Ayer, en Roma, se conmemoraron 30 años de relaciones EE.UU. – Santa Sede

Roma (Viernes, 24-01-2014, Gaudium Press) Es en la perspectiva de la próxima visita de Barack Obama a la Santa Sede, el próximo 27 de marzo, que ayer fueron conmemorados en Roma las primeras tres décadas de relaciones formales entre los EE.UU. y el Vaticano.

Decimos relaciones formales, porque como ayer mismo recordó Mons. Dominique Mamberti -el marroquí encargado de las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado Vaticana- con el gobierno americano hay contactos desde la época en que Benjamín Franklin trasmitía recados de parte de George Washington al entonces Papa Pío VI.

Ayer, en el romano y renacentista Palazzo della Cancelleria, más exactamente en su Salón ‘dei Cento Giorni’, de los Cien Días, hubo una recepción para conmemorar el trigésimo aniversario. Y ahí se escuchó el elogio que el embajador americano Ken Hackett hizo de Mons. Mamberti y de su exposición: «Él es una persona que disfruta de mirar hacia atrás en la historia [diplomática] , viendo cómo evolucionan las cosas , para tratar de no cometer los mismos errores , sino avanzar a partir de las oportunidades», dijo.

Mirar hacia atrás… Fue en el gobierno de Reagan, exactamente el 10 de enero de 1984, cuando este presidente designó a William Wilson, un hombre negocios californiano, como primer embajador ante la Santa Sede. Cinco meses después, el Beato Juan Pablo II visitaría los EE. UU. Desde entonces, han sido 9 los embajadores.

Mirar hacia atrás, como cuando el embajador Hackett recordó que Pío VII envió como «Superior a la Misión a los Trece Estados» al jesuita John Carroll, quien también gozaba del aprecio del dominador del rayo Franklin. Mons. Carroll se convertiría en el primer obispo en los EE.UU.

Mirar hacia atrás, como cuando Mons. Mamberti recordó que también Benjamin Franklin había prometido a Pío VI que los EE.UU. sería eximio en el respeto a la libertad religiosa, algo que se encuentra en el centro del debate hoy por hoy, en el momento en que la Iglesia en los EE.UU. lucha por que se deroguen las determinaciones del gobierno americano que obligan -bajo pena de grandes multas- a que universidades, hospitales, centros de asistencia y otras entidades vinculadas a la Iglesia, deban pagar por fármacos, cuyo uso contradice la enseñanza católica.

Gaudium Press / S. C.

Con información del National Catholic Register

Fuente:: Gaudium Press

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Hace 70 años Pio XII abría las puertas de las Villas Ponticias ante el desembarco aliado en Anzio
(RV).- (audio) Hace 70 años Pio XII abría las puertas de las Villas Ponticias ante el desembarco aliado en AnzioEn los primeros albores del 22 de enero de hace 70 años, la artillería aliada abría fuego sobre la costa de la región Lazio para preparar el desembarco en las playas de Anzio.
El nuevo frente en la guerra mundial que se libraba en tierras de Italia condujo a una larga ola de desplazados, miles de los cuales huyeron de sus casas y se refugiaron en las Villas Pontificias de Castel Gandolfo. Ante el peligro del bombardeo, fue el Papa Pío XII quien hizo abrir las puertas del Palacio Pontificio para acoger a miles de personas, que en algunos periodos llegaron a ser entre 10 y 12 mil.
Precisamente en esta pequeña localidad a 30 kilómetros de Roma, este miércoles por la tarde se recordaban aquellos acontecimientos con una Misa, presidida por el Cardenal Giuseppe Bertello, presidente del Gobernatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano y con un sucesivo encuentro en el Palacio Apostólico. Nuestro colega Alberto Goroni recogió el testimonio del secretario general del Gobernatorado, el obispo español Mons. Fernando Vérgez Alzaga.
(ER RV)

Fuente:: News.va

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“Quien odia a su hermano es un homicida”, el Papa el jueves en Santa Marta
(RV).- Que los cristianos cierren las puertas a los celos, envidias y habladurías que dividen y destruyen nuestras comunidades: fue la exhortación lanzada por el Papa Francisco, esta mañana, en la Misa presidida en la Casa de Santa Marta en la sexta jornada de oración por la unidad de los cristianos.
La reflexión del Papa partió de la primera lectura del día que habla de la victoria de los israelitas sobre los filisteos gracias al coraje del joven David. La alegría de la victoria se trasforma rápidamente en tristeza y celos del rey Saúl ante las mujeres que alaban a David por haber matado a Goliat. Entonces, “aquella gran victoria – afirmó el Santo Padre – comienza a convertirse en derrota en el corazón del rey” en el que se insinúa, como ocurrió con Caín, el “gusano de los celos y de la envidia”. Como Caín con Abel, el rey decide asesinar a David. “Así actúan los celos en nuestros corazones – observó el Pontífice – es una mala inquietud, que no tolera que un hermano o una hermana tengan algo que yo no tengo”. Saúl, “en vez de alabar a Dios, como hacían las mujeres de Israel, por esta victoria, prefiere encerrarse en sí mismo, amargarse”, “cocinar sus sentimientos en el caldo de la amargura”:
“Los celos llevan a matar. La envidia lleva a matar. Justamente fue esta puerta, la puerta de la envidia, por la cual el diablo entró en el mundo. La Biblia dice: ‘Por la envidia del diablo entró el mal en el mundo’. Los celos y la envidia abren las puertas a todas las cosas malas. También dividen a la comunidad. Una comunidad cristiana, cuando sufre – algunos de los miembros – de envidia, de celos, termina dividida: uno contra el otro. Este es un veneno fuerte. Es un veneno que encontramos en la primera página de la Biblia con Caín”.
En el corazón de una persona golpeada por los celos y por la envidia – subrayó el Obispo de Roma- ocurren “dos cosas clarísimas”. La primera cosa es la amargura:
“La persona envidiosa, la persona celosa es una persona amargada: no sabe cantar, no sabe alabar, no sabe qué cosa sea la alegría, siempre mira ‘qué cosa tiene aquel y que yo no tengo’. Y esto lo lleva a la amargura, a una amargura que se difunde sobre toda la comunidad. Son, estos, sembradores de amargura. Y la segunda actitud, que lleva a los celos y a la envidia, son las habladurías. Porque este no tolera que aquel tenga algo, la solución es abajar al otro, para que yo esté un poco más alto. Y el instrumento son las habladurías. Busca siempre y tras un chisme verás que están los celos, está la envidia. Y las habladurías dividen a la comunidad, destruyen a la comunidad. Son las armas del diablo”.
“Cuántas hermosas comunidades cristianas” – exclamó el Papa – van bien, pero luego en uno de sus miembros entra el gusano de los celos y de la envidia y, con esto, la tristeza, el resentimiento de los corazones y las habladurías. “Una persona que está bajo la influencia de la envidia y de los celos – recalcó – mata”, como dice el apóstol Juan: “Quien odia a su hermano es un homicida”. Y “el envidioso, el celoso, comienza a odiar al hermano”:
“Hoy, en esta Misa, recemos por nuestras comunidades cristianas, para que esta semilla de los celos no sea sembrada entre nosotros, para que la envidia no encuentre lugar en nuestro corazón, en el corazón de nuestras comunidades, y así podremos ir adelante con la alabanza del Señor, alabando al Señor, con la alegría. Es una gracia grande, la gracia de no caer en la tristeza, del estar resentidos, en los celos y en la envidia”. (RC-RV)

Fuente:: News.va

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Dar la mano al más débil, así lo dijo Jesús y el Papa nos lo recuerda , peregrinos en Roma
(RV).- (Audio) Dar la mano al más débil, así lo dijo Jesús y el Papa nos lo recuerda , peregrinos en RomaEl Papa nos recuerda que tenemos que ayudar a los más pequeños, a los más débiles, al más necesitado. ¿Cómo lleva usted esto a su día a día? Nos responden peregrinos en la Plaza de San Pedro. “Así lo dijo Jesús, y el Papa nos lo recuerda”, “Tenemos que mirarles, ayudarles, comprenderles, así lo dice el Papa y tiene toda la razón”, son algunas de sus reflexiones. (MZ-RV)

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(RV).- (Audio) El mensaje del Papa es verdaderamente evangélicoLa del Sagrado Corazón de Jesús es la cuarta parroquia de Roma que visita el Papa durante su Pontificado. Una iglesia salesiana que tiene entre otras actividades, la de ayudar a los cientos de necesitados que viven en los alrededores de la estación de Termini, a pocos metros de esta iglesia. Escuchemos al Padre Felipe Gonzáles, de la curia salesiana en Roma. «El gesto de que el Papa venga a una parroquia donde hay tantos inmigrantes y tantos necesitados, hace ver que su mensaje es verdaderamente evangélico». Es una entrevista de Alberto Goroni.

Fuente:: News.va

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El sábado 25 de enero, a las once horas de la mañana, dará comienzo una visita guiada a la Iglesia de San Juan de los Reyes de Granada. La entrada a la visita guiada es libre y gratuita. No se precisa inscripción previa.

El arquitecto Antonio Martín Muñoz guiará esta visita. Este profesional fue quien dirigió la restauración de la Iglesia, mereciendo su trabajo el premio Europa Nostra. Con esta actividad, la Delegación Diocesana para el Patrimonio Cultural inicia el cuarto ciclo de visitas guiadas que descubren la riqueza artística de la Archidiócesis de Granada. 

La visita dará comienzo ante la portada de la iglesia. Se ruega a los interesados, se personen con antelación en la iglesia de San Juan de los Reyes para emprender la visita con puntualidad.

La Delegación Diocesana para el Patrimonio Cultural ha programado, a lo largo de los próximos años, visitas formativas a las iglesias, monasterios y conventos más importantes y significativos del patrimonio histórico y artístico de la Archidiócesis. A lo largo de cinco años, guiados por expertos en historia del arte, se dará a conocer las construcciones mudéjares, góticas, renacentistas, barrocas y neoclásicas de la Iglesia granadina.

Fuente:: SIC

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Mons. Joan PirisMons. Joan Piris     El domingo es una de las primeras y más originales instituciones cristianas por el hecho de que el Señor Jesús resucitó y se manifestó a los suyos «el primer día de la semana», como atestiguan los evangelios. Sabemos que el domingo, día del Señor, ha sido desde el principio un espacio gozoso para los cristianos y también que el domingo, y las fiestas del calendario cristiano, forman parte del patrimonio cultural de una fe que se ha encarnado en los pueblos de nuestra geografía europea y en todo el mundo.

Sin embargo, para muchas personas, el domingo es un día casi justificado sólo por la necesidad de recuperar energías para el resto de la semana, de descansar de algunos excesos, de cambiar de tarea, de estar con la familia o dedicarlo a sus “hobbies”.

Sería bueno que los discípulos de Jesús viviéramos los días festivos de una manera testimonial, como espacios privilegiados para expresar nuestra identidad cristiana y, al mismo tiempo, manifestando nuestra solidaridad en Cristo con todos. El domingo y las fiestas cristianas poseen valores que son aceptados comúnmente por nuestra sociedad pluralista y secularizada. Han venido acompañando la existencia de las personas y de los pueblos, adaptándose al ciclo vital de la naturaleza y la evolución del conjunto de las distintas tareas que van construyendo la sociedad y dan un color particular a la vida. Este aspecto de nuestra cultura, originariamente cristiano, no siempre es percibido y valorado por influencia de un ambiente que parece querer eliminar del tejido social la referencia a Dios y a la trascendencia.

Hemos de compartir la alegría de las fiestas (cfr. Rom 12,15; Lucas 15,6.9) del calendario cristiano que jalonan el año y que tienen también la capacidad de dar una respuesta a la búsqueda de un significado para el ocio y el tiempo libre que sufre el hombre moderno. Debemos demostrar que si hacemos fiesta no es para entretenernos o pasar el tiempo, sino que poder vivir más a gusto y pasarlo bien es un don de Dios y como una inclusión de la eternidad en la vida de cada día. Los días festivos son oportunidades de vivir y experimentar la alegría como una prenda y anticipo de la felicidad plena que sólo se conseguirá más allá de las fronteras de este mundo, cuando las luchas darán paso a la paz, los recelos y los odios a la reconciliación, el dolor al consuelo y los esfuerzos de los hombres al descanso de Dios.

El día que Juan Bautista, diciendo “mirad el Cordero de Dios” (Jn 1,36), señaló la presencia de Jesús en medio de nosotros, abrió al mundo un camino de esperanza que tenemos que hacer más activa entre todos, viviendo con entusiasmo y testimoniando la propia fe sin complejos, amando al mundo y el tiempo que nos han tocado y luchando por mejorarlo.

Intentemos participar con alegría de esta presencia, de manera especial en la Eucaristía del Domingo, “EL PRIMER DÍA DE LA SEMANA”.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola,

Obispo de Lleida

Fuente:: Mons. Joan Piris

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Mons. Manuel UreñaMons. Manuel Ureña     El pasado 9 de mayo de 2013 se cumplían 170 años del inicio de esta bella historia. El obispo Carlos-Augusto Forbin-Janson tenía una gran amistad con algunos de los misioneros franceses en China, y él mismo deseaba partir hacia el continente asiático. Pero Dios tenía otros planes para canalizar su vocación misionera. Mons. Forbin-Janson conocía de primera mano las dificultades de muchos niños de aquel país para poder sobrevivir. De modo especial, le entristecía que miles de estas criaturas murieran sin bautismo.

Siguiendo el ejemplo y la palabra de Jesús, acudió a los más débiles y a los menos poderosos, a los niños y niñas de su diócesis: “¿Queréis ayudarme a salvar a los niños y niñas de China?”, les preguntó un día. Y la respuesta no se hizo esperar. Todos se comprometieron a apoyarle con un avemaría diaria y una limosna mensual. Desde entonces, millones de niños se han sumado a esta corriente de solidaridad. Así nació la que hoy conocemos como Obra Pontificia de la Infancia Misionera y que durante muchos años se conoció como Santa Infancia.

La aparición de la Santa Infancia en el escenario misionero supuso una auténtica revolución pedagógica. Hasta entonces, la infancia constituía un período de la vida no valorado. El niño era un ser pasivo, débil, circunscrito en el silencio y en la soledad. En todo caso, los pequeños eran considerados a lo sumo como nuevos beneficiarios de la misión y simples destinatarios del anuncio. Sin embargo, la encarnación del Verbo de Dios en el Niño Jesús ha consagrado la primera edad de la vida, haciendo a la infancia amable. Tanto es así, “que este hecho – dice Mons. Carlos Augusto Forbin-Janson – va a devolver a la infancia los derechos que hasta el presente se le habían negado y, lo que es más todavía, va a añadir a aquélla privilegios”.

Todo esto suponía pasar de una imagen pasiva del ser del niño a una imagen activa, dinámica del mismo.

La pedagogía religiosa daba así un paso hacia adelante. A partir de ahora, el niño no es solamente el sujeto capaz de recibir y de asimilar una doctrina. Es también la persona capaz de contribuir activamente en la acción evangelizadora. Él es sujeto agente de evangelización.

De este modo, como bien subraya nuestro director de OMP en España, Mons. D. Anastasio Gil, “el protagonismo misionero de los niños llegó a ser un punto sin vuelta atrás en la historia de la Iglesia. En la Antigua Alianza del Pueblo de Dios, a los pequeños nunca se les había confiado un papel de responsabilidad pastoral. A partir de la Nueva Alianza con Jesucristo, el niño se ha convertido en punto de partida y de llegada del nuevo Reino. A menudo, el Reino que Jesús describe en las parábolas evangélicas se compara a algo muy pequeño que llegará a ser un día muy grande: la semilla de mostaza, el grano de trigo, una pizca de levadura”. Más todavía, según Jesús, la conversión al Reino pasa en cada uno de nosotros por hacernos niños. “Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”.

De ahí que el lema fundamental de Infancia Misionera sea: “Los niños ayudan a los niños”. Es decir, los niños, cuando ya han celebrado su primer encuentro con Jesús, transmiten a su vez a sus compañeros de generación la fe que ellos recibieron, actuando así en sus vidas el sacerdocio real recibido en el bautismo.

Y este compromiso de transmitir la fe se extiende a todas las áreas de la persona. Infancia misionera persigue, así, promover entre los más pequeños una corriente de solidaridad con los más necesitados.

Así las cosas, los objetivos globales de Infancia misionera son éstos:

– Ayudar a los educadores – padres, catequistas y profesores – a desarrollar en la formación cristiana de los niños la dimensión misionera universal.

– Suscitar en los niños – ¡Y en los mayores! – el deseo de compartir con otros niños, mediante la oración y la ayuda económica, la alegría de ser misioneros de Jesús.

– Colaborar con otros niños de Infancia Misionera para, entre todos, ayudar a aquellos que más lo necesiten en cualquier parte del mundo.

La obra pontificia de la Infancia Misionera se expandió con una rapidez impensable por las principales diócesis de Francia y, poco más tarde, por Europa. En España, su nacimiento se debe al Cardenal Bonel y Orbe, arzobispo de Toledo, quien, el 20 de octubre de 1852, escribe a la reina Isabel II solicitando la aprobación de la Santa infancia en nuestro país.

Desde su nacimiento, esta obra se configuró como un itinerario de fe que, llevando la misión al corazón de los más pequeños, les hacía descubrir la alegría de servir a los hermanos. En España la Jornada de la Infancia Misionera tiene lugar siempre el cuarto domingo de enero. Su celebración se prepara con el así llamado “Adviento Misionero” y con la presencia de los niños como “sembradores de Estrellas” antes de Navidad, y se prolonga a lo largo del curso con numerosas actividades en las diócesis.

Los frutos de la Jornada son notables, tanto espiritual como materialmente. A nivel mundial, las aportaciones económicas recibidas por Roma en 2012 y distribuidas en 2013 ascendieron a 21.823.390 dólares. De esta cantidad 2.117.463,44 euros fueron aportados por España.

La jornada sigue, pues, viva, muy viva, dando gracias a Dios y trabajando por el bien de los hombres, particularmente por los niños.

Culmino esta pequeña exhortación pastoral recordándoos un deseo muy ferviente del Santo Padre el Papa Francisco dirigido a los niños españoles de Infancia Misionera. “Quisiera pedir – dice el Papa – a los niños de España un favor: que podáis ofrecer y recibir de los niños y niñas de los cinco continentes el gran regalo de ser cristianos”.

Manuel Ureña Pastor,

Arzobispo de Zaragoza

Fuente:: Mons. Manuel Ureña

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Mons. Saiz MenesesMons.  Àngel Saiz Meneses    Se explica que el joven Francisco, después de su conversión,  se dedicó a restaurar tres ruinosas ermitas de Asís. Estando en la de San Damián, le pareció oír que el Cristo de un crucifijo le hablaba y le decía: “Francisco, repara mi casa”.

Primero interpretó al pie de la letra esta invitación y se puso a hacer  de albañil, restaurando materialmente la ermita; pero en seguida comprendió que el Señor le pedía algo más: una restauración más profunda de la Iglesia y para ello se imponía un retorno al Evangelio.

He recordado este episodio tan popular de la vida de san Francisco de Asís leyendo la exhortación apostólica del Papa Francisco Evangelii gaudium (El gozo del Evangelio), publicada el 26 del pasado noviembre. Cuando en la introducción del texto se plantea la propuesta y los límites de esta Exhortación, la primera de las cuestiones que enumera es “la reforma de la Iglesia en salida misionera”.  En continuidad con el Magisterio anterior, inspirándose particularmente en la encíclicaEcclesiam Suam de Pablo VI y en el Concilio Vaticano II, nos llama a una pastoral en conversión: «Toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación […] Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad». Es una renovación eclesial que no se puede demorar.

Terminado el Año de la Fe, el Papa nos ofrece con esta exhortación  todo un programa de reforma de la Iglesia, un proyecto de restauración de la casa de Dios en el mundo que ha de ser la Iglesia.  Los observadores han señalado que es un documento programático, que estamos en definitiva ante el programa del Papa Francisco. Y presenta este programa en comunión con los deseos de los obispos, porque en el texto realiza dos cosas a la vez: presentar a toda la Iglesia las orientaciones que formularon los obispos del Sínodo de 2012 y asumirlas él como su proyecto durante los próximos años en su ministerio de sucesor de san Pedro y obispo de Roma.

¿Cuál es, pues,  su orientación fundamental? Diría que cabe expresarlo así: reforma para la misión. “La Iglesia, hoy, ha de tener un espíritu misionero. La Iglesia tiene que salir. Salir de un cierto narcisismo, de una cierta autocontemplación”. El papa Francisco lo expresa diciendo que la Iglesia no ha de ser autorreferencial, sino que ha caminar hacia las periferias geográficas y existenciales. Debe hacer suyo el dolor del mundo, en especial el de los pobres y los excluidos. Como el santo de Asís que comenzó acercándose a los pobres y a los leprosos del entorno de su ciudad.

Francisco es el primer Papa latinoamericano de la historia de la Iglesia. Él dijo, al presentarse en la tarde de aquel 13 de marzo de 2013, que venía de lejos, “del fin del mundo”; viene de la experiencia de las Iglesias del mundo latinoamericano, nos trae su espontaneidad, su compromiso con los pobres, de su camino pastoral, que los obispos de aquel continente formularon en el Documento de Aparecida, uno de cuyos redactores fue el cardenal Bergoglio.  Nos trae algo que puede ser un bien para toda Iglesia. Recemos por él, como él mismo lo pide con mucha frecuencia.

+ Josep Àngel Saiz Meneses,

Obispo de Terrassa

Fuente:: Mons. Josep Àngel Saiz Meneses

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Mons. Alfonso MilianMons. Alfonso Milián       Aún me punza en el corazón una escena que presencié en una zona muy pobre del Congo: tres niños apoyados contra una pared, tristes, silenciosos y sin jugar. Como llevaban un buen rato de esa manera tan poco normal para unos niños, pregunté qué ocurría. La respuesta fue lo que me dolió: el maestro les había echado de la escuela porque no podían pagar lo que acostumbraban a darle. En aquella zona eran los padres quienes mantenían al maestro, en dinero o en especie. Las familias de aquellos niños no podían pagar y los pequeños no podían estar en la escuela y sufrían por ello.

Queridos niños: os recuerdo esta historia en el domingo de la Infancia Misionera. Con ocasión de la última Navidad tuve una bonita celebración con muchos de vosotros. Después salisteis por las calles cantando villancicos y fuisteis a las residencias de la Tercera Edad para felicitar la Navidad a las personas mayores que allí viven, sembrando estrellas. Con ellas buscabais que todos ayudemos a tantos niños pobres del mundo, cuya situación os preocupa y entristece. Ese gesto de sembrar estrellas durante la Navidad es un gesto muy hermoso, que recuerdo con cariño y la gente agradece.

En nuestro mundo hay muchos niños que lo pasan muy mal por diversos motivos: unos no tienen alimentos, carecen de los medicamentos más elementales y no tienen escuelas, otros sufren las terribles consecuencias de las guerras o son arrancados de su familia para convertirlos prematuramente en soldados, otros, en fin, son raptados y obligados a prostituirse… Muchos niños que viven en la calle, sin padres que les cuiden y se preocupen de ellos, terminan siendo víctimas de las drogas y de la prostitución. Cuando les falta la familia, la comida y la educación, ¿qué otro futuro les espera? Además, sufren serias carencias sanitarias. Enfermedades que entre nosotros tienen curación son mortales para ellos, por falta de medicamentos y de atención
sanitaria.

Hacia esta infancia, tan abundante en los países de misión, os pido que volváis los ojos. Vosotros, niños, sois los protagonistas en la jornada de la Infancia Misionera, con vuestras oraciones y con vuestros donativos, fruto de vuestras generosas privaciones para ayudar con ellas a los que tienen mucho menos que vosotros. También
vuestros padres, tutores y educadores se sentirán solidarios con esta preocupación por la Infancia Misionera.

En el año pasado, la ayuda enviada a las Misiones en esta jornada fue de casi veintidós millones de euros. La Iglesia española colaboró con más de dos millones. Con ellos se financiaron más de tres mil proyectos dedicados a construir colegios, hospitales y orfanatos donde acoger a esos niños del Tercer Mundo que carecen de casi todo.

Pero la Infancia Misionera es más que una obra social o asistencial. Pretende también dar a conocer a Jesús y su Evangelio a todos esos niños para ofrecerles los valores y la esperanza que pueden hacer que sus vidas sean fraternas y felices. En esta jornada os invito a rezar y a ser generosos. Mi experiencia me dice que los niños sois
capaces de mejorar el mundo. Os animo, pues, a ser protagonistas de verdad.

Os bendice vuestro Obispo.

+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón

Fuente:: Mons. Alfonso Milián Sorribas

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