El Papa Francisco ha nombrado secretario de Estado al arzobispo Pietro
Parolin. En la mañana de este sábado, 31 de agosto, el Pontífice dió a conocer
que había acogido la dimisión del cardenal Tarcisio Bertone —que desempeñaba el
cargo desde el 15 de septiembre de 2006—, pidiéndole permanecer a cargo hasta el
próximo 15 de octubre, cuando monseñor Parolin tomará posesión de su nuevo
puesto. En esa ocasión el Santo Padre recibirá en audiencia a los superiores y a
los oficiales de la Secretaría de Estado para agradecer al cardenal Bertone el
servicio prestado en estos
años
y presentar a su sucesor. El Papa Francisco también ha reconfirmado en sus
respectivos cargos al sustituto para los Asuntos generales, al secretario para
las Relaciones con los Estados, al prefecto de la Prefectura de la Casa
Pontificia, al asesor para los Asuntos generales y al subsecretario para las
Relaciones con los Estados.
De cincuenta y ocho años, originario de Schiavon, en el Vicentino, donde
nació el 17 de enero de 1955, monseñor Parolin tiene una larga experiencia en el
servicio diplomático de la Santa Sede, iniciado en 1986 en la representación
pontificia en Nigeria y proseguido en 1989 en la de México. Desde 1992 trabajó
en la Secretaría de Estado durante diecisiete años, de los cuales los últimos
siete como subsecretario para las relaciones con los Estados, antes de ser
enviado en 2009 a Venezuela como nuncio apostólico.
“En el momento en que se hace público el nombramiento como secretario de
Estado —ha manifestado el prelado en una declaración a la Oficina de prensa de
la Santa Sede— deseo expresar profunda y afectuosa gratitud al Santo Padre
Francisco, por la inmerecida confianza que está demostrando respecto a mi
persona, y manifestarle renovada voluntad y total disponibilidad para colaborar
con él y bajo su guía para la mayor gloria de Dios, el bien de la Santa Iglesia
y el progreso y la paz de la humanidad, a fin de que ella encuentre razones para
vivir y esperar”.
“Siento viva la gracia de esta llamada —prosigue el arzobispo—, que, una vez
más, constituye una sorpresa de Dios en mi vida y, sobre todo, siento toda su
responsabilidad, porque ella me encomienda una misión esforzada y exigente,
frente a la cual mis fuerzas son débiles y pobres mis capacidades. Por esto me
confío al amor misericordioso del Señor, del que nada ni nadie podrá jamás
separarnos, y a las oraciones de todos. A todos doy las gracias, desde ahora,
por la comprensión y por la ayuda que, en cualquier forma, me deseen prestar en
el desenvolvimiento del nuevo encargo”.
Monseñor Parolin recuerda con gratitud a “las personas que han sido parte de
mi vida en familia, en las parroquias donde nací y presté servicio, en la
querida diócesis de Vincenza, en Roma, en los países donde he trabajado,
Nigeria, México y, por último, Venezuela, que dejo con añoranza”. Y dirige un
pensamiento particular a “Benedicto XVI, quien me ordenó obispo, a la Secretaría
de Estado, que fue mi casa por muchos años, al eminentísimo cardenal Tarcisio
Bertone, a los demás superiores, a los colegas y a los colaboradores y a toda la
Curia Romana, a los representantes pontificios. A todos les soy ampliamente
deudor”.
“Me sitúo, con anhelo, pero también con confianza y serenidad, en este nuevo
servicio al Evangelio, a la Iglesia y al Papa Francisco, dispuesto —como él nos
ha pedido desde el inicio— a caminar, edificar-construir y confesar”, añade el
prelado, quien se encomienda a la Virgen, a quien invoca con los títulos de
Monte Berico, Guadalupe y Coromoto, pidiéndole “el valor de caminar en presencia
del Señor, con la Cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del
Señor, que se derramó en la Cruz; y de confesar la única gloria, a Cristo
crucificado. Y así la Iglesia irá adelante”.
Y concluye: “Como se dice en Venezuela: ¡Que Dios les bendiga!”.
Fuente:: News.va
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