Profesar la apostolicidad de la Iglesia es destacar su vínculo con los Apóstoles, dice el Papa en la Audiencia General

Ciudad del Vaticano (Jueves, 17-10-2013, Gaudium Press) La Plaza San Pedro estuvo llena de fieles en la mañana de este miércoles 16, durante la Audiencia General presidida por el Papa Francisco.

En su catequesis, el Pontífice habló sobre la «apostolicidad», una de las características de la Iglesia, profesada en el Credo.
De acuerdo con el Santo Padre, profesar que la Iglesia es apostólica es destacar el vínculo profundo y constitutivo que ella tiene con los Apóstoles.

Partiendo del principio de que los Apóstoles fueron escogidos, llamados y enviados para continuar la obra de Jesús, el Papa resaltó: «Sin Jesús, la Iglesia no existe. Él es la base y el fundamento de la Iglesia», afirmando que la Iglesia es como una planta, que creció, se desarrolló y dio frutos a lo largo de los siglos, pero mantiene sus raíces bien firmes en Cristo.

«Él es el resucitado y sus palabras jamás pasan, porque Él está vivo. Hoy Él está entre nosotros, está aquí, nos oye. Él está en nuestro corazón. Y esta es la belleza de la Iglesia. ¿Ya pensamos en cuánto es importante este don que Cristo nos hizo, el don de la Iglesia, donde podemos encontrarlo? ¿Ya pensamos si es justamente la Iglesia que nos transmite el auténtico mensaje de Cristo?»

El Santo Padre además recordó a los fieles que la Iglesia es apostólica por el hecho de ser enviada a llevar el Evangelio al mundo, pues ella es misionera y no puede quedar cerrada en sí misma:

«Insisto sobre este aspecto de la misión, porque Cristo invita a todos a ir al encuentro de los otros. Nos envía, nos pide que nos movamos para llevar la alegría del Evangelio», explicó.

El Papa aprovechó la oportunidad para indagar a los presentes en la Plaza San Pedro: «¿somos misioneros o somos cristianos de sacristía, solo de palabras pero que viven como paganos?»

Según el Pontífice, «la Iglesia tiene sus raíces, pero mira siempre para el futuro, con la consciencia de ser enviada por Jesús», pues «una Iglesia cerrada traiciona su propia identidad. Redescubramos hoy toda la belleza y la responsabilidad de ser Iglesia apostólica». (LMI)