Diecinueve nuevos cardenales, entres los cuales tres arzobispos eméritos que se distinguieron por su servicio a la Santa Sede y a la Iglesia, serán creados por el Papa durante el Consistorio que tendrá lugar el próximo 22 de febrero. Los nombres de los nuevos cardenales fueron anunciados por el Papa Francisco durante el Ángelus del domingo 12 de enero en la plaza de San Pedro:

Como ya fue anunciado el próximo 22 de febrero, fiesta de la Cátedra de San Pedro, tendré la alegría de tener un Consistorio, durante el cual nombraré a 16 nuevos cardenales, que —pertenecientes a 12 naciones de todas las partes del mundo— representan la profunda relación eclesial entre la Iglesia de Roma y las demás Iglesias diseminadas por el mundo.

Vaticano – El Papa anuncia el nombramiento de diecinueve cardenales

Al día siguiente presidiré una solemne concelebración con los nuevos cardenales, mientras que el 20 y el 21 de febrero tendré un Consistorio con todos los cardenales para reflexionar sobre el tema de la familia.

He aquí el nombre de los nuevos cardenales:

1. Mons. Pietro Parolin, arzobispo titular de Acquapendente, secretario de Estado.

2. Mons. Lorenzo Baldisseri, arzobispo titular de Diocleziana, secretario general del Sínodo de los obispos.

3. Mons. Gerhard Ludwig Müller, arzobispo-obispo emérito de Ratisbona, prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe.

4. Mons. Beniamino Stella, arzobispo titular de Midila, prefecto de la Congregación para el clero.

5. Mons. Vincent Gerard Nichols, arzobispo de Westminster (Gran Bretaña).

6. Mons. Leopoldo José Brenes Solórzano, arzobispo de Managua (Nicaragua).

7. Mons. Gérald Cyprien Lacroix, arzobispo de Quebec (Canadá).

8. Mons. Jean-Pierre Kutwa, arzobispo de Abiyán (Costa de Marfil).

9. Mons. Orani João Tempesta, o.cist., arzobispo de Río de Janeiro (Brasil).

10. Mons. Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia-Città della Pieve (Italia).

11. Mons. Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires (Argentina).

12. Mons. Andrew Yeom Soo jung, arzobispo de Seúl (Corea).

13. Mons. Ricardo Ezzati Andrello, s.d.b., arzobispo de Santiago de Chile (Chile).

14. Mons. Philippe Nakellentuba Ouédraogo, arzobispo de Uagadugu (Burkina Faso).

15. Mons. Orlando B. Quevedo, o.m.i., arzobispo de Cotabato (Filipinas).

16.Mons. Chibly Langlois, obispo de Les Cayes (Haití).

Junto a ellos, uniré a los miembros del Colegio cardenalicio a tres arzobispos eméritos que se han distinguido por su servicio a la Santa Sede y a la Iglesia:

Mons. Loris Francesco Capovilla, arzobispo titular de Mesembria;

Mons. Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo emérito de Pamplona;

Mons. Kelvin Edward Felix, arzobispo emérito de Castries, Antillas.

Recemos por los nuevos cardenales, a fin de que revestidos de las virtudes y los sentimiento del Señor Jesús, Buen Pastor, puedan ayudar más eficazmente al Obispo de Roma en su servicio a la Iglesia universal.

Fuente:: News.va

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Mons. Braulio Rodríguez PlazaMons. Braulio Rodríguez      Comienza un nuevo año. Mi deseo es que sea Año del Señor para todos vosotros, que nos ayude a seguir la ruta marcada: la nueva evangelización, la llamada a la santidad, la necesaria valorización de los fieles laicos en su cometido en la comunidad cristiana y en la vida pública. Pero parece que en año nuevo hay cosas “nuevas”. Haberlas “haylas”, pero es preciso que nos determinemos a ponerlas en circulación. Está la fraternidad, concepto en torno al cual el Papa Francisco ha construido su Mensaje para la XLVII Jornada Mundial de la Paz. El espanto de la guerra continúa y también el ataque violento contra los cristianos. El Santo Padre aporta “novedades” importantes para favorecer la paz en el mundo. ¿Se tendrán en cuenta?

“Cosas nuevas” Son las II Jornadas de Pastoral (10-12 de enero), pues quieren reflexionar y gozar con la vocación de los fieles laicos, la gran mayoría en la Iglesia. Deberían no ser tan nuevas, pero es grande en cualquier caso empezar con renovado vigor la revitalización del laicado católico. Nuevo es también el anteproyecto del Gobierno acerca de la defensa de los no nacidos y de las mujeres embarazadas. Nuevo y viejo, muy viejo todo este asunto del aborto que indica un termómetro de la salud de nuestra sociedad española y europea.

Es tan profunda la mentalidad abortista en España y en Europa que ha bastado que el Gobierno presente un contenido distinto de la discutidísima ley del aborto de 2010, con la declaración del aborto como derecho de la mujer, para que la mentalidad abortista más rampante se haya manifestado del todo indignada, pues piensa que el Gobierno ha osado traspasar las líneas rojas que le traza el progresismo contemporáneo. Motón de muestra: hasta la ministra de Derechos de las mujeres del Gobierno francés se ha permitido la injerencia de criticar un anteproyecto de Ley de otro país.

¿Estoy haciendo una defensa del anteproyecto de ley que el Congreso de Ministros ha presentado, entrando yo, Obispo, en debate político? No es así; no entro en el debate político; pues no es mi tarea; pero, por añadidura, es que veo que este Anteproyecto “sigue adaptando el alma humana a la mentalidad abortista”, palabras de un comentarista católico. Esa mentalidad abortista es la que preocupa y está en los predios de la izquierda española y también en los de la derecha. Parece incluso que los que no aceptamos la mentalidad abortista pertenecemos a la extrema derecha. ¿Cuándo se sacarán de la estrechez de la ideología política los problemas humanos verdaderamente importantes? La educación, la dignidad de la persona humana para resolver el paro, el aborto o la defensa de la vida, la complementariedad entre mujer y varón son algunos de estos problemas humanos, que no tienen por qué ser considerados ni de izquierdas ni de derechas, ni igualmente problemas estrictamente religiosos católicos. Son problemas que sin partidismos ideológicos podrían ser resueltos mejor. He ahí lo que interesa a la gente.

“Aborto libre” gritó un joven el otro día al verme en el patio del Arzobispado. ¿Quería afirmar su progresismo o reforzar su postura política ante el aborto? Sencillamente me dio pena. Es cierto, el cristianismo es un acontecimiento religioso que afecta no sólo a los creyentes; es una manera también de comprender la vida social, que aboga por la condición libre de todos los seres humanos, con una fuerza moral que estoy cada vez más convencido de que ha contribuido a acrecentar el bien común. La calidad del mensaje del Cristianismo ha proporcionado durante veinte siglos, aún en medio de los pecados de los hijos de la Iglesia, no sólo la esperanza de la redención sino, la voluntad de instaurar la justicia y la fraternidad de la tierra.

X Braulio Rodríguez Plaza

Arzobispo de Toledo

Primado de España

Fuente:: Mons. Braulio Rodríguez

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garcia_burilloMons. Jesús García Burillo     Queridos diocesanos:

Durante este tiempo de Navidad hemos contemplado distintas epifanías en las que Dios se ha ido manifestando como el Dios-con-nosotros, en tres acontecimientos: su nacimiento en Belén, los Magos de oriente y su Bautismo en el Jordán. Este domingo celebramos el Bautismo del Señor. Me gustaría reflexionar sobre tres aspectos: el bautismo de Jesús, la relación entre el bautismo y la fe, y el compromiso personal que nuestro bautismo implica.

Primero: el bautismo de Jesús en el Jordán. «En aquel tiempo, fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara» (Mt 3, 13). Este es el momento de la vida de Jesús que se indica como el comienzo de su “vida pública”, después de haber pasado más de 30 años de existencia sencilla y trabajadora en el hogar de Nazaret. «El bautismo de Jesús es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente» (CCE, 536); el Señor nos invita a poner nuestra mirada en él: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero» (Is, 42, 1); del mismo modo que lo hace esa voz del cielo: «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto».

Jesucristo es el amado del Padre, el Ungido con la fuerza del Espíritu Santo (Hch 10, 28) -que baja sobre él en forma de paloma (signo de mansedumbre y de docilidad obediente al Padre)-, en quien hemos de poner nuestra mirada y a quien tenemos que escuchar; aquel que viene a «cumplir así toda justicia» (Mt 3, 15), es decir: a cumplir la voluntad del Padre, a realizar la misión que se le ha encomendado, a hacer posible la redención «haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo» (Hch 10,38).

Segundo: la relación entre el bautismo y la fe. ¿Qué relación tiene el bautismo de Jesús con el nuestro? «Soy yo el que necesita que tú me bautices» le decía Juan a Jesús; y, como Juan, todos tenemos necesidad de acoger al Señor que viene a nuestro encuentro; la fe es la respuesta a su iniciativa. Atravesar la puerta de la fe se «empieza con el bautismo, con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre» (Porta fidei,1).
El bautismo es solo la puerta de entrada a la vida cristiana, por eso, para vivir la fe en una creciente plenitud, hace falta no sólo entrar por ella sino que «supone un emprender un camino que dura toda la vida» (Porta fidei, 1). «Para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo, el acceso a la comunión eucarística. A lo que hay que añadir la vida fraterna en comunidad» (CCE, 1229.1255); y también el compromiso que se explicita en las promesas bautismales: la renuncia a satanás y sus seducciones, la profesión de fe y una vida nueva al servicio de Dios y de los hermanos.

Tercero: ¿Qué compromiso me exige el bautismo? Papa Francisco nos ha invitado a abrir de par en par la puerta de la Iglesia, porque está «llamada a ser la casa abierta del Padre» (Lumen fidei, 47); una Iglesia abierta al mundo actual implica que todos los bautizados nos sintamos responsables de la evangelización, por eso exclama: «¡Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo!» (Lumen fidei, 49). La toma de conciencia de esta responsabilidad laical nace del Bautismo y de la Confirmación de la fe (cf. Lumen fidei, 102). Nos dice también el Papa: «cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28, 19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador […] La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados» (Porta fidei, 120).

Queridos diocesanos, el bautismo de Jesús es una invitación siempre actual a la toma de conciencia de nuestro compromiso bautismal, a vivir con alegría y sin desanimarnos el camino de la conversión y de una fe en continuo crecimiento. También el Padre Dios nos dice a cada uno: «Tú eres mi hijo, mi elegido», y nos unge con su Espíritu Santo para hacer de nosotros discípulos misioneros.

Con mi bendición y afecto.

+ Jesús García Burillo
Obispo de Ávila

Fuente:: Mons. Jesús García Burillo

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Mons. Ciriaco BenaventeMons. Ciriaco Benavente      El ciclo litúrgico de la Navidad se cierra con la fiesta del Bautismo de Jesús en el río Jordán. Quien no conoció el pecado quiso ponerse, solidario con la humanidad pecadora, en la fila de los pecadores. Los textos de la celebración resaltan con tinta roja la relación filial de Jesús con el Padre, la naturaleza de su ministerio mesiánico de amor y de servicio, su vocación profética a ser luz para todos los pueblos. Es una buena ocasión para ofreceros otra vez unas reflexiones sobre nuestro bautismo. 

En las últimas décadas el redescubrimiento del bautismo ha enriquecido a muchos cristianos hasta convertirse en la fuente en la que descubren su corresponsabilidad eclesial y de la que beben su dinamismo apostólico. Pero no siempre es así. En cualquier despacho parroquial se constatan diariamente posturas bien diversas:

–          Padres bautizados que ya no bautizan a sus hijos;

–          padres que quieren bautizarlos, pero que no aceptan una preparación o lo hacen a regañadientes, dejando luego, al no practicar ellos, que se seque la semilla de vida nueva que el bautismo siembra en sus pequeños.

–          No faltan los que piden el bautismo para sus hijos a la hora de la primera comunión, porque lo pide el niño o en función del acto social que la  misma comporta.

En los primeros tiempos de la Iglesia, el bautismo se administraba, por lo general, a personas adultas, capaces de entender y vivir lo que celebraban. Venía precedido de un largo e intenso catecumenado. Era celebrado con la participación de toda la comunidad en la noche de Pascua. El bautizado ingresaba así en la nueva vida del Resucitado, en la familia de Dios, y toda la comunidad acogía festivamente a los nuevos hermanos en la fe. La espiritualidad bautismal configuraba toda la vida de la Iglesia. El bautismo era sentido y vivido no sólo como un acto puntual, sino como un estado de vida. Más tarde, como consecuencia de que muchos niños nacían ya de padres cristianos, las cosas fueron cambiando, hasta generalizarse el bautismo al inicio mismo de la vida.

Es cierto que el niño no está capacitado para entender y vivir tan bellas realidades, como tampoco es capaz, en sus primeros meses, de un diálogo con su madre, que no por eso ésta le retira sus caricias, sino que habla, juega con él como si lo entendiera todo, porque el amor siempre se adelanta. Cada gesto de amor materno junto a la cuna es como la espera de una respuesta, el deseo de hacer despertar una personalidad que responda al amor. Es lo que hace la Iglesia bautizando a los niños.

Pero no basta para ser cristiano haber sido bautizado de niño. El bautismo marca el inicio de un proceso llamado a florecer en cristianos maduros. Ello reclama clima, atención y cuidado.

El bautismo de niños acentúa la gratuidad del amor de Dios Padre, que también se adelanta esperando nuestra respuesta libre y responsable. Sin la colaboración de los padres, de los padrinos y de la comunidad, el nuevo bautizado acabará engrosando la lista de los cristianos puramente nominales, tan abundantes en nuestra Iglesia, pero nunca sabrá de la alegría de la fe y del aporte que supone a la hora de iluminar y orientar el sentido de la existencia humana.

Nuestra Iglesia quiere acoger a todos, pero nada hace sufrir tanto a los pastores como ver el sacramento reducido a un puro rito de convencionalismo social. Nos duele porque es maltratar el sacramento y engañar al que lo recibe.

Una buena y fructuosa administración del bautismo empieza por la preparación de los padres, por una coherente elección de los padrinos, por una bella, alegre, significativa y cuidada celebración litúrgica. A ello ha de seguir un clima familiar creyente en que el bautizado, a la vez que aprende a decir “padre y madre” aprende a hablar con Dios como Padre y a descubrir a los demás como hermanos en la Iglesia, madre y hogar de la familia cristiana. Así se sentirá prolongador de la misión de Cristo en la Iglesia y en el mundo.

+ Ciriaco Benavente Mateos

Obispo de Albacete

Fuente:: Mons. Ciriaco Benavente Mateos

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Mons. Vicente Jiménez ZamoraMons. Vicente Jimémez     El domingo después de la solemnidad de la Epifanía del Señor, la Iglesia celebra la fiesta del bautismo de Jesús. Este acontecimiento nos lleva a recordar lo que significa nuestro bautismo.

El bautismo es el primer sacramento de la iniciación cristiana junto con la confirmación y la eucaristía. A través de estos tres sacramentos quedamos unidos a Cristo e incorporados a la Iglesia, para vivir en ella la vida de hijos de Dios. Estos tres sacramentos configuran nuestra personalidad cristiana.

Por el bautismo, llamado en la tradición, “puerta de la Iglesia”, Dios sella la primera adhesión del hombre a Cristo, y el bautizado comienza a vivir la vida nueva de hijo de Dios en la comunidad de la Iglesia.

El bautismo celebrado en nombre de la Trinidad hace que los bautizados queden consagrados y entren en la comunión con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.

Dios Padre actúa con poder en el acontecimiento bautismal, como actuó en la resurrección del Hijo: “En el bautismo fuisteis sepultados con Cristo, habéis resucitado también con Él por la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos” (Col 2, 12). A la fe, que se profesa solemnemente en la celebración del bautismo, el Padre responde concediendo al creyente el perdón de los pecados y la gracia de la condición filial. Gracias al bautismo podemos dirigirnos a Dios llamándole Abbá (Padre) y experimentar la ternura del abandono en sus manos incluso en situaciones difíciles y ante los sufrimientos más grandes de nuestra vida.

El bautismo es también encuentro con el Hijo Jesucristo, una participación en la muerte y resurrección del Señor. Toda la existencia bautismal es un vivir con Cristo y en Él, es experimentar su presencia en nosotros: “Estoy crucificado con Cristo; y vivo yo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gál 2, 19-20).

El bautismo es asimismo sacramento de la acción del Espíritu Santo. El Nuevo Testamento habla de un bautismo en el Espíritu (cfr. 1 Cor 12, 13; Tit 3, 5) y define el nacimiento desde arriba como un nacimiento del agua y del Espíritu (cfr. Jn 3, 5).

El cristiano, hijo en el Hijo Jesucristo delante del Padre, forma en el Espíritu un solo cuerpo con quienes como él han sido bautizados en el nombre de la Trinidad. Este cuerpo es la Iglesia.

En resumen, el bautismo nos da el gozo de ser y de sentirnos hijos amados por el Padre, llamados a vivir en el seguimiento del Hijo Jesús, guiados por el Espíritu Santo en la comunión fraterna de la Iglesia. Esta es la tarea permanente de los bautizados, hombres nuevos, que lo son gracias al encuentro con Cristo en el agua de la vida,
santificada en el nombre de la Trinidad.

+ Vicente Jiménez Zamora

Obispo de Santander

Fuente:: Mons. Vicente Jiménez Zamora

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 eusebiohernandezobtarazonaMons. Eusebio Hernández       Queridos hermanos y amigos: Concluimos con la fiesta del bautismo del Señor el tiempo litúrgico que hemos dedicado al nacimiento y manifestación del Señor en la Navidad y la Epifanía. Todavía hoy contemplamos a Cristo hecho hombre que, tras su vida oculta, va a iniciar su ministerio público y de una forma solemne resuena la voz del Padre que confirma la misión de Jesús.

San Juan Bautista, figura presente en todos los Evangelios (Mateo 3; Lucas 3; Marcos 1 y en distintos lugares de Juan), recuerda la figura de los profetas del Antiguo Testamento; su aspecto y su palabra nos recuerdan especialmente a uno de los mayores profetas de la Antigua Alianza, el profeta Elías. Es como un eslabón que une las dos Alianzas, el final de la primera y el inicio de la Nueva.

El bautismo de San Juan es un bautismo de conversión, es decir un bautismo que pide un cambio de actitudes en aquel que lo recibe y supone, por lo tanto, tomar partido a favor de los planes de Dios. A su vez es también provisional ya que como el mismo San Juan dice: “viene detrás de mí el que no bautiza con agua, sino con Espíritu Santo y fuego”. En el momento en que Jesús es bautizado se realiza una especial manifestación de Dios –teofanía- que confirmará la misión de Jesús como Mesías Salvador y, a su vez, también confirma lo que ha sido la misión de San Juan como Precursor.

Jesús no necesita el bautismo de Juan pero quiere participar en él. Para los evangelistas tuvo una especial importancia este hecho ya que los tres primeros Evangelios lo recogen al inicio de la vida pública de Cristo. El bautismo de Jesús tiene un sentido importante ya que lo vemos en este momento sumándose a la fila de los pecadores y, en definitiva, haciéndose solidario de la humanidad pecadora y débil. A su vez, este gesto de Jesús, más allá de su manifestación de humildad, es un anticipo de lo que será su misión salvadora que culminará en la Cruz, el sacrificio que sella el amor que en todo ha mostrado a la humanidad.

Jesús es ungido como Mesías y el Espíritu Santo moverá su vida, como lo ha hecho desde el momento de su Encarnación en el seno de Santa María. De una forma breve el Prefacio de la Misa de este día nos presenta la novedad del bautismo de Cristo:

Porque en el bautismo de Cristo en el Jordán?has realizado signos prodigiosos,?para manifestar el misterio del nuevo bautismo:?hiciste descender tu voz desde el cielo,?para que el mundo creyese?que tu Palabra habitaba entre nosotros;?y por medio del Espíritu,?manifestado en forma de paloma,?ungiste a tu siervo Jesús,?para que los hombres reconociesen en él al Mesías,?enviado a anunciar la salvación a los pobres.

Incorporémonos a Cristo en este día, renovando nuestro propio bautismo y vivámoslo en cada momento de nuestra vida en una actitud de renovación espiritual y abiertos al Espíritu Santo que nos impulsa a evangelizar y hacer presente a Cristo.

Con todo afecto os saludo y os bendigo.

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

Fuente:: Mons. Eusebio Hernández Sola

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Mons. Gerardo MelgarMons. Gerardo Melgar    Queridos diocesanos:

Hace quince días estrenábamos el año 2014 de la era cristiana. Estrenar una nueva etapa en nuestra vida supone una preciosa oportunidad para corregir equivocaciones, poner determinados acentos en algo en que lo que hemos empezado y perfeccionar aquello que sabemos que tenemos imperfecto; de este modo, con la ayuda de Dios, esperamos lograr, al final de la misma, unos resultados satisfactorios. Un nuevo año es un volumen nuevo de nuestra historia que el Señor nos entrega. Es una nueva oportunidad que el Señor nos concede para corregir aquello que veamos que en nosotros no es como Él espera, insistir con firmeza y esperanza en aquellos aspectos que vemos necesarios en nuestra vida pero que no acabamos de hacer realidad, reforzar todo cuanto creemos importante para lograr que madure y llegue a ser una realidad auténticamente vivida.

El año 2014 va a tener una importancia especial en nuestra vida diocesana y en cada uno de nosotros. En este periodo de tiempo vamos a culminar la tercera etapa de la Misión diocesana. Sabéis que esta tercera etapa está caracterizada por tres acciones fundamentales:

1. Las catequesis por grupos en nuestros propios domicilios, con las que queremos llegar a aquellas personas que quizá no irían si las realizamos en las parroquias; se trata de tres catequesis sobre temas fundamentales: la fe y el seguimiento de Jesús, la corresponsabilidad de todos en la evangelización y el descubrimiento de los sectores más necesitados de evangelización. Tres catequesis con las cuales no queremos dar un curso de formación (porque serían totalmente insuficientes) sino suscitar hambre creyente en los que las realicen para que descubran lo mucho que necesitamos de la fe y lo mucho que podemos hacer en orden a la corresponsabilidad en la Iglesia de llevar el mensaje salvador de Cristo al corazón del mundo.

2. La segunda acción principal será la realización de una gran Asamblea diocesana a la que están invitados todos los cristianos de la Diócesis: sacerdotes, religiosos/as, laicos, movimientos apostólicos, familias, delegaciones diocesanas, cofradías, etc. Con esta Asamblea queremos ayudar a tomar conciencia de que somos muchos los que nos sentimos interesados por Jesucristo; así nos servirá de apoyo para seguir viviendo como verdaderos discípulos suyos. Además, queremos trazar las pautas por las que seguir caminando en los Cursos pastorales sucesivos, teniendo claros cuáles son los sectores prioritarios y las tareas a promover y cultivar en nuestra pastoral diocesana.

3. La última acción muy importante consistirá en la realización de la Feria de la fe. En ella sacaremos nuestra fe a la calle, la mostraremos a los que no creen o son indiferentes, a los que desconfían de la Iglesia y a todos cuantos transiten por nuestras calles de la ciudad de Soria. Con la Feria queremos mostrar al mundo actual, que tantas veces no valora lo trascendente, que la fe es imprescindible en nuestras vidas, que no podemos prescindir de Dios porque le necesitamos, porque gracias a Él recibimos todo aquello que nosotros solos no seríamos capaces de alcanzar. Queremos, al mismo tiempo, hacer una llamada a que se dejen sorprender por el Señor, a que estén dispuestos a plantear su vida desde Cristo. Esta acción durará toda una semana en la que tendremos conciertos, conferencias, adoración al Santísimo, lugares para celebrar el Sacramento del perdón, unas casetas durante el fin de semana en el centro de la ciudad de Soria, etc.

Estas acciones convierten a 2014 en un Curso pastoral muy importante desde la óptica de la fe: para los creyentes este año debe significar un re-tomar conciencia de nuestra verdadera identidad y de las exigencias de la misma, sin rebajas ni reducciones a mínimos, para vivirla en toda su exigencia, cumpliendo con la corresponsabilidad de anunciar el Evangelio que nace de nuestro Bautismo; para los que no creen o son indiferentes a Dios y a la fe debe ser llamada a plantearse en su vida la presencia del amor de Dios al contemplar que nuestra fe en Cristo nos hace vivir alegres, con un talante distinto que llama la atención e interpela; finalmente, para nosotros como seguidores de Jesús, ha de ser una llamada más urgente, intensa y firme a tomar en serio nuestra condición de creyentes para ser seguidores de Jesús y testigos suyos en medio de nuestro mundo.

¡Feliz año 2014 para todos, lleno de verdaderos frutos creyentes y evangelizadores!

Vuestro Obispo,

+ Gerardo Melgar

Fuente:: Mons. Gerardo Melgar

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Revivir nuestro bautismoMons.  Juan José Asenjo      Celebramos en este domingo la fiesta del Bautismo del Señor, acontecimiento trascendental que cierra la vida oculta de Jesús e inaugura su vida pública y que debió impresionar grandemente a los testigos del hecho hasta el punto de que los cuatro evangelistas lo narran.

La razón es que esta teofanía maravillosa, en la que el Padre declara que Jesús es el Hijo bienamado, mientras el Espíritu Santo unge a Jesús en el comienzo de su ministerio público, es la prueba incontestable de su mesianidad y el refrendo de su divinidad.

El relato del Bautismo del Señor es además para los evangelistas la mejor explicación catequética del significado del bautismo cristiano, que Jesús inaugura en el Jordán. En este sentido nos dice San Máximo de Turín: “El Señor Jesús viene para ser bautizado y quiere que su cuerpo santo sea lavado en las aguas del Jordán. Alguien dirá quizá: si es santo, ¿por qué quiso ser bautizado?… Cristo es bautizado no para ser Él santificado por las aguas, sino para que las aguas sean santificadas por Él. Más que de una consagración de Cristo, se trata de una consagración de las aguas de nuestro bautismo”.

La fiesta del Bautismo del Señor evoca, pues, el día de nuestro bautismo, el día más importante de nuestra vida, fecha que todos deberíamos conocer y celebrar más incluso que el día de nuestro nacimiento físico, porque en ella fuimos purificados del pecado original y lo que es más importante, fuimos consagrados a la Santísima Trinidad, que vino a morar en nuestros corazones. En aquel día memorable recibimos el don de la gracia santificante, nuestro mayor tesoro, porque es la vida divina en nosotros, que nos permite formar parte de la familia de Dios como hijos del Padre, hermanos del Hijo y ungidos por el Espíritu.

En aquella fecha fuimos incorporados al misterio pascual de Cristo muerto y resucitado, sacerdote, profeta y rey, y en consecuencia, recibimos una participación de su sacerdocio real y de su condición de profeta, que nos habilitó y destinó al culto, a ofrecer sacrificios gratos a Dios por Jesucristo, y a testimoniarlo con obras y palabras. Al mismo tiempo, quedamos incorporados a la Iglesia, la porción más valiosa de la humanidad, la Iglesia de los mártires, de los confesores, de las vírgenes, la Iglesia de los héroes y los santos, que han dado la vida por Jesús y que nos estimulan con su ejemplo en nuestro caminar.

El recuerdo de nuestro bautismo en esta fiesta debe hacer brotar en nosotros un primer sentimiento: la gratitud al Señor que permitió que naciéramos en un país cristiano y en el seno de una familia cristiana, que en los primeros días de nuestra vida pidió para nosotros a la Iglesia la gracia del bautismo. Una segunda actitud es el gozo. Hemos de recordar ese día trascendental en nuestra vida con una profunda alegría interior. Un tercer sentimiento debe ser la responsabilidad. Todavía recuerdo con estremecimiento la pregunta valiente y vigorosa que el Papa Juan Pablo II hizo a los franceses en 1979, con ocasión de su primer viaje a Francia: “Francia, ¿qué has hecho de tu bautismo?”.

Es la misma pregunta que en este día todos nos debemos formular en la intimidad de nuestros corazones: ¿Qué hemos hecho de nuestro bautismo? ¿Es algo vivo, actual, que compromete nuestra vida de cada día o es el mero recuerdo de un suceso del pasado? ¿Vivo con confianza y alegría mi condición de hijo de Dios, Padre bueno y providente, que se preocupa de mí y me mira con ternura? ¿Mi vida está organizada como una respuesta a la alianza que sellé con el Señor en aquella fecha decisiva? ¿Soy consciente de que la gracia santificante es un tesoro que debo cuidar cada día? ¿Cultivo la amistad y la intimidad con el Señor? ¿Vivo con hondura la fraternidad, con la conciencia de que mis semejantes son también hijos de Dios y hermanos míos? ¿Vivo con gratitud, amor y orgullo mi pertenencia a la Iglesia, hogar cálido que me acoge y acompaña en mi vida de fe?

Con el Concilio Vaticano II os recuerdo que todos, sacerdotes, consagrados y laicos, estamos llamados a buscar y vivir la santidad, la exigencia más radical de nuestro bautismo: “Los seguidores de Cristo, llamados por Dios no en razón de sus obras, sino en virtud del designio y gracia divinos, y justificados en el Señor Jesús, han sido hechos en el bautismo… verdaderos hijos de Dios y partícipes de la divina naturaleza, y, por lo mismo, realmente santos. En consecuencia, es necesario que, con la ayuda de Dios, conserven y perfeccionen en su vida la santificación que recibieron” (LG 40). Este es mi deseo y mi mejor augurio para todos vosotros, queridos hermanos y hermanas, en los comienzos del nuevo año de gracia que el Señor nos ha concedido.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

Fuente:: Mons. Juan José Asenjo

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(RV).- Con sus mejores deseos para todos los pueblos del mundo y su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, dedicado a la fraternidad como fundamento y camino para la paz, el Obispo de Roma renovó la tradición de comienzos de año en su encuentro con los miembros del Cuerpo diplomático ante la Santa Sede, para el intercambio de felicitaciones y reiteró su cercanía y atención, con su corazón de pastor, a todo lo que concierne a la humanidad, sus alegrías y dolores. Renovando sus llamamientos contra la pobreza y en favor de la paz en Siria y en todo Oriente Medio, su preocupación por los refugiados también en África, Asía, Europa, América y sus exhortaciones al respeto de la libertad religiosa, el Papa Bergoglio aseguró la disponibilidad de la Iglesia, de la Santa Sede y de la Secretaría de Estado para promover la fraternidad, reflejo del amor de Dios.
Pocos días después de la Navidad, en que los cristianos celebramos al «Príncipe de la Paz», que «cambia las espadas en arados y las lanzas en podaderas», el Papa dirigió un denso discurso con palabras de aliento y esperanza, recordando la responsabilidad de cada uno, de las autoridades nacionales e internacionales para sanar las heridas que atentan contra la paz. Estamos llamados a dar testimonio de amor y de la misericordia de Dios impulsando la justicia, el diálogo y la reconciliación ante la pobreza, el hambre, los conflictos, la violencia, la intolerancia, la negación de la dignidad humana y la falta de cuidado de la naturaleza. Entre las realidades que provocan tanto dolor en tantas partes del mundo, el Santo Padre recordó las dificultades de la familia, la necesidad de una cultura del encuentro, en especial entre ancianos y jóvenes que son el futuro de la humanidad y evocó la esperanza y alegría de la JMJ de Río de Janeiro.
(CdM – RV)

Fuente:: News.va

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jose_luis_pinillaEl pasado viernes Jose Luis Pinilla, SJ, director del Secretariado de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, presentaba la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado . Una Jornada que este año se centra en la Campaña “Haciendo un mundo mejor” coincidiendo este año con el Centenario de la Jornada mundial para el emigrante. Durante la presentación, Jose Luis Pinilla destacó cómo en España, este centenario, tiene connotaciones especiales; un país, el nuestro, que vive la emigración y la inmigración de manera especial y que, como destaca el director del Secretariado de Migraciones a esta entrevista para Agencia SIC  vive el momento de “trabajar el tema de la convivencia, sobre todo con las nuevas generaciones”.

P.- En la presentación de la Jornada, usted habló de un “redoble” de esfuerzos de la Iglesia Española en esta Jornada de 2014. En la situación política y social en la que nos hallamos inmersos ¿Estamos ante un momento de especial importancia en esta pastoral?

Es el momento del asentamiento, del arraigo, de trabajar el tema de la convivencia, sobre todo con las nuevas generaciones. Lo que decimos en la Iglesia: pasar de la acogida a la Comunión. La convivencia construida entre todos es imprescindible

R.- Por supuesto. Es de especial importancia para el mundo porque el fenómeno migratorio es imparable… Es uno de los campos nuevos a los que la Iglesia destinó en el pasado Sínodo la prioridad de la Nueva Evangelización. Es especial para Europa porque según nos dijo el delegado de la Organización Internacional de Migraciones en un reciente encuentro de Directores europeos en Malta, el continente necesitará 50 millones de emigrantes en los próximos 30 años… Y sobre todo porque el Papa emigrante – venido del fin del Mundo como él dijo- nos ha renovado este impulso evangelizador hacia estas poblaciones y sus crueles derivaciones (Trata de personas, menores no acompañados etc ).  Y es especial en nuestras relaciones con América  por el gran número de emigrantes católicos que viene de allí.

En España es de importancia especial por varias razones: Porque estamos en un momento de crisis social, política cultural en donde los 6 millones y pico de emigrantes están construyendo con nosotros la salida a la misma. “El emigrante no es causante sino victima de la misma “ así se pronunció la Conferencia Episcopal.

Porque España es puerta de entrada (junto con Lampedusa y Arizona) de los emigrantes africanos que sufren las restricciones de las políticas de seguridad europea y donde hay que estar al tanto de los hechos que afectan a la dignidad de los emigrantes: Vallas cortantes, Cies, restricciones sociales, prejuicios y estereotipos , dificultades a la hospitalidad etc.

 España es puerta de entrada (junto con Lampedusa y Arizona) de los emigrantes  africanos que sufren las restricciones de las políticas de seguridad europea y donde hay que estar al tanto de los hechos que afectan a la dignidad de los emigrantes: Vallas cortantes, Cies, restricciones sociales, prejuicios y estereotipos , dificultades a la hospitalidad etc. 

Porque hay un amplio consenso respecto al hecho de encontrarnos en un nuevo ciclo migratorio; expertos, autoridades políticas, e  instituciones económicas coinciden: la “década prodigiosa de la inmigración en España”, ha finalizado. Ahora, es el momento del asentamiento, del arraigo, de trabajar el tema de la convivencia, sobre todo con las nuevas generaciones. Lo que decimos en la Iglesia: pasar de la acogida a la Comunión. La convivencia construida entre todos es imprescindible sobre todo cuando se ofende a los débiles…y muchas veces los emigrantes padecen estas ofensas.


P.- Este año además, se conmemora el centenario de la primera Jornada Mundial de Migraciones; con este motivo la Conferencia Episcopal Española, a través de la Comisión Episcopal de Migraciones  ha querido presentar la Jornada de manera especial ¿Qué acciones, celebraciones, etc. se han previsto con este motivo?

R.-  A nivel nacional por parte de la Conferencia Episcopal Española están múltiples actividades de sensibilización: campaña, con vídeo, materiales divulgativos, catequéticos, litúrgicos…Difusión de los mensajes del Papa y de los obispos, afiches, carteles, comunicados, participación del Secretariado en Ruedas de Prensa, y programas especiales de TV, radio, etc. y conferencias, actos en universidades  y cursos por muchos lugares de España…

En el ámbito Diocesano, además de muchas cartas pastorales propias que hacen los obispos de la mayoría de las diócesis y de la celebración eucarística en la catedral o en parroquias significadas, presididas por el Obispo diocesano. Algunas de la destacadas son, por ejemplo,  en Toledo los encuentros que organiza la parroquia El Buen Pastor, el trabajo de los materiales que lleva a cabo el grupo de retiro Juan XXIII formado por inmigrantes, el encuentro para la vigilia de oración en la población de Fuensalida. El domingo 19, Mons. Braulio Rodríguez presidirá la eucaristía presidida en la catedral y previamente habrá una preparación de la liturgia por el Secretariado de migraciones.

En Badajoz tendrá lugar una peregrinación con este motivo al Santuario de Guadalupe. En Tarazona, el sábado 18 se ha organizado una Oración Ecuménica con todos los lideres religiosos de la Diocesis a la que seguirá una Carpa por la Solidaridad, informativa y Festiva así como la celebración de la Eucaristía el domingo.

En Huelva, además de la difusión en todas las parroquias y Comunidades religiosas el día 19 habrá una celebración en Lepe, un pueblo con una gran población inmigrante. Hasta allí se desplazarán representantes de los municipios onubenses con mayor presencia extranjera y conocerán a través de una exposición, el trabajo de las asociaciones que desarrollan su trabajo en la zona con la colaboración de los técnicos municipales. Por la tarde tendrá lugar la celebración Eucarística presidida por el obispo de la diócesis Mons. José Vilaplana, con la participación de sacerdotes llegados de otros países que desarrollan su actividad pastoral en la diócesis de Huelva que estarán acompañados por las Comunidades Rumanas y Ucranianas de rito Greco-Romano y Ortodoxo, con asistencia de su pastor en la zona.

P.-  El vídeo realizado por la Comisión Episcopal de Migraciones con motivo de esta Jornada. “Un solo corazón“, destaca que es la ignorancia el principal peligro de cualquier sociedad, no sólo la que recibe inmigrantes ¿Es España consciente de la riqueza de este fenómeno? ¿Nos queda mucho por conocer del fenómeno migratorio?

R.- Hemos olvidado pronto que hasta hace poco fuimos emigrantes y que los españoles hemos aportado mucho en importantes países de Europa (Alemania, Francia, Bélgica) y América ( Argentina, Chile, etc)  ¿Porque no reconocer que si nosotros hemos aportado tanto, otros venidos de fuera no pueden hacer lo propio? No somos todavía consciente que somos un pueblo configurado en nuestra historia con otros muchos venidos de fuera, celtas, cartagineses, romanos, árabes, latinoamericanos etc  Y todos nos han aportado grandes cosas a nuestra identidad.

Sin olvidar – esto es muy importante- la labor que las misiones católicas para emigrantes de habla hispana en Europa  – apoyadas por la Iglesia de España – hicieron y siguen haciendo hacia los emigrantes españoles – que ahora vuelven a emigrar- y a los latinos que llegan a Europa.

La Doctrina Social de la Iglesia, que nos recuerda los múltiples rostros de la emigración: refugiados, familias,  menores..,  nos invita a ir más allá de  una visión puramente  economicista  de la persona

Se ha avanzado mucho en las actitudes de los ciudadanos ante  la inmigración. Cada vez son más numerosas las personas conscientes de la aportación que los inmigrantes han supuesto y siguen suponiendo para  nuestro país. Bastaría  fijarse  en quiénes son los cuidadores de muchos de nuestros  ancianos. Sin embargo, en situaciones como la actual, de un paro tan fuerte, no es raro  que  haya ciudadanos que vean a los inmigrantes como un problema, “los que nos quitan el trabajo”, y que ello pueda dar lugar a que afloren actitudes racistas o xenófobas. La misma denominación de “ilegales”  no favorece una actitud positiva hacia los inmigrantes.

La Doctrina Social de la Iglesia, que nos recuerda los múltiples rostros de la emigración: refugiados, familias,  menores..,  nos invita a ir más allá de  una visión puramente  economicista  de la persona  humana. “Se necesita”, en palabras del Papa, “el paso de una actitud defensiva y recelosa, de desinterés o de marginación –que, al final, corresponde a la “cultura del rechazo”- a una actitud que ponga como fundamento la “cultura del encuentro”, la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor”.  Esta frase es la final del vídeo precisamente.

Para trabajar con ellos y ellos con nosotros, para participar en nuestra vida eclesial y nosotros en la de ellos, todavía creemos que basta con buena voluntad, y no nos damos cuenta de la importancia de estar preparados

Creo que falta mucho por conocer el fenómeno migratorio para ir más allá de una información puramente mediática. Las Universidades – entre ellas, las católicas como la de Salamanca y y la Comillas- están dado la importancia precisa a esta formación. Y para trabajar con ellos y ellos con nosotros, para participar en nuestra vida eclesial y nosotros en la de ellos, todavía creemos que basta con buena voluntad, y no nos damos cuenta de la importancia de estar preparados.

P.- España cuenta con varias diócesis como Málaga, Almería o Cádiz especialmente sensibles en este fenómeno ¿Cómo se articula el trabajo de estas diócesis y el secretariado?

R.- No solo ellas, hay otras muchas,  todas las diócesis de España son receptoras. Lo que pasa es que Málaga, Almería, Guadix, Huelva y Cádiz por ejemplo,  al estar en el sur en contacto con la llegada directa de emigrantes acentúan su esfuerzo de acogida. Son auténticas puertas de tránsito y acogida y el Secretariado les apoya con materiales, todo tipo de herramientas pastoral y sociales – con Cáritas – que necesiten

Recientemente organizamos una peregrinación de 50 personas – delegados obispos, agentes sociales – que partiendo de Tarifa, punto de arribada de pateras y tras orar con los internos en el centro de detención (CIE) de esa ciudad, recorrimos el norte de Marruecos para “conocer la realidad de las personas que están a la espera – como las del sufrido paso del monte Gurugú en Melilla y otros – y comprobar la ingente labor de la Iglesia acompañándoles en cuanto pueden.

Varias delegaciones  se encuentran conectadas en red con asociaciones civiles para la gestión de proyectos sociales y pastorales con subvenciones de la Administración. Es muy importante el trabajo en red. Los obispos nos encomiendan siempre aunar esfuerzos en este sentido. 

Por otro lado esas diócesis y otras cuentan desde hace cinco años con cursos on-line de formación, (ahora universitarios con la Universidad de Salamanca y Comillas) para agentes de diocesanos de pastoral migratoria. Para ello incluso hemos elaborado materiales propios que impartimos en conjunción con las diócesis, y con frecuencia ofrecemos instrumentos pastorales (oraciones, estudio de la biblia etc) Congresos, Mesas redondas, búsqueda de sacerdotes y agentes pastorales etc. Y por supuesto hay una labor muy importante de sensibilización y denuncia profética que difundimos en red en cuanto nos llegan de las Delegaciones y Diócesis los  casos de ofensa a la dignidad de los emigrantes.

Varias delegaciones  se encuentran conectadas en red con asociaciones civiles para la gestión de proyectos sociales y pastorales con subvenciones de la Administración. Es muy importante el trabajo en red. Los obispos nos encomiendan siempre aunar esfuerzos en este sentido. Y por cerrar el tema aunque sería mucho más extenso no quiero dejar en el olvido la gran labor que ahora redoblamos de colaboración con Confer nacional, con Cáritas y con Justicia y Paz que repercute con mayor eficacia en las Diócesis.

Todo ello a través de un contacto permanente con los delegados, varios de los cuales forman parte de un Consejo consultivo que nos ayuda en las líneas de trabajo y análisis… Incluso por encargo de la Comisión Episcopal estamos proyectando con algunos miembros de las delegaciones  y otras  personas e instituciones destacadas en este ámbito – tanto civiles como religiosas- un Foro de observación migratoria permanente.

(Mª José Atienza /Agencia SIC)

Fuente:: SIC

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