Papa Francisco: «grito de paz llegue al corazón de todos y todos depongan las armas»

Papa Francisco: «grito de paz llegue al corazón de todos y todos depongan las armas»

Papa Francisco: «grito de paz llegue al corazón de todos y todos depongan las armas»
(RV).- Con su apremiante llamamiento, al convocar la Jornada de oración y ayuno por la paz en Siria, Oriente Medio y el mundo entero, el Santo Padre pidió que «el grito de la paz se alce con fuerza para que llegue al corazón de todos y todos depongan las armas y se dejen guiar por el deseo de paz».
«Paz en los corazones», es el título del editorial de Mons. Dario Eduardo Viganó, director general del Centro Televisivo Vaticano, para el informativo semanal Octava Dies. «Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso, que tiene que ser promovido y tutelado». El editorial de Mons. Viganó comienza recordando que éste es el grito del Papa Francisco que convoca a toda la Iglesia, invitando a unirse a esta iniciativa, «de la manera que consideren más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras religiones y a los hombres de buena voluntad», a una jornada de ayuno y de oración por la paz:
«La paz, como sabemos, no se puede reducir a la ausencia de guerras, sino que «se construye – dijo Pablo VI en la Populorum Progressio – día a día, en la búsqueda de un orden querido por Dios, que implica una justicia más perfecta entre los hombres». Palabras que nos recuerdan las de Pío XII «Nada se pierde con la paz. Todo puede perderse con la guerra», y las de Juan XXIII, que, en la Pacem in Terris, encomendaba a todos los hombres de buena voluntad «la tarea de reconstruir las relaciones de convivencia en la verdad, en la justicia, en el amor y en la libertad».
El director del Centro Televisivo Vaticano recuerda asimismo que «la paz que invocamos para el mundo entero no se puede lograr si no comenzamos, en primer lugar, por cada uno de nosotros, con la decisión personal de vivir nuestra humanidad en la transparencia del Evangelio. La paz no nace si nuestra vida está enraizada en el pecado, si las relaciones personales y concretas con las personas con las que compartimos nuestro tiempo – el del trabajo y el tiempo libre – están marcadas por la envidia y los celos que producen la mentira, la calumnia y la sospecha».
«Nos recuerda el Salmo que «con la boca bendicen, pero en su corazón maldicen». No se puede invocar la paz, cuando la lengua se dedica a la maledicencia. La paz puede nacer cuando nuestra oración brota del corazón redimido, del corazón que ha gozado la misericordia del Padre, y por ello es capaz de misericordia y perdón», reitera Mons. Viganó, para luego señalar que «la paz no es tema para moralistas, sino para los discípulos del Maestro; Jesús nos advierte cuando nos dice, con respecto a los líderes religiosos, ‘Practiquen y observen lo que ellos dicen, pero no actúen según sus obras, porque que ellos dicen y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos no quieren mover un dedo’».
(CdM – RV)

Fuente:: News.va

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