Cristo es la Luz de las Naciones
Mons. José Manuel Lorca Verde es el color que identifica en la liturgia el Tiempo Ordinario y que ocupa casi medio año en el calendario, unos 33 domingos. Durante esta etapa que hoy comenzamos veremos la fidelidad de Dios y la necesidad de perseverar, para que el fiel cristiano disponga de un espacio de tiempo sosegado y pueda profundizar en el misterio de Cristo, a lo largo de todo el año, reposando la Palabra de Dios que se proclama, interiorizándola, revisando sus respuestas, actualizando su vida, acomodándola al Misterio del amor de Dios. Se dice algo muy bello en las indicaciones de este tiempo que: en lo ordinario es donde acontece lo extraordinario: el Misterio Pascual de Cristo y nuestra comunión con él. Entremos con gozo en el espesor de la existencia monótona y gris de cada día y potenciemos nuestra comunión con el Señor, vivo y presente en nuestra vida y en la de la Iglesia, a través de la Palabra de Dios y los Sacramentos.
Queda claro que somos nosotros los llamados y elegidos por Dios, y no al revés, Él ha sido el que ha salido a nuestro encuentro, incluso desde el vientre materno, para ofrecernos su Luz, que es salvación para todos los hombres. Haced lo posible por leer despacio el salmo y disfrutad con su contenido de acción de gracias, al comprobar cómo el que invoca al Señor es liberado de sus angustias. Aquí todos nos vemos retratados cuando nos dejamos llevar de la confianza en Dios, cuando le reconocemos en medio de nosotros. El salmista ha intentado resumir su experiencia de fe así: Yo, Señor, canto tu lealtad y tu fidelidad, que estas me ayuden, porque yo amo tu voluntad, ahora yo te ruego que tengas tú la voluntad de liberarme; yo no cerraré mis labios para la alabanza, tampoco cierres tu la compasión. Primero alaba al Señor y luego le pide, como hacemos en el Padrenuestro.
El salmista invita a que contemos las maravillas del Señor, como hace Juan el Bautista al señalar al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; pero contar y proclamar las maravillas de Dios, no es repetir una pieza literaria aprendida de memoria, un acto de información, sino contar tu experiencia personal vivida. Esto es tan importante que llega a decir el salmista, que pasar por el sufrimiento y experimentar la liberación, es una misión más noble que ofrecer sacrificios en el templo.
Que Dios os bendiga para que tengáis el coraje de aceptar a Jesús, revestido de la fuerza del Espíritu Santo, como el Hijo de Dios y Salvador.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena
Fuente:: Mons. José Manuel Lorca
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