Madrid (Lunes, 02-12-2013, Gaudium Press) Pilar Jimenez Regalado era una chica como muchas, de 15 años, que estaba haciendo el curso de confirmación más por rutina, porque su familia lo quería, porque sus amigas también allí estaban.

Su hábito era el viernes de noche salir con novios, de juerga, no porque sintiese una alegría especial en ello, sino porque todos lo hacían.

«Iba comprobando en mi vida que ese año y pico que ya llevaba saliendo, que iba de fiestas, mi corazón se iba vaciando. Yo iba buscando, no sé, ser popular, quedar bien, ser guay, tener amigos… No sé. Cuanto más iba, más se vaciaba mi corazón. Y cada vez me quedaba con una sensación mayor de vacío», recuerda.

Ese vacío venía muy probablemente de sentir que la amistad que así se le ofrecía no era verdadera.

Entretanto, ya casi con 17 años, quiso meditar sobre su vida.

«Me paré a pensar porque mi corazón estaba muy vacío. tenía casi 17 años… y no tenía ganas de vivir, no tenía ganas de seguir adelante. Decía: ¿Cómo puede ser? ¡Con lo que me queda de vida! Seguir así, ¡qué rollo! Es como tener un corazón viejo en una persona joven. Haberlo vivido todo, muchas cosas, cosas que no son de tu edad, pero que el mundo te las ha ido colando, y estás ya sin ganas de seguir adelante».

Un día le dijo a una amiga que se declaraba atea. La amiga sí lo era.

– Mira, creo que Dios no existe.

«Yo entendía que si Dios existía, tenía que ser bueno. Pero Dios no era bueno, porque no me quería. Yo estaba en las últimas, estaba tirada. Sí, tenía amigos, estudios, familia, dinero… Tenía todo, pero no tenía nada», recuerda.

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Fue a ver al cura el sábado por la mañana, cuando faltaban 3 meses para la Confirmación:

– Mira, vengo a despedirme… No me quiero confirmar porque no me quiero confirmar sin creer en Dios.

Entretanto, el Padre que ya la había invitado, lo hizo una vez más:

– Vente de convivencias, Pilar.

– Pero… a ver… ¡que me voy, que no vuelvo!

– Si no quieres volver, no vuelvas. Pero vente a esta convivencia.

«Y para que me dejara en paz, como iban mis amigas, dije que iba a ir». Y allí sucedió lo inesperado.

En las completas de su primera noche de retiro, la Palabra de Dios como rayo esclarecedor iluminó su corazón: «Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen».

«Y eso me tocó el corazón. No lo dije a nadie, pero se quedó por allí. Lo que iba buscando no me llenaba y los dioses de la tierra, el dinero, los amigos, la popularidad no me llenaba».

Al día siguiente el Padre anunció: «Vamos a tener una hora santa». Creía que era una hora de teatro de santos, que duraba una hora. No tenía ni idea. Sí que iba a la Iglesia los domingos a acompañar a mi madre a misa, por no dejarla sola, pobrecita. Pero, ¿una hora santa? No había oído nunca hablar de ello»

La Presencia de Cristo Eucarístico

«Nos meten en la capilla al grupito, creo que éramos 15. La capilla no era bonita, no era nada. No había nadie que cantara, no había nadie que diera ninguna meditación, porque todo el mundo falló aquella noche. El único que estaba era el sacerdote y el Santísimo. El sacerdote expuso al Santísimo y se fue a confesar. Y nos dejó allí una hora solos, o creo que fueron dos horas, no sé cuanto tiempo fue aquello. Pero dije: ¿Qué hace? ¿Nos deja y se va? ¿Y qué hago yo aquí una hora en la capilla?»

«Aquella noche, ese «trozo de pan» estaba en la custodia, estaba en el atar, y yo le miraba. Y yo notaba que Él me miraba. Y dije: ¡Que no, que eres un trozo de pan! Los trozos de pan no hablan. No puede ser. Que no, que no. Pero en ese «que no, que no, que no,» hubo un momento en el que me deshice, me derrumbé. Recuerdo que abrí el corazón, una rendijita, pero lo abrí. Y el Señor entró».

«En ese momento, yo recuerdo que le dejé mi corazón al Señor. Y dije: No sé quien eres, no sé qué haces, si eres de pan o qué eres, pero entra, si eres tú quien me va a cambiar la vida».

«No sé de qué manera, pero justo en ese instante, mi vida cambió. Donde no tenía sentido, lo empezó a tener. Donde todo estaba oscuro, de repente había luz. No entendía nada, y de repente lo entendía todo. Fue así. Porque en la Eucaristía estaba el Señor y el Señor había entrado en mi corazón y de repente yo entendía todo porque mi corazón estaba hecho para el Señor. Y entonces, a partir de allí, fue cambiando poco a poco mi vida, pero sabiendo que el Señor estaba en la Eucaristía».

«Una cosa que a mí me llamó la atención es que empecé a sonreír. Eso yo no lo conocía. Y era fruto de conocerle a Él. Después de esa hora santa, nos quedamos a rezar el Rosario. Yo tampoco sabía lo que era, sólo que era algo que rezaban las abuelas. Ese miércoles era Miércoles de Ceniza. Me enteré de que había misa diaria. No sabía que existía la misa todos los días. Como yo había recibido aquello del Señor, yo ya entendía que Él era el sentido de vida y que sin Él no iba a poder vivir. Que podía volver a donde estaba divirtiéndome, pero que Él era el que alegraba mi corazón de verdad, que daba sentido a mi vida, el que me llenaba».

«Entonces dije: ¿por qué no repetirlo siempre que pueda, si el Señor me ha dado esto? Volví a confirmación con todas mis ganas, a los tres meses me confirmé. Descubrí la misa diaria y siempre que podía iba. No empecé a ir todos los días, pero si no iba todos los días, pues íbamos a rezar las amigas o estudiábamos en la parroquia, rezábamos vísperas y fue cambiando mi vida. Todos me miraban: ¿qué te ha pasado? Porque no lo puedes ocultar. Cuando el Señor cambia tu vida, se nota. Igual que cuando te alejas, se nota. Y así fue».

En la actualidad Pilar Jiménez Regalado es Consagrada de la Fraternidad Seglar en el Corazón de Cristo y ha hablado de su poderosa experiencia de Jesús Eucaristía en el documental sobre Adoración Eucarística de HM Televisión:

www.eukmamie.org/es/television/series/visible-a-invisible/1503-adoracion

Con información de Religion en Libertad

 

Fuente:: Gaudium Press

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Arzobispo peruano recuerda la fórmula católica contra el VIH-SIDA: Abstinencia y fidelidad

Piura (Lunes, 02-12-2013, Gaudium Press) Con motivo de la Jornada Mundial de lucha contra el VIH – Sida, el pasado 01 de diciembre, el Arzobispo de Piura, Perú, expuso la fórmula más acertada para combatir la extensión de esta pandemia en el mundo, de acuerdo a la doctrina de la Iglesia. Ante el avance del contagio, la receta es recuperar un estilo de vida saludable y acorde a la voluntad de Dios.

«La Iglesia insiste en la adecuada prevención, desde el contexto humano más amplio de la educación al amor», comentó el Arzobispo, en declaraciones divulgadas por ACI. «Es imprescindible promover estilos de vida saludables que correspondan a la naturaleza del ser humano, que privilegien la postergación de las relaciones sexuales hasta el matrimonio y la fidelidad en el mismo, así como el rechazo frontal de la promiscuidad».

Esta visión de la sexualidad humana, que aborda de manera integral las dimensiones afectiva y espiritual del ser humano, ha sido una ausencia notoria en muchos esfuerzos contra la enfermedad. «Se debe reconocer que los medios terapéuticos son insuficientes para frenar la diseminación de la infección por VIH/SIDA», afirmó Mons. Eguren. Según explicó, la experiencia alrededor del mundo demuestra que el avance médico es insuficiente si no se corrigen las conductas asociadas al contagio del mal,.

Educación y caridad

La Iglesia propone el cambio de la conducta y el respeto de las leyes divinas como estrategia contra el VIH – Sida, pero no abandona a las personas que sufren la enfermedad, liderando la atención a los pacientes con esta patología, sobre todo en sociedades de escasos recursos. «Esta fecha es también ocasión privilegiada para renovar nuestro llamado a no estigmatizar ni discriminar a quienes padecen tan grave enfermedad», exhortó el Arzobispo.

«Recordemos que Dios ama con predilección a estos pequeños hijos suyos que cargan con una pesada cruz de sufrimiento y dolor», asgregó, al tiempo que recordó las expresiones locales de este drama en su comunidad. «la infección por VIH-SIDA, verdadera epidemia de nuestros tiempos, tiene un rostro concreto en tierras piuranas, siendo fuente de sufrimiento para cientos de hermanos nuestros, entre hombres, mujeres -incluyendo a madres gestantes en espera de dar a luz- y niños: anualmente fallecen personas por esta causa y lamentablemente no paran de registrarse decenas de nuevos casos».

A todos los afectados y sus familias, la Iglesia ofrece su ayuda espiritual y material según sus necesidades, según el compromiso de caridad mandado por Jesucristo. Según expuso Mons. Eguren, la comunidad de creyentes renovó en la Jornada «nuestro compromiso de estar junto a aquellos hermanos afectados directamente por este mal y sus familiares, con nuestras oraciones y nuestra caridad cristiana».

Con información de ACI.

 

Fuente:: Gaudium Press

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“El Adviento es realidad presente y esperanza futura”, dice Cardenal Rivera

 

 

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“El Adviento es realidad presente y esperanza futura”, dice Cardenal Rivera

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“El Adviento es realidad presente y esperanza futura”, dice Cardenal Rivera

 

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“El Adviento es realidad presente y esperanza futura”, dice Cardenal Rivera

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“El Adviento es realidad presente y esperanza futura”, dice Cardenal Rivera
 

 

Fuente:: Gaudium Press

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Con grandes manifestaciones de alegría continúa peregrinaje de la reliquia de Don Bosco por Italia

 

 

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Con grandes manifestaciones de alegría continúa peregrinaje de la reliquia de Don Bosco por Italia

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Con grandes manifestaciones de alegría continúa peregrinaje de la reliquia de Don Bosco por Italia

 

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Con grandes manifestaciones de alegría continúa peregrinaje de la reliquia de Don Bosco por Italia

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Con grandes manifestaciones de alegría continúa peregrinaje de la reliquia de Don Bosco por Italia
 

 

Fuente:: Gaudium Press

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Embajador español: «Sin duda el cristianismo es la fe religiosa más perseguida en el mundo»

Madrid (Lunes, 02-12-2013, Gaudium Press) Francisco Javier Rupérez Rubio es un diplomático español, licenciado en derecho y periodismo por la Universidad Complutense. Fue diputado o senador desde 1979 al 2000. Fue embajador de España ante las Naciones Unidas. Acaba de publicar un estudio titulado «La persecución de los cristianos en el siglo XXI» (Papeles Faes). Rupérez habló sobre el tema

-¿Cuál es la dimensión de la persecución de los cristianos en el mundo en este momento?

Es sin duda la fe religiosa más perseguida en el mundo en estos momentos. Con intensidad variable en cuanto a la persecución, los cristianos hoy tienen dificultades para practicar su religión en un gigantesco circulo que comienza en el África subsahariana, incluye todo el Magreb, continua por el Oriente Medio y por el Golfo Pérsico y se prolonga por Asia hasta las costas del Pacifico en Rusia y China. Solo América, Europa Occidental y Oceanía queda fuera de esa crónica de intolerancia anticristiana. Basta con leer la prensa diaria para comprobar la amplitud y la gravedad del fenómeno.

-Estamos hablando de una persecución que se produce no solo en países musulmanes, también en la India y los todavía países comunistas. ¿Hay algunos rasgos comunes en esta persecución?

Los razonamientos pueden ser distintos pero el principio es el mismo: acabar con los cristianos físicamente o al menos amedrentarlos y conseguir que se vayan. El radicalismo islámico o hindú no admite al diferente y el comunismo no soporta la trascendencia, pero todos ellos coinciden en perseguir al cristiano por el mero hecho de serlo.

-¿Sería conveniente llevar un registro exacto de los resultados de la persecución? ¿Cómo podría hacerse eso?

-Hay varias instituciones que ya lo hacen, pero siguen criterios diferentes y ofrecen resultados dispares. En efecto, convendría tener un censo exacto y riguroso de lo que ocurre y para ello el sistema es simple pero fastidioso: proceder al recuento de todos y cada uno de los incidentes que diariamente se producen contra los cristianos en el mundo por el simple hecho de serlo. Lo ideal sería un acuerdo interconfesional para situar en un solo centro la recogida de datos y la publicación de los resultados. En otro nivel, eso es lo que se ha venido hacienda en España con los atentados terroristas y hoy sabemos con precisión quienes y cuando fueron sus víctimas.

-Usted ha recomendado elevar protestas ante los organismos nacionales e internacionales. ¿Qué tipo de protestas serían eficaces?

-He recomendado y recomiendo elevar la voz ante la opinión pública mundial. Y eso lo pueden y lo deben hacer las jerarquías cristianas, sea cual sea u afiliación, los laicos cristianos y todos aquellos que sin ser cristianos creen que al atacar la libertad religiosa de los cristianos se pone gravemente en duda el respeto a la misma libertad de todos. La eficacia de la protesta naturalmente depende de su volumen. Y desde luego el silencio no es nunca una opción. Ahí está el caso de los judíos y sus persecuciones en el siglo XX.

-¿Cómo puede la comunidad internacional ocuparse de estas cuestiones? ¿Cómo puede entrar en la agenda de Naciones Unidas?

No hay organización internacional contemporánea que no tenga en su ideario la defensa de la libertad religiosa. Corresponde a los miembros de esas organizaciones, fundamentalmente los Estados, por ejemplo en el caso de la ONU, presentar iniciativas dirigidas a condenar esas prácticas y eventualmente a sancionar a los que las ejecutan o permiten. Lo mismo se puede decir de la UE, en sus diversas instituciones -el Parlamento Europeo debería ser activo en el tema- o la Organización de la Unidad Africana. Pero también la misma iniciativa privada y civil tiene mucho que decir al respecto. De hecho son ellos, a través de sus organizaciones no gubernamentales, los que más sonoramente denuncian la persecución de los cristianos. Su ejemplo debería ser seguido y multiplicado

Con información de Páginas Digital – Infocatolica

Fuente:: Gaudium Press

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Papa en el primer domingo de Adviento: La meta de nuestra peregrinación es Jesucristo

Ciudad del Vaticano (Lunes, 02-12-2013, Gaudium Press) En el primer domingo de Adviento, durante el Ángelus dominical, el Papa Francisco usó la lectura del profeta Isaías del día para hablar de la meta de la humanidad: «Sucederá en días futuros que el templo del Señor será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: ‘Vengan, subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos'». (2, 2-3).

«Esto es lo que dice Isaías sobre la meta hacia la que vamos -expresó el Pontífice. Es una peregrinación universal hacia una meta común, que en el Antiguo Testamento es Jerusalén, donde surge el templo del Señor, porque desde allí, de Jerusalén, ha venido la revelación del rostro de Dios y de su ley». Entretanto, para los cristianos hoy «la revelación ha encontrado en Jesucristo su cumplimiento, es el ‘templo del Señor’, Jesucristo. Él mismo se ha vuelto el templo, el Verbo hecho carne: es Él la guía y al mismo tiempo la meta de nuestra peregrinación, de la peregrinación de todo el Pueblo de Dios; y a su luz también los demás pueblos pueden caminar hacia el Reino de la justicia y hacia el Reino de la paz».

Siendo Cristo nuestra meta y la de toda la humanidad, en Él debemos colocar nuestra esperanza: «Apostemos a la esperanza. La esperanza de una paz. Y será posible. Este camino no ha concluido. Como en la vida de cada uno de nosotros siempre hay necesidad de volver a partir, de volver a levantarse, de volver a encontrar el sentido de la meta de la propia existencia, de la misma manera para la gran familia humana es necesario renovar siempre el horizonte común hacia el cual estamos encaminados. ¡El horizonte de la esperanza!».

Este tiempo de Adviento, que nos conduce a la celebración del nacimiento del Salvador, es por tanto el tiempo de la esperanza «¡Una esperanza que no decepciona sencillamente porque el Señor no decepciona jamás! Él es fiel, Él no decepciona. ¡Pensemos y sintamos esta belleza!». El Papa concluyó su meditación colocando a la Virgen como ejemplo de la esperanza cristiana.

Tras el rezo del Ángelus, el Papa Francisco recordó que ese día se realizaba la Jornada Mundial contra el Sida, e invitó a todos a rezar por los afectados y a que se les brinden los mejores de los cuidados.

Con información de Radio Vaticana

 

 

Fuente:: Gaudium Press

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Portal de Información Institucional de las Conferencias Episcopales Europeas

Fuente::

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El tiempo de Adviento nos devuelve el horizonte de la esperanza que no decepciona porque está fundada en la Palabra de Dios, dice el Papa a la hora del Ángelus
(RV).- En una Plaza de San Pedro típicamente invernal, y ante la presencia de varios miles de fieles y peregrinos de numerosos países, el Papa Francisco rezó el Ángelus del Primer Domingo de Adviento. El Santo Padre explicó que inicia de este modo un nuevo año litúrgico para el Pueblo de Dios en el que Jesucristo nos guía en la historia hacia el cumplimiento de su Reino. Y agregó que esto nos hace experimentar un sentimiento profundo del sentido de la historia, puesto que redescubrimos la belleza de estar todos en camino: la Iglesia, con su vocación y misión, y la humanidad entera, los pueblos, las civilizaciones, las culturas, todos en camino a través de los senderos del tiempo.
El Obispo de Roma explicó que se trata de una peregrinación universal hacia una meta común, que en el Antiguo Testamento es Jerusalén, donde surge el templo del Señor, porque desde allí ha venido la revelación del rostro de Dios y de su ley. Y así como en la vida de cada uno de nosotros siempre hay necesidad de volver a partir, de volver a levantarse, de volver a encontrar el sentido de la meta de la propia existencia, de la misma manera para la gran familia humana es necesario renovar siempre el horizonte común hacia el cual estamos encaminados. ¡El horizonte de la esperanza! Porque el tiempo de Adviento, que nuevamente comenzamos, nos devuelve el horizonte de la esperanza, una esperanza que no decepciona puesto que está fundada en la Palabra de Dios.
Antes de rezar a la Madre de Dios el Pontífice recordó que el modelo de este modo de ser y de caminar en la vida, es la Virgen María. ¡Una sencilla muchacha de un pueblo, que lleva en su corazón toda la esperanza de Dios!
(María Fernanda Bernasconi – RV).

Fuente:: News.va

Leer mas http://www.news.va/es/news/el-tiempo-de-adviento-nos-devuelve-el-horizonte-de

Mons. Antonio AlgoraMons. Antonio Algora     Si hay algo que ciertamente podamos calificar de novedoso en esta feria de las sorpresas que es el momento actual, es la figura del papa Francisco y sus palabras y gestos. Propios y extraños lo califican de fenómeno mediático, de gran comunicador. Los más entusiastas, dentro y fuera de la comunidad cristiana, de testigo de una fe evangélica atractiva y seductora.

Sin ánimo de restar nada de la importancia que tiene para nuestro mundo y para esta coyuntura histórica la persona del Papa, en el comienzo de esta andadura hacia la Navidad que hoy comenzamos los católicos en este primer domingo del tiempo de Adviento, veo la mano de Dios que prepara el camino de la venida de su Hijo a este mundo tan arisco a todo lo que supone espiritualidad y fe. A juzgar por lo bien que cae el papa Francisco a la gente más aparentemente alejada no ya de la Iglesia sino de lo religioso, creo descubrir que hay algo en el corazón del hombre de hoy que se despierta si alguien sabe llamar a la puerta: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob», es la invitación del profeta Isaías en la primera lectura de la misa.

Se está dando un despertar y un interés sorprendentes en personas que habitualmente pasan de largo de nuestros templos y desconfían de todo lo que no sea técnica, ciencia y facilidades para vivir desahogadamente. Por todo ello os digo, al estilo de san Pablo, cuando les decía a su discípulo Timoteo: «He luchado en el noble combate, he alcanzado la meta, he guardado la fe; por lo demás, me está reservada la merecida corona que el Señor, el Justo Juez, me entregará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que desean con amor su venida».

Soy testigo de cómo nuestras comunidades parroquiales están formadas por gentes que creéis, que tenéis amor a su venida y que vivís en tensión porque familiares, vecinos y amigos aparentemente no tienen a Dios como referencia última en sus vidas. En este tiempo en el que la Iglesia vive en su Liturgia la preparación a la venida del Señor en la cueva de Belén y conscientes de que la Navidad puede volver a ser otro festejo social al estilo de los carnavales que nos venimos montando y si es con futbol diario mejor… que estos árboles no nos oculten el bosque inmenso de la necesidad del Dios–Hombre que es Jesucristo verdaderamente humano, cercano, amigo que tienen, que tenemos todos.

Frescura y cariño a todos y con todos parecen ser las claves del Papa. ¿No podemos hacer nosotros lo mismo? Desear con amor su venida, mirar dentro de nosotros mismos para descubrir la necesidad que tenemos de ver al Señor con los ojos de la fe, son primeros pasos que todos venimos dando dentro de la Iglesia. Ahora se trata de quitarnos de encima tanta modorra con que nos anestesian y tanto complejo que nos causa la arrogancia de la ciencia, de la economía, de la técnica aplicada al progreso de tantas cosas. La audacia de la denuncia no condenatoria, pero sí denuncia, de aquello que está pasando en los más débiles del concierto social nacional e internacional, deberá ser habitual en los católicos llamados a arriesgar posiciones e incomprensiones también.

Amor, sí, amor a la venida del Señor. No necesitamos alforja ni sandalias, ni seguridad ninguna, puesto que nada podemos perder si tenemos lo único importante que es Jesucristo. De la mano del papa Francisco, con toda la Iglesia indicamos el camino a Belén. Es el Niño Dios el que nos falta.

Vuestro obispo,

† Antonio Algora

Obispo de Ciudad Real

Fuente:: Mons. Antonio Algora

Leer mas http://www.agenciasic.com/2013/12/01/venid-esta-es-vuestra-casa/

Adviento 2013Mons. Salvador Giménez      El Año Litúrgico empieza con el tiempo del Adviento. Tiene su centro en el domingo de la Pascua de la Resurrección del Señor, con un tiempo de preparación, la Cuaresma, otro tiempo posterior, llamado pascual que llega hasta la fiesta de Pentecostés, y termina con la solemnidad de Cristo, Rey del Universo, recogiendo el llamado Tiempo Ordinario que se extiende durante más de treinta semanas.

Hoy es el primer domingo de este periodo de la Iglesia centrado en esperar, desear y cooperar a la venida de Jesucristo, el Mesías de Dios. Todos los cristianos se preparan con intensidad durante cuatro semanas para vivir con inmensa alegría el nacimiento del Salvador.

Es conocido por todos que, con el desarrollo del Año Cristiano, la Iglesia desea que, contemplemos, celebremos y recordemos los misterios de la vida del Señor y cómo extrae cada uno de sus seguidores las consecuencias adecuadas para su propia vida. La Constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia proporcionaba elementos suficientes para que todos los cristianos participaran cada año con provecho del acontecimiento de Jesucristo. Decía la referida constitución: “Revísese al año litúrgico de manera que, conservadas o restablecidas las costumbres e instituciones tradicionales de los tiempos sagrados de acuerdo con las circunstancias de nuestra época, se mantenga su índole primitiva para que alimente debidamente la piedad de los fieles en la celebración de los misterios de la redención cristiana, muy especialmente del misterio pascual” (SC 107). Se dispuso que hubiera más presencia de la Sagrada Escritura en las celebraciones articulando en tres años (llamados ciclos A, B y C) la proclamación y escucha de los cuatro evangelios y numerosos pasajes del Antiguo Testamento y los otros escritos del Nuevo.

Durante este año (diciembre de 2013 y todo el año 2014) caminaremos litúrgicamente con el Ciclo A proclamando el evangelio de san Mateo. Así sucederá también en este tiempo de Adviento con las lecturas evangélicas.

Otro gran personaje bíblico al que escucharemos es el profeta Isaías, cuyas palabras, frases e imágenes literarias encierran la actitud básica del que espera la salvación que trae el Mesías. Es un tiempo para pedir a Dios la virtud de la esperanza. Para alimentar nuestra vida con la esperanza de la venida del Señor y con la esperanza de la vida eterna, que da sentido pleno a nuestras aspiraciones humanas ancladas en la vida terrena.
Además de los aspectos celebrativos nos obligamos los cristianos a llevar a la vida diaria, con la familia, en el trabajo y en medio de la implicación social, las consecuencias de nuestro adviento personal. Nuestra preparación se debe basar en la austeridad de vida, en la cercanía y solidaridad con los que sufren, en el servicio a los que nos necesiten. Ahí tenéis como modelos, en el centro del Adviento, a san Juan Bautista y a la Virgen María. Nos dan ejemplo de vida y de esperanza.

† Salvador Giménez Valls,

Obispo de Menorca

Fuente:: Mons. Salvador Giménez Valls

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