Ciudad del Vaticano (Jueves, 16-01-2014, Gaudium Press) El Papa Francisco recibirá el próximo 17 de enero el informe de la Comisión encargada del análisis de los reportes de supuestas apariciones en Medjugorje, Bosnia y Herzegovina, de acuerdo al informativo Religión en Libertad. Hasta el momento, la Iglesia ha conservado una actitud de prudencia frente al tema, siguiendo el parecer de los Obispos de Yugoslavia (país que luego se dividiría tras las guerras) quienes afirmaron en 1991 que «no es posible establecer que hubo apariciones o revelaciones sobrenaturales».

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Iglesia de St. James, en Medjurgorje, Bosnia y Herzegovina. Foto: Gnuckx

Los sucesos en Medjugorje han sido objeto de una profunda investigación desde 2010 por parte de una comisión internacional bajo la autoridad de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Según explicó en su momento el P. Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, el objetivo de la investigación es proveer elementos para determinar «el tema de la sobrenaturalidad o no del fenómeno». La comisión fue integrada por Obispos, sacerdotes, teólogos, médicos y otros expertos.

Mientras se conoce la decisión que el Papa Francisco pueda tomar sobre este asunto, para la cual tiene total autonomía y ningún límite de tiempo determinado, se sigue aplicando el pronunciamiento oficial de los Obispos en 1991.

De esta manera lo recordó en noviembre de 2013 el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Gerhard Müller, a los Obispos de Estados Unidos, en una comunicación efectuada por el Nuncio Apostólico en ese país, Mons. Carlo María Viganó. Según la carta enviada a las diócesis norteamericanas, «los clérigos y los fieles no están autorizados a participar en reuniones, conferencias o celebraciones públicas durante las cuales la credibilidad de tales ‘apariciones’ se dé por afirmada».

Esta aclaración no significa que las peregrinaciones a Medjugorje estén restringidas, ya que en 2007 el entonces Secretario de Estado Vaticano, Card. Tarcisio Bertone, señaló que «por el momento están permitidas las peregrinaciones privadas con el acompañamiento pastoral de los fieles. En fin, todos los peregrinos católicos pueden acudir a Medjugorje, lugar de culto mariano, donde es posible expresar todas las formas devocionales marianas». Para esta disposición también aplica la condición de que las peregrinaciones no constituyan un reconocimiento de los eventos aún bajo investigación.

Con información de Religión en Libertad, ACI, y Centro Medjugorje.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Managua (Jueves, 16-01-2014, Gaudium Press) La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) ha decretado el 2014 como el Año de la Familia, en respuesta a la creciente preocupación a los diversos peligros que amenazan con destruir la integridad natural de la familia.

El anuncio fue hecho por los Obispos nicaragüenses en el marco de la Solemnidad de la Sagrada Familia, celebrada el pasado 30 de diciembre, a través de un mensaje dirigido a todas las diócesis y parroquias del país centroamericano, en el que comunicaron que el lema para el Año e la Familia será «Familia: Mira a Jesús que te mira».

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En la misiva los Obispos constatan cómo la sociedad de Nicaragua viene experimentando constantes cambios, tanto en las estructuras sociales, como a nivel científico y tecnológico, muchos de los cuales «han influido en el hombre y la mujer de hoy, quienes reciben como solución a sus problemas cotidianos propuestas seductoras que en diversa medida comprometen la verdad y la dignidad de la persona humana, afectando naturalmente a la familia».

Recuerdan también que dichos cambios son causantes, en buena medida, del aumento de los divorcios, así como de las madres y los padres solteros, e, incluso, de la violencia intrafamiliar, la prostitución, del vacío espiritual y la crisis de los valores humanos y cristianos.

Es por ello, como manifiestan los prelados, que anhelan que en 2014 «todos seamos autores y agentes de la familia, es decir, misioneros de Jesucristo evangelizando durante todo el año, para alcanzar las metas de tener hogares cristianos organizados, catequizados y unidos, para un mejor servicio a todas y cada una de las familias de Nicaragua».

Igualmente, exhortan para que los fieles unan sus esfuerzos para la evangelización de las familias y oran a la Sagrada Familia de Nazaret, para que las familias nicaragüenses «sean auténticas iglesias domésticas, santuarios de vida, célula básica y vital de la sociedad, talleres de humanidad, en las que se acoja y defienda, se eduque y se promueva la vida».

Para animar las diferentes actividades e iniciativas que ocurrirán durante este 2014, la CEN ha creado una comisión para el Año de la Familia, encargando esta misión al Obispo de la Diócesis de León, Mons. César Bosco Vivas. Entre las actividades que tendrán lugar, ya se encuentra proyectada una marcha a favor de la familia.

Con información de ACI/EWTN Noticias.

Fuente:: Gaudium Press

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Portavoz destaca cercanía del Papa a los niños nacidos y por nacer ante próxima intervención de la Santa Sede en las Naciones Unidas

Ciudad del Vaticano (Jueves, 16-01-2014, Gaudium Press) El Portavoz vaticano, P. Federico Lombardi, anunció la próxima participación de la Delegación de la Santa Sede ante el Comité de la Convención sobre los Derechos de Niños, ratificada por la Santa Sede en 1990. El sacerdote destacó especialmente el compromiso de la Iglesia en la protección de la infancia y la familia, así como la especial cercanía del Sumo Pontífice a los niños nacidos y en el vientre de sus madres.

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El Papa Francisco recibe y bendice un bebé en la Plaza de San Pedro durante su primera audiencia general como Pontífice. Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press.

Como muestra de este cariño especial de la Iglesia, el Papa ha expresado su cercanía a los infantes que acuden a los actos pontificios. «Una de las imágenes más frecuentes y populares es aquella donde se lo ve tomar entre sus manos a los numerosos pequeños que se le presentan a lo largo del recorrido entre las personas en el público o en las calles», relató el P. Lombardi, quien destacó también los encuentros con las parejas de recién casados y las imágenes «que muestran el afecto del Santo Padre cuando bendice a las mujeres embarazadas, haciendo el signo de la cruz sobre su regazo». Los niños enfermos también han sido una preocupación del Pontífice, quien ha mantenido conmovedores encuentros con numerosos grupos de ellos.

«¿Qué jefe de los 193 estados del Comité de la Convención sobre los Derechos del Niño puede representar mejor testimonio y eficaz aval que el Papa Francisco y su amor tan fuerte por la infancia?», se preguntó. Este compromiso de la Iglesia se manifiesta en el decidido rechazo de la discriminación de los niños, en la defensa de «la dignidad y los derechos de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer» y en el fomento de «las estrechas relaciones entre los derechos del niño y los derechos y deberes de los padres».

Acción eclesiástica en favor de la infancia

La Iglesia también promueve activamente, por el bienestar de los niños, «la visión profunda e integral de la educación en el amor, mucho más amplia que una visión limitada a la ‘educación sexual’ y «el rechazo de una ‘ideología de género’ que niegue la base objetiva de la diferencia y complementariedad de los sexos y se convierta en fuente de confusión incluso en el ámbito jurídico y la interpretación de la misma Convención».

Todas estas acciones vienen acompañadas al interior de la Iglesia por «el establecimiento de «normas y directrices rigurosas y eficaces, para curar, contrarrestar y prevenir los graves fenómenos de abuso sexual contra menores de edad», que han constituido un gran sufrimiento para la comunidad de la Iglesia. En todas estas expresiones queda de manifiesto la ejemplar adhesión de la Santa Sede a la Convención de los derechos del Niño, señalada como «coherente con la enseñanza y la actitud constante de la Iglesia».

«Podemos decir que la Santa Sede es promotora, con su acción, de una corriente inmensa, extendida por todo el mundo, de amor y de servicio al bien de los niños», concluyó el P. Lombardi.

Con información de News.va.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Roma (Jueves, 16-01-2014, Gaudium Press) La Oficina Diocesana para la Pastoral Universitaria del Vicariato de Roma ha organizado un nuevo ciclo de «Lecturas Teológicas», que tiene por objeto profundizar en los llamados «Clásicos de la Espiritualidad Cristiana».

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El primer encuentro hablará sobre «Las Confesiones de San Agustín» / Foto: Obra  de Sandro Botticelli.

El primero de estos encuentros, que se desarrollarán en el ‘Aula della Conciliazione’ en el Palacio Apostólico Lateranense -sede de la diócesis romana-, tiene lugar a partir de las 20:00 horas de este jueves 16 de enero, y reflexionará sobre «Las Confesiones de San Agustín», obra autobiográfica del Padre de la Iglesia.

En esta ocasión, intervendrá el Cardenal Karl Becker, profesor emérito de la Pontificia Universidad Gregoriana; así como Massimo Borghesi, de la Universidad de Perugia, y Luciano Violante, presidente emérito de la Cámara de Diputados.

Otros dos encuentros ocurrirán durante este mes de enero. El próximo será el jueves 23, que abordará la «Historia de un peregrino de San Ignacio de Loyola», con la participación del sacerdote jesuita, Padre Marko Ivan Rupnik.

Y el último encuentro -con el que se concluirá el ciclo de «Lecturas Teológicas»-, se desarrollará el jueves 30 de enero sobre «El Castillo Interior de Santa Teresa de Jesús». Reflexionarán sobre esta obra el Padre Antonio Sicari, del Intituro Teológico de los Padres Carmelitas Descalzos de Brescia, entre otros ponentes invitados.

Todos estos encuentros serán concluidos con la intervención del Cardenal Agostino Vallini, Vicario de la Diócesis de Roma.

Con información de la Diócesis de Roma.

 

Fuente:: Gaudium Press

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Religiosas contemplativas en Estados Unidos preparan nuevo álbum de música sacra tras dos número uno en listas

Nueva York (Jueves, 16-01-2014, Gaudium Press) Después del notable éxito de su última producción musical, las Benedictinas de María, Reina de los Apóstoles, del Monasterio de Éfeso en Missouri, Estados unidos, preparan el lanzamiento de su próximo disco. «Cuaresma en Éfeso» será el título de la producción que incluye 23 piezas de música sacra en inglés y latín y que se espera que llegue a ser número uno en listas, como lo consiguieron en dos oportunidades anteriores.

El «milagro» de las religiosas es haber obtenido estos logros a pesar de no constituir un coro profesional, sino simplemente compartir parte de la vivencia litúrgica cotidiana de su comunidad. Las hermanas no dudan que la belleza de la producción es un reflejo de la vida espiritual de las consagradas a Dios: «si de verdad sonamos como ángeles sería porque los ángeles nos han ayudado. Y nosotras en realidad estamos convencidas de que ellos lo hacen, de que vienen y cantan con nosotras», comentó la Madre Cecilia con motivo de su lanzamiento anterior.

«En lo que continúa siendo una increíble expresión de Verdad a través de la Belleza, las Benedictinas de María se han superado a sí mismas con esta colección angélica de canciones monásticas de Cuaresma», aseguró a Zenit la confundadora de De Montfort Music, firma productora del álbum, Monica Fitzgibbons. «Encontrar esta música es ser invitado e incluido en una muy especial forma de amor desde la profundidad del alma humana».

Ese es precisamente el objetivo de las religiosas, que buscaban una manera de compartir la experiencia de fe de la comunidad contemplativa con el mundo exterior sin alterar demasiado la forma de vida de las consagradas. Su iniciativa consiguió sorpresivamente dos álbumes ubicados como «mejor vendidos» en la categoría de Música Clásica Tradicional de la revista especializada Billboard. Por este motivo fueron consideradas para la publicación como la Artista Clásica Tradicional de 2012 y 2013. Según Zenit, este reconocimiento es el primero obtenido por una comunidad de religiosas en la historia del premio.

Cuaresma en Éfeso está realizada en continuidad con el exitoso Álbum «Adviento en Éfeso» que dió a conocer a las religiosas, pero cuenta con el elevado nivel de produccíon de «Ángeles y Santos en Éfeso», que ratificó el éxito artístico de la comunidad. El Álbum será lanzado el próximo 11 de febrero y ya está disponible para pre-orden en la página web de De Monfort.

Con información de Zenit.

Fuente:: Gaudium Press

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La tendencia al egoísmo, a encerrarse sobre sí, es profundísima y anterior al Pecado Original

Redacción (Jueves, 16-01-2014, Gaudium Press) El pecado original no es un ‘invento de los curas’ como ciertos afirman, sino que es una realidad tan real y verdadera que uno de los mejores libros de filosofía de todos los tiempos, las «Lecciones Propedéuticas de Filosofía del Derecho» de Javier Hervada -alta obra de carácter estrictamente filosófico-jurídico- tiene que reconocer que el elemento coercitivo de la Ley es incomprensible si no se reconoce una tendencia en el hombre a quebrar la armonía social, a romper la Justicia, tendencia que con frecuencia se realiza y que requiere correctivo, por el beneficio común.

Lo mismo que Hervada constata cuando se sumerge en el Derecho, podemos decirlo de la investigaciones de la recta ciencia psicológica, de la Antropología, de la Sociología, etc. El ser humano en su condición actual es como es, y no de otra manera. Y los teóricos que divagan ilusamente sobre un ser enteramente perfecto, sobre un ‘buenísimo salvaje’, siempre se chocarán contra la realidad.

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El Paraíso Terrenal, de Jacob Bouttats

Museo de Navarra, España

Entretanto, Mons. João Scognamiglio Clá Días, fundador de los Heraldos del Evangelio, va más profundo en la constatación de la tendencia al egoísmo humano. En su excelente obra «Lo inédito sobre los Evangelios», al comentar el Evangelio del Domingo de Ramos del Ciclo A, afirma lo siguiente:

… el dolor encierra innumerables beneficios para nuestra salvación. En primer lugar, es un poderoso medio para aproximarnos de Dios. En efecto, desde antes de la caída [original], Ángeles y hombres, por haber sido creados en estado de prueba, tienen la tendencia a cerrarse sobre sí, cuando deberían estar constantemente abiertos a Dios. Y es en esto que consiste la prueba. Con el pecado esa inclinación se acentuó, y cada falta actual le aumenta la virulencia. Por tal razón, las luchas, reveses y aflicciones surgidas en nuestro camino son elementos eficaces para dirigir nuestro espíritu al Bien infinito y abrir de par en par a Él la puerta de nuestra alma. En esas horas experimentamos el poder de la oración, sentimos nuestra total dependencia con relación al Creador y nos colocamos en sus manos sin reservas, a la procura de amparo y fuerza. [1]

«En esto consiste la prueba», dice Mons. João Clá. Es claro, y veremos por qué.

«Y Yavé Dios le dio al hombre un mandamiento; le dijo: ‘Puedes comer todo lo que quieras de los árboles del jardín, pero no comerás del árbol de la Ciencia del bien y del mal. El día que comas de él, ten la seguridad de que morirás’ «. (Gn 2, 16-17). De dos árboles específicos nos habla el Génesis, del Árbol de la Vida, y del de la Ciencia del bien y del mal. La ‘ciencia del bien y del mal’. ¿Qué era el bien y sobre todo el mal para Adán y Eva? Ellos eran buenos, muy buenos; gozaban interiormente con su bondad intrínseca y sobrenatural, vivían en medio del bien, en un lugar que incluso el propio Dios había juzgado «que era bueno»; el bien era su única realidad.

Entretanto, Dios quería que nuestros primeros padres abrieran su corazón a la total confianza en Él, que no se cerraran, que no cedieran a la tendencia ya entonces presente del ensimismamiento, que estuvieran abiertos incluso a la prohibición misteriosa de Dios, que era una dependencia de Dios. En esto -dada la tendencia mencionada del hombre a cerrarse, a confiar en sus propias fuerzas- consistía la prueba.

En fin, fue en esa tendencia-debilidad sobre la cual ‘trabajó’ la serpiente. Recorramos con admiración y estupefactos el relato del Libro Sagrado:

La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yavé Dios había hecho. Dijo a la mujer: ‘¿Es cierto que Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del jardín?’ La mujer respondió a la serpiente: ‘Podemos comer de los frutos de los árboles del jardín, pero no de ese árbol que está en medio del jardín, pues Dios nos ha dicho: No coman de él ni lo prueban siquiera, porque si lo hacen morirán.’ La serpiente dijo a la mujer: ‘No es cierto que morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán a ustedes los ojos; entonces ustedes serán como dioses y conocerán lo que es bueno y lo que no lo es.’ A la mujer le gustó ese árbol que atraía la vista y que era tan excelente para alcanzar el conocimiento. Tomó de su fruto y se lo comió y le dio también a su marido que andaba con ella, quien también lo comió. (Gn 3, 1-6)

El árbol atraía a la vista de Eva, nos dice el impactante relato, pero sobre todo el fruto prohibido atraía a su inclinación a encerrarse en sí, para no depender de Dios, para saber por propia cuenta cosas desconocidas sin el auxilio divino, para convertirse ella en su propio dios. Y Eva cayó junto con Adán.

Como resalta Mons. João Clá, la tendencia a cerrarse sobre sí no ha hecho sino aumentar. Y sin embargo, cuando el hombre adquiere la conciencia de lo fundamentalmente errado de ella, y pide la ayuda de la gracia, esta inclinación básica y nefasta es muy combatible con éxito.

Lo que es importante primero es tener la conciencia de cuanto mal e infelicidad trae el «encerrarse», pues nos priva de las maravillas de la relación con Dios, y de las profundas alegrías que trae el contemplar todas las cosas que Dios puso a nuestro alcance para que en ellas lo amemos.

Por ejemplo, el egoísmo nos sustrae de contemplar a la Iglesia y vivir con la Iglesia, con su maravillosa doctrina, sus vivificadores sacramentos, con su admirable liturgia, con sus autoridades, con todo lo que salió del un día costado traspasado de Cristo.

Pero también nos impide gozar de la felicidad del contemplar y amar a Dios en las maravillas de la Creación. Antes que nada de esas cualidades que Dios puso en los hombres, muchas insignes, incluso en aquellos que no han correspondido al Plan Divino. Es posible polemizar con un doctrinador impío al tiempo que se admiran con gaudio sus cualidades de oratoria, inteligencia, sagacidad.

O el amar a Dios en la maravilla de la naturaleza, en el mar, en las montañas, o en las bellas «nietas de Dios», que son las bellas obras de los hombres.

Salir de sí rumbo a Dios o encerrarse en sí rumbo al llanto y crujir de dientes: está aquí una vez más expuesto el Gran Dilema del ser humano.

Por Lorenzo del Corral

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[1] Mons. João Scognamiglio Clá Días, EP. O inédito sobre os Evangelhos – I. Libreria Editrice Vaticana – Instituto Lumen Sapientiae. Città del Vaticano. 2013. pp. 257-258.

Fuente:: Gaudium Press

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Renovada la Comisión de vigilancia del IOR
(RV).- El mediodía del miércoles la Oficina de Prensa de la Santa Sede hizo público un comunicado en el que se informa que el Papa Francisco ha renovado para el próximo quinquenio la Comisión Cardenalicia de vigilancia del Instituto para las Obras de Religión (IOR), que ahora resulta compuesta por los Cardenales: Christoph Schönborn, Arzobispo de Viena; Thomas Christopher Collins, Arzobispo de Toronto; Jean-Louis Tauran, Presidente del Pontificio Consejo para el Dialogo Interreligioso; Santos Abril y Castelló, Arcipreste de la Basílica Papal de Santa María la Mayor; y por Monseñor Pietro Parolin, Arzobispo titular de Acquapendente, Secretario de Estado. (RC-RV)

Fuente:: News.va

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1_0_764172Discípulos y misioneros del Evangelio, con palabras y obras, siempre y en todo lugar, el Señor cuenta con nosotros, pidámosle que a través de la gracia del Bautismo podamos ser instrumentos de las bendiciones de Dios para todo el mundo, alentó el Obispo de Roma en su audiencia general, a la que acudieron, a pesar del frío, una vez más, miles de fieles, se calcula unos 35 mil. Y a pesar del frío, también este miércoles 15 de enero, el Papa Francisco pasó en el jeep lo más cerca de las personas, saludando, bendiciendo y acariciando. Peregrinando como Pueblo de Dios en la historia, cada uno en el lugar que el Señor le ha asignado. El Papa recordó la importancia del Bautismo en la ejemplar historia de la comunidad cristiana en Japón, de la que tenemos tanto que aprender. A pesar de la trágica persecución del siglo XVII, logró perseverar en la fe, en la clandestinidad, gracias al Bautismo que los padres administraron a sus hijos.

Tras dejar como tarea el buscar la fecha del propio Bautismo, en el marco del nuevo ciclo de catequesis sobre los Sacramentos, que empezó la semana pasada, Francisco prosiguió sus reflexiones sobre el fundamento de nuestra vida, el comienzo de la vida nueva como hijos de Dios. Pues, recibiendo la fe y el bautismo los cristianos acogemos la acción del Espíritu Santo y nos afianzamos en las palabras exhortadoras de Jesús: «Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo» (Mt 28, 19-20).

(CdM – RV)

Palabras del Papa en español:

Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy, continúo la reflexión sobre el bautismo. Me detengo en este aspecto: el bautismo nos hace miembros de Cristo y de la comunidad. El Concilio Vaticano II expresaba esta verdad insistiendo en que este sacramento nos incorpora al Pueblo de Dios; nos hace miembros de un Pueblo que camina.A través de la fuente bautismal, la gracia se transmite y el Pueblo de Dios camina en el tiempo, difundiendo la bendición de Dios. Cada uno de nosotros se convierte en un discípulo misionero. Por un lado, nunca dejamos de ser discípulos, de aprender, de recibir; por otro, estamos llamados a la misión, a compartir lo que hemos recibido, lo que vivimos: la experiencia de amor, de fe en la Trinidad. Nadie se salva por sí solo, y todos estamos llamados, a pesar de nuestras limitaciones, a anunciar a los demás la gracia recibida en el bautismo. Somos una comunidad, y vivir juntos nuestra fe no es un adorno, sino algo esencial de la vida cristiana, del testimonio y de la evangelización.

********************

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los Padres Agustinos Recoletos y a las Religiosas de María Inmaculada, así como a los demás grupos venidos de España, Argentina, Uruguay, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a tomar en serio su bautismo, siendo discípulos y misioneros del Evangelio, de palabra y con el propio ejemplo. Que Jesús os bendiga y la Virgen Santa os cuide. Muchas gracias.

Catequesis completa del Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El miércoles pasado hemos iniciado un breve ciclo de catequesis sobre los Sacramentos, comenzando por el Bautismo. Y acerca del Bautismo quisiera detenerme también hoy, para subrayar un fruto muy importante de este Sacramento: él nos hace transformarnos en miembros del Cuerpo de Cristo y del Pueblo de Dios. Santo Tomás de Aquino afirma que quién recibe el Bautismo es incorporado a Cristo casi como su mismo miembro y es agregado a la comunidad de los fieles, es decir, al Pueblo de Dios. (Summa Theologiae, III, q. 69, art. 5; q. 70, art.1). En la escuela del Concilio Vaticano II, nosotros decimos hoy que el Bautismo nos hace entrar en el Pueblo de Dios, nos transforma en miembros de un Pueblo en camino, un Pueblo peregrinante en la historia.

En efecto, así como de generación en generación se transmite la vida, del mismo modo también de generación en generación, a través del renascimiento de la fuente bautismal, se transmite la gracia, y con esta gracia el Pueblo cristiano camina en el tiempo, como un río que irriga la tierra y difunde en el mundo la bendición de Dios. Desde el momento que Jesús dijo esto que hemos escuchado del Evangelio, los discípulos fueron a bautizar y, desde aquel tiempo hasta hoy, hay una cadena en la transmisión de la fe por el Bautismo, y cada uno de nosotros somos el anillo de esta cadena; un paso adelante siempre, como un río que irriga. Y así es la gracia de Dios, y así es nuestra fe, que debemos transmitir a nuestros hijos. Así es el Bautismo. Por qué? Porque el Bautismo nos hace entrar en este Pueblo de Dios, que transmite la fe. Esto es muy importante, eh? Un Pueblo de Dios que camina y transmite la fe.

En virtud del Bautismo nosotros nos transformamos en discípulos misioneros, llamados a llevar el Evangelio en el mundo (Exhortación Apost. Evangelii gaudium, 120). “Cada bautizado, qualquiera sea su función en la Iglesia y el grado de instrucción de su fe, es un sujeto activo de evangelización. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de todos, de todo el Pueblo de Dios, de cada uno de los bautizados. (ibid.) el Pueblo de Dios es un Pueblo discípulo y misionero. Todos en la Iglesia somos discípulos y lo somos siempre, por toda la vida; y todos somos misioneros, cada uno en el puesto que el Señor le ha asignado.

Existe un vínculo indisoluble entre la dimensión mística e aquella misionera de la vocación cristiana, ambas radicadas en el Bautismo. “Recibiendo la fe y el bautismo, nosotros cristianos acogemos la acción del Espíritu Santo que conduce a confesar a Jesucristo como Hijo de Dios y a llamar Dios “Abbá” (Padre). Todos los bautizados y las bautizadas estamos llamados a vivir y a transmitir la comunión con la Trinidad, porque la evangelización es un llamado a la participación de la comunión trinitaria” (Documento final de Aparecida, n. 157).

Nadie se salva solo. Somos comunidad de creyentes, y en la comunidad experimentamos la belleza de compartir la experiencia de un amor que nos precede a todos, pero que al mismo tiempo nos pide que seamos “canales” de la gracia los unos por los otros, no obstante nuestros límites y nuestros pecados.
La dimensión comunitaria no es sólo un “marco”, un “contorno”, sino que es parte integrante de la vida cristiana, del testimonio y de la evangelización. La fe cristiana nace y vive en la Iglesia, y en el Bautismo las familias y las parroquias celebran la incorporación de un nuevo miembro a Cristo y a su cuerpo, que es la Iglesia (ibid., n.175 b).

A propósito de la importancia del Bautismo para el Pueblo de Dios, es ejemplar la historia de la comunidad cristiana en Japón. Ella sufrió una dura persecución a los inicios del siglo XVII. Hubieron numerosos mártires, los miembros del clero fueron expulsados y millares de fieles fueron asesinados. Entonces la comunidad se retiró en la clandestinidad, conservando la fe y la oración en el ocultamiento.

Cuando después de casi dos siglos y medio, los misioneros volvieron a Japón, millares de cristianos salieron a la luz y la Iglesia pudo reflorecer. ¡Habían sobrevivido con la gracia de su Bautismo! Y habían mantenido, aunque en secreto, un fuerte espíritu comunitario, porque el Bautismo los había hecho transformar en un sólo cuerpo en Cristo: estaban aislados y escondidos, pero eran siempre miembros de la Iglesia. ¡Podemos aprender tanto de esta historia!

Fuente:: SIC

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Antonio Mª Rouco VarelaMons. Antonio Mª Rouco Varela      Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:

La Jornada Mundial de la Pastoral de las Migraciones nos recuerda de nuevo que estamos ante la exigencia insoslayable de hacer posible una convivencia profundamente humana sobre la base evangélica de nuestro reconocimiento mutuo como hermanos en una sociedad en la que la presencia de los emigrantes continúa siendo determinante. Una convivencia que ha de ser alimentada y sostenida a la luz de la fe con la fuerza de la esperanza y de la caridad cristianas.

Reavivar el ardor misionero

En nuestra responsabilidad evangelizadora, reavivada en “la Misión-Madrid”, se nos impone una primera y fundamental tarea: la ayuda a los inmigrantes a mantener firme su fe, siendo conscientes que les falta el apoyo cultural que tenían en su país de origen. En el Plan Pastoral para este curso constatábamos que: “la situación general ?humana y espiritual? del mundo y de Europa hoy urge a la Iglesia a vivir con generosidad su misión. La crisis nos inquieta por sus raíces espirituales y trascendentes, que conducen al hombre a la pérdida del sentido de su vida y de su propia dignidad personal” (Un nuevo curso pastoral de la “Misión Madrid”, II, 1). En un tiempo en que el intercambio mutuo globalizado acerca más a las personas de los distintos pueblos, el impacto de esta crisis alcanza al mundo de la emigración en los países de partida y en los de llegada con una especial dureza. También aquí entre nosotros: ¡en Madrid! Factor que acentúa la urgencia de la llamada a vivir fraternalmente y a superar juntos las dificultades no sólo materiales sino también espirituales que nos rodean. El papa Benedicto XVI explicaba luminosamente que“en una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones, dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras” (Caritas in veritate, 7).

Asumir cristianamente las responsabilidades pastorales y apostólicas ante los problemas y esperanzas del mundo de la emigración en esta hora “global” de la historia es exigencia y forma parte del anuncio del Evangelio del Señor que nos salva: ¡Jesucristo! Frente a la acumulación de dificultades humanas, sociales y culturales pudiera surgir la tentación de la desconfianza o desesperanza. Pero sabemos que la Iglesia, como sacramento de la salvación de Cristo, realiza y transmite con obras y palabras el amor de Dios, afrontando las situaciones ?incluso las más dolorosas? con la esperanza gozosa que brota del Misterio Pascual y que se ha iniciado con el Misterio de la Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios en Belén de Judá. El papa Francisco, al subrayar con inusitada frescura pastoral la alegría del evangelio, nos recuerda que “todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos ‘discípulos’ y ‘misioneros’, sino que somos siempre ‘discípulos misioneros’. (…) Miremos a los primeros discípulos, quienes inmediatamente después de conocer la mirada de Jesús, salían a proclamarlo gozosos: ‘Hemos encontrado al Mesías’ (Jn 1,41)” (Evangelii gaudium, 119).

Anunciar el Evangelio nos implica inexorablemente en la comunicación auténtica y generosa a los hermanos venidos de la emigración de la experiencia que tenemos del Señor, Resucitado gloriosamente, en quien hemos puesta nuestra esperanza.

Convivir fraternalmente

El anuncio del evangelio, que nos impulsa a vivir la catolicidad, reclama de nosotros vivir no sólo la comunión fraterna entre los bautizados sino también sacar fielmente la consecuencia de ofrecer una fraterna hospitalidad al inmigrante, sea cual sea su raza, cultura, y religión; rechazando toda exclusión o discriminación y proponiéndoles la verdad del Evangelio, Cristo Jesús, que nosotros hemos recibido como un don y en quien se funda la verdadera y no manipulable fraternidad.

 

Las comunidades parroquiales, que perseveran con generosidad y valentía en convertir en obras de amor fraterno el servicio a los inmigrantes, han de mantener:

  • la acogida que favorezca su inserción integral, con una vida más digna que presupone e incluye también la dimensión de la fe y la práctica religiosa, esencial para toda persona;
  • el acompañamiento eficaz que necesitan en las tramitaciones tan complicadas, exigidas por las leyes y las normas administrativas para su pacífica integración social. Acompañamiento que no debe ser escatimado a aquellos que están bautizados en su incorporación activa a la vida de la Iglesia;
  • la caridad, que es creativa, para colaborar en la resolución de las emergencias que acontecen, y pueden acontecer, incluso en situaciones de emigración irregular, a fin de conseguir la normalización tan deseada, que estabiliza y favorece una fructuosa convivencia.

La Iglesia reconoce el derecho a emigrar, la posibilidad de salir del propio país y de entrar en otro en busca de mejores condiciones de vida, y también reconoce el derecho a no emigrar, es decir, a que se promuevan y aseguren las condiciones objetivamente válidas para permanecer con dignidad en la propia tierra. Reconocimiento que se debe de hacer efectivo en el esfuerzo incesante por lograr una actitud de acogida basada en el respeto de los derechos fundamentales de nuestros hermanos emigrantes y de su equiparación en derechos y deberes con lo demás ciudadanos.

Como hijos de Dios

La llamada a convivir fraternalmente ?quienes aquí estamos y quienes han llegado? se encuentra viva y latente en nuestra común condición de hijos de Dios Padre, que es creador; de hermanos en Dios Hijo, que es redentor; de hijos y hermanos por la acción del Espíritu Santo, que es amor. Vivir sinceramente nuestra dignidad filial de Dios, supone la firme voluntad de reconocerla eficazmente en nuestros hermanos, los emigrantes, compartiendo con ellos el afecto fraterno que nos une y que nos permitirá hablar con verdad de la común igualdad y de la común libertad de los hijos de Dios. Su promoción humana integral y la convivencia fraterna con ellos se posibilita y se consolida justamente en ese marco de la comunión espiritual en la que la plena dignidad humana es percibida y reconocida como inseparable de la experiencia compartida de ser hijos de Dios.

El rostro de los inmigrantes nos ha de recordar el rostro del Señor, pues ya nos dijo que: “fui forastero y me acogisteis” (Mt 25, 35) y “cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40). La Misión-Madrid comprende el servicio de la caridad que debe de alcanzar a todos los ambientes de nuestra archidiócesis y, muy especialmente, a nuestros hermanos emigrantes. Si queremos, pues, llevar a la práctica pastoral consecuentemente la actitud misionera por parte de nuestras parroquias, movimientos y asociaciones, es necesario salir a su encuentro de forma espiritual y pastoralmente renovada, haciendo presente a la Iglesia en sus casas y familias. Sin duda, situadas en lugares de periferias de pobreza tanto material como espiritual. La apertura misionera de las comunidades parroquiales y de toda la comunidad diocesana, objetivo preferente de la “Misión-Madrid”, nos ha de fortalecer en la lucha contra las nuevas formas de esclavitud humana, tan activas en los ambientes de la emigración.

No cabe duda ¡en el contexto pastoral de la nueva Jornada Mundial del emigrante y del refugiado, la invitación a ser testigos y misioneros del Evangelio contiene la de ser artífices incansables de fraternidad! ¡Que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por intercesión de santa María la Real de la Almudena, nos sostenga y acompañe en el camino emprendido! A Ella le encomendamos la acción tantas veces ímproba y sacrificada y el generoso compromiso de cuantos atienden a las necesidades de los inmigrantes en el servicio de la fe, de la esperanza y de la caridad. Servicio de fraternidad cristiana que les debemos y del que tanto depende el futuro mismo de nuestras comunidades eclesiales.

Con mi afecto y bendición,

+ Antonio Mª Rouco Varela

Cardenal-Arzobispo de Madrid

Fuente:: Mons. Antonio Mª Rouco Varela

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martorell7Mons. Julián Ruiz Martorell      Queridos hermanos en el Señor:

Os deseo gracia y paz.

La apremiante pregunta que San Pablo plantea a los corintios (1 Cor 1,13) nos sigue interrogando en la actualidad.

Durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos experimentamos la alegría de renovar nuestro compromiso comunitario y personal de orar sin cesar y de actuar en favor de la unidad. Compartimos la preocupación por la calidad del compromiso ecuménico. Nos inquietan y escandalizan las divisiones entre cristianos. Los misioneros saben que su testimonio no resulta del todo creíble cuando los nuevos pueblos evangelizados descubren nuestras fragmentaciones.

La oración por la unidad de los cristianos motiva, ilumina y guía. La oración consolida los vínculos, contribuye a cicatrizar las heridas, robustece el impulso de aproximación fraterna, mantiene viva la esperanza, despierta la creatividad del amor. La oración es un medio eficaz para pedir la gracia de la unidad y constituye una expresión auténtica de los lazos realmente existentes entre todos los cristianos.

El canon 755 § 1 del Código de Derecho Canónico establece: “Corresponde en primer lugar a todo el Colegio de los Obispos y a la Sede Apostólica fomentar y dirigir entre los católicos el movimiento ecuménico, cuyo fin es reintegrar en la unidad a todos los cristianos, unidad que la Iglesia, por voluntad de Cristo, está obligada a promover”.

Cada año es preciso reforzar las iniciativas puestas en marcha para sostener y guiar la actividad ecuménica. Se trata de una obligación que hemos de promover con decisión.

Este año hemos de expresar nuestra solidaridad con todos los cristianos que sufren persecución o discriminación por causa de la fe en Oriente Medio, África y Asia. Son muchas las personas que arriesgan sus vidas, sus propiedades, sus recursos económicos, su inserción social, su seguridad laboral, por el hecho de proclamarse cristianos y actuar de modo consecuente con su fe.

La unidad no puede alcanzarse solamente con nuestros esfuerzos, sino que es obra del Espíritu Santo. Hemos de trabajar con intensidad y abnegación, pero siendo conscientes de que la unidad no es simplemente una tarea, un compromiso, sino, fundamentalmente, un don del Espíritu que hemos de suplicar y acoger.  El Papa Francisco escribe en la Exhortación apostólica “Evangelii gaudium”: “Es el Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo, quien transforma nuestros corazones y nos hace capaces de entrar en la comunión perfecta de la Santísima Trinidad, donde todo encuentra su unidad. Él construye la comunión y la armonía del Pueblo de Dios. El mismo Espíritu Santo es la armonía, así como es el vínculo de amor entre el Padre y el Hijo. Él es quien suscita una múltiple y diversa riqueza de dones y al mismo tiempo construye una unidad que nunca es uniformidad sino multiforme armonía que atrae” (nº 117).

Entre todos hemos de remover los obstáculos que se oponen a la voluntad unificante del Espíritu Santo. Hemos de superar todo lo que debilita la fuerza del amor. Hemos de avanzar hacia el cumplimiento de la voluntad de Jesucristo que quiere que seamos uno. Por ello rezamos para que nos sea concedida la anhelada unidad que disipa nuestras tensiones y divisiones. La oración, constante y confiada, nos acerca a la plena comunión visible de todos los cristianos.

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

+Julián Ruiz Martorell,

Obispo de Jaca y de Huesca

Fuente:: Mons. Julián Ruiz Martorell

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