¡Ya vienen los Reyes Magos!

Mons. Carlos Escribano

Mons. Carlos EscribanoMons. Carlos Escribano      ¡Ya vienen los reyes Magos, caminito de Belén! La letra de este tradicional villancico español inunda de ilusión el corazón de muchos niños y niñas en nuestras ciudades y pueblos que esperan con ilusión la venida de Melchor, Gaspar y Baltasar, en sus hogares con sus familias. Con los regalos que intercambiamos en estas fechas, intentamos aportar algo de nosotros mismos. Deseamos que aquellos que los reciben se llenen de alegría, les sean útiles o, cuando menos, les recuerden sencillamente nuestra cercanía, cariño y amistad. Esta preciosa tradición popular, tiene sus raíces en los relatos bíblicos de San Mateo que se proclaman en la Solemnidad de la Epifanía del Señor, dentro del tiempo de la Navidad. Aquellos personajes de Oriente se presentan ante la Sagrada Familia y ofrecen al Niño oro, incienso y mirra. Ricos presentes cargados de simbolismo para el Niño Dios. Regalos que el sentir popular convierte en preciosa tradición que inunda de gozo e ilusión, cada año, el seis de enero.

La celebración de la Epifanía del Señor nos vuelve a presentar el tema de la luz, ahora representada en la estrella que guía el camino de aquellos hombres. Luz que el profeta Isaías relacionaba con “un niño que nos ha nacido” (Is 9,5) en la noche de la Navidad. Luz que disipa las tinieblas en la historia de los hombres y en el corazón de los creyentes, como nos recordaba el Papa Francisco en su primera Misa del Gallo en la Basílica de San Pedro: “Porque es fiel, «Dios es luz sin tiniebla alguna» (1 Jn 1,5). Por parte del pueblo, en cambio, se alternan momentos de luz y de tiniebla, de fidelidad y de infidelidad, de obediencia y de rebelión, momentos de pueblo peregrino y momentos de pueblo errante. También en nuestra historia personal se alternan momentos luminosos y oscuros, luces y sombras. Si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si prevalecen el orgullo, la mentira, la búsqueda del propio interés, entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por fuera.”

Aquellos hombres que también se pusieron en camino, que fueron peregrinos aunque no perteneciesen al pueblo elegido, se dejan guiar por aquella luz aparecida en el cielo, a pesar de las tinieblas que surgen en su horizonte y que pudiese existir en sus vidas. Divisan la estrella y se llenan de alegría; las tinieblas de su corazón se disipan y la oscuridad que otros pretenden que les atrapen, quedan mermadas por la búsqueda  valiente de la verdad. Junto al Niño abrirán sus cofres para ofrecerle sus presentes, pero no son ellos los que halagan al Señor; al contrario, es el Señor quien les agasaja, pues son ellos los que salen auténticamente obsequiados. Acogen el mejor regalo que se puede recibir: la presencia del Señor en sus vidas que se convierte en un acontecimiento que hace cobrar un nuevo sentido a su existencia.

La novedad de sentido, la expresa espléndidamente San Mateo cuando indica que los magos  regresaron por otro camino. No se refiere a tan solo al retorno físico por una ruta distinta a la que habían llegado. Va más allá: el nuevo camino hace referencia a una “nueva creación” que acontece en el corazón de aquellos hombres por haberse encontrado con Cristo, en su búsqueda sincera de la verdad. Las tinieblas se disipan y se llenan de una alegría que perdura por los siglos.

Os animo a vivir con intensidad la Solemnidad de la Epifanía y la popular fiesta de los Reyes Magos. ¡Que descubramos y hagamos descubrir que solo Jesús es el único regalo que puede colmar de verdad todas nuestras esperanzas!

+ Carlos Escribano Subías,
Obispo de Teruel y de Albarracín

Fuente:: Mons. Carlos Escribano Subías

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