Misioneros desde la infancia
Mons. Antonio Algora Se va haciendo ya una costumbre citar a nuestro Papa Francisco, y, en esta ocasión, nos ayuda a iluminar esta Jornada de la Infancia Misionera, dice él: «La intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión “esencialmente se configura como comunión misionera”. Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie. Así se lo anuncia el ángel a los pastores de Belén: “No temáis, porque os traigo una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo” (Lc 2,10). El Apocalipsis se refiere a “una Buena Noticia, la eterna, la que él debía anunciar a los habitantes de la tierra, a toda nación, familia, lengua y pueblo” (Ap 14,6) (Evangelii gaudium, 23).
Los niños de nuestras comunidades parroquiales y de los colegios y clases de religión están acostumbrados a escuchar la expresión amigos de Jesús. Incluso algún papá me ha confiado el impacto que le causó la afirmación de su hijo diciéndole: «¡Papá, tu no eres amigo de Jesús, porque no vas a la Iglesia!». Me dijo que se sintió conmovido y que se planteó su acercamiento progresivo a la amistad con Dios. Por eso, la primera consideración que os hago es que no propongamos a los niños actividades y actividades, misioneras o no, en su formación religiosa, sin antes tener como objetivo pastoral y catequético la propuesta de la intimidad de los niños con Jesús. Ellos, bastante mejor que nosotros, saben enlazar, libres de tantas preocupaciones como nos asaltan a los mayores, con nuestro Señor Jesucristo, amigo y defensor de los niños.
Claro que no se trata de explotar el imaginario mágico–fantástico de los niños fáciles a enlazar con un amigo inventado, sino de hacerles saber, con nuestro testimonio de palabras y de gestos, que es Jesucristo el que ha venido a estar con nosotros, quiere estar con nosotros, nos busca y nos regala su intimidad desde el día de nuestro bautismo. Enseñar a rezar, ha de ser enseñar a establecer esa relación íntima del que abre su corazón y su vida al Señor que viene, repito, a estar con nosotros.
De la relación íntima con Jesucristo nace la alegría de la fe, la alegría que comunica a los demás «el tesoro escondido», lo más preciado, que nos dinamiza para comunicar a otros el hallazgo y el disfrute de la riqueza encontrada. Por eso nos dice el Papa que «La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie… ¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!».
Afianzados en la intimidad con el Señor, hemos de construir a la vez todo lo que supone conformar nuestra vida, y la vida de los más pequeños en edad, a la manera de ser y de comportarse Jesucristo partiendo del Mandamiento del Amor y aquí ya caben todas las actividades imaginables que vienen lanzando las campañas de la Infancia Misionera que tienen como objetivo abrirnos el horizonte de la Misión de anunciar el Evangelio ad gentes a todas las gentes, sin importarnos país, raza o región de la tierra por remota que esta sea.
Sería terrible comunicar a los niños un estilo de vida cristiana «que aun quienes aparentemente poseen sólidas convicciones doctrinales y espirituales suelen caer en un estilo de vida que los lleva a aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana que se procuran por cualquier medio, en lugar de dar la vida por los demás en la misión». (Evangelii gaudium, 80) La Jornada de la Infancia Misionera nos ofrece a los mayores una llamada a la verdad de nuestras vidas de fe. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!
Vuestro obispo,
† Antonio Algora
Obispo de Ciudad Real
Fuente:: Mons. Antonio Algora
Leer mas http://www.agenciasic.com/2014/01/24/misioneros-desde-la-infancia/