Mons. Francesc Pardo i ArtigasMons. Francesc Pardo i Artigas    Este domingo, en pleno tiempo de adviento, celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, la llena de gracia. 

Para comprender de alguna forma y para interiorizar que María, madre de Jesús y madre nuestra, es la Inmaculada, debemos hablar del pecado, y especialmente del que la Iglesia, siguiendo la tradición bíblica, ha denominado pecado original. Se trata de reflexionar sobre el “pecado desde los orígenes”, pese a que con frecuencia pasamos de puntillas, porque no sabemos como hablar de él, como explicarlo. Nos cuesta entender lo de la manzana y los primeros padres, porque pensamos ¿qué culpa tenemos nosotros? 

¿Qué quiere enseñarnos el autor de los primeros capítulos del primer libro de la Biblia cuando se refiere al paraíso, a Adán y Eva, o al hecho de no hacer caso a Dios comiendo una fruta que piensan los hará más libres y más felices? 

Se trata de una catequesis para explicar, como decía Benedicto XVI, que “todos llevamos un veneno en nuestro interior… Estamos tentados a creer que Dios es un competidor que limita nuestra libertad y que nosotros seremos plenamente humanos cuando lo arrinconemos… Estamos tentados a creer que la plenitud de la vida y de la realización no procede de Dios, sino de nuestra capacidad de querer “ser como dioses”. 

Conviene recordar que Dios no desea ni la muerte ni el sufrimiento. Su idea original era “el paraíso”, es decir, una vida en armonía y en paz con Dios, con los demás –hombre y mujer-, con el entorno. Nuestra condición humana manifiesta que no vivimos en tal paraíso. El pecado “original” no indica un pecado personal, sino la condición humana y la fragilidad de nuestra libertad herida y tentada en sustituir al verdadero Dios por otras “cosas humanas”. 

Para vivir la fiesta de hoy debemos contemplar la situación de pecado de la humanidad y la gracia; el don de Dios a María, plenamente, y a nosotros en la medida que lo aceptamos. Es decir, contemplamos la acción de Dios y la libertad humana en María, pero al mismo tiempo también en nosotros. 

La Inmaculada revela que Dios escogió a María como madre de su Hijo y la preservó del pecado original, de la inclinación a prescindir de él y a rechazarlo. Por ello, María es llena de gracia. 

¿Y nosotros? Dios no nos ha dejado sometidos a nuestra condición: nos ha enviado a Jesús como Salvador. Por este motivo el pecado original es llamado, en la liturgia  de la vigilia pascual, felix culpa (culpa feliz, culpa dichosa), dado que nos ha hecho merecedores de un gran Salvador. 

Preparémonos pues, en este tiempo de adviento a celebrar el nacimiento del Salvador y su venida a nuestra vida y a nuestra historia humana para liberarnos del pecado y de la muerte.

 +Francesc Pardo i Artigas

Obispo de Girona

Fuente:: Mons. Francesc Pardo i Artigas

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eusebiohernandezobtarazonaMons. Eusebio Hernández      Queridos hermanos y amigos:

Coincidiendo con este segundo domingo de Adviento celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora. Combinamos en este día el sentido de la esperanza propio del Adviento y la alegría del inicio de una nueva humanidad realizada en la Virgen María.

Hace unos días el papa Francisco nos regalaba su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium(La alegría del Evangelio). Debemos leerla con sosiego y dejarnos impregnar por las palabras del Papa, para que sepamos vivir lo que nos propone desde el inicio de la exhortación:

“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de laIglesia en los próximos años” (EG 1)

Es el mismo anuncio de la alegría del Evangelio que hoy hemos escuchado: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo (Lucas 1, 26-38). Podemos decir que el Papa se convierte en nuestros días en un nuevo Gabriel que vuelve a repetirnos las palabras del Arcángel  para nosotros.

Como nos dice el Papa el pesimismo y la falta de esperanza es uno de los grandes males que nos atacan sin piedad en nuestros días: “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada” (EG 2)

Dios tiene una respuesta a toda tristeza que pueda afectar al ser humano y esa respuesta ha comenzado con el sí de María y la encarnación de Jesucristo. Por eso el papa Francisco nos invita a abrirnos a Él: “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor” (EG 3).

El sí de María la Virgen se debe convertir hoy en el sí de cada cristiano y de cada comunidad al plan de Dios que siempre da la alegría al mundo. Por ello en este Adviento y en esta fiesta de la Virgen María podemos decir con el santo Padre: “Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores”(EG 3)

En esta fiesta de la Inmaculada quiero terminar con un fragmento de la oración final de la Exhortación que el Papa dirige a María (EG 288):

Virgen y Madre María,

tú que, movida por el Espíritu,

acogiste al Verbo de la vida

en la profundidad de tu humilde fe,

totalmente entregada al Eterno,

ayúdanos a decir nuestro «sí»

ante la urgencia, más imperiosa que nunca,

de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.

 

Con todo afecto os saludo y bendigo.

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

Fuente:: Mons. Eusebio Hernández Sola

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Mons. Jaume PujolMons. Jaume Pujol    El 8 de diciembre de 1965, el papa Pablo VI clausuró el concilio Vaticano II, que había durado tres años. Escogió para ello la fiesta de la Inmaculada Concepción en honor a la Virgen y en petición de protección sobre la gran obra conciliar. Poco tiempo antes, cuando el mismo papa, en la aprobación de la Constitución sobre la Iglesia, dijo, de forma solemne: “Proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia”, los padres conciliares se pusieron en pie y rompieron a aplaudir. Era el modo humano de rendir homenaje a la Virgen, Madre de Dios y nuestra.

María, en efecto, no sólo tiene una relación singular con la Santísima Trinidad, sino que además la tiene con el género humano. Ya en el Génesis se prefigura a esta mujer, nueva Eva, de la que vendrá la redención del pecado a través de Jesucristo.

La devoción cristiana le ha dado muchos títulos a lo largo de la historia. Las letanías del rosario incluyen un ramillete. Son como modos de verla, atribuciones que posee, y que pronunciamos, con el corazón y los labios, como jaculatorias de alabanza, piropos a la Madre de Dios. Entre los títulos está el que da nombre a la fiesta de hoy: la Inmaculada, llamada también la Purísima, con una devoción popular tan arraigada.

Recuerdo muy bien que en mi pueblo, como en tantos otros, algunas personas cuando iban de visita a una casa, desde la entrada, pues la puerta de la calle solía dejarse abierta, avisaban de su presencia gritando: “¡Ave María Purísima!”, a la que desde arriba se le contestaba “sin pecado fue concebida”.

José María Pemán refiere que en Andalucía esta costumbre la administraban los serenos añadiendo a la invocación datos horarios y climatológicos, para información de quienes estaban en la cama, por si no dormían y estaban interesados en conocerlos.  En medio de la noche, elevaban la voz: “¡Ave María Purísima!… ¡Las tres y nublado!”.

Hace tiempo que ha desaparecido esta invocación callejera, y de hecho también han desaparecido los serenos. Pero pienso que no debe decaer en los cristianos la devoción a la Virgen María. A cualquier hora, y en cualquier tiempo meteorológico, podemos elevar el corazón a nuestra Madre del Cielo.

Especialmente hemos de pedirle guardar cada uno la virtud de la pureza, que nos lleve a amar de un modo más limpio y auténtico a Dios y a los demás. El papa Benedicto XVI, en su permanente diálogo con la cultura moderna, reconocía que a veces el hombre vive con la sospecha de que el amor a Dios crea en él una dependencia, y necesita desembarazarse de ella para ser plenamente él mismo; actúa como si Dios fuera un competidor, alguien que le prohíbe experimentar por sí mismo, incluso haciendo el mal, para poder tener un conocimiento más completo de las cosas.

La Virgen Inmaculada es, por el contrario, ejemplo de que quien se entrega totalmente a la voluntad de Dios, y le dice “he aquí la esclava del Señor”, es más libre, tiene el corazón más grande para el amor.

+ Jaume Pujol Bacells

Arzobispo de Tarragona y primado

Fuente:: Mons. Jaume Pujol

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martorell7Mons. Julián Ruiz Martorell       Queridos hermanos en el Señor:  Os deseo gracia y paz.

La solemnidad de la Inmaculada Concepción significa para los cristianos una expresión de fe, una siembra de esperanza y una epifanía del amor.  El dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX, declara: “… la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano”.

1) En nuestra peregrinación de Adviento, la fe, con su carácter luminoso, nos abre al misterio de la actuación de Dios en la historia. Dios Padre ha previsto un proyecto de salvación para la humanidad y, en atención a los méritos de Cristo, ha dotado a María con dones a la medida de la importante misión de ser la Madre del Salvador.  Para que la Virgen María pudiese dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios. María es la “llena de gracia”, la “Toda Santa”.

2) La Santísima Virgen nos abre a la esperanza fiable que nos permite afrontar el presente fatigoso y colaborar en la construcción de un futuro nuevo, caminando hacia la meta que justifica el esfuerzo de nuestro sendero. El encuentro con Dios transforma nuestra vida, nos hace sentirnos redimidos por la esperanza.  San Bernardo escribió: “María se ha hecho toda para todos y a todos abre el seno de su misericordia, a fin de que todos reciban: el esclavo el rescate, el enfermo la salud, el afligido el consuelo, el pecador el perdón, y Dios la gloria; y con esto que no haya nadie, ya que ella es el sol, que no participe de su calor”.

3) En María Inmaculada descubrimos una manifestación de amor envolvente. Ella es icono del amor de Dios. María Inmaculada es la criatura preservada de toda mancha de pecado por puro amor de Dios. El amor la envuelve desde el punto de partida, total y completamente; toda su vida no cesa de recibir en plenitud el amor de Dios. Este amor tiende a introducirla en el amor.  La elección de María por parte del Padre se fundamenta en la extrema gratuidad de su amor paterno. La plenitud de gracia es índice de su santidad, de su consagración por parte de Dios y de su misión.

El “fiat” y el “Magnificat” son la respuesta de la Virgen María al amor del Padre. María canta: “porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. (…) Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” (Lc 1,50.54).

El tema del “Magnificat” es el del amor de Dios hacia los humildes y los pobres. Por esto, Dios ha elegido para su designio salvífico a una joven, virgen, pobre y humilde. Y María, con el “Magnificat”, llega a ser icono, signo y reflejo del amor de Dios hacia todos los hombres.  María Santísima, hija predilecta del Padre, acompaña a los creyentes como mujer de fe, mujer de esperanza y mujer que ama, ejemplo perfecto de amor, tanto a Dios como al prójimo.

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell,

Obispo de Jaca y de Huesca

Fuente:: Mons. Julián Ruiz Martorell

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Palencia museo diocesanoComo en años anteriores, el viernes 6 de diciembre, se celebra en Palencia una Jornada de Puertas Abiertas en el Museo Diocesano. Habrá pases por la mañana a las 11, 12 y 13 horas, y por la tarde a las 17, 18 y 19 horas. Todas las visitas serán guiadas y gratuitas. Previamente habrá que inscribirse comunicándolo en el número de teléfono 979 70 69 13 para poder organizar dichas visitas. 

El Museo Diocesano cuenta con un amplio, rico y variado patrimonio artístico y cultural. En sus dependencias ubicadas en el Palacio Episcopal pueden contemplarse obras de gran magnitud tanto de pintura, escultura y orfebrería, entre otras. El Museo Diocesano consta de diez salas que albergan una valiosísima colección de obras de grandes maestros. Destacan lienzos de artistas como Berruguete, Juan de Juni o Vigarny. Tiene especial importancia la sección de orfebrería, en la que sobresalen cruces procesionales medievales y renacentistas. Muy interesantes son, también, los apartados de relojería, ornamentos y libros corales. La muestra se completa con calvarios, pilas bautismales románicas, tallas y grupos escultóricos de los siglos XII al XIV.

El Museo Diocesano está ubicado en Palacio Episcopal, en la calle Mayor Antigua 22.

Fuente:: SIC

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Ibiza ObispoEl próximo sábado, 7 de diciembre, tendrá lugar la tradicional Vigilia Diocesana de la Inmaculada, que este año, bajo el lema , se celebrará en

La parroquia de Nuestra Señora del Carmen… de es Cubells, en la diócesis de Ibiza, acogerá el próximo sábado, 7 de diciembre, la tradicional Vigilia Diocesana de la Inmaculada, que este año, bajo el lema Junto a tí, María”.

A partir de las seis de la tarde, se ha organizado un gran juego en el Polideportivo para que los jóvenes que asistan a la Vigilia puedan pasar una tarde de convivencia. Luego, a las nueve de la noche, se celebrará la Vigilia que estará presidida por el Obispo diocesano, Mons. Vicente Juan Segura, y en la que está previsto que participe un gran número de jóvenes de las distintas parroquias, colegios, movimientos e instituciones diocesanas de Ibiza y Formentera.

Las Vigilias en honor a la Inmaculada en España tuvieron su origen hace ya más de medio siglo, impulsadas por el jesuita Tomás Morales, actualmente en proceso de canonización. El padre Morales queriendo llevar adelante la tarea de movilizar al laicado dentro de la Iglesia para que asumiera una labor evangelizadora impulsó la Vigilia de la Inmaculada, que pronto se convirtió en parte esencial de la tradición que hoy siguen cientos de miles de españoles en parroquias, templos y catedrales de todo el país.

Fuente:: SIC

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Córdoba ordenacionesEn la solemnidad de la Inmaculada Concepción, serán ordenados dos nuevos presbíteros y tres diáconos de la diócesis de Córdoba, de manos del Obispo, Mons. Demetrio Fernández. La celebración comenzará a las 12 de la mañana.

 

El obispo de Córdoba ordenará como sacerdotes a los seminaristas, Pedro Castelo Luna, natural de Villanueva del Duque, y Florencio Muñoz García, natural de Córdoba.

Además, recibirán el orden del diaconado los seminaristas Gaetano Cantavenera, de Licata (Agrigento); Jesús Linares Torrico, de Santa Eufemia (Córdoba); y Ronaldo Lourenci, de Río Grade do Sul (Brasil).

Las ordenaciones se celebrarán el domingo, 8 de diciembre, en la Santa Iglesia Catedral, durante una misa solemne que se iniciará a las 12 de la mañana.

Primera misa

Tras su ordenación, Pedro Castelo oficiará su primera misa el sábado 14 de diciembre, a las 12:00 horas, en la parroquia de san Mateo Apóstol de Villanueva del Duque, mientras que Florencio Muñoz lo hará el domingo 15 de diciembre, en la parroquia de san José y Espíritu Santo de Córdoba.

 

Fuente:: SIC

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CVIIEl 4 de diciembre de 1963 marca una etapa fundamental en la relación entre la Iglesia y los medios de comunicación. Ese día se cierra la sesión pública del segundo periodo del Concilio Vaticano II y se realiza la votación del Decreto sobre los instrumentos de la Comunicación social, Inter Mirifica.

Tal día como hoy Pablo VI firmaba el Decreto Inter Mirífica. Era la primera vez que los obispos dedicaban un documento oficial a los medios de comunicación. Una muestra de la importancia que la Iglesia otorga a los medios de comunicación como instrumento de relación social y de anuncio del Evangelio.

Inter Mirifica supone un paso decisivo en la concepción de los medios de comunicación dentro de la Iglesia y desde la Iglesia. Así lo definía, hace unas semanas, Mons. Claudio M. Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales en una entrevista que concedió a Agencia SIC“Inter Mirifica es un documento plenamente conciliar: Los obispos del mundo, auspiciados por Juan XXIII, dedicaron un documento a la comunicación. Se trata de la primera vez que un concilio ecuménico dedicaba un documento al  tema de las comunicaciones sociales.

Esto es el elemento visible de un hecho más profundo: que la Iglesia empieza a confrontarse, a medirse, asumiendo una responsabilidad más profunda con los medios de comunicación.

A esto está ligado el tema de la evangelización: el derecho de cada hombre de tener apertura a la información y, al mismo tiempo, la expresión de una maravilla, la Verdad, frente a las tecnologías que la Iglesia encuentra en sus manos caminando en el mundo.

Inter Mirifica se mueve en el contexto de prensa, radio y televisión, indudablemente no podía imaginarse lo que las nuevas tecnologías ponen como dimensión comunicativa hoy. Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco lo han reflejado muy bien: Las nuevas tecnologías originan una cultura. Juan Pablo II es muy claro en este aspecto, en los documentos “Redemptoris Missio” y “El rápido desarrollo” destaca cómo hay que dialogar con esta nueva cultura digital originada por los medios de comunicación e internet.”

Este Aniversario no ha pasado desapercibido en el corazón de la Iglesia, el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales ha puesto en marcha la web www.intermirifica50.va que recoge, en cinco idiomas, documentos multimedia, entrevistas, artículos de interés e información sobre eventos que se están desarrollando en diversos lugares de la Iglesia Universal con este motivo.

¿Cómo vio la luz el Decreto Inter Mirifica?

Mons. Pericle Felice, Secretario del Concilio, lee el Decreto y lo somete a la aprobación de los padres conciliares que se realiza en solo 12 minutos. Así lo testimonian las imágenes de la Filmoteca, los padres conciliares reciben las hojas de votación, mientras las notas del Benedictus acompañan ese momento. Finalmente, el Decreto viene aprobado con 1960 votos a favor y solo 164 votos en contra.

Por primera vez aparece la definición de comunicación social. Es la primera vez que un Concilio ecuménico habla de comunicaciones sociales, de los “instrumentos” fundamentales en la misión de la Iglesia en grado de reducir distancias con facilidad, rapidez y de forma atrayente. Inter Mirifica: reconoce así la dimensión kerigmática de los “mass media”, instrumentos de evangelización, útiles para la difusión de la Buena Nueva.

Inter mirifica dispone también que todos los años se celebre la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, en ocasión del domingo de la Ascensión del Señor. Así, desde 1967 para esta jornada los Pontífices preparan un mensaje sobre los distintos aspectos de la comunicación social.

Desde este momento la comunicación social entra oficialmente a ser parte del programa de la Iglesia Católica.

El 2 de abril de 1964, con el Motu propio In furtibus multis, Paulo VI cambia el nombre de la Pontificia Comisión para la Cinematografía que se transforma  en Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales. Y a pedido de los padres conciliares, se confía a esa comisión la autoridad y la competencia de todos los instrumentos de comunicación, incluyendo la prensa escrita.

A distancia de cincuenta años, Inter mirifica aún cuenta con su mérito, no obstante algunas debilidades que fueron atendidas por los documentos sucesivos, reconociendo el valor de estas “maravillas”, fruto del genio humano y don que Dios hace al hombre; y teniendo presente sus riesgos.

El camino que condujo al Decreto

En junio de 1959, Juan XXIII lanza una primera consultación sobre los argumentos que se tendrían que abordar en el Concilio Vaticano II; en esa oportunidad, los medios de comunicación social prácticamente no son tomados en cuenta, de las 9.348 propuestas sólo 18 hacen referencia a los mass media.

El 5 de junio de 1960, con el Motu propio Superno Dei nutu, Juan XXIII instituye la Comisión preparatoria a los trabajos del Concilio. La Comisión encargada del texto sobre la comunicación inicia sus trabajos en julio de 1960, presidida por el arzobispo Marti O’Connor junto a Mons. Andrea M. Deskur como secretario.

Entre 1960 y 1962, la Comisión prepara un esquema, con 114 parágrafos, aprobados por Juan XXIII como documento para incluir en los actos conciliares.

Los Padres Conciliares debaten sobre el texto en la primera sesión; al final de la discusión, el 27 de noviembre, la presidencia del Consejo dispone la aprobación del documento proponiendo que las indicaciones pastorales sean discutidas en una Instrucción pastoral posterior, que sería encargada a la Comisión Vaticana para las comunicaciones sociales. La propuesta fue aprobada por 2138 votos favorables, con 15 votos en contra y 7 abstenciones.

El texto se reduce de 114 a 24 parágrafos pero de Constitución pasa a ser Decreto conciliar. Antes de la votación definitiva de 1963, el documento fue muy criticado, porque se sostenía que no tuviese la dignidad de un documento conciliar pues se objetaba que el documento parecía teológicamente pobre. Sin embargo, la votación en aula del 25 de noviembre 1963 obtiene el número más alto de votos negativos para un documento conciliar: 503 votos contrarios, 1589 votos a favor y 11 abstenciones.

En la votación definitiva del 4 de diciembre sucesivo, antes la presencia del Papa Paulo VI, los votos contrarios se reducen a 165 y el Decreto bien aprobado.

DECRETO

INTER MIRIFICA

SOBRE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL

PABLO OBISPO

SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
JUNTAMENTE CON LOS PADRES DEL CONCILIO
PARA PERPETUO RECUERDO

INTRODUCCIÓN

1. Entre los maravillosos inventos de la técnica que, sobre todo en estos tiempos, el ingenio humano, con la ayuda de Dios, ha extraído de las cosas creadas, la madre Iglesia acoge y fomenta con especial solicitud aquellos que atañen especialmente al espíritu humano y que han abierto nuevos caminos para comunicar con extraordinaria facilidad noticias, ideas y doctrinas de todo tipo. Entre tales inventos sobresalen aquellos instrumentos que, por su naturaleza, pueden llegar no sólo a los individuos, sino también a las multitudes y a toda la sociedad humana, como son la prensa, el cine, la radio, la televisión y otros similares que, por ello mismo, pueden ser llamados con razón medios de comunicación social.

2. La madre Iglesia sabe, en efecto, que estos medios, si se utilizan rectamente, proporcionan valiosas ayudas al género humano, puesto que contribuyen eficazmente a descansar y cultivar el espíritu y a propagar y fortalecer el Reino de Dios; sabe también que los hombres pueden volver estos medios contra el plan del divino Creador y utilizarlos para su propio perjuicio; más aún, siente una maternal angustia a causa de los daños que de su mal uso se han derivado con demasiada frecuencia para la sociedad humana.

Por lo cual, el sacrosanto Sínodo, insistiendo en la vigilante preocupación de los Sumos Pontífices y obispos en un asunto tan importante, considera pertinente tratar las principales cuestiones relacionadas con los medios de comunicación social. Confía, además, en que su doctrina y disciplina, así presentadas, aprovecharán no sólo a la salvación de los fieles cristianos, sino también al progreso de todo el género humano.

CAPÍTULO I

3. La Iglesia católica, fundada por Cristo el Señor para llevar la salvación a todos los hombres y, en consecuencia, urgida por la necesidad de evangelizar, considera que forma parte de su misión predicar el mensaje de salvación, con la ayuda, también, de los medios de comunicación social, y enseñar a los hombres su recto uso.

A la Iglesia, pues, le corresponde el derecho originario de utilizar y poseer toda clase de medios de este género, en cuanto que sean necesarios o útiles para la educación cristiana y para toda su labor de salvación de las almas; a los sagrados Pastores les compete la tarea de instruir y gobernar a los fieles, de tal modo que ellos mismos, también con la ayuda de estos medios, alcancen la salvación y la perfección propias y de todo el género humano.

Por lo demás, toca principalmente a los laicos vivificar con espíritu humano y cristiano estos medios para que respondan plenamente a las grandes expectativas de la sociedad humana y al plan divino.

4. Para el recto uso de estos medios es absolutamente necesario que todos los que los utilizan conozcan las normas del orden moral en este campo y las lleven fielmente a la práctica. Consideren, pues, las materias que se difunden según la naturaleza peculiar de cada medio; al mismo tiempo, tengan en cuenta todas las condiciones y circunstancias, es decir, el fin, las personas, el lugar, el momento y los demás elementos con los que se lleva a cabo la comunicación misma y que pueden modificar su honestidad o cambiarla por completo; entre éstas se encuentra la naturaleza propia de cada medio, es decir, su fuerza, que puede ser tan grande que los hombres, sobre todo si no están preparados, difícilmente sean capaces de advertirla, de dominarla y, si llega el caso, de rechazarla.

5. Es especialmente necesario que todos los interesados se formen una recta conciencia sobre el uso de estos medios, sobre todo en lo tocante a algunas cuestiones más duramente debatidas en nuestros días.

La primera cuestión se refiere a la llamada información, es decir, a la búsqueda y divulgación de noticias. Es evidente que, a causa del progreso de la sociedad humana actual y de los vínculos más estrechos entre sus miembros, resulta muy útil y la mayor parte de las veces necesaria; en efecto, la comunicación pública y oportuna de los acontecimientos y de los asuntos ofrece a los individuos un conocimiento más pleno y continuo de éstos, contribuyendo así eficazmente al bien común y promoviendo más fácilmente el desarrollo progresivo de toda la sociedad civil. Por consiguiente, existe en la sociedad humana el derecho a la información sobre cuanto afecte a los hombres individual o socialmente considerados y según las circunstancias de cada cual.

Sin embargo, el recto ejercicio de este derecho exige que, en cuanto a su contenido, la comunicación sea siempre verdadera e íntegra, salvadas la justicia y la caridad; además, en cuanto al modo, ha de ser honesta y conveniente, es decir, debe respetar escrupulosamente las leyes morales, los derechos legítimos y la dignidad del hombre, tanto en la búsqueda de la noticia como en su divulgación, ya que no todo conocimiento aprovecha, pero la caridad es constructiva (1 Cor 8, 1).

6. La segunda cuestión contempla las relaciones que median entre los llamados derechos del arte y las normas de la ley moral. Dado que las crecientes controversias sobre este tema tienen muchas veces su origen en falsas doctrinas sobre la ética y la estética, el Concilio declara que debe ser respetada por todos la primacía absoluta del orden moral objetivo, puesto que es el único que trasciende y compagina congruentemente todos los demás órdenes de las relaciones humanas, por dignos que sean y sin excluir el arte. El orden moral es, en efecto, el único que abarca en toda su naturaleza al hombre, criatura racional de Dios y llamado a lo sobrenatural; y solamente tal orden moral, si es observado íntegra y fielmente, lo conduce al logro pleno de la perfección y de la bienaventuranza.

7. Por último, la narración, la descripción o la representación del mal moral pueden ciertamente, con la ayuda de los medios de comunicación social, servir para conocer y explorar más profundamente al hombre, para manifestar y exaltar la magnificencia de la verdad y del bien, mediante la utilización de los oportunos efectos dramáticos; sin embargo, para que no produzcan más daño que utilidad a la almas, habrán de someterse completamente a las leyes morales, sobre todo si se trata de asuntos que exigen el debido respeto o que incitan más fácilmente al hombre, herido por la culpa original, a apetencias depravadas.

8. Puesto que hoy día la opinión pública ejerce un poderosísimo influjo en la vida privada y pública de los ciudadanos de todos los sectores, es necesario que todos los miembros de la sociedad cumplan sus deberes de caridad y justicia también en este campo; y así, con la ayuda de estos medios, se esfuercen por formar y difundir una recta opinión pública.

9. Peculiares deberes incumben a todos los destinatarios, es decir, lectores, espectadores y oyentes que, por una elección personal y libre, reciben las comunicaciones difundidas por tales medios. Una recta elección exige, en efecto, que éstos favorezcan plenamente todo lo que destaque la virtud, la ciencia y el arte y eviten, en cambio, lo que pueda ser causa u ocasión de daño espiritual, lo que pueda poner en peligro a otros por su mal ejemplo, o lo que dificulte las informaciones buenas y promueva las malas; esto sucede muchas veces cuando se colabora con empresarios que manejan estos medios con móviles exclusivamente económicos.

Por consiguiente, para cumplir la ley moral, los destinatarios de los medios no deben olvidar la obligación que tienen de informarse a tiempo sobre los juicios que sobre estas materias emite la autoridad competente y de seguirlos según las normas de la conciencia recta; y para poder oponerse con mayor facilidad a las incitaciones menos rectas, favoreciendo plenamente las buenas, procuren dirigir y formar su conciencia con las ayudas adecuadas.

10. Los destinatarios, sobre todo los más jóvenes, procuren acostumbrarse a la disciplina y a la moderación en el uso de estos medios; pongan, además, empeño en comprender a fondo lo oído, visto o leído; hablen sobre ello con los educadores y expertos y aprendan a emitir un juicio recto. Recuerden los padres que es su deber vigilar diligentemente para que los espectáculos, las lecturas y cosas similares que sean contrarias a la fe o las costumbres no traspasen el umbral de su hogar ni vayan sus hijos a buscarlos en otra parte.

11. La principal tarea moral, en cuanto al recto uso de los medios de comunicación social, corresponde a periodistas, escritores, actores, autores, productores, realizadores, exhibidores, distribuidores, vendedores, críticos y a cuantos participan de algún modo en la realización y difusión de las comunicaciones. Resulta absolutamente evidente la gravedad e importancia de su trabajo en las actuales circunstancias de la humanidad, puesto que, informando e incitando, pueden conducir recta o erradamente al género humano.

A ellos corresponderá, por tanto, tratar las cuestiones económicas, políticas o artísticas de modo que nunca resulten contrarias al bien común; para lograr esto con mayor facilidad, bueno será que se agrupen en asociaciones profesionales que impongan a sus miembros -si fuera necesario, incluso mediante el compromiso de observar rectamente un código ético- el respeto de las leyes morales en las empresas y tareas de su profesión.

Pero recuerden siempre que la mayor parte de los lectores y espectadores son jóvenes que necesitan una prensa y unos espectáculos que les proporcionen diversiones honestas y que eleven su espíritu a cosas más altas. Procuren, además, que las comunicaciones sobre temas relativos a la religión se confíen a personas dignas y expertas y sean tratadas con el debido respeto.

12. La autoridad civil tiene en esta materia deberes peculiares en razón del bien común, al que se ordenan estos medios. Corresponde, pues, a dicha autoridad, en virtud de su propia función, defender y asegurar la verdadera y justa libertad que la sociedad actual necesita absolutamente para su provecho, sobre todo en lo relativo a la prensa: fomentar la religión, la cultura y las bellas artes; proteger a los destinatarios para que puedan disfrutar libremente de sus legítimos derechos. Además, es deber del poder civil apoyar aquellas iniciativas que, siendo especialmente útiles para la juventud, no podrían emprenderse de otro modo.

Finalmente, el mismo poder público, que legítimamente se ocupa del bienestar de los ciudadanos, debe considerar también como un deber el procurar justa y celosamente, mediante la promulgación de leyes y su diligente cumplimiento, que el mal uso de estos medios no desencadene graves peligros para las costumbres públicas y el progreso de la sociedad. Con este cuidado vigilante no se restringe la libertad de los individuos y de los grupos, sobre todo si faltan las cautelas precisas por parte de aquellos que en razón de su oficio utilizan estos medios.

Póngase un especial cuidado en defender a los más jóvenes de la prensa y de los espectáculos que sean nocivos para su edad.

CAPÍTULO II

13. Todos los hijos de la Iglesia, de común acuerdo, tienen que procurar que los medios de comunicación social, sin ninguna demora y con el máximo empeño, se utilicen eficazmente en las múltiples obras de apostolado, según lo exijan las circunstancias de tiempo y lugar, anticipándose así a las iniciativas perjudiciales, sobre todo en aquellas regiones cuyo progreso moral y religioso exige una atención más diligente.

Por consiguiente, apresúrense los sagrados Pastores a cumplir su misión, ligada estrechamente en este campo al deber ordinario de la predicación; también los laicos que participan en el uso de estos medios tienen que esforzarse por dar testimonio de Cristo, en primer lugar, realizando su propia tarea con competencia y espíritu apostólico; es más, prestando por su parte ayuda directa a la acción pastoral de la Iglesia con las posibilidades que brindan la técnica, la economía, el arte y la cultura.

14. Foméntese, ante todo, la prensa honesta. Para imbuir plenamente a los lectores del espíritu cristiano, créese y desarróllese también una prensa verdaderamente católica, esto es, que -promovida y dependiente directamente, ya de la misma autoridad eclesiástica, ya de los católicos- se publique con la intención manifiesta de formar, consolidar y promover una opinión pública en consonancia con el derecho natural y con los preceptos y las doctrinas católicas, así como de divulgar y exponer adecuadamente los hechos relacionados con la vida de la Iglesia. Adviértase a los fieles sobre la necesidad de leer y difundir la prensa católica para formarse un juicio cristiano sobre todos los acontecimientos.

Hay que promover y asegurar por todos los medios pertinentes la producción y exhibición de películas para la honesta distensión del espíritu, útiles para la cultura humana y el arte, especialmente de las destinadas a la juventud; esto se logra, sobre todo, ayudando y coordinando las iniciativas y los recursos de los productores y distribuidores honestos, recomendando las películas dignas de elogio mediante los premios y el consenso de los críticos, fomentando y asociando las salas pertenecientes a los empresarios católicos y a los hombres honrados.

Préstese asimismo una ayuda eficaz a las emisiones radiofónicas y televisivas honestas; sobre todo, a aquellas que sean apropiadas para las familias. Foméntense con todo interés las emisiones católicas que induzcan a los oyentes y espectadores a participar en la vida de la Iglesia y a empaparse de las verdades religiosas.

Con toda solicitud deben promoverse también, allí donde fuere necesario, emisoras católicas; pero se ha de procurar que sus emisiones sobresalgan por la debida perfección y eficacia.

Cuídese, por fin, de que el noble y antiguo arte escénico, que se propaga hoy ampliamente a través de los medios de comunicación social, favorezca la humanidad de los espectadores y la formación de las costumbres.

15. Para proveer a las necesidades arriba indicadas, han de formarse oportunamente sacerdotes, religiosos y también laicos que cuenten con la debida competencia para dirigir estos medios hacia los fines del apostolado.

En primer lugar, los laicos deben ser instruidos en el arte, la doctrina y las costumbres, multiplicándose el número de escuelas, facultades e institutos, en los que los periodistas y los guionistas cinematográficos, radiofónicos y televisivos y otros interesados puedan adquirir una formación íntegra, imbuida de espíritu cristiano, sobre todo en lo que se refiere a la doctrina social de la Iglesia. También los actores de teatro deben ser formados y ayudados para que con su arte sirvan convenientemente a la sociedad humana. Finalmente, hay que preparar con esmero críticos literarios, cinematográficos, radiofónicos, televisivos y otros, para que todos conozcan perfectamente su profesión y estén preparados y motivados para emitir juicios en los que el aspecto moral aparezca siempre en su verdadera luz.

16. Dado que el recto uso de los medios de comunicación social está al alcance de usuarios diferentes por su edad y su cultura, y que exige en las personas una formación y una experiencia peculiar y adecuada, es necesario fomentar, multiplicar y encauzar, según los principios de la moral cristiana, las iniciativas aptas para conseguir este fin -sobre todo si están destinadas a los más jóvenes- en las escuelas católicas de cualquier grado, en los seminarios y en las asociaciones de apostolado laical. Para conseguir este propósito con mayor rapidez, debe proporcionarse en el catecismo la exposición y explicación de la doctrina y de la enseñanza católicas sobre estas materias.

17. Puesto que resulta indigno que los hijos de la Iglesia permitan que, por su apatía, la palabra de salvación sea amordazada y obstaculizada por las exigencias técnicas o los gastos monetarios, ciertamente cuantiosos, propios de estos medios, este santo Sínodo les advierte que tienen la obligación de sostener y ayudar a los diarios católicos, a las revistas y a las iniciativas cinematográficas, emisoras y transmisiones radiofónicas y televisivas cayo fin principal sea divulgar y defender la verdad y promover la formación cristiana de la sociedad humana. Al mismo tiempo, invita insistentemente a las asociaciones y a los particulares que gocen de mayor autoridad en las cuestiones económicas y técnicas a sostener con generosidad y de buen grado, con sus recursos y su competencia, estos medios, en cuanto que sirven al apostolado y a la verdadera cultura.

18. Para mayor fortalecimiento del apostolado multiforme de la Iglesia sobre los medios de comunicación social, debe celebrarse cada año en todas las diócesis del orbe, a juicio de los obispos, una jornada en la que se ilustre a los fieles sobre sus deberes en esta materia, se les invite a orar por esta causa y a aportar una limosna para este fin, que será empleada íntegramente para sostener y fomentar, según las necesidades del orbe católico, las instituciones e iniciativas promovidas por la Iglesia en este campo.

19. En el cumplimiento de su suprema atención pastoral a los medios de comunicación social, el Sumo Pontífice tiene a su disposición un organismo especial de la Santa Sede.

Los Padres del Concilio, acogiendo de buen grado el voto del Secretariado para la Prensa y los Espectáculos, ruegan reverentemente al Sumo Pontífice que extienda los deberes y competencias de este organismo a todos los medios de comunicación social, sin excluir a la prensa, incorporando a él expertos de las diferentes naciones, también laicos.

20. Corresponderá a los obispos supervisar y promover estas obras e iniciativas en sus propias diócesis y, en cuanto atañen al apostolado público, ordenarlas, sin excluir las que están dirigidas por los religiosos exentos.

21. Como la eficacia del apostolado para toda una nación requiere unidad de propósitos y de esfuerzos, este santo Sínodo establece y manda que en todas partes se constituyan y se apoyen con todos los medios secretariados nacionales para la prensa, cine, radio y televisión. Misión de estos secretariados será, sobre todo, procurar que la conciencia de los fieles sobre la utilización de estos medios se forme rectamente así como fomentar y organizar todo lo que los católicos realizan en este campo.

En cada nación ha de confiarse la dirección de estos organismos a una comisión especial de obispos, o a un obispo delegado; en estos organismos han de participar también laicos expertos en la doctrina católica y en los propios medios.

22. Puesto que la eficacia de estos medios traspasa los limites de las naciones y convierte a los individuos en ciudadanos del mundo, coordínense internacionalmente las iniciativas nacionales en este campo. Los organismos de los que se habla en el n.21 han de colaborar activamente con su correspondiente asociación católica internacional. Estas asociaciones católicas internacionales son aprobadas legítimamente sólo por la Santa Sede y de ella dependen.

CLÁUSULAS

23. Para que todos los principios y normas de este santo Sínodo sobre los medios de comunicación social se lleven a la práctica, por expreso mandato del Concilio, publíquese una instrucción pastoral por el organismo de la Santa Sede del que se habla en el n.19 con la ayuda de peritos de diferentes naciones.

24. Por lo demás, este santo Sínodo confía en que estas instrucciones y normas suyas serán gustosamente aceptadas y sanamente respetadas por todos los hijos de la Iglesia, que, también al utilizar estos medios, lejos de padecer daños, como sal y como luz, darán sabor a la tierra e iluminarán el mundo; además invita a todos los hombres de buena voluntad, sobre todo a aquellos que dirigen estos medios, a que se esfuercen por utilizarlos únicamente en bien de la sociedad humana cuya suerte depende cada vez más del recto uso de éstos. Y así como antes los monumentos artísticos de la antigüedad, también ahora los nuevos inventos glorificarán el nombre del Señor según aquello del Apóstol: Jesucristo, ayer y hoy el mismo por los siglos de los siglos (Heb 13, 8).

Todas y cada una de las cosas que en este Decreto se incluyen han obtenido el beneplácito de los Padres del sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostólica a Nos confiada por Cristo, todo ello, juntamente con los venerables Padres, lo aprobamos en el Espíritu Santo, decretamos y establecemos, y ordenamos que se promulgue para gloria de Dios todo lo aprobado conciliarmente.

Roma, en San Pedro, 4 de diciembre de 1963.

Yo, Pablo, Obispo de la Iglesia católica

(Agencia SIC/ Claudia Di Giovanni, Delegada de la Filmoteca Vaticana/ PCCS)

Fuente:: SIC

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¡Recemos y trabajemos por la paz! llamamiento del Papa por la liberación de las religiosas y todos los secuestrados en Siria
(RV).- En la plaza de San Pedro, volvió a resonar la oración por la paz, con nuevo apremiante llamamiento del Santo Padre Francisco. Ante el trágico conflicto en Siria, rezó con los miles de fieles que acudieron a la Audiencia General por las cinco religiosas greco-ortodoxas y por todos los secuestrados, pidiendo que se siga orando y trabajando por la paz:

«Deseo invitar a todos a rezar por las religiosas del Monasterio greco-ortodoxo de Santa Tecla en Maalula, Siria, que hace dos días fueron secuestradas por hombres armados. Recemos por estas hermanas y por todas las personas secuestradas a causa del conflicto en curso. ¡Sigamos rezando y obrando juntos por la paz! Ave María, Reina de la Paz»

Maalula es escenario del violento conflicto sirio y las religiosas secuestradas, junto con otras del mismo monasterio citado por el Papa, permanecen en el lugar para atender a decenas de niños huérfanos a causa del conflicto. Los rebeldes del Free Syrian Army (Fsa) invadieron la localidad el pasado 5 de septiembre, derrotando a las tropas gubernamentales con el apoyo de la brigada al-Nousra vinculada a al-Qaeda. Después de tomar el control de Maalula, los islamistas han comenzado a profanar los edificios cristianos y mataron a tres jóvenes católicos. Toda la población cristiana, más de 3 mil personas, ha huido de sus hogares en busca de refugio, que ha encontrado en Bab Touma, el barrio cristiano de Damasco, mientras que algunos han llegado con sus familiares a El Líbano y otros han sido acogidos en los conventos de la Iglesia greco-católica de la zona.
(CdM – RV)

Fuente:: News.va

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Como cada miércoles la caricia y la catequesis del Papa, hoy dedicada a la resurrección de Cristo y nuestra
(RV).- La fría mañana romana no ha desalentado a miles de fieles y peregrinos que han llegado hasta la Plaza de San Pedro para encontrarse y escuchar al Vicario de Cristo. La gran cantidad de personas – unas 70 mil- ha hecho que la audiencia semanal con el Papa se desarrolle una vez más “al aire libre” y no en el Aula Pablo VI, como habitualmente comienza a hacerse en estas épocas de invierno europeo.
Luego de recorrer en papamóvil descubierto los diversos sectores de la Plaza deteniéndose a saludar, acariciar y bendecir a los fieles, especialmente niños y personas enfermas, Francisco ha vuelto a dedicar su catequesis a la “resurrección de la carne”, que no es fácil de entender -ha dicho- si estamos inmersos en este mundo. En el Evangelio, explicó el Santo Padre, encontramos la aclaración: el que Jesús haya resucitado es la prueba de que la resurrección de los muertos existe. “Cristo está siempre con nosotros, viene cada día y vendrá al final. Entonces Él resucitará también nuestro cuerpo en la gloria, no lo devolverá al mundo terrenal. Viviendo de esta fe, seremos menos prisioneros de lo efímero, de lo pasajero.”
El Papa nos ha invitado a dar testimonio alegre de “esa condición de vida eterna hacia la que caminamos.” (RC-RV)

Fuente:: News.va

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