Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones apocalípticasEspecial la Voz del Papa

(RV).- (Con audio) Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones apocalípticas – “No dejarse engañar por falsos mesías y no dejarse paralizar por el miedo. Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones apocalípticas”. Lo dijo el Papa Francisco antes de rezar el ángelus dominical del pasado 17 de noviembre, a la vez que recordó que “las pruebas y las dificultades forman parte de un designio más grande” y que “¡a pesar de los desórdenes y de los desastres que turban al mundo, el designio de bondad y de misericordia de Dios se cumplirá!
– El pasado 16 de noviembre el Papa Francisco envió un video Mensaje con motivo de la peregrinación y encuentro “Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización en el Continente Americano”, organizado con motivo del Año de la fe y convocado por la Comisión Pontificia para América Latina, la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, los Caballeros de Colón y el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, México, que tuvo lugar del 16 al 19 de noviembre.
– La oración del hombre es la debilidad de Dios. Lo afirmó el Papa durante la Misa matutina presidida en la capilla de la Casa de Santa Marta el sábado 16 de noviembre.
Producción de María Fernanda Bernasconi (ispano@vatiradio.va).
El programa especial “La voz del Papa», se transmite los lunes a las 15,00 UTC.

2 de diciembre

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Oriente Medio, solución justa y respeto mutuo entre israelíes y palestinos, cordial bienvenida del Papa a Netanyahu
(RV).- (con audio) Oriente Medio, solución justa y respeto mutuo entre israelíes y palestinos, cordial bienvenida del Papa a Netanyahu El Santo Padre Francisco recibió hoy al Primer Ministro del Estado de Israel, Benjamin Netanyahu, que luego mantuvo un encuentro con el Secretario de Estado de Su Santidad, Mons. Pietro Parolin, acompañado por el Subsecretario para las Relaciones con los Estados, Mons. Antoine Camilleri. Un Comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede señala que «durante las cordiales conversaciones se abordó la compleja situación política y social de Oriente Medio, con especial referencia a la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos, con el anhelo de que se pueda lograr lo antes posible una solución justa y duradera, en el respeto de los derechos de ambas partes.
Además de mencionar el proyecto de la peregrinación del Santo Padre a Tierra Santa, se abordaron también algunos temas relativos a las relaciones entre las autoridades estatales y las comunidades católicas locales, así como entre el Estado de Israel y la Santa Sede, con la esperanza de una rápida conclusión del Acuerdo en preparación desde hace largo tiempo».
(CdM – RV)

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Ciudad del Vaticano, 2 diciembre 2013 (VIS).-El Papa Francisco recibió hoy en audiencia a un grupo de prelados de la Conferencia Episcopal de los Países Bajos en visita “ad limina”. El Santo Padre ha centrado sus palabras en cómo acompañar a las personas que sufren el vacío espiritual y están buscando el sentido de la vida. “Escuchándoles, -ha dicho- para compartir con ellos la esperanza, la alegría, la capacidad de seguir hacia delante que Jesucristo nos ofrece”.
 
La Iglesia -ha continuado- no sólo propone verdades morales inmutables y actitudes contra corriente en el mundo, sino que las ofrece como la clave para un buen desarrollo humano y social. Los cristianos tienen una misión especial para afrontar este reto. La educación de la conciencia se convierte en una prioridad, especialmente a través de la formación de un juicio crítico, aún teniendo un enfoque positivo sobre las realidades sociales. Se evita de esta manera la superficialidad de los juicios y la resignación de la indiferencia”.
 
En la sociedad de los Países Bajos, “fuertemente caracterizada por la secularización”, el Papa ha invitado a los prelados a “estar presentes también en el debate público, en todos los ámbitos en los que está en causa el ser humano, para hacer visible la misericordia de Dios y su ternura por cada criatura…Como he afirmado a menudo, la Iglesia se expande no con el proselitismo, sino con la atracción. Está enviada a todos los lugares para despertar y mantener la esperanza. De ahí la importancia de alentar a vuestros fieles a aprovechar las ocasiones de diálogo estando presentes en los lugares en que se decide el futuro; así podrán dar su aportación en los debates sobre las grandes cuestiones sociales relacionadas, por ejemplo, con la familia, el matrimonio, el fin de la vida”.
 
En un país rico bajo tantos aspectos, la pobreza afecta a un número creciente de personas. Valorizad la generosidad de los fieles para llevar la luz y la compasión de Cristo a los lugares donde la esperan y, en particular, a las personas más marginadas. Además, la escuela católica, dando a los jóvenes una sólida educación, seguirá favoreciendo su formación humana y espiritual en un espíritu de diálogo y fraternidad con aquellos que no comparten su fe”.
 
Después de reafirmar la importancia de “avanzar por el camino del ecumenismo” el Santo Padre ha recordado a los obispos que el futuro y la vitalidad de la Iglesia en los Países Bajos depende también de las vocaciones sacerdotales y religiosas, haciendo hincapié en que es “imprescindible” que estén cerca de su presbiterio, escuchándoles y guiándoles si lo necesitan. “No olvidéis -ha añadido- de salir también al encuentro de los que no se acercan; algunos de ellos,desgraciadamente, no han cumplido su compromiso”.
 
De forma particular -ha añadido- quiero expresar mi compasión y asegurar mis oraciones a cada una de las personas víctimas de abusos sexuales y a sus familias; os pido que continuéis ayudándolas en su doloroso camino de curación , emprendido con valor”.

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Ciudad del Vaticano, 1 diciembre 2013 (VIS).-La parroquia romana de San Cirilo Alejandrino, que cuenta con un gran número de inmigrantes, ha recibido esta tarde, a las 16,00. la visita del Papa que ha encontrado a los niños que este año recibirán la primera comunión, a los bautizados y a sus padres y a los enfermos. Francisco, antes de celebrar la santa misa, ha confesado a siete parroquianos y, en el curso de la celebración eucarística, ha administrado el sacramento de la confirmación a nueve niños. Es la segunda vez que en su pontificado el Santo Padre va una parroquia de la capital, la primera que lo recibió en el mes de mayo fue la de Santa Isabel y San Zacarías
 
Nuestra vida es un camino que tenemos que recorrer para llegar al encuentro con Jesús. Lo más importante que le puede pasar a una persona es encontrarse con Jesús… que nos quiere, nos ha salvado y dio su vida por nosotros”, ha dicho el Papa, dirigiéndose sobre todo a los nuevos confirmados. “Podemos preguntarnos: ¿Pero cuando encontramos a Jesús? ¿Sólo al final?: ¡No!… Toda la vida es un encuentro con Jesús, cuando rezamos, cuando vamos a misa y cuando hacemos obras buenas; cuando visitamos a los enfermos y cuando ayudamos a un pobre; cuando pensamos en los demás, cuando no somos egoístas, cuando somos amables… En estas cosas encontramos siempre a Jesús. Y el camino de la vida es éste: caminar para encontrar a Jesús”.
 
Acordaos siempre: la vida es un camino. Un camino para encontrar a Jesús. Al final y siempre. Un camino donde no encontramos a Jesús no es un camino cristiano… “Pero alguno me dirá -ha improvisado Francisco- tu sabes que este camino para mi es difícil, porque soy un pecador, he cometido tantos pecados… ¿cómo puedo encontrar a Jesús?. ¿Sabéis que las personas que Jesús buscaba eran sobre todo pecadores? Y ésto es lo que reprochaba la gente, las personas que se creían justas. Decían: éste no es un verdadero profeta ¡fíjate que compañía lleva! Estaba con los pecadores. Y El decía: Yo he venido para los que necesitan salud, para los que necesitan ser curados; y Jesús nos cura los pecados. Y en el camino… todos somos pecadores. E incluso cuando nos equivocamos…Jesús sale al encuentro y nos perdona. Y ese perdón que recibimos en la confesión es también un encuentro con Jesús; lo encontramos siempre”.
 
Y caminemos así por la vida, como dice el profeta, hasta el monte, hasta el día del encuentro definitivo. ..Esta es la vida cristiana: caminar, ir adelante, unidos, como hermanos, queriéndonos unos a otros. Sed valientes, no tengáis miedo. La vida es este camino”, ha concluido el Papa, que una vez acaba la misa, ha departido con algunos grupos de fieles para volver al Vaticano poco antes de las ocho de la tarde.

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descarga (60)Durante la conversación cordial de casi media hora mantenida entre el Santo Padre Francisco y el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, hoy lunes 2 de diciembre, se ha abordado la compleja situación política y social en el Medio Oriente, con especial referencia a la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos, con la esperanza de que se pueda llegar a la mayor brevedad posible a una solución justa y duradera, respetando los derechos de ambos partes.

Además de mencionar el proyecto de la peregrinación del Santo Padre a Tierra Santa, se han abordado una serie de cuestiones relativas a las relaciones entre las autoridades del Estado y de las comunidades católicas locales, y entre el Estado de Israel y la Santa Sede, con la esperanza de que concluyan de manera satisfactoria tras un largo tiempo de preparación.

Fuente:: SIC

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La venida decisivaMons. Braulio Rodríguez    Cuando los hombres y mujeres viven en un clima tan enrarecido como para que los “placeres” de este mundo les parezcan suficientes para anestesiar el anhelo de la vida eterna, entonces la situación hace que el compromiso radical de tantos cristianos resulte inexplicable. De manera que Cristo, su misericordia, pero también su justicia, el comportamiento moral normal de los cristianos, que no quieren que les oprima la cultura dominante, resultan peligrosas para la sociedad que nos rodea. Pero con eso tenemos que contar.

La elección por parte de los cristianos de la vida según el Espíritu, de la que tanto nos habla san Pablo en Rom 8, fácilmente se convertirá en ocasión de bromas e ironías, e incluso motivo de llevar a los tribunales. También el fin de la vida cristiana –bien sea el paraíso o el infierno- será tenido por quimera, mito o puro fruto de la fantasía. Pero también al revés: cuando se sabe quién es Dios, entonces, el permanecer lejos de Él resulta insufrible, de manera que nace en nosotros una decisión: apartarme, como sea, de lo que me distraiga o me aleje de Dios, de su Jesucristo.

Pero Cristo viene. Vino y vendrá. Pero viene. He aquí la esperanza. La Navidad hay que enfocarla, en el tiempo de preparación, en este Adviento/Venida, como la venida decisiva de Jesús a mi persona, a mi familia, a mi entorno, a mi parroquia, a mi Iglesia, a la sociedad donde vivo. Hay, pues, horizontes; hay futuro; hay salvación para esta humanidad, a los hombres y mujeres que ama el Señor. Hay venida última del Señor, con la que acabará la historia en este mundo.

Seamos nosotros los que en el Adviento alaban y sirven a Dios, y no a los impíos. Yo mismo, aunque sea un gran pecador y no haya logrado todavía superar la tentación ni las insidias del diablo, me esfuerzo en practicar el bien y, por temor al juicio futuro, trato al menos de irme acercando al Señor, que es la perfección. Después de haber escuchado de verdad la palabra del Dios, podemos obtener la salvación, la vida; pues la vida en este mundo tiene un fin, pero se abre a otra vida que eterna. Arrepintámonos, y así serviremos de modelo a aquellos jóvenes, que porque se ha hecho desaparecer todo horizonte de vida que trasciende ésta, no quieren consagrarse a la bondad y el amor de Dios.

Practiquemos el bien, para que nos salvemos. Bienaventurados los que obedecen los preceptos de Dios; aunque por un poco de tiempo hayan de sufrir en este mundo, cosecharán el fruto de la resurrección incorruptible. Por eso, no ha de entristecerse el justo si en el tiempo presente sufre contrariedades: le aguarda un tiempo feliz; volverá a la vida junto a sus antecesores y gozará de una felicidad sin fin y sin mezcla de tristeza. Tampoco ha de hacernos vacilar el ver que los amos y los pillos se enriquecen, mientras los siervos de Dios viven en la estrechez. Sostenemos el combate del Dios vivo y lo ejercitamos en esta vida presente, con miras a obtener la corona de la vida futura.

Acuérdate de mí Señor, “en la hora de nuestra muerte y en el día del juicio”, dice una vieja oración. ¿Quién habla de la hora de su muerte? ¿Quién recuerda el día del juicio? Solamente quien sabe que Dios puede salvarnos y salvar nuestra vida con sus avatares y disparates: Y esto por la venida de Cristo, y “por su preciosa muerte y sepultura; por tu gloriosa resurrección y ascensión y por la venida del Espíritu Santo”.

X Braulio Rodríguez Plaza

Arzobispo de Toledo

Primado de España

Fuente:: Mons. Braulio Rodríguez

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Mons. Alfonso MilianMons. Alfonso Milián    Estoy convencido que el Año de la fe ha proporcionado un gran bien a cada uno
de nosotros y a toda la Iglesia. Hemos renovado y fortalecido la fe, hemos enriquecido nuestra formación repasando los documentos del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia, hemos participado en celebraciones de mucha profundidad en las que hemos vivido la alegría que nos proporciona el creer: basta recordar la reciente peregrinación de nuestras diócesis de Aragón al Pilar. Fue evidente que el gozo del
encuentro afloraba en nuestros rostros, y la hondura del sentimiento, en los tres momentos de una fe profesada, celebrada y testimoniada.

El Año de la fe nos introduce en el Adviento, tiempo de preparación para encontrarnos con Jesús, que nace niño como nosotros. El Adviento produce una sacudida en nuestro espíritu para que no caigamos en la rutina: «Estad en vela, estad preparados», nos dice Jesús. «Daos cuenta del momento en que vivís», nos exhorta el
apóstol san Pablo. Tanto el profeta como el salmista invitan a caminar a la luz del Señor buscando la paz y la fraternidad.

El Adviento nos conduce, durante sus cuatro semanas, a la conversión, que ha de ser una actitud permanente en la vida del cristiano. La liturgia, con sus textos escogidos en la Sagrada Escritura, en los Santos Padres, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia, nos incita a prepararnos para el encuentro con el Señor que viene.
Existe un símbolo, la corona del Adviento, que hace visible el transcurso de las cuatro semanas que anteceden al nacimiento de Jesús. Cada domingo se enciende una de las cuatro velas al comienzo de la Eucaristía. Es un signo que habla por sí mismo y nos predispone a tomar conciencia de que el tiempo que vivimos es para ponernos a punto, es tiempo de conversión.

El evangelio de este primer domingo del Adviento nos recuerda que hemos de «estar en vela», vigilantes, despiertos. Los primeros cristianos daban mucha importancia a la vigilancia, pues querían prevenirse contra el riesgo de olvidar que Jesús había de volver, y no querían que los encontrara dormidos.

Ha pasado mucho tiempo. ¿Cómo vivimos hoy los cristianos: despiertos o nos hemos ido durmiendo poco a poco? ¿Vivimos atraídos por Jesús o distraídos por tantas cosas como abarrotan nuestras casas? ¿Le seguimos con pasión o vivimos como todos?

El papa Francisco nos llama a despertarnos y estar en vela.

Vigilar es vivir atentos a lo que Jesús nos dice y a la realidad que nos rodea, escuchar los gemidos de los que sufren, sentir el amor del Dios de la vida, esperar su venida a nuestra vida, a nuestra sociedad, a la tierra entera. Sin esta sensibilidad no es posible caminar tras los pasos de Jesús.

Despertemos para no tener que decir un día: «Señor, ¿cuando te vimos hambriento o sediento o extranjero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?»

Con mi afecto y bendición.

+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón

Fuente:: Mons. Alfonso Milián Sorribas

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garcia_burilloMons. Jesús Garcia Burillo    Queridos diocesanos:

Hoy comienza el Adviento, tiempo de preparación para la Navidad. En pocos días, las calles se llenarán de luces, los villancicos comenzarán a sonar, las casas se llenarán de bellos adornos. Por eso, hoy quiero poner con vosotros el Nacimiento, parándonos a reflexionar sobre cada una de sus escenas:

El Portal de Belén. El Hijo de Dios, pese a su grandeza, ha venido al mundo en medio de la más absoluta pobreza, en el silencio y la soledad del campo, en la humildad de un sitio destinado para los animales. La celebración de la Navidad no nos propone sólo ejemplos a imitar, como la humildad y la pobreza del Señor, su benevolencia y amor a los hombres; sino que más bien es la invitación a dejarse transformar por el mismo Dios hecho carne. En este
Niño, Dios se ha hecho tan próximo a cada uno de nosotros, tan cercano, que podemos tratarlo de “Tú” y mantener con Él una relación confidencial de profundo afecto, como hacemos cuando nos encontramos con un recién nacido. Porque, quien no acoge a Jesús con el corazón de niño, no puede entrar en el Reino de los Cielos

El anuncio del Ángel a los pastores. Aquellos trabajadores del campo recibieron el anuncio del Ángel de que había nacido su Salvador. En la noche oscura, la luz les ilumina, comunicándoles la Buena Nueva. Tras el miedo inicial y el temor de Dios, los pastores escuchan las palabras de su mensajero. Tras esto, un coro del ejército celestial entona el Gloria, alabando a Dios en las alturas, y deseando la paz entre los hombres. Los pastores
comprenden así que el Mesías tanto tiempo deseado, por fin había llegado. Y estaba allí, entre
ellos, los más humildes. ¿Sentimos nosotros necesidad de un Salvador?

Los pastores van a adorar al Niño. Después de las palabras del Ángel, aquellos mismos pastores emprenden raudos una marcha para ver a su Mesías. Quieren contemplarlo con sus ojos, pero también quieren servirle, adorarle, ponerse a sus pies. Esta marcha de los pastores a Belén para encontrarse con su Salvador puede entenderse también como la primera peregrinación de millones de almas. Al final del camino, siempre está María con el Niño sobre su regazo. Ella de verdad es “refugio de los pecadores”. Ahora todos somos pastores.

+ Jesús García Burillo

Obispo de Ávila

Fuente:: Mons. Jesús García Burillo

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Mons. Juan José OmellaMons. Juan José Omella      Comenzamos el tiempo de Adviento, es decir, el tiempo de preparación para la gran fiesta de la Navidad, de la venida del Señor a nuestro mundo haciéndose uno de nosotros. Decían bellamente los santos Padres de la Iglesia: “Dios se ha hecho hombre para hacer del hombre hijo de Dios, para hacerlo dios” .

La melodía de fondo que debería acompañarnos durante este tiempo de espera es la que nos ofrece la liturgia del 3º domingo: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad siempre alegres” .

Sí, la alegría es como el primer fruto, más visible y atractivo, del Año de la Fe que clausurábamos el domingo pasado. La fe nos lleva a la alegría y la alegría nos hace fuertes en la fe.

Sorprende, pero se entiende, que normalmente los niños no se acercan a las personas tristes y aburridas. Jesús, el Dios hecho hombre, sentía cómo los niños se acercaban a Él precisamente porque su rostro traslucía paz, serenidad, acogida, hasta el punto de que, no sólo los niños, si no que “todos se alegraban viendo las maravillas que hacía” . Las mismas maravillas que hoy -a través de la fe- se perciben en nosotros y en el resto de esa gran familia que es la Iglesia. Y, un ejemplo bien elocuente, lo tenemos en los mártires que entregaron la vida por Cristo, en esos 14 mártires riojanos del siglo XX, conciudadanos nuestros que ofrecieron su vida por Cristo perdonando a quienes les arrebataban la vida en esta tierra.

¿De dónde brota esa alegría? De la fe, de la convicción de que Dios está cerca, nos acompaña y nos ama. Y este es precisamente el mensaje de este tiempo de Adviento: ¡Dios está cerca!, si, tan cerca, que hasta se hace uno de nosotros por amor.

El Adviento hace referencia a las dos venidas de Cristo: la primera, la venida en la humildad de nuestra carne, su nacimiento en Belén, la Navidad. La segunda, su venida al final de los tiempos en gloria y majestad, como Señor de los hombres y de la historia. El Catecismo de la Iglesia Católica lo expresa de una forma precisa y estimuladora: “Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda venida” .

Mirad qué hermosas palabras nos ofrece san Bernardo en un sermón pronunciado sobre el Adviento: “Hermanos, a vosotros, como a los niños, Dios revela lo que ha ocultado a los sabios y entendidos: los auténticos caminos de la salvación. Meditad en ellos con suma atención. Profundizad en el sentido de este Adviento. Y, sobre todo, fijaos quién es el que viene, de dónde viene y a dónde viene; para qué, cuándo y por dónde viene. Tal curiosidad es buena. La Iglesia universal no celebraría con tanta devoción este Adviento si no contuviera algún gran misterio”.

¿De dónde viene? De la casa del Padre. Ha sido capaz de abajarse y tomar la condición de esclavo, nos dice san Pablo ¿Por dónde viene? Por el camino de la pobreza y de la humildad ¿Para qué viene? Para hacernos hijos suyos y hermanos de todos los hombres.

Pidamos a la Virgen de la Esperanza, a la que es causa de nuestra alegría, que nos ayude a vivir este tiempo de Adviento tratando de enderezar nuestras conductas y viviendo en la verdadera esperanza del retorno del Señor. Que nuestros pensamientos, afectos y deseos se dirijan a Jesús que nació en Belén, y que unidos a Ella, centremos nuestra atención en los pequeños y humildes pues, no lo olvidemos nunca, en ellos nace el Señor.
Con mi afecto y bendición,

+ Juan José Omella Omella
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño

Fuente:: Mons. Juan José Omella

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Cartagena Lorca PlanesMons. José Manuel Lorca     Comenzamos el tiempo litúrgico del Adviento y durante cuatro semanas se nos expondrán las razones de por qué debemos convertirnos. Esto sólo depende de ti, porque nadie recibe el Misterio de Dios, si no lo desea de corazón. El caso es que jugamos con ventaja, porque Dios no se cansa de esperar para darnos el abrazo de la paz e invitarnos al banquete de la fiesta, pero también es cierto que insiste en advertirnos que estemos en vela, porque no sabemos ni el día, ni la hora. Las lecturas de este domingo nos preparan para la vigilia, para que andemos como hijos de la luz, como en pleno día, por el camino de la salvación y tengamos el coraje de dejar atrás las obras de las tinieblas. Nadie se extrañará de las advertencias que nos hace la Iglesia en Adviento, para librarnos de la monotonía y para que reaccionemos a tiempo. El Adviento es un grito que nos espabila: “¡Estás vivo!, ¡despierta!, ¡vigila!, ¡toma conciencia!…”. Oiremos también hablar de esperanza, de vigilancia, de preparación interior y de humildad.

La liturgia nos hace una llamada a los ‘viatores’, a todos los que peregrinamos en la vida, para que vaciemos nuestras mochilas y eliminemos los pesos muertos, para que dejemos atrás lo inútil, lo que nos impide caminar con soltura. Este ejercicio es siempre conveniente, porque nos centra en lo esencial y nos libra de la pereza, para sacudirnos la negligencia, olvidarnos de las presiones de los señores de este mundo que nos fuerzan al egoísmo, al poco respeto a los otros, a la injusticia y falsedad, a vender humo. Poco a poco irás descubriendo como Dios quiere tu libertad, para que puedas disfrutar de la salvación, que está más cerca que cuando empezaste a creer. Si podemos resumirlo todo, diremos: ¡Revestíos de Cristo!

Se trata de preparar bien la Navidad, las velas de Adviento nos lo recuerdan pedagógicamente, así que, cada vez que entremos a la Iglesia este signo nos está catequizando. Vosotros a lo esencial, a la verdadera conversión, sin caer en las trampas de hacer desaparecer los signos cristianos de la Navidad, la gente felicita las fiestas y no menciona la palabra Navidad; se distrae en la marabunta de la publicidad y de los regalos, turrones, cavas, músicas, colonias, loterías y juguetes… con demasiado ruido exterior, cuando lo importante es serenar y poner paz en el interior, para fijar dentro lo esencial, para contemplar el Misterio.

Recuperad el verdadero sentido de este tiempo litúrgico con el deseo de recibir a Jesús y preparaos bien en este Adviento; participad en familia en la Eucaristía dominical y en las celebraciones penitenciales de las parroquias; vivid estos días de Adviento con austeridad, no es bueno derrochar cuando hay tanta necesidad, es mejor compartir, participar en las diversas campañas que se tengan más cerca para ayudar a los necesitados.. Pero, sobre todo, compartid en familia, el gozo y la alegría, que este es también el tiempo de la familia unida en la fe.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

Fuente:: Mons. José Manuel Lorca

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