Evangelizar en la era digital: curso de comunicación para obispos en Brasil
Ayer comenzó en Jaboatão dos Guararapes (Recife, Brasil) un curso de comunicación para los obispos de la Iglesia del Brasil. La conferencia inaugural corrió a cargo del Arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, que habló sobre “Comunicación y evangelización en la era digital”.

Mons. Celli presentó datos estadísticos referidos a las redes sociales que la sociedad actual utiliza para comunicar, y destacó el éxito de News.va, instrumento de comunicación al servicio del ministerio papal ofrecido por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones. Actualmente, este portal agregador de los distintos medios vaticanos recibe más de 90.000 visitantes diarios, que pueden participar escribiendo comentarios en las páginas de News.va en las redes sociales. El servicio está disponible en cinco idiomas, y se está pensando en ampliarlo para el mundo de lengua árabe.

Hablando de la importancia de la interacción con otras culturas, Mons. Celli afirmó: “Vivimos en una sociedad multicultural, y es preciso mantener un diálogo profundo y respetuoso con el otro, ya que él también puede enriquecer nuestro camino”.

Al mismo tiempo, la comunicación ha de ser valiente y eficaz; como ejemplo, Mons. Celli citó al Papa Francisco: “El Papa ha captado profundamente este concepto. Él comunica de forma simple y directa. A través de sus gestos, transmite esperanza a mucha gente”.

Mons. Celli subrayó también que la nueva era digital solicita cambios en la forma del discurso de la Iglesia y en el modo en que ésta participa en ese ambiente. Es preciso preguntarse: “¿Cómo estamos llamados a hacer que la Iglesia dialogue mediante las nuevas tecnologías en el ámbito de la cultura digital? ¿Cómo podemos hacer que los demás conozcan la persona de Jesús, si la Iglesia no está presente en ese ambiente? El modo de comunicar marca la diferencia. La espontaneidad y la interactividad son las formas más eficaces del discurso”.

En la ceremonia de apertura estuvieron presentes el presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), cardenal Raymundo Damasceno; el presidente de la Comisión Episcopal para la Comunicación, Mons. Dimas Lara Barbosa; el P. Antonio Spadaro, S.I., director de “La civiltà cattolica”; y el arzobispo de Olinda y Recife, Mons. Fernando Saburido. Además, estuvo también la secretaria ejecutiva del Departamento de Comunicación del CELAM, Susana Nuin; y numerosas autoridades civiles del Estado.

El evento finalizará el próximo día 8. Hasta entonces, habrá conferencias, paneles temáticos y sesiones prácticas.

 

Fuente:: News.va

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Radio María Premio Revista MisiónEl Presidente de Radio María España, José Manuel Díez Quintanilla, su Director, Luis Fernando de Prada y el Director gerente, Alex Navajas fueron los encargados de recibir anoche, de manos de la revista Misión, el galardón en reconocimiento a su labor como medio de comunicación que difunde de forma masiva los valores familiares a través de las ondas.

El acto tuvo lugar en la Universidad Francisco de Vitoria, en una sencilla ceremonia en la que el padre Luis Fernando de Prada señaló que recogían el premio en nombre de los centenares de voluntarios que donan gratuitamente su tiempo a la radio de la Virgen, y de los miles de oyentes y bienhechores que hacen posible día a día la labor evangelizadora de Radio María.

Por tercer año consecutivo, la revistaMisión entrega sus premios con el fin de valorar el trabajo de personas, empresas e instituciones que reconocen en la familia un valor esencial para impulsar la sociedad. El objetivo de los estos premios es reivindicar que la familia sea el motor de políticas empresariales, económicas, sociales y culturales, y reconocer el testimonio de tantas personas que con su vida muestran que la familia “sí importa”.

Fuente:: SIC

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Oviedo Peio SánchezLa Semana de Cine Espirituales una iniciativa destinada a los jóvenes que tiene lugar en numerosas diócesis de España. Peio Sánchez, Director de la Semana de Cine espiritual de Barcelona, donde comenzó esta iniciativa, acudió a Gijón para participar en el curso de formación “Dios a través del arte”, organizado por la Delegación de Enseñanza y Catequesis del Arzobispado de Oviedo.

-Cuando se habla de cine es­piritual, ¿hablamos de películas manifiestamente religiosas, o de películas generalistas con cier­to interés por el ser humano, la vida, la muerte…?

-En torno al año 2000 se hizo una reflexión a fondo en la Igle­sia sobre este tema, y nos dimos cuenta de que el cine religioso era un apartado del cine muy concre­to (además de que no sólo existe el cine religioso católico), donde por su tema, o sus personajes o insti­tuciones que trata tiene que ver con el hecho religioso. Pero hay muchas otras películas que plan­tean las cuestiones más profundas del hombre desde una disposición de apertura al misterio del ser y de la trascendencia que no podrían estar catalogadas como cine reli­gioso, pero plantean cuestiones de tipo espiritual: estoy pensando en películas como Gran Torino, de Clint Eastwood. En el ámbito del cine español, hay que reconocer que no se trata de un cine muy es­piritual, en general, aunque sí que se da algún caso, como la reciente Mactub, de Paco Arango, que es muy buena.

-¿Hasta qué punto los católicos están involucrados en el cine ac­tual? ¿Hay una vuelta al interés por el séptimo arte, como pare­ce?

Sí que es cierto que hay un re­novado interés desde hace unos laicos, sino también entre los res­ponsables eclesiales.

En el plano de la crítica de cine estamos en un nivel alto: los críti­cos de cine cristianos hacen una buena labor y valoran bien las películas desde el punto de vista de la apertura al misterio de Dios: estoy pensando en Juan Orellana o Jerónimo José Martín, por ejem­plo.

Otra cosa es la realización de cine. El cine hoy es mundial, y cine católico la verdad es que se hace poco. Más bien en Italia, donde sí que es fuerte, y está vin­culado sobre todo a la RAI, donde se hacen historias sobre la Biblia, o vidas de santos. En España hay algún “francotirador”, como Cote­lo o Paco Arango (mejicano pero trabaja aquí). Pero son poco sig­nificativos teniendo en cuenta lo inmensa que es la industria cine­matográfica. Sin embargo hay que tener en cuenta que en el cine a veces lo más explícito no es siem­pre ni lo más popular, ni lo más evangelizador, ni lo más positivo. Y tampoco es necesario que los católicos hagan cine católico, sino inspirado en la referencia espi­ritual que permita a las personas hacerse los interrogantes últimos y abrirse al misterio de Dios. A veces ocurre que hay directores que no son católicos y que hacen grandes películas, como sucedió con El gran silencio, El festín de Babette, o De dioses y hombres. Así como directores que manifies­tan en sus películas un trasfondo de preocupación cristiana, como Scorsese o Eastwood.

-¿Qué película le ha sorprendi­do últimamente?

-No me pasa mucho esto, por­que cuando voy a ver una película ya he leído mucho sobre ella. Pero por ejemplo El árbol de la vida fue una gratísima sorpresa. Tiene una concentración de elementos de gran valor. Películas actuales como Gravity tiene también ele­mentos religiosos, o incluso en las de Spiderman se encierran claves cristianas.

-¿Qué es lo que muestra el cine hoy, en comparación con el de hace 20 años, por ejemplo?

-El cine es un reflejo cultural y tecnológico. Eso es lo primero que se deja ver, pues asistimos a un gran cambio total en esos pla­nos. El cine digital y por ordena­dor ha cambiado ya y cambiará brutalmente el cine, aunque no afecta demasiado a los argumen­tos. Sin embargo es difícil hablar de tendencias cuando hoy hay tanto cine y tan plural: está el cine americano, el indie, el europeo… pero también el cine musulmán, el perseguido en Asia, el indepen­diente… Si tuviera que hablar de algún valor confluyente en una buena parte, hablaría de cierto pesimismo antropológico, que no sólo afecta al cine, sino que es una marca general de nuestros días.

-Díganos cuál es la última gran película que ha visto sobre Dios.

-Sin lugar a dudas, El árbol de la vida. Creo que será la película de estos años. Se trata de una pelícu­la muy completa, quizá un poco pretenciosa porque trata muchos temas, pero enormemente inte­resante. Quizá no se había hecho nunca en el cine algo así, con se­mejante densidad de significado.

 (Esta hora – iglesiadeasturias.org)

Fuente:: SIC

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Aragón Peregrinacion_PilarTodas las Diócesis de Aragón peregrinan al Pilar de Zaragoza, con motivo del Año de la Fe, el sábado 16 de noviembre. El primer acto que se realizará será la oración “Testimonio de los Mártires”, que se celebra, a las once de la mañana, en La Seo de Zaragoza. Una hora más tarde, al mediodía, se celebrará una Solemne Misa, en la Basílica del Pilar, para conmemorar la clausura del Año de la Fe.  

Se cumple una de las sugerencias de la misma Congregación para la Doctrina de la Fe cuando apunta que “durante este año será útil invitar a los fieles a dirigirse, con particular devoción a María, imagen de la Iglesia, que «reúne en sí y refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe». Por lo tanto, se debería alentar toda iniciativa que ayude a los fieles a reconocer el papel especial de María en el misterio de la salvación, a amarla filialmente y a imitar su fe y virtud. Para ello será muy conveniente organizar peregrinaciones, celebraciones y reuniones en los principales Santuarios”.

Programa

10:30h. Acogida en la Casa de la Iglesia

11:00h. Catedral de La Seo: “La fe profesada”

12:00h. Basílica del Pilar: Eucaristía “La fe celebrada”

16:00h. Basílica del Pilar: Concierto y envío. “La Fe vivida”

Fuente:: SIC

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Acción Católica GeneralEl Seminario Metropolitano de Oviedo albergará, los próximos 9 y 10 de noviembre, la Asamblea general diocesana de la Acción Católica en Asturias

Se trata de un encuentro anual, que habitualmente tiene lugar a principios de curso y que marca el trabajo de lo que se va a llegar a cabo durante el resto del año.

El presidente de la Acción Católica en Asturias, Víctor Martínez, explica que en esta ocasión, “a través de nuestro consiliario, Jorge Luis Fernández Cuesta, trataremos a fondo el Plan Pastoral diocesano y la manera en que desde la Acción Católica podemos llevarlo a cabo en la diócesis. También se reflexionará sobre los objetivos que se marcaron en la Asamblea nacional, que tuvo lugar este verano y que estuvieron relacionados en función de cuatro dimensiones: espiritualidad, misión, organización y formación”.

Fuente:: SIC

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Un río de esperanzaMons.  Jesús Sanz  Era un río de vida, con verdaderas chispas de alegría que revoltosas ponían el color de esperanza por doquier. Muchas familias. Con niños arracimados a sus padres, que se sorprendían de nuestra gozosa sorpresa al verlos pasar. Nunca había visto la Plaza de San Pedro tan repleta de alegría y de una esperanza que te permite asomarte a la vida con ojos llenos de luz. Pero también había matrimonios maduros que llevan ya escritos años de andadura, aquilatando el amor primero sin escepticismo, luchando en la vida complicada de cada día, y viendo a sus hijos crecer y madurar. No faltaban tampoco los abuelos, que desde su mirada serena y canosa, saben relativizar lo que es relativo mientras que indómitos no dejan de proponer lo que es verdadero, que vale la pena transmitir y conservar. Así estaba Roma cuando llegamos la Diócesis de Oviedo como peregrinos en el Año de la Fe. Coincidió con el encuentro de las familias del mundo a las que nos sumamos también nosotros como familia de Dios que peregrina en Asturias.

La vigilia de oración nos acercó el testimonio precioso que parte de la vida. La pequeña Federica, a sus siete años con coletas, le contó al Papa cómo le gustaba cocinar galletitas, ayudar a mamá en casa y a rezar las oraciones por todos, también por la Iglesia y el mundo. La plegaria inocente que llega al corazón de Dios. Novios que decidieron vivir su noviazgo en cristiano, sin trampas, sin rebajas, sin atajos, aprendiendo lo que significa la fidelidad que está abierta a la vida que Dios da, que sabe de ternura enamorada y de respeto, y que será para siempre: con salud o enfermedad, en la alegría o la pena, todos los días de la vida. Una joven pareja nos hablaba de sus dificultades económicas al tener trabajo incierto y no saber cómo pagarán el alquiler de la casa, pero que iban adelante porque estaban fundamentados en Dios en Quien habían puesto su confianza. No faltaron los padres y los abuelos que dieron también su precioso testimonio desde la aventura cotidiana de hacer sencillamente lo que tienen que hacer ayudándose mutuamente bajo la mirada bondadosa del buen Dios.

La Misa del día siguiente, con el icono de la familia de Nazaret, transcurrió en ese mismo clima de alegría y oración, con una Plaza de San Pedro llena hasta las banderas. Nos dijo el Papa que una familia cristiana es la que reza junta las oraciones que hemos aprendido desde pequeños, e hizo hincapié en el rezo del rosario en familia; pero también la que conserva la fe en medio de los avatares en donde ésta se vive entre la bonanza o la persecución; finalmente, la familia cristiana sabe testimoniar esa fe a través de la alegría, precisamente en medio de un mundo que parece haber perdido el encanto de la esperanza.

De allí nos fuimos a Asís, que siempre es una cita con un cristiano íntegro, de una pieza, como lo fue San Francisco. En este santo Dios recordó una palabra que siempre tendemos a olvidar o a traicionar: la fraternidad. Francisco es un recordatorio vivo de que somos hermanos por nuestra común condición de hijos de Dios. La experiencia personal de un Francisco buscador, supuso el encuentro con aquel Dios que se hizo encontradizo. Desde la vivencia de la misericordia del Señor él se hizo hermano misericordioso de los más necesitados, para hacer con ellos lo que con él había hecho Dios.

De nuevo en el quehacer cotidiano, pidiendo la gracia de saber ser testigos de lo que Dios nos ha concedido en esta peregrinación tras renovar nuestra fe bautismal junto a la tumba de Pedro y como San Francisco ser instrumentos de Paz y hacedores de Bien.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

Arzobispo de Oviedo

Fuente:: Mons. Jesús Sanz

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Mons. Antonio AlgoraMons. Antonio Algora    En muchas ocasiones sale a la luz el individualismo como un auténtico cáncer de la convivencia social y en nuestros ambientes católicos llamamos a la generosidad de cada persona para atender necesidades ajenas siendo caritativos y aportando no sólo nuestros bienes sino también nuestro tiempo y nuestras personas. Sin embargo, vemos cómo todo nuestro esfuerzo e inversión en recursos humanos y materiales muy meritorio, sin duda, se quedan en lo que podíamos llamar «cuidados paliativos» de una sociedad enferma donde el «Bien Común» se queda en unos logros muy parciales: la paz y la defensa, la tutela de los derechos humanos, la libertad, la suma de los bienes materiales del individuo o el bienestar económico. Realidades todas muy importantes pero incompletas en sí mismas que vemos no resuelven los problemas de fondo de nuestra sociedad.

Por eso, debemos recoger aquí la definición del Concilio Vaticano II: «El bien común es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección».

La ponencia del Dr. DAmbrosio de la Universidad Gregoriana de Roma hace dos consideraciones: Por una parte, señala el carácter dinámico del Bien Común, pues no es algo que soñamos en conseguir y, una vez conseguido, todos podamos vivir tranquilos en esa situación, sino que «significa insertar la comunidad política en un proceso de crecimiento continuo», exige de todos nosotros el compromiso por una constante perfección, sabiendo que, si nuestra dignidad de personas queda estancada, no estaremos desarrollando todas nuestras potencialidades al servicio de ese crecimiento del “Bien Común”.

Por otra parte, el bien común así concebido, coloca a la persona y a la sociedad (grupos) como dos elementos que han de desarrollarse unidos. «Quedando firme que el bien de la “polis” (ciudad-lo público-la sociedad) es más grande que el de cada uno de sus miembros, el bien de la persona está en línea sustancial con el de la comunidad y viceversa. Las raras oposiciones entre los dos bienes no deben nunca llevar a negar un bien con menoscabo de otro, sino que deben ser armonizados y jerarquizados en orden a un bien final y superior» (Prof. DAmbrosio).

Los católicos hemos de ofrecer a la sociedad de nuestro tiempo una visión de las cosas que se aleja de la concepción utilitarista del Bien Común, como suma de los bienes individuales. Cuántas veces oímos que «la mejor política es la que procura la mayor felicidad para el mayor número de personas; la peor es aquella que, de modo semejante, genera la miseria. El bien común no es la simple suma de los intereses particulares, sino que implica su valoración y composición hecha en base a una equilibrada jerarquía de valores. El bien común exige también una exacta comprensión de la dignidad y de los derechos de la persona y de su vínculo ontológico con la comunidad, en razón de su vocación política» (Ibid).

Ante los excesivos casos de corrupción, decimos que debe haber ciudadanos, políticos, empresarios, trabajadores, etc., honrados y todo se arreglaría, pero como escasean… «si somos católicos y como tales capaces de comprender que la política tiene como fin último el bien común, el cual justamente porque común no es sólo de una parte, deberíamos pensar que es necesario estar todos dispuestos, sin prejuicios, a hacer algún sacrificio en orden a aquel bien. Sí, sabemos que el bien común es tal que, en una determinada circunstancia, puede exigirnos grandes sacrificios». ¿Estamos dispuestos a ello?

Vuestro obispo,

† Antonio Algora

Obsipo de Ciudad Real

Fuente:: Mons. Antonio Algora

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Mons. Salvador Gimenez VallsMons. Salvador Giménez    Muchos de vosotros ya tenéis noticia, desde principios de este mes, de que los obispos españoles están convocados por el papa Francisco a realizar la Visita ad Limina durante los últimos días del mes de febrero y primeros de marzo del próximo año. Para ello estamos preparando los responsables de las distintas áreas pastorales un informe escrito con todas las actividades que nuestra diócesis ha desarrollado desde que se efectuó la última Visita en el año 2005.

Algunos me han preguntado sobre la naturaleza de esta Visita y me siento en la obligación de explicar a todos con mucha brevedad los pormenores de este acontecimiento para pedir, ya desde ahora, oraciones a cada uno en particular y a las promovidas en comunidad. Cuando un cristiano considera que lo ocurrido a su alrededor o en su interior es importante, lo lleva siempre a la oración. Para este obispo el hecho de la Visita tiene un gran relieve personal y ministerial y solicita el apoyo de todos los diocesanos. Ya os agradezco de modo anticipado la colaboración.

La visita “ad limina Apostolorum” por parte de todos los obispos tiene un significado preciso: el fortalecimiento de su responsabilidad de sucesores de los Apóstoles y de la comunión jerárquica con el sucesor de Pedro y la referencia, en la visita a Roma, a las tumbas de los santos Pedro y Pablo, pastores y columnas de la Iglesia Romana. En dicha visita el Pastor Supremo recibe a los Pastores de las Iglesias particulares y trata con ellos cuestiones concernientes a su misión eclesial.

Ese encuentro tiende a consolidar la unidad, fundada sobre la misma fe, esperanza y caridad y a dar a conocer mejor y a apreciar el inmenso patrimonio de valores espirituales y morales que toda la Iglesia, en comunión con el Obispo de Roma, ha difundido por todo el mundo. Las modalidades y frecuencia de tales encuentros pueden variar a lo largo de los siglos pero su sentido esencial permanece siempre el mismo.

En un mundo que se unifica y que las cuestiones globales se tornan cercanas y nos afectan de un modo directo, parece indispensable promover y favorecer una continua comunicación entre las Iglesias particulares y la Sede Apostólica con un intercambio de informaciones y una real cooperación de las solicitudes pastorales acerca de problemas, experiencias, sufrimientos, orientaciones y proyectos de trabajo y de vida.

Los momentos principales de este tiempo previo a la Visita son: la preparación espiritual, la preparación y envío de la relación quinquenal o informe sobre la situación de la diócesis y los contactos con el Representante Pontificio. Cada uno tiene su función asignada para el mejor desarrollo de la Visita pero a todos nos corresponde la unión de corazones en la oración para que nuestra Iglesia aparezca con claridad como “signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de unidad del género humano”.

+ Salvador Giménez Valls

Obsipo de Menorca

Fuente:: Mons. Salvador Giménez Valls

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Cartagena Lorca PlanesMons. José Manuel Lorca    ¿Me quieres decir, Zaqueo, qué te ha pasado? ¿Por qué corres a la desesperada, como un loco, y vas hacia la multitud, si nunca te han gustado los jaleos de la calle? Has sido un hombre de tu casa; tu profesión te ha llevado a esconderte de todos, porque decías que te miraban con recelo, ¿me oyes, Zaqueo? Nada, ni caso, ¿qué llevará este hombre en la cabeza? Lo veo distraído, inquieto… Mejor dejarle, ya se calmará el pequeño recaudador de impuestos.

Pensativo, decidí sentarme en la plaza, a la sombra de la higuera, por cierto, no había otra mejor en todo Jericó por sus ricos y apreciados frutos, delicia de propios y extraños. Estando debajo de la higuera vi, a lo lejos, a mi amigo Zaqueo dando brincos de alegría. Algo le había pasado, de veras, porque no era normal el comportamiento de este hombre. La verdad es que estaba revuelto todo Jericó, que mucha gente iba de un lado para otro. “¡Zaqueo!”, le llamé a gritos, y vino como una flecha. Sin respirar, sin dejarme tiempo para preguntarle, me abrazaba y saltaba al mismo tiempo, lleno de risas y lágrimas, por lo feliz que se sentía. Se logró calmar, después de haber bebido agua de la fuente y, conteniendo su emoción, me dice: “¡He visto a Jesús, el de Nazaret, y me ha dicho que viene a comer a casa! ¡Fíjate bien, con la ilusión que tenía yo de conocerlo, aunque hubiera sido de lejos, y lo voy a tener en mi casa! Había oído tantas cosas de Él que, cuando me enteré que estaba aquí, salí corriendo, como un camello a galope, y me subí a un árbol para verle mejor. Si le hubieras visto la cara a los que murmuraban contra mí, diciendo que soy pecador; a los que se reían de mí por ser pequeño o por mi oficio… ¡Qué susto tenía! Pero Jesús dijo, con autoridad: “Voy a comer a tu casa”, y se callaron todos”. Después, sin dejarme hablar aún, se despidió de mí, porque iba a prepararlo todo.

Al día siguiente nos vimos en la puerta de la sinagoga y no parecía el mismo, por su serenidad, ahora no esquivaba la mirada, lucía una desconocida sonrisa, que nunca había usado. Me abrió su corazón y me dijo: “Amigo, he encontrado lo que andaba buscando desde niño, la paz del corazón. Después de haber comido con Jesús me he dado cuenta que pierdo el tiempo acumulando cosas. Jesús me ha hablado de lo esencial, así que he visto que me sobra todo lo que tengo para ser feliz y he decidido dar la mitad de mis bienes a los pobres, la otra mitad será para restaurar todo lo que he cobrado de más, devolveré cuatro veces más de lo que cobré”. No salía yo de mi asombro, pero al ver que estaba hablando muy en serio, decidí seguir escuchándole. “Hoy he conocido a Dios – me seguía diciendo Zaqueo – hoy he conocido como el Señor cerraba los ojos a mis pecados, no me los echaba en cara; me reprendía para que me arrepintiera, para que volviera mi vista a Él. Hoy he entendido todo lo que me amaba Dios, nunca me ha odiado, porque si me hubiera odiado no me habría creado y, sin embargo, me dio la vida y me fue corrigiendo poco a poco, hasta que ha puesto a Jesús delante de mis ojos y me he rendido a Él. Su mirada, su dulzura, su acogida a mí, pecador, han sido tan determinantes que no puedo mirar atrás, porque mi vida es estar con Él. Hoy ha entrado la Salvación a mi casa y no la voy a cambiar por nada. Amigo, si aprecias tu vida, ábrele la puerta de tu casa a Jesús, déjale que se siente a comer contigo y escucha su Palabra, entonces conocerás la Salvación”.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

Fuente:: Mons. José Manuel Lorca

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Mons. Santiago García AracilMons. Santiago García Aracil     Toda la vida de la Virgen María podría sintetizarse así: tuvo fe en la palabra de Dios y la siguió con fidelidad. Desde que el ángel le anunció que sería madre hasta el día de la resurrección de Cristo María ejercitó la fe heroicamente. A la llamada de Dios dio una respuesta afirmativa, personal, libre y generosa: “Se haga en mí según tu palabra” (Lc. 1,38), y esta fue la consigna que dio sentido a toda su vida.

Cuando utilizaba esa imagen, quizá María pensaba en las palabras del salmo: “Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos fijos en el Señor, esperando su misericordia”. Ella esperaba confiadamente en la misericordia de Dios, ha escuchado su palabra y la ha puesto en práctica. “Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”, dirá Jesús a alguien que estaba alabando a su madre.

Después del anuncio se puso en camino a la casa de Isabel que necesitaba sus cuidados; y así, una vez más, la madre se hace sierva y su prima le dirá “Bienaventurada la que ha creído” (Lc.1,45). Solo la fe nos hace felices. “En su vida, María ha realizado la peregrinación de la fe, siguiendo a su Hijo… y está íntimamente asociada, por su unión con Cristo a lo que creemos” (LD.50-59) Es modelo de creyentes y, por tanto, de los discípulos y seguidores de Jesús. Al lado de Juan, discípulo predilecto del Señor, expresa su fidelidad inquebrantable a los pies del Crucificado, manifestando su entrega y amor. Es aquí donde culmina su fidelidad al “si” de la anunciación. Cuando en otros pudo más el miedo que la fe, Ella estaba junto a su hijo agonizante como la mujer fuerte que no desfallece porque su amor es más fuerte que el dolor. La fe ilumina siempre el
sufrimiento.

Siguió a Jesús y se mantuvo en pie hasta el final porque había descubierto, con profunda fe y esperanza, que aquella vida entregada desembocaría en resurrección y sería fuente de salvación para muchos hombres y mujeres que a lo largo de la historia serían seguidores de Jesús.

La fidelidad de alguien a una persona o a una causa en la que se cree no se manifiesta tanto cuando se da un camino de rosas sino en los trances más duros. Desde esta unión estrecha con su Hijo, vencedor de la muerte, Salvador de los hombres, confesamos a María glorificada con él, protectora nuestra, madre de aquellos a quienes su Hijo se ha dignado llamar hermanos y los que desde la cruz le entregó para que los recibiera como
sus hijos. Desde la cruz “su maternidad se extenderá a todos los discípulos de su hijo.

También estará presente en el Cenáculo, después de la resurrección y de la ascensión, para implorar el don del Espíritu con los Apóstoles” (LD.59).

El Año de la Fe en nuestras Diócesis

Siguiendo las indicaciones del Papa Benedicto XVI, en su Carta Apostólica “Porta Fidei”, con la que convocaba el Año de la Fe que daba comienzo el 11 de Octubre de 2012 y concluirá el 24 de Noviembre de 2013, en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, las Tres Diócesis de la Provincia Eclesiástica de Mérida- Badajoz hemos trabajado denodadamente para hacer llegar a todos nuestros fieles la Palabra de Dios, con más intensidad si fuera posible que hasta entonces venía aconteciendo. Hemos promovido actos de todo tipo con jóvenes, con mayores, con las cofradías, con las asociaciones religiosas. Se han realizado Peregrinaciones y aún se van a realizar más antes de concluir ésta extraordinaria efemérides. Pero, aparte todo esto, y siguiendo las
directrices que el Papa Benedicto XVI, que recoge en su Carta Apostólica antes citada, invitamos a todos los fieles a leer el Catecismo de la Iglesia Católica porque supondrá encontrar un verdadero instrumento de apoyo a la fe. También hacemos un llamamiento para que en este Año de la Fe, realicemos el ejercicio de la caridad de forma más intensa, porque son indisolubles, en la evangelización, la fe profesada y el servicio a los
sufrientes, ya que la fe actúa por la caridad (Gal 5,6). Sin la caridad sería imposible el anuncio evangelizador de la Iglesia. Vivamos inseparablemente las virtudes teologales (Fe, esperanza y caridad) ya que no podemos transmitir la fe sin el servicio de la caridad, al que nos conduce la esperanza, máxime en los tiempos que nos toca vivir que provocan que tantos hermanos nuestros estén carentes de lo indispensable para poder
subsistir. El Papa Francisco nos alienta a una Iglesia pobre y al servicio de los
empobrecidos.

Clausura del Año de la Fe

Hemos elegido Guadalupe para la Clausura del Año de la Fe de las Tres Diócesis de la Provincia Eclesiástica de Mérida Badajoz, porque es el lugar, el Real Monasterio de Guadalupe, donde se encuentra la Patrona de Extremadura. Hasta allí llegaremos para postrarnos a sus pies y darle gracias por todos los beneficios espirituales concedidos a lo largo de este Año de la Fe y por todas las ayudas, de toda Índole, que Nuestra Sra. de Guadalupe ha tenido a bien otorgamos. Os convocamos a todos a estar el 30 Noviembre próximo en Guadalupe. Allí, todos los extremeños de buena fe tenemos una ineludible cita ante nuestra Patrona la Virgen de Guadalupe. Será un encuentro festivo y, a la vez, todo el pueblo de Dios, familias, jóvenes, parroquias, cofradías, movimientos, asociaciones abierto a todos aquellos que quieren, una y otra vez, confesar su fe en el
Padre de las Misericordias, en el Hijo de Corazón Abierto y en el Espíritu Santo “Señor y dador de vida”. Con María, mujer de fe, os convocamos a todos para expresar, como Iglesia, “una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre”.

Provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz, Año de la Fe, octubre, 2013
______________________________________________
+ Santiago García Aracil, Arzobispo de Mérida-Badajoz
+ Amadeo Rodríguez Magro, Obispo de Plasencia
+ Francisco Cerro Chaves, Obispo de Coria-Cáceres

Fuente:: Mons. Santiago García Aracil

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