Visita del Papa al hospital pediátrico Niño Jesús
(RV).- En un comunicado de prensa se informa que el próximo sábado 21 de diciembre, a partir de las cuatro de la tarde, Su Santidad el Papa Francisco visitará a los pequeños pacientes del hospital pediátrico Niño Jesús, en su sede del Janículo.
Al respecto, recordamos que este hospital, de propiedad de la Santa Sede, es el más grande Policlínico y Centro de investigación pediátrica en Europa, que tiene relaciones con los mayores centros internacionales en este ámbito. En él trabajan casi 2.600 personas, entre médicos, investigadores, enfermeros, técnicos hospitalarios y empleados.
Cada año se llevan a cabo más de un millón de visitas, con 27 mil pacientes ingresados, 25 mil intervenciones quirúrgicas, y 71 mil accesos al departamento de emergencia. El hospital cuenta con 607 camas en sus sedes del Janículo, Palidoro y Santa Marinella.
Nacido en 1869 como primer hospital pediátrico italiano, gracias a la generosa iniciativa de los duques Arabella y Scipione Salviati, fue donado a la Santa Sede en 1924. Desde entonces, el Niño Jesús, es conocido por las familias como el Hospital del Papa”.
Esta visita del Santo Padre Francisco renueva la tradición querida a sus predecesores, que inauguró el Papa Juan XXIII en la Navidad de 1958.

En esta ocasión, Su Santidad visitará la Capilla y diversos sectores del hospital, con el objetivo de saludar al mayor número posible de estos pequeños pacientes con sus familias.
Asimismo se informa que todos los ingresados podrán seguir en directo los momentos más destacados de esta visita del Papa a través de las pantallas de televisión de circuito cerrado presentes en las habitaciones. Las imágenes serán transmitidas en directo también en las sedes locales del hospital, para permitir que el mayor número de pacientes, familiares, médicos y personal participen en este evento.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

Fuente:: News.va

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Las fiestas navideñas, con su gran carga de tradición, comercio y

consumo, se han convertido en los últimos años en festejos de inicio del

invierno. Los mismos cristianos no están lejos de esta secularización y

pérdida del sentido religioso. Es necesario redescubrir este acontecimiento

histórico-salvífico, desde las claves de la espiritualidad, sin la cual no se

desvela el secreto del nacimiento del Niño Dios. Nosotros queremos

aproximarnos a ello, de la mano de José, esposo de María.

Es cierto que el centro de la Navidad es Jesús, el Mesías. Que según

confesamos en Símbolo de los Apóstoles: “fue concebido por obra y gracia

del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen”. Fue reconocido por sus

contemporáneos, como el hijo de José, el carpintero de Nazaret (cf. Mc 6,3;

Jn 1,45). Su papel como padre putativo es decisivo en la infancia del Señor.

Las pocas escenas evangélicas en las que es mencionado, aparece en medio

de sueños y visiones de ángeles (cf. Mt 1,19-15; 2,13-23; Lc 2,4.16.22.48).

En dichas narraciones, hallamos tres actitudes básicas para descubrir el

misterio del Dios Humanado: obedecer, contemplar, custodiar.

El justo José, como israelita que es, sabe muy bien por la Ley y los

profetas, que Yahaveh cumpliría su promesa mesiánica. Lo que menos

podría haber pensado él, un carpintero del perdido y mal afamado pueblo

de Nazaret, que entraría en el acontecimiento redentor para emparentar

con el linaje de David, al hijo de su desposada María, que llevará por

nombre el Emmanuel (Is 7,14). Aceptar este papel, que rompe todo los

esquemas humanos, no fue nada fácil. Pero él no se dejó llevar por sus

lógicos razonamientos, ni actuó según la costumbre judía en esos casos,

sino que obedeció la voz divina “y se llevó a su casa a su mujer” (Mt 1,24).

De esta manera, el santo José, se nos presenta como un verdadero hijo de

Abraham, cuya fe consistió, en palabras del Papa Francisco: “en la

disponibilidad para dejarse transformar una y otra vez por la llamada de

Dios” (Lumen Fidei, nº 13). ¡Es la luz de esa fe, la que desvela el enigma

Este buen padre y esposo, nos enseña a sobrepasar el mundo mágico

de colorines que inundan nuestras calles y hogares, para adentrarnos en la

contemplación de la verdadera Navidad. Él es un gran maestro en el

silencio creativo de la fe, que ve siempre la “mano divina” hasta en los

momentos más insospechados. Tiene que ponerse en camino desde Galilea

a Judea para censarse en ciudad del rey David, Belén. Allí, se cumplieron

los días del parto de María, y el primogénito del Altísimo nació en un

pesebre, porque los hombres no le dieron posada (cf. Lc 2,1-7).

Sin embargo, el suceso inunda de la alegría a las personas cercanas,

como son los pastores, y a los lejanos Magos que se postraran en

adoración. Sobre todo, hemos de meditar la ternura de la Madre del Niño,

y el silencio reverente del carpintero de Nazaret. Ante lo acontecido

sobran las palabras y los ruidos de la mundanidad, lo que anhela el alma

cristiana es sumergirse en el silencio orante y gozoso de esa Noche santa.

Hay que dejar hablar “al Señor que es la Palabra que desde el principio ya

existía” (san Agustín, Sermón 293,3).

Por último, el reconocido patriarca san José, es el “custodio” del

autor de nuestra salvación: Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Como

buen vigilante y defensor de la Gracia que nos ha nacido, sabrá lo que es el

sufrimiento y la congoja. Tendrá que librarlo de los poderosos de turno (cf.

Mt 2,13), conocer los sinsabores de una familia emigrante (cf. Lc 2,14-23),

escuchar profecía sobre aquel Niño que inquietará sus corazones. (cf. Lc

2,24-40), y escuchará de la boca del propio hijo palabra enigmáticas que no

entenderán (cf. Lc 2,41-52).

Lo sucedido a san José, es una gran lección para cargar de

religiosidad la Nochebuena y el Año venidero. Para ello, comencemos por

los niños y los jóvenes a que conozcan mejor la historia de Jesús de

Nazaret y el Catecismo de la Iglesia. Los más mayores, que sepamos

redescubrir siempre la alegría del Evangelio, aún en medio de los

sufrimientos personales y sociales. ¡En fin! que todos los bautizados nos

sintamos verdaderos “custodios” de la gran riqueza de la fe. “¡Que no nos

dejemos robar nuestra esperanza!” (Francisco, Evangelii Gaudium, nº 86).

¡FELIZ Y SANTA NAVIDAD!

+ Juan del Río Martín

Arzobispo Castrense de España

Fuente:: Agencia SIC

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Ciudad del Vaticano, 19 diciembre 2013 (VIS).-El Santo Padre ha recibido esta mañana en audiencia en el Palacio Apostólico Vaticano al primer ministro de San Vicente y Granadinas, Ralph Everard Gonsalves, que sucesivamente se ha encontrado con el arzobispo Pietro Parolin, Secretario de Estado, a quien acompañaba el arzobispo Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados.
 
En el curso de las conversaciones, transcurridas en una atmósfera cordial, se han tratado cuestiones de interés común, como la defensa de la vida y de la familia, la educación y el diálogo interreligioso.
 
Asimismo, se han abordado algunas cuestiones que atañen a los países de esa zona y a la colaboración en el ámbito de los organismos internacionales.

Fuente:: News.va

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Ciudad del Vaticano, 19 diciembre 2013 (VIS).-En vista de la próxima asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos que tendrá como tema “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”, se han dado a conocer algunas iniciativas de oración para su preparación. Así, el domingo, 22 de diciembre, el arzobispo Vincenzo Paglia, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, presidirá la santa misa en la Sagrada Familia de Barcelona (España) y el 29 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, en la basílica de la Anunciación de Nazareth, el arzobispo Lorenzo Baldisseri, Secretario general del Sínodo, celebrará misa con esa intención de oración. Ese mismo día y con la misma intención celebrará misa en el santuario de la Santa Casa de Loreto el delegado pontificio arzobispo Giovanni Tonucci.
 
El Santo Padre, en el Ángelus del domingo, 29 de diciembre, pronunciará una oración especial, de su puño y letra, para la familia. Las basílicas de Loreto y de Nazaret conectarán en directo con la Plaza de San Pedro para transmitir este momento.

Fuente:: News.va

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Ciudad del Vaticano, 19 diciembre 2013 (VIS).-”Educar al diálogo intercultural en la escuela católica. Vivir juntos para una civilización del amor”, es el título del documento de la Congregación para la Educación Católica (de los Institutos de Estudios) presentado esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Han intervenido en el acto el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de ese dicasterio, junto con el arzobispo Vincenzo Zani, secretario del mismo y el profesor Italo Fiorin, de la Universidad LUMSA, de Roma.
 
Un niño, un maestro, un ligro, un lápiz, pueden cambiar el mundo. La instrucción es la única solución”, ha dicho el cardenal Grocholewski citando las palabras pronunciadas en la ONU por Malala Yousafzai, la joven pakistaní, herida gravemente por los talibanes porque iba a la escuela con otras chicas. En este ámbito ha recordado que, según los datos de la UNICEF en 2013, los niños y niñas que no van a la escuela en el mundo superan los 70 millones y que al 75% de los estudiantes de los países más pobres puede suceder que, a pesar de asistir durante dos o tres años a la escuela, no aprendan ni a leer ni a escribir, mientras en el planeta faltan 1.700.000 maestros para alcanzar el objetivo de una educación primaria calificada.
 
La Congregación para la Educación Católica une su preocupación a la de la comunidad internacional, convencida del papel insustituible de la educación para el futuro de la humanidad, la paz, el desarrollo sostenible y la dignidad de los pueblos y, a lo largo de los años “ha dado una aportación específica profundizando algunos temas plasmados en los documentos ofrecidos a las Iglesias locales, a las congregaciones religiosas que se ocupan de la educación y a los organismos y asociaciones del sector”.
 
Esta vez el argumento elegido, educar al diálogo intercultural, es muy actual, aunque no nuevo. “Saben mucho de ésto- ha observado Grocholewski- las congregaciones religiosas masculinas y femeninas que desde hace años trabajan em realidades multiculares y multirreligiosas con experiencias encomiables de instrucción y formación. Sin embargo, en nuestros días, el fenómeno de las migraciones ha globalizado tanto el multiculturalismo como la pluralidad de religiones, haciendo más necesaria una eficaz educación intercultural y, en ese contexto, la escuela católica está llamada a dar a las jóvenes generaciones los elementos necesarios para desarrollar una visión intercultural de la convivencia”.
 
Los principales destinatarios del documento son los padres “responsables primeros y naturales de la educación de los hijos”, y después los organismos que representan a la familia en la escuela, así como cuantos se ocupan en ámbito pastoral de la educación. “Dada su amplitud -ha añadido- hemos decidido presentar el argumento en un cuadro más grande. Por eso la reflexión se ha extendido, por ejemplo, a la relación entre cultura y religión, entre religión católica y otras religiones, se ha dado espacio a la presentación de los fundamentos teológicos y se ha abordado la identidad de la escuela católica y de la comunidad educativa que tiene su fundamento en Cristo. Esa identidad la sostiene la enseñanza de la religión católica, que se conjuga muy bien con el respeto de la libertad personal y de la formación continua de los dirigentes y docentes. La palabra clave que une todos los aspectos que se tocan en el documento es “diálogo”- El diálogo es la indicación del Papa Francisco para mostrar cual debe ser la actitud de la Iglesia a la hora de afrontar cualquier situación en el mundo de hoy… Y para que la escuela católica desempeñe, con ese enfoque, un papel constructivo, no puede debilitar su identidad, sino al contrario, reforzarla, ni tanto menos su misión puede separarse de la evangelización”.
 
El objetivo final de la educación al diálogo intercultural -ha concluido el purpurado- es la construcción de una civilización de amor. La civilización de amos, para los cristianos, no es una vaga solidaridad, sino que expresa la caridad de Cristo. Este es el servicio con el que las escuelas católicas, que buscan siempre conjugar la tarea educativa con el anuncio explícito del Evangelio… constituyen una contribución muy valida a la evangelización de la cultura, incluso en los países y ciudades donde una situación adversa nos estimula a utilizar la creatividad para encontrar recorridos adecuados”.
 
Por su parte el arzobispo Zani ha explicado que para elaborar el documento se tomaron contactos con diversos organismos, institutos religiosos, y diócesis para recoger experiencias concretas de educación al diálogo intercultural promovidas por instituciones católicas en diversas partes del mundo. Por ejemplo, las propuestas didácticas llegas desde África, Amazonia y Perú, “comprenden una dimensión de ayuda al desarrollo y diversas iniciativas están destinadas a las niñas y jóvenes que, a menudo, se excluyen con más facilidad del sistema escolar”. El prelado ha citado también las experiencia de “ Escuelas para Europa”, comenzada en Bosnia-Herzegovina en 1995, después de la guerra de los Balcanes, cuando la diócesis de Sarajevo decidió abrir una escuela católica para acoger a chicos y chicas de diversas etnias y religiones. “Este proyecto de escuela interétnica se ha multiplicado en todo el país y contribuye a la reconstrucción de la unidad en la sociedad con el desarrollo de una mentalidad pacífica y una formación integral que incluye el conocimiento del patrimonio religioso y la educación en los valores”.
 
También en Oriente Medio “45 escuelas católicas del Patriarcado latino, sin desalentarse ni por las bombas ni por la violencia, llevan a cabo un trabajo paciente y perseverante con sus alumnos de religiones y naciones diversas que aprenden a conocerse y a construir relaciones de respeto y amistad”.
 
Cada una de estas experiencias -ha afirmado en conclusión- demuestra concretamente como la diversidad de religiones, lenguas y tradiciones puede tratarse con atención y respeto, con verdadera caridad evangélica y convertirse en una autentica riqueza para cualquier grupo o individuo. En cada una de estas escuelas se ponen en práctica formas y medios con los que cada uno aporta los propios dones par construir “puentes de comprensión y paz y un destino fundado sobre el amor como ideal de realizar”.

Fuente:: News.va

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Ciudad del Vaticano, 19 diciembre 2013 (VIS).-La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha publicado hoy el siguiente comunicado:  El 18 de diciembre -por iniciativa de la Pontificia Comisión Referente de estudio y guía para los Asuntos Económicos y Administrativos de la Santa Sede, y tras el procedimiento formal de concurso y selección- se ha confiado a McKinsey & Company el encargo de una asesoría que contribuya al desarrollo -en estrecha colaboración con los responsables de los departamentos interesados- de un plano integrado para que la organización de los medios de comunicación de la Santa Sede sea más funcional, eficaz y moderna.
 
El proyecto de asesoría tendrá el objetivo de facilitar a la Comisión los elementos útiles para las recomendaciones oportunas al Santo Padre a ese respecto.
 
Al mismo tiempo, en colaboración con la Pontificia Comisión Referente de estudio y guía para los asuntos económicos y administrativos de la Santa Sede, se está procediendo a cuanto es necesario para alinear los procedimientos contables de todos los entes de la Santa Sede a las normas internacionales.
 
El encargo de colaborar en este proyecto ha sido confiado, tras un procedimiento de concurso y selección al network internacional KPMG.

Fuente:: News.va

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Mons. Joan PirisMons. Joan Piris     Ahora que vamos a vivir la Navidad y a todos se nos despierta una mayor sensibilidad hacia el prójimo, quiero hacerme eco de algunas constataciones de la última Memoria publicada por Cáritas, donde se puede leer que: el descenso de la renta media ha supuesto un proceso de empobrecimiento especialmente para las personas y familias más vulnerables (con baja intensidad laboral, inmigrantes, extracomunitarios, hogares monomarentales, personas sin hogar…); que hay 3 millones de personas (el doble de las que había antes de la crisis) que tienen que vivir con menos de 307 € al mes, y que aumenta la desigualdad social en España con el valor más alto de toda Europa (el 20% de la población más rica concentra 7’5 más riqueza que el 20% más pobre).

Los primeros efectos de la crisis económica se paliaban con las prestaciones del desempleo y el apoyo de las familias pero, al agotarse de las ayudas, la duración de las situaciones de paro, las políticas de ajuste y sus recortes, junto a las dificultades en las familias, ha creado una situación favorable a una segunda oleada de empobrecimiento y exclusión social.

Gracias a Dios, hay más de 70.000 voluntarios que, con su trabajo gratuito en las comunidades parroquiales y en las Cáritas Diocesanas, nos aportan el testimonio de la fuerza transformadora de la solidaridad. Es la mejor expresión de la Iglesia samaritana, siempre contribuyendo a la defensa de la dignidad humana, sobre todo de los más empobrecidos.

Conocemos las necesidades más demandadas: prioritariamente empleo, alimentación y vivienda. Después, ropa y calzado -o utensilios en general-, gastos sanitarios y asuntos legales. Y también -y no menos necesario- ayudas no económicas: servicios de información, orientación y asesoramiento, pasando por la escucha, el seguimiento o la derivación a servicios especializados.

Quiero agradecer, de manera especial, este servicio tan evangélico que realizan muchos de nuestros voluntarios en el acompañamiento de las personas y familias en situación de pobreza y exclusión: hay una necesidad no económica muy importante (y muy extendida) que es la escucha y el acompañamiento de las personas, y la necesidad de espacios donde hablar…, personas y espacios para compartir experiencias de vida o de autoayuda; igualmente la mediación en situaciones conflictivas (generalmente familiares), en temas laborales o de relación con las instituciones. Es un servicio que favorece la necesidad de crecimiento personal en términos de autoestima, de capacitación emocional y de autonomía personal, y ayuda a encontrar un horizonte vital y un futuro con perspectivas positivas. Y esto es alimentar la esperanza “ayudando a vivir”.

Ahora que nos preparamos para la celebración festiva del misterio del “Dios -con-nosotros”, el nacimiento de Jesús, Dios viviendo nuestra vida humana, Dios compartiendo nuestra fragilidad, es necesario reflexionar sobre estas necesidades, también las no económicas, para ver la gran importancia que hay que dar a la calidad y la calidez de las relaciones interpersonales en nuestra acción caritativa y social.

¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola,

Obispo de Lleida

Fuente:: Mons. Joan Piris

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Segovia Obispo Ángel RubioMons. Ángel Rubio       Todavía no hace un mes, fue el 24 de noviembre cuando el Papa Francisco nos entregó el primer documento propio de su pontificado: “La alegría del evangelio”. Se ha hecho en forma de Exhortación Apostólica basada en las conclusiones del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización celebrado en octubre del 2012. Es un documento que nace como anuncio de alegría a los cristianos, con una gran dimensión misionera y donde nos pide que dejemos nuestras comodidades y frenemos “algunas patologías que van en aumento”.

1. No a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado; mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera. No se puede tolerar.

2. No a la nueva idolatría del dinero. Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. ¡Los nuevos ídolos!

3. No a un dinero que gobierna en lugar de servir. Sí ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Exhorta a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética a favor del ser humano. El dinero es buen servidor pero mal señor.

4. No a la inequidad que genera violencia. Cuando la sociedad —local, nacional o mundial— abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz. Sólo sirven para que en muchos agentes evangelizadores, aunque oren, se produzca una acentuación del individualismo, una crisis de identidad y una caída del fervor.

5. No a la acedia egoísta. El problema no es siempre el exceso de actividades, sino sobre todo las actividades mal vividas, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable. Es normal el cansancio pero no se trata de un cansancio feliz, sino tenso, pesado, insatisfecho y, en definitiva, no aceptado. El inmediatismo ansioso de estos tiempos hace que los agentes pastorales no toleren fácilmente lo que signifique alguna contradicción, un aparente fracaso, una crítica, una cruz.

6. No al pesimismo estéril. Los males de nuestro mundo —y los de la Iglesia— no deberían ser excusas para reducir nuestra entrega y nuestro fervor. Mirémoslos como desafíos para crecer. Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar perdió de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos. El triunfo cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria, que se lleva con una ternura combativa ante los embates del mal.

7. No a la mundanidad espiritual. La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Quien ha caído en esta mundanidad mira de arriba y de lejos, rechaza la profecía de los hermanos, descalifica a quien lo cuestione, destaca constantemente los errores ajenos y se obsesiona por la apariencia. Es una tremenda corrupción con apariencia de bien.

8. No a la guerra entre nosotros. La mundanidad espiritual lleva a algunos cristianos a estar en guerra con otros cristianos que se interponen en su búsqueda de poder, prestigio, placer o seguridad económica. Más que pertenecer a la Iglesia toda, con su rica diversidad, pertenecen a tal o cual grupo que se siente diferente o especial. Pedimos un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente.

 

+ Ángel Rubio Castro

Obispo de Segovia

Fuente:: Mons. Ángel Rubio Castro

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Mons. Alfonso MiliánMons. Alfonso Milián    Comienzo la carta de esta semana, que quiere ser de felicitación navideña, con las palabras del ángel a los pastores de Belén: No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor.

En medio de tantos temores y de una realidad tan dura como la que estamos viviendo, necesitamos oír una buena noticia, que sea para todo el pueblo y no sólo para unos pocos. Ésta nos la trae Jesús con su nacimiento en nuestra carne. Nuestro papa Francisco, con sus gestos humildes y sus palabras llenas de comprensión, nos la ha recordado infundiéndonos ánimo para cambiar el mundo en que vivimos.

Por eso os quiero felicitar la Navidad con las primeras líneas de la carta del Papa Francisco: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría».

La alegría que nos trae Jesús no es una alegría pasajera, de un momento, de un día; es una alegría que penetra hasta lo más íntimo de nuestro ser, que dura siempre y que va creciendo en la medida en que la vamos comunicando. Habréis observado que la tristeza disminuye cuando compartimos nuestras penas con los demás; pero con la alegría ocurre todo lo contrario: crece cuando se comparte. «La vida ?nos dice el Papa? se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás. (…) No miren la vida desde el balcón, sean protagonistas».

La Buena Noticia del nacimiento de Dios en nuestra carne no nos la podemos guardar, debemos comunicarla, aun cuando corramos algunos riesgos, como nos dice el Papa: «Prefiero una iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades».

Jesús se colocó siempre entre los últimos. Lo vemos claramente en su nacimiento. Nace en un establo, pobremente, pero acompañado por el amor de su madre, María, y de José, una verdadera riqueza. Su figura de recién nacido despierta ternura, compasión y admiración. A nadie deja indiferente.

Y a nadie dejará indiferente durante su vida pública. Se acercó a los pobres, a los marginados y a los pecadores; recorrió los caminos, el Jordán, el lago de Galilea buscando el encuentro con todos, especialmente con los enfermos y los que sufrían.

Estos días adoraremos a Jesús en nuestros belenes. No nos contentemos con besar su imagen en el templo, salgamos a reconocerle y adorarle en la calle, allí donde haya una persona que sufre, porque allí está él. Y colaboremos en la Campaña de Navidad que Cáritas realiza para ayudar a los necesitados. Seamos generosos.
Si así lo hacemos, renacerá la alegría en nuestros corazones y daremos alegría a muchos hermanos.

¡Feliz y Santa Navidad!

+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón

Fuente:: Mons. Alfonso Milián Sorribas

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Ante la Navidad 2013Mons. Atilano Rodríguez       El amor de Dios a su pueblo, anunciado en el Antiguo Testamento, tiene su culminación con el nacimiento de Jesús en Belén de Judá. En la humildad y en la pobreza de un niño, Dios se hace visible, cercano y amigo del hombre. En Él, Dios mismo se hace uno de nosotros para compartir nuestra condición humana y para revelarnos el rostro del Padre. Por eso, dirá Jesús: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 9).

En la noche de Navidad, los cristianos somos convocados cada año para escuchar la narración de este misterio de amor mediante la escucha de la Palabra de Dios. Así mismo podemos expresar nuestros sentimientos de alegría y gratitud al Padre celestial al contemplar el misterio del nacimiento de su Hijo en los belenes que colocamos en los templos parroquiales o en nuestros propios domicilios.  La contemplación del Niño con María y José tiene que impulsarnos a cantar: “Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Venid a adorarlo”.

Pero, no podemos quedarnos en la simple contemplación de este acontecimiento incomparable como si fuese un hecho del pasado sin repercusión en el presente. En la celebración de la Eucaristía, por la acción del Espíritu Santo sobre las especies sacramentales, actualizamos aquel mismo amor que en la encarnación impulsó al Creador del mundo a hacerse pequeño y servidor de todos los hombres.

En la Eucaristía celebramos la presencia real del mismo Cristo que nació en Belén, recorrió los caminos de Galilea anunciando el evangelio del Reino y murió en una cruz para resucitar al tercer día. Jesucristo, antes de padecer en el altar de la cruz, quiso hacerse nuestro alimento espiritual para transformarnos interiormente y para invitarnos a colaborar con Él en la transformación del mundo. Bajo las especies sacramentales es Jesús mismo quien nos entrega su cuerpo y su sangre y quiere entrar en nuestro corazón para formar parte de nuestra vida y para regalarnos su salvación.

Ahora bien, para que esto sea posible, es preciso que estemos dispuestos a acogerlo y nos preparemos espiritualmente para recibirlo, permitiéndole entrar en nuestro interior,  en nuestras familias y en nuestras casas. Todos corremos el peligro de vivir distraídos ante esta venida del Señor a nosotros. Podemos estar ocupados en otros aspectos de las celebraciones navideñas y olvidar que el Niño Dios es el verdadero protagonista de la fiesta. Como en la primera Navidad, puede suceder que Dios venga a los suyos para quedarse con ellos y que los suyos no le recibamos.

En la oración de estos días santos, tengamos un recuerdo especial para quienes van a celebrar la Navidad en medio de la violencia y la guerra. Oremos por quienes están tristes y solos, por quienes experimentan la enfermedad y el sufrimiento para que a través de nuestro testimonio creyente descubran al Salvador, que se hace uno de nosotros para compartir nuestras debilidades y para ofrecernos fortaleza, consuelo y esperanza. Que María, la Madre del Dios con nosotros, nos ayude a descubrirlo, amarlo y seguirlo.

Con mis deseos de una santa y feliz Navidad para todos, recibid mi bendición.

+ Atilano Rodríguez,

Obispo de Sigüenza-Guadalajara

 

Fuente:: Mons. Atilano Rodríguez

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