Cáritas la dimensión de la caridadEl pasado fin de semana, último de este mes de octubre, las Cáritas de Orihuela-Alicante y de Granada celebraron sendos encuentros que, con contenidos distintos, han tenido un eje temático común: la dimensión evangelizadora de la caridad.

XIV Escuela de Formación en Orihuela-Alicante

Bajo el lema “Es tiempo para la esperanza”, el Colegio Salesiano de la localidad alicantina de El Campello acogió la XIV Escuela de Formación de Cáritas Diocesana de Orihuela-Alicante. Durante los días 26 y 27 de octubre, los asistentes participaron en un programa formativo que, siguiendo el objetivo del Plan Diocesano de Pastoral, ha pretendido “revitalizar la comunidad parroquial cuidando especialmente la inspiración evangelizadora”.

Las sesiones se iniciaron con la intervención de Ana Abril, directora del Área de Desarrollo Social e Institucional de Cáritas Española, que presentó el Plan Estratégico 2014-2017 de la Confederación. Tras este tema introductorio, el resto de los espacio de la Escuela estuvieron dedicados de lleno al desarrollo de los cuatro talleres incluidos en la convocatoria de este año.

El primero de ellos estuvo dedicado al tema “Ideario ético para la relación de Cáritas con las empresas: Una visión local y global”. En el segundo, los participantes trabajaron sobre “Cómo nos coordinamos en Cáritas: Tejiendo complicidades y fortalezas”. “Cómo nos ayudamos en Cáritas” fue el tema propuesto para el tercero de los talleres, mientras que en el cuarto se abordó la cuestión “Cómo nos encontramos con Jesús en la persona que sufre situación de pobreza”.

XIV Encuentro de Agentes de Cáritas en Granada

Bajo el lema “La fuerza evangelizadora de la caridad” y con la participación de 300 personas, en la mañana del sábado 26 de octubre tuvo lugar el XIV Encuentro de Agentes (voluntarios y trabajadores) de Cáritas Parroquiales y Cáritas Diocesana de Granada. Dicho encuentro, que se celebró en las instalaciones de la Escuela de Magisterio “La Inmaculada” de la Diócesis, contó con la presencia de Vicente Altaba, delegado episcopal de Cáritas Española, que impartió la ponencia marco de la jornada sobre el tema señalado en el lema del encuentro.

Durante el encuentro se presentó el nuevo Comité Ejecutivo de Cáritas Granada, de modo particular el nuevo Director, Javier de Benavides, y la nueva secretaria general, Sofía Bravo.

Vicente Altaba, a lo largo de su exposición, incidió en la íntima relación que existe entre la auténtica vivencia de la fe y el ejercicio de la caridad. Es más, situó a esta como elemento privilegiado desde el que cualquier otra actuación y vivencia eclesial adquiere sentido y, más aún, credibilidad.

Así mismo, el delegado de Cáritas Española, presentó la vivencia práctica y organizada del amor a los empobrecidos como respuesta a la pregunta que late en el corazón de muchas personas que sufren: “¿Dónde está Dios?”. De tal manera, todos los agentes de Cáritas –sacerdotes, voluntarios y trabajadores que viven su servicio socio caritativo como prolongación de su fe y su espiritualidad– se convierten en evangelizadores que, a través de sus hechos, de su entrega, de su acompañamiento, de su desgaste, de su defensa de la justicia, de su ofrecimiento de consuelo y esperanza… es decir, desde su poner por obra el amor…”hablan bien de Dios”, incluso sin necesidad de mencionarlo.

Vicente Altaba terminó su intervención con algunas conclusiones, entre ellas:

 -Evangelizar es hacer presente el amor de Dios y comprometerse por superar todo lo inhumano.

 -Sólo el amor dice bien de Dios. Las palabras y doctrinas sin amor no hablan de Dios.

 -La caridad no es un “instrumento” al servicio de la evangelización, es un “sacramento” del amor de Dios, por eso evangeliza.

 -Los agentes de la caridad somos evangelizadores si amamos como Dios ama.

 -De ahí la importancia de unir lo que hacemos y lo que somos. Que lo que hacemos manifieste lo que somos: iconos del amor de nuestro Padre Dios.

 Por otro lado, este Encuentro de Agentes contó también con la exposición móvil “Voces contra la Pobreza” sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio y el trabajo contra la pobreza que se realiza desde Cáritas.

(Cáritas)

Fuente:: SIC

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Mons. Pérez GonzálezMons Francisco Pérez     LA IGLESIA UNA

La unidad es una nota fundamental de la Iglesia. Es la primera que afirmamos en el credo cuando decimos: “creo en la Iglesia una”. Es el reflejo de la comunión de las tres personas de Santísima Trinidad. Está formada por miembros diversos de todas las razas, lenguas, culturas, continentes y naciones. El Catecismo dice concisa y acertadamente en qué consiste esta unidad: “La Iglesia Católica esparcida por el mundo tiene una sola fe, una sola vida sacramental, una única sucesión apostólica, una esperanza común, la misma caridad” (nº 161).

Normalmente en el lenguaje común cuando decimos la palabra Iglesia nos referimos a la iglesia peregrina en la tierra. Pensado así nos quedaríamos muy cortos. La única Iglesia está formada por miembros que se encuentran en tres situaciones o condiciones distintas. Unos ya han llegado a la Iglesia triunfante del cielo, otros están en la purgante y nosotros en la Iglesia militante o peregrina en camino hacia la iglesia triunfante. Todos formamos la única Iglesia. Produce un gozo inmenso y un ánimo saber que estamos en comunión con los millones de hombres y mujeres que a lo largo de los siglos han seguido a Cristo y viven felices en el cielo. Ellos quieren la unidad de los que estamos aún en la tierra, pero la desunión es un hecho que nos duele.

Jesús en la Última Cena pidió al Padre la unidad de los suyos: “Que todos sean uno como Tú Padre, estás en Mí y Yo en Ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17, 21). La unidad de la iglesia es una preocupación agobiante para el apóstol San Pablo. Sus cartas están llenas de llamadas de atención y exhortaciones ( Cfr.1 Cor 1-10; 1 Cor 12,13; 2 Cor 11,46; Gal 1, 6-10;Efes 3, 3-6;Col 2, 1-5;1Tim 1,3). Un botón de muestra es lo que escribe en la primera carta a los cristianos de Corinto. “Os ruego, hermanos, en nombre de Cristo Jesús, nuestro Señor, que todos habléis igualmente y no haya entre vosotros divisiones, antes bien seáis concordes en el mismo pensar y en el mismo sentir. Esto, hermanos, os lo digo porque he sabido por los de Cloe que hay entre vosotros discordias y cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas. ¿Está dividido Cristo? ¿O ha sido Pablo crucificado por vosotros, o habéis sido bautizados en su nombre?” (1 Cor 1, 10-13).

La inquietud por formar un solo rebaño con un solo pastor (Jn 10, 16) está siempre presente entre los cristianos. En nuestros días se manifiesta en el movimiento ecuménico. Éste va haciendo su lento y seguro camino. La oración de los miembros de las diversas confesiones cristianas es el caldo de cultivo para que juntos con las reflexiones y el diálogo de los teólogos, lleguemos a la unidad plena. El ecumenismo es un camino de todos hacia la verdad y fidelidad, es un camino de conversión y santidad que dará sus frutos.

Desgraciadamente cada uno de nosotros somos, a veces, motivo de divisiones, en la familia, la parroquia, el pueblo, el barrio, la escuela, el trabajo y las relaciones sociales en general. Quisiéramos que la madre Iglesia apareciera brillante ante el mundo como signo de esperanza, de unión y de paz. Así lo pedimos en las plegarias Eucarísticas de la reconciliación: “Mira con amor, Padre de bondad, a quienes llamas a unirse a ti, y concédeles que, participando del único sacrificio de Cristo, formen, por la fuerza del Espíritu Santo, un solo cuerpo, en el que no haya ninguna división. Concédenos tu Espíritu, para que desaparezca todo obstáculo en el camino de la concordia y la Iglesia resplandezca en medio de los hombres como signo de unidad e instrumento de tu paz”. Donde hay un cristiano tiene que reinar este espíritu que nace de la santidad de la Iglesia. 

LA IGLESIA SANTA

La Iglesia por estar formada por todos nosotros que somos pobres criaturas, débiles e imperfectas aparece como pecadora. Nosotros somos los que la hacemos pecadora. Sin embargo en su profundo ser es santa porque va, delante de nuestro pecado, Jesucristo que nos redime y es el santo entre todos los santos y solo así la hace aceptable ante los ojos Dios Padre. Jesús pidió al Padre que santificase a los suyos (Jn 17, 17) y San Pablo dice que Dios nos ha colmado de bendiciones para ser santos (Efes 1, 3-4; y 5,27). Con toda razón dirige la carta a los efesios diciendo: “A los santos y fieles en Cristo que están en Efeso (Ef 1,1), y a los cristianos de Corinto, que había corregido por sus faltas de caridad y división les encabeza su segunda carta diciendo: “a la Iglesia de Dios en Corinto, con todos los santos de toda Acaya” (2 Cor 1,1). Quiere decir que para San Pablo todos los cristianos se pueden llamar santos pues están en actitud de conversión y camino a la santidad. En efecto, después de haber mostrado que el Espíritu Santo es la fuente y el dador de toda santidad, confesamos ahora que “es Él quien ha dotado de santidad a la Iglesia” (1, 10, 1). Y la Constitución Dogmática de la Iglesia, Luz de las Gentes afirma: “La Iglesia es el pueblo santo de Dios” (LG 12). Con esta expresión se quiere abarcar la humanidad entera.

+ Francisco Pérez González

Arzobispo de Pamplona y Tudela

Fuente:: Mons. Francisco Pérez

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Mons. Manuel UreñaMons. Manuel Ureña      Hermanos e hijos muy amados.

El día 11 de octubre de 2011, séptimo de su pontificado, Benedicto XVI firmaba la carta apostólica en forma de motu proprio Porta fidei (=PF). En ella, el Papa, convocaba un Año de la fe, el cual habría de comenzar, como así ocurrió felizmente, el 11 de octubre de 2012 y habría de concluir trece meses después, el día 24 de noviembre del presente año de 2013, solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

El Papa hacía coincidir el comienzo del Año de la fe con la memoria agradecida de dos grandes acontecimientos que han marcado el rostro de la Iglesia de nuestros días: los 50 años transcurridos desde la apertura del Concilio Vaticano II, convocado por el ya beato papa Juan XXIII, el 1 de octubre de 1962; y los 20 años ya pasados desde la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica (=CCE), legado a la Iglesia por el también beato papa Juan Pablo II, el 11 de octubre de 1992.

Tales eventos fueron tenidos muy en cuenta por el papa Benedicto XVI en la proclamación  del Año de la fe porque tanto el uno como el otro guardan una relación intrínseca con la fe misma. Recordemos que, como dijo literalmente Juan XXIII, el Concilio quería “transmitir, pura e integra, la doctrina, sin atenuaciones ni deformaciones”, comprometiéndose a que “esta doctrina, cierta e inmutable, que debe ser fielmente respetada, sea profundizada y presentada de modo que corresponda a las exigencias de nuestro tiempo”. Y, respecto del CCE, afirmaba Benedicto XVI que este documento, pensado por Juan Pablo II para inculcar en los fieles la fuerza y la belleza de la fe, es un fruto auténtico del Concilio Vaticano II y fue pedido por el Sínodo Extraordinario de los Obispos de 1985 como instrumento valioso para la catequesis (cf PF 4). En este sentido, no es tampoco fortuito que el Papa hiciera coincidir el comienzo del Año de la fe con la celebración del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe.

Así las cosas, el año de la fe ha tenido como horizonte el Concilio Vaticano II y el CCE porque es necesario nos planteemos hoy de un modo reflejo la cuestión de la fe. ¿Creemos realmente? Y, si creemos, ¿cómo creemos? ¿Es nuestra fe verdaderamente objetiva o se encuentra más de una vez atrapada en los engañosos pliegues de la subjetividad? ¿No habremos olvidado el horizonte de la fe a fuerza de darlo con no exigua ligereza por demasiado supuesto? Como dice el Papa en PF 2, “sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, y, al mismo tiempo, siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. Pero, de hecho, este presupuesto no solamente no aparece como tal, sino que incluso es negado no pocas veces”.

Se explica, así, que un compromiso fundamental del Año de la fe tuviera que ser y haya sido, en expresión del Papa, “redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto de fe con el que se cree” (PF 9), un acto que es imposible sin la doble acción de Dios (la gracia exterior del anuncio positivo de su Palabra revelada y la acción interior del Espíritu Santo en el hombre) y sin la adhesión consciente y libre a la fe de la Iglesia, que es el sujeto canónico del acto de fe pleno. De este modo, nuestro acto de fe es tanto más verdadero cuanto más se adecúa al acto de fe de la Iglesia, acto éste del que es figura e imagen el acto de fe de la Madre de Dios.

Pues bien, para llevar a cabo las exigencias pastorales del Año de la fe, la Congregación para la Doctrina de la Fe recibió del Papa el encargo de escribir una Nota (=N) con indicaciones para vivir este tiempo de gracia (6 de enero de 2012), las cuales no excluían, por supuesto, otras propuestas que el Espíritu Santo pudiera suscitar entre los pastores y fieles de las distintas partes del mundo (cf N Introducción).

La referida Nota, dividida en cuatro capítulos, da indicaciones pastorales para vivir el Año de la fe en el ámbito de la Iglesia Universal, en el ámbito de las Conferencias Episcopales, en el ámbito de las Diócesis y en el ámbito de las Parroquias / Comunidades / Asociaciones / y Movimientos.

Nuestra Provincia Eclesiástica de Zaragoza, a la que pertenece de facto la diócesis tan hermana de Jaca, creyó oportuno, siguiendo las indicaciones de N para el ámbito de la Iglesia Universal, organizar en común y para toda la Provincia dos acciones pastorales en la ciudad de Zaragoza: un a modo de retiro espiritual para sacerdotes, abierto a todo el Pueblo de Dios, sobre la doctrina de las cuatro constituciones conciliares, que fue dirigido y sabiamente orientado desde una hermenéutica del texto conciliar a partir de la continuidad y de la reforma del sujeto eclesial por el cardenal prefecto de la Congregación para los Obispos, Su Eminencia Reverendísima Marc Ouellet, y que se celebró en La Seo y en El Pilar el día 2 de mayo del año en curso; y una peregrinación de las diócesis aragonesas al Pilar, que se celebrará, Dios mediante, el día 16 de noviembre, sábado, a una semana exacta de distancia de la clausura del Año de la fe. Cumplimos con ello la invitación de N I/3, que nos anima a dirigirnos, con particular devoción, a María, figura e imagen de la Iglesia, que reúne en sí y refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe, y a cuyos santuarios debemos peregrinar en señal de conversión y de penitencia en este Año jubilar.

Os esperamos, pues, en Zaragoza ese día en los tiempos y lugares que ya se están dando a conocer por los distintos medios.

Unidos a vosotros en la Eucaristía por la fe de la Iglesia recibida en el bautismo, con nuestro Santo Padre el Papa Francisco, os bendecimos en el nombre del Señor y os confirmamos en la fe.

 

+Manuel Ureña, arzobispo de Zaragoza

+Alfonso Milián, obispo de Barbastro-Monzón

+Carlos-Manuel Escribano, obispo de Teruel y de Albarracín

+Julián Ruíz, obispo de Huesca y de Jaca

+Eusebio Hernández, obispo de Tarazona

 

 

 

Fuente:: Mons. Manuel Ureña

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Mons. Juan José OmellaMons.  Juan José Omella     Dentro de unos días recordaremos de manera especial a todos los difuntos, a nuestros seres queridos que nos dejaron y a los que recordamos con dolor. Y en esa fecha de “los Difuntos” quién más y quién menos se pone la pregunta de si existe o no el cielo. Y solemos decir: nadie ha vuelto y, por lo tanto, ¿podemos estar seguros de que hay vida después de la muerte?

Permitidme, queridos lectores, que os cuente una pequeña historia que sucedió en una clínica. Un hombre muy enfermo estaba muy inquieto y turbado. Cogió la mano del médico y le dijo:

“Tengo mucho miedo a morir. Dígame, doctor, ¿qué me espera después de la muerte? ¿A qué se parecerá lo que haya del otro lado?”
No lo sé, le dice el doctor
Usted no lo sabe?, le dice el enfermo

El doctor en lugar de responderle abre la puerta que da al pasillo. No se imaginaba encontrar a su perro, un magnífico pastor alemán, que le había seguido a través de la ciudad, había burlado la vigilancia del portero de la clínica y ahora se encontraba en el pasillo. Cuando el perro vio a su amo saltó sobre él y le manifestó de mil maneras la alegría de haberle encontrado.

El doctor se volvió hacia el enfermo y le dijo: “¿Ha observado el comportamiento del perro? Él nunca había estado en este hospital, no conocía la casa, no sabía cómo eran los lavabos, el armario, las camas, ni de qué color son las paredes de los pasillos. Él sabía que su amo estaba aquí, al otro lado de la puerta y está contento y gozoso desde que se ha abierto la puerta y me ha encontrado. Mire, yo no sé nada de lo que nos espera del otro lado después de la muerte. Lo que sé es que el Señor Dios, Padre nuestro, está al otro lado y nos espera. Y el día que la puerta se abra, es decir el día de nuestra muerte, yo pasaré al otro lado y recibiré con inmenso gozo el abrazo de Dios Padre”

Bonita reflexión la del doctor. Nos anima a vivir con esperanza porque no podemos olvidar que Dios es nuestro Padre, que nos ama y que está deseando darnos el abrazo después de la muerte e introducirnos en su casa que no sabemos muy bien cómo es, pero que eso no importa ya que lo verdaderamente importante es que seremos queridos y abrazos por Él.

“Quien contempla a una pareja que se mira tiernamente; quien contempla a un bebé que busca mientras mama los ojos de su madre, como si quisiera almacenar para siempre su sonrisa, percibe una lejana intuición del cielo. Poder mirar a Dios cara a cara es como un único y eterno momento de amor” .

Sí, recemos por nuestros difuntos a fin de que el Señor les perdone sus faltas y puedan recibir su abrazo y gozar en su presencia en compañía de todos los seres queridos que les precedieron en el camino del cielo. Y pidamos al Señor que no perdamos la confianza en su amor de Padre, que podamos recibir su abrazo de Padre y gocemos para siempre de su compañía.
Con mi afecto y bendición,

+ Juan José Omella Omella
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño

Fuente:: Mons. Juan José Omella

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garcia_burilloMons.  Jesús García Burillo    Queridos diocesanos:

La lectura del informe de Cáritas sobre el ejercicio de 2012 golpea nuestras atribuladas conciencias respecto a la situación social que vivimos en España en el momento presente. El año pasado, Cáritas ha atendido a ¡1.300.914 personas!

Cada una de estas personas tiene un mundo roto interiormente: parados desde hace tiempo, familias en situación agónica, inmigrantes en precariedad, personas sin hogar, ancianos en necesidad extrema, discapacitados de diverso grado, enfermos de sida, reclusos y ex reclusos… Son personas desprotegidas, muchas de las cuales piden ayuda como consecuencia de la situación económica y social que vivimos. Desde que empezó la crisis, la pobreza severa se ha duplicado en España, alcanzando en estos momentos a 3 millones de personas que no superan los 307 euros de ingresos mensuales. En los últimos años se está produciendo un
descenso de la renta media que provoca el empobrecimiento de nuestra sociedad, lo que afecta especialmente a las personas y familias más vulnerables: desempleados, personas sin hogar, familias monoparentales…

El drama de los parados se está haciendo crónico en nuestra sociedad: más de la mitad (entre 3 y 4 millones de personas) lleva ya un año o dos años en paro.

¿Nos imaginamos lo que esto supone para un hogar? El agotamiento emocional, las crisis depresivas y afectivas, la pérdida de la vivienda, el riesgo de la desintegración del hogar, son las consecuencias inmediatas. Bien es cierto que este momento crítico está favoreciendo en muchos casos el sentimiento de familia, que acoge a los miembros necesitados compartiendo con ellos sus bienes, y otras entidades sociales que se ven desbordadas por el número ingente de necesitados y de casos concretos.

Un factor que golpea particularmente nuestra sensibilidad es el incremento de la desigualdad en España, con el valor más elevado de toda Europa: el 20 % de la población más rica concentra 7,5 veces más ingresos que el 20 % más pobre, cuando antes de la crisis era de 5,5 veces. Quiere decir que la situación de crisis no afecta a todos de la misma manera: mientras unas familias se hacen más ricas, otras se empobrecen más todavía. Crece la desigualdad entre pobres y ricos. O, de otro modo, estamos perdiendo la oportunidad de producir una
efectiva solidaridad entre todos nosotros, una sociedad más justa y solidaria, que impida las dramáticas situaciones que ahora vivimos. Tampoco los cambios habidos en las políticas sociales ayudan a resolver las situaciones de pobreza y precariedad, pues, aunque las prestaciones sociales por desempleo palían el
apoyo a las personas y familias durante un tiempo, estas vías se agotan mientras aumentan los gastos en los campos sanitario y educativo principalmente.

Y ¿quiénes y de qué modo respondemos a esta situación? Desde hace muchos años, Cáritas aúna el esfuerzo de la acción caritativa y social de la Iglesia católica en España con todas nuestras aportaciones. Y, dentro de ella, su tesoro más preciado son las personas que la sostienen con su dedicación y esfuerzo gratuito y desinteresado. En las 70 Cáritas Diocesanas que existen en nuestro país, más de 70.000 voluntarios trabajan para defender la dignidad humana de aquellos que se encuentran en una situación social más precaria, por medio de su
solidaridad. Un trabajo que a veces consiste en escuchar y acompañar al que sufre, y otras participando activamente en el desarrollo de proyectos concretos.

El voluntariado, entendido como una de las principales señas de identidad de Cáritas, es una llamada a vivir la solidaridad como estilo de vida diferente, ofreciendo alternativas para que todas las personas tengan acceso a una vida digna y puedan desarrollarse plenamente. Por todo ello, es de justicia agradecer la labor de estas personas que colaboran en construir una sociedad más justa y solidaria. También debemos poner en valor el importante ejemplo que esta opción por el voluntariado nos plantea a la sociedad: vivir desde la gratuidad,
esto es, dar gratis lo que gratis hemos recibido. La gratuidad nos lleva a recuperar los lazos afectivos y humanos, nos sitúa en el camino de la solidaridad, haciendo el bien por el bien.

Queridos diocesanos, ante la situación alarmante que nos muestra Cáritas en su informe, es urgente tomar conciencia de la necesidad de un cambio social más humano y más justo, que parta de nuestro compromiso personal. Nuestra ayuda a Cáritas es un medio muy eficaz. Así seremos como el Buen samaritano
del Evangelio, siguiendo con gozo y generosidad el consejo de Jesús: “Ve y haz tú lo mismo” (Lc 10, 37).

+ Jesús García Burillo

Obispo

Fuente:: Mons. Jesús García Burillo

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Mons. Demetrio FernándezMons. Demetrio Fernández   Llegamos a la 18ª edición de la peregrinación diocesana anual de jóvenes a Guadalupe. Año tras año se han ido fraguando ilusiones, realidades, esperanzas, un tejido de relaciones, crecimiento en las personas, una nueva sociedad. La peregrinación es como una parábola de la vida misma. En la peregrinación hay una meta, el cielo, la vida eterna en el gozo de Dios, simbolizado en un lugar sagrado, un santuario, y en este caso, un santuario mariano, donde María nos espera para mostrarnos el futo bendito de su vientre, Jesús.

En la peregrinación hay un camino, a veces fatigoso, pero que siempre nos abre a nuevos horizontes. Caminar es ponerse en marcha, no permanecer quietos o perezosos, caminar es ir al encuentro, salir de sí mismo. Hacer un camino es seguir una ruta, para no perderse, es seguir unas pautas para garantizar que no caminamos en balde ni en sentido equivocado. “Yo soy el camino…” nos dice Jesús (Jn 14,6). Ir con él, seguirle a él, vivir como vivió él es acertar en la vida. Caminar sin él es ir a tientas, es andar sin certezas y sin norte, sería perderse.

En el camino, no vamos solos, vamos en grupo, en pequeños grupos dentro del gran grupo, como símbolo de la Iglesia, comunidad de comunidades, la católica, que incluye pequeñas comunidades y grupos, pero que al mismo tiempo nos abre a una relación más amplia con todos. No se trata de un grupo amorfo o invertebrado, sino que hay unos monitores y unos guías. Como en la Iglesia, donde tenemos nuestros pastores y quienes nos orientan en el camino de nuestra propia vida. Caminar en grupo tiene sus momentos de silencio y sus momentos de comunicación, sus momentos de oración y sus momentos de recreo. El silencio ayuda a encontrarse consigo mismo y con la verdad del otro. La relación personal se establece desde lo hondo, no desde lo superficial, y el silencio ayuda a profundizar para comunicarse más plenamente.

En el camino encontramos dificultades y alivios, fatiga y consuelo. Es duro caminar horas y horas, pero es más llevadero si se hace en compañía. Como la misma vida. Qué dura es la soledad que aísla y qué bonita la comunicación que ayuda. La que uno recibe y la que uno da, pues hay más alegría en dar que en recibir. La dureza del camino se hace más llevadera si hay una mano amiga que me anima a continuar. El camino en grupo es una oportunidad de servir al otro olvidándome de mí mismo. Cuántas oportunidades en una peregrinación para ejercer el servicio por amor. La peregrinación nos ha sacado de la comodidad de nuestra casa y nuestro ambiente, y llegan momentos en que uno carece de casi todo. Estar atento para servir, para ayudar, para hacer más agradable la vida a los demás es un ejercicio propio de estos acontecimientos, donde todos aprendemos.

Doy las gracias a la Delegación diocesana de juventud por las horas y los días que lleva gastados organizando este encuentro, para que todo esté a punto, para que no falte nada, para poner en marcha a todos, para organizar lo que después sale tan bien. Muchos han dejado horas de descanso y diversión, porque mucho antes de llegar a la peregrinación han pensado en los demás preparándolo todo. Gracias, jóvenes voluntarios, sacerdotes, todos los que servís en este acontecimiento. Comenzamos en la Catedral, que consideramos cada día más como nuestra Casa madre, el lugar que nos acoge como comunidad católica que camina en Córdoba. Comenzamos con la Misa que preside el Obispo, sucesor de los apóstoles, que nos engancha a la Iglesia universal, la que preside el sucesor de Pedro. Comenzamos pidiendo el auxilio del Señor y el de su Madre santísima, y nos ponemos en camino.

“Vamos al lío…” ha repetido el Papa Francisco, queriendo decirnos que no nos apaguemos, que vayamos al encuentro de los demás, especialmente de los que se han apartado de la Casa de Dios. Que seamos misioneros del Evangelio que hemos recibido gratis, y gratis hemos de comunicar. Prefiero una iglesia accidentada a una iglesia paralizada y centrada en sí misma, nos ha dicho el Papa. La Iglesia existe para evangelizar, para proponer a los demás y darles al único que puede salvarnos, Jesucristo nuestro Señor. Procedamos en la paz del Señor. Amén

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández,

Obispo de Córdoba

Fuente:: Mons. Demetrio Fernández

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catedral de palenciaEste próximo miércoles 31 de octubre se celebra un encuentro en la Catedral de Palencia en el que participarán cerca de un millar de jóvenes. Desde el área de enseñanza de la Diócesis preparan este encuentro de los escolares con el Obispo diocesanos, Mons. Esteban Escudero, para celebrar el Año de la Fe y profesar la Fe en Cristo que es lo que nos une como cristianos. Desde que Benedicto XVI convocara el Año de la Fe, en esta Diócesis se han llevado a cabo distintas iniciativas y encuentros dirigidos a arciprestazgos, parroquias y movimientos de la Diócesis y todos ellos se han celebrado en la Catedral, como ‘casa madre’.

Ahora, desde el área de enseñanza, también se quiere tener un encuentro con los escolares (1º y 2º de ESO) para acercarles el Año de la Fe y celebrarlo conjuntamente. Para ello, han previsto hacer un recorrido por diferentes capillas y lugares de la seo palentina en los que se hará una interpretación teatralizada de diferentes personajes que han marcado el camino de la Fe en la Diócesis de Palencia.

Así, en un primer momento los alumnos de los centros concertados de la capital conocerán los conceptos básicos de lo que es el Año de la Fe a través de la invitación del Papa en la carta apostólica ‘Porta Fidei’ y a continuación, los jóvenes recorrerán distintas estancias donde se interpretará a un personaje que ha tenido gran incidencia en la historia de la Fe en Palencia. 

Está previsto que se interpreten los siguientes personajes: Juan, discípulo de Cristo; Pablo de Tarso; Santo Toribio; Sancho de Navarra; Don Tello Téllez; Juan de Balmaseda y Don Juan II, obispo de Palencia en 1321. 

Una vez que se recorran las distintas estancias, los escolares se reunirán con el Obispo Mons. Esteban para profesar y celebrar la Fe y tener un encuentro en el que el prelado palentino dirigirá unas palabras a los jóvenes. Concluirá la jornada con la bendición por parte del Obispo diocesano a los alumnos.

Los colegios que participan en esta actividad son: Blanca de Castilla, La Salle, Santo Ángel, Maristas, Santa Rita, Santa Clara, Divina Providencia, Santo Domingo y Divino Maestro. 

El recorrido se efectuárá en dos tandas. La primera de ellas comenzará a las 09:30 horas en la Catedral y a las 10:30 horas tendrán el encuentro con el Obispo de la Diócesis en la nave central. El segundo grupo comenzará a las 11:30 horas y el encuentro con Mons. Esteban se celebrará a las 12:30 horas.

Fuente:: SIC

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Beatificación Mártires de EspañaLas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de España han asistido en Tarragona este pasado 13 de octubre a la proclamación como beatas en el Año de la Fe de 28 de sus Hermanas mártires por la persecución religiosa en nuestro país durante el pasado siglo.

Desde el año 2012, y gracias a la autoría de Sor Ángeles Infante y Sor Lucrecia Díez, ya se podía disfrutar de la lectura de sus biografías en el libro “Un diamante de treinta caras. Hijas de la Caridad mártires de la Fe”, volumen de la editorial La Milagrosa.

El libro, que recoge dentro de sus páginas la belleza de la fe y la caridad en el seguimiento de Jesucristo de esas 28 Hermanas, se estructura en trece capítulos y dos anexos. El primero aborda la el momento histórico y los doce siguientes narran las biografías y los martirios que ponen de relieve la causa de la muerte de 30 religiosas, pues se incorporan en el último capítulo a las dos martires de Barcelona. Se completa el texto con algunas fotografías al final de cada uno de los capítulos.

Por otro lado, el contenido de uno de los anexos lo constituye la bibliografía y fuentes complementarias para el lector que quiera profundizar más sobre los hechos y el del otro unas tablas martiriales de las personas, lugares y fechas para facilitar la localización. A partir del segundo capítulo, se presentan los martirios siguiendo el orden cronológico de la muerte. Cierra el libro las dos hermanas mártires en Barcelona que serán beatificadas más tarde. Su proceso diocesano del martirio de este grupo se culminó diez años después que los anteriores.

“Un diamante de treinta caras” reúne el testimonio fiel de treinta Hijas de la Caridad mártires, veintisiete sufrieron el martirio en comunidad de fe y amor, solo tres fueron sacrificadas individualmente. Todas sellaron su fidelidad a Jesucristo con su muerte. Las que murieron individualmente lo hicieron por razón de las circunstancias, pero unidas a su comunidad en la firmeza de su fe, el amor y la fidelidad a su vocación, motivos que determinaron su expulsión de las casas en las que desarrollaban su misión. Todas murieron con la Medalla de la Virgen Milagrosa sobre su pecho, expresión de su devoción a la Madre de Dios y de la Iglesia.

Infante, Ángeles y Díez, Lucrecia. Un diamante de treinta caras. Hijas de la Caridad mártires de la Fe. La Milagrosa. Madrid 2012. Páginas, 255.

Fuente:: SIC

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Un Dios prohibidoContracorriente Producciones acaba de firmar un acuerdo con la distribuidora polaca FT Films para la distribución de la película “Un Dios Prohibido” en Polonia. A partir de este momento, la película podrá verse en cines y televisiones de Polonia, y también serán los encargados de distribuir esta película en este país cuando se ponga a la venta comercialmente en DVD.

En la actualidad “Un Dios prohibido” se está proyectando en diversos cines españoles, después de su vuelta a la gran pantalla en octubre. En esta semana, puede verse en Madrid (cines Dreams, Palacio de Cristal. Sesión: 20:15h.), Moncada (Centro Social y Cultural Blasco Ibañez), Pozoblanco (cines Posito) y Pamplona (cines Carlos III), en esta localidad  más de 1500 personas han visto esta película que se proyecta por  tercera semana consecutiva.

El día 31 de octubre en Ciudad Rodrigo y Sancti Spíritus. El jueves 31 de octubre, con motivo del puente de los Santos, la versión internacional de “Un Dios prohibido” también podrá verse en la comarca de Ciudad Rodrigo, lugar donde fue rodada hace ahora un año. Ciudad Rodrgio, en el Cine Juventud. A las 20:00 h. y a las 22:30 h. Y en Sancti Spiritus, en el Centro Cultural. A las 18:00 h. y a las 21:00 h. Con la colaboración de la Parroquia de Sancti Spiritus.

“Un Dios prohibido” narra la historia de los 51 miembros de la comunidad claretiana de Barbastro que fueron martirizados en el inicio de la guerra civil española. Es sobre todo una película de amor y de perdón. Se trata de una película coral, en la que han participado más de 50 actores, entre principales y de reparto, así como más de 200 figurantes. Entre los actores se encuentran: Jesús Guzmán, Elena Furiase, Iñigo Etayo, Juan Alberto López, Jacobo Muñoz, Juan Rueda, José María Rueda, Gabriel Latorre, Juan Lombardero, Mauro Muñiz, Ainhoa Aldanondo, Alex Tormo, Guido Balzaretti y Jerónimo Salas. Es el proyecto más importante que ha sido asumido por Contracorriente Producciones, productora de Ciudad Rodrigo (Salamanca, España).

La presente película es el resultado de un acuerdo firmado entre los Misioneros Claretianos y Contracorriente Producciones.

Fuente:: SIC

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Bajo el lema “Hermandades y Cofradías, esperanza de la Iglesia”, 2.000 personas participaron el domingo en la XI Jornada Diocesana de Hermandades y Cofradías que tuvo lugar en Pliego, con motivo de la celebración del Año Jubilar Santiaguista concedido por el Obispo de Cartagena, Mons. Lorca Planes, a la parroquia de este municipio.

Cartagena CofradesA las 09:30 horas comenzaron a llegar a Pliego representantes de un centenar de hermandades y cofradías de Semana Santa de todos los rincones de la geografía murciana, que tras realizar el acto de bienvenida y una oración en la ermita de Ntra. Sra. de los Remedios, iniciaron la peregrinación acompañados por cinco bandas de música y los patronos de Pliego, Santiago Apóstol y la Virgen de los Remedios.

El Obispo de la Diócesis de Cartagena presidió la celebración de la Eucaristía, que tuvo lugar en la plaza del Jardín de la Glorieta, frente a la fachada del ayuntamiento. Mons. Lorca Planes animó a los cofrades a seguir trabajando por el Reino de Dios, “no tengáis miedo de ir a contracorriente en el anuncio de la Cruz de Cristo… Ser cofrade es definirse como cristiano”.

El Obispo resaltó el trabajo de quienes cada Semana Santa salen a las calles con sus hermandades y cofradías para recordar que la Cruz es un signo del amor de Dios. “No os conforméis con hacer brillar sólo las imágenes, flores y candelas en la procesión, sino haced brillar vuestras almas, sed testigos de la esperanza”, explicó Mons. Lorca Planes.

El Obispo de Cartagena agradeció al párroco de Santiago Apóstol de Pliego y a la alcaldesa el trabajo realizado con motivo del Año Jubilar Santiaguista; el Obispo diocesano se refirió también a los plegueros a quienes encomendó a Dios para que “gocen de la paz del Señor”.

Fuente:: SIC

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