Ponencia de Patricio de NvascuésLa tercera jornada del Congreso Internacional de Osio de Córdoba ha contado con la presencia junto de Carlos Alberto de Pinho Moreira, Delegado del Pontificio Consejo para la Cultura, quien ha agradecido la invitación en nombre de esta institución, con motivo del patrocinio del Congreso que se está celebrando en paralelo a diversos actos para conmemorar el 1700 aniversario del Edicto de Milán. El Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, ha estado también presente durante la jornada del Congreso.

 La primera intervención ha estado a cargo de Patricio de Navascués, del Instituto Patrístico Agustiniano de Roma, y ha versado sobre el significado de la presencia del Obispo cordobés en el concilio de Sárdica el cual ha definido desde el punto de vista teológico como “un intento fallido”. En definitiva, Navascués ha incidido en que el papel que jugó Osio en este concilio fue el de “exponer la fórmula de fe nicena para que permanezca firme” frente a posibles fórmulas alternativas. Asimismo, el profesor ha destacado la disposición de Osio para “recordar, mantener y conservar la profesión de fe católica del símbolo niceno”.

José Ramón Villar Saldaña, catedrático de Teología dogmática en la Facultad de Teología de Navarra, ha sido el encargado de impartir la segunda conferencia de este día, titulada “La comunión eclesial y la Iglesia de Roma”. En su intervención, el ponente ha ido desgranando los principales acontecimientos del Concilio de Sárdica, entre ellos, el Sínodo de Tiro, la celebración del Sínodo romano o la carta de Julio I. Además, ha hecho un repaso por los cánones y las Cartas sinodales del Concilio.

Centrándose en los cánones de Sárdica y el Obispo de Roma, José Ramón Villar ha explicado que en ese periodo “las decisiones sinodales eran irreformables cuando las confirmaba la Sede romana, pero eran revisables por otro sínodo, si así lo juzgaba el Obispo de Roma”. Y en este sentido, ha ampliado que “Sárdica fue uno de los momentos de la Iglesia en el que se reconoció, de forma casi fáctica, la importancia de la función de Roma para la comunión eclesial”. Ha concluido resaltando que el caso de Sárdica reflejaba un momento histórico de reconocimiento: “Reflejaba la “sustancia de la fe” sobre el servicio de la Iglesia romana en la comunión eclesial en virtud del legado de Pedro, pero según una “formulación” germinal. Además, es una de las primeras etapas en la explicitación progresiva del primado y relevante por un motivo ecuménico como fue las relaciones con las Iglesias Orientales”.

Finalmente, ha cerrado la jornada de mañana Mons. Patrick Descourtieux, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y profesor en el Instituto patrístico Augustinianum de Roma. Bajo el título “Osio y los emperadores”, el ponente se ha centrado en la relación que el obispo de Córdoba tuvo no sólo con Constantino, sino también con Constante y su hermano Constancio. Para ello, ha indagado en una de las cartas de Constantino donde se demuestra que éste tenía confianza plena en Osio y que tras su muerte, el obispo se vinculó a Constante y Constancio para trabajar también con la autoridad civil.

Esta tarde, a las 16:00h., continuará la sesión Andrés Sáez Gutierrez, profesor en la Universidad San Dámaso de Madrid y dedicado a la investigación de la teología patrística a propósito de la cual, y a pesar de su juventud, cuenta con publicaciones notorias. En su intervención, titulada “Los acontecimientos de Sirmio”, abordará uno de los temas más espinosos y conflictivos, los acontecimientos y las secuelas del Concilio de Sirmio del 357.

 (Diócesis de Córdoba)

Fuente:: SIC

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Ciudad del Vaticano, 30 octubre 2013 (VIS).- El Consejo Ecuménico de las Iglesias de Ginebra (WCC) celebrará, del 30 de octubre al 8 de noviembre, su décima Asamblea General en Busan, en la República de Corea del Sur, con el tema: “Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz”.
 
La Asamblea, considerada el órgano de gestión más importante de la WCC, se convoca cada 7 años y a pesar de que la Iglesia Católica no es miembro, mantiene una colaboración con este organismo, participando en la búsqueda teológica de la Comisión Fe y Constitución sobre las principales cuestiones que dividen aun a los cristianos en el campo de la eclesiología y sobre todo a través de un “Grupo Mixto de Trabajo” que coordina las diferentes actividades e iniciativas comunes. Debido a ello, una delegación católica será presente en Busan en calidad de observadora.
 
Con este motivo el Santo Padre ha enviado un mensaje al Cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en el que expresa su deseo de que esta Asamblea “ayude a consolidar el compromiso de todos los seguidores de Cristo a la intensificación de la oración y la colaboración al servicio del Evangelio y al bien integral de nuestra familia humana”.
 
El mundo globalizado en el que vivimos -escribe- nos exige un testimonio común de la dignidad que Dios ha dado a todos los seres humanos y la efectiva promoción de las condiciones culturales, sociales y jurídicas que permiten a los individuos y a las comunidades crecer en libertad. Que se apoye la misión de la familia como un “pilar” fundamental de la sociedad, que se asegure una educación integral para los jóvenes, y se garantice a todos el libre ejercicio de la libertad religiosa. Fieles al Evangelio, y en respuesta a las urgentes necesidades actuales, estamos llamados a llegar a aquellos que se encuentran en las periferias existenciales de nuestras sociedades, y a mostrar una particular solidaridad con nuestros hermanos y hermanas más vulnerables: los pobres, los discapacitados, los no nacidos, los enfermos, los inmigrantes y refugiados , las personas mayores y los jóvenes que carecen de empleo”.

El Santo Padre concluye el mensaje manifestando el deseo de que la Asamblea General “contribuya a dar un nuevo impulso de vitalidad y de perspectiva a todos los que están comprometidos con la causa sagrada de la unidad cristiana, fieles a la voluntad del Señor para su Iglesia y abiertos a las inspiraciones del Espíritu Santo”.

Fuente:: News.va

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1_0_741975El encuentro semanal del Papa con los miles de fieles y peregrinos reunidos hoy miércoles 30 de octubre en la Plaza de San Pedro, estuvo marcado por la catequesis del Papa Francisco dedicada a la “comunión de los santos”: una gran familia, nos recordó el Pontífice, donde todos los miembros se ayudan y se sostienen entre sí. El Obispo de Roma insistió asimismo en que la “comunión de los santos”, gracias a la Resurrección de Cristo, establece un vínculo profundo e indisoluble entre los que peregrinan en la tierra, las almas del Purgatorio y los que gozan de la bienaventuranza celeste, en la que “nos unimos como Iglesia, que encuentra en la oración de intercesión la forma más alta de solidaridad”. (RC-RV)

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero hablar sobre una realidad muy bella de nuestra fe: “la comunión de los santos”. Esto significa comunión entre las personas santas. Existe una comunión de vida entre nosotros los que creemos en Cristo y nos hemos incorporado a Él por el Bautismo. La relación entre Jesús y el Padre es el modelo de este fuego de amor. Y la “comunión de los santos” es una gran familia. Todos nosotros somos familia, una familia donde todos procuramos ayudarnos y sostenernos entre nosotros. Podemos hacernos esta pregunta: ¿Sabemos compartir las incertezas de nuestro camino de fe buscando la ayuda de la oración y del consuelo espiritual? ¿Escuchamos y ayudamos a los que los nos piden está ayuda? Esta unión, comunión –“comunión” significa “unión común”, todos en familia unidos-, gracias a la Resurrección de Cristo, establece un vínculo indisoluble entre los que peregrinan en la tierra, las almas del Purgatorio y los que ya están en el cielo, y nos unimos ayudándonos unos a otros.

Saludos

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, El Salvador, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a redescubrir la belleza de la fe en esta unión común de todos los santos. Una realidad que nos concierne mientras somos peregrinos en el tiempo, y en la cual, con la gracia de Dios, vamos a vivir para siempre en el cielo. Muchas gracias.

 

Fuente:: SIC

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1_0_741987El Obispo de Roma culminó su audiencia general de hoy miércoles 30 de octubre, reiterando su preocupación y cercanía por el sufrimiento de la querida nación iraquí. El Papa Francisco invitó a rezar para que cese la trágica y constante violencia, se impulse la reconciliación y se afiance la paz:

«Al final de la audiencia saludaré a una Delegación de Superintendencias iraquíes, con representantes de los diversos grupos religiosos, que constituyen la riqueza del país, acompañada por el cardenal Tauran, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Los invito a rezar por la querida nación de iraquí, lamentablemente golpeada cotidianamente por trágicos episodios de violencia, para que pueda encontrar el camino de la reconciliación, la paz, la unidad y la estabilidad».

La Delegación de Superintendencias iraquíes chiíta y sunita, cristiana, yacidita y sabea del Ministerio para los Asuntos Religiosos de la República de Iraq, mencionada por el Papa Francisco ha estado participando en una importante reunión organizada por el Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Card. Jean-Louis Tauran. Se trata de la primera reunión con estas características y con el fin de emprender una colaboración entre el mismo dicasterio vaticano y las comunidades religiosas iraquíes, y con la perspectiva de instituir un Comité permanente de diálogo.

Un Comunicado del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso destacó que en la reunión, que culmina con el encuentro con el Santo Padre y que comenzó en el Vaticano este martes, se reflexionó sobre la situación actual de las comunidades religiosas en la República de Iraq y del diálogo entre ellas. Se trata de la primera importante reunión que se propone ofrecer una oportunidad para profundizar el entendimiento mutuo y para evaluar las perspectivas de un mayor diálogo. (CdM – RV)

Audiencia General

El encuentro semanal del Papa Francisco con los miles de fieles y peregrinos en la Plaza de San Pedro estuvo marcado por la catequesis de Francisco dedicada a la “comunión de los santos”: una gran familia, nos recordó el Pontífice, donde todos los miembros se ayudan y se sostienen entre sí. El Obispo de Roma insistió asimismo en que la “comunión de los santos”, gracias a la Resurrección de Cristo, establece un vínculo profundo e indisoluble entre los que peregrinan en la tierra, las almas del Purgatorio y los que gozan de la bienaventuranza celeste, en la que “nos unimos como Iglesia, que encuentra en la oración de intercesión la forma más alta de solidaridad”. (RC-RV)

Fuente:: SIC

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Cáritas fronterasCáritas Internationalis y el Servicio Jesuita para los Refugiados(JRS) manifiestan que los Gobiernos deben hacer más, ofreciendo soluciones legales para que los refugiados y las personas migrantes pueden viajar con seguridad.

En una nota hecha pública en Roma el pasado viernes, 25 de octubre, ambas organizaciones de Iglesia aseguran que el reciente naufragio que supuso la muerte de 366 inmigrantes en las costas de la isla italiana de Lampedusa revela el fracaso de la política de inmigración de la Unión Europea.

Este incidente no es un caso aislado de otros en los que las personas migrantes son maltratadas, explotadas y agredidas como consecuencia de un enfoque negativo de las migraciones por parte de los Gobiernos de todo el mundo.

Los habitantes de Lampedusa y la Diócesis de Agrigento actuaron para salvar las vidas de aquellos que lo necesitaban: sus acciones deben inspirar a nuestros Gobiernos a seguir su ejemplo.

Caritas y el JRS quieren expresar que los refugiados y las personas migrantes tienen derecho a una vida digna.

En ese sentido, ambas organizaciones instan a los líderes religiosos y políticos, a los Gobiernos, a las organizaciones internacionales y de las Naciones Unidas a:

-Reconocer que las personas tienen derecho a migrar y que no son delincuentes.

-Intensificar los esfuerzos para salvar a la gente en el mar. El nuevo reglamento de la UE para el control de fronteras, Eurosur, debe asegurar la búsqueda y rescate eficaz de las personas migrantes. No se puede condenar a los capitanes de buques que rescatan a las personas migrantes como si fueran delincuentes.

-Los países de origen tienen el deber de cuidar y proveer de oportunidades a sus ciudadanos. Deben invertir más recursos en la reducción de la pobreza mediante la educación, mejorando las infraestructuras y el buen gobierno mediante políticas adecuadas.

-La comunidad internacional debería aumentar los presupuestos de ayuda para el desarrollo humano, con el fin de impulsar las oportunidades de las personas en sus países de origen.

-Promover la migración como una oportunidad de desarrollo para todos. Las investigaciones demuestran que las personas migrantes contribuyen más a las sociedades de acogida que los presupuestos públicos se gastan en ellos.

-Abrir canales para la migración regular laboral, incluida la de los trabajadores poco cualificados.

-Proporcionar una protección eficaz y soluciones de accesibilidad para las personas que huyen de la violencia y de agresiones a los derechos humanos, al mismo tiempo que se  invierte en medidas de consolidación de la paz.

-Abolir la detención indiscriminada de personas que buscan protección, así como su criminalización al denominarlos migrantes ilegales. Reducir el uso del internamiento de las personas migrantes aplicando otras alternativas.

-Proteger los derechos de las personas migrantes y refugiadas, de acuerdo a los compromisos adquiridos con la firma de los tratados y convenciones de derechos humanos.

-Perseguir de forma efectiva a las redes criminales que explotan, torturan y ponen en riesgo la vida de las personas migrantes para su beneficio personal.

-Trabajar con las organizaciones de la sociedad civil que acompañan y asisten a las personas migrantes.

Las personas refugiadas y solicitantes de asilo que sobreviven a la travesía tienen que enfrentarse a un largo proceso para obtener una protección eficaz. Tras su llegada a Lampedusa o a otro lugar de las costas italianas, los refugiados son olvidados y se vuelven invisibles en las ciudades europeas.

El Centro Astalli (JRS Italia) acompaña y apoya a los refugiados urbanos en toda Italia.

Caritas Italiana, por su parte, planea establecer un centro en Lampedusa, que se convierta en un símbolo internacional de la trágica pérdida de vidas de las personas migrantes y que, mediante el estudio y monitoreo de los movimientos que se producen en el Mediterráneo y en otras partes del mundo, sea testigo de los migrantes que mueren en su viaje.

Caritas Internationalis es la organización humanitaria y agencia oficial para el desarrollo de la Iglesia católica.

El Servicio Jesuita a Refugiados es una organización católica internacional cuya misión es acompañar, servir y defender los intereses de los refugiados y otras personas desplazadas por la fuerza.

Ambos acercan las voces de las personas migrantes y refugiadas a los foros mundiales sobre migración y desarrollo. También apoyan medidas como el asesoramiento previo a la partida, la acogida, los servicios de integración, el asesoramiento legal y social.

Fuente:: SIC

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Mons. Jaume PujolMons. Jaume Pujol    He dejado pasar unos días para considerar, con mayor perspectiva, lo que fue la gran ceremonia de beatificación de 522 mártires que acogió Tarragona el 13 de octubre. Aunque al día siguiente ya di las gracias a todos, en una rueda de prensa, deseo hacerlo ahora nuevamente.

En primer lugar, a los familiares de los propios mártires. Ellos guardaron durante décadas el recuerdo emocionado de los suyos y fueron los primeros que les rezaron, convencidos de que, a ejemplo de Jesucristo,  entregaron su vida por amor. Muchos, en estos días, me han hablado de sus parientes, y me han hecho compartir sus sentimientos cuando oyeron pronunciar sus nombres al comienzo de la ceremonia.

Quiero dar las gracias también al Papa por su bellísimo mensaje, del que nos quedarán palabras inolvidables expresadas con su estilo inconfundible: “No existe el amor por entregas, el amor en porciones”. Y también: “Imploremos la intercesión de los mártires para ser cristianos concretos (…) no cristianos barnizados de cristianismo”.

Mi gratitud como arzobispo de Tarragona no tendría fin si quisiera abarcar a todos, desde el cardenal Amato y mis hermanos en el episcopado, hasta tantos sacerdotes y fieles llegados de todas partes. Y, por supuesto, a quienes hicieron posible el éxito de la ceremonia con su colaboración desde las instituciones y desde el voluntariado tan numeroso, desde la preparación de las especies eucarísticas y objetos litúrgicos, hasta las instalaciones materiales necesarias. El Papa, el cardenal Amato y el cardenal Rouco, hablaron de este fruto precioso de los mártires y del ejemplo que nos dieron para nuestra edificación espiritual.

No se me oculta que no todos los ciudadanos entendieron el sentido de la beatificación y así lo hicieron saber en un documento que me fue entregado y en otras manifestaciones. En algunos momentos se pide a la Iglesia que pida perdón. Lo ha hecho en repetidas ocasiones, y yo mismo lo he pedido y pido ahora a quienes han podido sentirse maltratados.

Como escribí en la Carta Pastoral y repetí en la homilía de las solemnes Vísperas celebradas en la Catedral, la glorificación de nuestros hermanos y hermanas no se hace en contra de nadie ni tampoco a favor de nadie. Los mártires son del Señor, pertenecen a la victoria del Señor, no a la de los hombres.

Cuando mañana (dije en aquella Vigilia) nuestros mártires sean beatificados en la liturgia dominical, nadie de nosotros experimentará ni un ápice de resentimiento hacia aquellos que los persiguieron. Ni tampoco la satisfacción de haber cumplido con un acto de justicia histórica, a la manera del mundo. ¿Cómo no vamos a perdonar si todos ellos murieron, a imitación del Señor, con palabras de perdón en sus labios? El primer fruto, diría, la primera gracia de los nuevos mártires, será la gracia del perdón y de la reconciliación.

Transcurridas tres semanas de la gran ceremonia, el balance que me gustaría que quedara es que, considerando el ejemplo de aquellos mártires, avancemos, de la mano de la Virgen María, en el amor total de Jesucristo y de todos nuestros hermanos de cualquier ideología.

+ Jaume Pujol Bacells

Arzobispo de Tarragona y primado

Fuente:: Mons. Jaume Pujol

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Mons. Gerardo MelgarMons. Gerardo Melgar    Queridos diocesanos:

Hoy quiero hablaros de una de las actividades principales del Obispo en el desarrollo de su misión episcopal: la Visita Pastoral. La Visita del Obispo a las distintas parroquias de la Diócesis es una de las principales tareas que se nos encomiendan como pastores de una Iglesia particular. Cada uno de los Obispos somos párrocos de todas las parroquias de la Diócesis; es lógico que, como no podemos atenderlas todas personalmente, tenemos al servicio de las mismas a un sacerdote que nos representa y las sirve pastoralmente.

Para conocer directamente la marcha de las mismas, las necesidades que tienen y para animar a los cristianos a vivir su fe, los Obispos realizamos cada cierto tiempo una visita como pastores, la Visita pastoral; ésta es un acontecimiento especial de gracia para las distintas comunidades que la reciben. En los próximos meses de noviembre y diciembre realizaré la Visita a la Unidad de Acción Pastoral de El Burgo de Osma-Retortillo. Como siempre, recorreré junto a sus sacerdotes cada una de las comunidades, por pequeñas que sean, para tener contacto directo con sus feligreses y para animarles a renovar y vivir su fe.

La Visita Pastoral reviste una importancia grande en la vida de fe de cada comunidad parroquial y de cada cristiano en particular; en ella encuentran ayuda para vivir más conscientemente su fe, para expresar de manera clara su “ser Iglesia”, para renovar su identidad cristiana y su vida de fe.

El Obispo, lo sabemos bien, visita las comunidades parroquiales como pastor, como maestro y como sacerdote:

1. Como pastor: trataré de reproducir y actualizar en las comunidades la memoria y la imagen del Buen Pastor. Quiero conocer de cerca la vida, los problemas, las alegrías y esperanzas, las distintas situaciones en las que viven los fieles que forman el rebaño que me ha sido encomendado por Jesucristo. Por otra parte, por medio de la Visita, tengo oportunidad de comunicarme con los fieles y los fieles conmigo; por eso, es un momento precioso para que pueda ejercer mi oficio de padre y pastor demostrando un amor especial por los más pobres y necesitados, por los ancianos y los enfermos, por los más necesitados de ayuda y de ánimo.

2. Como maestro: a través de la predicación y de la Palabra haré presente a Cristo y su mensaje; voy a animar a vivir la fe a pesar de las dificultades que podamos sentir; quiero seguir animando a que seamos fieles a la doctrina de los apóstoles viviendo la fe en comunión con la fe de toda la Iglesia. Quiero ir para confirmar y confortar en la fe, para ayudar a que hagamos una renovación de nuestros compromisos creyentes en el momento actual de tal manera que podamos ser testigos auténticos de Jesucristo en medio del mundo y en las circunstancias en las que nos encontremos.

3. Como sacerdote: ejerceré el sacerdocio de Cristo a través de la celebración de los Sacramentos, especialmente de la Eucaristía que es la fuente y el origen de toda la acción pastoral del Obispo.

Ante el acontecimiento de gracia que es la Visita Pastoral ¿qué hacer? Pienso que son tres las actitudes que pide la Visita del Obispo a la comunidad y a cada uno de los cristianos:

1. La Oración por el Obispo, por todos los cristianos y por los frutos de la Visita.

2. La revisión de nuestra vida cristiana para descubrir lo que hemos descuidado y cuáles son los aspectos que tendremos que esforzarnos en revitalizar de la fe.

3. La buena acogida de la persona del Obispo (porque quiero ir en el nombre del Señor) así como la asistencia a los actos que con tal motivo tengan lugar.

Por mi parte, queridos hermanos, quiero que el centro de la Visita sean las personas, los fieles. Una vez terminada deberemos adoptar compromisos con aquello que el Obispo haya querido inculcar o remarcar, tratando de hacerlo realidad en nosotros y en la comunidad.

Pidamos al Señor por este acontecimiento de gracia, especialmente para la UAP de El Burgo de Osma-Retortillo, para que se obtengan los frutos deseados por Dios.

Vuestro Obispo,

+Gerardo Melgar

Obispo de Osma-Soria

Fuente:: Mons. Gerardo Melgar

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Segovia Obispo Ángel RubioMons. Ángel Rubio     La Iglesia entera nunca puede perder de vista a su Redentor que vive en el seno de Dios. Toda la Iglesia espera el último día cuando el Señor ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y aparezca la verdad plena de todas las cosas. A primera vista, todo esto puede parecer una evasión de los problemas de nuestro tiempo. Pero en realidad no es así. Recordemos las palabras del Concilio Vaticano II «La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (LG 1). Toda la realidad de la Iglesia está en Cristo glorificado y esa glorificación es la que busca toda la Iglesia. Por eso nuestra Iglesia se llama “Iglesia peregrina”, porque va “andando” hacia la patria definitiva.

Este es precisamente el motivo por el que la Iglesia no puede apegarse a ninguna forma de este mundo. Ella está “de paso”. Camina hacia la eternidad. Por eso todo el progreso técnico ha de estar en consonancia con el Reino eterno y para eso ha de prestar un servicio en la realización de la persona humana que es la que hay que salvar.

No se trata solamente de un consuelo de ultratumba, sino del desarrollo pleno de la actual existencia terrestre. Por eso cada cristiano ha de ser un “signo”, un reflejo de la realidad del Reino de Dios. Todos debemos vivir en continua espera. Somos ya hijos de Dios, pero todavía no hemos comparecido ante Cristo en la gloria. A pesar de nuestra cualidad de hijos habitamos provisionalmente una tierra extranjera. La Iglesia tiene dos vidas, una en el tiempo y otra en la eternidad.

Este “ya sí” y “aún no”, que es característico de la Iglesia peregrinante, la hace vivir en espera. «La Iglesia espera a Cristo como una esposa espera a su esposo. Aparentemente está viuda, privada de la presencia de su esposo, pero sabe que éste vive y aguarda con una firme esperanza. Está en vela» (Henry). No estamos lanzados hacía un muro contra el cual iría a estrellarse nuestra existencia. Hay un escape y una salida aunque nosotros seamos incapaces de representarnos el paisaje que se extiende al otro lado.

El mundo, en que vivimos, en el que venimos a la luz y en el que morimos, no tiene en sí mismo la vida eterna, ni siquiera es capaz de dársela al hombre. La vida eterna está solamente en Dios y viene de Dios. La vida eterna es una perspectiva del hombre solamente en el mundo que tiene su comienzo en Dios. Este es precisamente el mundo “creado” del que habla el Símbolo Apostólico desde las primeras palabras: «Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra».

Se comprende, pues, cómo estamos en una incesante tensión hacia el futuro. Y pararnos en el camino sería arrojarnos a la muerte. La vigilancia es indispensable, dispuesta siempre al combate del que no podemos escapar.

Los santos que habitan en la gloria, al igual que la cabeza del Cuerpo —Cristo único mediador— nos estimulan con su ejemplo e interceden por nosotros. En ellos veneramos el fruto definitivo de la vocación a la santidad que ha pasado a través de tantas familias en la tierra.             Esta familia vive de la plenitud divina de la verdad y del amor, gozando eternamente de la íntima unión con Dios en el misterio de la comunión de los santos.

+ Ángel Rubio Castro

Obispo de Segovia

 

Fuente:: Mons. Ángel Rubio Castro

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Mons. Bernardo AlvarezMons. Bernardo Álvarez      El 17 de noviembre celebramos el “Día de la Iglesia Diocesana”. Se trata de una jornada anual para reavivar nuestra conciencia de que todos los católicos, por la fe y el bautismo, formamos la gran familia de los hijos de Dios que es la Iglesia. Todos los fieles católicos, de cualquier lugar del mundo donde se encuentren, pertenecen a la Iglesia una, santa, católica y apostólica, que está extendida por toda la Tierra y gobernada por el que es Vicario de Cristo y la Cabeza visible de la Iglesia Universal, en nuestro tiempo el Papa Francisco. Al mismo tiempo, dentro del conjunto de la Iglesia Universal, están las diócesis que son “una porción” del pueblo de Dios que se encomienda al Obispo para que cuide de los fieles a él encomendados, siempre en unión con el Papa y con todos los obispos que están en comunión con él.

La Iglesia, tanto en su carácter Universal como en cada una de las diócesis, tiene como misión principal llevar el Evangelio a todas las partes del mundo para que todos los hombres y mujeres tengan la posibilidad de conocer a Jesús  y creer en Él. La Iglesia está en el mundo para presentar (hacer presente) a la persona de Jesucristo y su mensaje de salvación que ilumina el camino de la vida, que trae esperanza y amor.

Ahora bien, cuando decimos “la Iglesia tiene la misión de”…, no debemos olvidar que la Iglesia somos todos. La Iglesia no son sólo el Papa, los obispos, los sacerdotes, las religiosas y religiosos. Todos ellos, aun siendo importantes para la vida de la Iglesia, no son sino una minoría, una parte muy pequeñita dentro del conjunto de los fieles creyentes en Cristo. Todos nosotros, por la fe y el bautismo, somos la Iglesia y, por tanto, tenemos el deber de participar activamente en su misión con todos los medios a nuestro alcance. Ante todo, con el testimonio personal de una vida auténticamente cristiana. Pero no basta el testimonio individual, es necesario colaborar en las diversas tareas apostólicas de la Iglesia (la predicación de la Palabra de Dios, las celebraciones de la fe, el ejercicio de la caridad con los más necesitados, la lucha por la justicia y la defensa de los derechos humanos fundamentales, etc.)

“La Iglesia con todos, al servicio de todos”. La Iglesia no existe para sí misma, ni sólo para cuidar a quienes ya formamos parte de ella, sino para servir a todos los hombres ofreciéndoles la salvación que nos trae Jesucristo, una salvación integral que abarca a todas las personas y a “toda la persona” (cuerpo y alma). La Iglesia no existe para alcanzar mayores cotas de poder o influencia social, sino para poner todo su patrimonio espiritual y material al servicio del bien de las personas y la creación de un mundo mejor para todos. Incluso su prestigio moral y la posible capacidad de influencia han de ser utilizados para el servicio de todos, especialmente de los que más sufren. Decía Pablo VI: “No es posible aceptar que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad” (Evangelii Nuntiandi, 31).

La misión de la Iglesia abarca toda la realidad humana, pero la mira desde su punto de vista, que es el punto de vista religioso, el punto de vista del Evangelio. Por eso, como repite constantemente el Papa Francisco, la Iglesia no es organización asistencial o una ONG piadosa, ni una gestora de servicios sociales, al estilo de las agencias de la ONU. Porque, como dice el Concilio Vaticano II: “La misión de la Iglesia, no es de orden político, económico o social. El fin que le asignó es de orden religioso. Pero precisamente de esta misma misión religiosa derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley de Dios” (Gaudium et spes, 42). La misión de la Iglesia es religiosa y, por lo mismo, plenamente humana. De ahí que, “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo…” (Gaudium et spes, 1).

Ante las calamidades del mundo actual, el Papa Francisco nos urge a no abandonar este camino de justicia, caridad y servicio a los más pobres, y nos llama a intensificarlo aún más. Por ahí tenemos que ir y en eso debemos implicarnos todos los católicos con nuestra prestación personal y con nuestra ayuda económica. Un verdadero cristiano no puede permanecer indiferente e insensible ante el sufrimiento ajeno. Por el contrario, está llamado a implicar su vida y sus bienes para aliviar el dolor y erradicar la injusticia que padecen millones de personas en todo el mundo.

No puede ser de otra forma, “la Iglesia está con todos, al servicio de todos”, también de quienes no pertenecen a ella. Esto, como nos recuerda el Papa Francisco, no lo hace la Iglesia por “proselitismo”, sino que es el testimonio de amor que brota de quienes han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir, con obras y palabras, el mensaje de salvación que el Señor les ha dado, ofreciéndolo gratuitamente, a fondo perdido, sin exigir contraprestación alguna. Por eso, y como expresión de amor desinteresado, “donde sea necesario, según las circunstancias de tiempo y de lugar, la misión de la Iglesia implica, también, la creación de obras al servicio de todos, particularmente de los necesitados, como son, por ejemplo, las obras de misericordia u otras semejantes” (Gaudium et spes, 42).

De todo esto tenemos abundantes testimonios en la Iglesia, aquí en nuestra Diócesis Nivariense y en todas las diócesis del mundo: los servicios de Cáritas, la labor social y asistencial de los religiosos y religiosas (asilos y casas de acogida para ancianos, los centros de día, las casas de atención a discapacitados…), la tarea educativa de los colegios religiosos y escuelas católicas, la atención a los enfermos en los hospitales y en sus casas. Realidades, detrás de las cuales está la colaboración constante de miles de fieles católicos, a los que no podemos menos que reconocer y agradecer su generosidad, al tiempo que les animamos a perseverar en este servicio e invitamos a todos a sumarse en el apoyo a todas las obras socio-caritativas de la Iglesia.

En fin, toda la activad de la Iglesia Diocesana, con el trabajo y la colaboración responsable de miles de personas, a través de las más de trescientas parroquias y otras instituciones de apostolado y socio-caritativas, son una evidencia palpable de que “la Iglesia está con todos, al servicio de todos”.Pero, no lo olvidemos, la vida de la Iglesia depende siempre —y hoy más que nunca— de que los fieles que cumplan con su deber de “ayudar a la Iglesia en sus necesidades”.

Por eso, al celebrar un año más el Día de la Iglesia Diocesana, y cuando es necesario avanzar hacia la autofinanciación, digo a todos y cada uno de los que se sienten católicos: tú eres miembro de la Iglesia y debes colaborar responsablemente en su sostenimiento económico. Cada cristiano, según su capacidad y posibilidades, debe participar  activamente en la vida y misión de la Iglesia. La aportación de cada uno es como una semilla que, unida a la de otros, crecerá y dará una cosecha abundante al servicio de todos.

 Demos gracias a Dios por ser miembros de su Iglesia, porque, junto con millones de hermanos en la fe, “somos en la Tierra semilla de otro reino, somos testimonio de amor. Paz para las guerras y luz entre las sombras, Iglesia peregrina de Dios”.

† Bernardo Álvarez Afonso

Obispo Nivariense

Fuente:: Mons. Bernardo Álvarez

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00000Durante este curso escolar 2013-2014, en la diócesis de Ciudad Rodrigoel número total de alumnos de Infantil, Primaria, ESO y Primero de Bachillerato que cursan religión es de 1581, es decir, el 62,20% de los alumnos de los colegios públicos. En conjunto, sumados los alumnos de los colegios públicos y concertados, el número de alumnos en la diócesis es de 2902, de los que 1933 asisten a clase de religión, es decir, el 66,61%.

Con los datos relativos al número de alumnos que asisten a clase de religión recabados por la Delegación de Enseñanza de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, se obtiene que por tramos de edades, el 82,31% de los alumnos de Infantil acude a clase de religión, la cifra se eleva hasta el 83,95% en el caso de los alumnos de Primaria, en ESO son el 35,26% los alumnos que cursan religión, y el 26,49% en el caso de Primero de Bachillerato.

Se podría decir que el número de alumnos que cursan religión se mantiene con respecto al curso anterior  si se tiene en cuenta que, en término generales, ha descendido en 127 el número de alumnos matriculados en los diferentes centros.

En concreto, en el curso precedente 2012-2013, el número total de alumnos de Infantil, Primaria, ESO y Primero de Bachillerato que cursaron religión fue de 1671, es decir, el 63,15% de los alumnos de los colegios públicos. En conjunto, sumados los alumnos de los colegios públicos y concertados, el número de alumnos en la diócesis fue de 3029, de los que 2034 asistieron a clase de religión, es decir, el 67,15%.

Fuente:: SIC

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