Mons. Pérez GonzálezMons. Francisco Pérez     La fe en la Iglesia nos lleva al siguiente artículo del credo: la comunión de los santos. Es afirmar que existe una Iglesia triunfante y una  Iglesia purgante. Posiblemente este sea el artículo del credo menos explicado como tal y  más confuso para los creyentes en general. La liturgia, que es consecuencia de lo que se cree, se desenvuelve mayormente en torno a esta fe, ya que muchas de nuestras celebraciones van dirigidas a honrar a los santos y a orar por los difuntos. En las celebraciones dominicales proclamamos en el credo con una voz común, con fuerza, unidos a los demás creyentes: “creo en la comunión de los santos”, pero no nos paramos a pensar qué entendemos. Por eso es conveniente aclararlo en este año de la fe.

Afirmamos que la Iglesia es una y está en tres situaciones distintas: la Iglesia triunfante compuesta por los que ya se han salvado y están junto a Dios, la Iglesia  purgante, que está en camino de purificación para llegar a la Iglesia triunfante y la Iglesia militante, peregrina en la tierra, que somos todos nosotros, que también nos encaminamos hacia la Iglesia celestial.

Afirmamos que los miembros de esta única Iglesia, que vive tres etapas diversas, estamos en perfecta comunión. Significa que estamos unidos, conectados e intercomunicados como en una conversación entre personas. Y también hay entre todos  una relación como la de los vasos comunicantes de un único depósito de gracia común que administra el Espíritu Santo. Con otra comparación podríamos decir que hay un fondo común de bienes espirituales, como una libreta de ahorros para todos, en la que entran los méritos, las buenas obras, la santidad y el bien de todos; el administrador, que es el Espíritu Santo, los va distribuyendo en beneficio de todos.

Es como una transfusión entre las almas. Dependemos unos de otros como miembros del mismo cuerpo, cuya cabeza es Cristo. Estas comparaciones nos hacen atisbar el misterio, pues si decimos “creo” es porque la comunión de los santos es un misterio de una triple comunión: entre los fieles vivos, entre los del cielo y los de la tierra y con las almas del purgatorio.

A) COMUNION ENTRE LOS FIELES VIVOS.- Los bautizados somos miembros de un mismo cuerpo cuya cabeza es Cristo. Somos la Iglesia peregrina en la tierra. No caminamos solos. Mientras avanzamos hacia la salvación eterna nos ayudamos y dependemos unos de otros. En efecto, San Pablo le dice a su discípulo Timoteo: “Cuídate tú y cuida la enseñanza; sé constante; si lo haces, te salvarás a ti y a los que te escuchan” (1Tim 4, 15).  Es cierto lo que dice San Agustín: “El que te creó sin ti no te salvará sin ti” (cfr. Rm 4, 18-25) Pero es también como un axioma para las comunidades cristianas que nadie se salva solo, o te salvas con los otros o no te salvas. Esto implica la idea de que vamos unidos, como del brazo, hacia la vida eterna. Vamos caminando en comunidad. Así, las buenas obras elevan el nivel de santidad y los pecados lo rebajan. Todo lo bueno y lo malo repercute.

No podemos ser cristianos solitarios como no puede un miembro del cuerpo ir por su cuenta, funciona en armonía con los demás. Así es como San Pablo nos aconseja a llevar las cargas unos de otros y cumplir la ley de Cristo (cfr. Gal 6,2). Cuando uno flaquea los fuertes le sostienen. “Si padece un miembro, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado, todos los otros a una lo notan” (1 Cor 12, 26). La fuerza de la oración de unos por otros queda de manifiesto en la liberación del apóstol San Pedro. Mientras estaba en la cárcel “la Iglesia oraba por él” (Hch 12, 5) y misteriosamente fue liberado por un ángel. El papa Francisco no hace más que repetir la misma súplica: “rezad por mí”. Conoce por experiencia la fuerza de la oración.

La oración de la comunidad junto con la práctica de las obras de misericordia, espirituales y corporales, ayuda  a todos: a los enfermos, a los pecadores, a los que están en crisis de fe, a los que padecen persecución para tener fortaleza. Todos nos necesitamos y todos nos podemos ayudar. Conocemos cómo la oración, la vida apartada y los sacrificios de los monjes y monjas de clausura y de todos los creyentes que ofrecen sus vidas al Señor, especialmente los enfermos, son muy eficaces para la vida de toda la Iglesia. Así se entienden las oraciones de San Estaban protomártir produjeron más adelante la conversión de San Pablo y así como Santa Teresita del Niño Jesús resultó ser patrona de las misiones sin salir del convento

Hay una comunión de fe, de caridad, de carismas que se comparten y enriquecen a todos. El depósito de la gracia se distribuye entre los fieles sobre todo por medio de los sacramentos. Dice el catecismo de la Iglesia católica: “Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros […] Es, pues, necesario creer […] que existe una comunión de bienes en la Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la cabeza […] Así, el bien de Cristo es comunicado […] a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia” (947). “Como la Iglesia está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común” (Catecismo Romano, 1, 10, 24).

+ Francisco Pérez González

Arzobispo de Pamplona y Tudela

?@arzobispofperez

Fuente:: Mons. Francisco Pérez

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Mons. Casimiro LópezMons. Casimiro López Llorente     Queridos diocesanos:

El domingo, 17 de noviembre celebramos el día de la Iglesia Diocesana. Esta Jornada quiere  ayudarnos a todos los católicos a tomar conciencia de nuestra pertenencia a una Iglesia diocesana, en nuestro caso a la Diócesis de Segorbe-Castellón.

Con frecuencia me encuentro con cristianos católicos que desconocen qué es la Iglesia diocesana, o con católicos que tienen una imagen distorsionada de la Iglesia diocesana: se piensa que es un conjunto de organismos o servicios, o un territorio concreto; en cualquier caso, para muchos se trata de algo ajeno y lejano a ellos. Y, sin embargo, es todo lo contrario.

La Iglesia diocesana la formamos todos los católicos que vivimos en el territorio diocesano: el Obispo, los sacerdotes, los diáconos, las religiosas y los religiosos y todos aquellos católicos, creyentes en Jesucristo, Hijo de Dios. En ella se hace presente la única Iglesia de Cristo, se comunica la vida divina al hombre y experimentamos en nuestras vidas el misterio del amor insondable que es Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros. En esta Iglesia nacemos a la fe, conocemos y nos encontramos con Jesucristo, proclamamos y acogemos la Palabra de Dios y la celebramos con alegría en la liturgia; en ella vivimos la caridad con el prójimo, en especial con los más necesitados de pan, de cultura y de Dios. En ella actúa el amor de Dios como fermento y alma de la sociedad para que, descubriendo la verdad más profunda del ser humano, todo se vaya transformando  y humanizando según Dios. Desde ella hemos de salir del propio ambiente para llevar el Evangelio a todos, especialmente a aquellos que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo o que, conociéndolo, se han alejado de Él y de la comunidad eclesial.

Nuestra Iglesia diocesana es una porción del Pueblo de Dios, extendido por todo el mundo; somos -y estamos llamados a ser- una verdadera comunidad, una gran familia: la gran familia de los creyentes en Cristo y de los hijos de Dios, en la que todos hemos de sentirnos como en nuestra propia casa. Al igual que ocurre en nuestra familia humana, ningún cristiano católico puede considerarse ajeno a la gran familia de la Iglesia diocesana: es nuestra iglesia, la iglesia de todos. La Diócesis es nuestra familia y como tal la debemos amar, conocer, vivir y ayudar. Todos estamos llamados a vivir en una relación viva, participativa y real con la vida y misión de nuestra Diócesis; los responsables de las comunidades parroquiales y otras comunidades cristianas están llamados a favorecer la relación de su respectiva parroquia o comunidad y de quienes la integran con el Obispo y la iglesia diocesana.

Y, así como el amor de Dios Padre y la obra salvadora de su Hijo, Jesús, están destinados a todos, del mismo modo la Iglesia está con todos y al servicio de todos, especialmente de los más pobres y necesitados, de los cercanos y alejados, de los nativos y de los inmigrantes. Colaborar con nuestra Iglesia Diocesana es colaborar con el bien propio, con el de nuestra familia, con el de nuestros jóvenes y mayores, con el de los más necesitados en estos momentos de crisis, con el de una sociedad en la que vaya creciendo cada día la civilización del amor fraterno y solidario, donde el amor misericordioso de Dios se haga presente. Hemos de redoblar nuestra generosidad para que no nos falten los medios para que el amor de Dios llegue a todos.

Con mi afecto y bendición,

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

 

Fuente:: Mons. Casimiro López Lorente

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Mons. Jaume PujolMons. Jaume Pujol     Santa Teresa de Calcuta era reacia, por discreción, a hablar de su familia. Decía: “La mía fue una familia feliz. Tenía un hermano y una hermana, pero no me gusta hablar de esto. Ahora ya no importa. Lo importante es seguir el camino de Dios y su manera de impulsarnos a hacer algo hermoso para él”. Pero su hermano, Lázar, tres años mayor que ella, sí dejó algunas anotaciones sobre los años infantiles. Hablaba de su casa, donde una anciana acudía regularmente a comer, y que estaba abierta a los pobres. Lázar recuerda que, pasado el tiempo, una vez preguntó a su madre quienes eran aquellas personas que se sentaban a su mesa. La respuesta fue: “Había algunos parientes, pero todos eran de los nuestros”. No cabe duda de que la vocación de servicio de su hermana Agnes –en religión Teresa- se incubó en el seno de aquella familia albanesa tan generosa. Las lecciones paternas y maternas fueron más decisivas en su vida cristiana que cualquier doctorado.

He recogido la anécdota, que podría multiplicarse por millones, para ilustrar la importancia de la familia cristiana como creyente y evangelizadora. Y para introducir la conclusión a la que llegó el Consell Pastoral Diocesà de poner el acento este año en la importancia de la pastoral familiar. ¿Quién no tiene experiencia de haber aprendido de labios de sus padres las primeras oraciones, aparte de ejemplos continuos de comportamiento, como la actitud de compartir juegos con los hermanos, dar las gracias al recibir un obsequio, aprovechar el tiempo y ser educado con todos?

En el plan pastoral familiar se insiste en la necesidad de fortalecer esta idea de Iglesia doméstica para la mejor educación de los hijos y mejor servicio a la sociedad. Para ello se les debe reconocer su papel de primeros educadores en la fe y estimularlos para que no dimitan de esta hermosa responsabilidad por falta de tiempo o por otros condicionantes de la vida actual.

La Iglesia pone el acento en acompañar a las parejas que desean contraer matrimonio y secundarlas, cuando nazcan los hijos, para que ejerzan su bendita tarea de ayudarles en su primer despertar religioso. Las parroquias y las comunidades celebrarán con ellos preferentemente los grandes acontecimientos sacramentales que afectan a sus pequeños, desde el Bautismo y la recepción de la Penitencia y la Eucaristía (Primera Comunión) hasta la Confirmación.

Rezar en familia, aunque sea oraciones breves y sencillas, ir juntos a la Eucaristía dominical, estimularles a reconocer posibles llamadas de entrega vocacional al sacerdocio o a la vida religiosa si es el caso, todo esto debe ser acompañado con entusiasmo por la Iglesia. A veces será a través de una cadena de plegarias por las vocaciones; otras mediante la oración ante el Santísimo, o gracias al trabajo pastoral específico con grupos de monaguillos o chicos jóvenes.

Las dificultades objetivas que puedan encontrarse deben ser vencidas por la fe. En Dios debe apoyarse cualquier iniciativa pastoral. A Él acudimos, a través de la Virgen y San José, primeros modelos de familia cristiana, para que las familias vivan felices y se llenen de frutos espirituales.

† Jaume Pujol Balcells

Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado

Fuente:: Mons. Jaume Pujol

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AGUSTINCORTÉSMons. Agustí Cortés      Decía San Pablo, según una expresión característica de su apasionamiento, que nosotros, los cristianos, “con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor y nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos” (2Co 3,18), como andando de claridad en claridad… Aunque él mismo, como San Juan de la Cruz, también sabía de oscuridades.

Los grandes maestros siempre dijeron que en las cosas del espíritu o se crece o se muere. Nuestra fe ha de crecer sin cesar. Lo que ocurre es que ese crecimiento no suele ser lineal y uniforme. En él siempre hay claridades y oscuridades. Esto, por cierto, era para el filósofo, maestro de muchos ateísmos, Feuerbach, un argumento para afirmar que la fe no podía ser cierta. Olvidaba que esa ley de crecimiento rige en todos los ámbitos de la vida humana, como la adhesión a grandes ideales, la relación de amistad, la misma creación artística, etc. Lo que sí afirmamos los cristianos es que el crecimiento sano y verdadero de la fe, ha de incluir una permanencia de la confianza fundamental, una paz profunda, que ni se asusta de las oscuridades, ni se deja llevar por un fácil optimismo en los momentos de claridad: es el crecimiento de quien sabe que ningún hallazgo es definitivo, mientras no lleguemos a la visión. Más aún, crece quien sabe que atravesar confiadamente la oscuridad nos lleva a una nueva y mayor claridad.

Para ello el creyente no ha de dejar de buscar. El profesor Antoni Blanch, en sus excelentes estudios sobre la presencia de lo trascendente en la literatura, hace notar la importancia de la tensión vital hacia una mayor claridad. Así descubre la pasión y búsqueda que vivió el poeta Carles Riba (Elegies de Bierville), del todo semejante a la que realizó San Agustín toda su vida. Así se expresaba el santo buscador:

“Insiste, alma mía, pon en juego todas tus fuerzas: Dios es nuestra ayuda. Ha sido Él quien nos ha hecho, y no nosotros a nosotros mismos

Presta atención para descubrir por dónde despunta el alba de la verdad” (Confesiones 11,27,34).

Pero tan importante como mantener la tensión de la búsqueda es acertar en la manera de hacerlo. Porque hay muchas maneras de buscar. Hay quien busca con ansia y ambición, para apropiarse de lo hallado, como quien tiene mucha hambre y anhela la comida para deglutirla al instante. Si buscamos así a Dios no lo hallaremos nunca. Decía San Bernardo, citando al Sabio (Sermón 15), que la Sabiduría es como la miel, que, siendo tan buena y nutritiva, daña al glotón que se adueña y se harta de ella: esto sería como “escudriñar” el misterio, en lugar de recibirlo agradecido. Dios y la fe no son una conquista nuestra, sino un hallazgo, un encuentro. Hemos de esforzarnos en continuar buscando a Dios, pero siguiendo, sobre todo, una vía de purificación. Decía Simone Weil en su colección de Pensamientos desordenados, que lo único posible y necesario es ir renunciando a los ídolos que no son Dios, incluso a uno mismo… y después esperar, quizá gimiendo o gritando, pero “como el niño perdido que ha de quedarse quieto hasta que su madre le encuentre”.

– No pretendamos “mandar sobre Dios”.

– Incluso después de creer y prometer seguirle, Él sigue siendo el misterio no controlable, no disponible.

– Se deja encontrar sorprendiéndonos, de forma inesperada, como un don.

Esto no nos debe extrañar. Ojalá nos tratásemos así las personas en la convivencia cotidiana. De hecho cada uno somos un misterio, llevamos dentro algo del misterio de Dios. También nos hemos de “buscar”, y “creer” unos en otros.

Agustí Cortés Soriano

Obispo de Sant Feliu de Llobregat

Fuente:: Mons. Agustí Cortés Soriano

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Francisco pide oraciones por las víctimas del tifón Haiyan en Filipinas
(RV).- (audio) Francisco pide oraciones por las víctimas del tifón Haiyan en FilipinasEl Papa Francisco expresó su profundo dolor por la enorme catástrofe en las Filipinas tras el paso del tifón Haiyan Yolanda, uno de los más grandes y violentos de la historia con una fuerza máxima de 5 puntos. Se estima que las víctimas causadas puedan ser más de 10 mil.
El Papa, que fue informado puntualmente de la trágica situación que está sufriendo el archipiélago del sudeste asiático, en un tweet en Inglés comunicó su cercanía al pueblo filipino:
«Les pido a todos que se unan a mí en la oración por las víctimas del tifón Haiyan-Yolanda, especialmente los de las queridas islas de las Filipinas».
La mayoría de las víctimas se encuentran en la ciudad costera de Tacloban , en la isla de Leyte, en el centro del archipiélago filipino. Aquí se produjeron los daños mayores, pocos edificios han quedado en pie. El aeropuerto ha quedado destruido.
Con vientos de hasta 320 kilómetros por hora, lluvias torrenciales y olas altas, incluso de 6 metros, Haiyan Yolanda es considerado un súper tifón, el más violento que jamás haya golpeado el país.
Ochocientas mil personas han sido evacuadas. El ejército filipino está empleando más de 15 mil soldados para las operaciones de rescate, pero la necesidad de utilizar helicópteros para moverse, hace que las ayudas sean más lentas.
La UNICEF ha expresado su preocupación porque entre los más de 4 millones de personas afectadas, el 40% son niños. El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, PAM, está dispuesto a prestar toda la asistencia posible al gobierno de Filipinas, así como la Unión Europea.
Aunque ahora el nivel potencial del tifón se ha reducido a fuerza 4, podría recuperarse a través del Mar del Sur de China y golpear en las próximas horas las costas de Vietnam, donde las autoridades han evacuado a unas 600 mil personas.
Radio Vaticano se ha puesto en contacto telefónico con el padre Sebastiano D’Ambra, misionero del PIME en Zamboanga:
“La situación es muy grave. Se dice que millones de personas, de alguna manera, quedarán afectadas por este evento: miles y miles de personas buscan refugio. Hay muchos muertos y desaparecidos y se espera que sean muchos, muchos más, a medida que se conozcan los hechos. Existe un plan de emergencia puesto en marcha por el gobierno y se está coordinando la situación, pero en algunas zonas no se puede ir. Todo ha sido destruido! Es realmente una situación muy alarmante.¡Realmente esperamos que las organizaciones internacionales y locales sean capaces de hacer todo lo posible, porque hay necesidad de todo! Las Filipinas están pasando por un período de gran tribulación”.
ER RV

Fuente:: News.va

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2013-11-09 16.34.38El obispo de San Sebastián, Mons. Munilla, como Presidente de la Comisión de Medios del Consejo Europeo de Conferencias Episcopales, ha intervenido en la reunión del plenario de esta Comisión que está teniendo lugar en su Barcelona. En su intervención ha valorado el modo comunicativo del Papa Francisco, en estos primeros ocho meses de su pontificado. Mons. Munilla ha contextualizado la comunicación del Papa Francisco en un tiempo de gracia especial que arranca, ha señalado, en el momento en que Benedicto XVI hizo público su renuncia. Asistimos a una novedad grande en el método de comunicación de la Iglesia: los medios ya no marcan la agenda del Papa, lo que tiene que hablar o lo que tiene que callar, por el contrario es el Papa el que marca la agenda a los medios”. Para Mons. Munilla, asistimos a una lección del Papa en el ámbito de la comunicación. ¿Dónde está su secreto?, sin duda alguna la palabra clave del Papa es “su coherencia, la gran coherencia entre lo que dice, lo que hace, lo que piensa y lo que vive”. A esta coherencia hay que añadir otros dos conceptos, la valentía y la transparencia.

 

Texto completo de la conferencia

 

La comunicación en el Papa Francisco

(A los ocho meses de pontificado)

 

Estimados hermanos obispos responsables de la Pastoral de Comunicación en las diversas Conferencias Episcopales europeas, queridos amigos todos:

En primer lugar quiero reiterar mi agradecimiento por vuestra presencia, como hice ayer en la sesión de apertura; así como agradecer también las intervenciones que hemos escuchado hasta ahora, que nos ayudan a vivir en profundidad la comunión de la Iglesia que se hace visible en su comunicación.

Me corresponde a mí ahora hacer una lectura de los primeros ochos meses del pontificado del Papa Francisco desde el prisma de la comunicación. Aun siendo consciente de mi atrevimiento, lo hago con la confianza en que vosotros mismos sabréis completar las lagunas de mi exposición, y con la convicción de que todavía necesitamos más tiempo para llegar a tener una visión más matizada de la comunicación en Francisco.

Insertado en un ‘kairos’

No sería correcto abordar el tema de la comunicación en el Papa Francisco centrándonos de forma exclusiva en su carisma, cualidades, singularidades, métodos, etc.  Si hiciésemos esto, nos estaríamos olvidando de que cada uno de nosotros —y muy especialmente el Papa— estamos insertados en un plan providencial que Dios lleva adelante en la Historia de la Salvación por medio de su Iglesia. En consecuencia, es importante que nos adentremos también en el misterio del ‘kairos’ (el tiempo de gracia que vivimos en el momento presente), para poder comprender el carisma comunicativo del Papa Francisco.

Una parte muy importante del éxito de la comunicación se basa en la buena receptividad de aquellos a quienes se dirige el mensaje. Sin esa receptividad, el carisma de un comunicador excelente se vería muy limitado, o incluso, condenado al fracaso. Pues bien, mi tesis de partida es la siguiente: El gesto profético realizado por Benedicto XVI con su renuncia, ha permitido la apertura de una parte importante de la opinión pública y de los medios de comunicación, hacia una mejor  comprensión del ministerio del pastoreo en la Iglesia.

En efecto, la renuncia de Benedicto XVI “descolocó” a quienes hacían una lectura de la vida de la Iglesia en clave de ambición por el poder. La decisión de Benedicto XVI dejaba al descubierto la auténtica una realidad sobre el ministerio pastoral: Amor a la Iglesia por encima del protagonismo personal; concepción de la jerarquía como servicio; confianza en que Dios cuida de la Iglesia y sabe guiarla en medio de los temporales y las pruebas…

A lo anterior se añade el modo en que se realizó la elección del Papa Francisco, que dejó patentes otros aspectos importantes: La no existencia de estrategias humanas en la elección del sucesor de Pedro; la fe en la invocación al Espíritu Santo con plena disposición de acoger su inspiración; la universalidad de la Iglesia por encima de nuestras visiones parciales y limitadas…

Todo ello ha permitido que algunos medios de comunicación hayan puesto entre paréntesis —aunque solo sea parcialmente— los prejuicios con los que anteriormente juzgaban la vida de la Iglesia. Es como si se hubiese roto una especie de “cerco mediático” en torno a la Iglesia, o como si se hubiese producido una “tregua” en medio de una estrategia laicista y anticlerical.

Me viene a la memoria la famosa máxima agustiniana: “Para poder amar hay que conocer; pero para poder conocer hay que amar”. Ciertamente, con la elección del Papa Francisco estamos asistiendo a un caso práctico de este principio. La acogida afectuosa dada al nuevo Papa se ha traducido, en algunos sectores, en un voto de confianza hacia su ministerio; lo cual posibilita un conocimiento objetivo del mensaje de la Iglesia.

La resultante es que un momento histórico especialmente difícil de la vida de la Iglesia, que estaba suponiendo un notable desgaste mediático (IOR, Vatileaks, etc.), se ha transformado en un ‘kairos’; en un momento especial de gracia. Y todo ello ha acontecido, no ya como consecuencia de una estrategia humana, sino como fruto de la acción del Espíritu Santo en su Iglesia; que no solo es ‘apostólica’, sino que también es ‘carismática’.

Carisma y originalidad

Aun siendo muy importante la reflexión previa sobre el ‘kairos’ en el que tiene lugar la comunicación en el Papa Francisco, es igualmente relevante la sensibilidad singular que caracteriza al Santo Padre, que en mi opinión refuerza su capacidad comunicadora. Francisco es un ‘hombre de Dios’ profundamente tradicional, al mismo tiempo que nada conservador.

Dado que la traducción a otros idiomas de estos dos términos —‘tradicional’ y ‘conservador’— puede prestarse a equívocos, conviene precisar el sentido en el que los he utilizado: He descrito a Francisco como un hombre ‘profundamente tradicional’, en el sentido teológico del concepto ‘Tradición’. Baste recordar sus frecuentes referencias al Catecismo de la Iglesia Católica como la regla autorizada de nuestra fe; la utilización habitual, en sus discursos, de diversos conceptos olvidados en la modernidad (el influjo de Satanás en nuestra vida, el peligro de mundanización, etc.); su llamada a la conversión y a la autenticidad evangélica… Y al mismo tiempo, he descrito a Francisco como un hombre ‘nada conservador’, desde la perspectiva de la llamada que el Papa hace a la reforma de los usos y costumbres clericales y eclesiales, que no han de ser confundidos con la propia Tradición de la Iglesia.

La combinación que hace el Papa de estos dos aspectos (plena fidelidad a la Tradición y libertad evangélica para discernir sobre los modos eclesiales —así como sobre los hábitos clericales—), le coloca en una situación privilegiada para la comunicación. Estamos ante un estilo de comunicación que favorece la atención a lo esencial, evitando así que lo ‘secundario’ ocupe el lugar de lo ‘sustancial’.

Frente a manipulaciones y distorsiones: Estrategia de lo esencial

Es cierto que una buena parte de los medios de comunicación —que adolecen de la formación teológica necesaria para poder dar noticia del mensaje de la Iglesia— tiende a centrar su atención en aspectos superficiales, enfatizando las diferencias entre el Papa Francisco y el Papa emérito Benedicto XVI, hasta el punto de pretender contraponerlos. (Tomemos como ejemplo, la profusión de fotos y comentarios sobre los zapatos que calza Francisco, comparándolos con los zapatos rojos de Benedicto XVI, etc.)

Más aún, determinados medios —por desgracia, algunos de ellos incluso eclesiales— han creado falsas expectativas en torno al Papa Francisco; en el sentido de esperar de él un cambio de elementos sustanciales de nuestra fe y de nuestra moral. Según ellos, el Papa debería cambiar la moral sexual católica, modificar la Tradición de la Iglesia con respecto al ministerio sacerdotal y episcopal, etc. No es difícil pronosticar que la creación de estas falsas expectativas puede tornarse, llegado el momento, en un juicio crítico hacia el Papa. Alguien dijo que los primeros meses del pontificado del Papa Francisco están siendo un “Domingo de Ramos” con respecto a la comunicación; pero que es previsible la llegada del “Viernes Santo”…

Sin embargo, a pesar de la existencia de estas falsas expectativas y de otras manipulaciones, lo que está fuera de duda es que el presente ‘kairos’ en la vida de la Iglesia está posibilitando que los medios de comunicación se estén haciendo eco, con bastante profusión y detalle, del mensaje del Papa Francisco. Existe una inusitada apertura a conocer e incluso a intentar comprender su mensaje. Para que este ‘milagro’ haya sido posible, el Papa se ha centrado en la predicación del kerigma combinándolo con una catequesis vivencial; dejando para momentos posteriores los desarrollos de las cuestiones morales mediáticamente conflictivas. Son de sobra conocidas sus palabras en la rueda de prensa que tuvo lugar en el vuelo de retorno de Río de Janeiro, en las que, preguntado por su posicionamiento ante los temas morales más contestados desde la mentalidad secularizada, respondía diciendo que como “hijo de la Iglesia”, su pensamiento está en la plena comunión magisterial, pero que al mismo tiempo él entiende que no debe de centrar su discurso en los temas morales.

 Gestos, signos y palabras

Jesús predicó el Reino de Dios mediante ‘signos’ y palabras (Cfr. Lc 24, 19, Jn 10, 38). Los apóstoles, revestidos de la fuerza del Espíritu, continuaron aquel mismo modo de predicación evangélica —al que podríamos definir como “sacramental”—, integrando los signos y las palabras (Cfr. Hch 3, 6). Este estilo comunicativo de Jesús de Nazaret ha marcado la forma de comunicación de la Iglesia; y llegados al Papa Francisco, estamos siendo testigos de un retorno a los orígenes de esta realidad evangélica.

Cuando la tarde del 13 de marzo de 2013, el Papa Francisco se asomó a la Logia de las Bendiciones de la Basílica de San Pedro, en apenas diez minutos, había quedado patente su gran originalidad y frescura en una forma de comunicación, que resultó ser tremendamente significativa e interpelante para sus interlocutores.

Pasados los ocho primeros meses de pontificado, podemos constatar que la comunicación en Francisco está marcada por una integración de signos, gestos y palabras, que han otorgado al Papa una gran capacidad comunicativa y una insólita cercanía a los oyentes –con independencia de su origen, cultura, credo o posición social-. Se está viviendo un llamativo acercamiento de los alejados a la Iglesia e incluso a la práctica religiosa.

+ Entre los signos que todos recordamos, podemos destacar la elección de Lampedusa como su primer viaje fuera de la Península Itálica, el báculo de madera de cayuco que allí utilizó y el altar sobre la patera. En un sentido similar podríamos destacar su elección de Santa Marta como lugar de residencia; la utilización de vehículos sencillos para sus desplazamientos; las imágenes de su ascenso al avión y su descenso de él, portando su maletín en la mano; el lavatorio de pies en una cárcel de jóvenes, en la celebración del Jueves Santo…

+ Entre los gestos del Papa Francisco, recordamos su afectuosa cercanía al Papa emérito Benedicto XVI en la visita a Castelgandolfo; la publicación de su primera encíclica “a cuatro manos” en conjunción con su antecesor; la ternura que manifiesta a los enfermos, a los niños y a los jóvenes en cada encuentro… (Soy consciente de que es difícil establecer una frontera entre signos y gestos, ya que los encontramos plenamente fundidos).

+ Entre las palabras, destacamos las que improvisa en medio de sus discursos u homilías, que brotan del corazón y se convierten en titular para los medios de comunicación. Su palabra “vergüenza”, ante la tragedia de Lampedusa, resonó en todo el mundo con una contundencia inusitada. Sus palabras son sintéticas e intuitivas, de forma que se trasladan fácilmente a los titulares: “El apego al dinero te destruye a ti y a tu familia”, etc.

Al mismo tiempo, el Papa Francisco se desenvuelve con gran comodidad y espontaneidad en el género de las parábolas, haciendo así su mensaje más cercano y comprensible. No es difícil suponer hasta qué punto pudieron resultar inolvidables para  los jóvenes brasileños aquellas palabras pronunciadas en Copacabana:

“Aquí, en Brasil, como en otros países, el fútbol es una pasión nacional. Pues bien, ¿qué hace un jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Debe entrenarse, y entrenarse mucho. Así es en nuestra vida de discípulos del Señor. San Pablo nos dice: «Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible» (1 Co 9,25). ¡Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo! Nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda y feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin, la vida eterna. Pero nos pide que entrenemos para «estar en forma», para afrontar sin miedo todas las situaciones de la vida, dando testimonio de nuestra fe. ¿Cómo? A través del diálogo con él: la oración, que es el coloquio cotidiano con Dios, que siempre nos escucha. A través de los sacramentos, que hacen crecer en nosotros su presencia y nos configuran con Cristo. A través del amor fraterno, del saber escuchar, comprender, perdonar, acoger, ayudar a los otros, a todos, sin excluir y sin marginar. Queridos jóvenes, ¡sean auténticos «atletas de Cristo»!”.

Dos géneros novedosos

A lo anterior se añade que estamos siendo testigos de dos géneros novedosos en la comunicación de los papas: La homilía diaria en Santa Marta y la entrevista personal o en grupo, sin guiones previos, sin acuerdos, sin revisiones; como decimos en el idioma español, “a pecho descubierto”.

La homilía diaria en Santa Marta está teniendo una repercusión mediática inusitada. La forma de hablar del Papa, la claridad de su mensaje, la utilización de imágenes y de titulares, hace que los resúmenes de sus palabras que diariamente pública Radio Vaticana y “L’Osservatore Romano” (elaborados independientemente) tengan una difusión mundial, y que sean muchos los medios que las reproducen en sus boletines. Estas homilías son ya una parte importante del conjunto de la predicación del Papa.

También las entrevistas han tenido un notable eco. Empezando por la que concedió a los medios durante el vuelo de regreso de la JMJ; así como las concedidas en sucesivas conversaciones, a Antonio Spadaro, para la “Civiltá Cattolica” y a Eugenio Scalfari para “La Repubblica”. Ambas tuvieron una repercusión mundial y prácticamente todos los medios de comunicación se hicieron eco de ellas. Hay que decir que estos géneros no habían sido utilizados prácticamente por los papas anteriores, y su repercusión y la imagen de cercanía y credibilidad que transmiten, los hacen recomendables.

La ventaja de estos formatos que utiliza el Papa es que antes de dirigir su mensaje, ya ha podido empatizar con los periodistas y con los mismos usuarios de los medios. A los medios no les queda más remedio que ser coherentes con esa imagen del Papa que previamente ha calado en los cristianos —y también en muchos no cristianos— por su relación personal con ellos. Es más difícil criticar a un Papa que cae bien, que tiene mensajes claros, que habla de lo que une, de lo común, de lo que todo el mundo entiende y aprecia.

Por último, podríamos subrayar igualmente que el Papa Francisco ha tomado con decisión el testigo de Benedicto XVI en la evangelización del “Sexto Continente”. La cuenta de Twitter elegida por Benedicto XVI (@pontifex) ha facilitado esta continuidad; y el estilo comunicativo rápido e intuitivo de Francisco, ha contribuido a aumentar exponencialmente el número de seguidores de esta cuenta.

El resultado de todo ello, es que asistimos a una novedad grande en el método de la comunicación de la Iglesia, y esto es una enseñanza fundamental para todos nosotros: Los medios ya no marcan la agenda del Papa (lo que deba hablar o callar, etc.); por el contrario, es el Papa el que marca la agenda a los medios. En buena medida, es la forma de comunicación de Francisco la que determina los encuadres, los temas, y los titulares… En definitiva, estamos asistiendo a una lección de comunicación por parte del Papa Francisco (aun cuando él no tenga conciencia alguna de ello): La Iglesia tiene una agenda repleta de temas interesantes y valiosos para todos los hombres, de la que los medios de comunicación se hacen eco.

Coherencia, valentía y trasparencia

¿Dónde está el secreto último del carisma comunicativo del Papa Francisco? Sin duda alguna, la primera clave es su coherencia o autenticidad. En la teoría de la comunicación, actualmente se subraya la importancia de ‘transmitir credibilidad’. Pues bien, en el Papa Francisco se aprecia una gran coherencia entre lo que piensa, lo que dice, lo que hace y lo que vive. Más aún, el Papa denuncia con frecuencia el peligro contrario. Por ejemplo, cuando el pasado 14 de abril visitó la Basílica de San Pablo, el Papa señaló la incoherencia de los pastores y de los fieles como un grave problema para la Iglesia. Lo hizo recordando a San Francisco de Asís: “Me viene ahora a la memoria –decía el Papa- un consejo que San Francisco de Asís daba a sus hermanos: Predicad el Evangelio y, si fuese necesario, también con las palabras. Predicar con la vida: El testimonio. La incoherencia de los fieles y los Pastores entre lo que dicen y lo que hacen, entre la palabra y el modo de vivir, mina la credibilidad de la Iglesia”. En consonancia con esto, las palabras de Francisco se plasman en sus obras y en su vida. Por ejemplo, si habla de cercanía con los que sufren y abraza a los enfermos al final de su audiencia, a continuación manda al Limosnero del Papa a repartir su ayuda a Lampedusa. Es decir, la coherencia es notoria y palpable. Y es que, como decía Pablo VI en la exhortación apostólica “Evangelii Nuntiandi”, el mundo está más necesitado de testigos que de maestros; y solo aceptará a los maestros en la medida en que sean testigos.

A esta autenticidad o coherencia que hemos señalado en primer lugar, hay que añadir otros dos conceptos importantísimos que garantizan la credibilidad de la comunicación de Francisco: la valentía y la trasparencia.

No cabe la menor duda de que Benedicto XVI y Juan Pablo II habían caminado por esta misma senda de la ‘valentía’ y de la ‘trasparencia’. Su política de comunicación en medio de la crisis de los sacerdotes implicados en casos de abusos, fue contundente. Ahora, la comunicación del Papa Francisco avanza en esa dirección, y supera definitivamente el error de un silencio obstinado de otros tiempos; una silencio que dio pie a muchas incomprensiones, a ataques indiscriminados hacia la Iglesia y a falsas acusaciones que han cuajado en una parte importante de la opinión pública. El Papa Francisco nos da un empujón definitivo para que perdamos el miedo a la comunicación del mensaje cristiano y de la vida de la Iglesia.

Aclaremos algo importante: La coherencia, la valentía o la trasparencia del Papa Francisco, no forman parte de una táctica proselitista. No es una estrategia nacida de un gabinete de comunicación o de un experto de marketing. El Papa actúa así porque es así. No finge, no interpreta un papel para transmitir una enseñanza. Actúa como es y su ejemplo arrastra. “Cuando coge el maletín en sus manos para subir al avión que le lleva a Río —señala el P. Lombardi— no interpreta un papel para enseñarnos algo. Él siempre lleva su maletín con sus cosas, y al hacerlo así, nos está enseñando algo”. Su actuar es consecuencia de su ser. El sacerdote jesuita Gerardo Whelan, profesor de Teología en la Universidad Gregoriana, dice de él: “No es falso. Siempre ha sido así. Es una persona muy fuerte e inteligente que sabe el significado de sus acciones simbólicas. Está enviando mensajes a través de sus acciones que no son accidentales”.

Profundidad y sencillez

Decía Chesterton que “las palabras de los pedantes son un sustituto del pensamiento”. De hecho, la tradición catequética de la Iglesia demuestra que los grandes misterios de la fe se pueden expresar en un lenguaje sencillo y adaptado a los diversos interlocutores, sin que por ello peligre la integridad ni la profundidad.

En el caso del Papa Francisco, su éxito de comunicación se debe en buena medida a su expresión, a medio camino entre el lenguaje kerigmático y el catequético. Sus palabras son sencillas, coloquiales; basadas en imágenes de gran impacto expresivo que no pueden ser casuales, sino que brotan primero de la oración y después del deseo de hacerse entender.

Francisco es un Papa que no necesita intérpretes. Ninguna de sus palabras, homilías, respuestas o discursos, necesitan un diccionario o un experto teólogo al lado, para aclarar lo que dice. De hecho, cuando alguien intenta interpretar las palabras del Papa, contextualizarlas, matizarlas o redondearlas, se hace sospechoso de manipulación. Y lo cierto es que este estilo consigue hacerse un hueco entre las noticias del día, de cualquier telediario del mundo.

Stefania Falasca, periodista y editorialista del periódico de la Conferencia Episcopal Italiana “Avvenire”, ha comparado la oratoria del Papa Francisco al “sermo humilis” del que habla San Agustín. Su llamamiento a sacerdotes y obispos en la Misa Crismal del Jueves Santo, para ser “pastores con olor a oveja” nos trae a la memoria el sermón sobre los obispos del Santo de Hipona.

El P. Antonio Spadaro S.I., que realizó la famosa entrevista al Papa, a la que hemos hecho alusión, ha señalado recientemente que al Papa Francisco le gusta comunicarse personalmente, sin intermediarios. Así se ve en sus llamadas de teléfono particulares a la gente común, o en las fotografías que se hace con unos jóvenes en Instagram. También recordaba Spadaro cómo “toda la entrevista estaba orientada a la comunicación, porque para el Papa Francisco comunicar es una exigencia”.

Por su parte, Mons. Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones ha propuesto tres claves para describir la comunicación en el Papa Francisco:

El enfoque inmediato y directo de su dialogar. El Papa Francisco logra combinar frases simples con la riqueza del contenido de la fe: Sabe establecer una sintonía profunda. El primer elemento a destacar es la capacidad del Papa de trazar, en sus homilías, el perfil esencial del discípulo del Señor.

La utilización de las imágenes. El Papa las usa porque ayudan a que el hombre capte inmediatamente los contenidos profundos de la fe y del mensaje evangélico: El olor de las ovejas que deben tener los sacerdotes, como el buen pastor; o las lágrimas del sufrimiento, que son como lupas que permiten que el hombre se vea al lado del Señor.

La expresividad de sus gestos. Cuando coge a un niño, cuando abraza a un enfermo, cuando levanta el pulgar mirando a los jóvenes, pone de manifiesto una disposición acogedora y un saber compartir con los hombres de nuestro tiempo.

Epílogo

Es importante que no perdamos de vista que la comunicación en el Papa Francisco no nace de un carisma personal en la expresión, ni mucho menos de una técnica ensayada. Más bien, la fuente de su comunicación está en otros dos factores, que voy a desarrollar brevemente sirviéndome de dos celebres expresiones pronunciadas por Francisco en estos primeros meses:

a)      Un celo apostólico que nos permite superar temores y arriesgar en la comunicación: “Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma en la atmósfera viciada de su encierro. Es verdad también que a una Iglesia que sale le puede pasar lo que a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Ante esta alternativa, les quiero decir francamente que prefiero mil veces una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma”.

b)      Un cristocentrismo que hace de la identidad de la Iglesia la servidora de la Palabra del Señor: “La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella mujer del Evangelio. Es una especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual y al clericalismo sofisticado, y luego nos impide experimentar la dulce y confortadora alegría de evangelizar”.

En efecto, el Papa Francisco está presentando un rostro de la Iglesia que no es ‘autoreferencial’, sino plenamente referida a Jesucristo. Cuando los jóvenes le aclamaban en Rio de Janeiro, al grito de “¡Francisco, Francisco!”, él les invitaba a reformular sus aclamaciones, diciendo “¡Jesucristo, Jesucristo!”.

El Vicario de Cristo en la tierra está llamado a comunicar a todo el mundo que Jesucristo es la única razón de ser de la Iglesia, además de ser también la respuesta al deseo humano de verdad, bondad y belleza. Esta perspectiva cristocéntrica, unida a su celo apostólico, conforma y determina en gran medida la comunicación en el Papa Francisco.

El carisma del Papa Francisco —en el contexto del ‘kairos’ en el que estamos insertos— nos ofrece una buena oportunidad para mejorar la comunicación del mensaje de salvación a nuestra sociedad. ¡Muchas gracias!

Fuente:: Agencia SIC

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Llamad al corazón del Señor, Él escucha siempre
(RV).- (con audio) Llamad al corazón del Señor, Él escucha siempre El cardenal amenazó con excomulgarme si no los recibía, dijo bromeando el Papa Francisco a un grupo de peregrinos de la región italiana de Liguria, a los que recibió cordialmente este sábado a las nueve de mañana. Aunque en un principio el encuentro estaba previsto para el domingo y debido a un malentendido parecía que no iba a ser posible, como explicó el mismo Papa. Unos mil peregrinos, cumplieron así su anhelo de encontrar al Obispo de Roma, encabezados por el Cardenal Angelo Bagnasco, Arzobispo de Génova, y fueron recibidos en un clima de simpatía y familiaridad por el Santo Padre, en el Aula de las Bendiciones.
«¡Los saludo a todos! ¡Buenos días! ¿eh? ¿Todos contentos? Es un gusto recibirlos. Este encuentro debía haber sido mañana, después de la Misa, pero hobo un malentendido en la agenda y no iba a ser posible. Le dije a su Eminencia que no podía ser. Él es una persona tranquila… no me dijo: ¡Qué pena, no nos encontraremos!. Me escribió una carta de excomunión…. (risas…) ¡de verdad! Y me dijo: ‘¡Si mañana no nos recibes, te excomulgo!’»

Saludándolos con cordialidad, Francisco les agradeció por esta peregrinación y por el afecto que manifiestan al Sucesor de Pedro. Cada uno de ustedes tiene algo en su corazón, les dijo también el Papa a estos peregrinos, deseándoles que estos días en Roma los acerquen al Señor, que es bueno y que los espera siempre: «¡nos espera a todos y nunca se cansa de esperarnos!».
Con estas palabras, el Santo Padre hizo hincapié en la importancia del encuentro con el Señor, rezando siempre a la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra:
«Cuando se realiza una peregrinación es para crecer en la fe y encontrar al Señor: es un encuentro con el Señor. Un encuentro espiritual que nos ayuda a avanzar en el camino de la vida. Así deben ser estos días de peregrinación: con la alegría de estar juntos en San Pedro, la Misa… es todo bello. Pero no hay que olvidar nunca al Señor. Y con el Señor a su Madre, que es también nuestra mamá, siempre la Virgen al lado del Señor ¿no? Así debe ser también en la peregrinación. Se debe llamar al corazón del Señor por tantas necesidades que tenemos. Por tal cosa, por esa otra… Aprovechen la ocasión, el Señor escucha. Escucha siempre. Quizá encuentre otra solución y no la que nosotros le pedimos, pero escucha siempre».

Renovándoles su agradecimiento por esta visita, el Papa Francisco les deseó que pasen un lindo día, aunque siendo un poco nuboso puede parecer algo tristón. Les pido que recen por mí, añadió, antes de rezar juntos un Ave María y de su bendición. Terminando sus saludos, con un recuerdo especial para los niños, los ancianos y los enfermos:
«Saluden de mi parte a los niños de su tierra, a los ancianos y a los enfermos: un saludo especial para los tres: niños, ancianos y enfermos, con todo mi corazón y mi bendición para todos. Les digo una vez más ¡recen por mí! ¡Hasta pronto!»


(CdM – RV)

Fuente:: News.va

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9 de Noviembre
(RV).-«Nuestra vida debe centrarse en lo esencial: en Jesucristo. Todo lo demás es secundario». Es el tweet del Papa Francisco publicado este sábado. (RC-RV)

Fuente:: News.va

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El Papa a los enfermos: ¡No se avergüencen de ser un tesoro precioso de la Iglesia!
(RV).- (Con audio) El Papa a los enfermos: ¡No se avergüencen de ser un tesoro precioso de la Iglesia! Esta mañana a las 11,00, en el Aula Pablo VI del Vaticano el Pontífice celebró un encuentro con los casi siete mil participantes en la peregrinación de la UNITALSI, es decir de la Unión Nacional italiana para el traslado de los enfermos a Lourdes y a los Santuarios internacionales, que festejan los 110 años de su fundación.
El Papa Francisco saludó con afecto y de modo especial a las personas enfermas y minusválidas, acompañadas por los voluntarios, los asistentes eclesiásticos, los responsables de las diversas secciones y el Presidente nacional de la UNITALSI, a quien agradeció sus palabras.
También afirmó que la presencia de diversos Cardenales, Obispos y personalidades institucionales son signo del aprecio que la Iglesia y la sociedad civil tienen por esta asociación que desde hace 110 años se dedica a los enfermos y a las personas con fragilidades siguiendo un estilo típicamente evangélico. Y destacó que su obra no es asistencialismo o filantropía, sino el anuncio genuino del Evangelio de la caridad, es – dijo – “ministerio del consuelo”.
Pienso en los tantos socios de la UNITALSI esparcidos en toda Italia: son hombres y mujeres, mamás y papás, tantos jóvenes que, movidos por el amor a Cristo y a ejemplo del Buen Samaritano, frente al sufrimiento no giran la cara de la otra parte. ¡Y esto de no girar la cara de la otra parte es una virtud. Vayan adelante con esta virtud! Al contrario, tratan de ser mirada que acoge, mano que levanta y acompaña, palabra de consuelo, abrazo de ternura. No se desanimen por las dificultades y el cansancio, sino sigan donando tiempo, sonrisa y amor a los hermanos y hermanas que tienen necesidad.

Tras manifestar su deseo de que cada persona enferma y frágil pueda ver en el rostro de los socios de la UNITALSI el rostro de Jesús, y que también ellos puedan reconocer en la persona que sufre la carne di Cristo, el Papa Francisco añadió:
Los pobres, también los pobres de salud, son una riqueza para la Iglesia; y ustedes de la UNITALSI, junto a tantas otras realidades eclesiales, han recibido el don y el empeño de recoger esta riqueza, para ayudar a valorizarla, no sólo para la misma Iglesia, sino para toda la sociedad.

Teniendo en cuenta que el actual contexto cultural y social tiende más bien a esconder la fragilidad física, considerándola sólo como un problema, que requiere resignación y mojigatería o a veces el descarte de las personas, el Obispo de Roma destacó que la UNITALSI está llamada a ser un signo profético y a ir contra esta lógica mundana, ayudando a los que sufren a ser protagonistas en la sociedad, en la Iglesia y también en la misma asociación.
Mientras para favorecer la real inserción de los enfermos en la comunidad cristiana y suscitar en ellos un fuerte sentido de pertenencia, el Papa afirmó que es necesaria una pastoral inclusiva en las parroquias y en las asociaciones. “Se trata – dijo el Santo Padre – de valorizar realmente la presencia y el testimonio de las personas frágiles y sufrientes, no sólo como destinatarios de la obra evangelizadora, sino como sujetos activos de esta misma acción apostólica.
Queridos hermanos y hermanas enfermos, no se consideren sólo objeto de solidaridad y de caridad, sino siéntanse insertados con pleno título en la vida y en la misión de la Iglesia. Ustedes tienen un lugar suyo, un papel específico en la parroquia y en todo ámbito eclesial. Su presencia, silenciosa pero más elocuente que tantas palabras, su oración, el ofrecimiento diario de sus sufrimientos en unión con los de Jesús crucificado para la salvación del mundo, la aceptación paciente y también gozosa de su condición, son un recurso espiritual, un patrimonio para cada comunidad cristiana. ¡No se avergüencen de ser un tesoro precioso de la Iglesia!

El Papa también destacó que la experiencia más fuerte que viva la UNITALSI en el curso del año es la peregrinación a los lugares marianos, especialmente a Lourdes; a la vez que puso de relieve el estilo apostólico y la espiritualidad que los caracteriza que hacen referencia a la Santísima Virgen.
Y concluyó dirigiéndose a estos queridos hermanos y hermanas invitándolos a encomendarse siempre a la protección de nuestra Madre celestial, que nos consuela e intercede por nosotros ante su Hijo. “Que Ella nos ayude – dijo – a ser para cuantos encontramos en nuestro camino un reflejo de Aquel que es Padre misericordioso y Dios de toda consolación”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

Fuente:: News.va

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PApa_franciscoEl Papa Benedicto, en la eucaristía celebrada en su residencia de Sta. Marta ha hablado de la realidad del soborno, pidiendo una oración por los tantos niños y jóvenes que reciben de sus padres “pan sucio”, que ganan como fruto de los sobornos y de la corrupción, y que sin embargo tienen hambre de dignidad.

Basándose en la parábola del administrador deshonesto Francisco habló del “espíritu del mundo” y de la “mundanidad”, y de cuán peligrosa es esta “mundanidad”. Mientras Jesús “rezaba al Padre para que sus discípulos no cayeran en la mundanidad”.
Cuando pensamos en nuestros enemigos, verdaderamente pensemos primero en el demonio, porque es precisamente lo que nos hace mal. El clima, el estilo de vida le gusta tanto al demonio y esta mundanidad: vivir según los valores – entre comillas – del mundo. Y este administrador es un ejemplo de mundanidad. Alguno de ustedes podrá decir: “¡Pero este hombre ha hecho lo que hacen todos!”. ¡Pero no todos! Algunos administradores, administradores de empresas, administradores públicos; algunos administradores del gobierno… Quizá no sean tantos. Pero es un poco esa actitud del camino más breve, más cómodo para ganarse la vida.El Pontífice afirmó que el patrón alaba al administrador deshonesto por su astucia:
¡Eh sí, ésta es una alabanza al soborno! Y el hábito del soborno es un hábito mundano y fuertemente pecador. Es un hábito que no viene de Dios: ¡Dios nos ha pedido que llevemos el pan a casa con nuestro trabajo honesto! Y este hombre, administrar, lo llevaba, ¿pero cómo? ¡Daba de comer a sus hijos pan sucio! Y sus hijos, tal vez educados en colegios costosos, tal vez crecidos en ambientes cultos, habían recibido de su papá como comida suciedad, porque su papá, llevando el pan sucio a la casa, ¡había perdido la dignidad! ¡Y esto es un pecado grave! Porque se comienza tal vez con una pequeña coima, ¡pero es como la droga, eh!Por tanto – afirmó el Santo Padre – el hábito del soborno se vuelve una dependencia. Pero si hay una “astucia mundana”, dijo, también hay una “astucia cristiana”, que es la de hacer las cosas no con el espíritu del mundo, sino honestamente. Y esto nos lo dice Jesús cuando nos invita a ser astutos como las serpientes y sencillos como las palomas: poner juntas estas dos dimensiones – subrayó – “es una gracia del Espíritu Santo”, un don que debemos pedir. Y concluyó con una oración:
Quizás hoy nos hará bien a todos nosotros rezar por tantos niños y muchachos que reciben de sus padres pan sucio: ¡también éstos están hambrientos, están hambrientos de dignidad! Rezar para que el Señor cambie el corazón de estos devotos del soborno y se den cuenta de que la dignidad viene del trabajo digno, del trabajo honesto, del trabajo de cada día y no de estos caminos más fáciles que al final te quitan todo. Y después, concluiría como aquel otro del Evangelio que tenía tantos graneros, tantos silos repletos y no sabía qué hacer de ellos: “Esta noche deberás morir”, le dijo el Señor. Esta pobre gente que ha perdido la dignidad en el hábito de los sobornos ¡sólo lleva consigo, no el dinero que ha ganado, sino la falta de dignidad! ¡Recemos por ellos!

Fuente:: Agencia SIC

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