El exilio de la Virgen de Nuria
Mons. Joan E. Vives Durante la Guerra civil española, y especialmente en sus inicios, hubo una terrible persecución religiosa contra los católicos y contra todos los signos de la religión cristiana. Los mártires cristianos lo testimonian, y todas las víctimas inocentes de cualquier bando, con sus familiares, reclaman justicia, arrepentimiento y amor. ¡Para todos descanso y paz! Las imágenes de María y de los santos eran sospechosas, y o bien eran materialmente destruidas o el pueblo creyente las tenía que ocultar, a veces con la misma complicidad de quienes ya veían que las medidas que tomaban eran una barbarie, como mínimo culturalmente hablando, además de una persecución religiosa que no tenía en cuenta el derecho fundamental a la libertad de culto y la libertad de creencias.
El pasado septiembre presentábamos en Nuria un libro, “El exilio de la Virgen de Nuria” que tiene mucho interés para nuestra querida Virgen de Nuria. Su autor, el Dr. Manuel Castellet i Solanas (Barcelona, 1943), es un gran amante de las montañas y del Santuario de Nuria, y durante un tiempo fue comisionado para el Patrimonio Documental del Centro Excursionista de Cataluña (CEC) , desde donde investigó los hechos que nos narra y que muy documentadamente nos ofrece. Él es también Catedrático de matemáticas y fue Secretario y Presidente del Institut d’Estudis Catalans (1995-2002). En el libro narra ampliamente las vicisitudes del exilio y del escondite durante aquella guerra entre hermanos de la sagrada imagen de la Virgen de Nuria, una talla románica de María entregándonos a su Hijo (siglos XII-XIII), patrona de los pastores y venerada desde muchos siglos a 2.000 m. de altitud, y que siempre ha atraído a los devotos de ambas vertientes de los Pirineos. El suyo es hoy el segundo santuario mariano de Cataluña y un paraje único en la geografía catalana.
Ahora tenemos los detalles de un viaje excepcional de la Sagrada Imagen desde Nuria el 22 de julio de 1936, saliendo por el Coll de Finestrelles en una mochila, hasta La Guingueta d’Ix (Bourg-Madame), pasando por Perpinyà y la abadía de Hautecombe, en la Saboya francesa, hasta llegar a Suiza donde permaneció en Ginebra, Lugano y finalmente en el palacio episcopal de Friburgo, desde donde regresó en marzo de 1941 a Nuria, tras hacer una breve parada en Barcelona. Ahora podemos rendir un merecido homenaje a todos aquellos que intervinieron en la salvaguarda de esta querida imagen. En especial y por citar sólo los dos principales, Mn. Bonaventura Carrera i Fillet –el entonces Capellán del Santuario– y Manuel Carreras i Martí, que fueron los planificadores y ejecutores de aquel viaje salvador. Devotos y patriotas salvaron la imagen de María de la destrucción, y ofrecieron así un testimonio del valor y el coraje que debemos saber poner en las cosas que se refieren a la fe y a los símbolos que la hacen viva y presente.
La Virgen de Nuria, declarada Patrona de toda la Diócesis de Urgell por el Papa Pío XII en 1956, puede continuar llamándonos a vivir la fe con la cruz, la olla y la campana. Las vicisitudes de la imagen que el libro del Dr. Castellet nos describe de forma exquisita, no deberían nunca volver a ocurrir, ya que el respeto y la libertad religiosa, la paz y la fraternidad entre todos los ciudadanos, siempre deben ser firmes en Cataluña. Roguemos que la Virgen María vele por la concordia y la reconciliación de todos los catalanes. Todos perdieron en aquella contienda entre hermanos, y todos ganamos cuando nos perdonamos de verdad y empezamos un camino de reconciliación, de respeto y de búsqueda de lo que nos une, que siempre es más que todo lo que nos podría separar.
+ Joan E. Vives
Arzobispo de Urgell
Fuente:: Mons. Joan E. Vives
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