Ciudad del Vaticano, 7 noviembre 2013 (VIS).- El Santo Padre ha establecido los temas de las próximas tres ediciones de la Jornada Mundial de la Juventud, que marcarán las etapas del camino de preparación espiritual que en el transcurso de tres años llevará a la celebración internacional con el Sucesor de Pedro prevista en Cracovia (Polonia) en el mes de julio de 2016:
 
-XXIX Jornada Mundial de la Juventud (2014): “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt 5,3).
 
-XXX Jornada Mundial de la Juventud (2015): “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8).
 
-XXXI Jornada Mundial de la Juventud (2016): “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5,7).

Fuente:: News.va

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Madre María Teresa BonzelEl Papa Francisco aprobó, pocos días después de su elección pontificia, el pasado 27 de marzo, la promulgación, entre otros decretos, del correspondiente a un milagro atribuido a la intercesión de esta religiosa. La nueva beata Madre María Teresa Bonzel -fundadora de la Congregación de las Hermanas Pobres Franciscanas de la Adoración Perpetua, de la que fue superiora general- nos invita a todos a la oración y a la caridad hacia los más necesitados de todo tiempo y lugar, destaca el Cardenal Angelo Amato, que representará al Santo Padre en la beatificación de María Teresa Bonzel, el domingo 10 de noviembre en Paderborn, Alemania, donde había nacido, concretamente en Olpe, el 17 de septiembre de 1830.

Desde muy pequeña manifestó su anhelo de seguir a Cristo y de ayudar a los pobres. Formada en una vida de intensa oración y devoción a la Sagrada Eucaristía, sentía profundamente las necesidades de la gente de su época. Debido a los cambios en la estructura social y por las políticas de salud en Alemania de mediados del siglo 19, aumentó la pobreza y el número de niños desprotegidos. Hoy sus religiosas desarrollan su apostolado en Alemania, Estados Unidos, Filipinas y Brasil.

El lema de la Madre María Teresa era «Todo lo que Dios quiera. Él guía, yo sigo».El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato, destacó en una entrevista de Roberto Piermarini la entrega confiada de la nueva beata a la Divina providencia y la actualidad de su mensaje, afianzado en Jesús. Como nos recuerda el Papa Francisco los santos han conocido el amor de Dios y lo donan a los demás:

«La beatificación de la Madre María Teresa Bonzel es un regalo de la Divina Providencia a su diócesis, a sus religiosas, a la ciudad de Paderborn. La nueva Beata muestra que las palabras de Jesús encontraron en ella un corazón capaz de hacer fructificar el heroísmo de la caridad y de la santidad. Además vemos en su figura un mensaje especial para sus hijas espirituales y para todos nosotros. A sus religiosas les recuerda que el fin de su consagración religiosa es la propia santificación y los consejos evangélicos. También a todos nos dirige una invitación la santidad. El Papa Francisco, en la pasada solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre de 2013), nos dijo: “Los santos no son superhombres, ni nacieron perfectos. Son como nosotros. Y ¿qué fue lo que cambió su vida? El haber conocido el amor de Dios. La Beata María Teresa Bonzel nos recuerda que la santidad no es un privilegio de unos pocos, sino una meta para todos. El bautismo infunde en cada uno las virtudes sobrenaturales de la fe, de la esperanza y de la caridad, que permiten a todos a crecer y madurar en la perfección cristiana».

(CdM – RV)

Fuente:: SIC

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Monseñor Esteban EscuderoEl prelado palentino, Mons. Esteban Escudero inicia desde este viernes la visita a la Unidad Pastoral de Guardo que durará hasta el próximo domingo. En este sentido, mañana, a partir de las 10 horas, visitará los colegios guardenses. A las 13 horas está previsto que se reúna con los responsables, trabajadores y voluntarios de Cáritas. Una hora más tarde, Mons. Escudero se acercará al Centro de Día ‘El Castillo’ donde se atiende a menores que sufren situaciones de riesgo. Por la tarde, a partir de las 17 horas visitará la unidad de respiro familiar de la asociación de familiares de alzheimer. A las 18 horas mantendrá un encuentro con los jóvenes de la localidad y las 19:30 horas se celebrará la asamblea parroquial. 

Al día siguiente, sábado, la visita comenzará a las 10 horas en San Pedro de Cansoles con la visita y oración en el cementerio. A las 11:30 horas se acercará hasta Intorcisa donde también visitará el cementerio y rezará una oración por los difuntos. A Muñeca se desplazará alrededor de las 13 horas donde visitará el cementerio y tendrán un momento de oración por los fieles difuntos.

A las 14:30 horas, el Obispo de al Diócesis de Palencia almorzará con el Consejo Pastoral parroquial. Por la tarde, a las 17 horas visitará el centro socio-sanitario y administrará el sacramento de la Unción de Enfermos.  
 
A partir de las 18:30 horas, Mons. Esteban atenderá las confesiones en la parroquia de Santa Bárbara y a las 19 horas se celebrará la Misa estacional en esta misma parroquia. 
 
La visita concluirá el domingo con la celebración de la Misa familiar en la parroquia de Santa Bárbara a las 11 horas y a las 12:30 horas, elObispo diocesano presidirá la Misa Mayor en la iglesia de San Juan

La finalidad principal de la visita pastoral es fomentar el espíritu de comunión eclesial entre todos los miembros del pueblo de Dios y promover la vida espiritual y la acción evangelizadora de las comunidades parroquiales.

Fuente:: SIC

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Aragon acompañamiento vocacionalLas delegaciones de pastoral vocacional de la diócesis de Aragón han convocado una jornada de formación dirigida a sacerdotes, religiosos, catequistas, profesores de religión y padres de familia, que tendrá lugar en el edificio del seminario metropolitano de Zaragoza, el próximo sábado 30 de noviembre. Una convocatoria muy amplia para una cuestión de todos, porque a todos incumbe que niños y jóvenes estén capacitados y acompañados para que puedan responder afirmativamente a la ‘llamada vocacional´

El encuentro “Suscitar el acompañamiento pastoral’estará dirigido por el responsable de la pastoral vocacional de la diócesis de Mérida-Badajoz, Antonio Jesús Marín Romo, y por su equipo. En él se abordará el núcleo de la pastoral vocacional de la iglesia, que encuentra su inspiración en la acción que lleva a cabo el apóstol Andrés con su hermano Pedro: llevarlo a Jesús.

La jornada se prolongará de 10:00 a 13:30 y de 15:00 a 16:30 horas. El seminario ofrece la posibilidad de comer un menú completo de 10 euros. La inscripción se puede realizar a través de la dirección de correo electrónico pvocacional@arzobispadodezaragoza.org o bien entregando la ficha de inscripción en la Casa de la Iglesia, a la atención de Sergio Pérez.

Fuente:: SIC

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Logo CáritasEste sábado, 9 de noviembre, en el Colegio San Felipe Neri de Cádiz, tendrá lugar el VIII Encuentro Diocesano de Voluntarios de Cáritas, bajo el lema “Tiempo de fe, esperanza y caridad”.

Esta jornada, para la que ya se han inscrito 400 voluntarios, contará con la ponencia de Mons. Santiago Gómez Sierra, obispo auxiliar de Sevilla, que disertará sobre el Motu Proprio de Benedicto XVI, Intima Ecclesiae Natura, sobre el servicio de la caridad.

El encuentro concluirá con una Eucaristía, que el obispo diocesano de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy, presidirá a las 17:00 horas en la Catedral de Cádiz.

Fuente:: SIC

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Mons. OsoroMons. Carlos Osoro    Este fin de semana vamos a celebrar en nuestra Archidiócesis de Valencia el Congreso sobre “parroquia y nueva evangelización”. Aquellas palabras del Papa Pablo VI en las que destacó el valor actual y singular de la parroquia, siguen teniendo una vigencia especial hoy: “creemos simplemente que la antigua y venerada estructura de la parroquia tiene una misión indispensable y de gran actualidad; a ella corresponde crear la primera comunidad del pueblo cristiano; iniciar y congregar al pueblo en la normal expresión de la vida litúrgica; conservar y reavivar la fe en la gente de hoy; suministrarle la doctrina salvadora de Cristo; practicar, en el sentimiento y en las obras, la caridad sencilla de las obras buenas y fraternas” (Alocución al Clero romano, 24 junio 1963). Precisamente porque la parroquia es un tema de perenne actualidad en la Iglesia, que ha tenido signos diversos dependiendo de la épocas, también nosotros queremos iniciar una reflexión sobre esa proximidad de la comunidad cristiana a la vida y la historia concreta de los hombres, que se establece en la parroquia.

Hoy la parroquia necesita volver a ser pensada, pues sobre ella inciden problemas nuevos y diversos, que son los que viven los hombres de nuestro tiempo. El Sínodo de Obispos del año 1987 trató este tema y nos dejó, después, cuestiones tan bellas como que “la comunión eclesial, aun conservando siempre su dimensión universal, encuentra su expresión más visible e inmediata en la parroquia”. Y añade que “ella es la última localización de la Iglesia”. Es más, llega a afirmar que “es, en cierto sentido, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas” (CL 26a). ¡Qué fuerza tiene descubrir desde la fe el misterio mismo de la Iglesia que se hace vivo y operante en la parroquia! ¡Qué singularidad adquiere para todos nosotros contemplar cómo la parroquia se funda en una realidad teológica de una fuerza extraordinaria, como es ser comunidad eucarística! En los nuevos escenarios en los que vive la humanidad, en esta época nueva que está naciendo y en los que se interpreta la vida de manera diferente, la comunidad cristiana tiene que saber hacerse presente dejándose llevar por la fuerza renovadora a la que siempre es impulsada por el Espíritu Santo. Solamente así dará testimonio creíble de Nuestro Señor Jesucristo. Esta renovación se tiene que vivir desde una eclesiología de comunión, con todo lo que ello implica de corresponsabilidad y de participación. El Concilio Vaticano II llamó a la parroquia comunidad de fieles “distribuida localmente bajo un pastor que hace las veces del obispo y que, de alguna manera, representa a la Iglesia visible establecida por todo el orbe” (SC 42).

La parroquia tiene que ofrecer la luz, que es Cristo, sobre esas diferencias humanas que se dan en la vida y que se insertan en la universalidad de la Iglesia. Y ello, viviendo injertada en la sociedad y siendo solidaria con la misma, metida en muchas ocasiones en ambientes donde la disgregación y la deshumanización se manifiestan de una manera clara, donde el ser humano vive desorientado y, en muchas ocasiones, perdido. Pero siente el deseo, en lo profundo de su corazón, de vivir la experiencia y el cultivo de relaciones fraternas y humanas, donde la comunión sea un elemento sustentador, sanador y promotor de la vida de las personas. Y todo ello, nacido de la relación viva con Jesucristo, de tal manera que sea la parroquia lo que con tanta sencillez dijo el Beato Juan XXIII, “la fuente de la aldea, a la que todos acuden para calmar la sed”.

La parroquia, en esta hora de la historia de la humanidad, se tiene que caracterizar por contactar con todas las situaciones de los hombres, todas las periferias existenciales de los hombres deben ser alcanzadas por la comunidad cristiana y tienen que hacerse presentes todos los cristianos. El misterio de la Iglesia está presente en la parroquia y ésta va tomando conciencia cada vez más clara de sí misma como expresión que es, no sólo de ese misterio de la Iglesia, sino también de su misión en medio de los hombres. Y va tratando de conformarse, según el modelo que Cristo le propone, en el ambiente en el que vive y al que se aproxima. ¡Qué fuerza tiene el Evangelio cuando toma rostro y conoce, denuncia, se compadece y cura las miserias humanas con la penetrante verdad de una forma de vida nueva que nos regala Jesucristo! Adquiere una fuerza especial a través de la comunidad parroquial y del compromiso de los cristianos que forman la misma, aquellas palabras del Apóstol: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por la renovación de la mente, para procurar conocer la voluntad de Dios, buena, grata y perfecta” (Rom 12, 2). Mostrar esa forma nueva de vida, original y admirable es un compromiso. Y, ahí, está la misión de la parroquia.

Si, verdaderamente, la parroquia tiene conciencia de tener que expresar a través de la vida de quienes la componen el misterio de la Iglesia, surge en ella una singular plenitud y una necesidad de efusión, con una clara evidencia de una misión que la trasciende y de un anuncio que debe difundir. Y la parroquia son los cristianos que en ella viven. Su deber es el de la evangelización. Tienen que llevar a cabo el mandato misionero que el Señor nos entregó. Por ello, guardar el tesoro de verdad y de gracia es tarea y hay que defenderlo, pero hay deber de difundirlo, de ofrecerlo, de anunciarlo. Por otra parte, la parroquia tiene que entrar en el misterio de la Encarnación para realizar su misión; tiene que ir hacia el diálogo con el mundo en el que nos toca vivir, de tal manera que se tiene que hacer palabra, mensaje y coloquio. El diálogo tiene que caracterizar la misión, somos herederos de un estilo, de una dirección pastoral. Esa que nos muestra el Señor, en el pasaje del Evangelio de San Lucas en el capítulo 19, cuando nos cuenta la historia de Zaqueo. Hay tres elementos que son constitutivos del diálogo: 1) entrar como Jesús en la historia: “habiendo entrado a Jericó, atravesaba la ciudad”; 2) mirar a los hombres y llamarlos: “alzando la vista, le dijo: Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa”; 3) regalar la acogida de la versión nueva de la vida y provocar su acogida en los hombres: “dijo al Señor: daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo”. El Concilio Vaticano II quiso ayudar a la Iglesia a entrar en este diálogo profundo. Por ello, se dirigió totalmente a la inserción del mensaje cristiano en la corriente del pensamiento, de la palabra, de la cultura, de las costumbres, de las tendencias de la humanidad, tal como hoy viven y se agitan los hombres. “No… envió Dios su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él” (Jn 3, 17).

La parroquia, es decir, la comunidad cristiana, tiene que hacer estas provocaciones en medio de esta historia, de tal manera que muestre el rostro del Señor y haga posible que los hombres sientan lo que los primeros discípulos vivieron al ver al Señor cuando se les presentó en la estancia donde estaban después de la resurrección. Han de ver que la alegría tiene cuatro rostros: 1) la alegría de existir, en respuesta al don del Creador o “contemplación para alcanzar amor” de San Ignacio; 2) la alegría mesiánica, por el hecho de que el Hijo eterno haya venido entre nosotros en el seno de la Virgen María; 3) la alegría del servicio, tal y como lo vive María en la escena de la Visitación o de las bodas de Caná, es la alegría de dar la vida por los otros; 4) la alegría escatológica, que es la alegría de las bienaventuranzas, que trazan en el presente el mañana de Dios.

Con gran afecto, os bendice

+ Carlos Osoro,

Arzobispo de Valencia

Fuente:: Mons. Carlos Osoro

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El día de la DiócesisMons. Alfonso Milián    El próximo domingo celebraremos el “Día de la Iglesia Diocesana”. Es el día de nuestra Iglesia, la que peregrina en todos los pueblos que constituyen el territorio de la diócesis de Barbastro-Monzón. Esta jornada nos recuerda que formamos parte de una familia espiritual más amplia que la parroquia, y que, a través de la Diócesis, nos abrimos a la Iglesia universal extendida por todo el mundo y servida por tantos obispos y sacerdotes bajo la guía del papa Francisco.

La Iglesia nos manifiesta el amor que Dios nos regala por medio de Jesucristo su Hijo. Él dio su vida por nosotros y nos manda amarnos unos a otros como él nos ha amado. Nos habla de misericordia, de perdón, de compartir, de comunicar la Buena Noticia y de ver su rostro en el de los necesitados: porque tuve hambre, estuve desnudo, en la cárcel, enfermo…, estuve solo, ignorado, despreciado…, perdí la esperanza, el amor y hasta la fe…, y vinisteis a verme, a socorrerme, a acompañarme, a devolverme la dignidad que nace de la fe, de la esperanza y del amor.

La Iglesia diocesana y sus parroquias son lugares donde la vida se acoge y se acompaña, donde samaritanamente se vendan las heridas del camino y se anuncia sin tregua la reconciliación, el perdón y la paz. Formar personas cristianas, encauzar sus nobles sueños, bendecir su amor, recomponer sus caminos maltrechos, perdonar sus errores y pecados, encender luz para sus pasos y acercarles la gracia de Dios, es la tarea de nuestra Iglesia. De todo esto se ocupa cuando atiende a los niños, a los jóvenes, a las familias, a los ancianos; cuando acompaña a los pueblos asediados o deprimidos, en catástrofes y pandemias. Ahí está la Iglesia en las mil necesidades, hablando a los hombres de Dios y a Dios, de los hombres.

Nuestra Iglesia diocesana tiene también unas necesidades, que quienes formamos parte de ella hemos de afrontar corresponsablemente. Son las obras para el mantenimiento de los templos y casas parroquiales, la retribución de los sacerdotes y su seguridad social, los desplazamientos para el servicio de las parroquias, la formación de los seminaristas, además de las numerosas obras de evangelización, caridad y atención a
los necesitados…

En nuestra Diócesis ?vosotros lo sabéis mejor que nadie?, las fuentes de financiación son muy limitadas y las necesidades son grandes. Por eso os ruego que, con ocasión de esta jornada, cada uno mire qué puede hacer y sea generoso en la ayuda a la Diócesis. Comprendo que algunos, afectados por la crisis, podréis aportar poco,
pero hay ofrendas pequeñas que valen mucho a los ojos de Dios. Os recuerdo la alabanza que Jesús hizo de aquella pobre viuda que echó dos cuadrantes, la moneda de menos valor, en el cepillo del templo. Jesús la alabó porque, con gran generosidad, dio todo lo que pudo.

Agradezco a todos vuestra generosidad: a los que suscribís una cuota fija, a los que marcáis la casilla a favor de la Iglesia en vuestra declaración de la renta, a los que aumentáis vuestros donativos en las colectas que se hacen en el templo… A todos os bendigo de corazón.

+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón

Fuente:: Mons. Alfonso Milián Sorribas

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IcetaGavicagogeascoaMons. Mario Iceta    Egunerokotasunak argi izpiak dakarz   

Comenzamos el mes de noviembre, ya bien entrados en las tareas cotidianas. Para algunos, después del tiempo estival, podrá parecerles volver a una pesada rutina, a una cotidianeidad que ya no ilusiona. Debemos alejar decididamente este sentimiento. El tiempo es siempre ocasión de gracia, la vida cotidiana, incluso la que pudiera parecer más gris es, sin duda, lugar de encuentro con Dios que llena la vida de luz y calor. Quizás nos falte la fe y la confianza para verle presente en nuestra vida. Él sale a nuestro paso en cada circunstancia y acontecimiento, de modo particular cuando aparece la cruz en nuestro camino. Ojalá tengamos ojos de fe para percibir esta presencia y crecer en amistad y confianza en Él.

Domu Santu, itxaropenari zabaldutako eguna 

Y esto tiene que ver con lo que celebramos en el primer día del mes: la celebración de todos los santos. Precisamente la Iglesia nos dice con esta fiesta que es en la vida cotidiana donde vivimos el seguimiento de Jesús, el ejercicio constante y radical de la caridad, es decir, el camino de la santidad, de ir configurándonos cada día más y más a Jesús y actuar con sus mismos sentimientos y actitudes. Para muchos se trata de una fiesta entrañable y nostálgica, pero también abierta a la esperanza. Millones de hermanas y hermanos nuestros que no se dejaron vencer por la mediocridad, sino que tomaron en serio su condición de seguidores de Jesús e hicieron de su vida el cántico nuevo del que habla el libro del Apocalipsis, que es el canto del amor y la entrega, de la humildad y el servicio, del perdón y la misericordia, en el murmullo sereno de lo cotidiano, sin ruidos ni primeras páginas. Me gusta recordar las palabras de Santa Edith Stein que a este respecto dice: “Cuanto más profundamente esté sumergida una época en la noche del pecado y en la lejanía de Dios, tanto más necesita de almas que estén íntimamente unidas con Él. Aun en esas situaciones Dios no permite que falten tales almas. En la noche oscura surgen los grandes profetas y los santos. Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible. Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que sólo experimentaremos en el día en que todo lo oculto será revelado” (Santa Edith Stein, meditación sobre la epifanía, 6 de agosto de 1940).

Harri biziak gara, gorputz-adar garrantzitsuak 

Somos, por tanto, un Pueblo en camino, una tierra de vivientes en Cristo, el que Vive para siempre, que sabemos hacia dónde nos dirigimos, hacia el encuentro pleno y definitivo con Dios y con los hermanos y hermanas que ya partieron y que viven para siempre con Él, en la felicidad y plenitud de los santos. Durante este mes, también celebraremos el día de la Iglesia diocesana. El Señor nos ha convocado a formar parte de un Pueblo, que está llamado a la santidad, constituido por unos rostros concretos, unidos en torno a Él como hermanos, viviendo la fe y el amor en un lugar concreto, presididos por un sucesor de los apóstoles, el obispo, que realiza y garantiza nuestra comunión con toda la Iglesia universal. En el día de la Iglesia diocesana damos gracias a Dios por esta porción concreta a la que pertenecemos y en la que hemos sido injertados como el sarmiento a la vid. Tomemos conciencia de que somos piedras vivas, miembros activos de un Cuerpo. Es un día para rezar por nuestra Iglesia local, dar gracias a Dios por todos los dones y carismas que en ella suscita. Debemos pedir humildemente por la santidad y fidelidad de todos los que la conformamos, ser sal y luz, anunciadores de la Buena Noticia. Y debemos también colaborar en sus necesidades y el sostenimiento de sus obras de evangelización y ayuda a los empobrecidos y necesitados.

Bateoa fedeari ateak zabaltzea da 

Concluye el mes con el final del año litúrgico, la celebración del Reinado de Cristo sobre la creación y la conclusión del año de la fe. Cristo ha vencido en su Misterio Pascual y, en el bautismo, nos ha agregado a esta victoria. Es precisamente el bautismo la puerta de la fe. Por eso debemos agradecer a Dios el don de la fe, cuidar de que este don crezca con su ayuda y su gracia, tener una constante actitud de conversión que nos haga cada día imagen más perfecta de Jesús, confirmar y confesar la fe siendo testigos de su amor. Que la clausura de este año de la fe constituya el comienzo de una nueva etapa de nuestra vida, operada por una fe más viva, profunda y consciente. Que María, Madre y modelo de fe, nos acompañe. Con afecto.

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

Fuente:: Mons. Mario Iceta Gabicagogeascoa

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Mons. Julian LópezMons. Julián López    Queridos diocesanos:

El último domingo de noviembre, solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, se clausura el Año de la Fe convocado y abierto por el Papa Benedicto XVI, hoy emérito, mediante la carta apostólica “Porta Fidei” publicada el 11 de octubre de 2012. La celebración tenía unos fines muy claros y precisos que hemos recordado más de una vez y que incorporamos especialmente al curso pastoral 2012-2013: hacer que todos los creyentes confesasen la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza, e intensificasen la celebración de la fe en la liturgia y de modo particular en la Eucaristía, de manera que el testimonio de vida de los creyentes fuese cada vez más creíble (PF 9). Este último aspecto está latente todavía en el objetivo pastoral del presente curso, orientado al fortalecimiento del compromiso caritativo y de la presencia pública de la Iglesia mediante la práctica del amor fraterno porque “la fe sin obras está muerta” (Sant 2, 26). De este modo, como ha recordado la encíclica “Lumen Fidei” del papa Francisco, “la fe se hace entonces operante en el cristiano a partir del don recibido, del amor que atrae hacia Cristo (cf. Ga 5,6)… Quien ha sido transformado de este modo adquiere una nueva forma de ver, la fe se convierte en luz para sus ojos” (LF 22; cf. 25). Dicho de otro
modo, la fe y la caridad se complementan y reclaman recíprocamente.

Por eso quiero invitar a toda la diócesis, a cada una de las unidades pastorales y parroquias, a las comunidades de vida consagrada y a los movimientos, asociaciones y grupos eclesiales, a realizar la clausura del Año de la Fe no como quien pasa la página y da por terminada una actividad, sino como el que asume la rica experiencia vivida y la prolonga en lo que tiene de permanente. En este sentido no podemos olvidar que la puerta de la fe permanece siempre abierta, porque supone continuar un camino que empezó en el bautismo y ha de durar
toda la vida (cf. PF 1). Las profesiones solemnes de la fe que hemos realizado durante este año habrán fortalecido en todos el deseo de alimentar la vida cristiana en la palabra de Dios transmitida fielmente por la Iglesia y ofrecida de tantos modos en la catequesis, en la predicación litúrgica, en los ejercicios de piedad y en el magisterio de los pastores. Pero es preciso mantener tanto el deseo de redescubrir y conocer más profundamente los contenidos de la fe como la actitud confesante de la misma, que nos ha proporcionado la iniciativa del papa Ratzinger.

El detalle de que el Año de la Fe concluya en la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo tiene también un significado. No se trata de dar por terminado el año, como he indicado antes, sino de proyectar nuestra existencia hacia sucesivas celebraciones del único misterio de Cristo que se conmemora y despliega reiteradamente en el año litúrgico. No hay que olvidar que toda celebración de la Iglesia se enmarca siempre en el “sagrado recuerdo en días determinados a través del año de la obra de la salvación”, es decir, en “el misterio de Cristo, desde la encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la dichosa esperanza y
venida del Señor” (SC 102). Por tanto, el Año de la Fe continúa en el año litúrgico de manera que su celebración viene a ser como un tramo del camino o peregrinación de la Iglesia y de los cristianos a semejanza del Camino de Santiago, que es también como una metáfora de la vida (cf. PF 6).

Así pues, reitero la invitación a todos a participar en las celebraciones de clausura del Año de la Fe que oportunamente se anunciarán. Con mi cordial saludo y bendición:

+ Julián López ,

Obispo de León

Fuente:: Mons. Julián López

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Gratitud y transparenciaMons. Atilano Rodríguez    Hace algunas fechas el Vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española, don Fernando Giménez Barriocanal, presentaba a los medios de comunicación la Memoria de Actividades de la Iglesia en España, correspondiente al año 2011. Con esta presentación, Don Fernando mostraba, con la claridad expositiva que le caracteriza, la procedencia de los dineros de la Iglesia y la utilización que ésta hace de los mismos.

Sin entrar ahora en una enumeración pormenorizada de los datos económicos ofrecidos por don Fernando, considero oportuno resaltar los más de 300 millones de euros aportados por Cáritas y Manos Unidas, instituciones de la Iglesia, para la atención a los más necesitados, así como los 4.091 millones de euros que los colegios concertados de la Iglesia ahorran al Estado cada año por la actividad educativa que realizan.

Esta contribución de la Iglesia al bien común de la sociedad, además de llenarnos de profunda alegría por la obra bien hecha, tiene que impulsarnos a todas las instituciones eclesiales a ser muy transparentes en la administración de los recursos recibidos. En todo momento hemos de dar gracias a Dios por la generosidad de tantos hermanos que, habiendo descubierto la misión de la Iglesia, no dudan en ofrecerle sus aportaciones para que pueda seguir haciendo el bien y atendiendo a los más necesitados.

En este sentido, no debemos olvidar nunca que el conjunto de acciones caritativas, culturales, pastorales y asistenciales, promovidas por la Iglesia en las diócesis y parroquias, no podría llevarse a cabo sin los donativos de los fieles y sin las aportaciones libres de más de nueve millones de contribuyentes, que marcaron la X en la casilla correspondiente a la Iglesia católica en la declaración de la renta.

A todos ellos quiero agradecerles, en el “Día de la Iglesia diocesana”, su confianza en la misión evangelizadora y humanizadora de la Iglesia. Pero, de un modo especial, deseo hacer llegar mi gratitud más sincera a todos los diocesanos y a las personas de buena voluntad que depositan su confianza en el servicio que la Iglesia presta a la sociedad. En estos momentos, la provincia de Guadalajara está entre las primeras de España a la hora de marcar la X en la casilla correspondiente a la Iglesia católica.

Ahora bien, aunque la Iglesia siempre necesitará recursos económicos para llevar a cabo su misión, considero que lo más importante y, sin duda, la mayor riqueza de la Iglesia está en los miles de sacerdotes, religiosos y fieles laicos que, impulsados por la fe en Jesucristo y por el amor a los hermanos, han dedicado más de 49 millones de horas a escuchar, acompañar y ayudar a más de cuatro millones de personas desorientadas y necesitadas de ayuda material y espiritual.

La crisis económica, que está afectando a muchos países del mundo, se ha cebado de un modo especial con nosotros. La Iglesia quiere y debe seguir colaborando en la medida de sus posibilidades a la atención de los más empobrecidos. Los cristianos no podemos estar nunca satisfechos de lo ya realizado. Siempre es posible hacer más por nuestros semejantes. Por eso, con la colaboración generosa de todos, tenemos que seguir mostrando el amor de Dios a cada ser humano y colaborar a la consecución de una sociedad más justa y solidaria.

Con mi sincero afecto y gratitud, feliz día del Señor.

+ Atilano Rodríguez,

Obispo de Sigüenza-Guadalajara

 

Fuente:: Mons. Atilano Rodríguez

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