Cartagena Lorca PlanesMons. José Manuel Lorca     Si bien es verdad que en la semana pasada vimos como se centraba la Palabra en la necesidad de orar, hoy nos ayuda bajando a los detalles, al estilo y a la calidad de la oración. El punto de partida, y que salta a la vista, es lo que destaca la primera lectura, el equilibrio y justicia de Dios, que no hace acepción de personas y que atiende las peticiones de todos, pero que si existe una preferencia es por los más necesitados, los pobres y afligidos, cuyos gritos atraviesan las nubes. Con este planteamiento concluimos que la oración es muy eficaz cuando la hacemos desde la verdad y con humildad, no cuando es utilizada con planteamientos falsos o con intereses personales para sacar provecho, queriendo manejar a Dios.

En el trasfondo del Evangelio existen unas claras advertencias contra la doble vida y sobre los deseos de sobresalir con bellas fachadas, que nos disponen a la vigilancia. Se nos advierte del pecado de los fariseos que presumían de justos, buenos, honrados, pero en realidad ni eran justos, ni buenos, sólo estaban movidos por los hilos de la soberbia, no por la mano de Dios. La prueba de su pecado es que les llevaba a despreciar a los demás. Quien actúa así, acaba mal.

Repasemos detenidamente la parábola que pone el Señor, la del fariseo y el publicano. Los dos acuden a pedir a Dios en oración, pero con dos estilos diferentes. El fariseo va a presentarle sus méritos, sus virtudes, sus grandezas, sus derechos con desprecios hacia los demás, pero no pide nada. El publicano, con la mirada baja, se presenta humilde, porque no se cree digno y le pide misericordia, porque se siente pecador. Ved el juicio de Dios en el acto de la oración: mientras que la oración del fariseo no sirve para nada, la del publicano alcanza la compasión y la misericordia. Sería bueno que sacáramos las consecuencias, que revisemos cuál es la actitud de nuestro corazón, la orientación de nuestra vida.

Que Dios os bendiga.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

 

Authors: Mons. José Manuel Lorca

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Gil_HellinMons.  Francisco Gil Hellín    En una reciente entrevista al director de un periódico italiano decía el Papa Francisco: “Los más graves males que afligen al mundo en estos años son: la desocupación de los jóvenes y la soledad en la que son abandonados los viejos. Los viejos necesitan cuidado, compañía; los jóvenes, trabajo y esperanza, pero no tienen ni lo uno ni lo otro, y el problema es que no lo encuentran más. Están aplastados por el presente. Dígame usted: ¿se puede vivir aplastado por el presente? ¿Es posible continuar así?” Y concluía: “Esto, creo es el problema más urgente que la Iglesia tiene delante”.

No es la primera vez que el Papa se refiere a esta angustiosa situación que toca a incontables jóvenes y ancianos. Sin ir más lejos, sobre la tragedia del paro juvenil volvió en su visita a Lampedusa, en la cual denunció con voz de profeta la terrible realidad en que se encuentran tantísimos emigrantes y refugiados.

Quizás haya sido el viaje a Río de Janeiro, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, donde el Papa ha puesto el dedo en la llaga con más fuerza y clarividencia. Allí, dirigiéndose a muchos miles de jóvenes argentinos desplazados para acompañarle, les dijo: “Esta civilización mundial se pasó de rosca, porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero, que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son la promesa de los pueblos: los ancianos y los jóvenes”.

Esto tiene plena vigencia en Europa donde se cuentan por millones los jóvenes que no encuentran trabajo o lo encuentran de forma absolutamente precaria; y, donde el problema de los ancianos es particularmente agudo. Algunos Parlamentos ya han levantado sus voces contra el gasto que supone la atención a los ancianos. Naciones como Bélgica tienen ya el dos por ciento de la población muriendo por la eutanasia, y se está luchando para ampliar la capacidad de provocar la muerte desde la niñez hasta la ancianidad. En Francia, el presidente Hollande parece dispuesto a reformar la ponderada ley Leonetti, de 2005, sobre el fin de la vida.

Reflexionando sobre éstos y otros fenómenos de Europa me viene a la mente pensar si habrá alguna potencia económica, cultural o política –o todo ello juntamente- que esté empeñada en hundir a Europa, donde el cristianismo ha arraigado y penetrado profundamente en la cultura, mostrando con hechos las altísimas cotas a las que se puede llegar en literatura, arquitectura, pintura, música, libertad, reconocimiento de la dignidad de la persona si se pone a Dios en el centro de la vida familiar, profesional y social. Cada día se hacen más fuertes mis dudas en ese sentido, al comprobar la agresividad con que actúan algunos y la pasividad que adoptan quienes deberían reaccionar ante estos elementos disolventes. Hasta tal punto que me pregunto: ¿Tendrán estos tales las manos atadas por fuerzas invisibles pero poderosísimas, que buscan destruir los cimientos de la sociedad occidental e implantar unos modelos de convivencia en los que los individuos estén cada vez más narcotizados, cultural y moralmente, y, por ello, sean cada vez más manipulables y fáciles de manejar?

Ante esta situación nada más estéril que lamentarse y arrugarse. Me parece que la única postura digna y eficaz es la que indican estas palabras del Papa en Río: “Jóvenes: tenéis que salir a luchar por los valores; ancianos, abrid la boca y enseñadnos, trasmitidnos la sabiduría de los pueblos. Sabed que, en este momento, los jóvenes y los ancianos están condenados al mismo destino: la exclusión. No os dejéis excluir”.

Jesucristo dio a los cristianos la misión de ser “luz del mundo y sal de la tierra”. Ser cristiano no es una broma. Es, más bien, un desafío apasionante: ser fermento en una masa informe y convertirla en pan tierno y sabroso.

+Francisco Gil Hellín

Arzobispo de Burgos

 

Authors: Mons. Francisco Gil Hellín

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Las familias del mundo por las familias de Siria: Campaña humanitaria de la Santa Sede

Ciudad del Vaticano (Sábado, 26-10-2013, Gaudium Press) Un esfuerzo de solidaridad y apoyo por parte de las familias católicas de todo el mundo a las familias que sufren las terribles consecuencias de la guerra en Siria fue emprendido por el Pontificio Consejo para la Familia en colaboración con Cáritas, organizaciones no gubernamentales y órdenes religiosas.

La campaña fue ideada con motivo de la Peregrinación de las Familias a la Tumba de Pedro con el Papa Francisco que se celebra este 26 y 27 de octubre y beneficiará según el Dicasterio a unas 5400 familias durante un año.

Las familias que se unan a la iniciativa aportarán fondos para ofrecer «ayuda humanitaria, alimentos y asistencia médico-sanitaria a los enfermos, niños y ancianos, a través de centros de distribución (en Damasco, Alepo, Homs, Región del litoral, Jazira, Horan) y para el alojamiento temporal de familias desplazadas», anunció el Pontificio Consejo el pasado 24 de octubre.

El primer aporte fue dado por Cáritas Italia, que ofreció 200 mil euros a esta causa, y se fijó una meta de al menos 1.200.000 euros en total. para recolectar este dinero se habilitó un número telefónico en Italia para donar un euro a través de un mensaje de teléfono o dos euros a través de una llamada, una cuenta bancaria para la recepción de donaciones mayores y la posibilidad de donaciones a través de Internet en la página web Caritasitaliana.it.

La presentación oficial de la iniciativa estuvo a cargo de Mons Vincenzo paglia, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, El P. Francesco Soddu, Director de Cáritas Italiana y el Dr. Paolo Beccegato, Responsable del Área internacional de Caritas Italiana.

Con información del Pontificio Consejo para la Familia.

 

Fuente:: Gaudium Press

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El nuevo Secretario de Estado, Mons. Pietro Parolin, se recupera satisfactoriamente tras cirugía

Ciudad del Vaticano (Sábado, 26-10-2013, Gaudium Press) Mons. Pietro Parolin, nuevo Secretario de Estado en la Santa Sede, se recupera satisfactoriamente de la cirugía que le impidió asistir a la toma de posesión de su cargo el pasado 15 de octubre. Según informó el pasado 25 de octubre el director de la Sala de Prensa del Vaticano, P. Federico Lombardi, se esperaba que Mons Parolin fuera dado de alta el día del anuncio, por cuanto ya debe estar guardando un período de reposo adicional para asumir plenamente sus funciones. «Hoy será dado de alta. Todo ha ido bien», manifestó el P. Lombardi.

«El arzobispo permanecerá en la región del Véneto durante un período de reposo y convalecencia, para que pueda asumir plenamente restablecido sus nuevas responsabilidades», afirmó el portavoz en un comunicado difundido a través del Servicio Informativo Vaticano. «Monseñor Parolin – con quien he hablado directamente – ha expresado su gratitud al Papa, sobre todo, por su comprensión, atención y cercanía, y también a todos los que han estado cerca o han rezado por él. Espera poder asumir lo antes posible las nuevas responsabilidades que el Papa le ha confiado».

El equipo médico que atendió al Secretario de Estado en la ciudad de Padua, Italia, ofreció un reporte positivo sobre la salud del prelado, según el informativo Mattino di Padova, citado por Vatican Insider. Mons. Parolin «llegó a Padua después de que, tras los exámenes de diagnóstico se encontraron algunas anomalías», afirmó el medio de comunicación. Según los profesionales se detectó una pequeña lesión «cerca de la vesícula biliar y del páncreas», que ya fue eliminada a través de la cirugía.

El informativo también anunció que Mons. Parolin puede caminar hace ya varios días y recibe visitas, por cuanto se tiene «un optimismo generalizado» por la salud del Secretario de Estado.

Con información de Vatican information Service y Vatican Insider.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Los laicos en Estados Unidos celebran a sus sacerdotes el próximo domingo 27 de octubre

Washington (Sábado, 26-10-2013, Gaudium Press) Una llamativa jornada de oración y celebración se desarrollará el próximo 27 de octubre en Estados Unidos: Los laicos celebrarán el «Domingo del Sacerdocio» para destacar la labor de los presbíteros e interceder por su bienestar y el fruto espiritual de su ministerio. «Es un día para reflexionar sobre el sacerdocio y reafirmar el papel central del sacerdote dentro de la vida de la Iglesia», explica la presentación oficial de la iniciativa.

El evento es promovido por la organización laical Consejo Internacional Serra de Estados unidos, y promueve que sean los fieles laicos quienes dirijan las actividades en honor de sus sacerdotes. Los tres componentes sugeridos para la jornada son la oración, el diálogo y la celebración. «Los fieles laicos de todas las parroquias en el país, desarrollan su propia manera de celebrar ese día», proponen los organizadores, «honrando a los sacerdotes de sus parroquias tanto en Misa como en eventos parroquiales, así como celebraciones sociales y actividades escolares».

La organización sugiere que se realice una pequeña introducción antes de la celebración de la Eucaristía dominical para explicar el sentido de la fecha, añadir en lo posible intenciones especiales por los sacerdotes a la Oración de los Fieles y orar por los sacerdotes al final de la Eucaristía. También sugieren realizar una reunión informal de los fieles con sus párrocos y demás sacerdotes de su comunidad para escuchar a los presbíteros y conocer las formas en las que pueden colaborar más estrechamente en su apostolado.

Finalmente, los promotores sugieren diversas formas de celebrar festivamente a los sacerdotes, con una cena de cooperación, un pastel y un café compartidos en comunidad, un aviso en el Boletín Parroquial o el envío información sobre el apostolado de los sacerdotes a la prensa local. La guía de organización del Domingo del Sacerdocio está disponible en español en la página web de la iniciativa.

Con información de Priest Sunday y Agencia Zenit.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Confesémonos ante Dios sin miedo, pide el Papa Francisco
(RV).- (Con audio) Confesémonos ante Dios sin miedo, pide el Papa Francisco Tener el coraje ante el confesor de llamar a los pecados con su nombre, sin esconderlos. En su homilía de la Misa celebrada esta mañana en la Casa de Santa Marta, el Papa se centró en el Sacramento de la Reconciliación. Confesarse, dijo, es salir al encuentro del amor de Jesús con corazón sincero y con la transparencia de los niños, sin rechazar, sino acogiendo la “gracia de la vergüenza”, que nos hace percibir el perdón de Dios.
Para muchos creyentes adultos confesarse ante el sacerdote es uno esfuerzo insostenible – que induce con frecuencia a esquivar el Sacramento – o una pena tal que transforma un momento de verdad en un ejercicio de ficción. San Pablo, en su Carta a los Romanos – comentó el Papa – hace exactamente lo contrario: admite públicamente ante la comunidad que en “su carne no habita el bien”. Afirma que es un “esclavo” que no hace el bien que quiere, sino que realiza el mal que no quiere. Francisco observó que esto sucede en la vida de la fe porque “cuando quiero hacer el bien, el mal está junto a mí”:
“Y esta es la lucha de los cristianos. S nuestra lucha de todos los días. Y nosotros no siempre tenemos el coraje de hablar como habla Pablo de esta lucha. Buscamos siempre una vía de justificación: ‘Pero sí, somos todos pecadores’. Lo decimos así, ¿no? Esto lo dice dramáticamente: es nuestra lucha. Y si nosotros no reconocemos esto, jamás podemos tener el perdón de Dios. Porque si ser pecador es una palabra, un modo de decir, una manera de decir, no tenemos necesidad del perdón de Dios. Pero si es una realidad, que nos hace esclavos, tenemos necesidad de esta liberación interior del Señor, de esa fuerza. Pero más importante aquí es que para encontrar el camino de salida, Pablo confiesa a la comunidad su pecado, su tendencia al pecado. No la esconde”.

La confesión de los pecados hecha con humildad es “lo que la Iglesia pide a todos nosotros”, recordó el Papa, y citó también la invitación de Santiago: “Confiesen entre ustedes los pecados”. Pero “no – aclaró Francisco – para hacer publicidad”, sino “para dar gloria a Dios” y reconocer que “es Él quien me salva”. He aquí porqué, añadió el Santo Padre, para confesarse se va al hermano, “el hermano sacerdote”: es para comportarse como Pablo. Y sobre todo, subrayó, con la misma “concreción”:
Algunos dicen: “Ah, yo me confieso con Dios”. Pero es fácil, es como confesarte por e-mail, ¿no? Dios está allá, lejos, yo digo las cosas y no hay un cara a cara, no hay un a cuatro ojos. Pablo confiesa su debilidad a los hermanos cara a cara. Otros: “No, yo voy a confesarme”, pero se confiesan cosas tan etéreas, tan en el aire, que no tienen ninguna concreción. Y eso es lo mismo que no hacerlo. Confesar nuestros pecados no es ir a una sesión de psiquiatría, ni siquiera ir a una sala de tortura: es decir al Señor: “Señor soy pecador”, pero decirlo a través del hermano, para que este decir sea también concreto. “Y soy pecador por esto, por esto y por esto”.

Concreción, honradez y también – dijo el Papa Francisco – una sincera capacidad de avergonzarse de las propias equivocaciones: no hay sendas en sombra alternativas al camino que lleva al perdón de Dios, a percibir en lo profundo del corazón tu pecado y su amor. Y en este punto el Pontífice dijo que hay que imitar a los niños:
“Los pequeños tienen esa sabiduría: cuando un niño viene a confesarse, jamás dice una cosa general. “Pero, padre he hecho esto y he hecho esto a mi tía, al otro le he dicho esta palabra” y dicen la palabra. Son concretos, ¡eh! Tienen esa sencillez de la verdad. Y nosotros tenemos siempre la tendencia a esconder la realidad de nuestras miserias. Pero hay una cosa bella: cuando nosotros confesamos nuestros pecados como son ante la presencia de Dios, siempre sentimos esa gracia de la vergüenza. Avergonzarse ante Dios es una gracia. Es una gracia: “Yo me avergüenzo”. Pensemos en Pedro, cuando, después del milagro de Jesús en el lago dice: “Pero, Señor, aléjate de mí, yo soy pecador”. Se avergüenza de su pecado ante la santidad de Jesucristo”.

25 de octubre
(María Fernanda Bernasconi – RV).

Fuente:: News.va

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Aporte de la Iglesia católica al desarrollo humano, social y cultural en Guinea Ecuatorial
(RV).- (Con audio) Aporte de la Iglesia católica al desarrollo humano, social y cultural en Guinea Ecuatorial Esta mañana, 25 de octubre de 2013, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia al Presidente de la República de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, que luego mantuvo un encuentro con el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con Estados.
Un comunicado de Prensa de la Santa Sede, señala que «durante las cordiales conversaciones, se recordó la contribución positiva de la Iglesia Católica en favor del desarrollo humano, social y cultural del país, en particular en los campos de la educación y asistencial, así como la colaboración con el Estado para mejorar el nivel de vida de la población.
Al final de la visita, en la Sala de los Tratados del Palacio Apostólico Vaticano, el Presidente de la República de Guinea Ecuatorial y el secretario para las Relaciones con los Estados procedieron al intercambiado de los instrumentos de ratificación del Acuerdo entre la Santa Sede y la República de Guinea Ecuatorial sobre las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado, que se firmó en Mongomo, el 13 de octubre de 2012.
El acuerdo, que sella las buenas relaciones bilaterales existentes, reconoce la personalidad jurídica de la Iglesia y de sus Instituciones. También se refiere al matrimonio canónico, a los lugares de culto, a los centros de enseñanza, a la asistencia espiritual de los fieles católicos en los hospitales y en las cárceles. Con el solemne acto de hoy, el Acuerdo , que consta de 19 artículos y un Protocolo Adicional, entró en vigor en virtud del artículo 18.1 .»
(CdM – RV)

Fuente:: News.va

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“El episcopado es un servicio, no un honor”: el Papa Francisco ordenó en la Basílica de san Pedro a dos obispos
(RV).-(audio) “El episcopado es un servicio, no un honor”: el Papa Francisco ordenó en la Basílica de san Pedro a dos obispos “Amen a los presbíteros y a los diáconos, a los pobres y a los indefensos y velen con amor por todo el rebaño”. Son algunas de las exhortaciones dirigidas por el Papa Francisco durante la Santa Misa este jueves en la Basílica de San Pedro, durante la Ordenación Episcopal de Mons. Giampiero Gloder, Presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica y de Mons. Jean Marie Speich, Nuncio Apostólico en Ghana. El Santo Padre leyó el texto de la Homilía ritual, prevista en el Pontifical Romano para el rito de la ordenación episcopal, agregando espontáneamente algunas integraciones.
Papa: “Quieren predicar, con fidelidad y perseverancia, el Evangelio de Cristo?
Los elegidos: “Sí, lo quiero”.
Papa: “Quieren custodiar puro e integral el depósito de la fe?
Los elegidos: “Sí, lo quiero”.
Éstas y otras preguntas, dirigidas por el Obispo de Roma, en base a la antigua tradición de los santos padres, a los dos obispos ordenandos, fueron precedidas por la homilía. Los obispos, “custodios y dispensadores de los ministerios de Cristo” -dijo el Papa- son llamados a seguir el ejemplo del Buen Pastor y a servir al pueblo de Dios. Al obispo -dijo- “compete más el servir que el dominar”.
“Episcopado efectivamente es el nombre de un servicio, no de un honor. Siempre en servicio, siempre el servicio”.
Después de haber exhortado a anunciar la Palabra en toda ocasión, oportuna y no oportuna, el Papa Francisco recordó la centralidad de la oración:
“Un obispo que no reza es un obispo a mitad de camino. Y si no reza, el Señor termina en la mundanidad”.
El servicio alimentado por la palabra -agregó el Papa- debe ser orientado por el amor:
“Amen con amor de padre y de hermano a todos los que Dios les confía. Sobre todo amen a los presbíteros y a los diáconos. Son sus colaboradores, son los más cercanos de los cercanos para ustedes. Nunca hagan esperar a un presbítero, denles audiencia, respóndanles enseguida. Estén cercanos a ellos. Pero también amen a los pobres, a los indefensos y a todos aquellos que tienen necesidad de acogida y de ayuda. Presten particular atención a quienes no pertenecen al único redil de Cristo, porque ellos también les han sido confiados por el Señor. Recen mucho por ellos”.
Además de servir y de amar -concluyó el Santo Padre- los obispos están llamados a velar “por todo el rebaño”, en el nombre del Padre, de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo que da vida a la Iglesia.
ER RV

Fuente:: News.va

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Ciudad del Vaticano, 25 octubre 2013 (VIS).-”La familia es una comunidad de vida que tiene una consistencia autónoma…No es la suma de las personas que la constituyen, sino una comunidad de personas”, ha dicho Francisco -citando las palabras del beato Juan Pablo II en la encíclica “Familiaris consortio”- al recibir esta mañana a los participantes en la XXI asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Familia, en curso estos días en Roma.
 
La familia,ha proseguido el pontífice, es “el lugar donde se aprende a amar; el centro natural de la vida humana…Cada uno de nosotros construye su personalidad en la familia… allí se aprende el arte del diálogo y de la comunicación interpersonal”. Por eso “la comunidad-familia debe reconocerse como tal, todavía más en el día de hoy, cuando predomina la tutela de los derechos individuales”.
 
La familia se funda en el matrimonio. A través de un acto de amor libre y fiel, los esposos cristianos atestiguan que el matrimonio, en cuanto sacramento, es la base en la que se funda la familia y hace más sólida la unión de los cónyuges y su entrega recíproca…El amor conyugal y familiar también revela claramente la vocación de la persona de amar de forma única y para siempre y de que las pruebas, los sacrificios y las crisis de la pareja, como de la misma familia, representan pasajes para crecer en el bien en la verdad y la belleza…Es una experiencia de fe en Dios y de confianza recíproca, de libertad profunda, de santidad, porque la santidad presupone entregarse con fidelidad y sacrificio todos los días de la vida”.
 
El Santo Padre ha subrayado, a continuación, dos fases de la vida familiar: la infancia y la vejez, recordando que “ los niños y los ancianos son los dos polos de la vida y también los más vulnerables y, a menudo, los más olvidados. Una sociedad que abandona a los niños y margina a los ancianos arranca sus raíces y ensombrece su futuro. Cada vez que se abandona a un niño y se deja de lado a un anciano, no sólo se comete una injusticia, sino que se sanciona el fracaso de esa sociedad. Prestar atención a los pequeños y a los ancianos denota civilización”.
 
En ese sentido el Papa ha reconocido que se alegra de que el Pontificio Consejo haya acuñado una imagen nueva de la familia que representa la escena de la Presentación de Jesús en el templo, con María y José que llevan al Niño, para cumplir la Ley, y los dos ancianos, Simeón y Ana que, movidos por el Espíritu Santo, lo acogen como el Salvador y cuyo lema es: “De generación en generación se extiende su misericordia”.
 
La ‘buena nueva’ de la familia – ha concluido- es una parte muy importante de la evangelización, que los cristianos pueden comunicar a todos con el testimonio de sus vidas: ya lo hacen, es evidente en las sociedades secularizadas…Propongamos por tanto a todos, con respeto y valentía, la belleza del matrimonio y de la familia iluminados por el Evangelio. Y por eso nos acercamos con atención y afecto a las familias que atraviesan por dificultades, a las que se ven obligadas a dejar su tierra, que están divididas, que no tienen casa ni trabajo, o que sufren por tantos motivos; a los cónyuges en crisis y a los que están separados. Queremos estar cerca de todos”.

Fuente:: News.va

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Manila (Viernes, 25-10-2013, Gaudium Press) Así como pueblos de diversas partes del mundo, los católicos vietnamitas respondieron al apelo hecho por el Papa Francisco, durante el Ángelus de este último domingo 20, quien pidió que los fieles rezasen por las víctimas del terremoto que alcanzó las Filipinas.

El presidente de la Conferencia de los Obispos Vietnamitas, Mons. Paul Bui Van Doc, expresó su profunda tristeza en relación al desastre natural que afectó el país asiático, extendiendo sus condolencias y la solidaridad del pueblo de Vietnam a los sobrevivientes, en particular, a los que viven en las áreas de Bohol y Cebú.

En un mensaje enviado al Arzobispo de Cebú, Mons. José Palma, Mons. Bui Van Doc, en nombre de la Conferencia Episcopal de Vietnam y del pueblo vietnamita, manifestó su proximidad en la oración, invocando la protección de San Miguel Arcángel, para que las víctimas de la tragedia sean acogidas «en los brazos misericordiosos de nuestro Padre Celestial». Él también expresó su «tristeza» en razón de los daños causados en los lugares históricos e iglesias antiguas en las Filipinas.

Mientras tanto, la Secretaría Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia de los Obispos Católicos de las Filipinas (CBCP – NASSA) continúa ayudando a las víctimas del terremoto. Dos de sus equipos han trabajado arduamente en Bohol, verificando los daños y prestando servicios de emergencia. (LMI)

De la redacción, con informaciones Asia News.

Fuente:: Gaudium Press

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