nos dejamos llevar por la codicia, por la soberbia del dominar, del tener, del manipular, del explotar; no custodiamos la naturaleza, no la respetamos, no la consideramos un don gratuito que tenemos que cuidar y poner al servicio de los hermanos, también de las generaciones futuras.

En particular, el sector agrícola es el sector primario de producción con la vocación vital de cultivar y proteger los recursos naturales para alimentar a la humanidad. A este respecto, la persistente vergüenza del hambre en el mundo me lleva a compartir con ustedes la pregunta: ¿cómo usamos los recursos de la tierra? Las sociedades actuales deberían reflexionar sobre la jerarquía en las prioridades a las que se destina la producción. De hecho, es un deber de obligado cumplimiento que se utilicen los recursos de la tierra de modo que nadie pase hambre. Las iniciativas y las soluciones posibles son muchas y no se limitan al aumento de la producción. Es de sobra sabido que la producción actual es suficiente y, sin embargo, millones de personas sufren y mueren de hambre, y eso constituye un verdadero escándalo. Es necesario encontrar los modos para que todos se puedan beneficiar de los frutos de la tierra, no sólo para evitar que se amplíe la brecha entre quien más tiene y quien se tiene que conformar con las migajas, sino también, y sobre todo, por una exigencia de justicia, de equidad y de respeto hacia el ser humano. En este sentido, quisiera recordar a todos el necesario destino universal de los bienes, que es uno de los principios clave de la doctrina social de la Iglesia. Respetar este principio es la condición esencial para posibilitar un efectivo y justo acceso a los bienes básicos y primarios que todo hombre necesita y a los que tiene derecho.

Conclusión

10. La fraternidad tiene necesidad de ser descubierta, amada, experimentada, anunciada y testimoniada. Pero sólo el amor dado por Dios nos permite acoger y vivir plenamente la fraternidad.

El necesario realismo de la política y de la economía no puede reducirse a un tecnicismo privado de ideales, que ignora la dimensión trascendente del hombre. Cuando falta esta apertura a Dios, toda actividad humana se vuelve más pobre y las personas quedan reducidas a objetos de explotación. Sólo si aceptan moverse en el amplio espacio asegurado por esta apertura a Aquel que ama a cada hombre y a cada mujer, la política y la economía conseguirán estructurarse sobre la base de un auténtico espíritu de caridad fraterna y podrán ser instrumento eficaz de desarrollo humano integral y de paz.

Los cristianos creemos que en la Iglesia somos miembros los unos de los otros, que todos nos necesitamos unos a otros, porque a cada uno de nosotros se nos ha dado una gracia según la medida del don de Cristo, para la utilidad común (cf. Ef 4,7.25; 1 Co 12,7). Cristo ha venido al mundo para traernos la gracia divina, es decir, la posibilidad de participar en su vida. Esto lleva consigo tejer un entramado de relaciones fraternas, basadas en la reciprocidad, en el perdón, en el don total de sí, según la amplitud y la profundidad del amor de Dios, ofrecido a la humanidad por Aquel que, crucificado y resucitado, atrae a todos a sí: «Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros; como yo les he amado, ámense también entre ustedes. La señal por la que conocerán todos que son discípulos míos será que se aman unos a otros» (Jn 13,34-35). Ésta es la buena noticia que reclama de cada uno de nosotros un paso adelante, un ejercicio perenne de empatía, de escucha del sufrimiento y de la esperanza del otro, también del más alejado de mí, poniéndonos en marcha por el camino exigente de aquel amor que se entrega y se gasta gratuitamente por el bien de cada hermano y hermana.

Cristo se dirige al hombre en su integridad y no desea que nadie se pierda. «Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él» (Jn 3,17). Lo hace sin forzar, sin obligar a nadie a abrirle las puertas de su corazón y de su mente. «El primero entre ustedes pórtese como el menor, y el que gobierna, como el que sirve» –dice Jesucristo–,«yo estoy en medio de ustedes como el que sirve» (Lc 22,26-27). Así pues, toda actividad debe distinguirse por una actitud de servicio a las personas, especialmente a las más lejanas y desconocidas. El servicio es el alma de esa fraternidad que edifica la paz.

Que María, la Madre de Jesús, nos ayude a comprender y a vivir cada día la fraternidad que brota del corazón de su Hijo, para llevar paz a todos los hombres en esta querida tierra nuestra.

Vaticano, 8 de diciembre de 2013.

FRANCISCO

 


 

[1] Cf. Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 19: AAS 101 (2009), 654-655.
[2] Cf. Francisco, Carta enc. Lumen fidei (29 junio 2013), 54: AAS 105 (2013), 591-592.
[3] Cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 87: AAS 59 (1967), 299.
[4] Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 39: AAS 80 (1988), 566-568.
[5] Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 43: AAS 59 (1967), 278-279.
[6] Cf. íbid., 44: AAS 59 (1967), 279.
[7] Carta enc. Sollicitudo rei socialis (30 diciembre 1987), 38: AAS 80 (1988), 566.
[8] Íbid., 38-39: AAS 80 (1988), 566-567.
[9] Íbid., 40: AAS 80 (1988), 569.
[10] Íbid.
[11] Cf. Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 19: AAS 101 (2009), 654-655.
[12] Summa Theologiae II-II, q.66, art. 2.
[13] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 69. Cf. León XIII, Carta enc. Rerum novarum (15 mayo 1891), 19: ASS 23 (1890-1891), 651; Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis(30 diciembre 1987), 42: AAS 80 (1988), 573-574; Pontificio Consejo «Justicia y Paz», Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, n. 178.
[14] Carta enc. Redemptor hominis (4 marzo 1979), 16: AAS 61 (1979), 290.
[15] Cf. Pontificio Consejo «Justicia y Paz», Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, n. 159.
[16] Francisco, Carta al Presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin (4 septiembre 2013): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (6 septiembre 2013), 1.
[17] Carta enc. Pacem in terris (11 abril 1963),34: AAS 55 (1963), 256

Fuente:: SIC

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CONFER concierto navidadLa Confer Diocesana de Madrid, dentro de su programación anual, ha organizado para el próximo sábado 14 de diciembre a las cinco de la tarde un Concierto de Navidad – Encuentro de oración. El lema del acto es “Relatos y canciones para despertar el alma” y estará animado por Luis Guitarra y Carmen Sara. Se celebrará en el Salón de actos del Centro Divina Pastora, al que se accede por la madrileña calle María de Guzmán, s/n, entre las calles Sta. Engracia y Alenza.

Luis Guitarra comenzó a cantar a los 6 años y desde entonces, no ha dejado de hacerlo. Con cuatro discos grabados y cientos de conciertos, sigue apostando por deshilachar los miedos y rendirse a la justicia.

Carmen Sara es escritora y narradora oral y conoce las palabras secretas que hacen vibrar de emoción los corazones. Desde hace un tiempo comparten escenario dando vida a un espacio en el que las canciones y los cuentos se suceden tejiendo una red de sueños y poesía.

Juntos, quieren vivir el arte y la creatividad solidariamente, ofreciendo sus creaciones desde el precio libre y el compartir. Sin duda, una manera alternativa de ser y estar en el mundo, generando espacios de belleza y poesía.

En la información que acompaña a la convocatoria se puede leer: “Érase una vez, una voz llena de música que inundaba de canciones los lugares por los que pasaba. Érase una vez, una voz llena de historias que pintaba de colores las paredes sin rincones. Érase una vez un encuentro, y dos, y tres, de los que nacieron “Relatos y canciones para despertar el alma”.

(CONFER)

Fuente:: SIC

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Cartagena Arte SolidarioEl Museo de la Catedral de Murcia propone un fin de semana de “Arte Solidario”. El Misterio de la Navidad recuerda lo necesario que es amar al que sufre y el deber de solidarizarse con aquellos que más lo necesitan. Por este motivo, el sábado 14 y el domingo 15 de diciembre, todos los que lo deseen podrán conocer el Museo de la Catedral  siendo solidarios, ya que la entrada al museo se transformará en la aportación de 1 kilo o 1 litro de alimentos no perecederos por persona, que se destinarán a Cáritas diocesana de Cartagena.

El horario del Museo de la Catedral de Murcia es de martes a sábado, de 10:00 a 13:00 horas por la mañana y por la tarde, de 16:00 a 19:00 horas. Los domingos y festivos el horario se limita de 10:00 a 13:00 horas sólamente por la mañana.

Fuente:: SIC

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Granada concurso cortosEn la diócesis de Granada la Delegación de Juventud organiza la primera edición del Concurso de Cortos dirigido a jóvenes a partir de primero de ESO, enmarcado en la Jornada de Cine Espiritual. Ante las peticiones recibidas, los organizadores han decidido retrasar la fecha de entrega de los cortos para el concurso hasta el 31 de enero. Los cortos que se presentan pueden ser de tema libre y no debe durar más de 10 minutos; el requisito es que tengan valores cristianos y sirva de instrumento de evangelización. 

Entre los cortos presentados habrá tres seleccionados, que se proyectarán el día 21 de febrero en multicines Kinépolis. De estos tres finalistas saldrá el ganador de esta primera edición. Los premios serán una tarjeta del Corte Inglés de 300 euros para el ganador, una “master class” de interpretación para el segundo clasificado y entradas de cine para el tercero. 

Jornadas de Cine Espiritual 

Esta primera edición del concurso de cortos para jóvenes se celebra dentro de la Jornada de Cine Espiritual, que se celebra en Granada el 21 de febrero, desde las 9 a las 14 horas, en Multicines Kinépolis. Allí se proyectarán, además de los cortos finalistas, tres películas que ayudan a la reflexión de los jóvenes: “Los miserables”, “La vida de Pi” y “October baby”. Además, se montarán stands relacionados con el cine, donde los jóvenes podrán conocer diversos temas como la caracterización, el rodaje y el montaje para una película, junto con una actor de cine, que estará presente en toda la Jornada. 

Esta Jornada de Cine Espiritual está abierta a la participación de colegios de Granada. Los que quieran asistir se pueden informar e inscribirse en la dirección de correo electrónico deleju@delejugranada.es.

Fuente:: SIC

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Las Edades del Hombre PatronatoDurante la  sesión ordinaria del patronato celebrado ayer miércoles, día 11 de diciembre, fue elegido nuevo presidente de la Fundación Las Edades del Hombre el Mons. Jesús García Burillo, Obispo de Ávila. Sustituye al Obispo de Salamanca, Mons. Carlos López Hernández, quien ocupaba ese cargo desde el año 2006.

Durante la misma reunión, el Obispo de Astorga, Mons. Camilo Lorenzo Iglesias, fue reeligido de nuevo como vicepresidente de la Fundación.

Patronato

El Patronato de la Fundación Las Edades del Hombre está formado por los dos Arzobispos y los nueve Obispos de las once diócesis católicas de Castilla y León: Burgos, Valladolid, Astorga, Ávila, Ciudad Rodrigo, León, Osma-Soria, Palencia, Salamanca, Segovia y Zamora.

Unido a su carácter religioso y eclesiástico, Las Edades del Hombre tiene como finalidad la promoción de la cultura, a través de los siguientes instrumentos: conservación, desarrollo, protección y difusión del patrimonio que poseen las once diócesis católicas en Castilla y León. Estos objetivos se materializan en toda clase de estudios, investigaciones, y actividades sociales, culturales y artísticas que contribuyen al conocimiento y a los designios para las que dicho patrimonio fue creado

Fuente:: SIC

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CONFER R. CentroafricanaHan transcurrido, entre el temor y la espera de novedades, las últimas horas en Bangui, capital de la República Centroafricana. El ejército francés se dedica a la labor de desarme de los combatientes, mientras que en los centros salesianos la población de refugiados continúa a esperar con ‘esperanza’, a pesar de las dificultades.

La situación sigue siendo tensa en la capital, después de numerosos enfrentamientos en los días anteriores: 394 muertos confirmados hasta el sábado, según la Cruz Roja, pero se cree que las víctimas pueden ahora ser incluso más de 1.000. Y de acuerdo con la UNICEF los desplazados son actualmente 480.000, de una población de 4,5 millones de personas.

El contingente francés, que se elevó a 1.600 hombres en las últimas horas, está dedicado a la investigación y a la extracción de los combatientes. Mientras la población civil espera una solución definitiva a los problemas de inestabilidad que vienen desde hace mucho tiempo.

“La guerra que estamos viviendo en la República Centroafricana, para mí es anarquía, porque nos damos cuenta de que el problema no es el poder, sino otra cosa – dijo una fuente local – Porque va casi un año que Sekela tomó el poder y, sin embargo el país todavía se está hundiendo”.

Los salesianos de la capital han recibido desde el inicio miles de personas que huyen de la guerra y en búsqueda de refugio. Todo comenzó el jueves por la noche, con los primeros disparos. Luego a las 7:00 am., cuando los religiosos abrieron las puertas de las obras para ver lo que estaba sucediendo, se encontraron invadidos por muchísimas personas que corrían por todos lados y pedían ayuda.

A pesar de las dificultades y el gran trabajo que deben enfrentar en la actualidad, los salesianos en Bangui, en las obras de Damala y Galabadja, siguen comprometidos por la población y para promover una cultura de paz, en la convicción de que solo a través de una paz duradera se podrá contribuir plenamente a la formación de los jóvenes y garantizar un futuro brillante para el país.  

Crónica sobre los últimos días desde la obra Salesiana de Galabadja, en Bangui.

El sábado 7 de diciembre, la obra ha recibido la visita de varias agencias humanitarias. Después de la reunión entre los responsables fueron descargados varios paquetes de ayuda para la población refugiada – 124 sacos de maíz, 83 de frijol, 6 de sal, 83 tanques de 15 litros, 300 utensilios y un molino – mientras una ambulancia de la Cruz Roja traslada los heridos más delicados.

Por la tarde se inició un censo de los presentes, que identificó 2.739 núcleos familiares compuestos de 3 a 17 personas, para un total de aproximadamente 8.000 personas. Antes de ir a dormir – algunos al aire libre, otros en la escuela o en el comedor – se celebró un momento de oración.

El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, se abrió con una festiva misa al aire libre para los Refugiados. A la hora del almuerzo voluntarios, scouts y miembros del consejo pastoral distribuyeron un poco de la comida recibida de algunas familias en los días anteriores.

Se difunden, mientras tanto, las historias de violencia y abusos que se producen en la ciudad. Un joven padre cuenta cómo, antes de salir corriendo con su último hijo nacido, ha encontrado asesinada a su esposa, su cuñada y sus otros hijos. Pero algo de esperanza viene de la madurez de algunos jóvenes: “para remediar esta situación los jóvenes tienen que hablar entre ellos y orar mucho por la paz. Por ejemplo, se pueden organizar foros de jóvenes por la paz”, dijo Bernard, de 24 años. “En necesario expulsar al espíritu de venganza y división, ya hemos sufrido demasiado; y volver a la convivencia entre cristianos y musulmanes”, añadió Odile, tres años mayor.

A pesar de los problemas de higiene, que son actualmente el tema más complicado de resolver, el día 9 de diciembre se abrió con buenas noticias. Por un lado, vuelve a la obra el personal de asistencia humanitaria, que visitan el campamento, e incluso algunos periodistas que deseen presenciar la realidad de la situación a través de los medios de comunicación; por el otro, llegaron también otros tres camiones de ayuda alimentaria enviada por el Programa Mundial de Alimentos (PAM).

La jornada prosigue entre la lluvia que obliga a la gente a refugiarse en condiciones precarias, el eco de los golpes de las arma de fuego y las noticias preocupantes desde el exterior; y por la tarde algunos de los fieles se reúnen en la iglesia a rezar y luego asistir a la proyección de la película “Jesús de Nazaret”.

Por orden directa del Rector Mayor de los salesianos don Pascual Chávez, la Procura Misionera salesiana de New Rochelle (USA) y la coordinadora de las ONGDs salesianas Don Bosco Mundo están preparando un envío de una gran cantidad de medicamentos a las obras salesianas para aliviar el estado de los heridos y enfermos.

(CONFER)

Fuente:: SIC

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Cádiz Cartel cienciaycreenciaEste jueves, 12 de diciembre, a las 12:00 horas en el Campus de Puerto Real de la Universidad de Cádiz, tendrá lugar la séptima ponencia del ciclo “Ciencia y Creencia”, a cargo del P. Luis Sánchez Francisco, misionero idente, director del secretariado de Pastoral Universitaria en la diócesis de Cádiz y Ceuta, que hablará del Criterio de Credibilidad.

Tanto el criterio de credibilidad (creencia) como el de validez (ciencia) deben partir de la experiencia. El criterio de validez se verifica con la experimentación del objeto matematizable; sin embargo, el criterio de credibilidad no puede incurrir en el mimetismo del método experimental; antes bien, debe verificarse mediante la experienciación o vivencia, remontando el ámbito fenoménico y matematizable de las ciencias experimentales. “El criterio de credibilidad es místico” (Fernando Rielo).

Programa CASEM. Campus de Puerto Real

12 diciembre: El criterio de credibilidad, Luis Sánchez Francisco.
19 diciembre: Procesos, Modas y Valores, Teresa G. Sibón Macarro.
9 enero: ¿Se manifiesta Dios en la Historia?, Rafael Sánchez Saus.
16 enero: El derecho a creer, Rodrigo Sánchez Ger.

Con anterioridad, el Campus de Puerto Real de la Universidad de Cádiz ha acogido la celebración de las siguientes ponencias:
5 diciembre: Experiencia, misterio y realidad de la poesía, Manuel J. Ramos Ortega.
28 noviembre: Ética ambiental: razones para la defensa del medio ambiente, Enrique Nebot Sanz
21 noviembre: Redes Sociales, comunidades humanas, Néstor Mora Núñez.
14 noviembre: Comunicación y TIC, Francisco Pavón Rabasco.
7 noviembre: Educación y Fe, Juan Piña Batista.
31 octubre: Ciencia y Creencia: Mitos y Fronteras, Luis Barbero González.

Fuente:: SIC

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Mons. José Ignacio Munilla es uno de los prelados españoles más activos en las redes sociales, cuenta con más de 11.000 seguidores en su perfil de Twitter (@obispomunilla) y supera los 10.500 en Facebook, y en su página enticonfio.org cuelga homilías, artículos y diversas publicaciones de carácter pastoral. Un esfuerzo comunicativo que, junto con la diócesis de Guipúzcoa que pastorea en estos momentos, centra esta segunda parte de la entrevista concedida a Agencia SIC por Mons. Munilla. 

 

P.- Guipúzcoa es una diócesis con una importantísima herencia espiritual, cuna de grandes santos, fundadores y misioneros, tanto en la diócesis guipuzcoana como en España ¿cómo recuperar ese espíritu apostólico y vocacional?

Tengo que subrayar el proyecto que en nuestra Diócesis conocemos como ‘adOra’. Se trata de la Adoración Perpetua que tiene lugar en un templo parroquial del centro de San Sebastián. En su corto recorrido de vida hemos constatado sus abundantes frutos, que incluyen también los resultados vocacionales.

R.- El redescubrimiento de nuestra tradición espiritual puede ser, sin duda, un “atajo” valiosísimo en la evangelización. Me atrevo a llamarle “atajo”, porque facilita la comprensión de cómo y hasta qué punto el encuentro con Cristo puede llegar a “hacer todas las cosas nuevas”. La fe se encarna en la cultura hasta humanizarla.

La herencia de San Ignacio, y en especial  sus ejercicios espirituales, son un instrumento privilegiado que yo procuro promocionar personalmente en la medida de mis posibilidades. Tengo que subrayar el proyecto que en nuestra Diócesis conocemos como ‘adOra’. Se trata de la Adoración Perpetua que tiene lugar en un templo parroquial del centro de San Sebastián. En su corto recorrido de vida hemos constatado sus abundantes frutos, que incluyen también los resultados vocacionales.

 

P.- En esta línea, ¿cómo presentar la santidad y el compromiso cristiano como una llamada propia del bautismo en todos los estados?

Yo pienso que las vocaciones se estimulan unas a otras, en la medida en que cada una de ellas busque sinceramente la santidad. Es decir, el territorio común a todas las vocaciones es la esperanza y el deseo vivo de la santidad. Para que esto sea cierto y no una mera teoría, me parece fundamental profundizar en el ministerio del ‘acompañamiento espiritual’. Dios no ha querido hacernos autosuficientes, sino que nos ha hecho complementarios y necesitados de apoyo para alcanzar el camino de la santidad.

 

La clave está en conseguir que el Evangelio mismo se abra espacio en la comunicación. El kerigma de la Iglesia puede y debe llegar a alcanzar los titulares de los telediarios

P.- Usted es uno de los obispos más activos en los medios de comunicación social (Facebook, Twitter, su propia web donde recoge intervenciones y entrevistas) aparte de artículos y escritos en diversos medios y es miembro de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación . ¿Cómo califica la importancia e influencia, especialmente entre los más jóvenes, de estos medios sociales?

Me remito al discernimiento de nuestro patrono San Ignacio: “en tanto y cuanto” nos ayuden para buscar la gloria de Dios, nos serviremos de ellos. Por el contrario, “en tanto y cuanto” nos obstaculicen nuestra meta, debemos de tener la templanza necesaria para elegir con libertad. Creo que Twitter, de una forma especial, puede ser utilizado como un instrumento muy válido para despertar la reflexión y el “hambre de conocer la verdad”…  Creo que afortunadamente la Iglesia no se ha incorporado con retraso en la era digital. Tengo proyectado participar en el Primer Congreso de Evangelización en las Redes Sociales que organizado por  #IMisión tendrá lugar en Madrid a principios de abril (http://congreso.imision.org/).

P.- Siguiendo con el tema de los medios de comunicación, desde hace poco más de un año, preside además  la Comisión de Comunicaciones Sociales de los obispos europeos. Hace pocos días hemos celebrado el L Aniversario del Decreto Inter Mirifica sobre los medios de comunicación ¿Piensa que la Iglesia tiene una presencia adecuada en los medios?

R.- La llegada del Papa Francisco, y el inesperado eco alcanzado por sus mensajes en los medios de comunicación, deja al descubierto que teníamos —y todavía seguimos teniendo—  un largo recorrido por delante. Pienso que la clave está en conseguir que el Evangelio mismo se abra espacio en la comunicación. El kerigma de la Iglesia puede y debe llegar a alcanzar los titulares de los telediarios, y en ello debemos de volcar nuestros esfuerzos comunicativos: El deseo de felicidad que todos llevamos impreso en lo más hondo, puede llegar a saciarse plenamente… ¡¡en Jesucristo, muerto y resucitado!!…. He aquí la gran noticia.

(Mª José Atienza / Agencia SIC)

 

Fuente:: SIC

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