Obispos en Siria y Oriente Medio piden ayuda internacional para el diálogo, pero no intervención militar

Oriente Medio (Miércoles, 28-08-2013, Gaudium Press) Varios Obispos de Siria y Oriente Medio han expresado su preocupación por la posibilidad de una intervención militar en el país en lugar de un proceso de búsqueda de alternativas pacíficas para el fin de la guerra. La solución, en palabras de Mons. Antoine Audo, Obispo de Alepo, una de las ciudades más afectadas por la violencia, sería «un auténtico diálogo entre las diferentes partes del conflicto, para encontrar una solución, pueda ser un primer paso para no utilizar las armas y actuar de manera que la gente pueda viajar, comunicarse, dialogar», explicó a Radio Vaticano. «Eso es lo que esperamos: una fuerza internacional que ayude a dialogar y no a hacer la guerra».

Las perspectivas negativas de una salida no concertada

Su opinión es compartida por el Patriarca siro-católico Youssef III Younan, quien expuso las consecuencias de poner fin a la confrontación por la vía de las armas. «En lugar de ayudar a las distintas partes en el conflicto para encontrar caminos de reconciliación e iniciar el diálogo para reformas basadas en un sistema pluralista de gobierno, estos poderes hasta ahora han armado a los rebeldes, incitado a la violencia e incluso envenenado más las relaciones entre sunitas y chiítas» denunció el Patriarca. «Occidente cree que con los sunitas en el Gobierno, la democracia reemplazará la dictadura, pero esto es una gran ilusión: cambiar el régimen por la fuerza, sin dar seguridad a los partidos de inspiración laica, desencadenará un conflicto peor que en Irak».

«La oposición a Assad está dividida, los diversos grupos luchan entre sí, hay una proliferación de milicias yihadistas… ¿Qué va a pasar con ese país después?», reflexionó por su parte el Patriarca de Babilonia de los Caldeos Louis Raphael I Sako desde Irak, en declaraciones a la agencia Fides. «10 años después de la intervención llamada ‘coalición de los voluntarios’ que derrocó a Saddam (Hussein), nuestro país sigue siendo golpeado por las bombas, los problemas de seguridad, la inestabilidad de la crisis económica».

En contra de las expectativas de dar un final rápido al conflicto, el riesgo es que la situación empeore aún más debido a la imposición armada. «Todos hablan de democracia y libertad, pero para llegar a esos objetivos hay que pasar por procesos históricos y no se puede pensar en imponerlos de forma mecánica o mucho menos con la fuerza», advirtió el Patriarca. «Son más de dos años que están diciendo que el régimen caerá», afirmó el Patriarca Youssef III Younan sobre la confiabilidad de las expectativas de Occidente: «esta es la mentira más grande que se dijo a las respectivas opiniones públicas o el peor error de cálculo que se ha hecho en la última década. El régimen sigue ahí, el país está destruido y más de 100 mil personas murieron».

Los cristianos siguen siendo lo más afectados

Según el P. Antranig Ayvazian, sacerdote armenio católico de Alta Mesopotamia que participó en el Meeting de Rimini, Italia, los intereses internacionales han sido el fomento de la violencia en el país, un lugar donde la civilidad era ejemplo para otros países. «Éramos libres. Aquí la laicidad estaba desde el principio: mezquitas e iglesias convivían en la ciudad. A los católicos se les enseña el catecismo financiándolo el Estado», expuso el sacerdote. «Judíos y musulmanes vienen a nuestras escuelas católicas, participan en los scouts, en la banda, vienen a los oratorios. Nadie en Siria te pregunta de qué religión eres. Hace poco me ha escrito una amiga musulmana alawita que quiere convertirse al cristianismo y casarse por la iglesia con un chico católico. Esto en Siria era posible. Hoy cada vez es más difícil».

En la Siria de hoy, tras dos años y medio de guerra y al borde de una intervención internacional, los cristianos han llevado la peor parte ante el crecimiento de los movimientos armados radicales. «Toda la población sufre, pero los cristianos en particular. Son víctimas del odio de una comunidad que cree defender la causa de Dios, incluso por la fuerza», denunció el Patriarca Youssef III Younan. «Hace dos meses, otro de nuestros sacerdotes, François Mourad, fue asesinado en el convento de Ghassanieh, en el noroeste de Siria, en la frontera con Turquía, por los terroristas de Jabhat Al-Nusrah. Otra masacre de unos veinte cristianos tuvo lugar hace diez días al oeste de Homs».

Intervención y riesgos para la paz mundial

Ante los llamados internacionales a una intervención armada motivada por el posible uso de armas químicas por parte del gobierno, el Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, Mons. Silvano Tomasi, pidió prudencia y permitir la comprobación de las acusaciones antes de tomar cualquier decisión al respecto. «No hay que acelerar un juicio sin tener las pruebas suficientes. La comunidad internacional, gracias a los observadores de las Naciones Unidas que ya están presentes en Siria, deberían hacer luz sobre esta nueva tragedia».

Mons. Tomasi agregó que hay motivos suficientes para dudar de las informaciones. «No se puede partir de un juicio previo, diciendo que éstos o aquéllos son los responsables. Tenemos que aclarar los hechos, también porque desde el punto de vista de los intereses inmediatos, sabemos que al gobierno Damasco no le convienen estos tipos de tragedias de las que será acusado directamente». El prelado también rechazó la conveniencia de la intervención armada en el país. «La experiencia de intervenciones armadas, similares en Oriente Medio, Irak, Afganistán, han demostrado que no han aportado ningún resultado constructivo. Queda válido el principio: con la guerra se pierde todo».

Las terribles consecuencias de la violencia pueden afectar no solamente a Siria, sino desestabilizar aún más la región y causar un grave riesgo a la paz mundial. «Una acción militar de las fuerzas de la OTAN o de EE.UU. no va a resolver los problemas de Siria. Sin embargo sí que podría dar lugar a la muerte de miles de sirios y a la rotura de Siria», explicó Mairead Maguire, líder de la organización no gubernamental «Peace People» y Premio Nobel de Paz en 1976 por su trabajo en Irlanda del Norte. «Esto significaría una mayor fuga de sirios a países vecinos y la desestabilización de todo Oriente Medio, dejando la zona en las garras de la violencia fuera de control», aseguró la experta en declaraciones a la agencia Fides.

Por su parte, Mons. Antoine Audo, Obispo de Alepo, invitó a no tomar una decisión apresuradamente en un asunto que afecta muchos intereses internacionales: «Si se produjera una intervención militar, esto supondría, en mi opinión, una guerra mundial. De nuevo existe este riesgo. La cosa no es tan fácil», alertó.

Con informaciones de Aleteia, AICA, Agencia Fides y Zenit.

 

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Arzobispo de Seúl, Corea del Sur, rechaza propuesta de legalizar la eutanasia en el país

Seúl – Roma (Miércoles, 28-07-2013, Gaudium Press) Mons. Andrew Yeom Soo-jung, Arzobispo de Seúl, Corea del Sur, rechazó con firmeza la propuesta de legalización de la eutanasia presentada al Parlamento surcoreano y que comenzó a ser discutida el pasado 27 de agosto. «Mi opinión sobre la eutanasia coincide con la de la Iglesia Católica: Estoy en contra. La muerte debería ser un proceso natural», declaró el Arzobispo, según informó la agencia Asia News. «Es inaceptable cesar los tratamientos necesarios y adelantar el momento de la muerte de manera artificial», agregó.

En su lugar, pidió al Estado garantizar el cuidado debido a los pacientes: «Hay condiciones prácticas que hay que disponer: el establecimiento de las instituciones y el sistema de Cuidados Paliativos, expansión de las infraestructuras, activación de los Comités de Ética en los hospitales, educación para el proveedor de servicios de salud, el mejoramiento de la percepción pública de la muerte, el apoyo económico a los pacientes agonizantes, entre otros», destacó Mons. Soo-jung. Sin esas condiciones previas, el debate corre el riesgo de «causar el efecto negativo de la aprobación del desprecio de la vida humana».

El prelado explicó la doctrina de la Iglesia sobre la materia, que rechaza tanto la administración de sustancias letales y la suspensión de tratamientos debidos como las terapias desproporcionadas. «Es injusto usar tratamientos médicos innecesarios o incluso dañinos en los pacientes. Si un tratamiento es «médicamente apropiado y necesario» es correcto continuarlo», explicó el Arzobispo. «De lo contrario, si el tratamiento es «inútil e innecesario», no está bien emplearlo. La doctrina católica a este respecto es muy clara».

«Un falso camino hacia la muerte acelerada»

Con este título, el diario de la Santa Sede, L’Osservatore Romano, publicó un análisis del informe del Comité Nacional de Ética de Francia sobre las muertes por eutanasia en el mundo. Los claros excesos y las consecuencias de las legislaciones permiten entender «por qué la comisión no ha llegado a reconocer a la persona que está muriendo un derecho a «tener acceso a un procedimiento médico que pretende acelerar la muerte». Según el informativo, los datos respaldan el temor sobre la apertura a esta práctica en las legislaciones.

La práctica de la eutanasia en Holanda, donde fue aceptada legalmente después de que su principal promotor convenciera en 1998 a un médico que le aplicara la eutanasia sin que padeciera enfermedad alguna (estaba «cansado de vivir», según argumentaba), ha aumentado notablemente. Entre el 2010 y 2012 se registró un incremento de casos de casi 18%, mientras la ley permite el asesinato de recién nacidos con malformaciones y el acceso a la eutanasia para niños desde los 12 años de edad. La ley retiró la obligación de consultar con un psiquiatra y admite «casos de urgencia» en los que no existe urgencia de ningún tipo.

En Bélgica aumentó en un 24% el número de pacientes neuropsiquiátricos muertos por eutanasia en 2 años y el número total de muertes aumentó de 429 en 2006 a 1133 en 2011. Ese año se realizó la primera eutanasia conjunta, cuando un hombre la solicitó a causa de un tumor terminal y su esposa pidió poner fin a su vida por el sufrimiento de su esposo y su avanzada edad. «¿Ante este panorama, qué papel tienen los cuidados paliativos?», preguntó el diario vaticano.

Precisamente en ese país se redujo a la mitad el número de especialistas en Cuidados Paliativos consultados en casos de solicitud de eutanasia. «Hay un riesgo de que los pacientes que podrían haber reencontrado el gusto por vivir no recibieran los cuidados a los cuales habrían tenido derecho», aseguró el informe francés. La mitad de las solicitudes de eutanasia se realizan a médicos no especialistas, un 40% a especialistas en cualquier área y sólo el 10% a los expertos en Cuidados Paliativos.

En Suiza, país que admite el «suicidio asistido» con la única limitación, difícil de comprobar, de que «el acto no se practique en función de un motivo egoísta», un 34% de personas que murieron de esta forma entre 2001 y 2004 no sufrían ninguna enfermedad mortal y muchas de ellas padecían trastornos psicológicos. En Oregon, Estados Unidos, estado donde es legal la eutanasia, un caso de 2008 demostró que el tratamiento del cáncer no es cubierto por el Plan de Salud, mientras que la eutanasia sí lo es.

L’Osservatore Romano concluye su análisis con una invitación a evaluar cuidadosamente los alcances de los cambios legislativos en la materia. «Hace falta promover una amplia reflexión sobre el tema del final de la vida: la esperanza es que la experiencia ajena ayude a otros a evitar los caminos equivocados que otros recorrieron».

Con información de Asia News y AICA.

 

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Redacción (Miércoles, 28-08-2013, Gaudium Press) Nació el 13 de noviembre del 354, en la pequeña ciudad de Tagaste, cerca de Madaura y de Hipona, en Numidia, actualmente Argelia. Sus padres eran de condición honesta; el padre, miembro del cuerpo municipal, se llamaba Patricio y su madre Mónica.

Tuvieron un gran cuidado en instruirlo en letras humanas y todos notaban en él un espíritu excelente y una disposición maravillosa para las ciencias. Después de haber caído enfermo en la infancia y en peligro de muerte, pidió el bautismo, siendo prontamente un catecúmeno, por la señal de la cruz y por la sal. Su madre, piadosa y fervorosa cristiana, dispuso todo para la ceremonia. Pero de repente mejoró y el bautismo fue aplazado.

Estudió primero en Madaura, gramática y retórica, hasta la edad de dieciséis años, cuando el padre lo hizo volver a Tagaste y allí se quedó un año, mientras se preparaban las cosas necesarias para que fuese a terminar sus estudios en Cartago; la pasión de mandar este hijo a estudiar obligaba al padre a grandes esfuerzos, pues su fortuna era mediocre.

Durante su estadio en Tagaste, el joven Agustín, ignorando los sabios consejos de su madre, empezó a dejarse llevar por los amores deshonestos, invitado por la pereza y por la complacencia de su padre, que todavía no era cristiano. Pero lo fue antes de la muerte, que ocurrió poco tiempo después. Agustín llegó a Cartago y se hundió cada vez más en el amor a las mujeres, que fomentó con espectáculos de teatros. No dejaba de pedir a Dios la castidad, pero, agrega, que no sea ahora. Entretanto caminaba con gran éxito en los estudios, que tenían por objeto llevarlo a cargos y al poder judicial, pues la elocuencia era entonces su camino.

Entre las obras de Cicerón, que él estudiaba, leyó el Hortensius, que era una exhortación a la filosofía. Él quedó encantado y comenzó, a la edad de diecinueve años, a despreciar las vanas esperanzas del mundo y a desear la sabiduría y los bienes inmortales. Fue el primer movimiento de su conversión.

La única cosa que le disgustaba de los filósofos es que en ellos no encontraba el nombre de Jesucristo, que había recibido con la leche de su madre y había causado una profunda impresión en su corazón. Quiso entonces leer las Sagradas Escrituras, pero la simplicidad del estilo le desagradó, pues estaba habituado a la elegancia de Cicerón. . Después cayó en manos de los maniqueos, que hablando solamente de Jesucristo, del Espíritu Santo y de la verdad, lo seducían con sus discursos pomposos y le dieron aversión por el Nuevo Testamento.

Mientras tanto, su madre, más afligida que si lo hubiese visto muerto, no quería comer con él; vino a ser consolada en un sueño: Ella estaba en un bosque y un joven resplandeciente venía a ella, sonriendo le preguntó la causa de sus penas; ella le respondió diciendo que lloraba la pérdida de su hijo. Mirad, dijo él, ¡está con usted! De hecho, lo vio a su lado, en el mismo lugar. Más tarde le contó a Agustín el sueño, quien le dijo: Vos veréis lo que yo soy. Pero ella respondió sin dudar: ¡No! Porque me dijeron: Tu estarás donde él está, pero él estará donde tú estás. Desde aquel momento, vivió y comió con él, como antes.

Se dirigió a un santo obispo y le rogó que hablase con su hijo. El Obispo le respondió: todavía es muy inquieto y está muy lleno de aquella herejía, que le es nueva. Dejadlo y contentaos con orad, él verá leyendo, cuál es su error. Yo que os hablo, en mi infancia, fui entregado a los maniqueos por mi madre, a quien habían seducido; no solamente leí, también transcribí casi todos sus libros y yo mismo me engañé. La madre no se contentó con esas palabras del santo obispo; llorando abundantemente, continuó insistiendo para que hablase con su hijo; el obispo respondió con cierto humor: Id, ¡es imposible que el hijo de tantas lágrimas se pierda! Lo que ella escuchó como un oráculo del cielo. Su hijo, todavía fue maniqueo por nueve años, desde los diecinueve hasta los veinte ocho.

Habiendo terminado los estudios, enseñó en su ciudad Tagaste, gramática y después retórica. Un arúspice se ofreció para hacerlo ganar el premio en una disputa de poesía, por medio de algunos sacrificios de animales; pero él rechazó con horror no queriendo tener alguna relación con los demonios. Sin embargo, no tenía ninguna dificultad en consultar astrólogos y leer sus libros. Pero fue disuadido por un sabio anciano llamado Vindiciano, médico famoso, que había reconocido por experiencia la vanidad de ese estudio. Agustín tenía un amigo cercano, que también se había hecho maniqueo, pues procuraba seducir a otros. El amigo cayó enfermo y estuvo mucho tiempo inconsciente: como se perdió la esperanza de salvarlo, le dieron el bautismo. Cuando volvió en sí, Agustín quería burlarse del bautismo que había recibido en aquel estado: pero el enfermo rechazó las palabras con horror y le dijo con inesperada libertad, que si quería ser su amigo, no debía nunca más hablar de aquel modo. Murió pocos días después, fiel a la gracia. Agustín, que lo quería como a sí mismo, quedó inconsolable con su muerte. Tenía más o menos veintiséis años, cuando escribió dos o tres libros: – La belleza y la Decencia – que no llegaron hasta nuestros días.

Encontró en ese tiempo, que bajo la máscara de piedad de los maniqueos, que se llamaban sanos y elegidos, se ocultaban las costumbres más depravadas. Cita varios escándalos públicos. Al mismo tiempo se comenzaba a disgustar con las leyendas que contaban, principalmente sobre el sistema del mundo, la naturaleza de los cuerpos y de los elementos. Tales conocimientos, decía, no son necesarios a la religión: es necesario no mentir y no jactarse de saber lo que no se sabe, especialmente cuando se quiere pasar como Manés, por ser guiado por el Espíritu Santo. Le gustaba mucho dar más razones que las que los matemáticos y filósofos daban de los eclipses, de los solsticios y del curso de los astros.

En aquel tiempo lo persuadieron para enseñar en Roma, donde los alumnos eran más razonables que en Cartago. Se embarcó en contra de la voluntad de su madre y la engañó bajo el pretexto de acompañar un amigo al puerto. Llegando a Roma, cayó enfermo de fiebre que lo llevó casi a la muerte, pero no pidió el bautismo. Vivía en casa de un maniqueo y continuaba frecuentándolos, preso por los lazos de amistad; ya no esperaba encontrar la verdad entre ellos y no se decidía a buscarla en la iglesia católica, pues tenía prevenciones contra tal doctrina. Comenzó entonces, a pensar que los filósofos académicos, que dudaban de todo, podrían ser los más sabios y reprendía al anfitrión de casa por su excesiva fe en las fábulas de los maniqueos. Entre tanto la ciudad de Milán pidió a Símaco, prefecto de Roma, un profesor de retórica y por el prestigio de los maniqueos, Agustín obtuvo el lugar, después de haber realizado la prueba de su capacidad con un discurso. Así vino a Milán, en el año 384, cuando tenía treinta años de edad.

San Ambrosio lo recibió con tanta bondad paternal, que comenzó a ganarle el corazón. Agustín escuchaba asiduamente los sermones, solamente por la belleza del estilo y para ver si su elocuencia correspondía a la fama que tenía. Estaba encantado con la suavidad del lenguaje, conocía la de Fausto, pero tenía menos gracia en la recitación. Al principio no prestaba atención a las cosas que decía San Ambrosio; pero cruelmente y sin cuidado, las cosas le entraban en su espíritu con las palabras y vio que la doctrina católica era al menos sustentable. Decidió entonces, de repente, dejar a los maniqueos y quedar en calidad de catecúmeno, en la Iglesia que sus padres le habían recomendado, a saber, en la Iglesia Católica, hasta que la verdad fuera vista más claramente.

Santa Mónica había llegado a él con tal fe, que pasando el mar consolaba a los marineros, incluso en los mayores peligros, por la seguridad que Dios le había dado que en breve estaría junto a su hijo. Cuando él le dijo que ya no era maniqueo, pero que todavía no era católico, ella no quedó admirada; le respondió tranquilamente que tenía la seguridad de verlo fiel católico antes de salir de esta vida. Sin embargo, continuaba con sus oraciones y escuchaba los sermones de San Ambrosio que ella amaba como a un ángel de Dios, sabiendo que había llevado a su hijo a aquel estado de duda, que debía ser la crisis del mal.

San Ambrosio amaba a su vez a Santa Mónica por la piedad y las buenas obras y muchas veces felicitaba a Agustín por tener aquella madre, pues toda su vida había sido virtuosa. Ella había nacido en una familia cristiana, donde tuvo buena educación. Había sido perfectamente dócil a su marido, incluso sufriendo malas conductas y malos tratos, con paciencia servía de ejemplo a otras mujeres y ella lo ganó para Dios, en el fin de su vida. Tenía un talento particular en reunir personas divididas. Después que enviudó, se entregó a las obras de caridad; daba grandes limosnas, servía a los pobres, nunca dejaba de llevar su oferta al altar, ni de ir dos veces a la iglesia, por la mañana y por la noche, para escuchar la palabra de Dios y hacer sus oraciones, que eran todo en su vida. Dios se comunicaba con ella por medio de visiones; sabía distinguir sueños y pensamientos naturales. Así eran Santa Mónica, con relación a San Agustín. (…)

San Agustín fue bautizado por San Ambrosio con su amigo Alipio y su hijo Adeodato, que tenía alrededor de quince años. Fueron bautizados en la Vigilia de la Pascua que en aquel año, 387, fue el día 25 de abril, como había sido determinado por el santo Obispo, siendo consultado por los obispos de la Provincia de Emilia. Se cree que en esta ocasión, San Ambrosio les dio a los recién bautizados la instrucción que compone su libro – De los misterios, – o de aquellos que fueron iniciados.

San Agustín, después de su bautismo, tras haber examinado en qué lugar podría servir a Dios más útilmente, resolvió volver a África con su madre, el hijo, el hermano y un joven llamado Evodio. Este también era de Tagaste; siendo agente del emperador, se convirtió, recibió el bautismo antes de San Agustín y dejó su empleo para servir a Dios. Cuando llegaron a Ostia, descansaron del largo viaje que habían hecho desde Milán y se prepararon para embarcar.

Un día, San Agustín y su madre, apoyados en una ventana con extrema delicadeza, olvidando todo el pasado y llevando sus pensamientos para el futuro, indagaron cual sería la vida eterna de los santos. Se elevaron encima de todos los placeres de los sentidos; recorrieron por grados todos los cuerpos, el cielo mismo y los astros. Llegaron hasta las almas y pasando por todas las criaturas, incluso espirituales, llegaron a la sabiduría eterna, por la cual existen y que existe por siempre, sin diferencia y tiempo. Alcanzaron por un momento el punto del espíritu y se sintieron obligados a volver por el sonido de las voces, donde la palabra comienza y termina. Entonces su madre le dijo: ¡Hijo Mío! En cuanto a lo que me concierne, no tengo ningún otro placer en la vida. No se todavía que hago ni por qué estoy aquí. La única cosa que me hacia desear quedarme era ver un hijo cristiano católico antes de morir. Dios me concedió más que eso, yo os veo consagrado a su servicio, despreciando la felicidad terrestre.

Unos cinco días más tarde, cayó enferma de fiebre. Durante su enfermedad un día se desmayó, cuando volvió en sí, miró a Agustín y a su hermano Navígio y les dijo: ¿Dónde estaba yo? Después, viéndolos sufrir de dolor, agregó: Dejaréis aquí a vuestra madre. Navígio deseaba que ella muriese en su tierra natal, pero ella lo miró severamente, como reprendiéndolo y le dijo a Agustín: ¡Ved lo que dice! Por último, dirigiéndose a ambos: Poned este cuerpo, dijo ella, donde puedan, no os preocupéis. Solamente os ruego que me recordéis en el altar del Señor, en cualquier parte donde estuvieras. Murió en el noveno día de su enfermedad, a la edad de cincuenta y seis años y a los treinta y tres de San Agustín, esto es, el mismo año de su bautismo: 387.

Una vez que pasó a la eternidad, Agustín le cerró sus ojos. El joven Adeodato lanzaba gritos de dolor, pero todos los asistentes lo hicieron callar, no encontrado motivos de lágrimas en aquella muerte y Agustín retuvo las suyas, haciendo bastante esfuerzo. Evodio tomo el salterio y comenzó a cantar el salmo 100: Cantaré en vuestra alabanza ¡ Oh Señor! , la misericordia y la justicia. Todos respondieron y pronto se reunió una gran cantidad de personas piadosas de ambos sexos. Llevaron el cuerpo, se ofreció por la fallecida el sacrificio de nuestra Redención; se hicieron oraciones junto al sepulcro según era la costumbre, en la presencia del cuerpo, antes de ser enterrado. San Agustín no lloró durante toda la ceremonia, pero por fin, en la noche, dejó correr las lágrimas para aliviar su dolor. Rogó por su madre, como lo hacía mucho tiempo después, escribiendo todas las circunstancias de aquella muerte en el libro de sus – Confesiones – él pide a los lectores recordar en el santo altar a su madre y su padre Patricio.

Después de la muerte de su madre, San Agustín volvió de Ostia para Roma, donde se quedó el resto del año 387 y todo el año 388. Sus primeros trabajos, después del bautismo, fueron por la conversión de los maniqueos, cuyos errores acababa de abandonar. No podía tolerar la insolencia con la que aquellos impostores elogiaban las supuestas continencias y abstinencias supersticiosas, para engañar a los ignorantes y calumniar a la Iglesia. Escribió entonces dos libros: – De la Moral y las Costumbres de la Iglesia Católica, y De la Moral y las Costumbres de los maniqueos. (…)

Su angustia se hizo aún mayor cuando vio sitiada la ciudad de Hipona. Sin embargo, tenía la consolación de ver consigo varios obispos, entre otros Possidio de Cálamo, uno de los más ilustres de sus discípulos, el mismo que dejó escrita su biografía. Se unían sus pesares, sus gemidos y sus lágrimas. San Agustín pedía a Dios, particularmente, que le permitiera liberar a Hipona de los enemigos que la cercaban, o que por lo menos, diese a los siervos fuerzas para soportar los males con los que estaban siendo amenazados, o en fin, ser retirados del mundo y que los llamara a Sí.. De hecho cayó enfermo de fiebre al tercer mes del cerco y vio de inmediato que Dios no había rechazado la oración de su siervo.

Durante su enfermedad mandó escribir y colocar junto a la pared, cerca de su lecho, los salmos de David sobre la penitencia; él los leía derramando lágrimas. Diez días antes de su muerte, rogó a sus amigos más cercanos y a los obispos, que nadie entrase en su habitación, solamente cuando viniese el médico para verlo o cuando le trajeran alimento; empleaba todo su tiempo en la oración.

Finalmente llegó su último día; Possidio y los otros amigos vinieron a juntar sus oraciones a las suyas, que solamente interrumpió cuando adormeció en paz. Hasta entonces, había conservado el uso de todos los miembros y ni el oído ni la vista se habían debilitado. Como había abrazado la pobreza voluntaria, no hizo testamento; nada tenía para dejar, pero recomendó que conservaran con cuidado la biblioteca de la iglesia y todos los libros que estaban en la casa para aquellos que viniesen después. Possidio cuenta que habiendo sido incendiada la ciudad de Hipona algún tiempo después, esa biblioteca fue conservada en medio de los saqueos de los bárbaros. La muerte de San Agustín fue el 28 de agosto del 430. Vivió setenta y seis años y sirvió a la Iglesia cerca de cuarenta en calidad de padre y obispo.

Con San Agustín murió de alguna manera aquella África cristiana y civilizada. Después de este tiempo, hasta que expiró bajo los hierros de los musulmanes, su existencia fue solamente una larga agonía. Hoy en día parece que la Providencia quiere resucitar y en la misma provincia que San Agustín ilustró por su vida y muerte, el país de Argelia y de Bone.

¿Quién no conoce a San Agustín? ¿Quién no conoce las Confesiones, donde deplora los caprichos de la juventud? ¿Quién no conoce a su madre Santa Mónica, llorando día y noche por aquél niño, siguiéndolo por todas partes pidiendo sin cesar al Cielo, en su favor? Fue solamente a la edad de treinta y dos años que ese hijo de tantas lágrimas se libró enteramente de la herejía maniquea y de la esclavitud de las pasiones corrompidas y recibió el bautismo de las manos de San Ambrosio. ¡Pero quién no podría decir cuán perfecta fue su conversión! Con cuánta amarga tristeza lloró sus faltas pasadas, aunque habían sido borradas enteramente por el bautismo; ¡con que ardor amó a Dios; con qué celo trabajó para su gloria! Hay de nosotros, si lo imitamos más o menos en sus desvaríos, ¿cuándo lo imitaremos en la santidad de vida?

Pero, ¿Qué nos impide llorar sobre nuestras faltas como él, amar a Dios como él, ser humildes como él? Pues él también, este gran santo, fue religioso. Poco después de la conversión, renunció a todo lo que poseía y vivió en comunidad religiosa, con los amigos. Y cuando fue nombrado obispo de Hipona, hizo de su casa episcopal un monasterio, donde vivía en religión con sus padres y diáconos. Cómo el ejemplo de este gran santo, después de tantos otros nos debe hacer estimar y amar la vocación religiosa. Deseamos saber del mismo San Agustín ¿cuál es la verdadera fuente de santidad? Escuchemos lo que dice: la primera cosa para llegar a la verdadera sabiduría es la humildad; la segunda es la humildad; la tercera es la humildad y tantas veces que me hicieras esta pregunta, tantas veces os daría la misma respuesta. No, no hay reglas, pero si la humildad no precede, no acompaña y no nos sigue, el orgullo nos quitará de nuestras manos todo lo que hagamos bien.

(Vida de los Santos, Padre Rohbacher, Volúmen XV, p. 268 a 305)

 

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Santo Cura de Ars y el Cura Brochero, modelos siempre actuales: Arzobispo de La Plata, Argentina

La Plata (Miércoles, 28-08-2013, Gaudium Press) Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata Argentina, resaltó las figuras de San Juan María Viannet -el Cura de Ars- y del futuro beato Padre Brochero, como modelos inmortales de lo que debe ser un sacerdote, en la misa por el Día del Ex Alumno en el Seminario Mayor San José, el pasado 8 de agosto.

«Ambos son modelos históricos y siempre actuales. Ambos fueron auténticamente populares; no necesitaron que los hiciera populares la ficción mediática que -por otra parte, y felizmente-, no existía en sus respectivos tiempos», resaltó.

En Eucaristía concelebrada por el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y quien fuera superior del seminario, monseñor José María Arancedo, el Arzobispo Aguer recordó que «a partir del Concilio Vaticano II la Iglesia ha acopiado un tesoro de doctrina, ensayada en experiencias eclesiales de distinto tipo, sobre la identidad del sacerdocio y sobre la formación de sus presbíteros; en este campo se advierten con nitidez la continuidad con una tradición histórica y una necesaria renovación».

«No se puede decir que no se sepa hoy en día qué quiere la Iglesia de sus sacerdotes. La cuestión es poner por obra esas orientaciones, en el seminario durante el proceso formativo -es eso lo que tratamos de hacer en esta casa- y luego en el ejercicio del ministerio ordenado. En la base, en la fuente, está siempre la gracia de la vocación y el misterio de la libertad que responde a ella, se deja impregnar por ella y la hace servicio efectivo de todos en el trabajo cotidiano», subrayó.

«Pablo VI -dijo Mons. Aguer- lo formulaba así en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi: ‘Lo que constituye la singularidad de nuestro servicio sacerdotal, lo que da unidad profunda a la infinidad de tareas que nos solicitan a lo largo de la jornada y de la vida, lo que confiere a nuestras actividades una nota específica, es, precisamente, esta finalidad presente en toda acción nuestra: ‘anunciar el Evangelio de Dios'».

«Se trata, pues, de hacer presente, a través de nuestro ministerio, a Cristo sacerdote y a su obra de salvación, de redención universal. ¡Ni más ni menos! Es la dedicación más honrosa que se podía conceder -porque se trata siempre de una gracia- y la más útil que se nos podía solicitar a gente como nosotros, siervos inútiles pero dispuestos a que el Señor nos asuma, empeñe y emplee. Esto constituye nuestra alegría, nuestra plenitud; esto es ya también nuestro premio», concluyó.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Córdoba (Miércoles, 28-08-2013, Gaudium Press) Más de 15 pasos de la tradicional imaginería española harán parte del Vía Crucis Magno de la Fe que ocurrirá el 14 de septiembre en la ciudad andaluza de Córdoba.

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La solemne procesión, que es organizada y animada por la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, tendrá lugar con ocasión del Año de la Fe, evento convocado por el Papa Emérito Benedicto XVI que culminará el próximo noviembre.

El recorrido del Vía Crucis de la Fe iniciará en la Puerta del Puente, seguirá por la Plaza del Triunfo, la calle Torrijos, para luego ingresar en la Catedral de Córdoba por la llamada ‘Puerta del Perdón’ y el ‘Arco de las Bendiciones’, donde el Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, presidirá el rezo de las estaciones.

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De acuerdo con información ofrecida por el diario ‘El Día de Córdoba’, el Obispo español entregará en la ocasión una ofrenda floral y de luz que marcará justamente el inicio del Santo Vía Crucis.

Las cofradías, con sus respectivos pasos, que estarán presentes este evento por el Año de la Fe serán: Jesús en el Huerto de los Olivos, El Rescatado, Las Penas, la Redención, La Sentencia, La Merced, La Pasión, El Caído, La Santa Faz, La Humildad, Cristo del Amor, la Expiración, las Ánimas, el Descendimiento, Las Angustias, El Santo Sepulcro y el Resucitado.

Una vez culmine el Vía Crucis, como informó el diario español, habrá exposición del Santísimo en el interior de la Catedral, momento de adoración que igualmente presidirá Mons. Demetrio Fernández.

De otra parte, también con motivo de la procesión del Año de la Fe, la imagen de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza permanecerá expuesta para la veneración de los fieles en la iglesia conventual del Santo Ángel, evento que ocurrirá igualmente el 14 de septiembre y como antesala del Vía Crucis Magno de la Fe.

Con información de ABC Andalucía, El Día de Córdoba y Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba.

 

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Ciudad del Vaticano (Miércoles, 28-08-2013, Gaudium Press) El Papa ha comunicado sus intenciones de oración para el mes de septiembre que ya inicia. Cada vez el Pontífice señala al Apostolado de Oración una intención general y una intención misionera

La intención general es «para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo, a menudo abrumados por el bullicio, redescubran el valor del silencio y sepan escuchar a Dios y a los hermanos».

Mientras la intención misionera es «para que los cristianos perseguidos puedan testimoniar el amor de Cristo».

Fuente:: Gaudium Press

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Más de 25 mil jóvenes participaron de la Caminata de la Solidaridad en Santiago de Chile

Santiago (Miércoles, 28-08-2013, Gaudium Press) El pasado sábado 24 de agosto, en el marco de las actividades finales del Mes de la Solidaridad que se celebra en Chile en honor a San Alberto Hurtado, más de 25 mil jóvenes marcharon con alegría por la Solidaridad en Santiago de Chile, en una caminata que comenzó en el Parque de Los Reyes y se extendió ocho kilómetros hasta el Santuario donde reposan los restos de este santo jesuita con profunda vocación social.

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Mons. Ezzati participó de la marcha

La actividad fue liderada por el padre Francisco Llanca, Vicario de la Esperanza Joven, quien enfatizó que los jóvenes están llamados a caminar junto a Cristo, el cual permanece entre los más pobres: «Hagamos presente al Señor hoy, como Iglesia Joven que camina y está cerca de los más necesitados», sostuvo.

La peregrinación comenzó a las 15:00 hrs. y contó con la presencia de la célebre camioneta verde, que perteneció a San Alberto Hurtado y que ocupó para salir a recoger a la calle a sus «patroncitos», como amorosamente nombraba a los más pobres. Los jóvenes acompañaron la caminata con batucadas, cantos, banderas y con la presencia de numerosas poleras de la reciente Jornada Mundial de la Juventud de Rio 2013.

Una de las peregrinas, Fernanda Cabrera, de la Parroquia Santa Rita de La Reina, participó junto a su comunidad en la caminata, y sostuvo que el mensaje de solidaridad de San Alberto Hurtado está totalmente vigente en las palabras del Papa Francisco, quien «pide salir a la calle para hacer lío y estar con los pobres».

«Lo que le hiciste a mi hermano me lo hiciste a mí»

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El Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, se sumó también a la peregrinación, y afirmó en la última estación antes de llegar al Santuario que «lo que hacemos a cada hombre o mujer, a Cristo lo hacemos». Y agregó, recordando la parábola del Samaritano, «que es Jesús el que nos enseña en esa parábola a ver, conmoverse y comprometerse con el más pobre. No tengan miedo a ver la miseria, el dolor y la injusticia. La preocupación del otro es mía, bájense de la cabalgadura, del balcón, de sus seguridades. En el caído está presente Jesús. Lo que le hiciste a mi hermano me lo hiciste a mí, decía San Alberto Hurtado».

Además, el prelado recalcó que si bien la fe que nace del corazón espontáneo de los jóvenes, igualmente hay que cultivarla, lo que permite dar la vida por el Reino de Dios. «Su fe es su mayor tesoro, cultívenla en sus corazones. Cultiven su amistad con Jesús, pónganla al centro de sus comunidades. Caminen teniendo en el corazón grandes ideales, dispuesto a trabajar por el Reino de Dios», dijo el obispo.

Luego de la bendición final, monseñor Ezzati, visitó junto a los jóvenes la tumba de San Alberto Hurtado, para orar y poner a sus pies la vida de los más de 25 mil peregrinos que participaron en esta nueva versión de la Caminata de la Solidaridad.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Castel Gandolfo (Miércoles, 28-08-2013, Gaudium Press) Un grupo de estudiosos que realizaron su doctorado bajo la orientación de Benedicto XVI, los «Ratzinger Schuelerkreis», se reunirán en Castel Gandolfo entre los días 29 de agosto al 2 de septiembre para tratar el tema «La cuestión de Dios delante de la secularización».

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Los «Ratzinger Schuelerkreis» se reúnen desde 1978. Según el Padre Joseph Fessio, sacerdote jesuita, fundador de la editora Ignatius Press y miembro del grupo, la idea de reunirse surgió cuando Joseph Ratzinger fue electo Arzobispo de Munique-Freising en Alemania en 1977. Las reuniones prosiguieron después que el entonces Arzobispo comenzó a trabajar en el Vaticano como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe desde 1981. Cuando fue electo Papa, las reuniones continuaron.

Actualmente, el grupo está formado por 50 alumnos, entretanto apenas de 25 a 30 participan del encuentro. (EPC)

Con informaciones de la Radio Vaticana.

 

Fuente:: Gaudium Press

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“Dejemos entrar a Jesús en nuestra vida, saliendo de nuestros egoísmos”, escribe el Papa en su tweet
(RV).- “Jesús es la puerta que conduce a la salvación. Es una puerta abierta para todos. Dejemos entrar a Jesús en nuestra vida, saliendo de nuestros egoísmos, indiferencias y aislamientos”. Lo escribe el Papa Francisco en su cuenta de twitter @pontifex.
(MFB – RV).

Fuente:: News.va

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Intenciones de oración del Papa Francisco para el mes de septiembre
(RV).- La intención general para el apostolado de la oración es “para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo, a menudo abrumados por el bullicio, redescubran el valor del silencio y sepan escuchar a Dios y a los hermanos”.
Mientras la intención misionera es “para que los cristianos perseguidos puedan testimoniar el amor de Cristo”.
(MFB – RV).

Fuente:: News.va

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