Don Bosco: ¡un milagro de Dios!
Turín (Viernes, 31-01-2014, Gaudium Press) Italia es bella en todas las estaciones del año. Pero es especialmente bella al final del invierno y ya comienzo de la primavera, cuando la luminosidad de los campos tiene un encanto especial.
Salimos de Roma rumbo al norte del país y fuimos encontrando grandes extensiones de tierras muy bien aprovechadas, salpicadas de casas que nos hacen recordar pequeños adornos confeccionados de mazapán.
Durante el viaje, a lo lejos, íbamos avistando poblaciones que datan de la Edad Media. Era fácil ver en ellas castillos, iglesias, fuentes, lugares agraciados por milagros y que traían además el perfume de una Civilización que vivió bajo la sabiduría del Evangelio y fruto de la Sangre Preciosísima de Nuestro Señor Jesucristo.
Nos detuvimos en una de esas ciudades que desfilaban a lo largo de nuestro camino. Era Turín, con su división bien clara: la parte moderna y la parte de los edificios antiguos, de los lugares y monumentos cargados de historia.
Turín con su Catedral que abriga el Santo Sudario: el tejido de lino que envolvió el cuerpo de Nuestro Salvador después de su crucifixión.
Entramos a la ciudad con el objetivo claro de peregrinar por la historia de un gran santo. Queríamos conocer, sentir un poco el mundo en que él vivió, entenderlo mejor para admirarlo más y, así aumentar la devoción a él. Estoy hablando evidentemente de San Juan Bosco, fundador de los Salesianos, una obra que hoy puede ser encontrada en todas partes del mundo.
Nos hospedamos bien junto a la iglesia de María Auxiliadora, donde se encuentran las reliquias del santo, en un edificio que tenía el nombre de «Mama Margherita», lado a lado con la iglesia. ¡Cuántas impresiones!…
La presencia del gran educador se hacía sentir por todas la partes en que estuvimos. Allí estaba, delante de nuestros ojos y corazones, el milagro de Dios.
Y… cuántos milagros, sueños, manifestaciones de la Providencia en la vida de Don Bosco, en el nacimiento de su Congregación.
Un hecho de carácter sobrenatural que es mencionado en casi todas las biografías de nuestro santo es el famoso can llamado, por él mismo: Grigio.
Ese animal apareció misteriosamente en una época muy difícil para San Juan Bosco, donde hubo hasta intento de agresiones contra su persona.
Todas las veces en que Don Bosco corría algún peligro de vida, surgía al lado de él el fiel animal. Hubo ocasiones en que ese protector impidió que el santo saliese de casa. Verificándose posteriormente que, de hecho, un complot estaba organizado contra él.
Como apareció, Grigio también desapareció, sin que alguien supiese de su paradero…
Don Bosco tuvo innúmeros sueños proféticos y los confidenciaba con sus alumnos, prohibiéndoles que contasen para otras personas. Así él los formaba en la escuela divina con sus célebres «Buenas noches». Y él instituyó en la enseñanza la nueva pedagogía de la prevención: antes prevenir que castigar.
Son palabras del santo de la juventud: «Basta que sean jóvenes para que yo os ame», «Prometí a Dios que hasta mi último suspiro sería para los jóvenes», «Lo que somos es regalo de Dios; en lo que nos transformamos es nuestro regalo a Él», «Ganad el corazón de los jóvenes por medio del amor», «La música de los jóvenes se escucha con el corazón, no con los oídos.»
Después de una vida entera dedicada a sus jóvenes, Don Bosco entregó el alma a Dios en la madrugada del 31 de enero de 1888, con 73 años de edad, con la misma paz y confianza en que vivió. Su existencia toda llena de Fe fue toda norteada por dos grandes luces: la devoción a María Santísima y al Papa.
Por Lucas Miguel Lihue
Fuente:: Gaudium Press