encuentro_vocacional_tarifa_17_11_13El Seminario diocesano repetirá estos encuentros en distintas ciudades y pueblos de la diócesis. El pasado sábado 16 de noviembre algunos de los seminaristas de la diócesis, acompañados por el P. Andrés Muñoz, formador del Seminario, acudieron a Tarifa para tener el primer encuentro vocacional de este curso. El P. Antonio Montero, vicario parroquial de la parroquia de San Mateo, los acogió y los acompañó durante todo el encuentro. A la cita acudió un numeroso grupo de jóvenes de Tarifa, así como algunos venidos de Algeciras.

Tras unos momentos de presentación, los seminaristas proyectaron el corto “El circo de la mariposa”,  del conocido actor y director cristiano Eduardo Verástegui. Luego, y con base al corto, se tuvieron tres talleres sobre el llamado, Cristo que llama, y la Iglesia como lugar de escucha de la llamada. Finalizados los talleres todo el grupo se reunió para compartir la comida, charlar y cantar. Por la tarde, se proyectó un interesante video llamado “Falling Plates” (Platos cayendo), en el que con unas imágenes muy sugerentes y una voz en off se plantea la historia de pecado y redención en Cristo. El encuentro tuvo su momento fuerte con una oración en la capilla del Santísimo, donde los seminaristas y algunos jóvenes dieron su testimonio.

(Diócesis de Cádiz Ceuta)

Fuente:: SIC

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Ciudad del Vaticano (Jueves, 21-11-2013, Gaudium Press) La Misericordina es probablemente la medicina más publicitada en el mundo en los últimos días. Después de que el propio Papa Francisco lo recetara después del Ángelus del pasado 17 de noviembre, el medicamento consistente en un Santo Rosario y una estampa de Jesús Misericordioso con instrucciones para rezar la Coronilla de la Divina Misericordia fue noticia alrededor del mundo (ver noticia anterior). La Guardia Suiza narró la historia detrás de la popular receta «para dar fruto al final del Año de la Fe».

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«Esta insólita iniciativa en la Plaza de San Pedro fue querida por Mons. Konrad Krajewski, que durante 14 años ha sido uno de los ceremonieros del Papa y que desde agosto es limosnero de Su Santidad», relató la página de la Guardia Suiza (encargados tradicionales de la defensa del Santo Padre) en Facebook y divulgada por el portal Aleteia. «La «medicina» fue traída por el Arzobispo de Gdansk (Polonia) Monseñor Slawoj Leszek Glodz. Mons. Krajewski la presentó al Papa Francisco, quien quedó entusiasmado y pidió que se ofreciera a la gente para la clausura del Año de la Fe».

Estos detalles de la historia inmediata de la Misericordina fueron acompañados de una foto de los guardias, sin uniforme, preparando las cajas que serían entregadas a los fieles en la Plaza de San Pedro. Pero el texto incluyó además el origen de la idea, creada en 2011 por el seminarista Blazej Kwiatkowski de la Arquidiócesis de Gdansk.

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Los Guardias Suizos ensamblan las cajas de Misericordina. Foto: Guardia Suiza Pontifica.

«Como cada año, necesitábamos algún regalo-recuerdo y así pensamos proponer la Coronilla de la Divina Misericordia de un modo insólito, metiéndola en una cajita con un nombre que recuerda el de un verdadero medicamento de la farmacia» relató el seminarista. «Añadimos una pequeña imagen de Jesús Misericordioso y una hoja ilustrativa con explicaciones de cómo usarla, cómo recitar la Coronilla, de forma parecida a un prospecto en una medicina normal».

Según Kwiatkowski, la idea de la particular presentación es que no requiriera una elaborada explicación y que expresara la ayuda de la oración para el bienestar del alma. «Es una ‘medicina’ para las personas en dificultad que combaten con el pecado, con las tentaciones, para los que tienen problemas en perdonar, y también para aquellos que quieren dar gracias y alabar a Dios, Su Misericordia», agregó. «Está escrito también que este ‘medicamento’ no tiene fecha de caducidad, ni contraindicaciones. En caso de duda, hay que consultar un sacerdote o una monja o un catequista.»

El nombre de la medicina y su descripción como «gránulos intracardiacos» fue reportado por el seminarista como un feliz hallazgo. La palabra «Misericordium» del latín está referida al «cor» (el corazón) y permite hacer referencia al saludable efecto de la medicina papal «en sentido espiritual y moral».

Las cajas fueron armadas por los miembros de la Guardia Suiza Pontificia «bajo la guía del sargento Marcel Riedi y con la ayuda de las familias de los guardias y de las Monjas Albertinas (que se ocupan de la cocina de la Guardia) y trabajadores laicos vaticanos», describió el texto. Los miembros de este cuerpo de seguridad dedicaron su tiempo libre durante las noches y las madrugadas en el mes de octubre, dedicado al Santo Rosario. Por este motivo, muchos de ellos realizaban esta tarea en ambiente de oración.

El fruto de su trabajo, al igual que la creatividad de los seminaristas polacos, llegó a muchas más personas que las miles congregadas en la Plaza de San Pedro. A causa de la prescripción del Papa, millones de fieles alrededor del mundo conocen esta receta, siempre disponible para aliviar los males más determinantes de la existencia humana.

Con información de Aleteia.

 

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Redacción (Jueves, 21-11-2013, Gaudium Press) Nuestro primer padre, Adán, fue creado en el Paraíso con todos aquellos dones que querríamos poseer: la ciencia infusa, dominio sobre los animales, impasibilidad, inmortalidad. Esto, además de todos los dones sobrenaturales infinitamente superiores en importancia, tales como el estado de Gracia, la concesión de parte de Dios de todas las virtudes infusas y de los Dones del Espíritu Santo, todos estos en grado inconmensurable, una vez que era la primera criatura humana creada por el Padre Eterno.

¡Cuán magnífica, extraordinaria y excelsa era la vida de Adán en el Edén! Además de todos esos beneficios, conversaba con el propio Dios de tarde. Era blanco de enorme predilección por parte de su Creador, al punto de que éste, en su Infinita Sabiduría, viéndolo solo, en el paraíso, le envió una compañera. No siendo bastante, todavía lo hizo rey de la creación entera.

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Bautismo de San Ignacio de Loyola – Santa Casa, Loyola

Apenas un mandamiento Dios le estableció: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y el mal no comerás, porque en el día en que de él comieres, morirás indudablemente» [1].

A pesar de todos los beneficios y gracias concedidas, de todos los grandiosos favores dados por la Divina Providencia, Adán no cumple este mandato. ¡Cuánta infidelidad, cuánta no correspondencia, cuánta ingratitud! Él podría comer de todos los frutos del Paraíso [2], los cuales eran de enorme belleza y, ciertamente, poseían sabores inefables [3]. ¿Por qué fue a comer justo de aquel único prohibido?

Por una tentación de orgullo inducida por la serpiente [4], el más astuto de entre los animales del paraíso [5], Adán y Eva cometen esa enorme falta la cual transferiría de generación en generación todos los efectos de esta desobediencia: el Pecado Original. Con tal indisciplina nuestro primer padre pierde todos aquellos beneficios, o sea, podrá morir, perderá aquel dominio que poseía sobre todos los animales, tendrá que comer el pan con el sudor de su rostro [6]. Y como Dios es justiciero y castiga a los que le son infieles [7], le retiró todos los dones sobrenaturales. Adán perdió el estado de gracia, las virtudes, los dones, fue expulsado del Paraíso. Tendrá que recuperarlos ahora a través de la penitencia de una vida entera.

Ciertamente, Dios podría haber acabado con aquello que había creado y después recrear de otro modo sin el pecado de Adán, pero Dios lo permitió de esta forma. La Historia de la humidad continuará. Adán y Eva tienen dos hijos: Caín y Abel. Ya al inicio de la Sagrada Escritura cuánta infidelidad de aquellos que no poseían más las cualidades de su padre, antes del pecado. Caín, por envidia de las ofrendas hechas por su hermano Abel, lo mata. [8]

¡Cuántas faltas cometería todavía la descendencia de Adán! Basta recorrer las narraciones de la Sagrada Escritura: son pecados que llevan a Dios a acabar con toda la Humanidad a través del Diluvio, exceptuando a Noé y su familia; el Señor del universo confunde la lengua de los hombres que se enorgullecían construyendo la Torre de Babel; al liberar al pueblo judío de la esclavitud de Egipto, prometiéndole aquella tierra de donde corre leche y miel, los ve reclamando en el desierto la falta de agua, de carne, y construyendo un becerro a fin de adorarlo en lugar del Dios de los dioses y Señor de los señores.

En fin, los hechos serían innúmeros. Pero, delante de tantas infidelidades y no correspondencias a los designios de Dios, ¿cómo actuó Él?

«Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una Mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se encontraban debajo de la ley y para que recibiésemos la filiación adoptiva» [9]. ¡Cuánta misericordia, clemencia y bondad! Delante de todos los pecados la Segunda Persona de la Santísima Trinidad se encarna y se hace hombre, para morir en la cruz, redimir nuestros pecados y cumplir en toda su plenitud las promesas hasta ahí hechas, además de darnos, en todo, el ejemplo, a fin de que podamos ser perfectos como nuestro «Padre celeste es Perfecto» [10].

Como si fuese poco el que el Verbo de Dios se hiciese carne, nos dejó la Santa Iglesia fundada por Él, de su costado abierto por la lanza, y las siete señales sensibles de la Gracia que nos conceden la Gracia, nos fortalecen en la virtud y nos hacen alcanzar el Cielo: los Sacramentos.

Los Sacramentos de la Nueva Ley, instituidos por el propio Dios para producir la gracia en el alma [11] son, tal vez, los mayores regalos que nos son concedidos a nosotros, sus ingratas criaturas, a fin de que podamos cumplir nuestra finalidad con mayor facilidad y consciencia: conocer al Creador, amarlo y servirlo, para que, así nos salvemos.

Estas señales sensibles de la Gracia no actúan como los también llamados Sacramentos, de la Antigua Ley, pues después de la venida de Nuestro Señor Jesucristo es Él mismo que actúa, por tanto, su efecto se produce ‘ex opere operato’, o sea, independiente de la virtud que el ministro o el individuo que los recibe tengan. Los Sacramentos de la Antigua Ley, tales como los sacrificios pacíficos, los holocaustos, el chivo expiatorio, la circuncisión, actuaban ‘ex opere operantis’, pues conferían Gracia en la medida de la fe de aquel que los recibía o cumplía.[12]

Tal fue el modo de, incluso después de su Ascensión, Dios permanecer con nosotros y unirnos a Él. Pues con el Bautismo nos es conferida la propia Vida Divina, es borrado el Pecado Original y la Divina Providencia nos concede todos los Dones y Virtudes propias a un verdadero Hijo de Dios. Con la Confirmación somos elevados a la condición de Soldados de Cristo, Él nos hace más fuertes contra la tentación, embustes y trampas del demonio. Nos dejó la Eucaristía, don que ni los Ángeles poseen en el Cielo, pues con él podemos recibir al propio Dios en nosotros. La Confesión, Sacramento a través del cual Dios nos concede el perdón por nuestros pecados que, por infidelidad, tantas veces cometemos. El Matrimonio bendijo con gracias eficacísimas aquello que naturalmente ya era concedido a la humanidad. El Orden el cual hace que simples hombres se tornen personas sagradas y actúen en la propia Persona de Cristo (in Persona Christi). Por último, la Unción de los Enfermos, con la cual, la Divina Misericordia nos da en los últimos momentos de nuestra vida terrena el perdón de los pecados y méritos como si hubiésemos correspondido a todas las gracias recibidas durante nuestra peregrinación en este valle de lágrimas.

Es, por tanto, inmensamente necesario, de nuestra parte, recurrir a esos auxilios prestados por la Divina Providencia, sin los cuales nos sería terriblemente más pesada y difícil la salvación eterna. Además de eso, debemos cada vez más dar gracias a Dios por habernos concedido tales beneficios, esos mejores regalos de los que toda la humanidad tenía necesidad, frutos de su infinita benignidad y provenientes de su Omnipotencia Divina.

Por Pedro Faustino Braga
________________________________________
[1] Gn 2, 16-17.
[2] Cf. Gn 1, 29.
[3] Cf. Gn 2 ,9.
[4] Cf. Gn 3, 4-5.
[5] Cf. Gn 3, 1.
[6] Cf. Gn 3 ,17-19.
[7] Cf. Dt 5, 9.
[8] Cf. Gn 4, 1-8.
[9] Gl 4, 4-5.
[10] Mt 5, 48.
[11] BOULENGER. Doutrina Catholica. 3ª parte. São Paulo; Francisco Alves Paulo de Azevedo e Cia. 1927. p. 42.
[12] Cf. PHILIPON, M. M. Los Sacramentos em la vida Cristiana. Ed. 2 .Madrid; Palabra. 1980. p. 8.

 

 

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Se presente e-book que recopila Cartas Pastorales del Prelado del Opus Dei sobre el Credo

Redacción (Jueves, 21-11-2013, Gaudium Press) «Creo, creemos», es el título del libro que acaba de presentar el Opus Dei con ocasión de la Clausura del Año de la Fe, evento que ocurrirá el próximo domingo 24 de noviembre durante la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.

El libro, que está disponible como e-book en epub para smartphones y tablets, en mobi para Kindle y en formato pdf, recopila fragmentos de las Cartas Pastorales que Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei, dirigió a los fieles de la prelatura en este Año de la Fe.

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«Al terminar este tiempo de confesión y profundización en la fe recibida y transmitida por la Iglesia, ofrecemos en un solo documento estos comentarios del Prelado del Opus Dei. Siguiendo el magisterio de Benedicto XVI y del Santo Padre Francisco, y aplicando esas enseñanzas a las circunstancias de la vida ordinaria, Mons. Echevarría ofrece una pauta para meditar con frecuencia sobre estas verdades básicas de nuestra de católica», se describe en la presentación del libro.

Como se destaca también en la presentación del documento, el Prelado, mes a mes, hizo eco de la sugerencia del santo Padre para que, durante el Año de la Fe, se profundizara en el contenido del Credo, y desde octubre de 2012 hasta noviembre de 2013 dedicó sus cartas mensuales para meditarlo y comentarlo. Comentarios que ahora están recopilados en este e-book.

Justamente sobre estas reflexiones Mons. Echevarría hace referencia en la introducción del libro: «Me propongo referirme cada mes a algún punto de nuestra fe católica para que cada uno, cada una, reflexione sobre este tema en la presencia de Dios y trate de sacar consecuencias prácticas».

Y continúa el prelado: «Como recomienda el Santo Padre, detengámonos en los artículos de la fe contenidos en el Credo. Porque, se pregunta Benedicto XVI, ‘¿dónde hallamos la fórmula esencial de la fe? ¿Dónde encontramos las verdades que nos han sido fielmente transmitidas y que constituyen la luz de nuestra vida cotidiana?’. El mismo Papa nos ofrece la respuesta: ‘En el Credo, en la Profesión de fe o Símbolo de la fe nos enlazamos al acontecimiento originario de la Persona y de la Historia de Jesús de Nazaret; se hace concreto lo que el Apóstol de los gentiles decía a los cristianos de Corinto: Os transmití en primer lugar lo que yo también recibí».

Con información del Opus Dei.

 

 

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Redacción (Jueves, 21-11-2013, Gaudium Press) La educación, desde los filósofos griegos hasta el siglo XVIII, visaba la formación del hombre como un todo, buscando desarrollar sus habilidades y capacidades, explorando sus apetencias, siguiendo un currículum muy flexible, casi que adaptado a cada alumno.

Las clases de las universidades ocurrían con frecuencia en espacios públicos, con acceso para cualquiera. Respecto a esa informalidad, se cuenta, en la vida de San Clemente María Hofbauer un hecho significativo. En su juventud, siendo aprendiz de panadero, se sentó en la plaza en Viena, Austria, para asistir a una clase de un famoso teólogo. En determinado momento él interrumpió la exposición observando: «¡Maestro, no sé explicar por qué, pero lo que usted acaba de decir está errado!» Indignado, el profesor expulsa al joven de la clase. Años después, encontrándose con San Clemente, ahora sacerdote, el maestro le agradece aquella intervención, explicando que fue a verificar y, realmente, estaba enseñando algo equivocado. Era el sentido católico prevaleciendo sobre la mera erudición.

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Competía en esa época al maestro o preceptor atender a las legítimas curiosidades y puntos vivos de interés del discípulo, pues se comprendía que cada individuo es único y tiene una visión del universo personalísima, originalísima y riquísima.

Santo Tomás de Aquino (siglo XIII) «introduce un principio pedagógico moderno y revolucionario para su tiempo: que el conocimiento es construido por el estudiante y no simplemente transmitido por el profesor» (Revista Nova Escola, julio de 2008, p. 22, sin autor). Se ve por ahí que Piaget y el constructivismo no representaron ninguna novedad pedagógica en la Historia, como tantas veces son presentados.

Hoy se habla de inter y transdisciplinariedad. Hasta la Revolución Francesa se enseñaba así… El conocimiento era uno, cohesivo, formaba un todo coherente, armónico entre las partes, basado en la misma concepción religiosa del universo. Todos los conocimientos se relacionaban entre sí.

Hoy se dice que el niño debe aprender jugando o que el aprendizaje debe ser placentero.

En nuestras investigaciones pudimos constatar que Santo Tomás de Aquino ya enseñaba eso en la Suma Teológica (II-II, q. 168, art. 2, 3 y 4), en el siglo XIII, habiendo inclusive escrito un Tratado sobre el jugar. Y San Juan Bosco (siglo XIX) tenía como piedra fundamental de su sistema preventivo en la educación la «amorevolezza»: el bienquerer; el niño debería ser amado y sentirse amado por el profesor que, así, conquistaba la confianza del discípulo. En los recreos salesianos había una sola regla: es prohibido estar triste.

Hoy se da mucha importancia a los laboratorios, las experiencias (John Dewey, 1978); los antiguos de la Escuela peripatética, de Aristóteles, la cual poseía una orientación empírica, ya procedían así en el año 320 a.C….

O sea, las mejores tendencias de la pedagogía actual van en el sentido de restaurar lo que la educación cristiana viene haciendo hace siglos. La llamada pedagogía «tradicional» -distinta de la católica de que tratamos arriba- es de la edad moderna, fruto de la Revolución Francesa. Uno de los filósofos de esa escuela fue Johann Friedrich Herbart (1776-1841), considerado el organizador de la Pedagogía como ciencia.

El conocimiento humano quedó compartimentado, fragmentado con el iluminismo y el racionalismo, generando las incontables especializaciones separadas modernas.

Por basarse en el principio de que la mente humana solo aprende nuevos conocimientos y solo participa del aprendizaje pasivamente, el ‘herbartianismo’ resultó en una enseñanza que hoy calificamos de tradicional. «[…] una enseñanza totalmente receptiva, sin diálogo entre profesor y alumno y con clases que obedecían a esquemas rígidos y preestablecidos» (Revista Nova Escola, diciembre de 2004, p. 24, sin autor).

El sistema de enseñanza prevalente en las universidades medievales era basado en la intensa participación de los alumnos a través de la «disputatio», el debate, que se seguía a la presentación de un tema, la «lectio», en el cual cada uno defendía su opinión. Ni el más osado sistema educativo moderno llega a ser tan participativo como el medieval.

Por el P. Ricardo Basso, EP

 

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Diario alemán publica texto de Mons. Müller que ordena corregir «líneas guía» de Diócesis de Friburgo sobre divorciados

Ciudad del Vaticano (Jueves, 14-11-2013, Gaudium Press) El reciente artículo del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Gerhard Müller, sobre la indisolubilidad del Matrimonio (ver noticia anterior) tiene un antecedente que hasta ahora era desconocido, según divulgó el informativo Vatican Insider. El Prefecto ya había dirigido una carta a la Diócesis de Friburgo, Alemania, en el mes de octubre, con una crítica elaborada sobre un documento pastoral sobre los divorciados que fue calificado como contraproducente por parte de la autoridad vaticana.

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Mons. Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Este documento fue publicado el pasado 11 de noviembre por un diario europeo, casi un mes después de su redacción (21 de octubre), y hace referencia directa a las «líneas guía» publicadas por la Diócesis de Friburgo que dieron lugar a una controversia con gran eco en los medios de comunicación. Mons. Müller aclaró a la Diócesis la doctrina de la Iglesia sobre la pastoral de las personas divorciadas, quienes deben ser acogidas e invitadas a participar de la vida de la Iglesia, pero que no pueden acceder a la Comunión si tienen una segunda unión mientras su matrimonio no ha sido declarado nulo.

Los motivos de rechazo del documento

El texto de la Diócesis, si bien presenta «indicaciones pastorales correctas e importantes», tiene también una «terminología poco clara» y dos puntos que no coinciden con la enseñanza de la Iglesia. El primero de los puntos problemáticos, que se desarrollaron ampliamente en el artículo publicado posteriormente por L’Osservatore Romano, son la posibilidad de los fieles divorciados y vueltos a casa de decidir «en conciencia» y «responsablemente» si pueden acceder a la Comunión y el respeto de esta voluntad por parte del sacerdote y la comunidad. Según el Prefecto, aceptar esta disposición sería «una desorientación de los fieles relacionada con el magisterio de la Iglesia sobre la indisolubilidad de las nupcias».

Mons. Müller aclaró en su artículo posterior que si bien cada fiel está obligado a examinar su conciencia antes de acercarse a comulgar, esta conciencia debe formarse adecuadamente y orientarse a la verdad. «Para esto, deben prestar obediencia a la voz del Magisterio de la Iglesia que ayuda a no desviarse de la verdad sobre el bien del hombre, sino a alcanzar con seguridad, especialmente en las cuestiones más difíciles, la verdad y a mantenerse en ella», manifestó Mons. Müller en su texto del 23 octubre. Los sacerdotes están obligados a advertir a los fieles si se encuentran en esta situación.

El segundo punto rechazado por el Prefecto es el referente a la celebración de oraciones o ritos de bendición de las parejas de divorciados. «Ceremonias de este tipo fueron prohibidas expresamente por Juan Pablo II y por Benedicto XVI», afirmó Mons. Müller.

«Debido a las citadas divergencias», concluyó el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, «el proyecto de las ‘líneas-guía’ debe ser retirado y replanteado de manera tal que no avale vías pastorales en contra del magisterio de la Iglesia».

Según Vatican Insider, la carta del Prefecto fue enviada al Arzobispo emérito de Friburgo, Mons. Robert Zollitsch, y a todos los Obispos de Alemania. La Sede de la Arquidiócesis de Friburgo está canónicamente vacante desde el pasado 17 de septiembre, cuando el Santo Padre aceptó la renuncia por edad de Mons. Robert Zollitsch. El documento sobre la pastoral de los divorciados fue dado a conocer por una oficina de pastoral de la Arquidiócesis posteriormente a la renuncia del Arzobispo.

Con información de Vatican Insider.

 

Fuente:: Gaudium Press

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