Un niño refugiado vietnamita, atiende hoy espiritualmente a evacuados de Fukushima

Fukushima (Jueves, 02-01-2014, Gaudium Press) El desastre de Fukushima está aún presente en la memoria colectiva, entre otras razones porque es un capítulo no enteramente cerrado. En marzo de 2011, un terremoto asoló al Japón, ocasionando en la central nuclear de esa ciudad liberación de radiación al exterior, lo que motivó el desalojo de numerosas personas, que aún hoy se encuentran en viviendas temporarias.

La Iglesia, siempre muy presente con su ayuda en todo tipo de catástrofes, tampoco ha abandonado a estas personas, varias de ellas en estados depresivos y con tendencia al aislamiento. Entretanto, lo que no saben muchos beneficiarios de estas atenciones, es que uno de los sacerdotes que los cuida, es a su turno, también un refugiado.

El P. Nguyen Quang Thuan va continuamente hacia las personas ubicadas en alojamientos temporarios de Iwaki, en la jurisdicción de Fukushima. Para ellos fue creado un «outreach café», un café de sensibilización.

Todos los días el P. Thuan reza con los evacuados, los escucha, trata de ayudarlos a salir del aislamiento, busca que se relacionen con los demás. Su labor se desarrolla en 10 complejos habitacionales, y junto con voluntarios católicos del lugar trabaja fuertemente. «Los evacuados -explica- se preguntan con preocupación si podrán en el futuro volver a sus casas. Yo trato de ser positivo con ellos sobre su futuro, si bien es sólo un poco lo que hago».

Fue cuando tenía 5 años que el P. Thuan debió salir de Vietnam junto a su familila, temiendo persecuciones por parte de los comunistas. Fue uno de los casi un millón y medio de personas que escaparon de Vietnam, Laos y Camboya después de 1975, por la vía del mar, los «boat people».

Su barca fue asaltada por una embarcación sin bandera, que iba en busca de dinero, una experiencia traumática. «No logro ver películas de piratas», revela el sacerdote. Tras una semana de incierta travesía la barcaza llegó a Indonesia, a la isla de Galang. Después de dos años en campos de refugiados, en que la familia estuvo dispersa, finalmente se reencontraron juntos en Japón, recibidos por la Iglesia católica que hacía presencia en Miyazaki.

Tras no pocos esfuerzos, el P. Thuan se hizo admitir en la facultad de ciencias humanistas de la Universidad de Nanzan. «He querido dedicarme a los otros haciéndome cura como el sacerdote que recibió a mi familia», dice.

«Los evacuados llegan a los alojamientos temporáneos para escapar de las radiaciones. También yo me escapé de mi país y llegué aquí. Muchas personas me han ayudado a llegar adonde estoy ahora. Es natural para mí ayudar a los otros», declara el Padre.

Con información de Fides

Fuente:: Gaudium Press

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Redacción (Jueves, 02-01-2014, Gaudium Press) En la Francia del Siglo XVII, la Iglesia daba gran importancia a la educación como método de evangelización, ya sea en la formación de futuros sacerdotes o del pueblo simple, utilizando la palabra y el buen ejemplo.

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Este método evangelizador consiguió destilar un grupo de sacerdotes y laicos capaces de comprender la necesidad de llevar la fe y la cultura fuera de sus propias fronteras. Pero antes, era necesario crear una escuela de pensamiento que afirmase las bases de los futuros evangelizadores. Y es así, que nacen en el Siglo XVII, un gran número de Asociaciones Católicas, volcadas principalmente a la educación. El joven sacerdote y ex-alumno jesuita, P. Jean-Jacques Oliver de Verneuil, por ejemplo, funda en 1639 la Societé de Notre-Dame (Sociedad de Nuestra Señora) de Montreal, y la Sociedad de Sacerdotes de Saint-Sulpice. Que serán el centro de nuestro tema.

Desde 1611 los Jesuitas realizaban un trabajo misionero en lo que hoy es Canadá, que era territorio francés desde 1534; gracias a sus relatos e informes, consiguieron despertar en muchos franceses el deseo de ir a ese lejano territorio a fin de ayudar en la misión evangelizadora.

En la Europa de entonces los problemas y tensiones político-religioso dieron origen en 1618 a la Guerra de los Treinta Años, que enfrentará a los príncipes alemanes protestantes, con el poder del emperador católico.

Delante de este panorama bélico, muchos comprendieron que era indispensable buscar soluciones a este mal; el empeño y esfuerzo del P. Jean-Jacques y de Jérôme Le Royer de la Dauversière, padre de familia, y fundador de las Hospitalarias de La Flèche, hizo posible reunir un grupo de sacerdotes, de nobles, burgueses y artesanos para llevar la fe católica a los pueblos de América.

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La Asociación se colocó la meta de fundar una ciudad modelo. El lugar elegido fue la Isla de Montreal. Nace así, en mediados de 1642, la Ville-Marie: La Ciudad de María. Sus fundadores eran más de cuarenta colonos comandados por un joven soldado, Paul Chomedey de Maisonneuve, y de una inteligente mujer, Jeanne Mance, tesorera de la expedición.

La hermana de Paul Chomedey, Louise, era religiosa de la Congregación enclaustrada de Notre-Dame de Troyes, y tenía a su cargo un grupo de señoritas que se ocupaban de educar a los pobres de la ciudad. Sabían que dar dinero no podía proporcionar una buena educación para que las personas mejoren su situación y vivan dignamente. Estas señoritas llegarían a ser las futuras educadoras de Canadá. Su figura central es Marguerite Bourgeoys, quién en 1653 habla con Paul Chomedey, que la invita a ir a la Ville-Marie de Montreal a fundar allí una escuela.

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Para dejar más claro este concepto de la importancia de la educación, es necesario comentar que en 1610 Luis XIII tenía solamente nueve años cuando se convierte en Rey de Francia; o que su hijo, Luis XIV, el futuro Rey Sol, fue coronado Rey a la edad de cinco años en 1643. Tampoco fue una excepción Luis XV que con apenas cinco años asumirá el reino más poderoso e influyente de su época.
La educación buscaba por lo tanto formar hombres y mujeres capaces de dirigir una nación desde una temprana edad. Y es esta la misión que le confían a Marguerite Bourgeoys, quién parte para Montreal en 1653.

Problemas y necesidades en la Nueva-Francia

¿Cuáles eran los principales problemas en Canadá y de qué vivían en aquél tiempo?

En 1627 un grupo de comerciantes, Los Cien Asociados, explotan el comercio de pieles que se vuelve la principal fuente de riqueza de la Colonia. También en esa época se desarrollan los astilleros, la industria de la madera, de la pesca y la forja del hierro.

Con el tiempo, el control del comercio de pieles, y la búsqueda de la expansión territorial, desembocarán en graves conflictos bélicos en tierras norteamericanas entre franceses, ingleses y autóctonos, principalmente los indios iroqueses.

Por su ubicación estratégica, la Ville-Marie se transforma en el principal centro del comercio de pieles. Y por lo tanto de las disputas territoriales. Y es en este movedizo terreno político, religioso y económico-social que llega Santa Marguerite a la Nueva-Francia.

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Por ser Montreal una joven ciudad, no pasaba de 700 habitantes, llena de aventureros, y en donde muchos de los primeros fundadores habían muerto en los interminables y sorpresivos ataques de los indios iroqueses, la población infantil era muy reducida. Por eso Marguerite no puede abrir una escuela inmediatamente.

En 1657 llegan los padres Sulpicianos a Ville-Marie para asumir la misión y educación de la colonia, en lugar de los padres Jesuitas. Ellos comienzan a influenciar de forma determinante en el desarrollo económico, político, religioso, urbano y cultural de Montreal.

Es justo en esta época que Marguerite emprende la construcción de la Capilla de Notre-Dame-de-Bon-Secours (Nuestra-Señora-del-Buen-Socorro) pero debido a un cambio de jurisdicción eclesiástica en Montreal todo queda suspendido por muchos años.

En 1658, con la ayuda de los niños, Marguerite transforma un establo en su primera escuela, que con el tiempo, se convertirá en la Casa Madre de las Instituciones que irán surgiendo a lo largo del tiempo en tres Continentes. Todo parece florecer, pero hacía falta más obreras para ayudar en esta empresa y resuelve regresar a Francia para buscarlas. Cuando regresa a Montreal en 1659 le comentan que todo el material que estaba guardado para la construcción de la Capilla había desaparecido. Fue necesario esperar 20 años para que pudiera ver su sueño realizado. Una joven noble, Jeanne Le Ber, que llevaba una vida recluida en el cuarto de su casa, decide financiar la construcción de la Capilla con la condición de que viviría recluida dentro de la capilla hasta su muerte.

En 1678 la Capilla es inaugurada, pero en 1754 es consumida por un terrible incendio. Lo único que se rescató milagrosamente de entre los escombros humeantes fue la estatuilla de la Virgen y el Niño, completamente indemne.

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Pero volvamos a la primera escuela, y cómo trabajaban las hermanas en ese tiempo.

La educación católica como fuente de evangelización y de cultura

La vida escolar era adaptada a las necesidades de aquella época. Las hermanas enseñaban a escribir, leer, a realizar trabajos manuales y a formar cristianamente a los niños. Para los adultos se organizaban visitas a sus cabañas y se les enseñaba también a leer y escribir.

Un grupo de hermanas comenzaron las «misiones ambulantes» trabajando con los autóctonos en lo alto de las montañas y recorriendo los pueblitos del interior de Montreal, en donde pasaban semanas enseñando y preparando a las jóvenes para la Primera Comunión. En aquella época dicho sacramento representaba la entrada a la vida adulta. Todo esto lo hacían de manera gratuita, lo que atraía el favor de las autoridades de la Colonia.

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La estabilidad política que trajo la paz entre Francia y España en 1659, sellado con el casamiento de Luis XIV y María Teresa, hija del rey de España, permite la reorganización de la Colonia.

En aquél entonces en Nueva-Francia había una mujer por seis varones. Los padres que no casaban a sus hijos antes de los 20 años para los varones, y 16 años para las mujeres, eran multados. Quién se empeñaba en vivir soltero le suspendían el derecho de pescar o el poder comercializar con pieles.

Fue ahí que entre 1663 y 1673 cerca de 800 jóvenes, menores de 25 años, huérfanas de la guerra en Francia, son enviadas a la Nueva-Francia para formar familias. Son las llamadas «Hijas del Rey». Al llegar al Canadá Marguerite las recibe; acoge a muchas, ayudándolas en todo, hasta que consigan un buen marido. Algunas entrarán en su Congregación. También acoge a las jóvenes cautivas inglesas víctimas de la guerra entre Francia e Inglaterra.

El crecimiento es rápido y Marguerite ve llegada la hora de dar forma a su nueva Congregación. Viaja en 1670 a Francia para conseguir cartas de aprobación del Rey Luis XIV. Y lo consigue. En total realizará siete viajes al Viejo Continente lo que en aquella época era toda una odisea.

No existía en aquel entonces la posibilidad de una religiosa vivir una vida fuera del claustro, y fue este punto lo que hizo demorar la aprobación de sus reglas y estatutos; hasta que en 1676 reciben la autorización canónica, y en 1698, 24 hermanas pueden hacer su profesión públicamente por primera vez.

La historia cuenta que los franceses comenzaron a vender alcohol a los indios, y estos empezaron a cometer crímenes horrorosos. El Obispo había impuesto pena de excomunión a quién continuase vendiendo alcohol a los autóctonos. Pero no hicieron caso. Una santa tuvo una visión en que veía el castigo que Dios mandó: una serie de terremotos fuertísimos, grietas, hundimientos de terreno, desvíos de ríos, destrozos de todo tipo sucedidos en 1663 durante siete meses consecutivos en toda la zona Este de la Nueva-Francia.

En 1683 se incendia la Casa Madre, muriendo dos religiosas. Ya sea por los incendios, que era muy común en esa época en donde casi todo era construido en madera, o ya sea por la guerra, o por el propio crecimiento de la ciudad, la Casa Madre fue fundada o reconstruida 8 veces en distintos sitios.

En 1684 ingresa la primera religiosa nativa de Montreal a la Congregación y cuyo nombre era Marie-Barbier. Ella será la primera en suceder como superiora en 1693 a la Madre Marguerite. Hasta el día de hoy han sido más de 40 las superioras de la Congregación.

Guerras y persecuciones religiosas en la Nueva-Francia

Los años son turbulentos en toda Europa, en 1685 Luis XIV revoca el edicto de Nantes. Más de 160.000 protestantes hugonotes salen de Francia, muchos forman milicias y con ayuda de la armada inglesa y holandesa invaden Nueva-Francia. Los indios iroqueses se alían con los ingleses y comienzan a saquear todo el territorio. Montreal corre peligro. Las granjas son incendiadas, los hombres asesinados, las mujeres y niños raptados. Un soldado corre detrás de una jóven de 14 años, Marie-Madeleine Jarret de Verchères, quién consigue llegar a la fortaleza de sus padres. Ella, sin dudarlo, en ausencia de sus padres, organiza la defensa del lugar. Resisten los ataques por más de ocho días hasta que llegan refuerzos.

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Los años pasan en ese ir y venir de conflictos pero la Congregación fundada por Santa Marguerite continúa caminando, con su confianza puesta siempre en Dios.

En 1679 se redactan las memorias de Santa Marguerite quién fallece en 1700 a los 79 años de edad. Su retrato fue pintado en el lecho de muerte. La Congregación crece, pero el obispo le impone una limitación de 80 miembros como máximo.

El panorama político de la sucesiones a los tronos de España y de Austria, culminan en una guerra europea. Francia e Inglaterra se enfrentan nuevamente en 1710 por el control total del comercio de pieles. Inglaterra quería con el control económico, hacerse enseguida con el control político y así imponer el control religioso dentro del territorio de la Nueva-Francia.

En 1745, durante el terrible sitio de 47 días a la fortaleza de Louisbourg, las milicias protestantes, con apoyo de la armada inglesa, después de la capitulación, destrozan todo, maltratan a los civiles y cometen todo tipo de atrocidades. Las hermanas y las estudiantes, todas canadienses, que se encontraban en esa fortaleza, son embarcadas rumbo a Francia y nunca más regresarán a Canadá.

Mientras tanto las colonias inglesas crecen rápidamente duplicando su población cada 25 años. Sólo la ciudad de Nueva York tiene la misma población que toda la Nueva-Francia.

El Gobierno Inglés, que asumió el control de Nueva-Francia, impone una ley de expulsión sin previo aviso de más de 6.000 canadienses a Francia y América, por no adaptarse rápido y no ser buenos súbditos de Inglaterra.

La madre de un canadiense, con la que el autor de estas líneas conversó en Toronto, descendiente de esas familias católicas expulsadas, contó a su hijo, que sus antepasados consiguieron salvarse porque se escondieron en los bosques de la región. Los demás fueron sacados por la fuerza de sus casas y las familias separadas para siempre. Muchas iglesias católicas fueron incendiadas con los sacerdotes dentro de ellas. Hay muchos mártires desconocidos en Canadá.

Con el nuevo Gobierno inglés llegan comerciantes, especuladores territoriales y colonos americanos e ingleses. El ministro inglés de las Colonias afirma sin rodeos que desea establecer la Iglesia Anglicana en Canadá y que todos sus habitantes tenían que aceptar la religión protestante. Para lograrlo era necesario fundar escuelas protestantes en cada región. Además, ningún católico podía formar parte del Gobierno.

Es en esta situación que las Hermanas de Notre-Dame compran la Isla de Saint-Paul y con la producción de las granjas podrán mantener la Comunidad y sus misiones hasta mediados del Siglo XX.

En medio de la crisis nace una esperanza

En 1775 inicia la guerra de la Independencia de los EEUU, en donde las trece colonias británicas se enfrentaron a Inglaterra. La disputa llega a Canadá que es invadida por los republicanos sin que consigan conquistarla.

El Tratado de Versailles proclama la independencia de los EEUU. Los ingleses legitimistas, en un número aproximado de 50.000 personas, abandonan el territorio y suben a Canadá ocupando lo que hoy se conoce como Ontario, o bajo Canadá. El alto Canadá seguirá bajo la influencia francesa con unos 70.000 habitantes aproximadamente.

En 1812 un intento de conquista por porte de EEUU nuevamente fracasa, y durante la retirada incendian muchos edificios importantes de la Nueva-Francia. En contrapartida, en 1814, una expedición anglofrancesa ataca Washington, incendiando la Casa Blanca y el Tesoro.

En 1838, nace una disputa entre el Bajo y Alto Canadá por el control total o la anexión de la región de Ontario a los EEUU, pero también fracasan, dejando Canadá más sólidamente definida en sus actuales fronteras.

Ya en 1847 una situación inesperada hará que el panorama religioso cambie. Es la llegada de los inmigrantes irlandeses y escoceses que huyen del hambre y la miseria; y más tarde llegarán los italianos. Gracias a esto el catolicismo pasa a ser mayoría.

Aparece la navegación a vapor y el transporte ferroviario, uniendo el Atlántico con el Pacífico. Es el primer paso para la «globalización» impuesta por la Revolución Industrial.

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Una epidemia de tifus hace que la gente recurra a la oración, principalmente en la Capilla de Notre-Dame-de-Bon-Secours; que con el correr del tiempo se transforma en el lugar de oración de los marineros. Muchos buques en miniatura, colgados de la bóveda de la capilla, nos hablan de la fe de estos marineros. En 1831 roban la imagen de la Virgen y el Niño, que es encontrada por casualidad en 1844. Solamente en 1988 será colocada nuevamente en su sitio original.

A partir de 1820 se irán abriendo misiones de la Congregación por todas partes: EEUU; Tegucigalpa; Cuernavaca; Guatemala; El Salvador; Chile; Camerún; y finalmente en Troyes, lugar natal de Santa Marguerite. Esta expansión les permitió transformarse en un instituto pontificio. Su número superaba las 1157 religiosas.

No solo educan la elite de la sociedad, sino que también se dedican a enseñar a los hijos de los soldados católicos del régimen británico acantonados en la región, y a los hijos de las familias irlandesas económicamente necesitadas.

Abren aulas de retórica, química, filosofía, costura, bordado, arte, ciencia, comercio, gimnasia, artes culinarias e indumentarias. La enseñanza era bilingüe. Se afilian con el tiempo a la Universidad de Montreal y ofrecen diplomas de doctorados en pedagogía, música y Licenciatura en Ciencias de economía doméstica, que incluía perfeccionamiento en nutrición y alimentación.

La Congregación de Notre-Dame crece y se expande, abren 90 misiones. Sus escuelas, algunas son privadas, otras parroquiales y otras bajo la autoridad civil. Nacen las Conferencias Pedagógicas del sábado para docentes, religiosas y laicas, con diplomas y grados superiores.

Los domingos se dedican a formar a las mujeres jóvenes y mayores, creando un grupo llamadas las «amistosas» que se encargarán de organizar encuentros sociales, y a reunir recursos para obras de caridad.

Comienzan a imprimir una gran cantidad de manuales escolares para uso interno y externo. En ellos tratan temas de historia, dibujo, música, decoro y contabilidad. Imprimen una obra consagrada a mantener por escrito las costumbres y las tradiciones de la Congregación.

En 1909 ya enseñaban contabilidad, prácticas comerciales y bancarias, negocios, caligrafía, geografía comercial, dactilografía y archivística. Sus alumnas eran abogadas, médicas, jueces y ministras, periodistas, escritoras y poetisas.

Un Mundo en permantente transformación

La Primera Guerra Mundial dará a Canadá su cambio de status de colonia por el de miembro adulto e independiente de la Commonwealth británica.

En 1932 la Congregación de Notre-Dame inaugura la primera misión en Japón, en Fukushima. Tengamos presente que los cristianos japoneses habían trasmitido la fe de generación a generación en medio de terribles persecuciones. No tenían sacerdotes para recibir los sacramentos a excepción del bautismo. Las Hermanas comenzaron con un jardín de infantes, enseñaban catecismo y daban clases particulares de francés, de inglés y música. Abrieron el primer noviciado fuera de Montreal. Las primeras japonesas ingresaron a la institución, pero estalló la Segunda Guerra Mundial. En 1941 las instituciones fueron clausuradas; algunas hermanas pudieron volver a Canadá como intercambio de prisioneras de guerra. Las demás fueron encerradas. El convento fue convertido en una cárcel. Ellas sólo consiguieron sobrevivir a las penurias gracias a la lealtad de tres novicias japonesas. En 1946, adoptaron 19 huérfanas de guerra y con ellas nace la primera escuela en Fukushima. El nombre de la Escuela fue Notre-Dame de los cerezos en flor. En 1956 eran ya 33 hermanas japonesas y 18 norteamericanas, que educaban a 1707 alumnos.

Marguerite Bourgeoys en la gloria de los altares

En diciembre de1878 el Papa León XIII confería el título de Venerable a Marguerite Bourgeoys. El 12 de noviembre de 1950 el Papa Pío XII la declara Bienaventurada. Y el 31 de octubre de 1982 el Papa Juan Pablo II celebra la Santa Misa de canonización. Nace así la primera Santa Canadiense. Se puede afirmar que con sus manos formó Canadá. Soñó y realizó lo que soñó en vida y después de su muerte.

Pero un ideal todavía está por ser conquistado. Así como Santa Teresa de Jesús, o San Ignacio de Loyola, soñaron una Sociedad de Jesús, Santa Marguerite Bourgeoys, San José de Calazans y San Marcelino Champagnat, entre otros, soñaron con una Sociedad de María. Una ciudad de María. Un Reino de María. Pero no pudieron verlo realizado. Los poderes de la época unieron sus fuerzas para impedirlo. Recemos a todos estos grandes santos marianos para que su sueño sea en breve una hermosa realidad, y así, encontrar la verdadera solución para la crisis del mundo actual: una Sociedad de Jesús por María!

Por Jorge Martínez – Fotos: Gustavo Kralj

(Fuente consultada: Patricia Simpson, Notre-Dame-de-Bon-Secours. Une chapelle et son quartier, Montréal, Fides, 2001).

 

 

Fuente:: Gaudium Press

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Corte Suprema de Estados Unidos suspende mandato antinatalista para las Hermanitas de los Pobres

Washington (Jueves, 02-01-2013, Gaudium Press) Ante la entrada en vigencia del polémico mandato antinatalista del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos el pasado 01 de enero, una magistrada de la Corte Suprema de este país suspendió su aplicación mientras evalúa la demanda interpuesta por las Hermanitas de los Pobres en Denver y una organización benéfica de Illinois, Christian Brothers Service. Esta es la primera decisión (aunque preliminar) en contra de la norma proferida por la Corte Suprema para evitar las multas en las que incurrirá un gran número de organizaciones que reclaman el respeto de su libertad religiosa.

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Corte Suprema de Estados Unidos. Foto: Ozinoh.

«Estamos felices de que la Suprema Corte haya realizado esta orden para proteger a las Hermanitas», manifestó Mark Rienzi, Consejero Senior del Fondo Becket para la Libertad Religiosa. «El gobierno tiene muchas formas para hacer llevar anticonceptivos a las personas, no necesita forzar a las religiosas a participar».

El llamado de la Iglesia para corregir el mandato

Un día antes de la implementación de la norma, fijada para el 01 de enero, el Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), Mons Joseph Kurtz, pidió al Presidente del país, Barack Obama, no multar a los empleadores que no desean incluir fármacos abortivos, esterilización y anticonceptivos en los seguros obligatorios de salud para los empleados. De una forma paradójica, alertó el prelado, resulta preferible retirar la cobertura de salud a los empleados que mantenerla sin los servicios considerados inmorales a causa de las cuantiosas multas que esto representa.

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Mons. Joseph Kurts, Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Foto: USCCB.

«Por favor considere entonces el resultado de las políticas de la Administración», solicitó Mons. Kurtz. «Los empleadores no serán multados en el próximo año (y sólo 2000 dólares por empleado después) por cancelar la cobertura en contra de los deseos de sus empleados, obligándolos a buscar cobertura individual en el mercado abierto. Pero un empleador que elige, por caridad y buena voluntad, proveer y subsidiar por completo un excelente plan de salud para sus empleados – pero que excluye la esterilización o cualquier dispositivo o droga contraconceptiva – enfrenta paralizantes multas de hasta 100 dólares por día o 35.000 dólares al año por empleado». Esta situación fue señalada por el Arzobispo como contraproducente y discriminatoria.

El núcleo del problema es la imposición de proveer directa o indirectamente servicios incompatibles con la doctrina moral católica, a pesar de que estos pueden ser obtenidos libremente por otros medios. «Este mandato incluye drogas y dispositivos que pueden interferir con la supervivencia de un ser humano en sus primeras etapas de desarrollo, siendo una carga para las convicciones religiosas sobre aborto y anticoncepción».

El Presidente de la USSCB rechazó de forma clara las fuertes sanciones impuestas a quienes reclaman el respeto de su libertad religiosa. «El resultado es una regulación que severa y desproporcionadamente penaliza a quienes desean proveer una cobertura de salud que afirma la vida de acuerdo a las enseñanzas de su fe».

El avance en la vía legal

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Las Hermanitas de los Pobres sirven de forma particular a los ancianos en Estados Unidos desde hace 175 años. Foto: Becket Fund.

Según el propio Arzobispo Kurtz, unos 300 demandantes han tomado parte en al menos 90 procesos legales en contra de la norma, dos de los cuales han llegado hasta la Corte Suprema. Uno de estos casos, el de las Hermanitas de los Pobres, es el que ya mereció una medida de protección por parte de la Magistrada Sonia Sotomayor, quien además concedió un plazo sólo hasta las 10 de la mañana del viernes 03 de enero para escuchar los descargos que la Gobierno pueda hacer al respecto del caso.

Ante la ausencia de correctivos suficientes a la medida, la protección jurídica sigue siendo la esperanza para las numerosas organizaciones de inspiración católica y los fieles afectados por el mandato. En 18 de 20 casos similares al de las Hermanitas de los Pobres, los jueces han concedido suspensiones provisionales, reconociendo la probabilidad de éxito de la demanda.

Según Daniel Blomberg, consejero legal del Fondo Becket, la injusticia de la norma es evidente. Una de las organizaciones demandantes tiene un presupuesto operativo de seis millones de dólares para servir a los pobres pero, a causa de las multas, dos milones de este dinero serían retirados. «Al final del día, la situación será vista por el pueblo americano», afirmó. «Verán una situación en la que el gobierno le quita dinero a los pobres y los ancianos, o los moribundos, y se lo da al IRS (organización que recauda las multas). Esa es una mala situación para todos».

Con información de USCCB, Becket Fund y CNN.

 

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Redacción (Jueves, 02-01-2013, Gaudium Press) La voluntad humana tiene una tendencia hacia la autosuficiencia y egoísmo, entretanto, debido a la dinámica de su propio acto -amor- es también hecha para la entrega, conformidad y, en consecuencia, unión. Como afirma San Juan de la Cruz, el amor hace al amante semejante al amado; o sea, al amar a Dios, el alma se conforma enteramente a Él:

«Cuando hablamos de unión de alma en Dios, no nos referimos a la unión substancial siempre permanente, sino a la unión y transformación del alma en Dios por amor, solo realizada cuando hay semejanza de amor entre el Creador y la criatura. Por ese motivo, le daremos el nombre de unión de semejanza, así como la otra se llama de unión esencial o substancial. Esta es natural, aquella es sobrenatural, y se consuma cuando las dos voluntades, la del alma y la de Dios, de tal modo se unen y conforman que nada hay en una que contraríe a la otra. Así, cuando el alma saca de sí, totalmente, lo que repugna y no se identifica a la voluntad divina, será transformada en Dios por amor» 1.

Así, si el más perfecto amor de Dios implica en la conformidad a su voluntad, los dos pecados más graves que abalaron el orden creado -el pecado de los ángeles y el pecado original del hombre- fueron caracterizados por la expresa no-conformidad a la voluntad de Dios.

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Explica Santo Tomás que el definitivo perfeccionamiento o perdición de los ángeles se dio en un solo acto de la voluntad, de modo inmediato y permanente, que es apropiado a la naturaleza angélica, «despertando» en Dios la manifestación de su perfecta justicia, pero «el hombre por su naturaleza no fue hecho para alcanzar, de inmediato, su última perfección, como sucede al ángel. Por eso, debe recorrer un camino más largo que el del ángel para merecer la bienaventuranza»2. Debido a esa debilidad de la razón, la voluntad humana es mutable y llega a las conclusiones a través de deliberación o enseñanza. El proceso de perfeccionamiento puede implicar en repetitivas caídas como también en repetitivos arrepentimientos y perdones; posibilidad esta no accesible a la naturaleza angélica.

Así, debido a la diferencia entre las naturalezas angélica y humana y esa aparente falta de dotes superiores, el pecado original de los hombres suscitó no apenas la justicia de Dios, sino también su infinita misericordia hasta entonces nunca revelada. Dios utilizó la extrema debilidad de la voluntad humana para su mayor gloria y efectuó en el género humano su mayor don: el de la Redención – rescatándolo del pecado original, conforme dice San Pablo: «Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos» (Rm 11,32).

En la sabiduría divina, la misericordia de la Redención no fue ejecutada en un solo acto, sino en la vida entera de Jesucristo. Al hacerse carne, el Verbo no solamente murió por nosotros, sino también habitó entre nosotros. Antes de derramar toda su sangre por la humanidad, Él nos dejó un ejemplo clarísimo de que la vida humana debe ser empleada en obras; de manera especial, la obra de la voluntad por amor. Su amor lo llevó a someter, a cada momento, su voluntad humana a la voluntad del superior, a pesar de ser al mismo tiempo Dios. Se ve eso desde su divina infancia, en el relacionamiento con sus padres: «En seguida, descendió con ellos a Nazaret y les era sumiso» (Lc 2,51). En su vida pública: «(…) el Hijo del Hombre vino, no para ser servido, sino para servir» (Mt 20,28). «Descendí del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de aquel que me envió» (Jn 6,38).

En el célebre «Diálogo», el Padre Eterno dirigió esas palabras a Santa Catalina de Siena:

(…) Para hacer desaparecer del hombre la muerte de su desobediencia, en mi clemencia providencié, entregándoos a mi Hijo unigénito con gran sabiduría, para que así reparase vuestro daño. Le impuse una gran obediencia a fin de que el género humano se librase del veneno que se difundiera en el mundo por la desobediencia de vuestro primer padre. Así, como que cautivo de amor y con verdadera obediencia, corrió con toda la rapidez, corrió a la ignominiosa muerte sacratísima, os dio la vida, no por el vigor de su humanidad, sino de la divinidad. 3

La reparación del pecado original fue, entonces, del mismo género que la culpa. Adán había pecado por desobediencia y orgullo; Cristo expió por medio de la humilde obediencia al Padre, evidenciada en el testimonio de San Pablo: «Siendo él de condición divina, no se prevaleció de su igualdad con Dios, sino que se aniquiló a sí mismo, asumiendo la condición de esclavo y asemejándose a los hombres. Y, siendo exteriormente reconocido como hombre, se humilló aún más, tornándose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Fl 2, 6-8).

Este empeño de Jesucristo de sumisión voluntaria a la voluntad del superior es el más convincente ejemplo que pueda haber. Si no fuese Él verdadero hombre, no la tomaríamos como una actitud posible de ser imitada. Si Él no fuese al mismo tiempo verdadero Dios, su sumisión no tendría esa tan conmovedora cualidad. Santo Tomás señala que, siendo poseedor de dos naturalezas distintas – naturaleza divina y naturaleza humana – Jesucristo poseyó dos voluntades distintas: una divina y otra humana 4. Él como Dios era igual al Padre y como hombre era perfectamente impecable y libremente sometió su voluntad humana en obediencia a la voluntad divina del Padre, imposibilitándonos dudar de la conveniencia de que el hombre pecador haga lo mismo.

Por la Hna. Kyla Mary Anne MacDonald, EP

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1 SAN JUAN DE LA CRUZ. Subida do Monte Carmelo.Obras Completas. 5. ed. Petrópolis: Vozes, 1998.
2 SANTO TOMÁS DE AQUINO. S.T. I, q.62 a.5
3 SANTA CATALINA DE SIENA. Diálogo.In: Liturgia das Horas. Segundo o Rito Romano. Ofício Divino renovado conforme o decreto do Concílio Vaticano II e promulgado pelo Papa Paulo VI. Tradução para o Brasil da segunda edição típica. Petrópolis: Vozes, 1999, v.4.p.403.
4 S.T. III q.18, a.1.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Católica pakistaní condenada a muerte por supuesta blasfemia escribe al Papa Francisco

Multán (Jueves, 02-01-2014, Gaudium Press) El drama de Asia Bibi, una católica pakistaní de origen campesino que fue acusada de blasfemia y condenada a muerte, no conoce aún su final. El suyo es uno de los casos más representativos de la discriminación a los cristianos en su país y la presión internacional ha evitado el cumplimiento de su condena, pero no ha podido obtener su libertad después de más de cuatro años(ver noticia anterior). Desde su prisión, escribió al Papa Francisco un mensaje con motivo de la Navidad.

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Asia Bibi, injustamente condenada a muerte bajo acusaciones de blasfemia.

«A Su Santidad el Papa Francisco, en el nombre de Nuestro Señor omnipotente y glorioso, yo, Asia Bibi, querría expresar toda mi profunda gratitud a Dios y a usted, Santo Padre», comenzó la mujer. «Espero también que cada cristiano haya podido celebrar con alegría la Navidad apenas pasada». Esta creyente celebró la Solemnidad de un modo distinto al de millones de católicos: «Como muchos otros prisioneros, también yo he festejado el nacimiento del Señor en la cárcel de Multán, aquí en Pakistán».

El valor de la oración

«Me hubiera gustado estar en San Pedro (en el Vaticano) para pasar la Navidad y rezar junto a usted, pero tengo confianza en el proyecto que Dios tiene para mí y ojalá pudiera realizarse el año próximo», afirmó la creyente. También agradeció los esfuerzos de la organización Renaissance Education Foundation, que permitió que su esposo e hijos pudieran viajar a Multán para vivir la Navidad justo a su esposa y madre.

Bibi agradeció el compromiso de todas las personas e instituciones que oran y buscan su libertad. «No sé cuanto podré aún ir adelante. Si estoy aún viva es gracias a las fuerzas que sus oraciones me dan», expresó. «He encontrado a muchas personas que hablan y combaten por mi. Lamentablemente aún no ha servido. En este momento quiero solamente confiarme a la misericordia de Dios que todo lo puede. Solamente Él puede liberarme».

La grave situación de Asia Bibi

También refirió algunos detalles de las penalidades que afronta en su reclusión, agravadas por la llegada del invierno. «Mi celda no tiene calefacción y no tiene una puerta adaptada para protegerme del frío penetrante», denunció. «También las medidas de seguridad no son adecuadas, no tengo bastante para las necesidades cotidianas y estoy muy lejos de Lahor, por lo tanto mis familiares no logran ayudarme».

Sobre la seguridad de Asia Bibi, una de las mayores preocupaciones es el de la violencia originada en difamaciones por su carácter simbólico en la lucha por la tolerancia a los cristianos. Incluso si fuera liberada de prisión, corre el peligro de ser víctima de un ataque, al igual que su familia. Por este motivo su esposo e hijos han debido esconderse y comparten la cruz de la persecución que ha caracterizado a Bibi (ver noticia anterior). Las figuras públicas más notorias que han intervenido en su defensa, el gobernador musulmán Salman Taseer y el ministro católico Shahbaz Bhatti, fueron asesinadas en 2011.

A pesar de esta situación, Bibi conserva la esperanza: «Quiera en fin, Santo Padre, aceptar mis mejores deseos para el año nuevo. Sé que usted reza por mí con todo el corazón. Y esto me da confianza que un día mi libertad será posible», concluyó. «Segura de que me recordará en sus oraciones, lo saludo con afecto. Asia Bibi, su hija en la fe».

Con información de Zenit.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Católicos en Corea del Sur elevan oraciones por Corea del Norte al iniciar el año

Seúl (Jueves, 02-01-2014, Gaudium Press) A través de un mensaje especialmente dirigido a los católicos con motivo del inciio del año 2014, el Arzobispo de Seúl, Corea del Sur, Mons. Andrew Yeom Soo-jung, invitó a los fieles a «orar especialmente por nuestros hermanos y hermanas en el Norte (bajo el régimen comunista), de forma que el Señor les regale abundantes bendiciones de amor, compasión y gracia». La Iglesia no puede operar en ese país, en el cual no hay sacerdotes ni Obispos residentes y cuyas diócesis, preservadas por la Santa Sede son presididas por prelados en Corea del Sur.

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Mons. Andrew Yeom Soo-jung, Arzobispo de Seúl, Corea del Sur. 

Mons. Yeom Soo-jung extendió su bendición sobre los fieles de Seúl y los motivó a buscar la auténtica felicidad que reside en el espíritu. «Si somos agradecidos por lo que tenemos, si lo compartimos con los demás, encontramos la alegría fácilmente a través de la vida de nuestros prójimos», enseñó.

«Muchas personas, sin embargo, encuentran difícil estar alegres porque son muy egoístas», alertó el prelado, quien recordó la disposición humilde pregonada por Jesucristo en las bienaventuranzas. La auténtica alegría proviene de «vivir una vida humilde y ponernos completamente en las manos de Dios. Esta es la verdad sobre la felicidad que no deberíamos olvidar».

El Arzobispo también motivó a los surcoreanos a reproducir en sus vidas el ejemplo ofrecido por el Niño Jesús, la Santísima Virgen y San José. «Oro para que todos podamos seguir el ejemplo de la Sagrada Familia», concluyó. «La Sagrada Familia fue pequeña y ordinaria, pero era fuerte en la fe; hizo que grandes milagros sucedieran a través del amor y el compartir. Para ser como ellos es importante que comencemos amando nuestras propias familias».

Con información de Asia News.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Ciudad del Vaticano (Jueves, 02-01-2013, Gaudium Press) Durante la homilía proferida ayer, en la celebración de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios, en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco comenzó haciendo el elogio de la Bendición especial que la Iglesia da a los fieles al inicio del Año, «palabras de bendición que Dios sugirió a Moisés para que las enseñara a Aarón y a sus hijos: ‘Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz» (Nm 6,24-26)».

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Foto: Radio Vaticano

La esperanza que porta tal bendición, no es una «esperanza ilusoria, basada en frágiles promesas humanas; ni tampoco una esperanza ingenua, que imagina un futuro mejor sólo porque es futuro. Esta esperanza tiene su razón de ser precisamente en la bendición de Dios, una bendición que contiene el mejor de los deseos, el deseo de la Iglesia para todos nosotros, impregnado de la protección amorosa del Señor, de su ayuda providente», afirmó el Papa.

Ésta bendición dio su fruto más elevado en la Virgen, destinada a ser la Madre de Dios, «el título principal y esencial de la Virgen María».

Tras recordar la fe que el pueblo fiel manifestó durante el Concilio de Éfeso, cuando se proclamó el dogma de la maternidad divina, el Pontífice afirmó que «nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el momento en que Jesús, muriendo en la cruz, nos la ha dado como Madre diciendo: ‘He ahí a tu madre’ (Jn 19,27). Estas palabras tienen un valor de testamento y dan al mundo una Madre. Desde ese momento, la Madre de Dios se ha convertido también en nuestra Madre. En aquella hora en la que la fe de los discípulos se agrietaba por tantas dificultades e incertidumbres, Jesús les confió a aquella que fue la primera en creer, y cuya fe no decaería jamás».

«La mujer que en las bodas de Caná de Galilea había cooperado con su fe a la manifestación de las maravillas de Dios en el mundo, en el Calvario mantiene encendida la llama de la fe en la resurrección de su Hijo, y la comunica con afecto materno a los demás. María se convierte así en fuente de esperanza y de verdadera alegría».

Finalmente, a la Virgen el Papa encomendó «nuestro itinerario de fe, los deseos de nuestro corazón, nuestras necesidades, las del mundo entero, especialmente el hambre y la sed de justicia, de paz y de Dios; y la invocamos todos juntos, imitando a nuestros hermanos de Éfeso. Digamos juntos por tres veces: ¡Santa Madre de Dios! ¡Santa Madre de Dios! ¡Santa Madre de Dios! Amén».

Con información de Radio Vaticano

Fuente:: Gaudium Press

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San Salvador (Jueves, 02-01-2013, Gaudium Press) Mons. José Luis Escobar, Arzobispo de San Salvador, ha manifestado abiertamente su apoyo a la marcha «Familia, santuario de la vida», realizada el 28 de diciembre pasado, día de los santos inocentes.

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La marcha, que trascurrió entre la plaza Salvador del Mundo y la plaza Gerardo Barrios, en San Salvador, fue organizada por la entidad Red Familia, y acogió a 10.000 personas aproximadamente. El ‘leit motiv’ del evento fue hacer una defensa de la vida humana y pedir que constitucionalmente se decrete el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.

«Ciertamente, la convocatoria era para todas aquellas personas de buena voluntad, la marcha tuvo un buen efecto y el interés es más allá que el interés político, que fue defender la vida, defender a la familia», dijo Mons. Escobar.

El arzobispo manifestó que toda acción encaminada a defender los valores de familia será apoyada por la Iglesia, que busca la unión de los hogares salvadoreños.

«Cualquier evento que se haga en defensa de los valores, la Iglesia lo va a apoyar», recalcó el arzobispo.

Según Mons. Escobar, la fecha de la marcha es escogida intencionalmente, pues el conmemorar a los infantes asesinados por el rey Herodes permite que los hombres tengan una mayor conciencia de lo importante que es la vida y por eso la Iglesia se une a «todas aquellas personas que defienden la vida».

Con información de Infocatolica

 

Fuente:: Gaudium Press

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A la hora del Ángelus el Papa invitó a poner nuestras esperanzas con confianza filial en las manos de María, Madre del Redentor
(RV).- Una vez concluida la Santa Misa de la Solemnidad de María Madre de Dios, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus desde la ventana de su estudio frente a la Plaza de San Pedro. El Obispo de Roma dirigió sus más cordiales felicitaciones al inicio del nuevo año, son sus deseos de paz y de todo bien. Deseo, dijo, que es el de la Iglesia y de todo cristiano, y que no está ligado a ese sentido un poco mágico y fatalista de un nuevo ciclo que comienza, porque sabemos que la historia tiene un centro que es Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado, y tiene un fin, el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de libertad en el amor, con la fuerza del Espíritu Santo. (MFB – RV).

Fuente:: News.va

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Encomendamos a María nuestras necesidades y las del mundo entero, especialmente el hambre y la sed de justicia y de paz, pide el Papa en la Solemnidad de la Madre de Dios
(RV).- El Pontífice presidió esta mañana la Eucaristía del primero del año en la Basílica de San Pedro en la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y en la 47ª Jornada Mundial de la Paz. (MFB – RV).

Texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco

La primera lectura que hemos escuchado nos propone una vez más las antiguas palabras de bendición que Dios sugirió a Moisés para que las enseñara a Aarón y a sus hijos: «Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz» (Nm 6,24-26). Es muy significativo escuchar de nuevo esta bendición precisamente al comienzo del nuevo año: ella acompañará nuestro camino durante el tiempo que ahora nos espera. Son palabras de fuerza, de valor, de esperanza. No de una esperanza ilusoria, basada en frágiles promesas humanas; ni tampoco de una esperanza ingenua, que imagina un futuro mejor sólo porque es futuro. Esta esperanza tiene su razón de ser precisamente en la bendición de Dios, una bendición que contiene el mejor de los deseos, el deseo de la Iglesia para todos nosotros, impregnado de la protección amorosa del Señor, de su ayuda providente.
El deseo contenido en esta bendición se ha realizado plenamente en una mujer, María, por haber sido destinada a ser la Madre de Dios, y se ha cumplido en ella antes que en ninguna otra criatura.
Madre de Dios. Este es el título principal y esencial de la Virgen María. Es una cualidad, un cometido, que la fe del pueblo cristiano siempre ha experimentado, en su tierna y genuina devoción por nuestra madre celestial.
Recordemos aquel gran momento de la historia de la Iglesia antigua, el Concilio de Éfeso, en el que fue definida con autoridad la divina maternidad de la Virgen. La verdad sobre la divina maternidad de María encontró eco en Roma, donde poco después se construyó la Basílica de Santa María «la Mayor», primer santuario mariano de Roma y de todo occidente, y en el cual se venera la imagen de la Madre de Dios —la Theotokos— con el título de Salus populi romani. Se dice que, durante el Concilio, los habitantes de Éfeso se congregaban a ambos lados de la puerta de la basílica donde se reunían los Obispos, gritando: «¡Madre de Dios!». Los fieles, al pedir que se definiera oficialmente este título mariano, demostraban reconocer ya la divina maternidad. Es la actitud espontánea y sincera de los hijos, que conocen bien a su madre, porque la aman con inmensa ternura.
María está desde siempre presente en el corazón, en la devoción y, sobre todo, en el camino de fe del pueblo cristiano. «La Iglesia… camina en el tiempo… Pero en este camino —deseo destacarlo enseguida— procede recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen María» (JUAN PABLO II, Enc. Redentoris Mater, 2). Nuestro itinerario de fe es igual al de María, y por eso la sentimos particularmente cercana a nosotros. Por lo que respecta a la fe, que es el quicio de la vida cristiana, la Madre de Dios ha compartido nuestra condición, ha debido caminar por los mismos caminos que recorremos nosotros, a veces difíciles y oscuros, ha debido avanzar en «la peregrinación de la fe» (CONC. ECUM. VAT. II, Const. Lumen gentium, 58).
Nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el momento en que Jesús, muriendo en la cruz, nos la ha dado como Madre diciendo: «He ahí a tu madre» (Jn 19,27). Estas palabras tienen un valor de testamento y dan al mundo una Madre. Desde ese momento, la Madre de Dios se ha convertido también en nuestra Madre. En aquella hora en la que la fe de los discípulos se agrietaba por tantas dificultades e incertidumbres, Jesús les confió a aquella que fue la primera en creer, y cuya fe no decaería jamás. Y la «mujer» se convierte en nuestra Madre en el momento en el que pierde al Hijo divino. Y su corazón herido se ensancha para acoger a todos los hombres, buenos y malos, y los ama como los amaba Jesús. La mujer que en las bodas de Caná de Galilea había cooperado con su fe a la manifestación de las maravillas de Dios en el mundo, en el Calvario mantiene encendida la llama de la fe en la resurrección de su Hijo, y la comunica con afecto materno a los demás. María se convierte así en fuente de esperanza y de verdadera alegría.
La Madre del Redentor nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión. Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad de Dios nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio alegre y sin fronteras. De este modo nuestra misión será fecunda, porque está modelada sobre la maternidad de María. A ella confiamos nuestro itinerario de fe, los deseos de nuestro corazón, nuestras necesidades, las del mundo entero, especialmente el hambre y la sed de justicia y de paz; y la invocamos todos juntos: ¡Santa Madre de Dios!

Fuente:: News.va

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